la periodizacion de las sociedades La sociedad es el conjunto de individuos que comparten fines, conductas y cultura, y que se relacionan interactuando entre sí, cooperativamente, para formar un grupo o una comunidad. Existen sociedades animales cuyo estudio lo realiza la sociobiología o la etología social, como las sociedades de hormigas o las de primates. Las sociedades de humanos estudian las llamadas disciplinas sociales, principalmente la sociología y otras como la antropología y la economía. Modernamente, existe un interés de la física, desde la perspectiva de sistemas complejos, por el estudio de fenómenos sociales, y este esfuerzo ha dado lugar a disciplinas como la sociofísica y la econofísica.
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1 Sociedades humanas
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2 Οργανιζαχι⌠ν δε λα σοχιεδαδ ηυµανα
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3 Σοχιεδαδεσ εν ελ 〈µβιτο ϕυρδιχο ψ εχον⌠µιχο
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4 ςασε ταµβιν
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5 Ενλαχεσ εξτερνοσ
Sociedades humanas [editar] Las sociedades fueron creadas por el ser humano; desde hace ya mucho tiempo, el hombre sintió la necesidad de agruparse en sociedad, fue algo escencial, como el alimentarse y el reproducirse. Las sociedades humanas son entidades poblacionales, dentro de la población existe una relación entre los sujetos (habitantes) y el entorno, ambos realizan actividades en común y es lo que les da una identidad propia. También, sociedad es una cadena de conocimientos entre varios ámbitos, económico, político, cultural, deportivo y de entretenimiento. Además, dentro de la sociedad existen varias culturas que son creadas por el hombre, y esas culturas tienen su propio territorio para poder desarrollar una interacción acertada con los sujetos de mismas creencias, costumbres, comportamientos, ideologías e igual idioma. Los habitantes, el entorno y los proyectos o prácticas sociales hacen parte de una cultura, pero existen otros aspectos que ayudan a ampliar el concepto de sociedad y el más interesante y que ha logrado que la comunicación se desarrolle constantemente es la
nueva era de la información, es decir la tecnología alcanzada en los medios de producción, desde una sociedad primitiva con simple tecnología especializada de cazadores —muy pocos artefactos— hasta una sociedad moderna con compleja tecnología —muchísimos artefactos— prácticamente en todas las especialidades. Estos estados de civilización incluirán el estilo de vida y su nivel de calidad que, asimismo, será sencillo y de baja calidad comparativa en la sociedad primitiva, y complejo o sofisticado con calidad comparativamente alta en la sociedad industrial. La calidad de vida comparativamente alta es controvertida, pues tiene aspectos subjetivos en los términos de cómo es percibida por los sujetos. También, es importante resaltar que la sociedad está conformada por las industrias culturales. Es decir, la industria es un término fundamental para mejorar el proceso de formación socio-cultural de cualquier territorio, este concepto surgió a partir de la Revolución Industrial, y de esta se entiende que fue la etapa de producción en serie, el hombre invento la maquinaria y la principal fue la máquina de la imprenta creada por Gutemberg. Entonces, lo avances tecnológicos se fueron ejecutando en la sociedad en la medida en que el hombre producía más conocimiento y lo explotaba en la colectividad. En la sociedad el sujeto puede analizar, interpretar y comprender todo lo que lo rodea por medio de las representaciones simbólicas que existen en la comunidad. Es decir, los símbolos son indispensables para el análisis social y cultural del espacio en que se encuentra el hombre y a partir de la explicación simbólica de los objetos se puede adquirir una percepción global del mundo. Por último, la sociedad de masas (sociedad) está integrada por diversas culturas y cada una tiene sus propios fundamentos e ideologias que hacen al ser humano único y diferente a los demás.
Organización de la sociedad humana [editar] La sociedad humana se formó con la propia aparición del hombre. En la prehistoria la sociedad estaba organizada jerárquicamente, donde un jefe generalmente el más fuerte y\o sabio del grupo ocupaba el poder. No fue hasta la época griega cuando esta tendencia absolutista del poder cambió, dando paso a un sistema social en el que los estamentos inferiores de la sociedad podían ocupar el poder o unirse para ocuparlo, la democracia, que originó la aparición de la política. Pero no fue hasta 1789 con la Revolución Francesa cuando se dio la tendecia de sociedad cambió radicalmente haciendo que cualquier persona pudiera subir a un estamento superior, algo imposible hasta aquella época. El fin del Antiguo Regimen también dio comienzo a teorías políticas en el que se pretendía suprimir la organización o jerarquización de la sociedad como el anarquismo y el comunismo, sistema social que algunos paises adoptaron. El sistema social que predomina es el llamado capitalismo, dividiendo la sociedad en clases pero la única forma de ascender o descender socialmente es el dinero, considerado
el poder. Este sistema esta heredado de la Revolución Francesa por la burguesía.
Sociedades en el ámbito jurídico y económico [editar] Artículo principal: Sociedad (Derecho) En el ámbito jurídico y económico una sociedad es aquella por la cual dos o más personas se obligan en común acuerdo a hacer aportes ( especie, dinero o industria ), con el ánimo de repartir entre sí las ganancias. En este caso se denomina sociedad a la agrupación de personas para la realización de actividades privadas, generalmente comerciales. A sus miembros se les denomina socios. El concepto amplio de sociedad, en contraposición al concepto tradicional, entiende que esa puesta en común de bienes, esa estructura creada entre dos o más personas, puede no estar destinada esencialmente a obtener un lucro, no siendo este ánimo un elemento esencial del referido contrato, por cuanto existen sociedades que pueden responder a un interés particular distinto al de sus socios. evolucionismo y cambio social el evolucionismo clásico En el siglo XIX surge una idea que por analogía con la biología establece un paralelismo. Tanto los organismos vivos como las sociedades están compuestas por una serie de elementos diferenciados. En el caso de los organismos vivos son las células y en el caso de las sociedades son los individuos. A su vez, estos individuos estarían unidos por una serie de relaciones o lazos sociales. Esta idea fue desarrollándose y tomando forma en distintos campos de la ciencia. El tipo de integración estructural es distinto en el caso biológico y social. En el caso de la biología existe una estructura fuer y densa. No se concibe separar ningún elemento del organismo vivo. En el caso de las sociedades se habla de una estructura más difusa y se reconoce a los individuos una mayor autonomía. La idea de crecimiento es fundamental porque la evolución se va a ir ligando al progresivo crecimiento de las sociedades y a su progresiva complicación. Características del crecimiento como proceso social: - Despliegue de ciertas potencialidades que están presentes en el objeto tratado. - Opera en una dirección determinada e irreversible. - Persiste inexorablemente. Es un proceso imparable. - Procede gradualmente. - Pasa por fases diferenciadas.
Hay bastantes autores situados dentro del evolucionismo sociológico (Comte, Spencer, Durkheim, Tönnies, etc.). elementos comunes en las teorías del evolucionismo social de estos autores La historia de la humanidad responde a un único modelo. Más allá de toda una serie de acontecimientos que podrían estar desconectados entre sí, existiría una lógica detrás que les está dando un sentido. El fin de la teoría evolucionista sería reconstruir globalmente ese modelo. Tal reconstrucción se llevará a cabo para comprender hechos pasados y predecir la historia futura. Consideración de que el objeto de cambio es el conjunto de la sociedad humana. No se trata de detenerse en pequeñas variaciones sociales, sino que lo que interesa es la totalidad de la sociedad humana. Esta totalidad (la sociedad humana en su conjunto) es concebida en términos orgánicos. Cada institución o grupo, con su funcionamiento está contribuyendo al mantenimiento de la sociedad en su conjunto. El cambio social es visto como algo constante. Se trata de una totalidad en permanente cambio. Es un rasgo natural de la sociedad humana y la realidad social no se puede escapar de él. En situaciones de una estabilidad aparente no se concibe como tal estabilidad sino como un cambio bloqueado, pero esto es algo muy difícil de darse. Es un cambio direccional. Se mueve desde formas primitivas hacia formas más avanzadas y desarrolladas. Es el paso de sociedades más homogéneas hacia sociedades más heterogéneas. La sociedad se mueve de situaciones de mayor caos hacia situaciones de mayor organización. El cambio es unilineal. El modelo hace que el cambio se produzca en una sola de las posibilidades que se podrían abrir, es decir se sigue un modelo preestablecido. Las diferencias entre sociedades se deben a que unas sociedades avanzan más rápido que otras en las distintas partes del planeta. Todas las sociedades en ese proceso de cambio pasan por distintas etapas. Hay una serie de etapas y por todas ellas se pasa siempre. Es un proceso pausado sin grandes discontinuidades. Más allá de las diferencias entre los autores, todos ellos toman un sólo factor como elemento explicativo del cambio. Para unos el factor cultural, para otros el demográfico, etc., pero toman sólo uno de ellos. El cambio tiene lugar de una forma espontánea en el sentido de involuntaria. Esto es porque responde a una fuerza de fondo que le lleva a cambiar a cualquier dirección. Equivalencia entre evolución y progreso. El proceso evolutivo se vive como una mejora constante de la sociedad humana y por tanto como algo deseable. críticas al evolucionismo clásico
