La Educacion

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LA EDUCACIÓN DE LAS EMOCIONES (Dra. Mercedes Palet Fritschi) Hoy quisiera referirme a dos razones a mi juicio muy centrales: 1. Es gracias a las emociones que nuestras obras y nuestros actos, más especialmente nuestros actos buenos adquieren fuerza y dinamismo. Se nos decía ayer que por la palabra se comunica la vida moral y espiritual, que la palabra es expresión de la interioridad del hombre. Hoy podemos añadir que por las emociones se manifiesta además la vitalidad y la peculiaridad de nuestra interioridad. Podemos hacer el bien con alegría porque somos capaces de amar y de gozar. Podemos rechazar el mal con firmeza porque gracias a la educación en la fortaleza somos capaces de resistir y afrontar dificultades y tentaciones y con la asistencia de la gracia divina asirnos con fuerza y firmeza a lo que es bueno, justo y serio. Podemos sufrir con paciencia y con tranquilidad de espíritu porque asistidos con el ejercicios de las virtudes de la fortaleza y de la templanza y con la asistencia de la gracia divida, pero sobre todo movidos por el amor de la comunidad, somos capaces de transformar la tristeza el dolor en actos de reparación y de amor al corazón de Dios. 2. Pero tratar el tema de la educación de las emociones es actualmente muy importante a causa del MALENTENDIDO en este tema. Se trata de un malentedido educativo que frecuentemente adquiere el rango de FRACASO EDUCATIVO ya que es uno de los motivos más frecuentes de consultas a psicologo. Un reconocido psicologo suizo perteneciente a la escuela de la psicología individual de Alfred Caller ha identificado 23 síntomas patológicos o semipatológicos directamente relacionados con este fracaso educativo y que el caracteriza como consecuencias de malcriar o consentir a los niños. A mi entender una de las causas de este fracaso, entre otros muchos de orden social y moral, es una especie de convencimiento general de que las emociones son “algo” que escapa a la misma educación. “Algo” que escapa al dominio de la voluntad. Las emociones son “algo” que el yo debe someterse si es que quiere sobrevivir. La teoría freudiana y todas las corrientes psicológicas que en ella se apoyen han contribuido decisivamente a la construcción de este convencimiento tan propio de nuestros chicos y lo han logrado porque entienden el ser humano como escindido entre razón e instintos e ignoran la fuerza motora y ordenadora de la voluntad movida por la presencia del bien. De lo que especialmente quisiera hablarles es del FRACASO EDUCATIVO de una EDUCACION EMOTIVISTA. La sensibilidad y las emociones son importantísimas pero desgraciadamene no los sabemos educar porque en nuestra sociedad y en las teorías pedagógicas y psicológicas PRIVA una educación EMOTIVISTA.

Es una educación en los que parece que la toma de conciencia de las emociones sea lo absolutamente prioritario. Así se habla por ejemplo del famoso “aprender jugando” desvinculado por completo del esfuerzo y de la constancia que exigen el estudio y la conquista de la verdad. Es una educación fragmentada y fragmentante porque no concibe y está desvinculada de la verdad, del bien y de la belleza ideales motores de nuestra conducta. Lo que me atrevo a decir como psicóloga cristiana la enseñanza de los más grandes sabios santos de la Iglesia es que las emociones, regalo de Dios con los que el Todopoderoso dejó nuestra naturaleza común y nuestra naturaleza particular en forma de un temperamento determinado, son fuerzas vitales que deben ser educadas, canalizadas, INTREGRADAS al servicio del bien y de la verdad y de la belleza para mayor felicidad del hombre. El TEMPERAMENTEO con el que cada uno de nosotros ha nacido , o sea todo el conjunto de inclinaciones, apetitos y tendencias tiene muchísima importancia en nuestra vida personal, pero no constituye todo el ser humano, ni es lo que nos caracteriza como seres humanos porque dicho conjunto no tiene forma ni orientación determinadas, no tiene regla, es solo fuerza, pero no una norma: con frecuencia es un círculo de contradicciones, una ambivalencia de sentimientos que ha de ser domado y ordenada por otra fuerza más sutil, más imperceptible y escondida, pero de una eficacia especial, regia, como es la razón, que esta si que caracteriza al ser humano, le da una forma concreta, regulariza sus pasiones, gobierna sus emociones y orienta el mundo de nuestra existencia personal mediante la luz intelectual y la fuerza racional de la voluntad. El temperamento, trabajado, modificado, rectificado y dirigido por la fuerza racional, por la interiorización de aquellos criterios y verdades de los que ayer nos hablaba el dr. Alsina, constituye lo que ordinariamente llamamos CARÁCTER, noble signo distintivo del ser humano, expresión auténtica de su mérito personal y fundamento de su eterna salvación. Por eso entiendo que la educación de las emociones es ante todo FORMACIÓN DEL CARÁCTER que es la fuerza de la conducta humana. Pero qué son las emociones? En el ser humano las emociones son movimientos del espíritu, afectados por la sensibilidad. El hombre es una unidad compuesta de cuerpo y alma pero es ante todo UNIDAD. Por eso las emociones pueden iniciarse desde “fuera” por el conocimiento sensible de un bien que nos atrae o de un mal que nos repele. Pero las emociones vienen también de DENTRO. Las emociones son también y ante todo aquella afectación sensible que produce el conocimiento de la verdad, el encuentro con el amor y el descubrimiento de la belleza. Esas son las auténticas emociones del ser humano. Por eso cuando uno descubre una

