LUIS HERNANDO MUTIS IBARRA Página Web: www.D10Z.com
Para domesticar o para el Desarrollo humano
República de Colombia Departamento de Nariño Municipio de pasto
La Disciplina
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Luis Hernando Mutis Ibarra
LA DISCIPLINA Para domesticar o para el desarrollo humano CONTENIDO
1. De los conceptos y objetivos 1.1. Obediencia y/o desobediencia. 1.2. La disciplina como sistema del desarrollo humano 2. ¿Qué hacer? 3. Elogio a la dificultad. 4. Procuremos primero comprender y después ser comprendidos 5. La rebeldía como nuevo principio 5.1. Rebelde o Revolucionario 5.2. Justicia y paz 5.3. Síntesis, integración, totalidad 5.4. El único templo es la existencia, no se necesita renunciar al mundo y a la sociedad 5.5. Individuos versus sociedad 5.6. Libertad total 6. ¿Tenemos tiempo? 6.1. La administración de nuestro tiempo.
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1. DE LOS CONCEPTOS Y OBJETIVOS Según el diccionario, el vocablo disciplina significa en primera instancia: obediencia, subordinación, sujeción, docilidad, sumisión. Disciplina es entonces: regularizar, ordenar, instruir, enseñar, aleccionar, azotar, someter, doblegar, dominar. Esta acepción se utiliza para nombrar un instrumento hecho de cañamo, con varios ramales, cuyos extremos son más gruesos y sirve para azotar; el disciplinario es la correccional o el reformatorio. El término tiene mayor uso en los estados eclesiástico y militar. Actualmente implica un concepto que escasamente hace referencia a su original utilización. Es una palabra ambigua y carente de significado, benéfico para el desarrollo humano; su voz tiende a ser de cajón y fuera de contexto. Según Foucault la disciplina es el ―arte del buen encauzamiento de la conducta. Es un poder que, en lugar de sacar y retirar, tiene como función principal la de enderezar conductas... Son unas técnicas que fabrican individuos útiles... Es un tipo de poder, una modalidad para ejercerlo, implicando todo un conjunto de instrumentos, de técnicas, de procedimientos, de niveles de aplicación, de metas, es una física o una anatomía del poder, una tecnología... Son unas técnicas para garantizar la ordenación de multiplicidades humanas‖ 1. Este tipo de concepto es una muestra del afán de poder del hombre, donde convierte la disciplina en un instrumento de domesticación y sometimiento; y de ningún modo es un sistema para el desarrollo humano. La directriz militar hace referencia que, un ejército es sólo un ejército tanto como mantenga su disciplina; cuando esta falla, el ejército se convierte en una turba; la disciplina es la que distingue un ejército de una chusma, es la que hace posible que los niños, los adolescentes y los jóvenes se conviertan en ciudadanos decentes. Según Kant: ―el objeto de la educación es desarrollar en cada individuo toda la perfección de que es susceptible‖. Esta perfección tiene que ver con su naturaleza interior y exterior; el que posee carácter o dominio de sí mismo no se domestica, ya que el juez más severo es cuando se juzga a sí mismo, mirándose sus propias flaquezas y debilidades. La dimensión exteriorizada y manifestada como la mediocridad, sumiso a la disciplina ciega y a la imposición colectiva, son el puntal de todos los prejuicios políticos, religiosos, morales y sociales. La disciplina como progreso no puede significar nunca dureza ni sadismo. Cuando el objetivo es la domesticación, la obediencia, la mediocridad, la ignorancia y la superficialidad, no se puede esperar otra cosa que la anulación de la libertad y la inteligencia humana, que en términos de Foucault2 los resultados pueden manifestarse y expresarse en: 1 2
Fabricar cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos dóciles. Disociar el poder del cuerpo. Transformar multitudes confusas o peligrosas, en multitudes ordenadas. Lograr más efecto en la multitud. Control de las actividades.
FOUCAULT, Michel. “Vigilar y Castigar. Editorial siglo XXI, 11ª edición, 1985. Págs. 175, 214, 218, 221. FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Págs: 142, 152, 153, 160, 175, 214, 221.
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Asegurar la calidad del tiempo empleado. Dependencia total. Servidumbre. Control de trabajo de enseñanza. Enderezar conductas. Formar personas dóciles, vigilarlas. Crecimiento económico del poder. Aumentar la docilidad. Utilidad de todos los elementos de los sistemas.
Cuando hacemos algo por obligación y por deber -no nos gusta, ni queremos hacerlo-, tarde o temprano quedaremos atrapados en esas condiciones, y será muy difícil desembarazarnos de aquello. Cuando se hace las cosas porque ― nos toca‖ hacerlo, será una vida poco inteligente. Tenemos que asumir que todo lo que nos pase será única y exclusivamente responsabilidad nuestra y de nadie más. La conciencia nos dice que nosotros somos el centro del mundo, de nuestra existencia. Vivir con plena consciencia es vivir armoniosamente, en una celebración constante. Se ha insistido constantemente que el temor y el miedo se constituyen en la caries y el asesino de la creatividad y la inteligencia. Al provocar o crear miedo y/o temor, la inteligencia se paraliza y si es constante, es como la herrumbre que la va destruyendo, se la va carcomiendo poco a poco, haciendo que la persona viva un infierno permanente. Bien lo decía Gordon R. Taylor que: ―cuando al ser humano no se le permite amar y crear, surge en él una incontenible necesidad de odiar y destruir‖. La inteligencia vive en el presente, no en el pasado, por lo tanto, no acumula; pero cuando no hay confianza en la capacidad de hacerle frente a la vida, surge el deseo compulsivo de guardar y poseer; es decir, miedo y avaricia van juntas. La persona inteligente está satisfecha con lo que dispone y se esfuerza por lo probable, pero nunca por lo imposible o improbable, ya que eso es característica del intelecto y no de la inteligencia. Si observamos a un niño, podremos ver que es un ser abierto a la existencia, vive siempre en el presente, con una inteligencia y creatividad grandiosa; pero, a medida que crece y comienza a hacer parte de la sociedad, comienza el bombardeo –con creencias, pautas de crianza, ideologías, etc.- que va destruyéndola. Se infunden estados emocionales funestos a su Ser interior, que lo va apagando paulatinamente. Cuando su vida entra en los espacios y tiempos educativos institucionales – escuela, hogar, colegio, universidad- sus estados cualitativos de conciencia e inteligencia se van destruyendo; los va haciendo cada vez menos inteligentes, puesto que las prácticas y pautas de formación llevan al lado opuesto de lo propuesto en sus propósitos, que muchas veces, e inadecuadamente afectivos se quiere lo mejor. Así pues, se propone desarrollar varios aspectos –libertad, reflexión, libre pensamiento, gestión, autocontrol-, pero la acción cotidiana es que repitan y repliquen lo mismo que el profesor –los padres, sacerdote, líder u otra persona- haya dicho – obviamente muchos también repiten lo que otros dijeron o dicen-; se pretende reflexión, pero se obliga la memoria mecánica; se pide escribir, y la acción es la copia; un objetivo es la libertad y la autonomía, pero la práctica es la domesticidad y la obediencia; se habla de democracia y convivencia pacífica, pero los actos, el lenguaje y la enseñanza toda es plagada de violencia y autoritarismo; se solicitan planes, pero todo se programa; cuando
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se invita al aprendizaje, el error se sanciona y se castiga; a los padres de familia y a la comunidad se les solicita que se vinculen a los procesos educativos de sus hijos, pero se impide su ingreso, ya que sólo se los llama para pedir cuotas, regañarlos y/o entregar informes de rendimiento, pues ―no hay tiempo‖ para hacer trabajo de formación comunitaria, tiene que ser extraescolar –sólo lo hay para continuar la llenura irreflexiva de datos y llenar formatos administrativos-; se insiste por doquier sobre la educación integral, pero todo es enfocado únicamente a la acción de la supuesta ―razón‖, no hay cabida para el desarrollo humano, que por lo general se quedan en simples eventos de actividades o campañas y cruzadas de valores. Al final ―el producto‖ es un estudiante competitivo pero no inteligente. La conquista de una coherencia de lo propuesto con lo que se hace, implica enseñar la conquista de la libertad pero con altísima responsabilidad, estimular el propio pensamiento, estimular la inventiva, bregar por todas las formas para no impedir la creatividad de niños, adolescentes y jóvenes; construir la rebeldía y la anarquía consciente; que la competitividad no sea enfocada a resultados en que se pase por encima del otro, sino, una competencia solidaria, donde se ofrezca lo que el otro no tiene; una educación y una formación que contribuya a elaborar, diseñar y emprender sus propios proyectos vitales y profesionales, que permita a sus estudiantes e hijos ―ser ellos mismos‖, que no sean imitadores, que sigan su propia naturaleza, ayudarles a que busquen sus propios rostros originales, y dejar de una vez por todas intentar convertirse en otros. Prácticamente nadie está en su propia casa; todos están llamando a otras puertas, por eso, el descontento continuo, el embotamiento, los bloqueos, el aburrimiento y la angustia. No sobra recordar, que desde estos aspectos precedentes Ho Chi Ming –un líder de la revolución y la guerra en Vietnam- dijo que un verdadero maestro –o padres de familia- es cuando se vuelve inútil, porque su discípulo –o hijo- se valen por sí mismos, han aprendido a ser libres y autónomos. La intelectualidad implica una carga de prejuicios, creencias, conocimiento e información a priori, actúa desde supuestos; no puede escuchar y todo lo toma personal, antes de escuchar algo ya ha sacado sus conclusiones; es distorsionado, muy cerrado, ciego y sordo. De aquí que el concepto de experto signifique que se vuelve ciego a todo lo demás. La erudición y la falta de inteligencia hacen que la persona se cierre, se congele, se vuelva consistente y dura. Es obediente y manipulable. Es así mismo el alimento y la nutrición del ego y, según se va fortaleciendo, rodea la inteligencia como una capa espesa de oscuridad, se vuelve como una piedra. Necesita esclavos, servidumbre; busca el poder y mecanismos, no personas a quien dirigir; quiere ser el primero, ser reconocido, que se le brinde pleitesía, ser famoso, busca un constante éxito, así pase por encima de los demás. Enseña a explotar a los demás.
1.1. OBEDIENCIA Y/O DESOBEDIENCIA Cuando el propósito de una formación es el desarrollo humano, no podremos imponer pautas que nos conduzcan precisamente a lo contrario. Es el caso de confundir la educación con la obediencia, porque la obediencia no requiere ni usa la inteligencia. Por ejemplo, toda máquina es obediente. La obediencia es simple, quita el peso de cualquier responsabilidad; no hay necesidad de actuar, porque simplemente tiene que hacerse lo que se ordena, lo que se dice. Por lo tanto, cualquier responsabilidad recae sobre la fuente desde donde procedió la orden. En cierta manera, hay un rango de
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libertad, pues no se podría condenar por dichos actos, ya que lo único que se ha hecho es obedecer; de tal manera que si se quiere castigar por algún hecho de consecuencias negativas o nefastas, habría que hacerse con la fuente desde donde se emitió la orden. Hay que entender que cuando se obliga –por la amenaza, el poder, la violencia- a las personas es por la única vía de que el otro ―haga lo que yo pienso‖, sin pedir opinión o consentimiento; se hace por la manipulación y/o la represión, que impone e igualmente reduce a las personas a cosas. Aquello se forma como una prisión sin paredes físicas, que es casi imposible escapar de ella, porque está en todas partes y tiempos, la forma intangible pero sentible es por lo general cuando se usa la fuerza del poder de la ley –lo legal, lo jurídico cuando no son justas y se manipulan para dañar al otro-. La manipulación no necesita comprensión; la represión es fácil, cualquier tonto con poder puede hacerlo. Pero todo lo que se reprime tendrá que ser reprimido una y otra vez… y, sin embargo, nunca será eliminado. Se volverá cada vez más poderoso según avanzando, porque se volverá más y más débil para resistir o luchar contra ello. Esto sucede no únicamente en las relaciones con otras personas; también ocurre con nosotros mismos cuando lo hacemos con nuestras emociones o condiciones. Por ejemplo, cuando se reprime el sexo, la persona se volverá más sexual; cuando se reprime el enojo, se volverá ira, cuando no se expresa lo que se siente, aflora el resentimiento y la venganza; la represión crea astucia; cuando la sociedad es más desigual y represiva vuelve a los pobres neuróticos y unos ricos hipócritas. La obediencia tiene simplicidad; la desobediencia requiere un nivel de inteligencia mucho más alto, prácticamente es de orden superior. Cualquier idiota puede ser obediente; y, de hecho, sólo los idiotas pueden ser obedientes, ya que, una persona inteligente antes de una acción pregunta –porque el desobediente no reacciona, actúa desde su conciencia, el tipo de desobediencia que aquí se trata, no es en el sentido de únicamente llevar la contraria, de sólo hacer lo opuesto como una simple reacción mecánica provocada por diversos factores (odio, venganza, hacer quedar mal, porque no cae bien, rencor)- ¿por qué tengo que hacerlo? Y, a menos que conozca las razones y las consecuencias de ello, no se involucra en nada, porque está siendo muy responsable de sus actos. La responsabilidad no es algo que se toma a la ligera; es una de las formas de vida más auténtica –pero también muy peligrosa- pero no significa desobedecer por desobedecer, porque sería otra nueva idiotez. Desde esta mirada, la desobediencia se constituye en una gran revolución. No implica decir un ―no‖ rotundo en cada situación, significa sencillamente decir sise va o no hacerlo, si es benéfico y de acuerdo con nuestra consciencia o no. Es tomar la responsabilidad por sí mismo. No se trata en absoluto sólo de estar en contra de un mandato o una orden, no es una reacción inconsciente y mecánica. Cuando se recibe o se ordena algo –o incluso se solicita-, existe la oportunidad de responder; y si lo que se pide es correcto, entonces ¿por qué no hacerlo? Si por otro lado, lo que se pide o se ordena no es correcto, es contrario a nuestra conciencia; pidamos explicaciones o demos y expongamos nuestras razones, argumentemos por qué no es correcto. Ayudemos a ver, concienticemos que lo que se ordena hacer, no está en una dirección adecuada, o va contra nuestros propios principios, que no podemos asumir las consecuencias de aquellas acciones. No se quiere decir que hay que ser desobediente sólo por serlo. Se dice es: que cuando se sienta que hay que ser desobediente, seamos desobedientes; seamos fieles a
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sí mismos. Puesto que, la única responsabilidad es consigo mismo, no con nadie más. Una persona consciente se arriesga. Está dispuesta a morir antes que hacer concesiones. Por supuesto, no luchará por cosas innecesarias, no luchará por cosas secundarias; pero en lo referente a lo esencial no será obediente. Pues, el primer respeto se lo debe a sí mismo y, a través de él puede respetar a todos los demás, comenzando con sus padres. Pero si no hay respeto por sí mismo, el respeto por cualquier otros será falso. El camino de la desobediencia no es un camino estancado, no es simplemente oponerse a todas las órdenes, no es una actuación vengativa o por devolver el ridículo. El camino de la desobediencia es un camino de mucha inteligencia. A fin de cuentas no es cuestión de obediencia o desobediencia reducida al hecho básico literal. Es una cuestión de inteligencia, de consciencia. A veces se tendrá que decir: ―lo siento, no puedo o no quiero hacerlo‖, pero no es una cuestión simple de estar en contra de lo que se ordena. Lo que cuenta no es el factor del sentimiento o la emoción, sino de que si es o no correcto, lo que cuenta es la acción que se tiene que hacer; y tiene que usarse toda la inteligencia y la conciencia para decidirlo. Si es correcto, entonces hay que ser obediente; pero, si es errónea, seamos desobedientes. Pero definitivamente no hay conflicto entre ellas, no hay que sentirse herido. La desobediencia no está simplemente contra la obediencia. La desobediencia está por encima de la obediencia y de la mal entendida desobediencia como simple oposición. La desobediencia es aserción de la conciencia, es un reafirmar la propia inteligencia, en el sentido de tomar la responsabilidad, en hacer todo lo que parezca correcto al propio ser, no se hará nada en contra de la propia conciencia. El concepto del término desobediencia nos hace entender que todo depende de nosotros, que nosotros somos el factor decisivo en todas las acciones de la vida. Y eso da una fuerza y una energía grandiosa, porque todo lo que hagamos lo hacemos con apoyo racional; que somos únicos y exclusivos responsables de lo que nos ocurra, de que asumiremos por completo las consecuencias de nuestros actos, sin considerarnos víctimas de nada ni de nadie. Cuando no vamos a hacer algo, es importante explicar a la otra persona por qué no se va a hacer. Expliquémoslo sin ira, sin enojo ni agresividad, porque la expresión iracunda es simplemente la evidencia de nuestra debilidad; es una simple reacción mecánica y no inteligente. Y la inteligencia significa habilidad para responder, porque la vida es un flujo. Hay que ser consciente y ver qué es lo que se requiere de nosotros, cuál es el reto de la situación, para comportarse con arreglo a la situación y no con arreglo a respuestas predeterminadas y/o prefabricadas: La persona depende de su propio entendimiento, confía en su propio ser; se ama y se respeta a sí misma. Es necesario precisar que obedecer una orden y comprender algo son dos cosas diametralmente diferentes y hasta opuestas. Si, al entender, nos sentimos satisfechos y hacemos algo partiendo de eso, prácticamente no se está siguiendo una orden externa; se está siguiendo la propia consciencia. Por otra parte, siempre se ha dado como verdad absoluta que los individuos existan para ellas y no al contrario. Por qué no pensar de manera opuesta, en el sentido de que la sociedad, como el Estado o la nación y la cultura existan para el individuo. Todo lo demás se puede sacrificar, pero el individuo no puede ser sacrificado por nada. La individualidad es el florecimiento mismo de la existencia; nada es más elevado.
