l monstruo de colores. Actividades y Materiales
El monstruo de colores es un recurso maravilloso para trabajar las emociones con los más pequeños. De una manera muy gráfica (usando el color como eje central del relato) aprenderemos a identificar las distintas emociones. Os compartimos un recopilatorio de actividades y materiales que podéis hacer después de leer el cuento y que apoyan el trabajo emocional. Ficha técnica
Datos
Nombre : El monstruo de colores
Autor: Anna LLenas
Edad Recomendada: 3-6 años
Competencia Socio-Emocional que trabaja: Autonococimiento .
Video del cuento.
Enlace PDF
Actividad botes de colores
Emociones- Colorear
Imprimibles- Colorear
Actividades Recomendadas:
1. Identificar Emociones
Objetivo de la actividad: El monstruo de colores identifica cada emoción con un color de esta manera es muy fácil para los niños poder identificar las emociones de manera gráfica y además ayudamos a etiquetar las distintas emociones. La propuesta de esta actividad es justamente ejercitar este conocimiento de vocabulario emocional.
Descripción de la actividad:
1.
Fabricaremos 5 monstruos con cada una de las emociones , coloreando cada uno de ellos.
2.
Fabricaremos supuestos con tarjetas con situaciones en las que se de cada una de las emociones.
3.
Leeremos juntos (adulto) ó de manera individual , cada uno de los supuestos.
4. Colocaremos la tarjeta en el monstruo correspondiente.
Ejemplo “ El mejor amigo de Carlos se irá a vivir a otra ciudad, ¿cómo se siente Carlos?” Los niños deberían poner la tarjeta al lado del monstruo-azul-triste.
Materiales de descarga. Algunos supuestos ya elaborados . Podéis descargar en este enlace .
2. Emociónetro
Objetivo de la actividad Hay veces que es complejo saber expresar aquello que nos pasa, así que un emociómetro es un buen material para que cada día , cada uno de nosotros exprese de manera gráfica cómo se siente.
Descripción
1. Dibujaremos un monstruo en una cartulina de cada color según la emoción, podemos hacerlo los adultos ó bien los niños dependiendo de las edades. 2. Colocaremos escrito el nombre de la emoción en la cartulina.
3. Engancharemos las cartulinas una detrás de otra creando un “mural” con cada emoción. 4. Buscaremos pinzas distintas (una identificador de cada niño/adulto). 5. La idea es colocarlo en un lugar de fácil acceso para que puedan cambiar la pinza cuando quieran. 6. Periódicamente pediremos a los niños que expliquen el por qué de su estado, tomando de esta manera consciencia de que determinados hechos nos generan determinadas emociones.
Ejemplo
3. La rueda de las emociones
Objetivo: Ser conscientes de por qué nos sentimos tristes, alegres, enfadados etc. Os proponemos hacer una rueda de las emociones y jugar con ella.
Descripción:
La idea es que cada niño fabrique su propia rueda de las emociones, les proporcionaremos una plantilla (puedes descargarla aquí)para que: coloreen y recorten la rueda (importante identificar cada emoción con el colore correspondiente):
Los dividiremos por grupos. Podemos jugar de varias maneras con la rueda.
Adivina cómo me siento. Mímica . El concursante gira la rueda y debe expresar con mímica la emoción que le ha tocado, los demás tienen que adivinar. De esta manera trabajamos la gestualidad, detectar las emociones en los demás (lenguaje no verbal):
Explica un día que te sentiste así. El concursante debe explicar una situación referente a la emoción que le ha tocado los demás tienen que adivinar de qué emoción se trata.
Ejemplo
14 Comentarios Esta semana, dentro de nuestro Proyecto Cuéntame un cuento, vamos a trabajar El monstruo de colores. Se trata de un cuento al que le había echado el ojo hace bastante tiempo, ya que las protagonistas son las emociones.
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"El Monstruo de Colores no sabe qué le pasa. Se ha hecho un lío con las emociones y ahora le toca deshacer el embrollo. Una historia sencilla y divertida, que introducirá a pequeños y a mayores en el fascinante lenguaje de las emociones".