Algunas críticas fueron tan fuertes que lograron el descrédito de esta teoría. A finales de los 50 resurge esta teoría con el nombre de neoevolucionismo. Crítica a la idea de modelo único. Hicieron énfasis en lo fortuito de ciertos acontecimientos históricos. Lo más que se puede hacer es formular leyes referidas a la historia de tal o cual país o época pero no leyes de la historia. Se cuestionó que la sociedad humana se entendiese como la totalidad en permanente cambio. Esta idea fue puesta en duda a partir de la constatación de la existencia de una heterogeneidad de las sociedades humanas, por lo que pretender estudiar el total de la sociedad humana sin tener en cuenta la diversidad humana es arriesgado. Cada una de estas culturas tiene sus propios caminos evolutivos y están todas sometidas a las mismas leyes y caminos. La imagen sobreintegrada de la sociedad. La cantidad de conflictos, tensiones, fracciones en las sociedades es tal, que pensar en esa sociedad integrada no se sostiene. Los componentes de la sociedad no son necesariamente benéficos para su persistencia, ya que puede haberlos totalmente perjudiciales. La confirmación de la existencia de cambios limitados. Cambios que no necesariamente se refieren a la totalidad del sistema sino más bien cambios en el sistema, que incluso pueden ser neutrales a la totalidad, es decir, que no afecten a esa totalidad. Cuestionamiento de la unilinealidad. Es bastante cuestionado por la misma observación de la realidad, ya que ha habido momentos de crisis, retrocesos, momentos de colapso total, y por tanto hablar de una unilinealidad previsible es bastante inadecuado. No es correcto hablar de un único proceso de cambio. El cambio se da de una forma fragmentaria, con procesos interdependientes que a veces se solapan, etc. Crítica a la visión gradualista del cambio. La experiencia nos enseña que el cambio se produce a una velocidad bastante considerable en algunos casos. Procesos de cambio en distintas sociedades se ha demostrado que no se producen en el mismo tiempo, en unas sociedades el proceso es más largo y en otras más corto. Crítica a la monocausalidad. No hay sólo una causa que explique el cambio, sino que son varias las que influyen aunque puede una de ellas ser la más importante. Crítica al desatendimiento de factores exógenos. No es cierto que sólo haya que atender a factores endógenos para explicar el cambio, ya que a veces variables exógenas pueden ser importantísimas. Ej.: los cambios medioambientales (exógenos a la sociedad) pueden influir considerablemente en la sociedad. Crítica a la espontaneidad del cambio. Es insostenible por la experiencia acumulada históricamente. Hay una parte del cambio que siempre ha sido voluntario para la sociedad y reconocido como tal. Cuando analizamos la historia más reciente vemos que muchos de los acontecimientos han partido de la voluntad social de cambiar. Crítica a la identificación entre evolucionismo y progresismo. La crisis se ha convertido
en un lema en nuestro tiempo. Parece claro que hay retrocesos, cortes en el centro de esa evolución, etc., por tanto la idea de que evolucionamos hacia un destino mejor es errónea. evolución multilineal La idea de unilinealidad ha sido cuestionada con los siguientes argumentos: Variedad existente en las sociedades humanas. Resulta imposible clasificar a todas las sociedades del planeta mediante una misma escalar, ya que las sociedades son diferentes. Se puede hablar por tanto de trayectorias evolutivas diferentes entre sí. Relativismo Cultural. Interdependencia de sociedades. La idea de la difusión. En un mismo periodo histórico las distintas sociedades coexisten en distintos grados del periodo evolutivo. (Idea defendida por los evolucionistas). En la medida en que estas sociedades se van interrelacionando y se van volviendo interdependientes, va habiendo transformaciones que hacen que la evolución que se podía prever no se produzca de la forma esperada. Todas las críticas al evolucionismo clásico han llevado a que esta corriente esté en entredicho. Hacia los años 50 se recupera el debate evolucionista. Surge porque va a verse útil para explicar algunos acontecimientos del momento. el neoevolucionismo en sociología Los neoevolucionistas confirmaron que la evolución no era un mito. Lo importante es que la evolución se estudie de una forma científica y sin especulaciones. Puntos de contraste entre el neoevolucionismo y el evolucionismo clásico: 1. Abandono de la idea de que el estudio de la evolución debía hacerse desde una perspectiva global, es decir, de una sociedad única. Se admite por tanto la diversidad. 2. La preocupación por las causas de la evolución. Anteriormente la preocupación mayor era el ir distinguiendo etapas, mientras el neoevolucionismo se preocupa más por las causas pero eso sí, sin dejar totalmente a un lado la descripción por etapas. 3. Formas en que se establecen las proposiciones. Anteriormente se establecían con una visión determinista, mientras que el neoevolucionismo lo hará con una visión probabilística. No se afirma categóricamente que algo va a ocurrir. 4. La incorporación de enfoques de otras ramas del evolucionismo, sobretodo del evolucionismo biológico. Dos de los principales enfoques del neoevolucionismo sociológico (que nacen muy ligados al funcionalismo) son: 1)Enfoque ecológico evolutivo (Lenski). 2) Teoría de la diferenciación (Parsons).
enfoque ecológico evolutivo Insiste en la idea de tendencias a largo plazo. La historia no es una secuencia desordenada de sucesos, sino que existen tendencias de fondo marcadas a largo plazo. Desde el punto de vista de Lenski, la principal causa de la evolución es la del avance tecnológico. Para valorar cuáles son las claves del avance tecnológico el elemento esencial es la información. La disponibilidad del conocimiento sobre el entorno es la que va a permitir aprovecharnos del mismo. Esta visión tan marcadamente tecnológica del cambio y la evolución la han tenido muchos autores. teoría de la diferenciación Parsons fue un autor más del orden que del cambio, aunque al final de su carrera y empujado por las críticas recibidas entró en el estudio del cambio social incluso a gran escala. Plantea que en cualquier sistema social acontecen dos tipos de procesos: - Procesos integradores o de control. Tiene efectos compensatorios, es decir, que tienden a buscar el equilibrio dentro de una sociedad. - Procesos de cambio estructural. Afectan al centro del sistema de valores, del sistema de normas. Estos procesos producen por tanto cambios de corte profundo. Estos cambios son los que nos interesan, porque dentro de la teoría de Parsons son los que adoptarían procesos evolutivos. Parsons marca una serie de fases dentro de la evolución: A.- Estadio primitivo. De la sociedad primitiva dice que es muy homogénea, con un bajo nivel de especialización. En estas sociedades los lazos sociales fundamentales estarían basados en la relación de parentesco. B.- Estadio primitivo-avanzado. Se alcanzaría cuando aparece una división de subsistemas, y cuando aparecen las funciones políticas. Aquí se separa lo profano de lo sagrado. Habría en esta fase una progresiva estratificación en la participación de los miembros de la sociedad. Aparece la diferenciación entre el logro y la adscripción. Aquí se empieza a valorar más el logro. C.- Estadio intermedio. Aparece y se desarrolla la escritura. Facilita la acumulación de información y permite la comunicación a distancia. También permite la transmisión de las tradiciones. Otra característica es el desarrollo más marcado de la estratificación social. Hay una diferenciación mayor entre lo religioso y lo secular. D.- Estadio moderno. Para Parsons el tipo moderno de sociedad solo se ha producido en occidente (mitad occidental de Europa y Estados Unidos). Se llega hasta estas sociedades a través de una línea evolutiva que partiría desde la Antigua Grecia y del Imperio Romano. El modelo más avanzado dentro de esta etapa, sería Estados Unidos.
la periodización de las sociedades - TEORÍAS EVOLUCIONISTAS / TEORÍAS CÍCLICAS Las teorías cíclicas tienen una perspectiva del proceso histórico diferente a las evolucionistas. Teoría evolucionista Teorías cíclicas En la teoría cíclica muchas veces nos encontramos con autores que nos hablan de una vuelta al inicio del proceso. La visión cíclica es la que dice que hay periodos que cada cierto tiempo se van repitiendo. Las teorías evolutivas son las que defienden que el camino del cambio se da pasando por varias fases que no se repiten. segunda 1
Introducción
Versión para imprimir la sección Periodización, en el campo de las ciencias sociales, división en periodos de la historia o de cualquier manifestación de la actividad humana: literatura, artes, ciencias. Cada uno de los periodos intenta abarcar, bajo un nombre específico, rasgos comunes y constantes, sean éstos los de un tipo de gobierno determinado, una tendencia estética, descubrimientos científicos o importantes transformaciones en la estructura económica de una sociedad. El principio y el final de un periodo —sus hitos fundamentales— coinciden con hechos que rompen con la época anterior y ejercen influencia en la siguiente.
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El mito de las edades
Versión para imprimir la sección Periodizar implica el intento de dominar el tiempo, de obtener una perspectiva que permita crear un marco de referencia. El poeta Hesíodo, en el siglo VIII a.C., estableció en su Teogonía una cronología mítica que se proponía explicar la evolución de la sociedad humana a través de cuatro edades: la de Oro, la de Plata, la de Bronce y la de Hierro. Los metales señalaban una decadencia progresiva de la humanidad, aunque con la certeza de un retorno cíclico. Este mito, retomado por Ovidio en las Metamorfosis y, entre otros, por Virgilio en la IV de sus Églogas, se convirtió en fuente de muchas reelaboraciones literarias y del deseo — o de la utopía nostálgica de un pasado mejor— de reconquistar la edad de Oro o de esperar su retorno. El discurso sobre la edad de Oro aparece en textos de las épocas siguientes, en los que la tradición clásica se une con el mito cristiano del paraíso. Don Quijote elabora una proclama sobre la felicidad de ese tiempo y se lamenta por las abominaciones del presente. Varias décadas más tarde, John Milton escribe El paraíso perdido.
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La relativa historia de las edades
Versión para imprimir la sección Christoph Keller (1638-1707), más conocido como Cellarius, fue el creador de la división periódica de la historia en edad antigua, media y nueva (posteriormente moderna). El concepto de edad contemporánea surgió en Francia para designar los hechos posteriores a la Revolución Francesa.
