Jones

  • July 2020
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Todo lo sólido se desvanece en el aire: la “Araucanización” de Pampa y Patagonia.

Matías Fernando Jones FHyCS, UNPSJB – Docente EAS 900, Rawson

El objetivo de este trabajo es dar cuenta de otro marco de interpretación de un fenómeno que se ha denominado “Araucanización de Pampa y Patagonia”. Para ello es necesario tener en cuenta los conceptos de geopolítica del conocimiento, espacialización, identidad territorial, comercio, relaciones de parentesco y alianzas para ver como los sujetos históricos se miraban así mismo y como describían el lugar donde vivían. Las relaciones de contacto entre los pueblos prehispánicos son anteriores a la formación de los estados- nación, como así también a toda delimitación que tenga que ver con límites provinciales. Las diferentes parcialidades de indígenas que habitaban hacia ambas vertientes de los Andes vivían en contacto por el comercio, como así también por las relaciones de parentesco. Esto hecha por tierra toda tesis esencialista de la etnia como algo puro, estático, inmóvil. Más bien lo que vemos desarrollarse en lo que hoy es Pampa y Patagonia es un gran proceso de mestizaje, de hibridación cultural entre diferentes parcialidades de Tehuelches y Mapuches que dio lugar a diferentes gentilicios y jefaturas.

En tres diferentes apartados se exponen; el origen de la tesis de la “Araucanización de Pampa y Patagonia”, las posturas alternativas a dicha tesis y por último nuestra propuesta en torno al tema.

I

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El interés en realizar este trabajo me lo aportó un libro de Carlos Moyano (2007) cuyo titulo reza así: “Crónicas de la Resistencia Mapuche”. En un apartado dedica su atención a la mentada tesis de la “Araucanización de Pampa y Patagonia” y es el eje que me permite articular las diferentes visiones sobre el tema. Se ha dicho en muchos libros de historia que los mapuches son de Chile y que han venido a la Argentina desde aquél país. Dicha tesis ha sido divulgada en los textos escolares donde los estudiantes de primaria aprenden que los Tehuelches son argentinos y los Mapuches chilenos, un ejemplo de ello es el libro de texto “Chubut Pura naturaleza” para escolares de 4 grado. Este proceso se ha explicado bajo el nombre de “Araucanización de las Pampas”. Según los sostenedores de esta hipótesis (Palermo, Mandrini, Casamiquela) en el siglo XVII los mapuches, al verse presionados por la presencia de los españoles, habrían cruzado la cordillera hacia el este y en ese transcurso habrían producido una nueva invasión sobre otros pueblos indígenas que algunos estudiosos no dudan en calificar de “argentinos” aunque no existía un país, ni un estado con tal nombre y menos aún el Virreinato del Río de la Plata. Julio Vezub citando a Raúl Mandrini da cuenta del origen de tal hipótesis: “La escuela Histórico-Cultural definió al concepto como el establecimiento paulatino de indios de origen chileno en algunos puntos del actual territorio argentino como a la incorporación por las poblaciones locales de un conjunto de rasgos culturales de ese origen. Dicho proceso culminó a mediados del siglo XIX con la formación de una extensa unidad lingüística y cultural que se prolongaba desde la costa del Pacífico en Chile Central hasta el territorio bonaerense, por el oriente” (Vezub, 2003:5). (El subrayado es mío). A pesar de tomar distancia de la postura de esta corriente, Mandrini no duda en calificar de “chilenos” a los mapuches, ya que la “araucanización” consiste en “Por un lado, la difusión de influencias y elementos culturales de origen chileno que fueron incorporados por las poblaciones de la región; por otro, el asentamiento en ella de grupos de mapuches chilenos”. (Mandrini- Ortelli, 1992:35-37) (El subrayado es mío) Por el lado chileno José Bengoa (2000:54) también asiente con esta hipótesis y como fuente toma a los intelectuales y militares artífices del genocidio cometido por las huestes de Roca sobre los pueblos originarios, me refiero a Estanislao Zeballos, Carlos Whalter y Álvaro Barros. El más ardiente defensor de esta hipótesis es Rodolfo Casamiquela, quien basándose en criterios raciológicos concluye que determinados caracteres biológicos presuponen una identidad étnica y una cultura, y que “los pueblos no se construyen en el contacto. Si son 2

etnias diferentes en principio son enemigos” (Vezub, 2006:26-27) Como sostiene Vezub, “este razonamiento se dificulta ante la evidencia histórica de que el mestizaje, y la intrincada red de matrimonios provocaban que todos fuesen parientes de una u otra forma, según el decir de Bengoa.” (2006:27) Para

Casamiquela

(2007:9)