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1.2. LA DISCIPLINA COMO SISTEMA DEL DESARROLLO HUMANO Desde otro punto de vista, la disciplina como sistema del desarrollo humano, tiene que ver con la interioridad humana equilibrada, con su ser que lo conducirá a su progresión; implicará acción rigurosa; pues, toda intención que no se expresa por actos, es una intención vana y la palabra que la representa es inútil; es la acción la que prueba la vida y establece la voluntad; debemos actuar para Ser. Vivir es hacer, la inactividad, si es prolongada, sea física o mental se vuelve tediosa. La repetición mecánica continua de una función o actividad causa la disminución del estímulo y cae en la monotonía. ―Ni puede el hombre disfrutar quietud sin haber comenzado a obrar, ni alcanzar su perfección, sólo con abstenerse de obrar, pues nadie hay que un momento siquiera pueda permanecer inactivo porque necesariamente todo hombre se ve obligado a obrar por las virtudes propias de su naturaleza‖3. Nuestra capacidad creativa sería sencillamente darle la palabra y la voz a nuestro Ser; es una apertura a su expresión; la capacidad de ver sin ningún prejuicio, de escuchar sin interferencia, de estar con las cosas y con las personas sin ninguna idea preconcebida acerca de ellas, la inteligencia es estar abierto a todo, está siempre fluyendo como el río. La persona inteligente tiene su propia vida, su propio estilo y modelo, su propia forma de ver, ser y crecer. Para desarrollarse, la inteligencia necesita cielo abierto, viento, aire y sol para crecer, expandirse y fluir; para permanecer viva requiere flujo constante, pero si se estanca se vuelve poco a poco un fenómeno muerto. Pero también es delicada, suave, sensible y vulnerable como una rosa, pero no se acobarda fácilmente ante nada, se puede aplastar pero no esclavizar, se puede destruir con facilidad pero no se puede someter. Tiene su propia fortaleza, que es sutil y no burda. Ama la totalidad, vive con gentileza, ve la igualdad, pero también la diferencia para aceptarla como es. El gran peligro de concebir erróneamente el concepto de disciplina, está en hacer de ella un marco rígido y radical que no deja fluir. Por un lado, presta demasiada atención a todo lo que se le dice que termina haciendo lo que le ordenan las voces externas; o por el contrario, crea una concha impenetrable que lo hace compulsivo, obstinado y testarudo. En ninguna de ellas se guía por su inteligencia; por el contrario se provoca una tensión intensa que cierra el pasillo entre uno mismo, nuestro interior y con el mismo exterior. Lo que se tiene que estimular es el disfrute por la actividad misma, donde en lo posible se abandone el esfuerzo compulsivo y se le de paso a la relajación, la distensión, el quedarse tranquilo, ser suave, que se abra y se amplíe nuestro interior y nuestra mente; cuando no están tensas, entonces aflora todo conjuntamente, tanto el cuerpo como la mente y las emociones. Entonces ya está lista la condición. Es importante tener en cuenta que fortalecer nuestro exterior implica supremos esfuerzos, es la disciplina concebida tradicionalmente, que solidifica lo superficial; todo viene de adentro hacia afuera; los que tienen el mando son los estímulos externos –el orgullo, guiarse por el qué dirán, la importancia personal, las apariencias, la vanidad, la imagen social-. Entonces nos volvemos manipulables y damos el poder a lo que nos manipula: otras personas, los media, el consumo, las situaciones, las condiciones; el empoderamiento personal es exiliado de nosotros.
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ANÓNIMO. “Bhagaavad-Gita”. Editorial Edad. Madrid, 1981. Págs. 63
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Necesitamos también hacer el viaje hacia adentro, pero ¿cómo ir hacia adentro? ―Si empiezas a esforzarte por ir hacia adentro, no será dentro. Si tratas de hacer un esfuerzo por ir hacia dentro, no será dentro, porque todo lo que hacemos con esfuerzo conduce hacia afuera, nos lleva fuera; todo lo hecho con esfuerzo va hacia fuera. Ir hacia dentro significa relajarse, soltarse; no hay otra manera. Cuando te relajas vas hacia adentro, cuando empiezas a hacer algo vas hacia afuera. Hacer significa ir hacia fuera, no hacer significa ir hacia dentro. Por eso es arduo. Si hubiese algo que hacer, te habría dicho: ¨Haz esto y estarás dentro de ti¨. No es cuestión de hacer. Tendrás que aprender a tener paciencia, tendrás que aprender a tener una paciencia infinita‖ 4. ―primero vuélvete alerta en las cosas pequeñas. Andando por la calle, vuélvete más alerta, trata de estar más alerta. Para un proceso tan simple como andar por la calle… no necesitas estar nada alerta. Puedes permanecer estúpido y andar bien. Eso es lo que todo el mundo está haciendo. La estupidez no te entorpece en absoluto. Empieza con cosas pequeñas. Al tomar un baño, estate alerta; bajo la ducha, estate muy alerta. El agua fría cayendo sobre ti, el cuerpo disfrutándola… ponte alerta, toma consciencia de lo que está sucediendo, estate relajado y, a la vez, consciente. Y este momento de consciencia hay que seguirlo una y otra vez, de mil y una maneras: comiendo, hablando, estando con un amigo, escuchándome, meditando, haciendo el amor. En todas las situaciones, trata de estar cada vez más alerta‖5. Para acercarnos al entendimiento de la naturaleza humana, en el sentido de la dimensión emocional como objeto de control equilibrado por medio de la disciplina y acción para elevar el dominio de sí mismos, tenemos un ejemplo metafórico: Un río tiene tanto potencial de presentarnos la posibilidad de ahogar, inundar, humedecer, contaminar o reproducir insectos, o de proporcionar agua para beber y bañarse, regar, transportarnos o usarlo como fuerza. Depende de nosotros escoger el uso que haremos del río. Si no se hace nada, se obtendrá lo bueno y lo malo, y el río seguirá su curso. Se podrá observar que ningún dique o barrera puede jamás contener todo el ímpetu natural del río. Eventualmente se desbordará o encontrará su camino alrededor del dique. A fin de compensar esto, los ingenieros crean un vertedero que da paso a la fuerza natural del agua y así mantienen el equilibrio en la naturaleza por medio de tal presión controlada. En el campo de la conducta humana, la represión de las fuerzas de nuestra naturaleza inferior también necesita ser moderadas. Es el caso de un súbito sentimiento de ira, por ejemplo debe ser contenida por un momento en lugar de dejarla salir incontrolada; esta, puede causar a otros daño incalculable, lo cual no sólo daña a otros sino que inhibe la mente y la comunicación. ―Durante siglos, las órdenes religiosas han sido maestras de disciplina, eran los especialistas del tiempo, grandes técnicas del ritmo y de las actividades regulares. Pero estos procedimientos de regularización temporal que las disciplinas heredan, ellas mismas las modifican‖ 6 ―Grupos religiosos, asociaciones de beneficencia, desempeñaron durante mucho tiempo este papel de organización de disciplina de la 7 población‖
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OSHO. “Inteligencia”, la respuesta creativa al ahora. Traducción de José Ignacio Moraza Pérez. Pág. 164. Ibíd., pág. 183. 6 FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Págs: 154. 7 FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Págs: 215. 5
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La disciplina personal requiere conciencia, lo cual de manera universal se establecen códigos de autodisciplina para regular socialmente la conducta; estás fueron instalándose en normas, dichos, proverbios o refranes populares, manifestando causas y efectos de acuerdo a los modos de actuar. ―Lo que resuelvas hacer, hazlo sin demora, no dejes para la noche lo que puede hacerse en la mañana‖. ―Por el camino del ya voy, llegaremos a la casa del nunca‖. ―A Dios rogando y con el mazo dando‖. ―A su tiempo maduran las brevas‖. ―Cada cabello hace su sombra en el suelo‖. ―Cada uno hace de su capa un sayo‖. ―Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato‖. ―Como canta el abad, responde el sacristán‖. ―Con la vara que mides serás medido‖. ―Cual amo, tal el criado‖. ―Dios aprieta pero no ahoga‖. ―Libro cerrado, no saca letrado‖. ―No hay atajo sin trabajo‖8 La dificultad principal al desarrollar la disciplina personal, es el sentimiento de una creciente usurpación de la libertad del individuo. No hay la tendencia voluntaria para restringir cierto comportamiento. La exigencia de que se haga esto, no encuentra reacción personal favorable de parte del individuo. Con frecuencia no puede comprender la necesidad de refrenar algo de su conducta e intereses. No percibe ventaja directa para sí mismo en la limitación de su comportamiento y, por lo tanto, lo considera como una imposición de su libertad. Hoy existe una definida incongruencia entre las ideas de libertad personal enunciadas, y al mismo tiempo la insistencia de una mayor disciplina personal. ¡Cuánto más libertad, menos disciplina; cuanto más disciplina, menos libertad! Pero la verdad es que, entre mayor sea la libertad, la responsabilidad crece en su misma y directa proporción. Las vidas iniciadas en la servidumbre no adquieren dignidad ni responsabilidades, ya que el hábito de resignarse crea automatismos que nublan todo rasgo individual; por consecuencia la persona no tiene seguridad en lo tocante en donde radican sus responsabilidades. José Ingenieros se refiere al respecto que ―lleva muchas décadas la abolición legal de la esclavitud o la servidumbre; los países no se creerían civilizados si las conservaran en sus códigos. Eso no tuerce las costumbres; el esclavo y el siervo siguen existiendo, por temperamento o por falta de carácter. No son propiedad de sus amos, pero buscan tutela ajena, como van a la querencia los animales extraviados. Su psicología gregaria no se transmuto declarando los derechos del hombre; la libertad, la igualdad y la fraternidad son ficciones que los halagan, sin redimirlos. Hay inclinaciones que sobreviven a todas las leyes igualitarias y hacen amar el yugo o el látigo. Las leyes no pueden dar hombría a la sombra, carácter al amorfo, dignidad al envilecido, iniciativa a los imitadores, virtud al honesto, intrepidez al manso, afán de libertad al servil. Por eso, 8
NUEVA ENCICLOPEDIA TEMÁTICA. Editorial RICHARDS, S. A. Panamá, 11ª edición, Tomo 13, 1969, Págs. 274-282.
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en plena democracia, los caracteres mediocres buscan naturalmente su bajo nivel: se domestican‖9. De manera semejante Foucault expone que ―un déspota inbécil puede obligar a unos esclavos con unas cadenas de hierro; pero un verdadero político ata mucho más fuertemente por la cadena de sus propias ideas. Sujeta el primer cabo al plano fijo de la razón; lazo tanto más fuerte como que ignoramos su textura y lo creemos obra nuestra; la desesperación y el tiempo destruyen los vínculos de hierro y de acero, pero no pueden nada contra la unión habitual de las ideas, no hacen sino estrecharla más, y sobre las flojas fibras del cerebro se asienta la base inquebrantable de los imperios más sólidos‖10. La disciplina personal es más efectiva cuando uno aprende a valorar las ventajas que se obtienen de esta. Imponiéndonos empresas difíciles, tal vez las que obliguen a hacer un esfuerzo y a usar el talento todo lo posible, pero que estén dentro del límite de las posibilidades y las cuales tengan probabilidad de lograrse. Cuando tengamos éxito habremos vencido no solo las circunstancias, sino también a sí mismos, ya que se habremos engrandecido la propia confianza. Si la educación de tipo generacional, la cual implica ―la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social‖ 11, puesto que se transmite de una a otra tanto sus formas de vida como su bagaje cultural, que conlleva por lo general a un vaciado, donde el libre examen es inútil y peligroso; puesto que amenazan la tradición; de ahí que sea difícil creer que podemos educar a nuestros hijos como queremos. Según Durkheim, existen costumbres con las que estamos obligados a conformarnos, si las desatendemos demasiado, se vengan en nuestros hijos12. Si se quiere romper dichos códigos, que a la luz del análisis actual se constituyen en obstáculos para el desarrollo humano; es urgente correr el riesgo. El apego a la tradición condena a la repetición, condenándose entonces cualquier tipo de invención, estimulando el trabajo sobre lo evidente y no sobre la búsqueda. Toda disciplina lleva consigo una manera específica de castigar, ya que tiene como funciones13:
Reducir las desviaciones. Como correctivo. Disminuir el deseo de cometer un delito de tal manera que las penas y sus desventajas sea más viva que la del delito con sus placeres. Prevención de los delitos, pues no se castiga para borrar un crimen, sino para transformar a un culpable, es una técnica correctiva.
El castigo en sí es una técnica de coerción de los individuos. La idea de un mismo castigo no tiene la misma fuerza para todo el mundo, es como un mismo remedio para todas las enfermedades. Por ello para determinar los castigos se aconseja conocer el principio de las sensaciones y de las simpatías que se producen en el mismo sistema 9
VARIOS. “Temas de ética latinoamericana”. Editorial el Búho, 2ª edición, Bogotá 1984. Pág. 38 FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Pág.: 107. 11 DURKHEIM, Emilio. “Educación y sociología”. Editorial Linotipo, Bogotá, 1979. Pág. 11. 12 DURKHEIM, Emilio. Op. Cit. Pág. 62 13 FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Se extraen diversos conceptos e ideas de los capítulo: Castigo, Disciplina, Págs.: 77 a 230. 10
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nervioso del hombre; por eso, la religión utiliza la mejor: el miedo y el temor: pero, el daño psicológico es más mortal que el castigo físico. Lo cierto es que realmente, el castigo no sirve absolutamente para nada si se trata de buscar el crecimiento y formación integral de los estudiantes o de los hijos. Asumiendo aquí que el castigo es sólo un ejercicio autoritario del poder, el cual no tiene en cuenta nada de lo que el castigado piense u opine, o que pueda dar razones de por qué hizo lo que hizo. Es muy diferente cuando alguien vive o sufre las consecuencias de sus actos, lo que implica que se deriva de una responsabilidad frente al acto mismo, y es fruto de la libertad y opción del sujeto; no viene de afuera o de alguien superior, sino que es intrínseco a la acción y reacción. El hablar de desarrollo humano, no puede quedarse únicamente en el ámbito racional, ya que realmente nos hemos obsesionado por mucho tiempo con ella; toda nuestra educación y civilización aun están obsesionadas sólo con la intelectualidad. Aunque con el pensamiento y la ciencia se han hecho cantidad de grandes inventos y avances tecnológicos, el problema es la creencia total de aquello lo es todo. Tengamos presente que también, parte del humano es su mundo interior, que para muchísimos es incluso, más importante que el primero; y se le conoce como el corazón, aunque pueden conocérsele de varias maneras: mundo interno, Ser, consciencia, sentir. No me inclino por ninguna exclusividad, pues ambos son parte de la unidad humana y hay que tratar siempre de estén en buen equilibrio, el sesgo hacia uno de ello puede conducir a extremos peligrosos: el academicismo frío y patán, tanto como la sensiblería ridícula. Pero indaguemos un poco en lo que puede darnos el corazón. En efecto, no puede darnos tecnología avanzada, ni una gran industria, ni dinero, ni bienes materiales; pero puede darnos la alegría que queremos, puede darnos celebración, sensibilidad intensa por la belleza, la música, el arte, la poesía, paz, equilibrio, paciencia, serenidad. Puede guiarnos por el mundo del amor, por el mundo de la gratitud y la oración. Lo que sucede es que todas ellas no están sujetas al comercio. No podemos sostener nuestra estabilidad financiera a través del corazón; no podemos librar guerras de ningún tipo, ni construir bombas o hacer terrorismo, ni podemos destruir al ser humano a través del corazón. El corazón sabe cómo crear y la cabeza sabe como producir y también destruir. A menos que ambas, corazón y cabeza crezcan juntas, crearemos nuestro propio infierno en la tierra. La desolación y el sufrimiento vienen generalmente de la cabeza. Un gran líder espiritual colombiano, el Maestro Lakhsmi enunciaba que ―si quieres ver a Dios: Mírate en el espejo, pero si quieres ver al demonio observa tus pensamientos‖. El paraíso pertenece al corazón, sin embargo ha sido olvidado casi por completo. Ya nadie entiende su lenguaje; pues, entendemos la lógica, pero poco entendemos el amor. Todo lo creativo del hombre se está reduciendo para producir cada vez más bienes mercantiles. Lo creativo está perdiendo su fuerza y lo productivo se está convirtiendo en la meta de la vida. En vez de valorar la creatividad, valoramos más la productividad. La producción puede darnos cosas pero no puede darnos valores. Puede hacernos económicamente poderosos por nos empobrecerá hasta la miseria en nuestra interioridad. La producción no es creación; una tiene que ver con la cantidad y la segunda con la calidad. Tendremos que hacer que el corazón regrese, ser conscientes de la naturaleza otra vez. ¿Por qué no crear condiciones para que haya creación y también producción? A eso es lo que se puede llamar totalidad, integración y/o espiritualidad.