No todos los historiadores coinciden cuando se trata de fijar el final de un periodo y el comienzo de otro. Es comprensible y hasta deseable: dados el dinamismo de los hechos y la conjunción de múltiples factores en la génesis de un proceso histórico, no siempre es fácil fijar una fecha como definitiva, porque su mayor o menor importancia también depende de la perspectiva del historiador, del país que estudia y, naturalmente, de su posición ideológica frente a los acontecimientos. Ciertas periodizaciones eligen el punto de vista político; otras, recurren a la división por ciclos económicos. La historia y la historiografía no son ajenas a las corrientes filosóficas y, por tanto, puede dominar en su análisis una visión idealista —la historia hecha por los grandes héroes— o materialista —la historia como resultado de la acción anónima de los pueblos, de las técnicas de trabajo y su influencia en los cambios de concepción del mundo.
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Mito, historia, economía
Versión para imprimir la sección La periodización dominante (cuatro edades, como en el mito) tiene el límite de la visión eurocéntrica. Por esta razón, algunas tendencias historiográficas se preguntan cómo aplicar el concepto de edad media, por ejemplo, a la evolución de los pueblos africanos, a algunas sociedades asiáticas e incluso a las culturas del periodo precolombino. La teoría marxista de los modos de producción —asiático, antiguo, feudal, burgués moderno o capitalista, socialista como etapa previa a la construcción del comunismo— constituye el primer intento de definir periodos que, más allá del sentido restringido de lo histórico, incorporan fenómenos económicos como base para explicar la transformación de las sociedades. Karl Marx también contempla la existencia, anterior a los modos de producción enumerados, de la comunidad primitiva, el tiempo de la sociedad tribal, en el que la tierra pertenecía a todos y el clan era la unidad básica. A pesar del avance que representa esta teoría —por considerar factores materiales y no sólo ideales en la evolución de la humanidad—, aún permanece la visión de un tiempo donde todo era de todos y de un futuro armonioso, sin lucha de clases. Precisamente la reflexión crítica de los propios filósofos marxistas llega a señalar que Marx acercó a la tierra lo que la religión prometía en el cielo. Haber estimulado en la conciencia de los seres humanos la posibilidad de construir la utopía a través de la lucha, no impide la lucidez de la visión irónica, como ocurre en la película del director italiano Elio Petri (1929-1982) titulada La clase obrera va al paraíso (1971).
tercer
Periodización De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a navegación, búsqueda Se conoce como periodización al campo de las ciencias sociales que trata de dividir la historia u otro campo del conocimiento (la ciencia, la literatura, el arte) en distintos periodos que posean unos rasgos comunes entre sí, lo suficientemente importantes como para hacerlos cualitativamente distintos a otros periodos.
En historia la periodización más amplia da periodos denominados edades, mientras que los denominados época designan divisiones más breves o locales. En el campo de la historia natural o geología se utiliza la expresión eras (eras geológicas), aunque también se habla de era como periodo histórico en el campo de la cronología, dando cada una de ellas origen a distintos calendarios. Época geológica es una subdivisión de la era geológica. La escala del tiempo geológico se divide en orden descendente de jerarquía de la siguiente manera: Eón, era, sistemas o períodos, series o épocas y pisos.
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1 La periodización en Historia •
1.1 Las primeras periodizaciones
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1.2 Λα περιοδιζαχι⌠ν µαρξιστα
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1.3 Λασ ρεϖολυχιονεσ τεχνολ⌠γιχασ
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1.4 Περιοδιζαρ ελ πρεσεντε
2 Referencias
La periodización en Historia [editar] No hay un acuerdo universal sobre la periodización en Historia, aunque sí un consenso académico sobre los periodos de la Historia de la Civilización Occidental, basado en los términos acuñados por Cristóbal Celarius (Edades Antigua, Media y Moderna), que pone al mundo clásico y su renacimiento como los hechos determinantes para la división. La acusación de eurocentrismo que se hace a tal periodización no debe impedir conocerla, por ser la más utilizada. En el siglo XVI los historiadores de la literatura y los filólogos, estudiando el latín señalaron tres fases en su gradual evolución: la "alta edad" o "superior" que llegaba hasta Constantino, etapa del latín clásico; la "edad media" de la lengua, que alcanzaba desde Constantino a Carlomagno (siglos IV al IX), y la "edad ínfima" iniciada en el 842 con el primer texto en romance, Los Juramentos de Estrasburgo, Por eso precisamente Ch. D. Du Cange tituló su famoso diccionario Glossarium ad scriptores mediae et infimae latinitatis (Paris, 1678). La primera ocasión en que se designa el término "Edad media" con sentido histórico parece haber sido en 1639, por el liejense Rasuin en su Laodium. La expresión pasaría desde ese mismo siglo XVII a designar el período de transición entre la antigüedad clásica y el renacer de su cultura experimentada en la Edad Nueva que habita tomado cuerpo a lo largo del siglo XV. Y, en consecuencia, su uso tendía a menospreciar los valores de dicha edad intermedia como un puente o una noche de “mil años”. Los pedagogos fueron los responsables de que este nuevo concepto de la Edad Media
adquiriera carta de naturaleza en los manuales o síntesis de historia. Un profesor de fines del siglo XVII, Cristóbal Séller (1634-1707) o Celarius –como gustaba llamarse latinizando su nombre a la manera humanista- introdujo la modalidad en uno de los manuales escolares de Historia Antigua editado en 1685, y la claridad que implicaba para la explicación histórica le indujo a repetirla en otro, titulado Historia Medii Aevi a temporibus Constanini Magni ad Constaninopolim a Turcis captam deducta (Jena, 1688). Otro profesor, Loescher, la repitió en un manual alemán: Geschicchte der Mittleren Zeiten (1725), y no tardó en generalizarse el nuevo concepto, porque resultaba cómoda esa división de la Historia.[1] El problema de cualquier periodización surge en hacerla válida para un ámbito espacial amplio, lo que resulta difícil cuando los fenómenos que originan el comienzo de un periodo en un lugar (habitualmente el Próximo Oriente) tardan en difundirse o surgir en otros lugares más o menos próximos y conectados (Europa Occidental) o lejanos y desconectados (América, Oceanía). Por ello surgen términos intermedios y de transición o superpuestos. •
Prehistoria. Desde la aparición del hombre (fecha incierta) hasta la de la escritura •
Paleolítico (Etimológicamente Antigua Edad de Piedra por la piedra tallada) •
Paleolítico inferior. Primeros modos de tallado de instrumentos.
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Παλεολτιχο µεδιο. Ligado a cambios en la cultura material y al Hombre de Neanderthal, Desde hace 125.000 años hasta hace 35.000 años aprox.
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Παλεολτιχο συπεριορ. Ligado a la cultura material que se suele asociar a homo sapiens sapiens. Desde hace 35.000 años hasta hace 10.000 años aprox.
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Mesolítico/Epipaleolítico. Periodo de transición, ligado a los cambios que produjo el fin de la última glaciación Desde el 10.000 aC hasta el VIII milenio en prox. Oriente y el 5.500 en Europa Occidental. (En las poblaciones en las que se desarrolló el neolítico internamente se denomina mesolítico y en aquellas que fueron neolitizadas por influjo externo epipaleolítico)
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Νεολτιχο (Etimológicamente Nueva Edad de Piedra por la piedra pulimentada) Ligado a la aparición de la agricultura, aldeas, cerámica. VIII milenio a.c. en Oriente Próximo (En España VI milenio a.c.)
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Εδαδ δε λοσ Μεταλεσ •
Calcolítico III milenio aC aprox. en Europa Occidental. La formación de las sociedades complejas
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Εδαδ δελ Βρονχε II milenio aC aprox. en Europa Occidental..
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Εδαδ δελ Ηιερρο I milenio aC aprox. en Europa Occidental. Hasta la romanización.
Historia. Desarrollo de la escritura como consecuencia de la aparición de los primeros estados. IV milenio a.c. en Sumeria •
Protohistoria. Período de solapamiento: mientras surgen las civilizaciones prístinas de Mesopotamia, China e India en Asia, Egipto en África y las culturas Olmeca y Chavín en América éstas dejan constancia escrita de otros pueblos los cuales no han desarrollado la escritura. En la península Ibérica coincide con las colonizaciones orientales fenicio-púnica y griega y la conquista romana, cuyos autores registraron la actividad de los pueblos indígenas.
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Εδαδ Αντιγυα
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Primeros estados de Oriente próximo: Sumeria, Acad, Babilonia, Asiria...
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Αντιγεδαδ χλ〈σιχα Civilizaciones griega y romana. Cuentan sus eras desde la primera olimpiada o la fundación de Roma. Siglo VIII a.c.. No hay que confundir con el periodo clásico del arte griego (siglos V y IV a.c.).
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Αντιγεδαδ ταρδα Periodo de transición, desde la crisis del siglo III hasta Carlomagno o la llegada del Islam a Europa (siglo VIII).
Edad Media Desde la caída del Imperio Romano de Occidente (siglo V) hasta la caída del Imperio Romano de Oriente (siglo XV) •
Alta Edad Media siglos V al X.
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Βαϕα Εδαδ Μεδια Para algunos, los siglos XI al XV. Para otros se restringe a los siglos XIV y XV, como Crisis de la Edad Media o Crisis del siglo XIV, habiendo una Plenitud de la Edad Media en los siglos XI al XIII
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Edad Moderna. Siglos XV al XVIII. (Para los ingleses Early Modern Times). Se toma como comienzo la Imprenta, la toma de Constantinopla por los turcos o el Descubrimiento de América; como final, la Revolución Francesa, la Independencia de los Estados Unidos de América o la Revolución Industrial.