Creo que es bastante evidente que la educación emocional está en auge en los últimos tiempos. Cada vez somos más conscientes de la importancia de trabajar este aspecto desde bien pequeñitos. Antes, no sólo no existía la educación emocional, sino
que muchas veces se reprimían las emociones: los niños no lloran (y los hombres todavía menos), las niñas sí pueden (en las mujeres la tristeza está mejor vista, ellas son así) pero han de reprimir la rabia (que es más aceptada socialmente en los hombres), no hay que enfadarse, no hay que tener miedo... ¿Y por qué había que reprimir las emociones? ¿Acaso hay emociones buenas y emociones malas? Hoy sabemos que no es así, que todas las emociones son necesarias, y la reacción a diferentes estímulos. Hoy sabemos que si reprimimos las emociones, si no sabemos identificarlas y expresarlas, si las evitamos, sólo vamos a conseguir generar malestar e incluso intensificarlas (la tristeza se puede convertir en depresión, el miedo en ansiedad...). Hoy invitamos a los niños a hablar de cómo se sienten, de sus reacciones, les animamos a contar sus miedos para superarlos, les abrazamos si están tristes y les escuchamos.
Nunca hay que menospreciar las emociones de los niños, aunque sus miedos nos parezcan absurdos, aunque pensemos que no tienen motivos para estar tristes (¡uy, pues todo sea eso! ¡ya verás cuando seas mayor!), aunque no entendamos por qué se han enfadado. Son sus sentimientos, lo que para ellos es importante en ese momento. Hay que escucharles y acompañarles en el fascinante mundo emocional, porque si no lo hacen desde que son niños, les resultará más complicado cuando sean adultos. El cuento me parece un excelente punto de partida para profundizar en el terreno emocional, tal y como hago yo con el Proyecto Emocionario. Me parece una herramienta más, pero bajo mi punto de vista sólo es la casilla de inicio. A partir del cuento, el trabajo emocional lo tiene que realizar cada uno, en función de las características de sus hijos o alumnos, teniendo en cuenta, por supuesto, sus experiencias previas.
En nuestro caso no partimos de cero. Llevamos varios meses trabajando con las emociones y mis alumnos ya están familiarizados con ellas. Lo que creo que les va a encantar es el tema del monstruo, porque es muy gracioso. También está genial lo de asociar un color a cada emoción, sobre todo porque el cuento trata las emociones básicas. De hecho, yo me lo planteé con el emocionario, pero asociar 42 emociones con colores... ¡lo veía complicado! Más que nada porque habría que repetir colores, y aunque hay emociones muy afines, no acababa de ver claro repetir un color cuando ya lo habían asociado previamente a otra emoción.
Dicho esto, creo que podemos asociar las emociones a muchísimas cosas: a colores, a fragmentos musicales (esto me encantaría hacerlo, y no lo descarto cuando acabe el emocionario, repasar las emociones y seleccionar un fragmento musical para cada una, aprovechando mis conocimientos musicales), a una parte del cuerpo... Pero lo dicho, cuantas más emociones se trabajen, más complicado es asociarlo a algo.
Aquí os dejo tres recursos que nos facilita la propia editorial. Sólo tenéis que hacer click en cada enlace o sobre cada fotografía para acceder a él. Recurso 1: Bote de cristal con emociones. Los niños colocan lanas de 5 colores diferentes en cada bote según la emoción que sea. Si no tenemos lanas podemos hacerlo con bolitas de plastilina o bolitas de papel de seda de colores.
Recurso 2: Fotocopias emociones. Una vez leído el cuento y explicada cada emoción, podemos fotocopiar estas plantillas para que los niños coloreen el monstruo del color que creen que se siente. Si queremos ampliar los dibujos de este recurso, podemos comprar el cuento coloreable de la misma editorial.
Recurso 3: Fotocopias neutras. Una vez leído el cuento y explicada cada emoción, podemos fotocopiar estas plantillas más neutras donde lo que siente el monstruo no es evidente. Con ellas el niño tiende a proyectar más la emoción propia que él está sintiendo o que de algún modo le ha llamado más la atención.