“mapuches”,

“azuleros”,

“manzaneros”,

“Picunches”,

“huilliches”, “ranqueles”, “tehuelches”, “tehuelches pampas” “ngoluche”, “waizüfche o inalmawizache” son etnias diferentes a pesar que todas las expresiones, salvo el gentilicio “pampa”, son de la lengua zungun, es decir la hablada por los mapuches. Los mapuches se habrían encargado de aculturar a los pueblos vecinos: Huilliches, Cuncos, Chonos, que habitaban al sur del Toltén. Al decir de Casamiquela estos pueblos sostenían una profunda enemistad y odio hacia los mapuches, a pesar de haber actuado juntos en la resistencia ante los españoles. Eugenio Alcaman1 sostiene que los Huilliches hablaban una variación dialectal del mapuzungun, llamado tsesungun, variación conforme a un patrón geográfico dentro de una unidad lingüística del idioma mapuche. Según Casamiquela los Pehuenches (gente del pehuen, de las araucarias) serían un pueblo totalmente diferente a los mapuches, por el criterio raciológico, por el uso de toldos y no rucas, porque usan canoas y constituyen un pueblo hídrico, a pesar de que emplean la lengua zungun y practican las mismas ceremonias religiosas que los “trasandinos” mapuches. Lo mismo que los puelches (gente del este) serían un pueblo totalmente diferente, con una lengua diferente pero sin embargo su gentilicio es mapuche. La araucanización habría sido llevada a cabo por los Picunches y los Huilliches, pero no por los mapuches o araucanos. Recién hacia 1820 habrían llegado al territorio que hoy se conoce como “La Pampa” un contingente mapuche “propiamente dicho”, es decir procedente de la región comprendida entre los ríos Cautín y Toltén, llamados voroganos. Estos fueron derrotados por Calfucura, cacique Pehuenche, no mapuche, no araucano, al decir de Casamiquela. No se entiende, entonces, por qué Huilliches y Picunches, no mapuches, habrían producido la “araucanización” (recordemos que para el autor esta palabra es sinónimo de mapuche) cuando supuestamente son etnias diferentes a la mapuche que tienen una lengua y cultura diferente y tampoco sabemos con que necesidad incurrirían en el territorio oriental de los andes. Además la suposición de que los mapuches (es decir los reches) tuvieron que emigrar de su territorio por la presión española, lo que los a obligo a cruzar los Andes, 1

Eugenio Alcaman. en Adrián Moyano. Crónicas de la Resistencia Mapuche. Bariloche, 2007.Pág. 108.

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imponiendo lengua y costumbres a otros pueblos, es insuficiente, porque la resistencia ante los españoles no los hizo abandonar su territorio, más bien lo ampliaron, de la mano del toqui Pelantaro, llevando la frontera hasta el Bio-Bio y estableciendo acuerdos con los españoles que reconocieron la independencia de los reches. Por otra parte el historiador chileno Carreño Palma (2007:9) analizando la sociedad de frontera (siglos XVII-XVIII), el contacto entre la sociedad criolla y los indígenas en la conformación del circuito económico de Valdivia, Araucania y las Pampas, hace alusión a los Pehuenches y Huilliches asentado a ambos lados de la cordillera, en la latitud correspondiente a Valdivia y Neuquén respectivamente. Estas parcialidades fueron fundamentales en el amplio circuito comercial que unía la producción ganadera de las llanuras pampeanas con los mercados del Pacífico, ellos comerciaban directamente con los hispanos criollos y actuaban como intermediarios con aquellos grupos que no estaban en contacto con el blanco. El comercio era un vínculo vital para las parcialidades, de esta manera los Ranqueles de Mamül Mapu eran un importante mercado para los Pehuenches y para los Huilliches que concurrían a permutar ponchos

por hacienda que era destinada principalmente al mercado chileno.

(Varela-Manara, 2006:28). Entre las parcialidades mapuches era importante reservar en secreto los pasos cordilleranos que comunicaban con las plazas comerciales, especialmente Valdivia. El padre Menéndez, en su tercera incursión al lago Nahuel Huapi, casi pierde la vida porque cruzó desde el reino de Chile sin permiso por el paso de Rancó. Después de una junta entre Pehuenches y Puelches acordaron cerrar definitivamente el paso, los comerciantes debían respetar una formalidad para ingresar en territorio indígena. Este es otro ejemplo del contacto entre parcialidades que tenían un fluido contacto hacia ambas vertientes de los Andes en este caso entre Pehuenches, Puelches y Serranos2 de Ranco, que al decir de Casamiquela, son diferentes, enemigas. El argumento empleado por la etnografía de Casamiquela para clasificar a las etnias, consiste en atribuirle a lo geográfico un carácter condicionante de lo social, es decir el medioambiente opera como un límite en la conformación de diferentes etnias. Esta forma de proceder lo lleva a identificar la totalidad del pueblo mapuche con la parcialidad “araucana” comprendida entre los ríos Toltén y Cautín.

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Eugenio Alcamán menciona que según Ricardo Latcham, los serranos “surgieron de la fusión de los puelche y los huilliches propiamente dichos que se escapaban de las expediciones esclavistas del siglo XVII”. Citado en Adrián Moyano El limay y el negro, frontera permeable entre mapuches y tehuelches. VII Congreso de Historia Social y Política de la Patagonia Argentino-Chilena.Trevelin. Noviembre de 2007. Pág.65.