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Εδαδ Χοντεµπορ〈νεα. Hasta el presente. (Para los ingleses Later Modern Times)
Las primeras periodizaciones [editar] En la imagen, un trigal convive con un generador eólico, cada uno muestra de sucesivas revoluciones tecnológicas. Vere Gordon Childe acuñó el término Revolución neolítica, para indicar que la transformación en las condiciones vitales de la humanidad que se produjo como consecuencia de la ganadería y la agricultura fueron semejantes a las que estaba produciendo la Revolución Industrial en nuestra propia época. La historia de la Humanidad quedaría periodizada en Paleolítico, Revolución Neolítica (desde el VI milenio a. C. hasta el siglo XVIII) y Revolución Industrial. Marshall Mac Luhan propuso la incorporación de la Edad de la Electricidad posterior a la Edad de la Mecanización. Otros autores han propuesto otros periodos basados en la importancia de algún material, como la Edad del Plástico, de algún producto, como la Edad del automóvil, o de conceptos, como la Era de la información.
Periodizar el presente [editar] Más peligroso (por la imposibilidad de mantener perspectiva histórica) es basar las periodizaciones en algún hecho concreto del pasado más reciente que permita hablar de una Edad Postcontemporánea. Francis Fukuyama, desde una perspectiva hegeliana, propuso El final de la historia con motivo de la caída del Muro de Berlín (1989) que simbolizó la de los regímenes comunistas en el Este de Europa y de la Unión Soviética (1991). Otros, considerar los impactantes Atentados del 11 de septiembre de 2001.
A continuación, se estudiará la aparición, desarrollo y extinción del régimen de comunidad primitiva, es decir, el tipo de organización socio-económica que predominó durante la época que se ha venido estudiando. La duración de este período hace que se deba dividir en diferentes etapas culturales, es decir, nos obliga a periodizarlo. Sin embargo, no existe una sola forma para periodizar el estudio de la Prehistoria. La primera de estas periodizaciones fue hecha por el danés Thomsen en las primeras décadas del siglo XIX. Según esta periodización las sociedades humanas pasaron por 3 edades: la Edad de Piedra, la del Bronce y la del Hierro. Según Thomsen, estas edades se dividen en épocas y estas en estadios culturales diferenciados según sus vestigios materiales. El nombre de cada estadio se deriva del sitio donde por primera vez fueron descubiertos objetos dejados por los primeros pobladores de la Tierra. La periodización de Thomsen presenta muchas ventajas ya que expone con mucha claridad las diferentes etapas evolutivas de las sociedades primitivas. Sin embargo, esta forma de dividir la Prehistoria ha sido criticada porque reduce el pasado prehistórico al material con que fueron elaborados los objetos y descuida el aspecto correspondiente a la forma como los grupos humanos primitivos se organizaron en sociedad.
El norteamericano Lewis Morgan presentó otra forma de periodizar el estudio de la Prehistoria, a finales del siglo XIX. En su libro La sociedad primitiva, Morgan hace énfasis en el carácter general de la cultura material de cada período y divide la historia primitiva en dos grandes épocas: el salvajismo y la barbarie. La época del salvajismo terminó con la aparición del arco, la flecha y la cerámica. La época de barbarie se caracterizó por la domesticación de animales y la aparición de la agricultura. En 1884 apareció la obra de Federico Engels, titulada El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, en la cual utilizó la periodización de Morgan, aunque la criticó y le introdujo algunas modificaciones. En la actualidad muchos arqueólogos, prehistoriadores y paleontólogos están de acuerdo con una periodización que distingue dos grandes épocas en la evolución de las sociedades primitivas: la época de la horda primitiva, en la cual se efectuó el proceso de hominización y la época del régimen de clanes, en los cuales, en un primer momento, existió igualdad entre ambos sexos y posteriormente predominó el matriarcado, o sea, el prestigio y poder de las mujeres. Finalmente, con el aumento de la producción y el perfeccionamiento de las herramientas (se inició el cultivo de la tierra por medio del arado y el uso de los metales) aparecieron las primeras formas de propiedad privada y explotación de mano de obra (algunas personas trabajaban para otras dentro de la comunidad). El régimen de clanes patriarcales que, a su vez, dieron origen a la formación del estado. Actualmente, la Iglesia católica acepta el evolucionismo. El paleontólogo jesuita Pierre Teilhard de Chardin, en sus obras El fenómeno humano, El grupo zoológico humano y La activación de la energía, apoya esta tesis, probando que la fe no se opone al evolucionismo. Las siguientes, son las principales etapas por las cuales pasó la sociedad primitiva:
El Paleolítico: época de las hordas primitivas de cazadores recolectores Es el período más remoto, extenso y menos conocido de la historia de la humanidad. Se inició con la aparición de los primeros homínidos (Australopithecus) a finales del Terciario, y terminó hace más o menos 12.000 años al desaparecer la última glaciación. Los hombres del Paleolítico emplearon especialmente instrumentos líticos, es decir, útiles de piedra. Estos útiles no fueron pulidos sino tallados a golpes y la piedra más utilizada fue el sílex. También es posible que trabajaran la madera, pero los objetos elaborados en este material han sido destruidos por el agua, el hielo y el paso del tiempo. Durante el Paleolítico no se utilizaron los metales. Esta época se divide en tres subperíodos: Inferior, Medio y Superior. Volver arriba
El Paleolítico Inferior: durante esta época vivieron los últimos Australopithecus, Pitecanthropus y primeros Neandertales. A diferencia de los miembros de las hordas de Australopithecus que se limitaban a manipular objetos como piedras, huesos y palos, los Pitecanthropus y Neandertales ya elaboraban útiles rudimentarios. El Paleolítico Inferior se inició hace aproximadamente un millón de años y se prolongó desde finales de la glaciación Günz hasta la retirada del glacial Riss hace unos 100.000 años.
A finales del Terciario y comienzos del Cuaternario, cuando se constituyó la sociedad humana, el clima del planeta era mucho más suave. El continente europeo se encontraba cubierto de bosques subtropicales y abundaba una fauna muy diferente de la actual. Poco a poco, el clima se hizo más frío y las glaciaciones invadieron algunas zonas de Europa y América del Norte. También descendieron los hielos de las grandes cordilleras como el Himalaya y los Alpes y la vegetación de bosques fue remplazada por un paisaje de clima frío. El frío de las glaciaciones hizo que la vida de estos primeros seres humanos fuera muy difícil. Los hombres del Paleolítico Inferior vivían en hordas y todavía conservaban mucha agresividad zoológica. Continuamente se trasladaban de un sitio a otro persiguiendo manadas de mamíferos para cazar, o en búsqueda de frutos silvestres. No existen huellas que indiquen que habitaran en el interior de las cavernas pero sí se han encontrado vestigios de campamentos ocasionales al aire libre, a orillas de los ríos y lagos. Posiblemente utilizaron pieles de animales para elaborar toldos que sirvieran como refugio. Sus herramientas fueron rudimentarias, generalmente palos y fragmentos de piedra con bordes cortantes aunque también comenzaron a elaborar hachas de mano de sílex. También elaboraron raspadores, punzones y cuchillos de hueso y piedra. Con base en los objetos del Paleolítico Inferior que fueron estudiados primeramente en Francia, los arqueólogos han establecido los siguientes estadios culturales de este período: - Prechelense: caracterizado por hachas de mano talladas por una sola cara. - Chelense: caracterizado por hachas en forma de almendra, mejor talladas que las anteriores. - Acheulense: caracterizado por hachas más evolucionadas y ligeras. También por la aparición de las primeras puntas de proyectil. Objetos de este tipo abundan también en Asia y África. Las culturas Clactoniense y Tayaciense, también en Francia, fueron contemporáneas de las Chelense y Prechelense, respectivamente. Volver arriba
El Paleolítico Medio: Se inició al finalizar el glaciar Riss, hace aproximadamente 100.000 años y terminó hace unos 40.000 años, en pleno avance del glaciar Würm. En consecuencia, tuvo una etapa de clima suave y otra de frío intenso en Europa y Asia. El hombre de Neandertal fue el principal tipo humano de este subperíodo. La caza y la recolección, seguramente mejor organizadas, fueron las actividades más importantes de estos grupos humanos. Debido a que eran omnívoros (comían toda clase de alimentos), estos hombres pudieron adaptarse a diferentes condiciones ambientales. La razón por la cual pudieron sobrevivir a pesar de los cambios climáticos y las difíciles condiciones de la naturaleza, fue su habilidad para fabricar herramientas y el hecho de que actuaban colectivamente. Estas agrupaciones de hombres durante el Paleolítico Inferior y Medio reciben el nombre de hordas primitivas. El tamaño de estas hordas era reducido y según parece, fueron bastante inestables puesto que sus miembros pasaban de una a otra horda con mucha facilidad. Cada horda tenía un líder o conductor que podía ser hombre o mujer. Predominaban la promiscuidad sexual y el canibalismo. El material arqueológico encontrado está caracterizado por lascas, que eran obtenidas de núcleos de piedra trabajados mediante el sistema de percusión. De acuerdo con los restos encontrados pueden distinguirse dos culturas: Levalloisiense: caracterizada por lascas grandes de forma triangular. - Musteriense: caracterizada por puntas triangulares, raspadores y buriles en forma de cincel que servían para perforar. Se perfeccionó la técnica para elaborar hachas de mano; las puntas encontradas son pesadas y de su tamaño se puede deducir que fueron enmangadas en forma
de lanza. Volver arriba
El Paleolítico Superior: Tuvo una duración menor que los dos períodos anteriores (40.000 a 12.000 años a. de C.). Se extendió desde el segundo avance del glaciar Würm, hasta la retirada del mismo y por tanto predominó el clima frío, suavizado durante los interglaciales. La paulatina desaparición de los hielos hizo que el clima de Europa y Siberia Meridional se hiciera templado y ocasionó la extinción de los grandes mamíferos lanudos. Los renos y caballos se desarrollaron a lo largo del litoral Mediterráneo y especialmente la región del Cáucaso. Durante el Paleolítico Superior se registraron grandes avances, tanto en la perfección biológica del hombre, como en el desarrollo de la producción y la organización social. Los primeros Homo sapiens, tales como los hombres del Cro-Magnon, Grimaldi y Chancellade fueron los tipos humanos predominantes en este período. Los hombres del Paleolítico Superior abandonaron las cavernas y construyeron viviendas artificiales. Además, constituyeron una nueva forma de organización social que ha sido denominada clan primitivo. Los restos arqueológicos de este período en Europa demuestran un gran avance en la elaboración de herramientas, especialmente de sílex. Otra característica de esta época fue el desarrollo del trabajo en hueso y cuerno para la fabricación de arpones y punzones. También aparecieron las primeras manifestaciones artísticas. Los objetos encontrados indican la existencia de las siguientes culturas en el Paleolítico Superior: - Gravettiense y Auriñaciense: caracterizadas por útiles de piedra retocados y aparición de figurillas artísticas. - Solutrense: caracterizada por instrumentos de piedra con forma de hojas de laurel y de sauce y por los bastones de mando. - Magdaleniense: caracterizada por el predominio del trabajo en hueso. Según parece, los hombres del paleolítico superior domesticaron perros.
