J. Stuar Mill

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J. STUAR MILL

BIOGRAFIA John Stuart Mill nació en Gabriville (Londres). Fue el mayor de los hijos del filósofo e historiador James Mill. Sus hazañas como niño eran excepcionales. A la edad de tres años le enseñaron el alfabeto griego y largas listas de palabras griegas con sus correspondientes traducciones al inglés. Alrededor de los ocho años ya había leído las fábulas de Esopo, la Anábasis de Jenofonte y todas las obras de Heródoto, en su idioma original; al mismo tiempo ya conocía a Luciano, Diógenes, Isócrates y seis diálogos de Platón. Para entonces ya había leído mucha historia en inglés. A la edad de ocho años empezó a estudiar latín y álgebra. Fue designado como profesor de los niños más pequeños de su familia. Su principal lectura continuaba siendo la historia, pero estudió también a todos los autores latinos y griegos comúnmente leídos en las escuelas y universidades de aquel entonces. No le enseñaron a escribir en latín ni en griego y nunca fue exactamente un erudito: todo estaba orientado hacia el fin por el cual le hacían leer. A la edad de diez años ya leía a Platón y Demóstenes con facilidad. La Historia de la India de su padre fue publicada en 1818; inmediatamente después, a los doce años, John comenzó el cuidadoso estudio de la lógica escolástica al tiempo que leía los tratados lógicos de Aristóteles en su lengua original. Al año siguiente lo introdujeron en la economía política y el estudio de Adam Smith y David Ricardo.

Pero a los 20 años, en 1826, sufrió una “crisis mental”, descrita detalladamente en su Autobiografía (1873). Se rebeló contra su estricta educación, contra el utilitarismo (aunque sin romper con él), y se abrió a nuevas corrientes intelectuales como el positivismo de Comte, al pensamiento romántico y al socialismo. Mill trabajó para la Compañía de las Indias Orientales y fue al mismo tiempo miembro del Parlamento por el partido Liberal. Mill abogó por aligerar las cargas sobre Irlanda y básicamente trabajó por lo que él consideró oportuno. En Consideraciones sobre el gobierno representativo, Mill propuso varias reformas del Parlamento y del sistema electoral, especialmente trató las cuestiones de la representación proporcional y la extensión del sufragio. En 1840 inició una fecunda amistad con el psicólogo y filósofo escocés Alexander Bain.

pensamiento La obra Sobre la libertad de Mill se dirige a la naturaleza y límites del poder que puede ser ejercido legítimamente por la sociedad sobe el individuo. Uno de los argumentos insignia de Mill es el principio del daño o principio del perjuicio (harm principle). Éste mantiene que cada individuo tiene el derecho a actuar de acuerdo a su propia voluntad en tanto que tales acciones no perjudiquen o dañen a otros. Si la realización de la acción solo abarca la propia persona, esto es, si solo afecta directamente al individuo ejecutor; la sociedad no tiene derecho alguno a intervenir, incluso si cree que el ejecutor se está perjudicando a sí mismo. Sostiene, sin embargo, que los individuos están exentos del derecho a llevar a cabo acciones que puedan causar daños perdurables y graves sobre su persona o propiedades según postula el harm principle. En tanto que nadie existe en absoluto ostracismo, el daño que recibe uno mismo también perjudica a otros y el destruir propiedades afecta a la comunidad tanto como a uno mismo.1 Mill excluye a aquellos que son "incapaces de autogobierno" de tal principio, tales como niños en edad temprana o aquellos que viven en "estados socialmente atrasados" (backward states of society).