4

II

En su tesis doctoral Vezub ofrece otras alternativas al planteo esencialista de la escuela histórico-cultural. Cita a Guillaume Boccara quien se encargó de estudiar el surgimiento de la identidad mapuche como producto histórico surgido de las transformaciones objetivas y subjetivas acontecidas en el occidente de los Andes entre los siglos XVI y XVII. El trabajo da cuenta del origen del término “mapuche” y se trata de un proceso de etnogénesis: “[...] lejos de haber dominado y sometido a los indígenas, los españoles pusieron en marcha una dinámica de cambios tremendos que condujeron a la génesis, a la construcción histórica y a la aparición de una nueva etnia: los mapuche.” (1996:672). Si el etnónimo mapuche aparece recién en las fuentes para mediados del siglo XVIII, ¿cómo es posible sostener la “araucanización” de Pampa y Patagonia en el siglo XVI-XVII? Es decir si no existían todavía los mapuches, ¿quiénes fueron los que cruzaron los Andes y “araucanizaron” a las demás parcialidades “no mapuches”?

Por otro lado cuando los españoles comienzan a invadir el espacio ocupado por las diferentes parcialidades mapuches cobran relevancia las alianzas políticas que en algunos casos se extienden hasta las últimas batallas libradas ante el avance de los estados-nación argentino y chileno. El famoso poeta Alonso de Ercilla, en su obra “La Araucana”, da cuenta de la alianza entre Puelches y Guluches en el ejército que comandara el toqui Kawpolikan ante los invasores españoles en el año 1569. Otro caso de alianza política lo constituye la llevada a cabo por los Puelches del Neuquén y parcialidades de la Araucania en el siglo XVI cuando los españoles incursionaban sus territorios en busca de esclavos. También los Puelches apoyaban a los lelfunches (llanistas) y los wenteche (arribanos) contra las avanzadas españolas. Si bien existía el conflicto entre las diferentes parcialidades, producto de la lucha por recursos, por mujeres, por tratados con la sociedad hispano-criolla, un interés en común para todo el territorio indígena es la lucha y defensa de tal territorio. De esta manera parcialidades mapuches y tehuelches se aliaban en momentos críticos, así lo evidenció el jesuita Thomas Falkner en el siglo XVIII cuando menciona a los Leuvuches que habitaban las márgenes del Río Negro, y que en caso de guerra acudían a su llamado los Chechets, Tehuelhets, Huilliches y Pehuenches. (Falkner, 1974:129-130)

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Desde una clave política- militar Leonardo León Solís (1981) explicó los lazos de intercambio político y solidaridad militar establecidos a través de los Andes entre distintos grupos indígenas. De este trabajo interesa ver la homogeneidad cultural y lingüística que existía a mediados del siglo XIX, y que es parte de una continuidad, que el autor relaciona con la “araucanización de la pampa” y da por resultado la conformación del territorio indio (sur de Mendoza, San Luis, Córdoba, regiones occidentales de Bs. As hasta el sur austral con un apéndice sobre el Pacífico). Su posición critíca la literatura, sobre todo la argentina, relacionada con el tema que trata de ver el carácter “chileno” en las invasiones sobre las haciendas fronterizas. Esa comunidad cultural y lingüística es la base que permitió el origen de confederaciones militares que unía a Calfucura con ranqueles, huilliches y serranos-pampas de Tandil. Si bien uno de los objetivos de esta alianza, eran las malocas para obtener ganado que era comercializado en Chile, el objetivo central de la resistencia indígena era la autonomía territorial y política. El hecho de defender estos ideales dio lugar a la solidaridad militar y se expresa como defensa de la sociedad indígena global contra Chile y Argentina, exceptuando a los cazadores recolectores del extremo sur patagónico. La maloca representó el resultado de un esfuerzo común y coordinado realizado por los arribanos (wenteche) y sus aliados de las pampas de agrupar a sus guerreros bajo un mando homogéneo. Al morir Calfucura y al ser derrotado Quilapan, se acabaron las posibilidades de una alianza a través de los pasos andinos capaz de detener el avance de los blancos. Con ello concluye el periodo de autonomía e independencia política de los arribanos y sus aliados de las pampas. Estas alianzas son un claro ejemplo de una identidad cultural común más allá de ser acuerdos políticos, y dejan en claro que existió un desarrollo simultáneo hacia ambas vertientes de los Andes del pueblo Mapuche antes de la “araucanización”.

