La Blasfemia Contra El Espiritu Santo

  • November 2019
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View La Blasfemia Contra El Espiritu Santo as PDF for free.

More details

  • Words: 10,391
  • Pages: 10
LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO

Mt 12:22-36 Mat 12:22 Entonces fue traído a él un endemoniado1, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Mat 12:23 Y toda la gente estaba atónita2, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Mat 12:24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios3 sino por Beelzebú,4 príncipe de los demonios. Mat 12:25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Mat 12:26 Y si Satanás5 echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Mat 12:27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Mat 12:28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Mat 12:29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. Mat 12:30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. Mat 12:31 Por tanto os digo: Todo pecado6 y blasfemia7 será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. Mat 12:32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. Mat 12:33 O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. Mat 12:34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. Mat 12:35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mat 12:36 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Lecturas Sinopticas Mar 3:28 De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; Mar 3:29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno8. Mar 3:30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo. Luc 12:10 A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.

Comentarios: Mt 12:22-36 12:22 -- Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; -- Según Marcos 3:20, "se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan". También Marcos 3:21, "Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí". Compárese Hech. 26:24. Los hombres que se dedican día y noche con privaciones de toda clase para lograr fines políticos y comerciales se ven como muy prudentes y sabios, pero si los mismos hombres se dedican con el mismo empeño a las cosas de Dios, se consideran como fanáticos. La palabra "endemoniado" significa "estar poseído por un demonio, actuar bajo el control de un demonio". Los demonios, o espíritus inmundos, que tomaban posesión de la gente les atormentaban y afligían de muchas maneras. En este caso el demonio dejó al hombre ciego y mudo. De una vez obsérvese que Satanás hizo todo esto: dejó a este pobre hombre atormentado por un espíritu inmundo, ciego y mudo. Así es la obra de Satanás. Recuérdese ese cuadro al continuar el estudio de este texto.

-- Y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. -- Fue milagro triple: Jesús echó fuera el demonio y el hombre pudo ver y hablar. De esta manera Jesús deshizo la obra del diablo. Obró en contra de Satanás, 1 Jn. 3:8. Entonces. [El endemoniado ciego y mudo; la blasfemia contra el Espíritu Santo, Mat. 12:22-45 = Mar. 3:20- 30 = Luc. 11:14-32 El resto de este capítulo (vers. 22-50) es uno de los pasajes más difíciles de ubicar en la secuencia de acontecimientos del ministerio de Cristo. Parece haber buena razón para pensar que los vers. 2250 constituyen el registro de un solo episodio y del conflicto que surgió de él: (1) Al parecer hubo sólo un breve lapso entre la curación del endemoniado ciego y mudo y la acusación hecha por los fariseos (vers. 24). (2) La demanda de una señal fue repetida por lo menos dos veces durante el ministerio de Cristo, y el episodio que aquí se presenta parece haber sido la primera ocasión cuando se pidió una señal (la segunda vez ocurrió en Magdala, según Mat. 15: 39 a 16: 5, probablemente a mediados del año 30 d. C.). Debería notarse que este pedido (cap. 12: 38) de que Jesús hiciera una señal fue hecho enseguida después de que Jesús negara que expulsaba demonios por el poder de Beelzebú. (3) La presentación del asunto del espíritu inmundo y de los siete espíritus peores que él (vers. 43-45), sin duda siguió a la enseñanza de los vers. 22-42 sin gran interrupción. (4) La visita de la madre y de los hermanos de Cristo, que aparece en los vers. 46-50, acaeció "mientras él aún hablaba" (vers. 46). Según el cap. 13: 1, Cristo pronunció las parábolas del sermón junto al mar, consignado en el cap. 13, el mismo día cuando dio las instrucciones del cap. 12: 2250. Con referencia a la evidencia de la estrecha relación cronológica entre el cap. 12: 22-50 y el cap. 13: 1-58, ver com. cap. 13: 1. De este modo lo que se presenta en el cap. 12: 22-50 habría transcurrido en la última parte del año 29 d.C. (ver com. Mat. 13: 1; Mar. 3: 13). Un endemoniado. Por lo menos en dos casos Cristo sanó a un endemoniado ciego y mudo (DTG 238; cap. 9: 32-35). La posesión demoníaca y las dolencias físicas.- En ciertos casos de posesión demoníaca también había dolencias físicas acompañantes, de una clase o de otra (ver Mat. 9: 32; 12: 22; Mar. 9: 17). Es digno de notar que las dolencias físicas específicamente mencionadas -ceguera y mudez- parecen haber estado relacionadas con los nervios sensoriales y motores de las partes afectadas. Otros males físicos quizá también fueron el resultado de posesión demoníaca. Los que se entregaban, en mayor o menor grado, a la influencia y al dominio de Satanás, pensaban y vivían de una manera tal como para depravar el cuerpo, la mente y el alma (DTG 221, 308; etc.). 12:23 -- Y toda la gente estaba atónita, -- No había otro milagro más impresionante que éste; la gente siempre "estaba atónita" al observarlo, pues era otra demostración clara de la supremacía de Jesús sobre Satanás. Por lo tanto, preguntan, aunque con duda, si este Jesús no podría ser el Mesías (hablando de El decían, "Hijo de David"; es decir, descendiente de David). Véase Isa. 35:5. También compárese Jn. 7:31, "El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?" Los fariseos no creían porque no querían creer. No les convenía creer. La envidia de ellos impedía que aceptaran la verdad, pero la reacción espontánea de la gente común, gente que simplemente decía lo que pensaba de los milagros de Jesús, es evidencia clara de que Jesús mostraba atributos divinos. -- y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? -- La pregunta implica respuesta negativa. Los milagros indicaban que Jesús bien podría ser el Mesías, pero no se presentaba ni obraba como el Mesías esperado por los judíos, porque éste debería ser un gran Conquistador, un glorioso Rey como David y Salomón. Hijo de David. Ver com. cap. 1: 1. La forma de la pregunta en griego insinúa que se espera recibir una respuesta negativa (ver com. Luc. 6: 39). Es como si la gente hubiera dicho: "Este no puede ser el hijo de David, el Mesías, ¿verdad?". Posiblemente, comprendieron que el Mesías de la profecía había de realizar los milagros que Cristo realizaba, pero les resultaba difícil ver en Jesús, al parecer un hombre común, al Mesías de la profecía (cf. DTG 168, 348). El hecho de que mucha gente oyera a Cristo de buena gana (Mar. 12: 37), lo reconociera como un gran maestro (Juan 3: 2) y aun como profeta (Mat. 21: 11), no significa necesariamente que lo aceptaran como Mesías. Sus muchos milagros encendían la llama de la esperanza en sus corazones de que quizá fuera el Mesías (ver com. Luc. 24: 21; cf. DTG 372), pero sus preconceptos en cuanto a cómo sería el Mesías (ver com. Mat. 4: 17; Luc. 4: 19; cf. DTG 22) apagaban casi inmediatamente la débil llama. 12:24 -- Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. -- La acusación de los fariseo fue acto de desesperación. Los fariseos reconocían que tenían que apagar el intenso interés del pueblo en los milagros de Jesús. La pregunta hecha por la gente era “puro veneno” para los fariseos. Viendo los milagros la gente podía llegar a la conclusión de que en verdad Jesús era enviado de Dios (véase Jn. 3:2). Si el pueblo se convencía plenamente de esto, entonces también aceptarían a Jesús como su Maestro y rechazarían a los fariseos. Estos seguramente no tenían la actitud de Juan el bautista en cuanto a sus seguidores (véase Jn. 3:26,30). Los fariseos podían ver que ese movimiento ya estaba fuera de control, y tenían que hacer algo para impedirlo. Se dedicaban mucho a la investigación de cualquier líder popular (véase Jn. 1:19) para proteger su propia posición de liderazgo. La acusación fue sumamente ofensiva, despreciativa y odiosa (véase Mat. 10:25, le "llamaron Beelzebú"). Es probable que el nombre "Beelzebú" es corrupción de "Baal-zebub dios de Ekron", el dios inventado y adorado por los filisteos para protegerles de las moscas. Véase 2 Reyes 1:2,3,6,16. En alguna forma se identificaba en la mente de los judíos con Satanás, el príncipe de los demonios. Habían dicho la misma cosa cuando Jesús echó fuera el demonio de otro mudo (Mat. 9:32-34). En esa ocasión también "la gente se maravillaba" y los fariseos se vieron en la necesidad de combatir la influencia de Jesús. Fue doble la acusación: (1) “Decían que tenía a Beelzebú", Mar. 3:22; que tenía demonio (Jn. 7:20; 8:48,52; 10:20, "demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?"). Decían lo mismo de Juan (Mat. 11:18), y con el mismo fin, para que la gente no les escuchara. (Es la táctica usada por los hermanos institucionales que nos tildan de "antis" y otras cosas peores para que la gente no nos escuche); (2) que estaba aliado con Satanás. No podían negar que Jesús hacía milagros, ni tampoco podían atribuir estas maravillas a poderes meramente humanos. La evidencia de que Jesús obraba verdaderos milagros era muy clara e irrefutable (compárese Hech. 4:16), pero ellos sí podían poner en tela de juicio la fuente de ese poder, avanzando la idea insensata de que Jesús obraba en liga con Satanás. Con esta táctica podían convencer al pueblo que aunque Jesús hacía milagros, no eran de Dios. No era cuestión de si El hacía milagros, sino de por qué autoridad los hacía. Creían los fariseos que habían dado una explicación que Jesús no podía refutar, ya que se trataba de fuerzas invisibles. Jesús reconoció la astucia de esta acusación y su posible efecto sobre el pueblo. Por lo tanto, tomó la molestia de refutarla rotundamente. Fue una idea sumamente absurda porque desde el principio Jesús obraba fervientemente en contra de Satanás, destruyendo su obra en toda manera posible. "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn. 3:8). Pero el triunfo sobresaliente de Jesús sobre Satanás era el milagro de echar fuera los demonios. ¿Por qué estaba endemoniado este hombre? ¿Quién era responsable? Satanás. ¿Quién le liberó de esa horrible miseria? Cristo. ¿Estos dos -- Satanás y Cristo -- estaban en liga el uno con el otro? ¿Uno haciendo y el otro deshaciendo lo que el primero hacía? En primer lugar, Satanás no destruye su propia obra; en segundo lugar, ¿desde cuándo hace buenas obras? Los fariseos, al oírlo. Evidentemente la tenue esperanza de la gente de que Jesús podría ser el Mesías de la profecía (vers. 23) airó a los fariseos. Marcos dice que estos fariseos eran "escribas que habían venido de Jerusalén" (Mar. 3: 22), posiblemente enviados como espías por el sanedrín para observar a Cristo e informar en cuanto a él (ver com. Mar. 2: 6). Estos astutos enemigos de Jesús no podían negar que se hubiera realizado un genuino milagro, porque el hombre sanado podía hablar y ver (Mat. 12: 22). Cuanto mayor era la evidencia de la divinidad de Jesús, tanto mayores eran su ira y su odio. Por esto, algunos de