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2. ¿QUÉ HACER? La palabra disciplina, en las últimas décadas cada vez se usa menos, ya que su concepto se queda en la acepción de control domesticador. El lenguaje sereno y para la construcción humana, utiliza palabras más precisas y pertinentes, puesto que ahora se trata de una sociedad democrática para la convivencia, de ahí que surja un nuevo sistema valorativo que gira en torno a: la cultura de la diferencia, la lúdica, el rigor, la dificultad, la tolerancia, los pactos, los consensos, la solidaridad. ―Aunque insisto en que no es algo determinista, una reforma educativa tiene que plantear en primerísimo lugar la satisfacción de los estudiantes y, por supuesto, la necesidad de cambiar el modo de conocer, de manera que se haga más caso a las relaciones que a los conocimientos aislados. Más que en reformar los programas el desafío está en reformar la forma de pensar. No pueden conocerse los fenómenos nuevos con los viejos conceptos. Se necesitan instituciones educativas que impulsen mentes y espíritus inquietos por descubrir lo incierto y no temerosos por la incertidumbre de lo curioso, lo mayúsculo y lo diminuto. ―También debe plantearse siempre la enseñanza de unos valores universales que ayuden a luchar contra las desigualdades. Y si la escuela puede ayudar a la escuela de la vida, tanto mejor. Urge asociar la cultura de las humanidades y la cultura de las ciencias, dominar la información como materia prima del conocimiento y detener el debilitamiento del sentido de la responsabilidad ciudadana en la sociedad. Esta responsabilidad debe referirse a la solidaridad‖14 Para comenzar a crear cultura desde el surgimiento de un sistema valorativo nuevo, es necesario tener presente algunos aspectos y condiciones que puedan viabilizar la interiorización de nuevos principios y aspectos como: 14
El error es un recurso potencial que contribuye al desarrollo de los individuos. Es imprescindible que se den o se pidan razones –justificaciones, explicaciones, argumentos- de por qué debe hacerse algo. Reflexionar con el otro sobre las posibles consecuencias de los actos a emprender o ejecutar. Para guardar la calma y la serenidad, no debe identificarse con los problemas o sucesos externos a nuestra persona. Una decisión colectiva se toma con el consenso de todos, donde triunfe el mejor argumento; la participación no necesita votarse. Cuando se participe en una conversación, propender por que no se utilicen puyas, sarcasmos, agresiones verbales –o físicas- o indirectas, se diga lo que piense o sienta argumentando sus ideas y no insultando al otro. Cuando utilice la sanción, no olvide que debe ser justo, con la consabida explicación, y que sea una consecuencia de los actos. La mejor muestra de nuestro lenguaje son nuestras acciones.
MORIN, Edgar. “Hay que potenciar la solidaridad”. En el periódico EL TIEMPO, Sección Educación, Pág. 3-6, Domingo 12 de noviembre de 2000.
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La comunicación e información oportuna, adecuada y veraz ayudan a construir confianza en las relaciones humanas. La cultura de la dificultad implica esfuerzos regulados, equilibrados, continuos, permanentes y sistemáticos. Se requiere trabajar y resolver: la mediocridad, el desinterés, la incomunicación, la deshonestidad y la no participación.
Pero la vida no es únicamente de la racionalidad, también es del corazón. La vida solo puede crecer por medio de él. En su territorio crece el amor, crece la vida, crece el espíritu. Todo lo que es bello, lo que es realmente valioso, lo que es significativo y crucial, llega a través del sentir. El Ser es nuestro centro mismo, la cabeza es solo nuestra periferia. ―Vivir en la cabeza es vivir en la circunferencia sin darse cuenta nunca de las bellezas y los tesoros del centro. Vivir en la periferia es estupidez. ―vivir en la cabeza es estupidez. Vivir en el corazón y usar la cabeza cuando es necesario es inteligencia. Pero el centro, el maestro, está en el centro mismo de tu ser. El maestro, el amo, es el corazón, y la cabeza es sólo un sirviente: esto es inteligencia. Cuando la cabeza se vuelve el amo y se olvida por completo del corazón, eso es estupidez. ―La inteligencia auténtica es del corazón. No es intelectual, es emocional. No es como pensar, es como sentir. No es lógica, es amor. ―El amor solo está disponible para los que siguen afilando su inteligencia. El amor no es para los mediocres… el amor no es para los que no son inteligentes. Puede que una persona no inteligente se convierta en un intelectual. De hecho, las personas no inteligentes tratan de volverse intelectuales; esa es su manera de ocultar su falta de inteligencia. El amor no es para los intelectuales. El amor necesita un tipo de talento totalmente diferente: un corazón talentoso, no una cabeza talentosa. ―El amor tiene su propia inteligencia, su propia manera de ver, percibir, su propia manera de entender la vida, su propia manera de comprender el misterio de la existencia. El poeta está mucho más cerca de ello que el filósofo. Y el místico está exactamente dentro del templo. El poeta está en las escaleras de entrada y el filósofo está simplemente fuera. Como mucho, puede acercarse al camino de acceso, pero nunca a las escaleras. Da vueltas y más vueltas. Sigue dando vueltas alrededor del templo, estudiando los muros externos del templo, y se queda tan embelesado que olvida completamente que los muros externos no son el verdadero templo, y que la divinidad está dentro. ―El poeta llega a la puerta, pero la puerta es tan hermosa que se queda hipnotizado. Piensa que ha llegado: ¿qué más puede haber? El filósofo se pierde especulando qué hay dentro. Nunca va ahí, simplemente piensa, filosofa. El poeta trata de penetrar en el misterio pero se traba junto a la puerta. El místico entra en el santuario más íntimo del templo. ―El camino es el amor, y el camino es una inteligencia amorosa. Cuando se unen el amor y la inteligencia, creas el espacio en el que todo lo que le es posible a un ser humano se vuelve real. Una inteligencia amorosa es lo que se necesita. La inteligencia sola se vuelve intelectual, el amor solo se vuelve sentimentalismo, pero una inteligencia
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amorosa nunca se vuelve intelectualidad o sentimentalismo. Te da un nuevo tipo de integridad, una nueva cristalización‖ 15. La vida es intrínsecamente inteligente, es un don de la naturaleza, subyace en todas partes. Por ejemplo, sólo cuando se refiere al hombre se dice que ―se ha vuelto falto de inteligencia‖, ya que por diversos factores se la ha dañado, minimizado o anulado. No ocurre así con otros seres, ya que quién ha visto un pájaro estúpido o un animal idiota; eso únicamente le pasa al ser humano. La vida es un hermoso viaje si es un proceso de aprendizaje, de exploración continua. Entonces hay entusiasmo en todo momento, porque en todo momento se está abriendo una nueva puerta, en todo momento se entra en contacto con un nuevo misterio. Por eso, la palabra discípulo significa el que aprende, y disciplina significa entonces el proceso de aprendizaje. Pero la palabra ha sido cambiada, y ahora la palabra disciplina significa obediencia; desde este último enfoque es desde donde prácticamente se educa a la sociedad. Por lo tanto, aprender implica dudar, cuestionarse, reflexionar, indagarse constantemente, ser curioso; obviamente no requiere ser creyente porque el que cree ya no podrá aprender. La actitud cuestionadora es la base misma de toda inteligencia; en el momento que se deja de preguntar por qué, se deja de crecer en lo que respecta a la inteligencia. La vida nunca se repite a sí misma, siempre permanece fresca y nueva, creciendo constantemente, explorando y entrando en nuevas aventuras. Por eso, las viejas respuestas prefabricadas –por ideologías, doctrinas, creencias, credos, grupos- no ayudarán mucho, por el contrario, serán un obstáculo, porque no permitirán ver la nueva situación. Las condiciones de la situación es nueva, pero la respuesta será vieja. Entonces, ser inteligente significa que hay que aprender y crecer continuamente; a veces, esos aprendizajes serán dolorosos. Significa que hay que estar de manera consciente y alerta todo el tiempo, no habrá cabida para dormirse, estar inconsciente como sonámbulo. Incluso, estar despiertos en medio de ciegos va a ser una situación muy peligrosa, ya que eso se volverá una ofensa que no puede tolerarse y hasta pueden destruir esos ojos despiertos. La modernidad crea una rabiosa velocidad del hacer y surgen lenguajes y slogans para manipular la sociedad que únicamente defiende intereses particulares. Por ejemplo, a todo momento en la empresa y de ahí al espacio educativo se inyecta la eficiencia, eficacia y efectividad; pero el problema es que se los envuelve en el manto único de la habilidad mecanizada. Por lo común, se cambian los conceptos pero la práctica sigue manteniéndose en la tradición acumulativa y agobiante de informaciones; la enseñanza se centraliza en llenar y el aprendizaje en absorber. La sociedad crea aspectos condicionantes –organizaciones, instituciones, religiones, grupos políticos etc.- que incluso puede llegarse al fanatismo16. No es que se esté en contra de las asociaciones, sino contra el compromiso fanático que crea barreras y aislamiento; no hay necesidad de alborotar, agredir o guerrear por esas formas de pensar. 15
OSHO. “Inteligencia”. La respuesta creativa al ahora. Traducción de José Moraza Pérez. 195 páginas. Pág. 27-29. El fanático no escucha ni tampoco quiere oír nada que vaya contra lo que cree. Antes de que alguien diga algo, empieza incluso a gritar y enojarse tan fuerte que sólo termina oyendo su propia voz –es el diálogo de sordos-; lee su propio o propios libros, escucha sólo a quien lo guía –líder, sacerdote, pastor, maestro, político, iglesia- y, desecha todo lo demás; puede llegar hasta la agresión. El fanatismo es simplemente una forma de protegerse contra la duda, la crítica, el cuestionamiento y contra tener que pensar por sí mismo. 16
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La memoria mecánica y la inteligencia provienen de fuentes diferentes. La primera forma parte de la mente, del cerebro; la inteligencia forma parte de la consciencia, es la no mente. Sólo se entrena la memoria, asumiendo que la memoria es inteligencia. Con la memoria se acumula, no necesita pensar, sólo copiar, embutir datos no importa si se entiende o no, con ella se reacciona, se preconcibe, depende de otros y respeta a otros pero se aleja de sí mismo. Con la inteligencia se responde, se actúa desde la misma consciencia, es fluida porque la vida es flujo. La persona inteligente depende de su propio entendimiento. Confía en su propio ser, se ama y se respeta a sí misma. Es claro que si la persona no se respeta a sí misma, el respeto por cualquier otro será falso. La mente por su parte se guía por la creencia, pues creer significa no pensar, no juzgar con ideas, no tratar de descubrir por sí mismos; desde la inteligencia emerge la comprensión. Por el contrario, el mundo debe ser respetado, no condenado; renunciar al mundo, huyendo, escapando, es evitar una situación y una oportunidad de aprendizaje. Lo mejor es inclinarse, reverenciar la existencia –los seres humanos, aves, estrellas, relieve, sol, lluvia- esa es nuestra gratitud, la oración y la religión. La existencia es una celebración constante; la respuesta no debe ser a una orden o mandato, sino a un respeto, una gratitud, una oración, un regocijo, a una inevitabilidad intrínseca, a un éxtasis; pero, nunca a una obligación, una presión, coerción o deber. La existencia es nuestro templo, su escritura, su filosofía, su experiencia; una sintonía con todo esto. No renuncia, no condena, pues en el corazón, en el sentir sólo late honor y gratitud, esa es la única y mejor oración. Para cerrar esta parte, transcribo una diapositiva de power point sobre el concepto de crisis que Albert Einstein expone: ―No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar superado. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla‖. En conclusión, la vida inteligente es vivirla tan totalmente que no haya ningún arrepentimiento, nunca. Entonces, uno estará continuamente y siempre contento, porque sabe que ha vivido al máximo, sin saldos ni aplazamientos de ningún tipo.
3. ELOGIO DE LA DIFICULTAD17 17
Conferencia que el doctor Estanislao Zuleta presentó al acto mediante el cual la Universidad del Valle le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en Psicología. Cali, noviembre 21 de 1980. Para la comunidad universitaria la
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La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. .. Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, sí no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En lugar de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él. Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia —por la desgracia— de alguna revelación. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal que los que se atrevieran a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos propósitos. En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro —y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo—, o sea procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino, también toda diferencia: el que no está conmigo está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un verdadero abismo de la Razón que consiste en la petición de un fundamento último e incondicionado de todas las cosas, así también hay un verdadero abismo de la acción, -que consiste en publicación de de esta conferencia y de su libro Consideraciones a “así habló Zaratustra” de Federico Nietzsche, fueron la manera de reconocer los méritos intelectuales y académicos del Maestro Estanislao Zuleta.
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la exigencia de una entrega total a la ―causa‖ absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o corno agresión. Ahora sabernos que por una amarga experiencia que este abismo de la acción, con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular —todos lo son— como la designación misma de la realidad y los otros como ceguera o mentira. El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por si mismo, otorgan a sus miembros una identidad exaltada por participación, separan un interior bueno —el grupo— y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el respeto. Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los grupos que las genera no que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas n su origen, es el descrédito en que cae el concepto de respeto. No se quiere saber nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo, como signos de que se ha abdicado las más caras esperanzas. Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. y como el respeto es siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una fusión amorosa. No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre d una crítica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra. Nuestro saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. Desde la concepción apocalíptica de !a historia las normas y las leyes de cualquier tipo, son vistas como algo demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de realizar el ideal y de encarnar la Promesa; y por lo tanto sólo se reclaman y se valoran cuando ya no se cree en la misión incondicionada.
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Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran desidealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan alegremente se había desechado o estimado sólo negativamente; lo que se produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo, escepticismo y realismo cínico. Se olvida entonces que la crítica a una sociedad injusta, basada en la explotación y en la dominación de clase, era fundamentalmente correcta y que el combate por una organización social racional e igualitaria sigue siendo necesario y urgente. A la desidealización sucede el arribismo individualista que además piensa que ha superado toda moral por el solo hecho de que ha abandonado toda esperanza de una vida cualitativamente superior. Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que de todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquella sin lo cual una imaginaría comunidad de los justos cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho. Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que se exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades. Hay que observar con cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica; es decir el empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro cuando es adversario o cuando disputamos con él. En el caso del otro aplicamos el esencialismo: Io que ha hecho, lo que le he pasado es una manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso aplicamos el circunstancialismo, de manera que aún los mismos fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada coyuntura. El es así; yo me vi obligado. El cosechó lo que había sembrado; yo no pude evitar este resultado. El discurso del otro no es más que un síntoma de sus particularidades, de su raza, de su sexo, de su neurosis, de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados. Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa no reciprocidad Iógica que es siempre una doble falsificación, no sólo irrespetamos al otro, sino también a nosotros mismos, puesto que nos negamos a pensar efectivamente el proceso que estamos viviendo. La difícil tarea de aplicar un mismo método explicativo y crítico a nuestra posición y a la opuesta no significa desde luego que consideremos equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de las personas, los partidos, las clases y las naciones en conflicto. Significa por el contrario que tenemos suficiente confianza en la superioridad de la causa que defendemos, como para estar seguros de que no necesita, ni le conviene esa doble falsificación con la cual, en verdad, podría defenderse cualquier cosa. En el carnaval de miseria y derroche propio del capitalismo tardío se oye a la vez lejana y urgente la voz de Goethe y Marx que nos convocaron a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo concreto a la altura de las conquistas de la humanidad.