Otro punto que cuestiona la hipótesis de la “araucanización” es la existencia de numerosos topónimos en ríos, lagos, arroyos, montañas que son de procedencia mapuche, es decir de la lengua zungun, y que existían en el lado oriental de los Andes antes de la llegada de los españoles. Precisamente las expediciones de los ibéricos son las que dejaron constancia de la presencia de parcialidades mapuches hacia ambos lados de los Andes. El politólogo Adrián Moyano (2007:120-121) cita varios ejemplos de esta presencia mapuche en la toponimia. Uno de ello es la palabra Cuyo que viene de Cuyun, arenal, palabra que es utilizada por los españoles para dar nombre a la gobernación colonial. Por otro lado hacia 1574 una junta de caciques huarpes resolvió ceder tierras a los conquistadores allende de los 6

terrenos del cacique Allallao, cerca de una acequia llamada tantaiquén. Esta última significa cascada o y Allallao, puede derivar de ayllalau, nueve lagos o de laullau que es un hongo que crece en el coihue. Otros ejemplos comprendidos en el periodo anterior al siglo XVII son: cerro Curarache (gente de piedra verdadera), chacales (de chakai, arbusto espinoso) río Palqui (planta medicinal), cordón Pichireguas (de pichi: chico, rewe: altar) paso Piuquenes (piukeñ es un ganso salvaje) y el cerro Yauyin (del vocablo lalliñ, araña). Para el caso de Chubut es notable la presencia de algunas expresiones en mapuzungun, por ejemplo Epuyen, Puelo, Colhue Huapi. El capitán español Hernández fue enviado por el gobernador de Chile en 1620 a incursionar el territorio oriental de los Andes y llegó hasta los lagos Nahuel Huapi y Puelo. En la primera expedición partió del lago Llanquihue y llegó al lago Nahuel Huapi donde se encontró con los Puelche y Poyas. Luego en otra expedición que partió de Chile y del mismo lago remontó por el río Puelo y llegó hasta un llano 20 leguas al sur, donde se encontró con dos indígenas y uno de ellos, que hablaba en mapuzungun, le dijo que ese espacio era llamado “Tripallante”, “lugar de donde sale el sol” o “nacimiento del sol”es decir que viene de las palabras Tripay (salir) y antü (sol).

Como sostiene Vezub, la búsqueda de orígenes puros de Casamiquela lo lleva a efectuar todo tipo de negociaciones con sus postulados. Un ejemplo contundente es el termino Colhue Huapi

que para el mismísimo Casamiquela es un topónimo “araucano” y que lo traduce

como: “Kollwe Wapí literalmente significa “isla” (y quizás península)-wapí- del ocre rojo para pinturas” (kollwé, derivado de Kolü “rojo”). (Casamiquela, 2000:21). Prosigue: “de ser araucano, habría que aceptar una correlacionada enorme antigüedad de la penetración de la lengua araucana en la patagonia central, para la que hasta el presente no existe ningún otro documento. Y digo esto porque el topónimo parece ser que figura en documentos bastantes antiguos: el mapa de Arrowsmith (1815) y Martín de Moussy (1860-64) –todo ello fide Rey Balmaceda, (1976, 154). Las variantes girarían alrededor de la forma Coolí-Huape (fide Moreno, 1969, 58).” (Casamiquela, 2000:21) En la misma obra y en páginas ulteriores vuelve sobre el mismo topónimo pero le cambia radicalmente el significado: […] he recogido en Chubut (de Nahuelquir Chiquichano) que el tehuelche (aoni kenk) llamaba kol a esos lagos (se refiere a los lagos Colhue Huapi y Musters), en cuya lengua significa menuco, pues según la tradición indica, esos lagos se originaron en menucos.” Por la mía propia agrego que es altamente probable que huapi, wapi, sea una mera deformación- por araucanización de aike; 7

entiendo que el mecanismo de transformación fue kol-aike- kol-aipe- kol- wapi”. (Casamiquela, 2000:182) (El destacado es mío). Este tipo de interpretación de lo lingüístico, tan ajustada a su esquema raciológico, fue objeto de duras críticas por parte de Vignati cuando señala la intención de Casamiquela de rastrear el nombre Bulnes usado por el cacique Llanquetruz, como una derivación del término tehuelche Wënés, cuando se trata de una práctica de los indígenas de tomar nombres de la sociedad criolla como nombres de pila. Llanquetruz habría tomado dicho nombre cuando cruzó los Andes en la época cuando el general Bulnes actuaba contra los Pincheira, en el marco de las luchas por la emancipación de las colonias españolas de América. Moyano realiza una interesante observación con respecto a los Poyas, una etnia diferente a los mapuches según los investigadores patagónicos clásicos. Podría tratarse de una parcialidad mapuche ya que la palabra poya puede derivar de Puyal, pu; artículo los, las, yal; hermanos. Lo significativo es la presencia de la lengua zungun en algunos nombres de personas, por ejemplo la cautiva Wangelen, estrella, y el cacique Manquehunai, que significa “amigo del cóndor”. Los poyas cautivos en la localidad chilota de Castro practicaban una ceremonia espiritual mapuche y aparentemente llamaban a los habitantes al sur del Nahuel Huapi, poyashuilliches; “los hermanos del sur”. La conclusión del autor es o bien los poyas conocían muy bien a la cultura mapuche o bien eran parte de una parcialidad mapuche. La arqueología también da cuenta de la presencia mapuche hacia ambas lados de los andes para el siglo XI DC, o sea mucho antes de la llegada de los españoles a América y del nacimiento de la Argentina como país libre y soberano. Adrián Moyano cita como ejemplo el trabajo de Adán Hajduck3 que tiene como campo de acción las provincias de Río Negro y Neuquén. El arqueólogo da cuenta de la presencia de cerámica mapuche en dichas provincias y en el oeste de la Pampa para el año 1000 después de Cristo, periodo que denomina “paleoaraucano”, y que la presencia de la alfarería se debe no solo al comercio sino también al establecimiento directo de grupos paleoaraucanos.