el hombre y la tecnicas a) Función antropológica de la técnica “No sólo se da una naturaleza opuesta a la técnica, que la destruye y profana, una naturaleza que hace que la monstruosa inutilidad de los esfuerzos humanos resbale sobre ella y se deja sentir en la continua aniquilación de sus instrumentos; también hay una naturaleza que pide a gritos la rienda y freno del hombre, sus caminos y
puentes, utensilios que la agarren y aparatos que la arreglen, sus juguetes y el placer de su consumo”, afirma H. Blumenberg , y si es así, no es osado pensar que la historia de la humanidad también podría ser contada como “historia de inventos de herramientas mejores”. La historia del hombre está estrechamente ligada a los inventos técnicos, por lo que no debe haber una oposición entre técnica y naturaleza, pues la historia del hombre es también historia de la naturaleza, o una determinada historia natural: la historia del homo sapiens. “La técnica, en su aspecto fenoménico, es un reino de mecanismos”. Pero un reino de mecanismos sin autonomía propia, creado por el hombre. La capacidad de nuestra especie es una capacidad finita, poco definida y poco dotada; pues bien, por medio de la técnica esa capacidad ensancha hasta límites impredecibles su poder. Su radio de acción se extiende en el espacio y en el tiempo y posibilita que el individuo dé saltos cualitativos, impensables sin la técnica. “Sin la técnica el hombre no existiría ni habría existido nunca. Así, ni más ni menos”, dice Ortega y Gasset al comienzo de Meditación de la técnica. El hombre arranca trozos de la realidad y los convierte en objetos, cosas, que desde ese momento pasan a formar parte de una red, donde únicamente tienen sentido de medios, motivos o fines. El objeto es, pues, ese trozo contemplado. Una piedra es un trozo de roca, pero puede ser contemplada como objeto totémico, como objeto recuerdo, como objeto físico, como objeto de arte, como objeto del gemólogo. La técnica es el manejo de los objetos para intentar resolver problemas existentes o que ella misma se plantea, o mejorar las soluciones de los ya resueltos. La piedra no sabe que existe, el animal percibe su entorno pero permanece prisionero, atado a él. Es el hombre, el animal que tiene percepción de la percepción, quien puede poner distancia entre percepción y reflexión, quien puede reflexionar e imaginarse lo que no existe o proponer lo que tiene que existir. El objeto técnico es el producto de esa reflexión. Cualquier ser natural, cuando lo analizamos fenomenológicamente, nos abre una dimensión inabarcable; del objeto técnico lo podemos tener todo, la nave espacial más complicada está toda ella en los planos de los constructores. La técnica sirve para separarnos de la naturaleza y para dominarla. Pero la técnica también tiende a separarse del hombre en la medida en que se va haciendo más complicada, y esa progresiva autonomía de la técnica es la que nos hace pensar en su posible independencia del hombre. El homo habilis comenzó a construir herramientas hace unos dos millones y medio de años. Lo más antiguo que hemos encontrado es una ligera lasca de no más de veinticinco centímetros de largo, afilada y dentada, de posible uso polivalente: atacar, desgarrar, arma defensiva, cazar. Éste es el verdadero salto cualitativo del homo habilis, la frontera con el resto de los animales. En todos los lugares donde se han hallado restos de homo habilis, o erectus y, por supuesto, sapiens aparece esa frontera: creación de herramientas en complejidad creciente, es decir, lo que entendemos como habilidad técnica o simplemente técnica. El pájaro rompe / huesos puede utilizar una piedra para romper los huesos o tirarlos desde las alturas, pero no es capaz de utilizar la piedra para defenderse o para adornarse, ni de modificar la piedra para algún otro fin. “Actos técnicos, decíamos, no son aquellos en que el hombre procura satisfacer directamente las necesidades que la circunstancia o la naturaleza le hace sentir, sino precisamente aquellos que llevan a reformar esa circunstancia eliminando en lo posible de ella esas necesidades, suprimiendo o menguando el azar y el esfuerzo que exige satisfacerlas.” En eso reside la diferencia entre el animal atécnico y el animal técnico que es el hombre. La técnica del resto de animales es repetitiva e intuitiva, la llevan a cabo aunque los fines ya no sean posibles. Sin pecar de antropomorfismo podemos afirmar que la técnica del homo habilis es pensada, comprendida, relación de medios y fines polivalentes, y propia
del entendimiento. La técnica es la capacidad de aumentar el poder hacer del hombre, la capacidad de inventar; es lo contrario de la adaptación al medio, propio del resto de los animales, es la “adaptación del medio al sujeto”, es no contentarse con lo que el mundo es. Por medio de los actos técnicos el hombre invierte el proceso biológico y se propone cambiar el determinismo de las circunstancias materiales que le circundan. “Un hombre sin técnica, es decir, sin reacción contra el medio, no es un hombre”, sigue diciendo Ortega y Gasset. Fueron los griegos quienes establecieron la distinción entre tekné y ciencia. Entendían por tekné una habilidad mediante la cual se hace algo, se transforma una realidad natural en una artificial según reglas, y por eso se puede transmitir y aprender. La tekné que englobaba todo lo artificial incluido lo artístico, por lo que fue frecuente en la cultura medieval traducir tekné por ars –técnica de navegación por arte de navegar. La tekné era la relación de un conjunto de acciones para alcanzar un fin, la ciencia era la búsqueda o contemplación de la verdad; la tekné manejaba la realidad, la ciencia daba razón del por qué de esa realidad y es capaz de imaginarse realidades más allá de la experiencia. Una y otra tenían sus ámbitos de actuación perfectamente diferenciados; más aún, no eran ni compatibles ni complementarias: la tekné era cosa del entendimiento, la ciencia de la razón. La esclavitud y la fuerza humana barata fueron fundamentales para que la técnica se mantuviera durante siglos en el ámbito artesanal. Era una técnica accesible al grupo y apta para la transmisión gremial. La técnica medieval, al igual que pasó en Grecia, tampoco contaba con el apoyo de la ciencia; sin embargo, no estaba tan constreñida por los poderes fácticos y esa mayor libertad propició la aparición de nuevos descubrimientos aunque seguía siendo confiada a artesanos de manera un tanto despectiva por ser conocimiento de segundo rango. En el Renacimiento comenzaron a desarrollarse las llamadas ciencias naturales, que necesitaban la técnica, y comenzaron a relacionarse con ella para resolver problemas. Por ejemplo, Tartaglia (1564) fue capaz de calcular el ángulo necesario para lanzar una bala de cañón hacia su blanco. La relación ciencias naturales-técnica va a hacer posible, por primera vez, penetrar teóricamente en los entresijos de la naturaleza. El modelo es el inventor dominado por la pasión de llevar a la praxis lo que él ha pensado que se puede hacer. Y el experimento, cosa que los griegos no conocían, lo que diferencia la nueva ciencia de la ciencia griega. Poco a poco la técnica comienza a investigar metódicamente, enredada con la ciencia, y a ser cosa de técnicos, no de artesanos o de obreros. El progreso técnico libera al individuo de ataduras de todo tipo, produce espacios de ociosidad, libera de preocupaciones cada vez menos inmediatas y aumenta el tiempo dedicado a las tareas del espíritu. Es consecuencia directa del proceso de emancipación de la naturaleza que la técnica lleva a cabo y apunta a la posibilidad de un reino cada vez más autónomo del hombre, de una humanización de la naturaleza. Sus espectaculares logros alimentaban una ilimitada confianza en la técnica. ¿Cómo negar la estrecha relación que existe entre democracia y técnica?. El hombre comenzó a soñar con posibles mundos tecnológicos creados por él mismo. Ya en el siglo XX la técnica y la ciencia pasan de estar enredadas a establecer estrechos lazos de colaboración hasta el punto de ser muy borrosos los límites de separación entre una y otra. Es lo que conocemos como tecnociencia y sus logros