realidad bella, llena de bien de un bien que es atractivo, se emociona, se conmociona toda su afectividad, queda tocada y penetrada por ese bien y esa verdad que es bella y atractiva. ¡Y tiene que hablar de ello! Estamos tratando pues de cuestiones que importan mucho en la vida del hombre y cuya ordenación y educación dependerá en gran parte la felicidad. Desde un punto de vista psicológico el tema de la educación de las emociones puede tratarse desde perspectivas. Por una parte desde una perspectiva que podríamos denominar como “profunda” pero en el sentido de lo más bajo en el hombre y por otra, desde una perspectiva de una psicología de lo “alto”: de los fines y objetivos de la vida humana. Desde esta perspectiva de una psicología de lo bajo hay que considerar que nuestra naturaleza está herida por el pecado original. Esta es una realidad que desgraciadamente, en nuestros días, escapa a la consideración psicológica y pedagógica. Como consecuencia del pecado original nuestra naturaleza ha quedado desordenada. Nuestra naturaleza no ha perdido por completo ni su bondad, ni su excelencia. Somos hijos de Dios, queridos por EL redimidos por Cristo y llamados por El a la vida, somos capaces de amor, de verdad y de belleza pero nuestra naturaleza está herida por el PECADO ORIGINAL quedando desordenadas todas sus capacidades. Así la razón está desordenada de su orden a lo verdadero y está herida de la IGNORANCIA. La voluntad está desordenada de su orden al bien y está herida por la malicia. Los apetitos están desordenados de su orden a lo que es difícil de alcanzar por la herida de la DEBILIDAD y también de su orden al placer y al gozo por la herida del DESEO DESORDENADO. En fin, que a causa del pecado original, nuestras emociones se sienten tan atraídos por los bienes materiales y de un modo tan desordenado que nos arrastran a decidir incluso contra el conocimiento que tenemos de la realidad e incluso contra el juicio que nos formamos por la experiencia. Es por eso que hacemos tantas veces lo que no queremos y no hacemos lo que realmente queremos. Desde una perspectiva de una PSICOLOGIA DE LO ALTO hay que considerar siempre los fines y objetivos a los que el hombre por naturaleza está llamado. Decía San Bernardo que cuatro son los movimientos del corazón por los que se reconoce el estado emocional de una persona: • • • •

Dime lo que amas y en que te gozas Dime lo que te entristece Dime lo que temes Dime lo que esperas

Por eso en la educación emocional de niños y jóvenes no hay nada más importante que enseñar a amar y a odiar las cosas PROPIAMENTE.

PROPIAMENTE quiere decir de acuerdo con el bien de la razón, de acuerdo con aquellos fines y objetivos que corresponden al hombre en cuanto que hombre. Por eso, la educación e las emociones solo puede entenderse “sub especie”, es decir sólo bajo la CONSIDERACIÓN DEL IDEAL. Les decía hace unos momentos que una EDUCACIÓN EMOTIVISTA lleva a un fracaso de la educación de las emociones. En la educación emotivista la emoción se convierte, se degrada a algo que nos mueve solo desde fuera en la medida en que la sensibilidad queda afectada por un objeto externo y no por la fuerza de la interioridad. Estamos en una sociedad del ME GUSTA o el NO ME GUSTA, comportamiento propiamente infantil que hoy en día invade el mundo de los adultos. Hago solo lo que me gusta y evito lo que o me gusta. Lo evito, o pospongo y lo demoro y así poco a poco voy perdiendo y olvidando mi capacidad de auto superación y aumentando las posibilidades de auto sabotaje. Los listones de exigencia y potencia se ponen cada vez más bajos y focales de superación. Cualquier dificultad, cualquier frustración puede llevar al hombre de hoy a hacer perder su equilibrio siquico o incluso a hacerle caer en la depresión. La educación EMOTIVISTA lleva a contradicciones y sin sentidos. Y cuál es la realidad cotidiana con la que yo me encuentro todos los días en mi actividad profesional como psicólogo escolar? Cuál es la ralidad con la que se encuentran todos los días tantos profesores y maestros en nuestra sociedad en conflicto? Pues sencillamente que nuestros pacientes y alumnos y quizás nosotros mismos hemos adquirido una visión emotiva de la realidad pero somos incapaces de entusiasmo y de fuerza por ideales y proyectos de vida. Bajo una pretendida educación de la emotividad el hombre ha quedado fragmentado y separado de su interioridad y hacerlo en el EMOTIVISMO, enla SENSIBLERIA y en la SENSUALIDAD incapaz del espíritu emprendedor y de la fuerza que exigen los grandes ideales. A los niños se les anima a la empatía pero independientemente o prescindiendo de la contemplación de los bienes personales y concretos de la persona del otro. Se habla solo de la empatía, de la importancia de ser empáticos, pero se desvincula ese sentimiento de la contemplación, del conocimiento de las causas y razones en el otro que nos mueve a la empatía, a la amistad con el otro. Nuestra sociedad NO SABE EDUCAR LAS EMOCIONES porque no sabe VER Y CONTEMPLAR la unidad de las personas, ni tan siquiera desde el punto de vista emocional.