Mapuche es una unidad lingüística y cultural amplia que va más allá de la “Araucania”, donde Casamiquela ve etnias otros autores, Alcaman, Rodríguez, Moyano, distinguen identidades territoriales.

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Adán Hadjuck, , en Adrián Moyano. Crónicas de la Resistencia Mapuche. Bariloche, 2007.

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III

La propuesta de Walter Mignolo sobre la geopolítica del conocimiento es una herramienta valida para pensar a los pueblos originarios del pasado. Según el autor se trata del lugar de enunciación de un discurso que conlleva un orden epistemológico, teórico y político. Europa fue el continente que por razones económicas logró por primera vez en la historia de la humanidad unir otros continentes que serán clasificados según una epistemología de doble cara. Una visible, la modernidad, lugar de la enunciación desde donde se comenzó a describir, clasificar y conocer el mundo. Otra invisible (en el plano del discurso), la colonialidad, terreno en donde se ejerció el poder de la epistemología moderna. Así las cosas, el sujeto que es clasificado opera con una doble conciencia, debe concebir el mundo en la intersección de la clasificación impuesta por la colonialidad del poder y otras clasificaciones en la cual se clasificaba antes de que lo clasificaran, estas ultimas pasan a la categoría de subalternas de la modernidad/colonialidad. Este es el punto desde donde proponemos echar luz sobre el pasado de los pueblos originarios. Sobre la geopolítica del conocimiento es interesante la labor de Edward Said en su obra “Orientalismo”. En ella da cuenta sobre la fabricación del otro que lleva a cabo el proyecto imperial de las potencias europeas donde se pone de manifiesto como éstas constituyen el discurso orientalismo, prefigurando las relaciones de poder y otorgando atributos fijos para que los sujetos coloniales se reconozcan en ellos. En esta relación poder y conocimiento van de la mano, la autoridad es Europa que niega a los colonizados la posibilidad de convertirse en agencia y lleva a cabo una hegemonía cultural sobre oriente. Said ve como los europeos homogenizan un espacio geográfico con habitantes autóctonos diferentes mediante la entidad constituida llamada orientalismo, un caso similar lo constituye la construcción de la alteridad que llevaron a cabo los españoles en América bajo el concepto “indios”. La obra de Said apunta a decontruir y alertar sobre como se construye un discurso que puede degradar el conocimiento. Para los españoles “indios” unifica toda la alteridad existente en el Abya o avia –yala (denominación que los pueblos prehispánicos daban a América), lo mismo que el termino “aborigen” niega todo origen, cuando sabemos que antes de la llegada de los españoles existían muchos pueblos originarios y que en la actualidad siguen existiendo.

La geopolítica del conocimiento dentro del pueblo mapuche significa estudiar la conformación de un centro de la enunciación de la alteridad que circunda al mismo y que por 9