los enemigos de Jesús finalmente llegaron a cometer el pecado imperdonable (ver com. vers. 31-32). Este. Gr. hóutos. Los fariseos mostraron su desprecio negándose a pronunciar el nombre de Jesús y refiriéndose a su persona de esta forma poco cortés Beelzebú. Este era el nombre dado al príncipe de los demonios (Mat. 12: 24-27; Mar. 3: 22-23; Luc. 11: 15-19). La evidencia textual establece la forma Beelzebóul. Algunos MSS dicen: Beelzebóub. Se desconoce el significado exacto de la palabra. Es posible que el nombre Beelzebú derive del Heb. ba'al zebul, que podría significar "señor de la gran casa" o "señor de la casa celestial". Podría también derivar del Heb. ba'al zebub, "señor de las moscas", dios de Ecrón (ver com. 2 Rey. 1: 2). Se ha sugerido que los judíos pudieron haber cambiado el nombre Beelzebub a Beelzebul (un juego de palabras basado en los vocablos ba'al zibbul, "señor del estiércol") para mostrar su desprecio por el dios pagano. En Ras Samra se encontraron tablillas que datan de 1400 a. C. y que hablan de "Zebul, príncipe de la tierra". De este modo, podría entenderse que Beelzebú significa "Baal es príncipe".. En la curación del endemoniado ciego y mudo se hizo evidente que estaba actuando un poder sobrehumano. Los espías se negaron a admitir que Jesús era divino y que poseía el poder de efectuar el milagro; por lo tanto, debía ser aliado del diablo. 12:25 -- Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos (porque era Dios omnisciente), les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. --"Sabiendo los pensamientos de ellos" (Jn. 2:25; 21:17). Cristo llegó a ser hombre y vivió en la tierra pero no dejó de ser Dios omnisciente y omnipotente. No sabemos si Jesús oyó las palabras de ellos, pero si las oía o no, de todas maneras sabía los pensamientos de ellos. El entendía a profundidad los propósitos de ellos, y por eso la naturaleza de su acusación. Sabiendo Jesús los pensamientos. "Dándose cuenta" (BJ, 1966). Gr. epiginoskó, "saber con seguridad", "reconocer". Repetidas veces, Jesús leyó los pensamientos de los hombres (Mar. 12: 15; Luc. 6: 8; 9: 47; 11: 17; cf. Juan 4: 16-19; 8: 7-9). Generalmente esto los enfurecía. Todo reino. Una nación donde hay guerra civil, evidentemente queda debilitada frente a otras naciones. Casa. Quizá se refiera a una división política como "casa" del que gobierna allí, o a una familia real, como la "casa de David" (1 Rey. 12: 16, 19-20, etc.). El mismo principio podría también aplicarse a una casa en el sentido de la morada de una familia. 12:26 -- Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? -- Si Satanás envía los demonios para tomar control de la gente para causar sufrimiento y miseria, y luego el mismo Satanás envía a Jesús para echar fuera aquellos mismos siervos obedientes de Satanás, entonces obra en contra de sí mismo. Tal proceder sería pura estupidez y ¿quién acusa a Satanás de ser estúpido? ¿Acaso los fariseos no sabían esto? ¿Eran estúpidos ellos mismos? ¿Quién no sabe que un reino dividido contra sí mismo será pronto asolado? ¡Qué locura decir que Satanás echaba fuera a Satanás! Todos sabían que los espíritus inmundos venían de Satanás y que los endemoniados eran afligidos por él. Es probable que la respuesta correcta es que ellos dijeron esto por causa de su desesperación. ¿Qué otra cosa podían hacer? Jesús estaba destruyendo su influencia y, por eso, disminuyendo su control sobre el pueblo. No podían negar que Jesús hacía milagros, porque eran muchos, eran estupendos y maravillosos, y había muchos testigos. Entonces ¿qué hacer? Les quedaron solamente dos alternativas: (1) admitir que Jesús hacía milagros por el poder de Dios y humillarse delante de El, o (2) atribuir sus milagros al diablo, diciendo que Jesús estaba aliado con Satanás, comisionado por El y vestido de poder diabólico. Pero ¿no entendieron lo ilógico de decir que Satanás echaba fuera a Satanás? Recuérdese que estaban desesperados y, por eso, no eran razonables. Así es la oposición contra Dios en toda época. Todo argumento contra Dios, contra Cristo, contra el evangelio, contra la iglesia, etc. es argumento ilógico. Sin embargo los falsos maestros no se preocupan por esto porque su único propósito es triunfar sobre la verdad, y para lograr su propósito emplean todas las armas carnales (2 Cor. 10:4). Echa fuera a Satanás. Satanás estaba empeñado en combate mortal con Cristo (Apoc. 12: 7-9; cf. Mat. 4: 1-11; Juan 12: 31; 16: 11; etc.). El diablo difícilmente podría ser tan necio como para trabajar contra sí mismo confirmando las afirmaciones de Cristo, su enemigo mortal, y cooperando con él en la expulsión de demonios que él mismo había introducido en los hombres. Procediendo así, su reino seguramente caería. Con esto Jesús mostró cuán absurdo era el argumento de los fariseos, y su razonamiento fue tan claro y 384 sencillo que todos pudieron comprenderlo. 12:27 -- Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. – Sus hijos eran sus discípulos, o seguidores, 22:16. Compárese 2 Reyes 2:3, "hijos de los profetas". Seguramente los fariseos creían que sus discípulos lanzaban demonios por el poder de Dios (véase Mat. 7:22; 24:24). Hech. 19:13 habla de los "judíos, exorcistas ambulantes". Estos usaban encantos de varias clases para "echar fuera demonios". Josefo describe tales casos. Entonces ¿por qué condenaron a Jesús por hacer lo que, según ellos, sus discípulos hacían? El propósito de esta pregunta de Jesús fue para exponer aun más la inconsecuencia de los fariseos. Ellos atribuyeron la obra de sus “hijos” a Dios, y no a Satanás. Entonces ¿por qué decir que Jesús lanzaba demonios por Beelzebú? Por lo tanto, sus propios "hijos" (discípulos, seguidores) serían sus jueces. Si los "hijos" de los fariseos que profesaban lanzar demonios admitían que la acusación hecha por los fariseos era cierta, entonces se condenaban a sí mismos. Por el otro lado si decían que la acusación era falsa, entonces condenaban a sus maestros y vindicaban a Jesús. De todas maneras serían sus jueces. Compárese Mat. 21:23-27, otro ejemplo de esta clase de argumentación de Jesús por la cual sus oponentes habrían perdido, no obstante cómo contestaran. ¿Por quién los echan vuestros hijos? Después de haber mostrado cuán absurdo era el argumento de los fariseos, Cristo les presentó un dilema. Evidentemente algunos fariseos pretendían poder echar fuera demonios; de otro modo, Jesús no hubiera presentado esto como un hecho. Josefo relata que en sus días se practicaba el exorcismo (Antigüedades 8. 2. 5), y los hijos de Esceva (Hech. 19:13-16) eran "exorcistas ambulantes". La palabra "hijos" no se refiere a los descendientes de los hombres a quienes Cristo estaba hablando, sino a sus seguidores. En tiempos del AT, los estudiantes en las escuelas de los profetas eran llamados "hijos de los profetas" (ver 2 Rey. 6: 1). 12:28 -- Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. – De todos los milagros hechos por Jesús parece que el echar fuera los demonios impresionaba más a la gente. Quedaron atónitos y maravillados, sumamente impresionados con esta señal. Jesús también hace caso especial de este milagro. Según El este fenómeno demostraba claramente "el dedo de Dios" (Luc. 11:20), o como dice Mateo, Jesús obraba "por el Espíritu de Dios" (Mat. 12:28). Por esta causa Jesús suena la alarma contra la blasfemia contra el Espíritu Santo (v. 32; Mar. 3:29,30).