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Dostoievski nos enseñó a mirar hasta donde van las tentaciones de tener una fácil relación interhumana: van no sólo en el sentido de buscar el poder, ya que si no se puede lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios: la búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida tenga un sentido. Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón. Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores; surge la rebelión magnifica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado.
4. PROCUREMOS PRIMERO COMPRENDER Y DESPUÉS SER COMPRENDIDOS Es necesario primero diagnosticar antes de prescribir. Por lo general tenemos tendencia a precipitarnos, a arreglar las cosas con un buen consejo. Pues, a menudo no nos tomamos el tiempo necesario para diagnosticar, para empezar a comprender profunda y realmente el problema. La mayor parte de las personas no escuchamos con la intención de comprender, sino para contestar. Estamos hablando o preparándonos para hablar. Se filtra todo a través de nuestros propios paradigmas, incluso leemos nuestra autobiografía en las vidas de las otras personas. «¡Oh, sé exactamente cómo se siente!». «He pasado por lo mismo. Permítame que le cuente mi experiencia». Constantemente proyectamos nuestra propia película sobre la conducta de las otras personas. Les recetamos y les ofrecemos nuestras propias gafas –forma de mirar, conceptos, prácticas, experiencias- a todos aquellos con los que interactuamos. Es diferente cuando lo compartimos, en el sentido de que con el sólo hecho de darlo ya está bien, pero no nos afanamos o presionamos para que sigan lo que nosotros seguimos; parece como si fuéramos misioneros, que su misión es entregar y buscar formas de que otros la acojan y se guíen por ella. Muchos, cuando tienen un problema con alguien —un hijo, una hija, el cónyuge, un empleado— su actitud es manifestar que: «Esa persona no comprende». Esto sucede porque estamos llenos de nuestras propias razones, de nuestra propia autobiografía. Queremos que nos comprendan. Nuestras conversaciones se convierten en monólogos colectivos, y nunca comprendemos realmente lo que está sucediendo dentro de otro ser humano. Cuando otra persona habla, por lo general la «escuchamos» en uno de estos cuatro niveles18:
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Las ideas de este capítulo son tomadas y adaptadas de: COVEY R., Stephen. ¨Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva¨, La revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa. Buenos Aires - Barcelona – México. Paidós.
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1. Podemos estar ignorándola, no escucharla en absoluto. 2. Podemos fingir. «Sí. Ya. Correcto.» 3. Podemos practicar la escucha selectiva, oyendo sólo ciertas partes de la conversación. A menudo lo hacemos con el parloteo incesante de un niño pequeño. 4. Finalmente, podemos brindar una escucha atenta, prestando atención y centrando toda nuestra energía en las palabras que se pronuncian. Muy pocos de nosotros nos situamos en el quinto nivel, que podría ser la forma más alta de escuchar: la escucha empática. Es decir, con la intención de comprender. Comprender realmente. Entra en el marco de referencia de la otra persona. Ve las cosas
a través de ese marco, ve el mundo como lo ve esa persona, comprende su paradigma, comprende lo que siente.
La esencia de la escucha empática no es en estar de acuerdo; consiste en comprender profunda y completamente a la otra persona, tanto emocional como intelectualmente, incluso hasta sentir lo que el otro siente. Esto incluye mucho más que registrar, reflejar o incluso comprender las palabras pronunciadas. Los expertos en comunicación estiman que, en realidad, sólo el 10 por ciento de lo que comunicamos está representado por palabras. Otro 30 por ciento se vehiculiza a través de diversos sonidos, y el 60 por ciento restante es lenguaje corporal. En la escucha empática, uno escucha con los oídos, pero también (y esto es más importante) con los ojos y con el corazón. Se escuchan los sentimientos, los significados. Se escucha la conducta. Se utiliza tanto el cerebro derecho como el izquierdo. Se percibe, intuye y se siente. Es profundamente terapéutica y curativa porque proporciona «aire psicológico». Es tan poderosa porque nos proporciona datos precisos. En lugar de proyectar nuestra propia autobiografía y dar por supuestos ciertos pensamientos, sentimientos, motivos e interpretaciones, abordamos la realidad que está dentro de la cabeza y el corazón de la otra persona. Escuchamos para comprender. Nos concentramos en la recepción de las comunicaciones profundas de otra alma. Cuando uno escucha con empatía a otra persona, le proporcionamos aire psicológico. Y después de dejar satisfecha esa necesidad puede centrarse en influir o en resolver problemas. Esa necesidad de aire psicológico afecta a la comunicación en todas las áreas de la vida.
Diagnosticar antes de prescribir: Procurar primero comprender, o diagnosticar
antes de prescribir, es un principio correcto que se pone de manifiesto en muchas áreas de la vida. Es la marca de todos los verdaderos profesionales, tanto del médico clínico como del oculista. No se puede confiar en la prescripción de nadie, a menos que se confíe en su diagnóstico. Si uno no tiene confianza en el diagnóstico, tampoco tendrá confianza en la prescripción. Debe ser un principio vital para todas las personas, puesto que es un eje de las buenas relaciones humanas y de la convivencia pacífica; más aún si se trata de la formación y educación de niños, adolescentes y jóvenes; es decir sobre todo para padres de familia y educadores. Publicado en inglés por Simón and Schuster, Nueva York. Traducción: Jorge Piatigorsky. ISBN 950-12-9000- 1ª edición, I959, 1ª - edición com/itidn, 1997; 11ª-reimpresión, 2003. Páginas 146-160
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El profesional aprende a diagnosticar, a comprender. Aprende también a relacionar las necesidades del cliente con sus propios productos y servicios. Y, cuando ése es el caso, debe tener la integridad de confesar: «Mi producto o servicio no satisfará esa necesidad». Un buen ingeniero comprende las fuerzas, las tensiones que actúan antes de diseñar un puente. Un buen docente evalúa a la clase antes de empezar a enseñar. Un buen alumno procura comprender antes de juzgar. La clave del juicio correcto es la comprensión. Si uno empieza por juzgar, nunca podrá comprender. Procurar primero comprender es un principio correcto evidente en todas las áreas de la vida. Es un común denominador genérico, pero su mayor poder se pone de manifiesto en el área de las relaciones interpersonales. ¡Qué diferencia determina una comprensión verdadera! Todos los consejos bien intencionados del mundo no representan nada si no empiezan por afrontar el problema real. Y nunca abordaremos el problema si estamos tan encerrados en nuestra autobiografía, en nuestros paradigmas; no nos quitamos las gafas el tiempo suficiente como para ver el mundo desde el otro punto de vista.
Primero comprender: Al procurar comprender se convierte una oportunidad de transacción en una oportunidad de transformación. A veces la transformación no requiere ningún consejo externo. Cuando las personas tienen la oportunidad de abrirse, a menudo desenmarañan sus problemas y en el proceso perciben con claridad las soluciones. Ese aire psicológico es una oportunidad de que cuando la otra persona se exprese, deje salir lo que tiene represado o bloqueado pueda escucharse a sí mismo, y nosotros somos su estímulo. Cuando las personas están realmente dolidas y uno las escucha con un auténtico deseo de comprender, es sorprendente lo rápido que se abren. Quieren abrirse. Los niños quieren desesperadamente abrirse, incluso más con los padres que con los iguales. Y lo hacen cuando sienten la confianza necesaria, cuando sienten que los padres los aman incondicionalmente y les serán leales, sin juzgarlos, ni ridiculizarlos. Si uno realmente procura comprender, sin hipocresía ni engaño, a veces queda literalmente aturdido ante el conocimiento y la comprensión auténticos que se recogen de los otros seres humanos. Para empatizar ni siquiera es necesario que se hable. De hecho, a veces las palabras son obstáculos. Ésa es una de las razones por las cuales la técnica sola no da resultado. Este tipo de comprensión trasciende la técnica. La técnica aislada es un obstáculo. La gente quiere ser comprendida. Y sea cual fuere el tiempo que lleva hacerlo, el tiempo ahorrado será mucho mayor cuando se trabaje partiendo de una comprensión precisa de los problemas y cuestiones, y de la cuantiosa cuenta bancaria emocional que se genera cuando alguien se siente profundamente comprendido. Cuando se aprende a escuchar profundamente a otras personas, se descubren diferencias enormes en la percepción. También se empieza a apreciar el efecto que estas diferencias pueden determinar cuando las personas tratan de trabajar conjuntamente en situaciones de interdependencia. Procuremos ser comprendidos. Los antiguos griegos tenían una filosofía extraordinaria, manifestada en tres palabras presentadas en secuencia: ethos, pathos y logos. Esas tres palabras contienen la esencia de procurar primero comprender y realizar planteamientos efectivos para luego ser comprendidos.
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Ethos es la credibilidad personal, la fe que la gente tiene en nuestra integridad y competencia. Es la confianza que inspiramos, nuestra cuenta bancaria emocional. Pathos es el lado empático, el sentimiento. Significa que uno está alineado con el impulso emocional de la comunicación de otra persona. Logos es la lógica, la parte razonada de la exposición. Obsérvese la secuencia: ethos, pathos, logos: el carácter, la relación y después la lógica de la exposición. La mayor parte de las personas, en sus exposiciones, van directamente al logos, a la lógica del cerebro izquierdo, de las ideas. Tratan de convencer a los otros de la validez de esa lógica sin primero tomar en consideración ethos y pathos. Cuando uno puede exponer sus ideas con claridad, concretamente, gráficamente y, lo que es más importante, en su contexto (en el contexto de una comprensión profunda de los paradigmas y las preocupaciones de los otros), consigue aumentar significativamente la credibilidad de las propuestas que presenta. Uno no está atrincherado en sus «propias cosas», emitiendo una retórica grandilocuente subido a un cajón vacío. Como uno verdaderamente comprende, lo que expone podría ser incluso diferente de lo que pensó en un principio. Nos eleva a un nivel de mayor precisión, mayor integridad en las exposiciones. Y la gente lo sabe. Saben que uno está presentando ideas en las que auténticamente cree, tomando en cuenta la totalidad de los hechos y percepciones conocidos, y que ello será beneficioso para todos. Cuanto más profundamente comprendemos a las otras personas, más las apreciamos, más respeto tenemos por ellas. Tocar el alma de otro ser humano es caminar por tierra sagrada. Cuando nos comuniquemos con alguien, dejemos a un lado nuestra propia autobiografía y procuremos auténticamente comprender. Aunque esa persona no nos cuente sus problemas, seamos empáticos con ella. Cada uno puede sentir el corazón del otro; seremos sensibles a lo que el interlocutor le duela, demostremos comprensión y respeto. No presionemos ni empujemos; seamos pacientes y respetuosos. La gente no tiene por qué abrirse verbalmente antes que uno pueda empatizar. Uno puede empatizar constantemente con su conducta. Se puede ser sagaz, sensible y consciente, y vivir fuera de la propia autobiografía cuando ello es necesario. Y si somos muy proactivos, se pueden crear oportunidades para realizar un trabajo de prevención. No es necesario esperar a que nuestro hijo o hija tengan un problema en la escuela, o a nuestra próxima negociación comercial, para procurar comprender primero. Pasemos tiempo con los hijos, uno por uno. Escuchemos, comprendamos. Veamos todo a través de sus ojos: el hogar, la vida escolar, los desafíos y problemas con que se enfrentan. Generemos una cuenta bancaria emocional. Brindémosles y brindémonos ese relajante aire psicológico que tanto necesitamos. Tratemos cada uno de ver la vida a través de los ojos del otro. Nuestras diferencias ya no constituyen obstáculos para la comunicación y nuestros desarrollos.
5. LA REBELDIA COMO NUEVO PRINCIPIO
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Hasta hace unas décadas, la obediencia ciega era un gran valor social. Hasta las personas llamadas ―respetables y/u honorables‖ y de poder, pese a que había miles de supersticiones, instituciones dañosas, explotación, filosofías para consolar al pobre y al oprimido; ellas las afirmaban. Nunca estaban en contra de ninguna de las instituciones en las que la sociedad ha vivido por siglos. Eran seguidoras de lo viejo, de lo anticuado. Inclusive ―patentar lo negativo‖ era parte de la cultura social. Pero su única satisfacción era la de ser respetados y hasta venerados, lo cual alimentaban su orgullo y su importancia personal. Interiormente bullía la represión, obediencia, egoísmo, con lo cual parecía crecer un gran vacío interior. Sin embargo, a través de toda la historia se evidencia la fortaleza de grandes seres y personajes que se rebelaron contra dichos sistemas, creencias, ideologías y credos de algún tipo que los mantenían sometidos, esclavos. Fueron y son aquellos que no se conforman con sus doctrinas y sus intereses. Es absolutamente indiferente a su respetabilidad, reputación, honor, veneración; no tienen necesidad de ninguna de estas cosas. Pero la gente que tiene un vacío interno necesita todas estas decoraciones. Esto lo hace distante y solo, pero con una gran claridad acerca de todo. Aunque vaya contra la sociedad, contra la herencia cultural, contra la antigua tradición, contra las escrituras - él lo dirá. La verdad es su única guía, la que extrae de su conciencia; y por ella está dispuesto a ser sacrificado; está listo a ser condenado; está dispuesto a cualquier cosa que le toque. Este tipo de individuo es el llamado ―el rebelde‖19; está certera y absolutamente libre de cadenas sean de orden material o ideológico –creencias, credos, doctrinas-. No acepta ninguna jaula, por muy preciosa que sea. Su consciencia su guía, la libertad es su camino; y ser él mismo, totalmente él mismo; es su objetivo. Este tipo de rebeldía es como un guerrero, que lucha contra todo lo inhumano; se libera de lo viejo irracional y supersticioso. Es una absoluta necesidad para conseguir un nivel de consciencia más elevado. Cuanto más lucha a favor del crecimiento humano en todas sus dimensiones, más acertado está. Cuanto más acertado está, más relajado y centrado está. No se jacta de ninguna peculiaridad. Se declara sencillamente sólo un ser humano simple, sincero, alerta y consciente - conociéndose a sí mismo, y sabiendo que los demás son tan divinos como él. Su esfuerzo está enfocado a clarificar, liberar el corazón humano, elevar la consciencia humana a sus más altos picos. Está retando al mundo, convocando a las personas a crear su propio Dios dentro de su propio ser. Y este Dios no va a estar contra su humanidad; al contrario, va a ser su absoluta realización, su germinación, su florecimiento, su madurez. Este rebelde no va a aceptar ninguna culpa, porque todo lo que es natural está bien. Debe ser purificado, vivido -no reprimido, ni ocultado en el inconsciente, sino traído a la luz de la conciencia-. Vive con tal totalidad -y tan intensamente, tan coherentemente, tan armoniosamente- que la sabiduría surge como un derivado. Su iluminación es una recompensa a su propio esfuerzo. Es su propio tesoro escondido lo que él encuentra. Trae rebelión en todas las dimensiones de la vida; él hace de un infierno un cielo, transforma su lugar en un paraíso, ya que la vida es su único templo y la reverencia por la es su única religión. 19
Este capítulo está basado exclusivamente en el documento de OSHO “El Rebelde”, la sal de la tierra. Documento virtual: MA GYAN DARSHANA
[email protected]. De él se extrajo todo el texto, el cual se elabora con sus ideal vitales al respecto.