lo tanto constituye su periferia. Pero a diferencia del etnocentrismo europeo, las clasificaciones que se hacen desde el centro del hábitat de los reches no conllevan una relación de dominación sobre las demás parcialidades sino más bien una intrincada red de relaciones sociales basadas en el parentesco, las alianzas políticas y el comercio. Manuel Porcel de Peralta da cuenta de esta centralidad del discurso de la lengua zungun. “Los Tehuelches: Gente del Sur, ocupan las hoy provincias de Santa Cruz y Chubut y el sector chileno que corresponde a la misma latitud. El norte de Chubut está poblado por los Puelches: Gente del Este. La parte sudoeste del Río Negro la ocupan los Genakenes. La región de los lagos, que tiene su centro en el Nahuel Huapi, es ocupada por los Vuriloches: Gente de detrás de la montaña o Gente de adentro de la tierra. Esta denominación es lógica, pues hay que tener en cuenta que las designaciones mapuches se hacen desde la falda occidental de la cordillera; y Nahuel Huapi quedaba, para ellos, “del otro lado” o “adentro de la tierra”. El sector cordillerano del Neuquén es ocupado por los Moluches: Gente del Oeste. Dice el padre Ernesto Whileem de Moesbach, en su estudio de los nombres aborígenes de Chile, que Moluche es una deformación de Nuluche o Ngoluche. Ngllun: ponerse el sol. Ngullu: Poniéndose el sol. Gente de donde se pone el sol o Gente del Occidente. […] el sector occidental de la cordillera está ocupado al sur por los Pehuenches y al norte por los Picunches: Gente del Norte. (Peralta, 1969:30-31) (Destacado en el original, el subrayado es mío). Claridad meridiana. En la misma obra, Porcel de Peralta explica el origen de los Vuriloches como una parcialidad perteneciente a la identidad global mapuche y que tiene en común con esta las mismas costumbres (relativo a la vestimenta, estética), eligen toquis para los tiempos de guerra, también practican camarucos y nguillatunes y comparten los mismos dioses y la leyenda de la creación mapuche basada en la lucha entre las serpientes Ten-ten y Kay-kay. (1969:118-121). Otro ejemplo de unidad cultural lo establece Zeballos (1954) en su estudio sobre Calfucura, cuando se refiere a los pampas que no habrían visto con buenos ánimos la llegada del líder salinero pero “[…]la comunidad de origen, de lenguas, de hábitos, de organización política y de religión, atenuaban la división y la rivalidad” (1954:39) En relación al término Tehuelche, se han dado distintas acepciones. El maestro Harrington (1931:1-3), valiéndose de las fuentes de los españoles de Buenos Aires, lo traduce como un vocablo propio de la lengua zungun que podría ser una deformación del término Chewul (bravo, arisco, díscolo) y que Tehuel era Gente del sur (coincide con la definición de Porcel de Peralta) porque efectivamente es la gente que esta al sur de Buenos Aires. Por otra parte infiere de las mismas fuentes de los españoles que podría significar “bravo” por la denominación que hacen los españoles del cacique tehuel Cangapol a quien le atribuyen 10

valentía, guapeza. Fabián Arias (2006:101) refuerza esta idea y hace una genealogía de la familia de los caciques “Bravos” como etnia Tehuelche. El médico de gendarmería nacional Federico Escalada sostuvo entrevistas con informantes tehuelches del norte de Santa Cruz y suroeste de Chubut en la década del 40. En base a dichas entrevistas compuso su clasificación etnográfica conocida como “Complejo Tehuelche” que abarcaba a tres etnias: 

Los Gününa Küne (gente por excelencia) y los Chehuache Kenk (gente del borde de la cordillera) son tehuelches septentrionales australes que hablaban la lengua günün a iajëch.



Los Metcharnue (gente de la resina del molle) son los tehuelches meridionales boreales. Hacia fines del siglo XIX se habían extinguido como etnia, absorbidos por los Aoni Kenk. Hablaban la lengua tewsën, reemplazándola por la aónik ais.



Los Aoni Kenk (gente del sur) o Patagones, eran tehuelches meridionales australes, hablaban la lengua aónik ais.

Existen otras parcialidades dentro del mundo cultural tehuelche; por ejemplo los “Chulilacunis” o “Chülila a Küna” (gente de chulila o Tulila, un pasto cordillerano), “Limay a Küna” (gente del Limay) y los “P´enk´enk (gente del norte, en lengua tewsen). Los significados de las traducciones tehuelches y mapuches guardan cierta similitud en cuanto refieren características geográficas (puntos cardinales, algún elemento de la naturaleza) y un centro que es la referencia que da sentido a la periferia.

Las diferentes parcialidades según su ubicación geográfica tomaban un nombre que estaba intrínsicamente relacionado con la naturaleza y que va dar origen a diferentes identidades territoriales, en algunos casos el nombre se relaciona con un sentido de ubicación cardinal respecto de los reches El concepto de identidad territorial lo utilizo en el sentido que le da Carlos Ruiz Rodríguez4, como instancia intermedia entre la comunidad y la nación originaria. Esto permite analizar las particularidades de cada unidad local y las de la cultura mapuche en su generalidad. De esta forma el autor concluye que la unidad cultural (lingüística, filosófica y social) entre las parcialidades de uno y otro lado de la cordillera, era una realidad al momento de la llegada de

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Carlos Ruiz Rodríguez. <Migraciones y contacto entre los pueblos originarios de Chile y Argentina en el periodo prehispánico y en los siglos XVI y XVII>. en Adrián Moyano. Crónicas de la Resistencia Mapuche. Bariloche, 2007.