Por lo tanto, el reino de Dios había llegado porque el reino de Satanás estaba sufriendo mucha pérdida. Había solamente dos alternativas: (1) Jesús echaba fuera demonios por la autoridad de Satanás, conclusión ilógica y absurda, porque de esa manera Satanás hubiera trabajado en contra de sí mismo, cosa que él nunca hace. ¡Satanás es muy astuto, no es estúpido! (v. 25-27). (2) La otra alternativa, la única que les quedaba, fue que Jesús echaba fuera demonios por el dedo de Dios y, por lo tanto, el reino de Dios había llegado; es decir, los milagros demostraban que todo lo que El había anunciado acerca del reino era cierto. En ese caso les convenía a los judíos regocijarse grandemente al ver la demostración del poder de Dios sobre el poder de Satanás. Les convenía preparar sus corazones para recibir este reino que tenía tanto poder de hacer obras de misericordia entre la gente. Pero "los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (Jn. 3:19). Esto presenta un pensamiento alarmante, porque indica que los fariseos, al observar la obra de Jesús, eran testigos de la presencia y el poder del mismo Dios a quién ellos profesaban servir. La llegada del Mesías sería también la llegada del reino de Dios anunciado por todos los profetas. En esto Jesús anticipa la llegada del reino el día de Pentecostés. El punto es que Dios ya estaba derrotando a Satanás como Jesús explica en los versículos que siguen. . Pero si. Después de mostrar cuán absurdo era lo que pretendían los fariseos (vers.25-26) y de haberlos puesto frente a un dilema al cual no podían responder (vers. 27), Cristo los llevó a considerar la alternativa inevitable de que lo que ellos habían atribuido a Satanás no era en realidad otra cosa sino el poder de Dios (ver com. vers. 24). Lucas se refiere a este poder como el "dedo de Dios" (Luc. 11: 20; cf. Exo. 8: 19). Durante su ministerio terrenal, los milagros de Jesús fueron realizados por el poder de Dios mediante el ministerio de los ángeles (DTG 117). Sus milagros daban testimonio de que él era el Mesías (ver DTG 373), y si el Mesías estaba en la tierra (Mat. 12:23), su "reino" no podía estar lejos. 12: 29 -- Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. -- El hombre fuerte representa el diablo. Jesús entró en su casa (la persona endemoniada) para atarlo antes de poder saquear su casa (echar fuera el demonio). Es importante observar que esta victoria sobre Satanás ocurrió cuando Cristo vino la primera vez, porque muchos maestros religiosos creen y enseñan que la victoria de Jesús sobre Satanás será hasta su segunda venida. Obsérvese esta verdad en los siguientes textos: Luc. 10:18, hablando del ministerio de los setenta y cómo ellos podían echar fuera demonios, "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo"; Jn. 12:31, "Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera"; 16:33, "yo he vencido al mundo"; Col. 2:15, "triunfando sobre ellos en la cruz"; Efes. 4:8, "Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva una hueste de cautivos" (LBLA); Heb. 2:14,15, "para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los ... sujetos a servidumbre"; Apoc. 20:1-3, Satanás atado para que no pudiera engañar más a las naciones. No se refiere a la segunda venida, sino a la primera venida. Cristo triunfó sobre Satanás de muchas maneras comenzando con las tentaciones de Mat. 4:1-11. Los que aceptan el evangelio de Cristo ya no se engañan. ¿Como se establece un reino? ¿No es necesario primero vencer al enemigo para poder establecer un reino nuevo? Primero es necesario triunfar sobre el enemigo. La historia habla de una sucesión de reinos o gobiernos establecidos después de la victoria del conquistador. Así también, Cristo tuvo que vencer primero, tuvo que triunfar sobre Satanás para establecer su propio reino. ¿Cómo puede alguno entrar? La parábola que Cristo presenta a continuación refuerza la verdad expuesta en el vers. 28 de que "ha llegado a vosotros el reino de Dios" y de que el reino de Satanás está siendo invadido. Cristo es el que entra en la casa o en el reino de Satanás (ver com. vers. 25). Una persona no entra en su propia casa para saquear sus propios bienes. Satanás no echa fuera a Satanás (vers. 26). Por lo tanto, cualquiera que entra en la casa de Beelzebú (ver com. vers. 24), para "saquear sus bienes", debe ser su enemigo. Del hombre fuerte. El uso del artículo definido en griego hace que se refiera a una persona específica: Satanás. Saquear sus bienes. Satanás pretendía que este mundo era de él, que le había sido entregado (Luc. 4: 6). Desde ese punto de vista, este mundo era su casa, y los seres humanos que estaban en él eran sus "bienes". Cristo vino a libertar a los cautivos de Satanás, primero de la cárcel del pecado (ver com. Luc. 4: 18) y después de la cárcel de la muerte (Apoc. 1: 18). Al echar fuera demonios, Cristo estaba arrebatándole a Satanás sus víctimas: estaba saqueando sus "bienes". Primero no le ata. El que ata al "hombre fuerte", debe necesariamente ser más fuerte que él (Luc. 11: 22). Sólo Dios es más fuerte que Satanás. Por lo tanto, frente a la evidencia de que Jesús está libertando a los cautivos de Satanás, debe entenderse que el poder de Dios está actuando por medio de Jesús. Los milagros de Cristo no dan testimonio de una alianza con Satanás, sino de que estaba en guerra contra él . 12:30 El que no es conmigo, contra mí es; {Mar. 9:40} y el que conmigo no recoge, desparrama. -- No puede haber neutralidad. El pueblo tuvo que escoger entre la verdad de Jesús o la mentira de los fariseos. No podían ser neutrales. Si no ayudaban a Jesús, entonces favorecían a los fariseos. Jesús recogía. El vino al mundo para recoger a todas las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat. 10:6), pero los fariseos desparramaban (Mat. 9:36). ¡Cómo se engañan solas muchas personas! Creen que son neutrales. Piensan que no se oponen a Jesús y su obra, aunque no se ocupan en ella; aprueban y aun defienden la verdad, hablan muy bonito de la Biblia y de la iglesia, sin reconocer que en realidad se han puesto al lado del enemigo. La indiferencia no es meramente indiferencia, sino oposición. El creer solamente sin obedecer es resistencia contra Dios. Si no entregamos todo el corazón a Dios no le damos nada. ¡Que todos entiendan una cosa: la supuesta neutralidad es pura hostilidad contra Cristo! ¿Hay conflicto entre este texto y Mar. 9:40, "el que no es contra nosotros, por nosotros es"? De ninguna manera. En este texto Jesús enseña la tolerancia de otros discípulos. Condena la envidia y la rivalidad. No se trata de la neutralidad. En Mar. 9:40 se trata de juzgar al hermano, pero en este texto (Mat. 12:30) cada persona tiene que juzgar a sí mismo. No es conmigo. En el gran conflicto por el alma del hombre no hay territorio neutral pues la neutralidad es imposible . Todos son o leales o traidores. El que no está enteramente de parte de Cristo, está enteramente de parte del enemigo, vale decir que el peso de su influencia se inclina en esa dirección. El estar casi, pero no completamente con Cristo, es estar no casi sino plenamente contra él. Lo que Cristo aquí afirma no debe entenderse que contradice a Mar. 9: 40: "El que no es contra nosotros, por nosotros es". En cierto modo se complementan. El que se niega a seguir a Jesús, daña la obra de Cristo. Por otra parte, la declaración de Marcos indica que algunas personas que no proceden como nosotros creemos que deberían proceder, sin embargo, pueden estar haciendo la obra de Dios y fomentando la causa de Jesús.