han superado las aspiraciones más osadas del hombre occidental. Un mundo tecnificado ya no es un sueño. Y es a partir del momento en que la máquina ha ido ganando autonomía cuando comienza a cuestionarse la bondad, que parecía connatural, del progreso tecnológico. Ahora la técnica tiende a explotar la naturaleza y no sólo a manejarla. Tanto Ortega y Gasset como Heidegger distinguían entre la técnica antigua, que tenía por fin el manejar la realidad para liberar al hombre, para aumentar su poder, y la técnica de nuestros días, la tecnociencia, que lo que pretende es explotar la naturaleza, dominarla para manejarla y transformarla. La primera la juzgaban positivamente, la segunda creían que producía una deshumanización de la naturaleza, un mundo sin alma. La técnica cruzó una frontera a no se sabe dónde y, al mismo tiempo, puso en las manos del hombre un poder como no había tenido nunca. Por primera vez el hombre se ha visto obligado a pensar sobre la técnica y no sólo a celebrar sus logros. A pensar sobre su uso, sus límites, sus fines. El momento crítico fue cuando la máquina comenzó a separarse del hombre, a ser algo ajeno, y es en ese momento cuando se plantea la posibilidad de crear el mundo deshumanizado a que hacíamos referencia. Podemos pasar de la libertad que proporcionaba la técnica al reducir el tiempo necesario de la producción, a la tiranía de la técnica. Las ciencias sólo pueden entender al ser humano como cosa, como objeto, no pueden entenderlo como “debe ser”. La ciencia en sí, como pasaba con la técnica, no es ni mala, ni perversa, pero puede ser una cosa o la otra, todo depende del uso que de ella hagamos, y es aquí donde reside el verdadero peligro: en el desequilibrio, cada vez más inquietante, entre un creciente poder actuar y la prudencia en su uso, cada vez más decreciente. La tekné era un medio para luchar contra la necesidad, lo que significaba que el homo faber estaba al servicio del homo sapiens. Con el dominio de la tecnología, en la era de la tecnología, el homo faber reina sobre el homo sapiens. “En otras palabras, incluso independientemente de sus obras objetivas, la tecnología cobra significación ética por el lugar central que ocupa ahora en la vida de los fines subjetivos.” “Los productos de la tecnología han penetrado tan profundamente en nuestra vida cotidiana, hasta en los detalles más pequeños, que la “condición natural” del hombre moderno viene representada por su mundo artificial.” Y pronto entraremos en la era de la “evolución volitiva”, en cuanto seamos capaces de “alterar no sólo la anatomía y la inteligencia de la especie sino también las emociones y el principio creativo, que es el verdadero núcleo de la naturaleza humana”, como nos recordaba E. Wilson en1980. Los avances técnicos pueden alterar lo que antes se consideraba natural en el hombre y nos sitúan ante un proceso de desacralización de la vida, “que pasa de un estadio de evolución natural, intangibilidad e indeterminación, a otro de preselección y determinación de nuestros caracteres hereditarios”. Por ejemplo, ¿cómo queda la sexualidad como único medio de procreación ante la concepción “in vitro”?, o si la muerte, teóricamente, ya no es límite, ¿cómo pensar el hombre para la muerte? Como afirma el prestigioso físico Javier Tejada: “El camino hacia el futuro siempre es borroso dada la “aparente” imposibilidad de articular en un sistema coherente la gran variedad de fenómenos que ocurren. Pero si somos optimistas, y no hay razón para no serlo, deberíamos alabar esta bendita complejidad en que vivimos que siempre nos pone delante de nuevos retos para descubrir y en la que aun conociendo muchos de los elementos que regirán en el futuro no sabemos como combinarlos [...]. Espero que todos contribuyamos a que los cambios que nos llegarán en el futuro no nos conduzcan al ayer. Deberíamos entender que el tiempo de tiempos, el que bisectará la historia, está hecho de “nosotros y ellos” y que además de cambiarnos nos hará “volver” allí donde nunca estuvimos.”
b) Ciencia y libertad creadora La naturaleza como perfecta es una de las ideas más antiguas de la humanidad. Bien porque ha sido creada por un Dios perfecto y omnipotente, o bien porque ella es perfecta en sí misma. Ambas ideas proceden de Platón y Aristóteles. Arte y ciencia, durante siglos, tuvieron a la naturaleza como modelo para alcanzar sus objetivos y su perfección. Fue la modernidad la encargada de acabar con ese mito. El consejo “imitar a la naturaleza” ha tenido una vigencia secular y aún mantiene un cierto halo romántico, artístico y de tono ecológico. La mimesis, como imitación, era el método, pero desde el momento en que el hombre moderno colgó del sujeto el atributo de creador se derrumbó el mito. En cascada, ciencia, arte y técnica comenzaron a depender de él y a existir en sus propios mundos: artístico, científico, técnico y, por qué no, metafísico. “La invención es el acto significativo por antonomasia del mundo moderno no porque la necesidad despierte la inventiva; y las estructuras técnicas emergen en las obras de arte de la época en forma de reproducciones no porque nuestra realidad esté tan impregnada de ellas, sino que lo que aquí se nos da a sentir es, más bien, la fuerza acuñadora de ese impulso homogéneo que apremia a articular una autocomprensión radical del hombre.” El hombre moderno, al quedarse huérfano de tutelajes trascendentales, descubrió su capacidad creativa, su capacidad de crear originalmente, su yo como principio y como juez. “El ser humano ya no mira a la naturaleza, al cosmos, para extraer de ella el rango que le corresponde entre los seres, sino al mundo de las cosas surgido sola humana arte” (Ibíd.). El hombre como creador no imita, pero tampoco se contrapone a la naturaleza. Simplemente, alcanza objetivos que se propone o sueña, sin imitar a la naturaleza. El invento es su producto y la técnica su medio. “El tópico de la imitación de la naturaleza es un encubrimiento de la incomprensión de lo que es la originalidad humana, falsamente considerada como un acto de violencia metafísica.” El paso de la Edad Media a la Edad Moderna no se habría dado ni sería comprensible sin la técnica. Pero ¿en qué consiste ese nuevo pathos? Surge contra la tradición metafísica que identificaba naturaleza y ser, y que tenía como consecuencia la propuesta de la imitación. En la modernidad el aliento procede de la actividad creadora. Se pasa del sabio al genio, aunque todavía el concepto de sabio mantiene una semántica ambigua. La distancia entre Leonardo da Vinci y los hermanos Wright es un buen ejemplo. La ilusión de volar, no sólo como metáfora sino también el cómo poder hacerlo, era una vieja aspiración. La figura mitológica de Ícaro su simbolización. Siempre se intentó volar con alas, a la manera de las aves, “imitando a la naturaleza”. Pues bien, los primeros que volaron realmente fueron los hermanos Wright y lo hicieron con hélices y motor, algo de lo que no tenemos modelos naturales, algo que nunca ha producido la naturaleza ni se deriva de ella (los órganos rotativos no se dan en la naturaleza). Ícaro se cayó. Pensar lo imposible, sentirse creador, es el nuevo pathos. Genio y artista representan creación, origen, no imitación. “La vida individual es perspectiva, está envuelta en una atmósfera de ilusión y de no saber”. De todos modos, esa limitación es indispensable para los procesos de vida creadores. “Lo saben muy bien los artistas, en los que las manías y las obsesiones son fuerzas impulsoras. Pero saben también que sólo el cálculo frío, la voluntad reflexiva de la forma y el entendimiento constructivo endurecen la materia caliente del entusiasmo para conseguir una figura lograda. Esto vale para el arte y también para la cultura en general. El proceso concreto de la vida, con su apasionado espíritu de contradicción,
tiene que refrigerarse en el medio de la técnica.” El proceso creador arranca de esa conciencia de no saber y de la confianza en la capacidad de saber. En la naturaleza todo está determinado, su regularidad es la manifestación de esa determinación, y por eso podemos conocerla, preverla, dominarla y modificarla. Lo propio de la especie humana es el salto cualitativo que supone la libertad entendida como nodeterminación. Las vanguardias artísticas y la ciencia moderna son claros exponentes de esa libertad. Un arte nuevo para un hombre nuevo, como diría Nietzsche. El arte de las vanguardias fue arte de creación, de concepción, de interpretación, es decir, paso de la reproducción visual (imitación de lo exterior) a la reconstrucción de lo interior (ve la inteligencia, no los ojos). El artista mantiene una postura crítica con voluntad de renovación, ruptura con el pasado y constancia de la necesidad de un nuevo lenguaje artístico. Crear significa, ahora, realizar obras a partir de una idea, de una concepción de lo que se quiere representar, de la invención, no de una reproducción o imitación de la realidad de la naturaleza. Las vanguardias distinguen con claridad entre lo que es arte y lo que es naturaleza, la realidad interior y la realidad exterior, por lo que el verdadero arte tendrá que utilizar el lenguaje que le es propio y no el de la naturaleza. El juego de colores, formas y volúmenes es libre y no tiene por qué estar condicionado por la reproducción de la realidad. La realidad óptica queda sacrificada en beneficio de la concepción formal. La creación de otra realidad es el objetivo. En palabras de Kandinsky, “El artista debe tomar como punto de partida la imposibilidad y la inutilidad de copiar el objeto sin otro propósito que la copia misma. Si quiere alcanzar el verdadero arte, partirá de la experiencia “literaria” del objeto y de este modo llegará a la composición” La obra de arte debe tener una realidad independiente de la realidad externa: concepción / creación frente a visión / imitación. No se desprecia la naturaleza, se ve como recurso, como repertorio de formas y fuente de inspiración. El artista reinterpreta el hecho natural en su interior. El cuadro ya no nos remite a un original con respecto al cual se juzga, él es el objeto que atrapa nuestra atención. La mirada queda atrapada en su superficie y nos obliga a pensar, a descifrar, o a escuchar lo que nos dice. La reflexión y el concepto pasarán a un primer plano; se da un verdadero quebrantamiento de la función denotativa del cuadro, de la forma cerrada. La pintura, ahora, obliga a mirarse por dentro, a descubrir nuevos mundos. La ciencia también participa de esa libertad creadora. Su praxis descansa en dos principios: a) la actividad humana fija formalmente el esquema de captación o de relación de la realidad, y a esto llamamos racionalidad, y b) esta manera de relacionarnos con las cosas, o de manejarlas, no significa que la realidad sea racional o que obedezca a principios a priori por nosotros marcados. Es decir, no necesita ni formal ni implícitamente la racionalidad del Universo y, podemos añadir, la razón para el científico es independiente de la racionalidad particular. La ciencia se constituye como tal cuando se despega del “imitar a la naturaleza”, cuando maneja hipótesis, soluciones imaginarias para problemas imaginarios, cuando actúa libremente, cuando, en definitiva, comienza a crear. La electricidad, la energía atómica, los rayos láser, no son intuitivos. Ciencia y arte habitan mundos parecidos. Es perfectamente lícito llamar arte a productos técnicos o científicos. La ciencia responde a la pregunta “¿qué hay?” afirmando que hay tres clases de cosas y sólo tres: “partículas (cadena discontinua, o discreta en matemáticas, de cosas movientes), una estructura tridimensional y continua, llamada “espacio absoluto” y una estructura unidimensional, continua, llamada “tiempo absoluto”. Pues bien, esto que nos parece tan obvio no tiene una base intuitiva. Las tres forman parte de nuestra red de aprehensión de la realidad. Son como las categorías kantianas, conceptos puros que no proceden de la experiencia, que no son nada por