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los españoles y que el pueblo mapuche es un pueblo originario porque antecede a la corona española y a los estados de Chile y Argentina. De esta manera la expresión Huilliche no es una definición etnográfica sino geográfica, define a la gente del sur, en lengua zungun. Lo mismo cabe para Picunches (gente del norte), Ranculches (gente de los carrizales), Puelches (gente del este) Chadiches (gente de las salinas), Mamulches (gente de los bosques) Vuriloches (gente del otro lado de la cordillera). En relación a ello vaya como ejemplo esta observación que hace Cox citando a Falkner cuando se refiere a la zona del río Limay: “Los indios le llaman Limay-leufu, porque los valles y pantanos por donde pasa, abundan en sanguijuelas: y los huilliches le llaman Limay; y al país Mapu-Limay; y a sus moradores, Limaicheés” (Cox, 2005:33) Acá cabe citar un grave error que comete Casamiquela en atribuirle a estas identidades territoriales la concepción de etnias: “(…) en la Pampa Central (actual provincia de la Pampa), o “Pampa Seca”, al Oeste de la hoy provincia de Buenos Aires, o “Pampa Húmeda”, en el dominio del monte de algarrobo y caldén (especies arbóreas de Prosopis), surgía una nueva etnia: los mamüllches (“gente del monte” en araucano), más conocidos por “ranqueles” (deformación de rangküllche, “gente de los carrizos”, una gramínea a modo de caña). (Casamiquela, 2003: 38).5 En el mismo error cae Fabián Arias que le asigna el rotulo de etnia a los manzaneros y a los aucapicunches. (2006:103-104). En relación al término “auca” se trata de una condición, de una característica de una parcialidad, pero no de una etnia; al respecto Cox se explaya muy claro cuando explica el conflicto entre huilliches y pehuenches y como estos últimos denominan a aquellos aucaches, que quiere decir gente alzada, “porque parece que hasta unos cuarenta años atrás conservaban todavía su carácter belicoso”. (Cox, 2005:155) Las características ambientales del espacio dan lugar a estas identidades territoriales: los que habitan la zona de algún lago son Lafquenche, los del río Leuvuches, los del monte Mamulches, los de alguna zona de pastizales Ranculches, los del pehuen Pehuenches. A medida que los pueblos prehispánicos van poblando el territorio, generan una nueva memoria sobre el espacio que incorporan y transforman. Así Calfucura denominó a su territorio Chadihue, lugar de las salinas, siendo su parcialidad reconocida como los salineros, (chadiches). El cacique Valentín Sayhueque llamó a su territorio “País de las Manzanas” siendo su parcialidad conocida como manzaneros. Al respecto Vezub encuentra una creación de cuño indígena en la designación Manzana-Niyo que marca el resultado de la hibridación 5

Rodolfo Casamiquela. Poblamiento indígena de la Patagonia. Op. cit. Pág. 38. en Cuadernos de Historia Patagónica. Centro de Estudios Históricos y Sociales. Puerto Madryn. 2003.

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cultural y como dice Vignati, la ubicación geográfica hace relativa una correlación con la etnia. La denominación “mapu” hace referencia a la idea de región que era ocupada por una parcialidad. Según Fabián Arias la toponimia de estas regiones tiene que ver con las características del ecosistema que los grupos que la habitan quieren destacar. De esta manera la denominación “Huichin” hace referencia a la tierra de los mallines, “tierra de las Manzanas” al fruto que habrían llevado los jesuitas, y “Wechu Wewun” vega del límite. (2006:103). La geopolítica del conocimiento conjuntamente con la idea de identidad territorial, echa por tierra la teoría de la “Araucanización” de Pampa y Patagonia.

Conclusión:

Es cierto que, en lo que hoy se conoce como Chile, tuvo lugar un proceso de etnogénesis que dio como origen al pueblo Mapuche. El surgimiento de esta identidad global es estudiado por Guillaume Boccara, quien ve en la relación de confrontación y cristalización de poder entre los Reches (gente verdadera) y los españoles, el surgimiento de una identidad que se afirma como resistencia a la presión española ya que Mapuche significa, gente de la tierra en la lengua Zungun. A través de las diferentes fuentes (documentos de los españoles, la evidencia arqueológica, las crónicas de viajeros, exploradores y militares), pudimos establecer que la presencia mapuche en lo que hoy es parte del territorio argentino, tuvo lugar antes de la consolidación de los estados nacionales argentino y chileno. Por ello la hipótesis de la Araucanización esta impregnada del carácter nacionalista y es una nefasta construcción histórica por parte de los científicos sociales que veta todo tipo de reivindicación actual a las parcialidades de mapuches que se hallan en el territorio argentino. Se trata de la teoría que ubica a los mapuches entre los ríos Toltén y Cautín como su hábitat natural, desconociendo las relaciones de parentesco con sus pares del este de la cordillera como así también los procesos de espacialización, de identidad territorial. De esta manera se ha querido mostrar que Puelches, Picunches y Huilliches no formaban parte de una unidad mayor: los mapuches, aunque practicaban la misma creencia, compartían la lengua zungun y pelearon codo a codo con sus hermanos trasandinos ante la invasión española. Hemos visto que el más ardiente defensor de esta hipótesis es el etnógrafo Rodolfo Casamiquela para quien los únicos descendientes que tienen derecho a reclamar en el 13