12:31 -- Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A

cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. {Luc. 12:10} -- Dar repaso sobre los versículos anteriores: (1) Jesús sana a un endemoniado, ciego y mudo, v. 22; (2) La acusación blasfema de los fariseos, v. 24; (3) La respuesta sencilla e irrefutable de Jesús, v. 25,26; (4) ¿Por quién los echan vuestros hijos? v. 27; (5) Ha llegado a vosotros el reino de Dios, v. 28; (6) Primero hay que atar al hombre fuerte, v. 29; (7) No puede haber neutralidad. Ahora analizamos la blasfemia contra el Espíritu Santo como prueba o evidencia de la condición depravada de los fariseos. Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, v. 31. -- La palabra "evangelio" significa "buenas nuevas"; es decir, por medio del evangelio de Jesucristo todo pecado será perdonado. Véanse los catálogos de pecados (Rom. 1:28-32; 1 Cor. 6:9-11; Gál. 5:19-21, etc.). Todos estos pecados serán perdonados por Dios si nos arrepentimos, confesamos a Cristo y somos bautizados para perdón de pecados. Los pecados de David (el codiciar, el adulterar, el matar) fueron perdonados. Los "muchos" pecados de la mujer de Luc. 7 fueron perdonados. Pedro negó a Cristo tres veces pero fue perdonado. Saulo de Tarso persiguió a Jesús pero fue perdonado. Blasfemar significa "difamar o injuriar...cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante, calumniador". Este pecado cometido aun contra Jesús tenía y tiene perdón, v. 32. Le acusaban de ser glotón y borracho; decían que era samaritano (término muy insultante para cualquier judío), que estaba loco, y que blasfemaba cuando perdonaba pecados. Se describen aun aquellos que lo crucificaron como ignorantes (Luc. 23:34; Hech. 3:17; 13:27; 1 Cor. 2:8). Todos estos insultos, blasfemias e injurias recibieron perdón cuando los culpables obedecieron al evangelio. Pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada, v. 31 -- Al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, v. 31,32. El v. 31 dice "blasfemia" y el v. 32 dice "hablar contra". El mismo texto explica la palabra "blasfemia". Mar. 3:29 dice "cualquiera que blasfeme contra el Espíritu". Marcos 3:30 explica la blasfemia contra el Espíritu Santo: V. 31, "Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo". La blasfemia contra el Espíritu se refiere a lo que los fariseos acabaron de decir (Mat. 12:24), "Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios". Marcos 3:22, "decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios". Lo que ellos decían no era simplemente una calumnia contra Jesús, sino una blasfemia contra el Espíritu Santo. Decían que el Espíritu Santo era Satanás (espíritu inmundo). ¡Esta es la blasfemia contra el Espíritu Santo! La obra del Espíritu Santo es atribuida a Satanás. Negaban los fariseos que Jesús hizo la gran obra de echar fuera los demonios por el poder del Espíritu Santo. Mas bien, según ellos, lo hizo por el poder de Beelzebú, príncipe de los demonios, o sea, Satanás mismo. Al decir esto hablaron o blasfemaron contra el Espíritu Santo, dando a entender que en realidad el Espíritu Santo era un espíritu inmundo. Dicen los carismáticos que hablamos contra el Espíritu cuando denunciamos sus "señales y prodigios mentirosos". Esta acusación es completamente necia y absurda. Al decir esto ellos demuestran su profunda ignorancia de las Escrituras (Mat. 22:29). Desde luego, no hablamos contra el Espíritu, sino probamos los espíritus, 1 Jn. 4:1,2. ¿Por qué no se perdona este pecado? Isa. 5:20 dice, "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!" Es precisamente lo que hicieron los fariseos. Lo que era tan obviamente bueno y de Dios -- la vida, el ejemplo, las enseñanzas y las maravillas de Jesús -- ellos lo llamaron malo y del diablo. El propósito de ellos era profundamente malicioso. Jesús echó fuera los demonios por el Espíritu de Dios (v. 28), pero los fariseos estaban resueltos a no creerlo, y se atrevieron a decir que ese poder era en realidad Satanás. Dice el Diccionario de W. E. Vine, "cualquiera, con la evidencia del poder del Señor ante sus ojos, declarara que era un poder satánico, exhibía una condición de corazón más allá de la iluminación divina, y por ello desesperada". No había sacrificio bajo la ley de Moisés para el pecado cometido "con soberbia". Núm. 15 describe la expiación para los pecados de "yerro", pero en el v. 30 dice (según LBLA), "Pero aquel que obre con desafío (lit., con mano levantada) ... ése blasfema contra el Señor, y esa persona será cortada de entre su pueblo". Véanse también 1 Sam. 3:14; Isa. 22:14. En esto vemos que el concepto de estar más allá de la salvación no era idea nueva. Al ver las obras de Jesús y al oír sus enseñanzas, los escribas y fariseos estuvieron en la misma presencia de Dios, pero indicaron que más bien estuvieron en la presencia de Satanás. No hay depravación más profunda que esta. -- ni en este siglo ni en el venidero, v. 32. -- No hay la más mínima sugerencia en este texto de que haya manera de recibir el perdón de Dios después de morir. Recuérdese Luc. 16:23-31. Marcos 3:29, "no tiene jamás perdón, sino que es reo (culpable) de juicio eterno". Es claro, pues, que la expresión "ni en este siglo ni en el venidero" enfatiza el hecho de que nunca habrá perdón. Todo pecado. Salvo una excepción, todo pecado y blasfemia pueden perdonarse. Blasfemia Blasfemar (del griego blaptein, "injuriar", y pheme, "reputación") Etimológicamente significa grave irreverencia hacia cualquier persona o cosa digna de ser estimada. Pero en su uso estricto y generalmente aceptado se refiere a una ofensa contra Dios La blasfemia es una grave irreverencia hacia cualquier persona o cosa merecedora de una especial estima o veneración. Para muchas culturas está mal visto que se insulte de forma escrita u oral al dios o dioses de su religión establecida, y estas restricciones tienen categoría de ley en algunos países, en especial en las teocracias. En muchos idiomas las blasfemias se pueden maquillar empleando eufemismos. En el Antiguo Testamento la palabra aparece referenciada solamente 4 veces, lo que indica que su uso no era muy popular y el concepto apelaba a declaraciones obsenas en contra de Dios, una forma peyorativa en aquel tiempo de insultar al pueblo de quien su dios era representante. En el Nuevo Testamento, la palabra blasfemia aparece transliterada en la mayoría de los textos en donde aparece, rara vez se traduce con otro término alterno, por ejemplo: injurias (Marcos 7:22), maledicencia (Efesios 4:31, Colocenses 3:8, 1ª Timoteo 6:4), y juicio de maldición (1ª Pedro2:11, Judas 1:9). En la situación específica a la cual Cristo hace referencia, un grupo de fariseos había atribuido al diablo (vers. 24) el poder del Espíritu Santo (ver vers. 28), sabiendo plenamente que su acusación era falsa . Este deliberado rechazo de la luz los estaba llevando paso a paso a blasfemar "contra el Espíritu". Es importante notar que la afirmación hecha por los fariseos surgió en el momento culminante de un largo proceso de rechazo de las evidencias cada vez más claras de que Jesús era divino , proceso que había comenzado cuando Jesús nació pero que se había intensificado a medida que progresaba su ministerio. Cuanto más clara la evidencia, más decididamente se le opusieron (cf. Ose. 4: 6). Con el correr del tiempo, cada encuentro con Jesús servía sólo para revelar la hipocresía de ellos, y se fueron amargando más y más y hablaron en forma más violenta. En esta ocasión afirmaron abiertamente que Jesús estaba endemoniado y que trabajaba en colaboración con Satanás, como uno de sus cómplices. En adelante quedaron bajo el control del mismo poder que habían dicho que dominaba a Cristo. La blasfemia contra el Espíritu Santo, o sea el pecado imperdonable, consiste en la resistencia progresiva a la verdad, y culmina en una decisión final e irrevocable en contra de ella, hecha deliberadamente y sabiendo muy bien que al proceder así se está escogiendo seguir una conducta propia que se opone a la voluntad divina. La conciencia está cauterizada por la resistencia continua a las impresiones del Espíritu Santo y quien está en esa situación difícilmente comprende que ha hecho la decisión fatal. Puede también ocurrir que simplemente no se llegue nunca a hacer la decisión de actuar en armonía con la voluntad de Dios. La persona que se siente temerosa de que pudiera haber cometido el pecado imperdonable, en ese mismo temor tiene la evidencia concluyente de que no lo ha cometido. La persona más desgraciada es aquella cuya conciencia la molesta por hacer el mal cuando sabe que debería hacer el bien. Una vida cristiana desdichada generalmente es el resultado de no vivir a la altura de la luz que se tiene. La persona cuya conciencia la molesta puede resolver el problema y librarse de la tensión de dos maneras: puede someterse al poder transformador del Espíritu Santo y responder a los impulsos del Espíritu rectificando los yerros cometidos