Este último recurso me gusta especialmente, porque creo que da lugar tanto a la creatividad de los niños como a la expresión de su propio mundo emocional. Me encantaría dibujar cada monstruo después de cada emoción que vemos en el Emocionario, pero ya os digo que con 42 emociones es complicado. Eso sí, no descarto elegir algunas de ellas (a medida que avancemos en el proyecto) y plasmarlas en nuestro monstruo. Me gustará ver qué expresión facial escogen, qué colores, qué añaden alrededor del monstruo... Si el monstruo les gusta, igual se vuelve un recurso más en el aula para trabajar la educación emocional. ¡Al final, ellos mandan según sus gustos, preferencias y reacciones! ¡Ya os contaré nuestra experiencia en clase! (Con videocuento 😉)
l bote o botella de la calma es una herramienta fantástica para ayudar a relajarse a niños más nerviosos. También se llama botella de la paz, e incluso, botella mágica. Está elaborada a partir de purpurina, y su objetivo es ayudar a los niños a manejar sus sentimientos. Funciona como una terapia para los niños. La botella de la calma ya se utiliza en clases de mindfulness, yoga y en algunos colegios. Cuando el niño la agita, observa cómo la purpurina se mueve de forma descontrolada, como son sus emociones cuando se enfada o se siente frustrado.
Materiales:
1 bote de cristal (más bien alto) o botella de plástico
Purpurina del color que quieras (mejor, azul y tonos claros)
Pegamento glitter o transparente
Agua templada
Colorante alimentario
1 cucharada sopera y otra de postre
Consejos: puedes utilizar en lugar de pegamento, aceite para bebé o glicerina
En ese momento, el adulto puede decirle que recuerde cuándo se siente así, como esa purpurina que se agita con fuerza. Cuando la purpurina comienza a caer lentamente al fondo, el nerviosismo pasa y el niño consigue relajarse. Desde Guiainfantil.com te decimos cómo preparar tu propia botella de la calma en casa.
Cómo hacer un bote mágico para los niños paso a paso 1. Vierte agua templada o caliente en el bote de cristal. Si el niño es muy pequeño, es mejor que utilices una botella de plástico. Será mucho más seguro.
PUBLICIDAD 2. Ahora, echa dos cucharadas soperas de pegamento con purpurina y remueve bien.
3. Llega el turno de la purpurina. Escoge un color y echa tres cucharaditas de postre llenas de purpurina. Remueve.
4. Añade una gota de colorante alimentario del color que más le guste a tu hijo y vuelve a remover.
5. Sólo te queda cerrar el bote con la tapa. ¡Ya tienes tu botella de la calma! Si lo prefieres, puedes seguir el vídeo en donde se explica paso a paso cómo crear tu botella mágica.
Vídeo de cómo crear tu botella de la calma:
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ÓMO UTILIZAR EL FRASCO DE LA CALMA PARA CALMAR A LOS NIÑOS Creado a las 08:25h en DESTACADOS, DIY, LO MÁS RECIENTE, NOTICIAS, tips revolucionarios, Uncategorized por Revolución Mamá 10 Comentarios 10Me gusta Compartir
Mucho he visto sobre el Frasco de la Calma en las redes sociales, con todo tipo de promesas sobre su efecto, por eso, me quiero detener un poco en él: En general, los niños aún no tienen desarrollada su lenguaje al nivel que le permita expresar sus emociones, entonces, las actúan. En ese contexto, el frasco de la calma es una analogía a la calma de las emociones.
PARTAMOS CON CÓMO HACER ESTE FRASCO DE LA CALMA Buscar un recipiente de vidrio (o de plástico si temes que el de vidrio se pueda quebrar), llenarlo con agua tibia y brillantina con pegamento líquido transparente o glicerina. Se pueden agregar unas gotas de colorante y otros elementos que resistan el agua, como lentejuelas. Se mezclan. Se sella la tapa. Y listo! Para usarlo, se revuelve, las brillantinas bailan por el frasco y los observamos mientras bajan.
Podemos poner brillantina de 3 colores: uno que represente los pensamientos, otro las emociones y un tercero el comportamiento. Los expertos sugieren hacer el frasco con los niños, y luego de hacerlo, preguntarles qué cosas creen ellos que podrían revolver el frasco: negativas y positivas. ¿Una pelea? ¿algo que no me resulta?; y positivo: ¿un cumpleaños? ¿un visita de algún amigo?. Ver qué pasa cuando se revuelve, notando que es difícil ver claramente hacia dónde se dirigen las brillantinas que representan los pensamientos, emociones y comportamiento (o impulsos). Entonces, ¿qué hacer para poder ver claramente de nuevo?, dejar el frasco quieto, tranquilo. Pero hay que tener en cuenta que no podemos apurar la brillantina para que llegue al fondo… sólo podemos mirar y esperar. Y ojo, el objetivo del frasco no es deshacerse de las emociones, o de los pensamientos, o de los comportamientos o impulsos. Sólo queremos que nos dejen mirar claramente.