Ejemplo de la mamá que no sabe definir de su hija más que sus defectos y que queda sorprendida ante la pregunta: Usted qué cualidades, qué características de la personalidad de su hija admira? Ejemplo de la maestra que abrumado por la indomabilidad de los niños de su clase acude a mi consulta pero solo sabe describirme situaciones que la estresan pero que es incapaz de explicarme en qué materias se destacan sus alumnos. No sabemos educar las emociones porque no sabemos ver la unidad de la persona. Las emociones, en el conjunto de toda la personalidad humana son solo SUBSIDIARIAS. Si solo nos dejamos llevar por las emociones, la luz de la razón queda ciega y la fuerza de la voluntad queda debilitada y desorientada perdiéndose y sumergiéndose en la búsqueda del bien sensible y pasajero. Esta educación EMOTIVISTA es la causa del fracaso personal que afeca a tantos hombres y mujeres en nuestros días. Ello se manifiesta de forma espacialísima en la abrumadora crisis del matrimonio. Recuerdo que uno de mis maestros hace ya más de 30 años me decía que en la poesía y en la lírica no podía concebirse una canción o un poema de amor en el que el enamorado le contase a su enamorada que lo quería hasta el día que dejaste de quererlo y sin embargo, hoy, solo 30 años después, en Suiza se habla desde hace ya muchos años de la “pareja pesa este período de mi vida”. La gente solo se casa si cree en el matrimonio indisoluble y quiere formar una familia y educar a los hijos en la virtud y en la fe. La gente solo se casa si vive y siente la fuerza de un ideal de vida y amor. Lo hemos repetido varias veces a lo largo de esta conferencia: Hoy sufrimos el fracaso educativo de una educación emotivista que atiende y pone un cuidado especial en las emociones por temor a que sea tildada de voluntarista o intelectualista y que sin embargo lleva a un fracaso de todo la fuerza emocional del ser humano porque carece de ideales que la iluminen y lo mueven y lo dejan a la deriva en manos de sentimientos que sólo dependen de condiciones externas a la misma persona y quedando esta expuesta a lo superficial, al vaiven de las circunstancias. Lo hemos dicho y repetido: los sentimientos y las emociones son importantísimas pero la sociedad de hoy, la familia, la escuela y la psicología nos lo sabe educar porque lo hace sólo con una educación EMOTIVISTA desvinculado y fragmentante de la unidad de la persona, porque no concibe y está desligada de la VERDAD, DEL BIEN, DE LA BELLEZA, ideales motores de nuestra conducta.

Lo que el hombre de hoy, lo que el niño y joven de hoy necesitan es la fuerza de un ideal que activa y ponga en funcionamiento toda la fuerza dinámic de la vida emocional. La fuerza de un ideal noble y con aspiraciones de eternidad.. Sólo pensando en el ideal de BELLEZA que es más cercano a la sensibilidad se da un abanico de modelos de educación, en el arte, en el vestir, en el hablar, etc. Nos decía ayer el doctor Alsina que el artista del arte de educar es el mismo educando, el niño y el joven. Padres y maestros presentan el MODELO y pueden alcanzar con ello el rango de CAUSA EJEMPLAR, cuando sean capaces y estén dispuestos a proponer y a vivir ante el niño y el joven ideales de verdad, de bien y de belleza. Ideal y modelo excelso de vida es Cristo, quien siendo Dios, por amor al hombre. Se hizo hombre y nos amó intensamente con corazón de hombre.

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