con Dios y con el hombre, o puede cauterizar su conciencia y eliminar sus dolorosos impulsos, silenciando así al Espíritu Santo (ver Efe. 4: 30). El que hace esto último no puede arrepentirse porque su conciencia se ha tornado para siempre insensible y no quiere arrepentirse. Deliberadamente ha colocado su alma más allá del alcance de la gracia divina. Su persistente perversión del libre albedrío da por resultado la pérdida de la capacidad de discernir entre el bien y el mal. Por último el mal parece ser bueno, y el bien parece ser malo (ver Miq. 3: 2; com. Isa. 5: 20). Tan engañoso es el pecado. Bien se ha dicho que la conciencia es el ojo de Dios en el alma del hombre. Es un amonestador divinamente implantado que impulsa a los hombres a vivir siempre en armonía con la luz que les ha sido revelada. Corromper la conciencia, aun en el grado más pequeño, es arriesgarse a la muerte eterna. La desobediencia persistente y deliberada a Dios finalmente se transforma en hábito que no puede quebrantarse . Compárese esto con el proceso comúnmente descrito como endurecimiento del corazón (ver com. Exo. 4: 21). No les será perdonada. No porque Dios no esté dispuesto a perdonar, sino porque el que ha cometido este pecado no tiene deseo de ser perdonado. Tal deseo es imprescindible para alcanzar el perdón. La persona que ha cometido el pecado imperdonable ha cortado la comunicación con el cielo a fin de no ser molestada más por las advertencias y las admoniciones del Espíritu Santo. Hijo del Hombre. Esta era la forma favorita en que Cristo se llamaba a sí mismo, y aparece unas 80 veces en los Evangelios. Sin embargo, nadie lo llamó en esa forma, ni ninguno de los escritores de los Evangelios se refiere a él así. A lo menos, entre algunos judíos, ese título era entendido como un nombre para el gobernante mesiánico del nuevo reino que se iba a establecer. Excepto bajo juramento (Mat. 26: 63-64; Mar. 14: 61-62), y en privado para los que estaban listos a creer en él como el Cristo (Mat. 16: 16-17; Juan 3: 13-16; 4: 2526; 16: 30-31), Jesús no afirmó directamente su carácter mesiánico. Su propósito era que los hombres reconocieran en su vida, sus palabras y sus obras, la evidencia de que las profecías del Mesías se habían cumplido en él. Jesús era literalmente "el Hijo del Hombre" tanto en un sentido puramente histórico (Luc. 1: 31- 35; Rom. 1: 3-4; Gál. 4: 4) como en un sentido más excelso. El título "Hijo del Hombre" lo designa como al Cristo encarnado (Juan 1: 14; Fil. 2: 6-8). Destaca el milagro por el cual el Creador y la criatura se unieron en una persona divino-humana. Testifica de la verdad de que ciertamente los hijos de los hombres pueden llegar a convertirse en hijos de Dios (Juan 1: 12; Gál. 4: 3-7; 1 Juan 3:1-2). La Deidad se identificó con la humanidad a fin de que la humanidad pudiera otra vez transformarse a la imagen de la Divinidad (DTG 16). Acerca de Jesús como el Hijo de Dios, ver com. Luc. 1: 35; Juan 1:1-3; y como el Hijo del hombre, com. Luc. 2:49, 52; Juan 1: 14 Le será perdonado. Comparar esto con la oración de Cristo en la cual pidió que Dios perdonara a los soldados que lo habían clavado a la cruz (Luc. 23: 34). Muchos de los sacerdotes y dirigentes de la nación, junto con miles de otras personas, finalmente creyeron en él, y después de Pentecostés se pusieron de parte de los discípulos (Juan 12: 42; Hech. 6: 7). Pudieron recibir el perdón porque antes no habían discernido plenamente el carácter divino de Jesús (DTG 289). El hecho de que no reconocieran a Jesús como el Mesías de la profecía, por causa de su entendimiento incorrecto de las profecías del AT (DTG 22), no los hizo insensibles a la verdad, y cuando vieron la verdad como es en Cristo Jesús, con valor se pusieron de parte de ella. No le será perdonado.en este siglo. Gr. aion, "siglo", "edad". Las diversas traducciones de este vocablo sugieren que su sentido es múltiple. La palabra aparece en el NT griego 101 veces (si se cuentan como una vez los casos donde aparece la frase "siglos de los siglos"), de las cuales la RVR traduce 60 veces como "siglo" (Mat. 12: 32; 13: 22 Efe. 2: 7; Col. 1: 26; etc.). La palabra aiÇn tiene uso idiomático que se refiere a un largo período de tiempo, y la RVR la traduce 18 veces como "siempre" (Luc. 1: 55; Juan 6: 51; etc.) y 9 veces como "jamás" o "nunca" (Mat. 21: 19; Mar. 3: 29; Juan 4: 14; etc.). Cinco veces la traduce como alguna forma del adjetivo "eterno" o el adverbio "eternamente" (Juan 11: 26; Efe. 3: 11; Jud. 13; etc.).Cinco veces aiÇn se traduce más con un sentido espacial que temporal ("mundo", Mat. 28: 20; "universo", Heb. 1: 2), pero la idea básica es la de un período de tiempo. En aion la idea de mundo es desde el punto de vista del tiempo, mientras que en kósmos es el mundo desde el punto de vista del espacio (Mat. 4: 8; 5: 14; etc.). El venidero. El siglo venidero, o sea la vida futura. No habrá un segundo tiempo de gracia. 12:33 -- O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. -- {Mat. 7:20; Luc. 6:44} 34 ¡Generación de víboras! {Mat. 3:7; 23:33; Luc. 3:7} ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón había la boca. {Mat. 15:18; Luc. 6:45} -- ¿Por qué blasfemaron los fariseos? ¿Por qué hablaron así? Porque el árbol (el carácter) era malo, y por eso el fruto (el habla) era malo. El árbol y su fruto son inseparables, Sant. 3:10-12. El árbol infunde en su fruto su propia naturaleza. Jesús es un perfecto ejemplo del árbol bueno. Su fruto (su habla, su enseñanza) siempre era bueno. Si Jesús hubiera obrado no por el Espíritu Santo, sino por Satanás, entonces sus enseñanzas habrían sido corruptas. Los fariseos eran un perfecto ejemplo del árbol malo. Su fruto (su habla, su enseñanza, y en este texto el blasfemar contra el Espíritu Santo) siempre era malo. El punto es que cuando ellos blasfemaron contra el Espíritu Santo, en ese mismo acto exhibieron su fruto y demostraron que el árbol era malo. Demostraron que eran una generación de víboras, V. 34; Mat. 3:7; 23:33. ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? El hablar es el fruto. No podía haber buen fruto porque el árbol (ellos) era malo. Solamente podían llevar fruto enfermo y corrupto. Porque por el fruto se conoce el árbol, Mat. 5:16-20. O haced. Los fariseos eran inconsecuentes. Habían atribuido la liberación del yugo de la posesión demoníaca -ciertamente algo bueno- a los demonios mismos (vers.24). Si los frutos son buenos, el árbol en el cual crecieron también debe serlo. El árbol. Según se desprende del contexto, Jesús habla aquí de sí mismo. La curación del endemoniado ciego y mudo (vers. 22) era el 386 "fruto", y ninguno que hubiera visto el milagro podía negar que ese "fruto" era bueno. Sin embargo, los fariseos atribuyeron este buen fruto a un árbol malo, a "Beelzebú, príncipe de los demonios" (vers 24). Pero Jesús declaró que sólo un buen carácter puede producir "buenas cosas", así como un carácter malo produce "malas cosas" (vers. 35). El árbol bueno siempre se conocerá por su buen fruto y el árbol malo por sus malos frutos (ver com. cap. 7: 16-20). De este modo los fariseos eran

sumamente ilógicos al atribuir un fruto reconocido como bueno a un árbol malo. Con frecuencia en el AT se compara a una persona o a un pueblo con un árbol (ver com. Juec. 9: 8-10; Sal. 1: 3; Isa. 56: 3; Dan. 4: 10). Más tarde Jesús se comparó con una "vid", y comparó a sus discípulos con los "pámpanos", y a los que eran ganados para el reino con el "fruto" (Juan 15: 5-8). En cuanto a otros casos en los cuales se emplea la figura del fruto para representar diferentes cosas y para enseñar diferentes verdades, ver com. Mat. 13: 33. ¡Generación de víboras! Literalmente, "progenie de víboras" O "raza de víboras" (BJ). Cristo mismo empleó posteriormente un lenguaje casi idéntico al dirigirse a los fariseos y saduceos. Se jactaban de ser hijos de Abrahán (ver com. cap. 3: 9), pero no hacían las "obras de Abrahán" (Juan 8: 39) y por lo tanto eran hijos de su "padre el diablo" (jn8: 44). ¿Cómo podéis hablar? Eran malos tanto el fruto (vers. 33) como la progenie (vers. 34) de los fariseos. Lo que habían dicho -el fruto de ellos- era malo, y eso indicaba que procedía de una fuente mala. Actuaban como "víboras", y por lo tanto debían ser una progenie de víboras (ver com. Juan 8: 44). Abundancia del corazón. Las palabras que se pronuncian son en mayor o menor grado un reflejo de los pensamientos que llenan la mente; no puede ser de otro modo. Las palabras blasfemas de los fariseos (vers. 24) no fueron pronunciadas por accidente, sino representaban lo que estaba en su corazón. Las palabras de una persona muestran lo que piensa. 12:35 -- El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. – Esta es otra figura que enseña la misma lección. El hombre bueno saca cosas buenas del buen tesoro del corazón, y el hombre malo saca cosas malas del suyo. El "tesoro" de cada quien es la acumulación de todos sus pensamientos, deseos, planes, intentos, ambiciones, etc. De este "tesoro" (malo o bueno) saca buenas o malas palabras. Los fariseos sacaron de su "tesoro" malo (malicioso) la blasfemia contra el Espíritu Santo. Al escuchar por muy poco tiempo las palabras de cualquier individuo sabemos mucho acerca de ellas. La boca revela el corazón. Las palabras revelan el carácter, corresponden al carácter. Lo que los fariseos dijeron reveló lo que eran: la clase de árbol que eran, la clase de tesoro que tenían. Prov. 26:18,19, "Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte, tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma". A veces alguien se enoja y pronuncia palabras malas que hieren y ofenden. Luego pide perdón diciendo, "Perdóneme, yo no quise decir eso". La verdad es que lo que decimos espontáneamente, es decir, cuando no estamos en guardia, cuando no cuidamos las palabras y no nos preocupamos por lo que decimos es cuando revelamos la verdadera condición del corazón. Algunos quieren justificar el pecado diciendo, "pero su corazón es puro"; es decir, se cree que Dios no condena nuestra mala conducta o nuestras palabras malas si nuestro corazón es recto. Pero aquí precisamente está el problema. La mala conducta y las malas palabras demuestran que el corazón no es puro ni recto. El hombre bueno. Esta es una aplicación literal del principio presentado en el vers. 33 con la figura de un árbol. Tesoro. Gr. thesaurós, "cofre [para joyas]", "tesorería", "almacén" (ver com. cap. 2: 11). Aquí se habla de la mente como si fuera el almacén donde se han guardado la experiencia y el conocimiento acumulados y las actitudes y emociones cultivadas para emplearlas en hacer frente a los problemas de la vida. Del corazón. La evidencia textual establece la omisión de estas palabras. Saca. Literalmente, "echa fuera". 12:36 -- Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. -- Seremos juzgados por los hechos (Mat. 25:31-46), pero también seremos juzgados por las palabras que revelan los pensamientos y el carácter. La palabra ociosa se usa del árbol estéril, de la tierra no sembrada y del hombre perezoso. No se refiere a la conversación inocente acerca de asuntos sociales y seculares (en contraste con conversación sobre asuntos religiosos); más bien, como vemos en este contexto, se refiere a las palabras de malicia, de calumnia, etc. Ociosa. Literalmente, "que no trabaja", "improductiva", "inútil", y por lo tanto, como aquí, "mala" o "perniciosa". Al acusar a Cristo de echar a los demonios con la ayuda del príncipe de los demonios (vers. 24), los fariseos habían afirmado algo que sabían que no era cierto. Darán cuenta. El hombre es responsable de la manera en la cual emplea su libre albedrío.