Teoría de la libertad Para dichos estados atrasados Mill mantiene que el despotismo puede considerarse una forma de gobierno aceptable, siempre que el déspota tenga en mente los intereses del pueblo, a causa de los obstáculos y dificultades del progreso espontáneo. Aunque este principio parezca claro, hay un número de complicaciones. Por ejemplo, Mill defiende explícitamente que lo que entendamos por "daño" puede englobar actos de omisión así como actos de comisión. Por ende, fracasar a la hora de salvar un niño en apuros contaría como un acto perjudicial, tanto como no pagar impuestos o ausentarse en una vista judicial a la que se ha sido exhortado como testigo. Todas estas omisiones negativas pueden ser recogidas por una regulación según Mill. Por contra, no cuenta como un heco perjudicial el dañar a alguien si — sin fuerza o fraude — el individuo afectado consiente asumir el riesgo. Por esta razón uno podría ofrecer empelos sin seguridad laboral a otros, dado que no involucra decepción (Sin embargo, Mill reconoce un límite concreto a este consentimiento: la sociedad no debe permitir que los individuos se vendan a sí mismos en la esclavitud). En estos casos es importante tener en mente que los argumentos que usa en Sobre la libertad están basados en el principio de utilidad y nunca apelan a derechos naturales.

Principales obras 1843: Un sistema de lógica. 1844: Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economía política. 1848: Principios de economía política; con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social. 1859: Sobre la libertad. 1860: Consideraciones sobre el gobierno representativo. 1863: El utilitarismo. 1865: Examen de la filosofía de sir william hamilton. 1869: El sometimiento de las mujeres (The Subjection of Women). 1873: Autobiografía

Concepto de libertad La concepción de Mill sobre la libertad, influenciada por Joseph Pristley y Josiah Warren consistía en que el individuo ha de ser libre para hacer cuanto desee a no ser que dañe al prójimo. Cada persona es por sí misma suficientemente racional para poder tomar decisiones acerca de su propio bien y elegir asimismo la religión que plazcan. El gobierno solo debe inbterferir en tanto se trate de la protección de la sociedad, explica Mill. "No hay otro fin que la raza humana tenga garantizado, individual o colectivamente, al interferir en la libertad de acción cualquiera que sea su número, que no sea la protección personal. El único propósito por el cual el poder de una persona puede ejercerse adecuadamebnte sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es la prevención del daño ajeno. El propio bien, sea físico sea moral, no es garantía suficiente. Uno no puede obligar a la ejecución o abstención a otro porque esto conlleve un beneficio para uno mismo, porque le hará a uno feliz, porque en opinión de otros hacerlo sería sabio o correcto... La única parte de la conducta de una persona por la cual esta es dócil ante la sociedad es aquella que concierne a los demás. En la parte que solo atañe a uno mismo, su independencia es, por derecho, absoluta. Sobre sí mismo, su propio cuerpo y mente, el individuo es soberano."

Concepto de libertad de expresión Como defensor de la libertad de expresión que era, Mill se opuso rotundamente a la censura. Sobre este tema el propio autor escribe lo siguiente, planteando un caso hipótetico para ilustrar su postura:

– « Elijo preferentemente los casos que me son menos favorables; pues en estos el argumento contra la libertad de opinión, tanto verse sobre la verdad como sobre la utilidad, se considera el más sólido. Tomaré las opiniones de la creencia en Dios y en un estado futuro, o bien cualquiera de las doctrinas de la moralidad habitualmente recibidas... Pero debe permitírseme observar que la aparente seguridad de una doctrina (sea cual fuere) no es exactamente lo que yo considero una hipótesis infalible. Es el hecho de asumir las cuestiones para otros, sin dejarles oir lo que puede decirse desde posturas contrarias. Y yo no denuncio ni repruebo menos esta pretensión si se lleva a cabo del lado de mis más solemnes convicciones. Independientemente de cuan seguro pueda estar uno de sus persuasiones, y no ya solo acerca la facultad sino acerca de las perniciosas consecuencias, ésta no será sino (adoptando expresiones que yo mismo condeno) la inmoralidad e impiedad de opinión. Aún si, en cumplimiento del juicio privado (esté o no de estar respaldado por el juicio público de su país o contemporáneos) se abstiene la opinión de ser escuchada en su defensa, se asume la propia infalibilidad. E independientemente de que la hipótesis sea más o menos censurable o peligrosa por ser tal opinión llamada inmoral o impía, aquí la cuestión son los demás, los otros; por lo que es aún peor." ». (John Stuart Mill, Sobre la libertad)

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