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Sabe que a través de la violencia no puedes cosechar flores de amor, que si siembra semillas de veneno no puedes pretender que florezcan otras flores que no sean las del mismo veneno. Por eso, mejor cultiva la paz, el silencio. Conoce y su vida es plena meditación. Nunca se aleja del contacto permanente con el corazón. Su rebelión no es una simple reacción de la mente. Su rebeldía no surge de su furia, de su violencia, de su rabia por la explotación y la injustica. Tampoco se identifica ni busca ser a través de los bienes materiales y económicos. Sabe que el hombre no es sólo dinero. El hombre es mucho más. El hombre no es sólo aquello que posee, sino mucho más. Pero aquello que posee tiene cierto valor con respecto a su individualidad. Comprende que el hombre nunca debe ser usado para ninguna ideología, que todas las ideologías deben ser usadas para el hombre; que las diferencias entre la gente son sólo superficiales, son como las diferencias en los coches. Sus carrocerías son diferentes, sus luces delanteras son diferentes, pero fundamentalmente es el mismo mecanismo, y si el conductor permanece el mismo, éste seguirá cayendo en las mismas zanjas o huecos una y otra vez. La gente está luchando en sus propias zanjas. El rebelde, por su naturaleza misma, no pertenece a ninguna categoría. El es una nueva categoría, introduce un nuevo hombre al mundo. Es el heraldo de un nuevo amanecer, un nuevo comienzo. No puede ser clasificado en categorías del pasado. El rebelde es la semilla de la transformación total. No tendrá ningún pasado ni ninguna historia. Solamente tendrá el presente y un vasto futuro abierto, no dominado por el pasado muerto, porque para el rebelde no existe el pasado. El crea su propia categoría. Él es muy vulnerable, tan vulnerable como una rosa. Se puede destruir con mucha facilidad, crucificarlo sin ningún esfuerzo. No será de religión alguna, simplemente será religioso, y su religiosidad no será un credo, sino una forma de vida -una manera de vivir llena de gracia, de belleza, de responsabilidad, de consciencia, repleta de amor, de amistosidad y participación, y una manera de crear un mundo sin ninguna frontera-. No serán necesarios ni ejércitos, ni armas, ni naciones, no habrá necesidad de religiones. Se conoce a sí mismo; es un viajero de su propia interioridad, que conoce absolutamente su propia subjetividad con todos sus tesoros. Es siempre joven, cualquiera que sea su edad, porque todo el que ama la vida es joven; aún en el lecho de muerte, si ama la vida es joven. Todos aquellos amantes de la vida van a crear la atmósfera adecuada para darle la bienvenida al espíritu rebelde del hombre -porque no existe otra alternativa-. Si la gente elige la vida, tendrán que elegir conjuntamente los valores de la vida. Entonces, la renuncia que predican las religiones pasará de moda, la santidad tendrá que encontrar nuevas dimensiones. Entonces los poetas, los pintores, los cantantes, los que bailan, serán los santos. Los meditadores, los iluminados, los más conscientes y despiertos serán los sabios. Es fundamental entender que el inconformista es un reaccionario. Actúa desde su rabia, su violencia, su ego. Su acción no surge de la consciencia. Aunque vaya contra la sociedad, el solo hecho de estar contra la sociedad, no implica necesariamente, estar correcto. De hecho, la mayoría de las veces, el moverse de un extremo a otro, es moverse de un error a otro. El rebelde es un tremendo equilibrio, y eso no es posible sin consciencia, sin estar alerta y sin una inmensa compasión. No es una reacción, es una acción -no contra lo viejo, sino por lo nuevo-. El inconformista sólo está en contra de lo viejo, en contra de lo establecido, pero no tiene ninguna visión del futuro, ninguna concepción creativa del por qué se opone. Su fracaso ha sido su refugio.
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Cuando se habla de reacción, quiere decir que la orientación es básicamente dependiente: no se actúa impulsado por la libertad e independencia. Esto tiene profundas implicaciones. Sino que la acción es solamente un subproducto; también quiere decir que la acción puede ser controlada muy fácilmente. Actúa impulsado por su libertad, por su visión, por su sueño. Su consciencia decide en qué dirección quiere ir. Esta es la diferencia entre reacción y acción: la reacción es siempre determinada por el enemigo. En la reacción, es el enemigo el que está en posición dominante, él está decidiendo la acción. Lo que se va a hacer, está decidido por el enemigo. Vive peligrosamente, desprendiéndose de todas las comodidades y conveniencias, y moviéndose siempre hacia lo desconocido. Y cuando se vive peligrosamente, y no se tiene ninguna certeza, ninguna garantía, ningún seguro para el mañana, se vive el hoy al máximo. Se exprime el jugo vital de cada momento en su totalidad, sabiendo perfectamente bien, que a lo mejor, no se va a tener otra oportunidad.
5.1. REBELDE O REVOLUCIONARIO No solo hay una diferencia cuantitativa entre un rebelde y un revolucionario, sino también una diferencia cualitativa. El revolucionario es parte del mundo político. Su enfoque es político; su entendimiento es que cambiar la estructura social, es suficiente para cambiar al hombre. En cambio, el rebelde es un fenómeno espiritual; su actitud es absolutamente individual. Su visión es que si queremos cambiar la sociedad, tenemos que cambiar el individuo. La sociedad en sí misma no existe; es sólo una palabra, como muchedumbre. Si vas a buscarla no la encontrarás en ninguna parte. Donde sea que encuentres a alguien, encontrarás al individuo. Sociedad es sólo un nombre colectivo -sólo un nombre, no una realidad- sin sustancia. El individuo tiene un alma, tiene una posibilidad de evolución, de cambio, de transformación; por tanto la diferencia es abismal. Los revolucionarios pertenecen a una esfera muy mundana. El rebelde y su rebeldía son sagrados. El revolucionario no puede pararse solo. Necesita una muchedumbre, un partido político, un gobierno. Necesita poder y el poder corrompe. Y el poder absoluto corrompe absolutamente. Tenemos que cambiar nuestra consciencia, crear mayor energía meditativa en el mundo, crear más amor. Tenemos que destruir al hombre viejo y su fealdad, sus ideologías segregacionistas, destructivas, discriminadoras y supersticiones, y crear un nuevo hombre con ojos frescos, con nuevos valores -una discontinuidad con el pasado-. Ese es el significado de rebeldía. La Reforma significa modificación, pero lo viejo permanece, se le da una nueva forma, una nueva figura; un tipo de renovación de un edificio viejo. Su estructura original permanece – se pinta y se limpia, se le hace algunas reformas y adiciones nuevas-. La revolución va más allá de la reforma. Lo viejo permanece, pero muchos cambios se le añaden aún en su estructura fundamental -no sólo cambiando su color y abriendo algunas ventanas y puertas, sino tal vez construyendo nuevos pisos, elevándolo más hacia el cielo. Pero lo viejo no es destruido, permanece escondido detrás de lo nuevo. De hecho sigue siendo el cimiento de lo nuevo. La revolución es una continuidad con lo viejo. La rebelión es una discontinuidad. No es una reforma, no es una revolución. Es simplemente desconectarte de todo lo que es viejo. Las viejas religiones, las viejas ideologías políticas, el viejo hombre, todo lo que es viejo y destructivo –hay desconexión
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total-. Comienza una vida fresca, desde sus principios. Y a menos que preparemos a la humanidad para empezar la vida nuevamente. El revolucionario intenta cambiar lo viejo. El rebelde simplemente sale de lo viejo, la rebeldía es la cualidad esencial de un hombre religioso. Es espiritualidad en su absoluta pureza. La violencia no puede ser parte de un espíritu rebelde, por la sencilla razón que la violencia es todo el pasado de la humanidad -y el rebelde quiere discontinuar con el pasado. La violencia ha sido el modo de vida por milenios. Directa o indirectamente hemos vivido bajo la violencia. Todos los estamentos sociales prácticamente han vivido bajo la violencia. Y la violencia, reducida a su esencia, es irreverente hacia la vida. La violencia es la violación de la vida y de la consciencia. Es destructiva. Hemos vivido en destructividad por demasiado tiempo. El reaccionario por su parte, es la categoría más baja. Nunca puede desconectarse del pasado. El pasado es su orientación, reaccionando contra él. Pero ya sea que esté a favor o en contra, el pasado sigue siendo su referencia, su contexto. El revolucionario está un poco más alto que el reaccionario. No sólo reacciona; tiene sueños del futuro, tiene sus utopías. Pero en lo que concierne a la violencia, el revolucionario a través del tiempo, ha pensado que se pueden lograr objetivos justos a través de esos medios errados. Por su parte, el rebelde estará listo a morir; pero no estará listo a matar. Es el orgullo del hombre morir por una causa. Es animal matar a alguien, por más grande que sea su causa. Matando se ha echado todo a perder. El rebelde confía en el amor, en la meditatividad, está consciente de su inmortalidad -que aunque su cuerpo sea crucificado, él permanece sin ser tocado-, Porque es un fenómeno espiritual, no una entidad política. Y ninguna espiritualidad puede aceptar la violencia como un medio para lograr el fin.
5.2. JUSTICIA Y PAZ Tal vez, la vieja humanidad no estaba interesada en eliminar el crimen completamente. Sólo estaba interesada en castigar al desobediente -al inadaptado- a los que deseaban seguir su propio camino, los que no querían convertirse en parte del engranaje, los que tenían una cierta individualidad. Para ellos no había otra salida, excepto el crimen. El crimen fue su forma de rebeldía. Todo castigo es un crimen. Sólo porque no hemos sido capaces de encontrar las causas, o quizás no queríamos encontrarlas, porque encontrar las causas significaría cambiar toda la estructura social, y no estábamos listos para esa gran revolución. Es muy difícil concebir un hombre sin celos, un hombre sin rabia, un hombre sin sentido competitivo, un hombre sin ambición de poder, pero todo eso es posible. Sólo que nunca habíamos pensado cómo eliminar las causas. ¿Por qué la gente quiere poder? Porque cualquier cosa que estén haciendo no es respetada. La cualidad debe ser valorada. Su propio arte, su propio trabajo u oficio le brindará dignidad y el respeto de la gente. El rebelde investigará cada problema de la vida desde sus mismas raíces. No reprimirá los síntomas, destruirá las causas. Y si todas las causas de la injusticia son destruidas, entonces por primera vez la justicia será restablecida. Todo crimen es una enfermedad. No necesita ser castigado; necesita comprensión y tratamiento.
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Para el rebelde la paz es la esencia misma de la luz. Es su aroma, su fragancia, la armonía de su corazón, su estado de unidad con la existencia. Todos los conflictos de la mente son simplemente memorias del pasado. La mente ya no está dividida, partida o esquizofrénica. Se ha convertido en una unidad orgánica. El hombre ordinario que no ha probado lo que es la rebelión o ha vivido la verdadera experiencia de la religión es como un reino dividido en contra de sí mismo. Su lucha es continua y externa; lucha por dinero, poder, prestigio, respetabilidad. Su vida externa no es más que una política de poder. Es una guerrilla constante, sin tregua, que cesa sólo cuando deja de respirar. Su escena interior tampoco es muy diferente, porque lo interior y lo exterior, no pueden diferir mucho. Son parte de un mismo individuo. Su interior está luchando contra la naturaleza, su propia naturaleza, sus propios instintos. El sigue ciegamente a sus detractores, sin ningún entendimiento acerca de sí mismo. Luchando contra su propia naturaleza, se convierte en un mutilado. El hombre que está luchando en contra de sus instintos -que son su cuerpo- está destinado a luchar contra su intuición, la cual es su propia alma. El hombre que no encuentra paz en su cuerpo, no tiene esperanza alguna de encontrar la paz en su alma, porque encontrarse en paz con el cuerpo es simple, encontrarse en paz con el alma, es más sutil, más invisible. Cantidad de enseñanzas de la sociedad apuntan a un mismo punto: ‗Nunca deberás tener confianza en ti mismo. Deberás estar constantemente alerta, consciente y en contra de ti mismo‖. Nos han convertido en nuestro propio enemigo, por lo tanto, en cada momento, una lucha, un conflicto subterráneo, sutil, ocurre en el interior. Ni reina la paz en el interior ni en el exterior. Hacemos todo lo posible para complicarnos a nosotros mismos con nuestra voracidad, nuestra lujuria, nuestro deseo de más y más, nuestra incesante ambición de llegar a la cumbre. Y entonces, ¿Qué vamos a hacer allá en la cumbre? Por ejemplo, ¿Qué hizo Edmund Hillary cuando escaló el Everest? Simplemente parecía estúpido y desconcertado, de pie allí, sobre aquella cima, sin razón alguna. Había puesto en juego su vida, sabiendo perfectamente que cientos de personas habían muerto anteriormente en el mismo intento, y todos ellos sabían perfectamente que no había nada que encontrar, nada más que nieve eterna. Pero son extraños los caminos que recorre el hombre, extrañas sus búsquedas y luchas. Simplemente observemos los deseos, anhelos, ambiciones y seremos capaces de ver quién es el que crea las perturbaciones; pues de otra manera nuestra naturaleza es paz. Paz es la esencia de la cual está hecha toda la existencia. Es solamente la inquietud del hombre la que ha perturbado todo a su alrededor y en su interior. Y ahora está buscando la paz. ¿Qué es la paz para el rebelde? La paz sólo tiene un sabor, absolutamente delicioso -el sabor esencial de la existencia misma-. Simplemente dejemos caer todo lo que está estorbando; todo lo que crea turbulencia, tensión, ansiedad, angustia, no se tiene que hacer esfuerzos por la paz. La paz ya está allí, en lo profundo de nosotros. La paz es la sustancia de la que estamos hechos. Es nuestra propia consciencia, nuestro propio ser. Al desear la paz, el deseo mismo se convierte en el obstáculo. No importa lo que se desee. Tanto si es paz o poder; dinero o meditación; no importa, porque la naturaleza del deseo es siempre la misma, es una tensión, su meta existe en el futuro, y la paz sólo existe en el presente. La paz no es una tensión. Paz, es un estado relajado y distendido de abandono. Ni siquiera existe la ambición de paz. No hay deseo, ni ambición, porque
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uno ha entendido la simple aritmética de que cualquier deseo crea un conflicto, cualquier ambición nos aleja de si mismos. En el momento en que desechamos todos los deseos, todas las ambiciones, de repente encontraremos sentados en paz en el templo de nuestro ser. Un hombre rebelde primero intenta comprender las causas que están impidiendo su florecimiento natural. Es fundamental recordar que la paz no es una meta. Paz es nuestra naturaleza intrínseca. Por lo tanto sea cual fuere lo que esté impidiendo nuestro crecimiento natural, eso ha de ser desechado. Si es cólera, celos, avaricia, ambición, deseo, entonces no tienen ningún valor. Estás desperdiciando una tremenda oportunidad de encontrar un tesoro inagotable de bendiciones a causa de cosas estúpidas que no contienen ningún significado. ¡Deséchalas! No es una renuncia, es simplemente comprensión. No significa convertirse en un monje o en un asceta. Es simplemente llegar a ser un hombre más consciente. Cuanto más consciente seamos, mayor será la paz que surja de los silencios de nuestro propio corazón.
5.3. SINTESIS – INTEGRACIÓN – TOTALIDAD El hombre ni es solamente espiritual -solamente consciencia- ni solamente materia. Es una tremenda armonía, entre materia y consciencia. O quizás, materia y consciencia no sean dos cosas diferentes, sino dos aspectos de una misma realidad: materia es el exterior de la consciencia y consciencia el interior de la materia. Constantemente se inclina a favor de dividir al hombre, denominando una parte la real y la otra, lo irreal. Esto ha creado una atmósfera de esquizoide en todo el mundo. Lo real es que no se puede vivir sólo como cuerpo, pero tampoco se puede vivir sólo como consciencia. El ser tiene dos dimensiones. Ambas tienen que realizarse, por lo tanto, necesitan oportunidades iguales para su crecimiento. Pero el pasado ha estado, o bien a favor de una, y en contra de la otra, o a favor de la otra y en contra de la primera. El hombre como totalidad, escasamente ha sido aceptado. Esto ha creado miseria, angustia y una tremenda niebla, cortina que ha durado por cientos de años, que parecía no tener fin. Si escuchamos al cuerpo, nos condenamos a si mismos; si no lo escuchamos sufrimos -hambre, pobreza, sed, frío, dolor-. Si solamente escuchamos a la consciencia, el crecimiento estará en desequilibrio; la consciencia crecerá, pero nuestro cuerpo se achicará y se perderá el equilibrio. Y en el equilibrio está nuestra salud, en el equilibrio está nuestra integridad, regocijo, canción, y nuestra danza. Es el caso de que Occidente ha escogido escuchar al cuerpo, y se ha vuelto completamente sordo con respecto a la realidad de la consciencia. El resultado final es una magnífica ciencia, avanzada tecnología, una sociedad floreciente, riqueza en cosas mundanas, terrenales, y en medio de toda esta abundancia, un pobre hombre inconsciente, aletargado interiormente, completamente perdido -sin saber quién es, por qué es, sintiéndose casi un accidente, un capricho de la naturaleza. A no ser que la consciencia crezca junto con la riqueza del mundo material, el cuerpo -la materia- pesará demasiado, y el alma se debilitará. Estamos demasiado cargados con nuestras propias invenciones, nuestros propios descubrimientos. En vez de crear una vida hermosa, se ha creado una vida que la misma élite inteligente no considera digna de ser vivida.