ALGUNAS PRECISIONES SOBRE EL FRASCO DE LA CALMA Recurrir al frasco de la calma no funciona como una imposición. Si yo mando a mi hijo a mirar el frasco para que calme sus emociones, es muy probable que no resulte. Es el niño el que debe querer recurrir a él para calmarse o para enfriarse un poco. Pero hay otro truco. Si queremos que los niños controlen sus emociones, mucho más efectivo que el frasco de la calma, es ver que los adultos controlamos nuestras emociones. De esta forma, tener nuestro propio frasco (yo tengo uno) o pedir prestado el de nuestros niños para calmarnos nosotros, puede ser una estrategia más potente. Los niños ven que ante una emoción intensa, nosotros pausamos y buscamos ayuda para volver a centrarnos. Eso enseña una forma de manejo emocional que le va a ser útil al niño (y a nosotros) por el resto de su vida. Si este tipo de cosas no te relajan, busca algún otro elemento que te permite anclar tu atención al momento presente y calmar las emociones “calientes”. Luego, pueden abocarse a resolver la situación o el problema. Nunca actuar cuando nuestras emociones (si, nuestras, las de los adultos) nos desborden. Podemos decir o hacer cosas que quizás no diríamos ni haríamos si estuviéramos en frío. No podemos exigirle lo mismo a los niños ya que ellos no tienen su capacidad de auto control desarrollada aún. Pero sí podemos ayudarlos a desarrollarlo y esta es una forma de hacerlo. Lenka Kegevic Psicóloga clínica y educacional UC. Magíster en Educación Superior y Profesional, Institute of Education Inglaterra. -CriandoPositivoFB: Criando Positivo Foto: eresmama.com
IY MONTESSORI: ¿CÓMO HACER PLASTICINA ORGÁNICA? Creado a las 03:14h en DESTACADOS, DIY, LO MÁS RECIENTE, NOTICIAS, tips revolucionarios por Revolución Mamá 2 Comentarios 5Me gusta Compartir
A los niños les encanta jugar con plasticina orgánica o masitas como ellos dicen. Por eso te contamos cómo hacer plasticina en casa, porque si hay un pasatiempo favorito de los pequeños es hacer figuritas con masa, es una actividad muy entretenida para niños entre 3 a 8 años. Además los estimula a desarrolla habilidades de motricidad fina y liberar su creatividad. Te invitamos a jugar con plasticina, pero fabricada con ingredientes que están en tu despensa, asegurándote de que esté libre de toxicidad.
CÓMO HACER PLASTICINA EN CASA La receta es muy fácil y es inocua para nuestros niños porque contiene sólo ingredientes naturales. Esto es lo que necesitas para obtener una plasticina casera, blandita y colorida:
2 tazas de harina 1 taza de sal fina 1 taza de maicena Dos (2) cucharadas de aceite (girasol) 2 tazas de agua hirviendo Dos (2) cucharadas de vinagre blanco con limón (para conservación de hasta 3 meses, sin bacterias) Para colorear: utiliza alimentos naturales en polvo como azafrán, comino, curry, el jugo de la remolacha, etc., o bien compra colorantes de repostería. También, hay mamás que agregan cremor tartaro, que es una sal ácida (acidificante) y conservante natural, muy utilizada en el área de alimentos (bebidas gaseosas, salsas, sopas, cremas, confitería y dulces en general). También te podría interesar: Montessori en primavera: 20 actividades para hacer en casa
PROCEDIMIENTO Verter los ingredientes en un recipiente grande, agregar el color (debe estar líquido, por que previamente debes mezclarlo con un poco de agua hirviendo), de a poco ir vertiendo el agua hirviendo formando la masa. Cuando los ingredientes estén húmedos y bien mezclados, comienza a amasar la mezcla con las manos hasta que la textura sea firme y parezca plasticina. Si ves que la masa está muy seca, agrega más agua, si la ves demasiado líquida, añade más harina. Cuando tenga una consistencia blanda, deja enfriar y amasa. Y a disfrutar con tus pequeños.