sí mismos y necesitan de las intuiciones. Este separarse de la naturaleza, este no actuar de forma natural, es lo que nos permite irla dominando, irla transformando, lo que pone en nuestras manos una capacidad creadora / destructora. “No es insensato pensar que la era científica y técnica es el principio del fin de la humanidad; que la idea del gran progreso es un deslumbramiento, como también la del conocimiento final de la verdad; que en el conocimiento científico nada hay de bueno o deseable, y que la humanidad que se esfuerza por alcanzarlo corre a una trampa” decía Wittgenstein. Pero también es cierto que con la ciencia hemos alcanzado un bienestar inimaginable sin los logros tecnológicos. Es un poder y un arma en manos de su creador, el hombre. La técnica puede servir a cualquier clase de poder, todos pueden usarla. Cuando Heidegger critica la técnica, o cuando la escuela de Frankfurt pone en tela de juicio el progreso tecnológico, no están juzgando la ciencia, sino su uso. La ciencia por sí misma, una vez más, no es ni buena ni mala. La energía atómica la podemos usar en medicina o en aeronáutica, pero también para matar millones de vidas. “Creamos objetos, pero no nos detenemos a asumir responsabilidades morales sobre ellos. La ingeniería genética muestra en toda su crudeza, en tanto que nos afecta directamente, como seres biológicos que somos, este problema, esta carencia de asunción de responsabilidades asociadas a la ciencia contemporánea. Como también lo muestra el mundo de la microelectrónica, de las comunicaciones digitales, que está construyendo un mundo nuevo, sin plantearse siquiera si es un mundo que queremos, del que deseamos hacernos responsables.” La capacidad creadora de la tecnología es vertiginosa: se busca la novedad “independiente de lo que semejante novedad pueda representar para el “avance del saber”, para la comprensión más profunda de los fundamentos teóricos en los que se asienta la ciencia”, se crean problemas inexistentes para luego buscar sus posibles soluciones. Hoy en día la ciencia ni tan siquiera está atada al pragmatismo. Los laboratorios están llenos de experimentos para ver qué pasa, y si pasa algo ya veremos para qué sirve. Decía Faraday que los resultados de la investigación básica son imprevisibles, pues no conocemos las respuestas, y que sus consecuencias prácticas son más la excepción que la regla. Un día de 1800 lo visitó un parlamentario en su laboratorio de Oxford y le preguntó: “¿Por qué se pasa la vida, profesor, jugando como un niño con esos cables e imanes?”, a lo que Faraday le respondió: “No lo sé, pero sus sucesores cobrarán cuantiosos impuestos con los resultados de mi trabajo”. La ciencia básica es cosa de aventureros, en el sentido más noble de la palabra: la aventura que se revela en la investigación. El experimento nos permite ir hablando cada vez mejor de lo que sea la realidad, probar hipótesis explicativas, y esto, en el fondo, son metáforas de la realidad en sí, de esa realidad en sí que nos es negado alcanzar, que supera los límites cognoscitivos del ser humano. El hombre conoce como puede conocer y se mueve en dos planos: mundo observable y mundo inteligible. El mundo observable depende de la técnica, el mundo inteligible es, en palabras de J. Mosterin, “nuestra construcción teórico-conceptual máximamente comprensiva acerca de la realidad en su conjunto, en la medida en que ésta nos sea accesible científicamente”, y este mundo inteligible es la verdadera creación de la ciencia que tiene que dar cuenta del mundo observable, es cierto, pero no está determinada por él. La ciencia siempre ha dado saltos cualitativos por encima de los horizontes explicativos del momento. Desde el paradigma newtoniano ni tan siquiera podía plantearse la posible curvatura del espacio, pues la geometría euclidiana, que es uno de sus horizontes comprensivos, no lo permite. El modelo del Big Bang no nos permite plantearnos el segundo anterior a la gran explosión. Los cuanta que Max Planck introdujo en 1900 eran totalmente incompatibles con la física clásica, como
cinco años después demostraría Einstein. Este mundo inteligible es el objeto de lo que denominamos ciencia básica o ciencia pura, el observable es el objeto de la ciencia aplicada o tecnología. Uno y otro son creaciones humanas a partir de esa realidad que está ahí. c) Derechos humanos y tecnología. En nuestros días, el derecho natural ya no tiene su origen y fundamento en nada ajeno al hombre, en nada trascendente, ni se entiende como absoluto en sí mismo. Por derechos naturales entendemos el conjunto de derechos anteriores a toda ley y pertenecientes, por tanto, a una moral que consideramos universal. Esta moral universal no proviene de ninguna trascendencia, son los hombres los que la constituyen. Valorar los derechos como fundamentales significa que los reconozco en mí y en el resto de los hombres, que no son otorgados por ningún derecho positivo. ¿Cómo se determinan esos derechos fundamentales, esos derechos naturales? Si repasamos su historia nos daremos cuenta que siempre fueron propuestos por el hombre, pero, contra la tentación de relativizarlos, también encontraremos que a partir de ese momento ya nunca fueron negados. No los tenemos por naturaleza, en estado natural, como diría Hobbes. Libertad y dignidad humana son sus ejes. Ya no sólo pensamos en el hecho del reconocimiento de los derechos fundamentales, sino que exigimos al Estado el crear las condiciones objetivas para que podamos ejercerlos. Si tienes derecho pero no puedes ejercerlo (educación, salud, justicia), o tienes que ejercerlo en clara desventaja con el resto de los miembros de tu sociedad, la validez del principio es nula. El concepto que utilizamos para construir esa moral universal es el de dignidad humana, dentro del cual la libertad ocupa un lugar preferente. Si a lo largo de la historia hemos ido descubriendo, proponiendo, los diferentes niveles de la libertad (movimiento, religión, política, pensamiento, expresión), con el concepto de dignidad nos está pasando algo parecido: su contenido se va haciendo cada vez más amplio. Este nuevo marco es en el que tenemos que decidir hasta dónde debemos exigir esos derechos, es ahora cuando hemos comenzado a poner límites a la libertad libertaria, es ahora cuando podemos exigir respeto a las minorías, es, en definitiva, cuando podemos distinguir entre los diferentes niveles de derechos, en su jerarquización. En un mundo intercultural como el nuestro las discusiones sobre cuál sea el contenido de esa dignidad son constantes. La ciencia y la técnica están en el centro de las mismas. En la ética tradicional toda relación con lo que no era humano era neutra; sólo las relaciones con los otros hombres y consigo mismo tenían carácter ético, era una ética antropomórfica. La técnica era algo que el hombre usaba para su supervivencia y bienestar, no formaba parte ni del destino ni de las principales preocupaciones de los hombres. La vida en general fluía al margen de la técnica, tenía sus propias finalidades, no se percibía la posibilidad de peligro o transformación esencial. Por otro lado, la eticidad de la acción siempre se contemplaba en presente, tanto en el tiempo como en el espacio. “A nadie se le hacía responsable de los efectos posteriores no previstos de sus actos bien-intencionados, bien-meditados, y bienejecutados.” Era una ética de la inmediatez que aún sigue presente. “Pero esta esfera queda eclipsada por un creciente alcance del obrar colectivo, en el cual el agente, la acción y el efecto no son ya los mismos que en la esfera cercana y que, por la enormidad de sus esfuerzos, impone a la ética una dimensión nueva, nunca