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El Oriente por su parte, ha escogido la consciencia y ha condenado la materia, todo lo material -incluido el cuerpo- como ilusorio, como un espejismo en el desierto, que sólo tiene apariencia pero ninguna realidad intrínseca. En cada hombre, existe un Dios escondido, un esplendor oculto, que no ha de ser destruido si no descubierto, que no deberá ser destruido sino atraído hacia la luz. Pero si el hombre sólo es materia, química, física, un esqueleto cubierto de piel, entonces, con la muerte todo muere, nada permanece. Por esto, el terrorismo es capaz de matar millares de personas sin inmutarse. Si la gente es nada más que materia, no es preciso pensarlo dos veces. El Occidente hemos perdido nuestra alma, nuestra interioridad. Rodeado de sin sentido, aburrimiento, angustia, no nos estamos encontrando a sí mismos. Todo el progreso de la ciencia no es de ninguna utilidad, porque la casa está llena de todo lo necesario, pero el dueño está ausente. En el Oriente el dueño está vivo, pero la casa se encuentra vacía. Es difícil regocijarse con estómagos hambrientos, cuerpos enfermos, la muerte rondándoles a cada instante; así es imposible meditar. De esta forma han sido perdedores innecesariamente.
5.4. EL UNICO TEMPLO ES LA EXISTENCIA, NO SE NECESITA RENUNCIAR AL MUNDO Y A LA SOCIEDAD Todo el pasado de la humanidad está lleno de gente que ha renunciado al mundo y a la sociedad. La renuncia ha sido parte de todas las religiones, un principio básico. Pero el rebelde renuncia al pasado, no va a repetir el pasado; quiere traer algo nuevo al mundo. Los que han escapado del mundo y de la sociedad son escapistas. Han renunciado realmente a sus responsabilidades, pero sin comprender que en el momento que se renuncia a las responsabilidades, se renuncia también a la libertad. Estas son las complejidades de la vida: la libertad y la responsabilidad, van juntas o permanecen juntas. Mientras más se ame la libertad, más preparado se estará para aceptar responsabilidades. Pero en el mundo de afuera, en la sociedad de afuera, no hay ninguna posibilidad de responsabilidad. Y debe ser recordado que todo lo que aprendemos, lo aprendemos siendo responsables. El pasado ha destruido la belleza de la palabra responsabilidad. La han hecho equivalente a deber; y no es así realmente. Un deber es algo que se hace en forma renuente, como parte de nuestra esclavitud espiritual. Deber hacia los mayores, deber hacia el cónyuge, deber hacia los hijos -no son responsabilidades-. Comprender el significado de la palabra responsabilidad es muy importante. La tienes que dividir en dos para actuar de dos maneras: una es reaccionando, la otra es respondiendo. La reacción viene de los viejos condicionamientos, es mecánica. El responder viene de la presencia, del estar alerta, consciente, no es mecánico. La habilidad de responder es uno de los principios más importantes en nuestro crecimiento. No estamos obedeciendo ninguna orden, ningún mandamiento, estamos simplemente siguiendo nuestra consciencia. Estamos funcionando como un espejo, reflejando la situación y respondiendo -no desde la memoria del pasado en experiencias similares- sin repetir las reacciones, sino actuando en forma nueva, fresca, respondiendo al momento. Ni la situación es vieja, ni lo es nuestra respuesta. Ambas son nuevas. Esta habilidad es una de las cualidades del rebelde.
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Renunciando al mundo, escapando a los bosques y a las montañas, simplemente es un escape a una situación de aprendizaje. En una cueva en las montañas no se tiene ninguna responsabilidad. Sin responsabilidad no se puedes crecer, la consciencia permanecerá detenida. Para que haya crecimiento se necesita encarar, y confrontar los desafíos de las responsabilidades. Los escapistas son cobardes, porque no pueden con la vida. Conocieron su debilidad, su fragilidad y decidieron que era mejor escapar, porque entonces nunca habrá que enfrentar la propia debilidad y fragilidad; nunca se encontrará con un desafío. Y, sin desafíos, ¿Cómo se crece? No, no se puede renunciar al mundo y a la sociedad, pero se puede ciertamente renunciar a muchas otras cosas. Se puede renunciar a la mal llamada moralidad impuesta por la sociedad; renunciar a los valores impuestos por ella, renunciar al conocimiento sesgado y dado por la sociedad. No se renuncia a la sociedad como tal, pero renuncia a todo lo que le ha dado la sociedad. Esta es la verdadera renuncia. El rebelde vive en la sociedad, luchando, peleando. Permanece en la muchedumbre pero no la obedecerla -sino a su propia consciencia-, es una tremenda oportunidad para tu crecimiento. Hace que nazca lo mejor de sí mismo; se dignifica. Un rebelde es un luchador, un guerrero -pero, ¿Cómo puedes ser un guerrero en la cueva de una montaña? ¿Con quién se va a pelear? El rebelde permanece en la sociedad, pero no es más parte de la sociedad. Esta es su renuncia, y esta es su rebelión. No es obstinado, no es rígido, no es egoísta; simplemente no va luchando ciegamente. Si encuentra que algo está bien, lo obedece, pero obedece a su propio sentimiento de lo correcto, no a una orden dada por lo demás. Y si se da cuenta de que no está bien, la desobedece -cualquiera sea su costo-. Puede aceptar la crucifixión, pero no aceptará ninguna esclavitud espiritual. La situación del rebelde es tremendamente excitante. Cada momento se encara con problemas, debido a que la sociedad tiene un modo estructurado, patrones rígidos, ideales rígidos -y el rebelde no puede unirse a aquellos ideales- tiene que seguir su pequeña y apaciguada voz interior. Si su corazón está diciendo no, no hay manera, no hay poder que lo fuerce a decir sí. Puedes matarlo, pero no puedes destruir su espíritu rebelde. El rebelde renuncia a la sociedad pero permanece en ella, peleando momento a momento. De este modo no sólo crece, sino que permite a la sociedad aprender que hay muchas cosas que no están bien, pero que se ha pensado que lo están. Hay muchas cosas que son inmorales, hay muchas cosas que se han considerado sabias, pero que son realmente lo opuesto. Un rebelde renunciará a los ideales, la moral, las religiones, las filosofías, los rituales, las supersticiones de la sociedad, pero no a la sociedad misma. No es un cobarde, es un guerrero, tiene que luchar para abrirse camino y preparar senderos para que otros rebeldes los sigan. Y en lo que concierne al mundo, no son lo mismo el mundo y la sociedad. En el pasado los pretendidos hombres religiosos renunciaban tanto a la sociedad como al mundo. El rebelde luchará contra la sociedad y renunciará a sus ideales; pero amará al mundo porque el mundo, la existencia, es nuestra fuente de vida. Renunciar a él sería ir en contra de la vida misma, sería anti-vida. Pero todas las religiones han negado la vida, han ido en contra de la vida. El mundo no debe ser condenado, sino respetado. El rebelde honrará a la existencia, se inclinará con inmensa reverencia frente a la vida, sea cual sea la forma en
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la que se manifieste -frente a hombres, a mujeres, a árboles, a montañas y a estrellas-. Sea cual sea la forma en la que se manifieste, el rebelde se inclinará con profunda reverencia. Esta será su expresión de gratitud, su oración, su religión, ésta será su revolución.
5.5. INDIVIDUOS VERSUS SOCIEDAD Cada individuo es una auténtica consciencia; pero en el momento en que se vuelve parte de la muchedumbre, pierde su consciencia; entonces es dominado por la mente colectiva y mecánica. La multitud es igual así sea que se hayan reunido en el nombre de alguna religión, o en el nombre de alguna nación o en el nombre de alguna raza. La masa como tal es rebaño, muy susceptible, influenciable y explosiva; ha cometido los más grandes crímenes en el mundo, porque la masa no tiene consciencia. Es una inconsciencia colectiva. La muchedumbre es siempre un enjambre, una manada a punto de hacer estampida, y todos los esfuerzos son la de convertir a cada individuo en parte de un engranaje, en una parte de su sistema mecánico. Un hombre que vive de acuerdo con la muchedumbre, ha dejado de vivir. Simplemente está siguiendo e imitando como un robot. La consciencia hace de uno un individuo; pero la pierde tan fácilmente, dentro del océano colectivo de la inconsciencia. Generación tras generación la misma directriz manipuladora se transmite de una mano a otra. Con todas las buenas intenciones del mundo, los padres, los profesores, los líderes, los curas, todos te van forzando ideas de competencia, de comparación, de ambición; preparando a los niños para la dura lucha que tendrán que encarar en la vida; en otras palabras, preparándolos para la violencia, para la agresividad. Saben que a menos que sea agresivo, quedará atrás. Hay que hacerse valer, y hacerlo forzosamente, y se tiene que competir como si fuera un asunto de vida o muerte. Todo esto es el marco de vuestro sistema educativo. Todos te enseñan a estar por encima de los demás a cualquier precio. Tarde o temprano los niños se vuelven febriles, empiezan a apresurarse. Aunque tengan que herir a alguien para estar adelante, lo harán. La violencia está obligada a ser parte de una sociedad competitiva. En una sociedad competitiva no se tiene amigos. Todos pretenden ser amistosos, pero son enemigos, porque todos están luchando por trepar por la misma escalera. Todos son enemigos, porque ellos pueden triunfar y forzarte a fracasar. Y muy pronto la gente empieza a aprender el arte de poner zancadillas, de cómo usar medios errados; pues éstos te acortan el camino. El engaño, la sagacidad, el cálculo, la hipocresía, la actuación, la viveza, como la capacidad de usar al otro para favorecer los propios intereses son los ingredientes del mercado del éxito social. Pero esto es lo que la sociedad enseña tarde o temprano: Tienes que ser más agresivo, de otro modo serás un fracaso. Tienes que pelear para abrirte camino, ―para seguir adelante‖, porque todos están tratando de lograr la misma meta. La vida en estas condiciones es despiadadamente acosadora. Obviamente que el individuo consciente no permitirá en absoluto ser acosado. Y es que existen manipuladores porque hay personas que se dejan manipular. Pero toda esta sociedad es violenta y tienes que ser más violento si quieres ser ambicioso.
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El rebelde por el contrario no es ambicioso, ni competitivo, no con ansias de poder. Cada niño puede llegar a ser un rebelde; todo lo que necesita es no ser distraído de su inocencia. En cada persona existe un sentimiento de un rebelde dentro de ella, es verdadero. Todos tienen un rebelde, pero la sociedad es demasiado poderosa. Nos hace cobardes y astutos. No permite que el ser sea auténtico. No quiere que nadie sea su verdadero ser, porque entonces estaría llena de rebeldes por todas partes. El rebelde es una expresión totalmente fresca, nueva, una nueva realización; con suficiente compasión, suficiente amor, silencio en su corazón, profunda meditación trayendo más y más luz, más y más consciencia para sí y para su entorno. La rebelión y el rebelde nacen del amor por la humanidad, no de la rabia hacia el pasado, sino de una compasión creativa hacia el futuro. Su objetivo es crear lo nuevo, y lo nuevo no puede ser creado sin demoler lo viejo; pero no hay ira o enojo al hacerlo. Es un simple proceso. Demueles un viejo edificio -no es cuestión de furia-; se limpia el lugar y se construye un nuevo edificio en su lugar. El individuo consciente se desconecta del pasado y de las sombras de la muerte, no tiene pasado, sólo futuro. Es discontinuo de todo lo que es viejo y muerto. Su único interés es el futuro crecimiento de su ser, su consciencia, su individualidad entera. Vive de acuerdo a su propia luz, aunque sea pequeña y encuentra su camino en el futuro desconocido. Toma todas las oportunidades, acepta el desafío de lo desconocido, sin miedo, como si fuera el primer hombre sobre la tierra. El pasado es un gran peso y si nos apegamos a él, no podremos movernos ni un centímetro. Estamos cargando una montaña, nuestro potencial será aplastado. Esto ha ocurrido durante siglos, la gente vive tan agobiada, tan condicionada que no tiene oportunidad de ser auténtica. No son ellos mismos. No pertenece a ninguna ideología, a ninguna filosofía ni teología. Está limpio de todo lo dogmatismo y fanatismo, de todo lo pasado, sus ojos están enfocados hacia el futuro. Está buscando y explorando su propio crecimiento, sin temer a la muchedumbre, a las masas que carecen de individualidad propia. El rebelde se aleja de la multitud, se yergue sólo como un león, se encuentra a sí mismo, construye su camino, defiende su dignidad y su libertad. Rebelde se nace, no se hace. En realidad nada que sea significativo en la vida humana es manufacturado, hecho. Todo es intrínseco, congénito; lo trae al mundo junto con tu vida. Pero nace en una sociedad, en una muchedumbre y esto se vuelve una calamidad, porque la gente entre la cual ha nacido y con la cual crecerá, no tiene respeto alguno por los individuos y en particular por los niños. Se ayuda al niño, pero se lo ayuda con la condición explícita o implícita que: ―Tendrás que ser la realización de nuestros deseos, la representación de nuestros anhelos, el logro de nuestras ambiciones‖. Por eso es que nadie es lo que la naturaleza le ha destinado a ser, termina siendo algún otro. Y no puede ser feliz siendo algún otro que sí mismo. Se puede fingir, pero se está sólo desempeñando un rol que ha sido impuesto; no está siendo auténtico ni original. Si como caso excepcional se puede elegir –ideología, creencia, religión, credo- de acuerdo a la propia inclinación, a la propia intuición, que es muy fuerte para una persona, sobre todo si es niño o adolescente; poco a poco se debilitará. Las voces de los padres, de los profesores, de la sociedad, del líder, del sacerdote, se hacen cada vez más estridentes. Ahora si quieres descubrir cuál es la propia voz, se tendrá que pasar a través de una multitud de ruidos y voces externas que ahogan la propia voz interior.
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Es un experimento tremendamente hermoso para los meditadores, el de simplemente observar dentro de sí - ¿De quién es esta voz? A veces es el padre, a veces es la madre, a veces el abuelo, a veces el Maestro. Y toda esa polifonía es diferente. Sólo una cosa no se es capaz de encontrar: la propia voz. Ha sido suprimida siempre, Se ha ordenado que se escuche a los mayores, a los profesores, a los curas. Nunca se ha dicho que se escuche el propio corazón.
Llevamos una voz propia aún pequeña, desoída y casi por extinguirse, inaudible, que fácilmente desaparece en el estruendo de las voces que se nos han impuesto. Primero tendremos que deshacernos de todos esos ruidos, gritos y voces ajenas, alcanzar una cierta cualidad de silencio, paz, serenidad. Sólo entonces de pronto vendrá, como una sorpresa, que nosotros también tenemos nuestra propia voz. Siempre ha estado allí, como una corriente subterránea. A menos que encontremos nuestra inclinación natural, la vida se nos volverá una larga, larguísima tragedia desde la cuna hasta la sepultura. Los únicos que han logrado ser dichosos en el mundo, son los que han vivido de acuerdo a su propia intuición, a su propia consciencia y se han rebelado contra cualquier esfuerzo de otros en imponerles sus ideas. Por valiosas que estas sean, son en realidad inútiles porque no son nuestras. La única idea significativa es la que surge de cada uno, crece en nosotros, florece en cada persona. Todo el mundo es un rebelde nato, y es por eso que es tan fácil transformar a cualquiera que esté aún vivo. Sólo un poco de comprensión, un poco de estímulo y puede ayudársele a abandonar todo su pasado y a renacer. Cualquiera puede volverse un rebelde.
5.6. LIBERTAD TOTAL Los que no pueden rebelarse piden consejo, quieren ser seguidores. Su psicología es que al seguir a otros se libran de toda responsabilidad. El guía, el maestro, el líder, el mesías, se hace responsable de todo. Lo único que se pide del seguidor es que tenga fe. Y tener fe es otro nombre de la esclavitud espiritual. El rebelde está tremendamente enamorado de la libertad, una libertad total, nada menos que eso. Por lo tanto, no tiene salvador, ni mensajero de Dios, ni mesías, ni guía. Se mueve según su propia naturaleza. No sigue a nadie, no imita a nadie. Ciertamente, ha elegido el más peligroso modo de vida, lleno de responsabilidad, pero de tremenda dicha y libertad. Cae a menudo, comete errores, pero no se arrepiente de nada, pues aprende un profundo secreto de la vida: cometiendo errores se llega a ser sabio. No hay otra manera de volverse sabio. Al extraviarse, cada vez se tiene mayor claridad de lo que es correcto y de lo que es errado; pues todo lo que trae miseria, sufrimiento, lo que hace de la vida una interminable oscuridad sin aurora, significa que se está perdido. Hay que descubrirlo y volver otra vez al estado de ser en que se siente pacífico, silencioso, sereno y una fuente de paz, y se estará otra vez en el camino correcto. No hay otro criterio que ése. Ser dichoso es correcto, pero ser miserable es erróneo. El peregrinaje del rebelde está lleno de sorpresas. No tiene ni mapas ni guía, así que en cada momento llega a un nuevo espacio, a una nueva experiencia -a su propia experiencia, a su propia verdad, a su propia dicha, a su propio amor-.