territorio argentino son los Tehuelches, las parcialidades Picunches, Puelches, Pehuenches y Huilliches pero no los Mapuches, que serían un pueblo chileno. Como sostiene Vezub, Casamiquela arriba a esta conclusión por medio de una filiación que establece entre lo tehuelche-pampa con lo patagónico-argentino. El error más grande en el cae Casamiquela es darle una existencia a priori al estado-nación argentina, marcando sus límites actuales para la época del virreinato del río de la Plata, colonia del imperio español, mostrando su nacimiento en la Revolución de 1810 y en la declaración de la independencia de 1816. (2007:44-45) Este tipo de interpretación es afín al discurso nacionalista que hace una racionalización del tiempo marcado por el progreso, el desarrollo capitalista y la formación del estado y que no duda en calificar a ciertos grupos, como a los mapuches, de “extranjeros”. La interpretación de corte nacionalista se ha encargado de darle al estado una existencia a priori, aún cuando bien se sabe que las fronteras interiores entre el estado argentino y las parcialidades mapuches y tehuelches se cierran con las campañas militares de exterminio de 1879 y para el caso de Chubut con las últimas batallas de 1883-84. Aparte de ello las fronteras no tenían un carácter rígido, más bien eran móviles, y la historiografía renovada sobre las sociedades indígenas prefiere el empleo del término espacio fronterizo, justamente para marcar ese complejo mundo de relaciones que se fue configurando entre la sociedad indígena y la sociedad hispano-criolla. Con respecto a los tratados se puede percibir la intencionalidad latente por parte de los representantes del estado en dar a conocer a los pueblos prehispánicos la preexistencia de la soberanía nacional sobre las tierras que ocupan. Del Río (2005:49) citando a Tamagnini y Pérez Zavala da cuenta de cómo el estado nacional desde 1850, incluso mucho antes desde la época colonial, procuró no reconocer a los pueblos originarios como un colectivo externo sino como grupos sujetos a las leyes de la nación, por ello se los llama “tribus indias” y no “naciones indias”. La tesis de la “araucanización” deja muchos puntos oscuros que no se han resuelto. En primer lugar la mayoría de las referencias sobre las diferentes parcialidades, están echa en la lengua zungun, la lengua mapuche, y si bien se ha dicho que son etnias diferentes que hablaban otras lenguas, no se ha dado cuenta de ellas y tampoco se ha explicado como es posible que todas tengan un gentilicio expresado en la lengua zungun. En segundo lugar la supuesta presión territorial ejercida por los españoles, motivo que habría obligado a los reches a cruzar los Andes, no tiene asidero en la realidad, porque no hubo una pérdida del territorio original de los reches. Entonces no queda claro por qué los mapuches tuvieron que emigrar e imponer sus costumbres, lengua y espiritualidad a otro pueblo “supuestamente” distinto, como los 14

Pikunches. Por otro lado, como sostiene Moyano (2007:110) si los Pikunches eran una etnia diferente, con una lengua diferente, como es posible que al desplazarse hacia Puelmapu hayan terminado contagiándole el mapuzungun a sus nuevos vecinos. En consecuencia los Pikunches eran mapuches o la supuesta araucanización se dio mucho antes de la llegada de los españoles. En tercer lugar los aportes de la arqueología dan por probado que la presencia mapuche en lado oriental de los Andes se remonta X después de Cristo. En cuarto lugar, la toponimia es otro indicador de la presencia mapuche en Puelmapu, esto lo corroboramos a través de las expediciones de los ibéricos y de los criollos que dejaron constancia de la presencia de parcialidades mapuches hacia ambos lados de los Andes. Por último las alianzas políticas y militares dan cuenta de una unidad cultural, lingüística, que trasciende los Andes y que da por sentado el desarrollo simultáneo del pueblo mapuche en ambas vertientes de los Andes, antes de la llegada de los españoles. Como ya planteamos al inicio, los etnógrafos tuvieron como único objetivo la elaboración de taxonomías, basadas en la identificación de rasgos raciales y culturales de los pueblos originarios. Dentro de este paradigma se inscribió la producción de Harrington, Vignati, Escalada y Casamiquela. Como propuesta alternativa a estas producciones planteamos otro marco de interpretación del fenómeno, tomando como referencia la idea de identidades territoriales y la geopolítica del conocimiento para ver la apropiación que los pueblos originarios hicieron del territorio que habitaban, la forma en que transformaron el espacio y la memoria que generaron sobre el mismo. De esta manera mapuche es la unidad cultural (lingüística, filosófica y social), que como centro de referencia marca el sentido de los significados que toman las diferentes parcialidades que llamamos identidades territoriales. Said nos alertaba respecto de la elaboración epistemológica del término Orientalismo, como una degradación del conocimiento. Lo mismo vale decir para la elaboración de la “Araucanización de Pampa y Patagonia” porque se ha la utilizado como argumento por parte de la justicia para entregar títulos de tierra. El caso lo cita Adrián Moyano (2007:124) y ocurrió en Lago Puelo con una familia mapuche que pidió al municipio la regularización de la propiedad de la tierra que habita hace años. La municipalidad dictaminó que no correspondía reconocerle la propiedad de la tierra porque el pueblo mapuche era chileno y no estaba dentro de los preceptos de la Constitución Nacional que solo considera a los “pueblos indígenas argentinos”.

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