antes señalada, de responsabilidad. Tómese, por ejemplo, como primer y mayor cambio sobrevenido en el cuadro tradicional, la tremenda vulnerabilidad de la naturaleza sometida a la intervención técnica del hombre, una vulnerabilidad que no se sospechaba antes de que se hiciese reconocible en los daños causados. Este descubrimiento, cuyo impacto dio lugar al concepto y a la incipiente ciencia de la investigación medioambiental (ecología), modifica el entero proyecto de nosotros mismos como factores causales en el amplio sistema de las cosas. Esa vulnerabilidad pone de manifiesto, a través de los efectos, que la naturaleza de la acción humana ha cambiado de ipso y que se ha agregado un objeto totalmente nuevo, nada menos que la entera biosfera del planeta, de la que hemos de responder, ya que tenemos poder sobre ella. ¡Y es un objeto de tan imponentes dimensiones que todo objeto anterior de la acción humana se nos antoja minúsculo! La naturaleza, en cuanto responsabilidad humana, es sin duda un novum sobre el cual la teoría ética tiene que reflexionar.” En la medida en que la naturaleza es necesaria para la posible existencia de futuras generaciones es, también, una ética antropomórfica, preocupada por el hombre. Ahora la tecnología tiene una estrecha relación con el futuro, una responsabilidad. Somos responsables ante generaciones futuras, algo totalmente nuevo, de lo que no tenemos experiencia. En la ética de la responsabilidad sus mandamientos nos obligan sin tener correspondencia con el otro; otro que ni siquiera conocemos. “El hecho de que precisamente hoy estén en juego esas cosas exige una concepción nueva de los derechos y deberes, algo para lo que ninguna ética ni metafísica anterior proporciona los principios y menos aún una doctrina ya lista.” La biosfera, la biodiversidad, las generaciones futuras, ¿pueden tener exigencias morales por sí mismas?; y si es así, ¿quién o quienes tienen autoridad para determinar sus derechos y nuestros deberes? Quizá sean estas las preguntas clave, y en las respuestas el papel de las ciencias es central. Ya no sólo nos tiene que doler el presente, también nos debe doler el futuro. Ojalá Blade Runner (R. Scott, 1982) no sea una profecía. Los que hoy consideramos derechos fundamentales siempre fueron propuestos en momentos en que estaban amenazados. Vida, naturaleza, dignidad humana, están ahora en esa situación de presente y de futuro. La ética de la responsabilidad nos debe obligar a tener en cuenta la trascendencia de nuestras acciones: no sólo soy responsable ante mis contemporáneos sino también ante las generaciones futuras. Esa responsabilidad ha pasado de las manos de los dioses a las manos de los hombres. O dicho de otra forma: estamos obligados a preocuparnos por los costes del progreso. Y aquí nos asaltan nuevas preguntas: ¿hasta dónde tiene que llegar el sacrificio, las renuncias del presente respecto a ese futuro?, ¿qué futuro queremos?, ¿la ciencia tiene que tener una autonomía vigilada? La ciencia, ya lo hemos señalado, como sistema de conocimiento no tiene relevancia ética, pero en la medida en que forma parte de la acción humana no puede sustraerse a la responsabilidad. “Todo esto indica que el crecimiento de la ciencia y la técnica impone una dinamización de la moral, que no significa relativismo moral, sino hacer que la moral sea capaz de enfrentarse con la situación efectiva del hombre contemporáneo[...]”, y aquí el concepto riesgo tiene una especial relevancia. Afirmar que “toda actividad humana puede sufrir limitaciones como consecuencia de la existencia de normas morales” es ya perfectamente lícito y compatible con la libertad, pues la responsabilidad la incluye. “Todo hombre debe poder tener confianza en el comportamiento de los otros, porque habría de saber que usarán responsablemente de sus posibilidades de acción, de la misma forma que él usa responsablemente de las suyas” La
responsabilidad ya es de todos. El control que el hombre ha obtenido sobre la naturaleza ha sobrepasado, con mucho, al que posee sobre sí mismo. La problemática de la bioética es especialmente candente en torno al comienzo y final de la vida. Los grandes avances biomédicos han provocado que la naturalidad que poseían el nacer y el morir se haya diluido, convirtiéndose en procesos extraordinariamente complejos y polémicos. Uno y otro entran de lleno en el concepto de dignidad humana. No podemos hacer oídos sordos al poder que la biotecnología ha puesto en nuestras manos, ni dejar el futuro en sus manos sin ninguna prevención. Ya no podemos definir a la persona sólo con las representaciones tradicionales, no porque hayan perdido su vigencia o sean insignificantes, sino porque estamos ante retos totalmente nuevos. Se necesitan nuevos modos de realización normativa que correspondan a las nuevas capacidades adquiridas: proteger las innovaciones tecnológicas por el interés de la humanidad o proteger a la humanidad de las innovaciones tecnológicas es la cuestión. La biotecnología no es como cualquier otro de nuestros saberes, nos obliga a repensar el concepto de persona, y eso significa mucho más que acomodar las innovaciones tecnológicas a nuestras creencias y costumbres. Las posibilidades que tenemos de manejar el cuerpo humano modifican sustancialmente el mundo de la vida que nos había sido entregado, y la pregunta por el hombre se transforma en pregunta sobre qué debemos hacer con él. En pocas palabras: debemos decidir cuáles de estas tecnologías son intervenciones para remediar disfunciones físicas y cuáles pueden ser punto de partida para producir modificaciones que atañen al campo de la subjetividad, de la dignidad humana. Lo que nos ocupa ahora es una verdadera revolución remodeladora o recreadora del hombre, una revolución antropoplástica. Las revoluciones anteriores nunca tuvieron al hombre como objeto directo. Las nuevas tecnologías operan sobre el cuerpo humano produciendo una progresiva tecnificación de la vida, de la sexualidad, del deseo, reduciendo el cuerpo a objeto. Maternidad, paternidad, filiación, familia, como categorías culturales, son las que están en juego. Si lo simbólico es lo propio del hombre, será necesario delimitar con precisión qué es lo que tiene valor estructural y debe ser conservado y qué tanto variable y contingente puede ser transformado. Es necesario fijar los márgenes de esa dignidad humana para no reducir la función del conocimiento a mera eficacia mercantil o explotadora del hombre por el hombre. La posesión de un conocimiento no nos obliga per se a usarlo, o, dicho de otra manera, lo que puede ser hecho no arrastra la necesidad de que se haga. “La ciencia, hasta el presente, nunca tuvo que arrepentirse de sus aportes, ni anular ninguno de sus progresos. Por el contrario, siempre los ha mantenido y consolidado, con el apoyo de la opinión pública, aún cuando ésta se mostraba un tanto reticente. La ciencia jamás se ha encontrado en la situación de tener que dar un paso atrás [...]. Y sin embargo, hoy, en ciertos momentos, una ligera duda nos invade [..]. Y nos preguntamos si la ciencia no está a punto de tocar un límite más allá del cual sus avances pueden ser más dañinos que ventajosos [...] ¿ No será que, poco a poco, habremos accedido a campos que hubieran debido permanecer cerrados? ¿No será que tal vez no teníamos el derecho a remontarnos hasta las fuentes del ser? Tal vez la vida humana debía seguir propagándose en la sombra, sin que la ciencia viniera a proyectar sobre ella sus luces indiscretas. En el punto en que nos encontramos, sabemos demasiado para volver atrás, para no continuar en nuestra aventura [...].
Pero, por audaces que seamos –o creamos serlo-, por preparados que nos sintamos para comer los frutos del árbol de la ciencia, debemos reconocer que hay algo en nosotros que se inquieta, que se rebela, que protesta viendo esbozarse en las brumas del futuro el extraño paraíso que nos prepara la biología [...]. Nacidos de gametos seleccionados, todos provistos de genes sin defectos, habiendo beneficiado de hormonas superactivas y de una ligera corrección de cerebro, todos los hombres serán bellos, sanos, inteligentes. Vivirán doscientos años o más. Ya no habrá fracasos, angustias, dramas. La vida será más segura, más fácil, más larga, pero[...] ¿valdrá la pena de ser vivida?” O, con palabras de H. Jonas “Sólo la previsión de la deformación posible del hombre nos aporta el concepto del hombre que nos permite protegernos”. El reto está ahí, la respuesta depende de nosotros. La Asamblea de La UNESCO de 1994 en La Laguna aprobó La Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Generaciones Futuras. Cuando se propuso a la aprobación del Comité Ejecutivo, antes de tomar una decisión, se plantearon una serie de preguntas: “¿son derechos jurídicos o solamente morales?, ¿habrán de entenderse como derechos humanos o como derechos en sentido lato del derecho internacional?, ¿habrán de ser representados como derechos individuales de las personas pertenecientes a las generaciones futuras o como derechos colectivos de las generaciones venideras?”. Después de una larga discusión acabaron redactando un provisional “Anteproyecto de declaración sobre las responsabilidades de las generaciones actuales para con las generaciones futuras”. El cambio de título es significativo para lo que venimos manteniendo: en lugar de “derechos” aparece “responsabilidades”. Pero, una vez más, ¿quién o quiénes reclama o reclaman nuestra responsabilidad? ¿la Humanidad o la especie humana? La primera es cuantitativa, el conjunto de los hombres, y la relación negativa es la que denominamos “delitos contra la humanidad”: genocidios, destrucción de patrimonios ecológicos, culturales, etc. La segunda representa la esencia, lo que consideramos la esencia de la especie, al margen de la cantidad de individuos que sean o puedan ser, y la relación negativa es la que conocemos como delitos contra la dignidad humana o contra el ser humano. La bioética entra de lleno en este segundo caso; cuando intervenimos en el proceso genético introducimos modificaciones en la persona directamente afectada y, al mismo tiempo, intervenimos en todos sus descendientes. Y con ello se está influyendo en la esencia misma de la persona. Esta vez, la ciencia ha dado un paso de gigante, radical, y la moral y el derecho han seguido en su lento caminar. Pero los resultados científicos ya están aquí, tenemos que enfrentarnos a ellos sin armas, pues las clásicas ya no nos sirven, y nos están demandando una nueva concepción de la dignidad humana.