Jovaldo, la pluma roja del Perú Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Gabriel Celaya Primero lo escuché de una banda de rock español, Reincidentes. Íbamos en el auto por las caóticas calles de Lima cuando mi amigo me presenta la canción “Aclaración a un intelectual apolítico”. -¿La habías oído? -No. Buen tema, bacanísimo -Es un poema de Jovaldo -¿De quién? Hablar de José Valdivia Domínguez (1951-1986), alias Jovaldo, es hablar de la historia revolucionaria del Perú. Jovaldo, estuvo presente en uno de los levantamientos populares más importantes de América Latina, la Guerra Popular iniciada 17 de mayo de 1980, dirigida por el Partido Comunista del Perú bajo las banderas del Marxismo Leninismo Maoísmo y su aplicación específica, ideología que tanto las mayorías campesinas de la sierra como el obrero de la ciudad hicieron suya hasta las últimas consecuencias y que continúa siendo el motor del proceso revolucionario peruano. Luego, lo oí por segunda vez en otra canción, de la banda del subte (escena under) peruano Bizarro, que interpreta el poema “Osadía”, de Jovaldo. -¿Qué tal esta? -De pelos
Luego, mi amigo me pasó un libro recientemente publicado por la Editorial Nueva Crónica y que fue preparado por Jovaldo en la cárcel de la isla del Frontón cuando se encontraba prisionero por su hórrido crimen: ser un poeta comunista. El libro se llama “Canto al Futuro” y reúne la producción lírica del autor desde el año 1974 hasta aquel heroico junio de 1986. Sus poemas, desde sus inicios, muestran un compromiso con las clases oprimidas que plasma en versos consonantes de rica musicalidad como lo es, por ejemplo, el poema “Memo” dedicado a un niño abandonado que encontró en un camino de la inmensa sierra peruana: “Memo memín de mis memos, ¡memitos de mis memines! cuando mañana camines por donde ahora camino, sabrás que nuestro destino es combatir donde estemos (…)” El canto hacia los pobres, describiendo en sus poemas los pesares diarios; el canto hacia la humildad de su pueblo, la certeza de un futuro mejor utilizando la herramienta de la lucha como la única opción predomina en toda la obra de este “humilde e incansable trovador” como él mismo se hacía llamar. Jovaldo comienza a declamar sus poemas ahí mismo donde las masas estaban, porque él era uno más de ellos y no a otros debía su canto. Fue en ese peregrinaje donde el poeta encuentra la ideología que asume como propia, como la bandera que liberaría al pueblo del Perú de sus opresores y que describe en su poema “Canto de Amor”: “A TI JAMÁS TE BUSQUÉ A MÍ JAMÁS ME BUSCASTE; EN EL CAMINO ME HALLASTE, EN EL CAMINO TE HALLÉ. Ahora juntos andando por riesgosas avenidas, se han hallado nuestras vidas, contra el fascismo luchando (…)” En Jovaldo toda la poesía se concibe como un arma liberadora. No hay pérdidas de tiempo: los pobres urgen romper sus cadenas y sólo el arte al servicio del pueblo puede ayudar a incrementar la consciencia revolucionaria en el seno de los oprimidos. Es por eso que, consciente de esto, decide dedicar su vida a la militancia comunista e imponer su sello de
clase a su obra lírica, denunciando los falsos profetas, los claudicadores, traidores y a todo aquel que ponga escombros en el camino de los pueblos hacia su victoria. La primera canción que había oído (la de Reincidentes) habla precisamente de esto. El poema se llama “Aclaración a un intelectual apolítico”: “Allá usted con sus cantares a la luna y a la flor, allá usted con sus abstractos versos “puros” al amor, Yo les canto a los humildes porque siento con dolor cómo sufren por la causa de un sistema explotador No me venga pues con aires de apolítico cantor; o el arte está con el pueblo o está con el opresor (…)” O en el poema “Solo con ellos luchando” “No existe arte por el arte, ahora lo sé muy bien; cada cual escribe a quien sus intereses comparte. En Venus, Plutón o Marte, donde habite poblador, si es que existe explotador también existe explotado. Yo canto al proletariado ELLOS ME DAN SUS CALOR (…)