Comentarios de La bIblia dice: LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPÍRITU SANTO ¿Qué debemos entender concretamente cuando la Biblia habla de la blasfemia contra el Espíritu Santo en Lucas 12:10? Leamos el texto que se encuentra en Lucas 12:10. Dice así: “A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.” Estas palabras fueron dichas por Jesús. Para entender el significado de ellas, es necesario examinar con detenimiento las circunstancias en las cuales fueron pronunciadas por Jesús. Para eso es necesario recurrir al Evangelio según Mateo capítulo 12. Allí, a partir del versículo 22 notaremos que fue traído a Jesús un endemoniado, ciego y mudo. Jesús le sanó de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Al mirar tan singular milagro, mucha gente estaba atónita y se preguntaba: ¿Será éste aquel Hijo de David? En otras palabras, esta gente vio en Jesús indicios

que apuntaban a que él era el Cristo, el Mesías, el Hijo de David, pero no estaban totalmente seguros como para afirmar sin sombra de duda que Jesús era el Cristo. Al menos dieron a Jesús el beneficio de la duda. Pero entre la multitud había otros que ni siquiera dieron a Jesús el beneficio de la duda. A pesar de haber visto con sus propios ojos que Jesús tenía todas las evidencias que demostraban que él era el Mesías, el Cristo, voluntariamente ignoraron esas evidencias y llegaron a la conclusión que Jesús echaba fuera demonios por Beelzebú, príncipe de los demonios. En otras palabras atribuyeron a Satanás el poder que Jesús tenía para hacer milagros. Conociendo el pensamiento de estas personas, Jesús les amonestó severamente en cuanto a lo absurdo de pensar que echaba fuera demonios por el poder de Satanás. Luego afirmó que es por el poder del Espíritu Santo que echaba fuera demonios. Fue el Espíritu Santo quien dio poder a Jesús para que realice todos los milagros que hizo. De esta manera el Espíritu Santo se constituyó en el principal testigo de que Jesús es el Mesías, el Cristo. Fue en estas circunstancias cuando Jesús pronunció las palabras que leímos en Lucas 12:10. En ellas se nota que si una persona niega que Jesús es el Cristo, por ignorancia, porque nunca le ha visto personalmente y porque nunca ha visto su poder, puede ser perdonada, si se arrepiente por supuesto. Ese fue el caso de Saulo de Tarso quien fue perdonado a pesar de haber blasfemado contra Jesús y de haber perseguido a sus discípulos. Note lo que dijo en 1ª Timoteo 1:13 donde dice: “habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad.” En cambio, si una persona habiendo visto personalmente a Jesús y habiendo estado plenamente conciente que Jesús es el Cristo, y habiendo voluntariamente rechazado que Jesús es el Cristo, ha blasfemado contra el Espíritu Santo, porque es el Espíritu Santo quien en último término testifica que Jesús es el Cristo. Este fue el caso de los fariseos que habiendo estado con Jesús y habiendo visto el poder de Jesús, sin embargo atribuyeron a Satanás las obras que Jesús hacía. De esta manera, voluntariamente rechazaron a Jesús como el Cristo, como el Mesías y al hacerlo blasfemaron contra el Espíritu Santo, pecado que según las palabras de Jesús, jamás les será perdonado. En conclusión entonces la blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado que cometieron algunos fariseos, quienes a pesar de estar con Jesús y ver el poder del Espíritu Santo actuando en él, lo cual era la demostración que Jesús es el Cristo, el Mesías de Israel, sin embargo, voluntariamente atribuyeron a Satanás el poder que actuaba en Jesús y de esa manera negaron que Jesús es el Cristo, el Mesías de Israel. http://labibliadice.gospelcom.net/labibliadice/aqualisplus/indexr.php Opiniones las personas que blasfeman de este modo adoptan una postura consciente contra la acción liberadora de Jesús. Entonces la gente pregunta: ¿Qué puede hacer Dios en favor de las personas que lo rechazan conscientemente, que rechazan a su Hijo y también al Espíritu que obra en Jesús? Absolutamente nada, porque Dios respeta la libertad de las personas. Y, como dice el libro del Apocalipsis, Dios dará a cada uno según las opciones que haya hecho y sus acciones (Ap 20,13). La acción del Espíritu es muy importante en el evangelio de Lucas. Ya hemos visto cómo Jesús actúa movido por su fuerza. Cuando muere Jesús entrega el Espíritu en manos del Padre (Lc 23,46). Una vez resucitado, les pide a los discípulos que permanezcan en Jerusalén hasta que sean revestidos con "la fuerza de lo alto", es decir, con el poder del Espíritu Santo (Lc 24,49). Este mismo Espíritu descenderá sobre los discípulos el día de Pentecostés (Hec 2,1-11) Y estos continuarán la misión de Jesús, hasta los confines de la tierra (Hec 1,8) Por tanto, la blasfemia contra el Espíritu no es simplemente una expresión malsonante. Es una actitud muy concreta, pensada conscientemente, en la que se rechaza a Jesús, su proyecto y también al Espíritu que obra en Él y en sus seguidores. ...................... La Blasfemia contra el Espíritu Santo no consiste en decir cosas desagradables del Espíritu Santo. La blasfemia del Espiritu Santo consiste en adjudicarle a Satanas la obra que solo hace Dios. ........ Yo pienso que la blasfemia contra el Espiritu Santo es atribuirle a Satanas la obra de Dios a conciencia y deliberadamente. Esto lleva a la persona a rechazar constantemente la obra intercesora del Espiritu Santo hacia su propia vida y esto trae que la persona no le crea o simplemente no quiera ser contristado por el Espiritu Santo (resistir) que es el unico que puede convencernos ( a nuestro espiritu ) que Jesus es el verdadero Mesias y que si no nos rendimos a El, no hay perdon posible de pecados. Sin la intervencion del Espiritu Santo (quien no habla de El sino del Hijo) no hay la mas minima posibilidad de arrepentimiento y conversion a Cristo trayendo por consecuencia la muerte eterna. -------------En cuanto a la blasfemia contra el Espiritu Santo. La Biblia relata como algunos hombres, estudiosos de las Escrituras, VIENDO diariamente la mano poderosa de Dios obrando atraves de Jesucristo en milagros, sanidades, liberacion de demonios, etc., adjudicaron este poder al diablo. Estas personas estaban empecinadas en atribuirle al diablo el poder y la obra del Espiritu Santo, que eso mismo es: santo. Alli es donde radica la blasfemia. Adjudicar al diablo el poder de Dios. Lo sensato es no hablar con ligereza cuando vemos alguna manifestacion espiritual que no entendemos, simplemente orar a Dios para que nos de discernimiento.