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Los que siguen a otros, nunca conocen la belleza de tener sus propias nuevas experiencias. Siempre han estado utilizando conocimiento de segunda mano y pretendiendo ser sabios. La gente es por cierto muy extraña. No les gusta usar zapatos de segunda mano. Pero en su cabeza. ¡Qué basura!… ¡ideas de segunda mano! Todo lo que saben es prestado, imitado, aprendido, no por experiencia sino de memoria. El conocimiento consiste en memorizar. El rebelde no tiene camino como tal. Camina y al hacerlo hace su senda. El rebelde es casi como un pájaro volando en el cielo, ¿Qué camino sigue? No hay autopistas en el cielo, no hay huellas, no hay pájaros antiguos ni grandes pájaros, ni maestros. Ningún pájaro deja huellas en el cielo, por eso el cielo está siempre abierto. Vuela y hace su sendero. Encuentra la dirección que le produce regocijo. Se dirige hacia la estrella que hace repicar campanas en el corazón. Cada uno es el factor decisivo. ¡Nadie más! Es por esto que se enuncia constantemente del camino del medio, cuando se refuta a los que siguen los extremos, es porque el extremo nunca puede ser completo. Es sólo una polaridad. Y, estar en una polaridad es perder la otra, es vivir sólo media vida. Se permanecerá siempre sin disfrutar algo tremendamente valioso sin nunca saber qué es. El que marcha por el camino del medio, el medio dorado, exactamente en la mitad, tiene ambos extremos, como alas que llegan a los rincones más lejanos. Comprende en su ser lo que es toda la polaridad. Está en el medio, pero sus alas alcanzan ambos extremos simultáneamente. Vive una vida de totalidad. La verdad es que tampoco hay camino; con la idea de camino, siempre concebimos las carreteras, las autopistas, que están ya ahí, lo único que hace falta es caminar por ellas. Por eso es que el camino se hace al andar. En el mundo de la realidad, cada persona crea el camino, mientras por él se camina. Al caminar vamos creando poco a poco una senda; así mismo se está penetrando territorios desconocidos, sin límites, sin senderos, sin puntos de referencia. Nuestro caminar está creando un camino, por cierto, pero no podemos seguirlo, porque hemos caminado por él; así es como ha sido creado. No podemos perder nuestra singularidad, porque eso es nuestro mismo ser único. El rebelde es el verdadero ser espiritual. No pertenece a ningún rebaño, a ningún sistema, a ninguna organización, a ninguna filosofía. En pocas palabras: no toma prestado de nadie; cava profundamente dentro de sí y llega a su propia savia, a su propia fuente de vida. La persona inconsciente vive en la ceguera, embelesado, en la oscuridad. No sabe qué está correcto y qué no está correcto, su visión no es clara. No puede abrir los corazones de otra gente para permitir el nacimiento de una nueva humanidad. El mismo no ha nacido. Su aparente rebeldía no es otra cosa que una clase de pensamientos en su mente. Su rebeldía es reactiva. Ese es el significado original de la palabra "rebelde" luchar contra algo; defenderse, responder luchando. El es capaz de ver que algo está mal, que algo tiene que ser destruido. Su vida no es libre, por lo tanto sus pies deben estar con cadenas, sus manos con esposas y éstas tienen que ser rotas. Debe liberarse a sí mismo. Pero todo esto son sólo presunciones. Una cosa es cierta: conoce la miseria; conoce el sufrimiento; sabe que su humanidad ha sido reducida casi al mismo nivel que el de los animales, que su orgullo ha sido destruido, y su dignidad completamente borrada. Está consciente por lo menos de haber sido despojado de algo y está dispuesto a luchar contra el que lo despoja. Su rebeldía es una reacción, es negativa. Está luchando contra algo, no por algo.
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El posee la visión de un futuro mejor, de un hombre mejor, pero no tiene las agallas de luchar por ello, de luchar contra lo tradicional, contra la estructura convencional de la sociedad y la vieja mente, condicionada y sometida, vive de su respeto y de sus honores; de su veneración. No tiene el coraje de renunciar a toda esa respetabilidad que le están otorgando, y de volverse un don nadie, condenado, tal vez crucificado, pero luchando contra lo errado, luchando por lo correcto. Volviéndose una bendición para todos. La cuestión no es como la rebelión pueda extenderse como un incendio. La cuestión es que nosotros nos encendamos con esa llama, que nosotros nos volvamos rebeldes, sin preocuparnos de si el mundo será capaz de atrapar al espíritu rebelde. Nosotros somos el mundo, cada individuo lo es. El auténtico rebelde comprende el carácter momentáneo de la vida, la certeza de la muerte; por lo tanto nada puede asustarle, nada puede hacerlo transigir. En una vida tan transitoria, uno es absolutamente libre de vivir sin transigir de modo alguno y cuando la muerte es una certeza, no hay en realidad necesidad de transigir. Como la vida es tan corta, el rebelde puede llevar a cabo, con la totalidad de su ser, todo aquello de lo que es capaz; lo que le da alegría, crear y destruir lo que necesita ser destruido para que la creación pueda suceder. No es destructivo. Aunque tenga que destruir, lo hace sólo al servicio de una creación. Y aún así permanece, porque no es un reaccionario, no tiene quejas contra nadie, permanece jocoso, juguetón, pues toda creación es un juego. No es serio, porque la seriedad y el tomarse en serio, son parte del hombre viejo.
6. ¿TENEMOS TIEMPO? Por lo común, estamos confinados en el recinto de nuestra ignorancia, manipulados por las situaciones y las condiciones externas, atados por nuestros apetitos corporales y emocionales; y ante todo, gobernados al garete de la mente. El ansia es impresionante por ir con la corriente, que por lo general no se tiene tiempo de mirar a nuestro propio alrededor. Estamos atrapados en el torbellino de la vida social, que es un remolino de presión y de locura donde no hay nunca tiempo para nada. Pero preguntémonos por un momento: ¿qué necesidad hay para esa prisa? ¿No podemos acaso lograr de algún modo dedicar media hora diaria a la meditación? ¿Podemos sacar unos momentos para realmente no hacer absolutamente nada y relajarnos? Si podemos lograr esto, es posible iniciar un viaje a bordo de sí mismos. Podemos, con un poco de práctica comenzar a equilibrar y balancear nuestro mundo externo con nuestro mundo interior. La experiencia de ir hacia nuestros adentros puede ser muy fascinante y elevadora. Cuando podemos elevarnos sobre sí mismos, nuestras dimensiones humanas –cuerpo, mente, emociones- y con ellas nuestra espiritualidad, tal vez podrán alcanzar mayor superioridad, con lo que iría sintonizándose y armonizándose con la divina existencia. Pero para conquistar nuestro tiempo, ordenar nuestra vida, empoderarnos de nuestra propia ruta, es imprescindible organizar y realizar una especie de autoadministración efectiva de lo somos y hacemos y de lo que pretendemos transformar. Se trata obviamente de la capacidad para tomar nuestras decisiones y poder elegir, para luego actuar en consecuencia. Significa actuar en lugar de «ser actuado», llevar proactivamente a cabo el o los planes que hemos planteado o nos hayamos fijado. El
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poder se adquiere aprendiendo a usar nuestras capacidades en las decisiones que tomamos día tras día. La administración efectiva consiste en empezar por lo primero. ―La administración es disciplina puesta en práctica. «Disciplina» deriva de «discípulo»: discípulo de una filosofía, de un conjunto de valores, de un propósito supremo, de una meta superior o de la persona que la representa. En otras palabras, si uno es un administrador efectivo de sí mismo, la disciplina proviene del interior; es una función de la voluntad independiente. Uno es discípulo, un seguidor de los propios valores profundos y sus fuentes. Y tiene la voluntad, la integridad, de subordinar a esos valores todos los sentimientos, impulsos y estados de ánimo‖ 20. El grado en que hemos desarrollado nuestra libertad y responsabilidad en la vida cotidiana se mide por nuestra integridad personal. Fundamentalmente, la integridad es el valor que nos asignamos a nosotros mismos. Es nuestra capacidad para comprometernos a mantener los compromisos con nosotros mismos, de «hacer lo que decimos». Es respetarse a uno mismo, una parte fundamental de la ética del carácter, la esencia de nuestro propio desarrollo. La persona que se conquista a sí mismo tiene el hábito de hacer las cosas que a quienes fracasan no les gusta hacer, no necesariamente le gusta hacerlas. Pero su disgusto está subordinado a la fuerza de sus propósitos. Pero esta subordinación requiere un propósito, una misión, un claro sentido de dirección y valor establecido; es un ardiente y decidido «¡Sí!» interior que hace posible decir «No» a otras cosas. También requiere voluntad independiente, el poder de hacer algo cuando uno no quiere hacerlo, y depender de los principios y no del impulso o deseo del momento. Es el poder de actuar con integridad. Realmente, el desafío no consiste tanto en administrar el tiempo que tenemos, sino en administrarnos a nosotros mismos. La satisfacción depende tanto de la expectativa como de la realización. Y la expectativa (y la satisfacción) reside en nuestro círculo de influencia, donde realmente podemos hacer algo, lo que está en nuestras manos. Para muchas personas el día se divide en tantas horas y, sin embargo, no son suficientes para hacer todas las cosas que uno quisiera hacer. Aunque se piensa que no se rehúye el trabajo pero lo que les resulta una frustración es que no sólo siempre se carece de tiempo para las cosas más o menos mundanas que uno quisiera hacer sino que jamás se dispone del necesario para lo espiritual a que uno quisiera dedicarse. Si es la meditación, no pareciera que se tenga mucha energía para levantarse más temprano que lo que es habitual ni aun en sábado o domingo en lugar de dormir una hora más, y en cuanto se inicia, se duermen tan pronto se apoya la cabeza en la almohada o sobre la silla. Las firmas comerciales, las fábricas y un gran número de oficinas importantes tienen el mismo problema. Esta es la razón por la cual a menudo recurren a expertos que se autodenominan "Tiempo y movilidad". Todos disponemos de tiempo en una proporción de tres a cuatro veces más de lo que pensamos tener, pero generalmente lo desperdiciamos de la misma manera que se malgasta el agua no obstante la escasez mundial que hay hasta de agua para beber. Los expertos en tiempo y movilidad estudian el modo en que la gente hace cosas. Por ejemplo, si se va a la cocina cuántas cosas se lleva de una vez. Usted lleva una o dos cuando sabe perfectamente bien que enseguida tendrá que volver por dos o tres más. Si 20
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la gente analizara solamente, con inteligencia, las cosas que tiene que hacer, dispondría del tiempo adecuado para llevarlas a cabo. Vale la pena traer aquí el pensamiento de Goethe de que ―Lo que importa más nunca debe estar a merced de lo que importa menos”; lo cual es importante tener en cuenta que, los dos factores que definen una actividad son lo urgente y lo importante21. Lo urgente significa que se necesita una atención inmediata, «¡ahora!». Las cosas urgentes actúan sobre nosotros. El timbre del teléfono es urgente. La mayoría de las personas no soportan ni siquiera el pensamiento de dejar que suene. Uno puede pasar horas preparando materiales, vestirse y trasladase a la oficina de alguien para examinar una cuestión determinada, pero si mientras estamos allí suena el teléfono, tendrá preferencia sobre nuestra visita personal. Cuando es uno quien llama, por lo general no nos contestan «Voy a colgar y le llamo en quince minutos». Pero son esas mismas personas, que por teléfono nos atienden de inmediato, las que pueden dejarnos esperando en una oficina, por lo menos durante ese mismo lapso, mientras terminan una conversación telefónica con algún otro. Las materias urgentes son por lo general muy visibles. Nos presionan; reclaman acción. A menudo complacen a otros. Por lo general las tenemos ante nuestras propias narices. Y suelen ser agradables, fáciles, divertidas. ¡Pero con la misma frecuencia carecen de importancia! Lo importante, por otra parte, tiene que ver con los resultados. Si algo es importante, realiza una aportación a nuestra misión, a nuestros valores, a nuestras metas de alta prioridad. Ante las materias urgentes, reaccionamos. Las cuestiones importantes que no son urgentes requieren más iniciativa, más proactividad. Tenemos que actuar para no dejar pasar la oportunidad, para hacer que las cosas ocurran. Si no tenemos una idea clara de lo que es importante, de los resultados que deseamos obtener en nuestras vidas, con facilidad nos veremos desviados hacia la respuesta ante lo urgente. Hay que tener en cuenta que por lo general lo urgente no siempre es lo importante. Pero que las cosas que no son urgentes muchísimas veces sí son importantes: por ejemplo, construir relaciones, redactar un plan de misión personal, la planificación de largo alcance, la ejercitación, el mantenimiento preventivo, la preparación, todas esas cosas que sabemos que hay que hacer, pero que solemos eludir, porque no son urgentes. La idea clave según Peter Drucker es que las personas efectivas no se orientan hacia los problemas, sino hacia las oportunidades. Alimentan las oportunidades y dejan morir de inanición a los problemas, piensan preventivamente. Tienen auténticas crisis y emergencias que requieren su atención inmediata, pero su número es comparativamente pequeño. Al centrarse en las actividades importantes, pero no urgentes, da alto poder para generar capacidad. Pues, para decirles «sí» a las prioridades importantes, hay que aprender a decirles «no» a otras actividades, algunas de ellas en apariencia urgentes. Es recomendable tener el valor de decir «No» a otras cosas, con buena educación, sonriendo, y sin dar excusas. Y para hacerlo hay que tener un «Sí» más grande ardiendo adentro. A menudo «lo bueno» es enemigo de «lo mejor». Pero si no estamos claro nuestros principios o estamos orientados por una ruta que hayamos decidido, se carecerá de los cimientos necesarios para sostener dichos esfuerzos. Estaremos trabajando sobre las hojas, sobre las actitudes y las conductas de 21
Ibíd., página 92
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la disciplina, sin siquiera pensar en examinar las raíces, los paradigmas básicos de los que fluyen nuestras actitudes y conductas naturales. Por ejemplo, si uno está centrado en el cónyuge, en el dinero, en los amigos, en el placer, o en cualquier otro factor extrínseco, continuamente nos veremos devueltos a lo urgente pero no importante, a la inmediatez y el caos, reaccionando a esas fuerzas exteriores en las que está centrada la vida a la deriva. Incluso aún cuando se centre en sí mismos, terminaremos reaccionando al impulso del momento inconscientemente.
6.1. LA ADMINISTRACIÓN DE NUESTRO TIEMPO22 El objetivo consiste en organizar nuestras vidas de manera consciente y efectiva, desde un centro de principios sólidos, desde el conocimiento de nuestra misión personal, concentrándonos en lo importante y en lo urgente, y dentro del marco del equilibrio del mundo exterior social y nuestro mundo interior espiritual. Desde luego, éste es un objetivo ambicioso para personas atrapadas en la estrecha trama de las cosas superficiales. Pero luchar para lograrlo tendrá un efecto extraordinario sobre la efectividad personal. La organización tendrá en cuenta los siguientes criterios importantes:
Coherencia. Sugiere que haya armonía, unidad e integridad entre principios, roles y metas, prioridades, planes y disciplina. En el plan deberá haber un lugar destinado al enunciado de la misión personal, de modo que uno pueda remitirse constantemente a él. También tiene que haber lugar para los roles y para las metas a corto y largo plazo. Equilibrio. Su herramienta tiene que ayudar a mantener el equilibrio en la vida, a identificar los diversos roles y mantenerlos ante sus ojos, de modo que no pueda descuidar áreas importantes como la salud, la familia, la preparación profesional o el desarrollo personal. Muchas personas parecen pensar que el éxito en un área puede compensar el fracaso en otras. Pero, ¿es esto así? Puede que sí, pero por un tiempo limitado y tratándose sólo de ciertas áreas. Ahora bien, ¿puede el éxito en la profesión compensar el fracaso de un matrimonio roto, la salud perdida o la debilidad de carácter? La verdadera efectividad requiere equilibrio, y su herramienta tiene que ayudarle a crearlo y mantenerlo. Centrarse en lo importante. Usted necesita una herramienta que le anime, le motive y realmente le ayude a dedicarse el tiempo necesario, de modo que más que dar prioridad a las crisis, se aplique a su prevención. El mejor modo de hacerlo consiste en organizar la vida sobre una base semanal. De todos modos, uno puede adaptar y establecer prioridades sobre una base diaria, pero el impulso fundamental proviene de la organización de la semana. La organización semanal proporciona mucho mayor equilibrio y contexto que la planificación diaria. En el reconocimiento de la semana como unidad de tiempo completo destinando ciertos días al esfuerzo concentrado y otros al descanso y la inspiración. La mayoría de las personas piensa en términos de semanas. Pero la mayor parte de las herramientas de planificación se centra en la planificación diaria. Si bien pueden ayudarnos a dar prioridad a las actividades, en lo esencial sólo nos ayudan a organizar las crisis y el trabajo urgente. La clave no es dar prioridad a lo que está en la 22
Tomado y adaptado de: COVEY R., Stephen. ¨Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva¨, la revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa. México, Paidós. 1ª edición, I959, 11ª reimpresión, 2003. Páginas 97-112
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agenda, sino ordenar en la agenda las prioridades. Y esto puede hacerse mejor en el contexto de la semana.
