La Hija De La Laguna - Gabriela Ibarra.docx

HIJA DE LA LAGUNA Qué lástima da que algunos de nosotros los limeños tengamos muchas cosas fáciles, que tengamos muchas cosas servidas, que vayamos a comprar agua embotellada al supermercado sin preocuparnos por el mañana; y sí, digo “algunos”. Da mucha pena ver como la sangre del mundo se agota, da pena ver que muchos empresarios no tienen idea de la importancia de esa sangre que es el agua. Aquí, solo importa el dinero, y si no estás de acuerdo te hacen a un lado. Pasan por encima de los derechos de la gente; se aprovechan de personas que no saben leer y que no tienen apoyo. Esa gente viva y que no respeta a nadie, actúa como esos que quieren adueñarse de terrenos que están olvidados, solo diciendo “NADIE SE VA A DAR CUENTA” “APUESTO QUE EL QUE TIENE SU CASA AQUÍ TAMBIÉN INVADIÓ EL LUGAR”, pero, la única diferencia es que ahí en los andes donde se lleva a cabo todo, si existen personas que son herederos ancestrales de las tierras, valoran su lugar, aquel que los vió crecer; son ellos quienes respetan el agua, la vida, el aire que respiran, y no se dejan vender por unos centavos. Viven asustados porque son los poderosos quienes siempre ganan. Algunas personas que viven aquí en Lima ven los noticieros cuando hay algún problema con las mineras allá en los andes y sienten pena, o muchas veces están de acuerdo con dichos proyectos por la economía del país, pero no es igual verlo por televisión que no te muestra la realidad y estar presente viendo como dinamitan tus tierras, sin importarles la vida humana, la vida animal, las aguas, el medio ambiente. Nosotros vemos esa materia prima que tanto anhelan las empresas transformada en lindos accesorios, pero no vemos la crueldad que hay detrás de eso. Muchas veces discriminamos a nuestra gente; cuando las vemos aquí simplemente pensamos “Deberían regresarse a su Puna ¿para eso vienen? ¿Para dar pena vendiendo en las calles?”, pues, apuesto que esos campesinos están huyendo de su triste realidad, por eso se vienen a la capital pensando que aquí todo será mejor, pero se equivocan. Si allá las mineras son las culpables del daño ocasionado, aquí en Lima encontramos a todo tipo de gente que también hace daño: aquellos que contaminan los ríos, aquellos que roban sin piedad, aquellos que matan a los animales, aquellos chismosos que buscan la miseria del otro y muchos más. En todos lados hay maldad, en todos lados hay indiferencia. Somos nosotros mismos quienes estamos destruyendo nuestro mundo. La tierra está reaccionando, y no habrá dinero que pueda parar eso.

Me siento orgullosa de Nélida, ya que decidió salir adelante y estudiar la carrera de derecho. Esto refleja el interés de ella por su pueblo y por la sociedad. Nélida ha ayudado a la señora Máxima quien estaba en problemas con la empresa minera, ya que ésta decía que el terreno era de su propiedad, pero no era el caso, ya que Máxima tenía todos los papeles de posesión desde hace muchos años. Muchos campesinos podrían seguir el ejemplo de Nélida. Si bien tienen derecho a estudiar, al estado esta gente les importa una NADA y por eso no los ayuda. El estado les hace tanto daño al igual que las mineras. El estado es indiferente, por eso es que muchos mueren al tratar de defender sus tierras, y ¿qué hace el estado? Protege a las empresas porque son ellas quienes tienen dinero para manejar a cualquiera a su antojo. Para los campesinos, todo lo que hay a su alrededor tiene vida, hasta una piedra. Esta enseñanza ha hecho que estas personas sean mejores que cualquier otra; es por eso que sufren cuando las empresas mineras destruyen y contaminan la vida. Hay una parte que me parece muy interesante, cuando un tipo de ave y los patos se van de la laguna cuando ésta no tiene agua. Es como si fuera su mundo, y huyen cuando se encuentran en peligro. Nosotros no podemos hacer eso; dañamos nuestro medio ambiente y no tenemos a donde escapar, pero esto pasa porque somos nosotros los responsables.