1

2

3

δαιμονίζομαι –daimonizomai - Thayer Definition: Estar bajo el poder de un demonio. Verbo daimonizomai (daimonivzomai, 1139) significa estar poseído por un demonio, actuar bajo el control de un demonio. Los que se hallaban así afligidos expresaban la mente y conciencia del demonio o de los demonios que moraban en ellos (p.ej., Luk_8:28). Este verbo se halla en Mateo y Marcos (Mat_4:24; 8.16,28,33; 9.32; 12.22; 15.22; Mc 1.32; 5.15,16,18; también en Luk_8:36 y Joh_10:21). εξιστημι -existē mi - sacar (quedar fuera) de casillas, i.e. aturdir, o (refl.) quedar atónito, atontado, loco:-asombrar, atónito, engañar, espantar, loco, maravillarse. δαιμόνιον - daimonion --daimon (daivmwn, 1142), demonio. Significaba entre los griegos paganos una deidad inferior, tanto si era buena como mala. En el NT, denota un espíritu malo. Se usa en Mat_8:31: Los hay que derivarían este vocablo de una raíz da–, significando distribuir. Es más probable que provenga de una raíz similar da–, que significa conocer, y de ahí significaría uno que conoce.¶ 2. daimonion (daimovnion, 1140), no un diminutivo de daimon, Nº 1, sino neutro del adjetivo daimonios, perteneciente a un demonio.

4

BAAL-ZEBUB, BELCEBÚ - 1. En el heb.heb. hebreo del ATAT Antiguo Testamento ba'al zƒb_uÆb_(‘señor de las moscas’), probablemente una alteracion burlona de ba'al zƒb_uÆl (‘príncipe *Baal’), aparece como el nombre del dios de Ecron, al que Ocozías, rey de Israel, procuró consultar durante su última enfermedad (2 R. 1.1–6, 16). 2. En el gr.gr. griego del NTNT Nuevo Testamento beelzeboul, beezeboul (Beelzebú en °vrv2°vrv2 Versión de Reina y Valera, rev. 1960; Beelzebub en TRTR Theologische Rundschau y en °vm°vm Versión moderna (hecha por H. B. Pratt), eds. rev. 1929) es el príncipe de los demonios (Mt. 12.24, 27; Mr. 3.22; Lc. 11.15, 18s), y se lo considera como Satanás (Mt. 12.26; Mr. 3.23, 26; Lc. 11.18). En el habla semítica de la época puede haberse entendido como “el señor de la casa” ;de ser así, podría ser que en Mt. 10.25b la frase se hubiese usado con doble sentido. 5

SATANÁS -Nombre del príncipe del mal, heb.heb. hebreo sŒaµtn, gr.gr. griego Satanas, que significa básicamente “adversario” Σατανᾶς Satanás; de orig. cald. corresp. a G4566 (con el afin def.); el acusador, i.e. el diablo:-Satanás. 6

7

αμαρτια ̔ – hamartia - es, lit., errar el blanco, pero este significado etimológico se pierde de vista en gran medida en el NT. Es el término más inclusivo de distorsión moral. Se usa del pecado como principio o fuente de la acción, o un elemento interno productor de acciones βλασφημια - blasphē mia - vilipendio (espec. contra Dios):-blasfemia, maldición, maledicencia;.derivado

ya de blax, lento, estúpido; o, probablemente, de blapto, dañar, y feme, habla). Se traduce «blasfemia» en quince ocasiones en la RVR, pero «maledicencia» en Mc 7.22 y Eph_4:31, y «blasfemo» en Rev_13:1 (RV: «nombres de blasfemia»).. B. Verbo blasfemeo (blasfhmevw, 987), blasfemar, difamar o injuriar. Se usa: (a) de una manera general, de cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante, calumniante, como la de aquellos que injuriaban a Cristo (p.ej., Mat_27:39 «injuriaban», RV: «decían injurias»; Mc 15.29: «injuriaban», RV: «denostaban»; Luk_22:65 «injuriando»; 23.39: «injuriaba»); (b) de aquellos que hablan despreciativamente de Dios o de lo sagrado (p.ej., Mat_9:3; Mc 3.28; Rom_2:24; 1Ti_1:20; 6.1; Rev_13:6; 16.9,11,21. «Ha blasfemado» (Mat_26:65); «decir mal» (2Pe_2:10); «blasfeman», RV: «vituperan» (Jud_8); «blasfeman» o «maldicen» (Jud_10); «hablando mal», RV: «diciendo mal» (2Pe_2:12); «calumnia», «somos blasfemados» (Rom_3:8); «sea … vituperado», RV: «sea … blasfemado»; «he de ser censurado», RV: «he de ser blasfemado» (1Co_10:30 ); «será blasfemado» (2Pe_2:2); «difamen», RV: «infamen» (Tit_3:2); «ultrajan» (1Pe_4:4); nos «difaman», RV: «somos blasfemados» (1Co_4:13). El verbo, en la forma de participio presente, se traduce «blasfemadores» en Act_19:37; en Mc 2.7: «blasfema», VM: «blasfemias dice». No hay nombre en el original que pueda representar el término castellano «blasfemador». Este término se expresa ya bien por el verbo, o por el adjetivo blasfemos. Véanse CALUMNIAR, CENSURAR, DECIR (MAL), DIFAMAR, HABLAR (MAL), INJURIAR, MAL, ULTRAJAR, VITUPERAR. C. Adjetivo blasfemos (blavsfhmo", 989), abusivo, hablando mal. Se traduce «blasfemas» en Act_6:11,13; «blasfemo» en 1Ti_1:13; «blasfemos» (RV: «detractores», 2Ti_3:2): «de maldición» (2Pe_2:11). Nota: En cuanto a la enseñanza de Cristo con respecto a la blasfemia contra el Espíritu Santo (p.ej., Mat_12:32), si ante la evidencia del poder del Señor una persona declara que ese poder es satánico, está demostrando una condición espiritual totalmente privada de la iluminación divina, y por ello irremediable. El perdón divino en ese caso no encajaría bien con la naturaleza moral de Dios. En cuanto al Hijo del Hombre, en su estado de humillación, pudieran haber malos entendidos, pero no en cuanto al poder del Espíritu Santo que se manifiesta. 8

Nota vers 29: 29. Juicio eterno. La evidencia textual se inclina por la variante "pecado eterno" (BJ).

Related Documents