Una dimensión «humana». Se necesita igualmente una herramienta que no sólo distribuya el tiempo sino que tenga en cuenta a las personas. Una persona centrada en principios piensa en términos de efectividad en el trato con personas. A veces la vida centrada en principios requiere la subordinación de la agenda a las personas. Su herramienta tiene que reflejar ese valor, facilitar su realización, en lugar de crear sentimientos de culpa cuando no se cumple con un horario establecido de tareas. Flexibilidad. La herramienta de planificación tiene que ser la sierva y nunca su ama. Puesto que debe trabajar para nosotros, hay que cortarla a la medida de nuestro estilo, necesidades y métodos particulares. Ser portátil. Tiene que ser portátil, en el sentido de que podamos llevarla con nosotros en todo momento. Tal vez se quiera revisar el propósito personal durante un viaje en autobús o deducir el valor de una nueva oportunidad en comparación con algo ya planificado. Si su organizador es portátil, podrá llevarlo consigo, y esos datos importantes siempre estarán a nuestro alcance. La organización implica cuatro actividades clave:
1º. Identificación de roles. La primera tarea consiste en poner por escrito sus roles
clave. Si usted ha pensado seriamente en los roles de su vida, puede escribir lo que vaya pasando por su mente. Tiene un rol como individuo. Tal vez quiera enumerar uno o más roles como miembro de la familia: esposo o esposa, madre o padre, hijo o hija, miembro de la familia extensa de abuelos, tíos, tías y primos. Puede que quiera enumerar varios roles laborales, que indiquen las diferentes áreas en las que desea invertir tiempo y energía de modo regular. Es posible que tenga roles en la Iglesia o en los asuntos comunitarios u organizacionales. No es necesario que se definan; limítese a considerar la semana y ponga por escrito las áreas en las que usted se ve dedicando tiempo durante los próximos siete días. 2º. Selección de las metas. El paso siguiente consiste en pensar dos o tres resultados importantes que uno cree que tiene que lograr en cada rol durante los siete días siguientes, que serán registrados como metas. Por lo menos algunas de esas metas deben reflejar actividades importantes. Idealmente, esas metas a corto plazo están relacionadas con las metas a largo plazo que se ha identificado con su enunciado de la misión personal. Pero incluso aunque no haya escrito ese enunciado, es posible que tenga la sensación de lo que es importante al considerar cada uno de sus roles, y un par de metas por cada rol. A continuación se presenta un ejemplo del modo en que la gente puede verse en sus diversos roles y metas de la agenda semanal:
Rol
Metas para la semana
La Disciplina Individuo / desarrollo personal
Esposo / Padre Familiar Amistad Coordinación
Conferencista Miembro organización Miembro Junta
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1. 2. 3. 4.
Escribir el enunciado personal del o los propósitos. Gestionar la inscripción y asistencia a un seminario o curso. Implementar nueva estrategia de mantenimiento físico Apoyar la organización de la casa, mantener orden y aseo en la cocina. 5. Asesorar a la hija en un trabajo en la carrera universitaria 6. Acompañar a un hijo a un entrenamiento deportivo 7. Sacar cita médica para un hermano 8. Diligenciar formato de banco para un préstamo del padre 9. Visitar a un amigo en el hospital 10. Entregar invitaciones para fiesta de la colonia residente en la ciudad. 11. Elaborar formato de seguimiento a desempeños 12. Realizar informe de las actividades realizadas por motivo de la evaluación. 13. Realizar asesoría específica de convivencia y desarrollo académico. 14. Hacer lectura de documentos y capítulos de textos para la ocasión 15. Preparar conferencia sobre las emociones y sentimientos. 16. Asistir seminario de conmemoración 17. Organizar y fotocopiar documentos para los miembros de la institución. 18. Preparar agenda 19. Gestión en oficinas de la alcaldía 20. Elaborar propuesta plan del año siguiente
3º. Programación temporal. Ahora entonces se puede considerar la semana que tiene
ante sí, con las metas en mente, y programar el tiempo para alcanzarlas. Por ejemplo, si la meta es redactar el primer borrador del enunciado de la misión personal, tal vez disponga de un lapso de dos horas del domingo –o cualquier otro día de la semana- para dedicarlas a esa tarea, aunque el domingo suele ser ideal para planificar las actividades más valiosas para la promoción personal, entre las cuales se cuenta la organización semanal. Es un buen momento para hacer un alto en el camino, buscar un poco de inspiración y considerar la vida en el contexto de los principios y los valores. Si uno establece la meta de mejorar su estado físico mediante ejercicios, puede reservarles una hora, tres o cuatro días por semana, o todos los días de la semana. Hay algunas metas que sólo se pueden alcanzar durante el horario de trabajo, y otras por las que hay que luchar el sábado, cuando los chicos están en casa. ¿Empieza a advertir algunas de las ventajas de organizar la semana, en lugar del día? Después de haber identificado los roles y establecido las metas, se puede trasladar cada meta a un día específico de la semana, sea como prioridad o, lo que es incluso mejor, con una asignación horaria concreta. También se puede consultar la agenda anual o mensual y ver las previsiones y citas anteriores, evaluando su importancia en el contexto de las metas; se transfiere entonces al programa semanal la que se decide mantener, y las otras se reprograman o cancelan. Al estudiar la hoja de trabajo, obsérvese de qué modo han sido programadas o traducidas a un plan de acción específico las metas más importantes. Adviértase además
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el recuadro titulado «integridad», que proporciona espacio para planificar actividades vitales renovadoras en cada una de las dimensiones humanas, y que significa básicamente dar expresión a las dimensiones de motivación y renovación permanentes. Supone ejercer nuestra naturaleza, regular y congruentemente, de manera sabia y equilibrada. Esa es la inversión más poderosa que está a nuestro alcance en la vida: la inversión en nosotros mismos, en el único instrumento con que contamos para vivir y realizar nuestra aportación. Nosotros somos los instrumentos de nuestra propia ejecución, y para ser efectivos debemos reconocer la importancia de dedicar tiempo regularmente a integrar y manejar como unidad estas dimensiones: cuerpo, mente, emociones, la espiritualidad y la sociedad. Se ha reservado tiempo para 20 metas importantes, ¡pero véase la cantidad de espacio libre que queda en la hoja de trabajo! Además de permitirnos poner primero lo primero, la organización semanal otorga libertad y flexibilidad para controlar acontecimientos imprevistos, cambiar la programación temporal si es necesario, gozar de relaciones e interacciones con otros, disfrutar profundamente de experiencias espontáneas, sabiendo que uno ha ordenado proactivamente la semana para alcanzar metas clave en todas las áreas de la vida.
HOJA DE TRABAJO SEMANAL Identificación roles Semana Selección metas _______ Roles Metas Prioridad 1 Indiv. 2 3 4 Esposo 5 6 Fliar 7 8 Amist. 9 10 11 Coord. 12 13 Conf. 14 15 Miem. 16 Org. 17 18 Miem. 19 Junta 20 Integridad Física: Mental: Emocional: Espiritualidad: Sociedad:
Domingo
Lunes
Martes
Mcoles
Jueves
Viernes
Sábado
Prioridades Diarias
Compromisos y tareas 8 9 10 11 12 1 2 3 4 5 6 Noche 7 8 9 10 Sugerencias para la siguiente semana:
4º. Adaptación diaria. Con la organización semanal, la planificación diaria se convierte en una función de adaptación diaria, de dar prioridad a actividades y de responder a
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acontecimientos, relaciones y experiencias imprevistos de un modo significativo. Si todas las mañanas dedicamos unos minutos a revisar la agenda podemos ponernos en contacto con las decisiones basadas en valores tomadas al organizar la semana, y también con los factores no previstos que aparezcan. Al echar una mirada al día, se puede ver que los roles y metas permiten una priorización natural que surge de nuestro sentido innato del equilibrio. Se trata de un establecimiento de prioridades más flexible. Pero podría decirse que el establecimiento de prioridades proporciona el orden necesario a las actividades diarias. Es una falsa dicotomía dividir de modo tajante las actividades en importantes y no importantes. Obviamente, se distribuyen sobre un continuum, y algunas actividades importantes son aún más importantes que otras. En el contexto de la organización semanal, el establecimiento de prioridades pone orden en los objetos cotidianos. Pero tratar de dar prioridad a las actividades antes de saber cómo se relacionan con nuestra idea de la misión personal y cómo se adecúa al equilibrio de la vida, no es efectivo. Tal vez se están estableciendo prioridades y realizando cosas que uno no quiere o no necesita hacer en absoluto. Y cuanto más completamente vinculemos las metas semanales a un marco de principios correctos y a un enunciado de la misión personal, mayor será el aumento de efectividad.
Experimentarlo y Vivirlo Experimentarlo y vivirlo está primordialmente en función de nuestra voluntad y decisión, nuestra autodisciplina, nuestra integridad y nuestro compromiso, no al servicio de metas y horarios a corto plazo ni del impulso del momento, sino de principios correctos y de nuestros valores más profundos, de lo que da sentido y contexto a nuestras metas, a nuestros horarios y a nuestras vidas. A medida que se avanza en la semana, habrá sin duda momentos en que nuestra integridad tendrá que, situarse en primer lugar. La tendencia a reaccionar satisfaciendo prioridades urgentes pero no importantes de otras personas, o el placer de escapar a las trivialidades o superficialidades, amenazará con ponerse por delante de las actividades importantes que uno se ha planificado. Nuestra concentración en principios, nuestra autoconciencia y la conciencia moral pueden proporcionar un alto grado de seguridad intrínseca, guía y sabiduría para usar la voluntad independiente y mantener la integridad respecto de lo verdaderamente importante. Pero como uno no es omnisciente, no siempre puede saber de antemano qué será lo verdaderamente importante. Por más cuidado que ponga en organizar la semana, habrá momentos en los que, como persona centrada en principios, tendrá que subordinar sus horarios programados a un valor superior. Si uno se centra en principios, puede hacerlo con una sensación interior de paz. Sencillamente, no se puede pensar en términos de eficiencia cuando se trata de personas. Se piensa en términos de efectividad con la gente y de eficiencia con las cosas. Algunas veces se trata de ser «eficiente» con personas desagradables e impertinentes, pero eso no da resultado. Por ejemplo, al destinar diez minutos de «tiempo de buena calidad» a un niño o un empleado para resolver un problema, esa supuesta «eficiencia» crea nuevos problemas y pocas veces resuelve las preocupaciones más profundas. Se ha visto a menudo a muchos progenitores, en particular madres de niños pequeños, frustrados en su deseo de hacer muchas cosas, porque el tiempo se les va en
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satisfacer las necesidades de los chicos durante todo el día. Recordemos que la frustración está en función de nuestras expectativas, y que nuestras expectativas son a menudo un reflejo en el espejo social, más que nuestros propios valores y prioridades. Pero si uno tiene profundamente internalizado sus propósitos y principios en el corazón y en la mente, serán ellos los que nos guíen. Se puede subordinar con integridad la agenda a los principios. Se puede adaptar, se puede ser flexible. Uno no debe sentirse culpable cuando no cumple con la programación horaria o cuando hay que cambiarla. Una de las razones por las cuales la gente se resiste a utilizar herramientas para la administración del tiempo consiste en que pierden espontaneidad; las personas se vuelven rígidas e inflexibles. Subordinan la gente a los horarios, porque el paradigma de eficiencia de los horarios no está en armonía con el principio de que las personas son
más importantes que las cosas.
La administración de nuestro tiempo reconocerá este principio. También reconoce que la primera persona que hay que considerar en términos de efectividad y no de eficiencia es uno mismo. Anima a dedicar tiempo, a comprender y centrar la vida en principios, a dar expresión clara a los propósitos y valores que se han escogido para dirigir nuestras decisiones diarias. Ayuda a equilibrar la vida. Ayuda a elevarse por encima de las limitaciones de la planificación diaria, y organiza y programa en el contexto de la semana. Y cuando un valor superior entra en conflicto con lo que se ha planeado, permite usar la autoconciencia y la conciencia para conservar la integridad respecto de los principios y propósitos que uno ha determinado como los más importantes. En lugar de utilizar un mapa de ruta, estamos usando una brújula. Esta forma de auto-administración es avanzada por los cuales se consideran cinco aspectos importantes. Primero, se centra en principios. Más que adherirse a una manera superficial, crea el paradigma central que nos permite considerar el tiempo en el contexto de lo que es realmente importante y efectivo. Segundo, está dirigida por la conciencia. Proporciona la oportunidad de organizar la vida utilizando la máxima capacidad en armonía con los valores más profundos. Pero también otorga la libertad de subordinar sosegadamente los horarios a los valores superiores. Tercero, define nuestra misión singular, incluyendo valores y metas a largo plazo. Da dirección y propósito al modo en que transcurre cada día. Cuarto, ayuda a equilibrar la vida identificando roles, y estableciendo las metas y programando las actividades de cada rol clave todas las semanas. Y quinto, proporciona un contexto más amplio por medio de la organización semanal (con adaptación diaria cuando se necesita), elevándose por encima de la perspectiva limitadora de un solo día, y poniéndonos en contacto con nuestros valores más profundos a través de la revisión de nuestros roles clave. El hilo conductor de estos cinco progresos es el objetivo primario en las relaciones y resultados, y el objetivo secundario en el tiempo. La clave de la administración efectiva de uno mismo o de otros a través de la delegación no es una técnica, una herramienta o un factor extrínseco. Es algo intrínseco
La Disciplina
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al paradigma de la administración personal, que capacita para ver a través del cristal de la importancia y no de la urgencia. Cuando se trabaja en el desarrollo de este paradigma, se acrecienta la capacidad para organizar y ejecutar todas las semanas de la vida en torno de las propias prioridades más profundas, para poder hacer lo que se dice. No se dependerá de ninguna otra cosa o persona para la administración efectiva de la propia vida.
Sugerencias prácticas 1. Identifique una actividad importante que usted sabe que ha descuidado en su vida, una actividad que bien realizada tendrá un efecto significativo en su vida, personal o profesionalmente. Póngala por escrito y comprométase a realizarla. 2. Dibuje una matriz de administración del tiempo y trate de estimar qué porcentaje de su tiempo destina a cada actividad, sea esta urgente e importante, importante pero no urgente, que es urgente pero no es importante, que no es importante y tampoco es urgente. Después registre su uso del tiempo durante tres días en intervalos de quince minutos. ¿Cuán precisa fue su estimación? ¿Está satisfecho con el modo en que utiliza el tiempo? ¿Qué necesita para cambiar? 3. Haga una lista de las responsabilidades que podría delegar y de las personas que podrían hacerse cargo de ellas, o que podrían adiestrarse para asumirlas. Determine lo necesario para iniciar el proceso de delegación o adiestramiento. 4. Organice su próxima semana (Utilice el cuadro de la hoja del trabajo semanal). Empiece por fijar sus roles y metas para la semana, y después convierta esas metas en un plan de acción específico. Al final de la semana, evalúe hasta qué punto su plan ha traducido sus valores y propósitos profundos con respecto a la vida diaria, y el grado de integridad que ha podido mantener respecto de esos valores y propósitos. 5. Comprométase a iniciar la organización semanal y reserve tiempo para hacerlo regularmente.