Informe de Observaciones de Clase
Alumna: Zapata Carolina de los Angeles Espacio Curricular: Práctica Profesional I Docentes: Vaca Claudia, Menú Edith Profesorado de Educación Secundaria em Lengua y Literatura – 1° Año Instituto de Enseñanza Superior Prof. M. Marchetti – Anexo III – Bella Vista AÑO 2017
Introducción El presente informe tiene como finalidad dar cuenta de las observaciones de clase realizadas en la Escuela Secundaria Agustina Boucau de García Fernández, durante las horas del espacio curricular de Lengua en un curso del turno mañana de dicha escuela. Estas observaciones, así como su correspondiente análisis, conforman parte de lo requerido por la cátedra de Práctica Profesional I, del Profesorado en Lengua y Literatura que se dicta en nuestra institución. Este trabajo está dividido en diferentes secciones para su mejor organización. Luego de esta presentación se contará cómo fue el proceso de gestión previo al acceso a las observaciones. Seguidamente, se hablará brevemente de ciertas particularidades del ámbito institucional donde se realizaron las observaciones, específicamente de su infraestructura edilicia y su planta docente. Después se pasará a relatar lo más significativo de lo acontecido durante las observaciones. El enfoqué estará puesto en los contenidos dados, y sobre todo en el ambiente de la clase y en las interacciones entre los alumnos y docente. Se tratará de analizar lo sucedido en base a los distintos contenidos teóricos que conforman el programa de Práctica Profesional I. Para finalizar, se dará una breve conclusión. Se adjunta también la correspondiente bibliografía, así como también cierta documentación (notas, planillas) pertinente a este trabajo.
La gestión previa Como parte de los requisitos de aprobación de la cátedra de Práctica Profesional I, se nos pide a los estudiantes realizar observaciones en el ámbito de la educación formal, específicamente, en clases de Lengua dictadas en el Nivel Secundario. Previamente a comenzar la gestión para acceder a las observaciones, se repasaron ciertos contenidos durante clase para poder observar y analizar lo observado. Además de revisitar el marco teórico en el cual debía asentarse nuestro análisis, también se nos instruyó acerca de ciertos procedimientos: cómo realizar una observación, qué se necesita para cumplir esta tarea, cuáles son los aspectos que se debe tener en cuenta al observar, cómo redactar notas, monografías e informes. Una vez planteada la tarea a realizar, nos dispusimos a establecer el contacto, primero informal, con las instituciones en las que pretendíamos realizar las observaciones. Posteriormente las profesoras de la cátedra nos asistieron en la redacción de las notas necesarias para pedir la autorización de ingreso a las instituciones. En mi caso particular, al principio tenía la intención de observar las clases en la Escuela Técnica N.º I de Bella Vista, pero por motivos particulares y de horario tuve que desistir de esta opción. Me dispuse entonces a contactar a docentes del Colegio San José, una institución que me es muy familiar, habiendo cursado allí todos mis estudios primarios y secundarios. Fui recibida por un personal muy cordial, pero lamentablemente se me comunicó que en esa institución ya no se aceptaban observantes ni practicantes de carreras docentes hasta nuevo aviso, por decisión del representante legal. Por último, opté por visitar la Escuela Agustina Boucau de García Fernández. Aquí se me recibió también muy amablemente, y una de las preceptoras me indicó con qué profesoras podría hablar y qué horarios había disponibles para observar clase. Decidí contactar a la profesora Fabiana Soria. Ella aceptó mi pedido de observar sus clases de forma casi automática, sin poner ningún reparo. Me dio a elegir entre cursos y horarios, y entre las dos acordamos que observaría las clases de Lengua del 1° “C”, del turno de la mañana. Tales clases se dictaban los lunes y los jueves, de 7:30 a.m. a 9:40 a.m. Les agradecí a la profesora y a la preceptora por su asistencia y amabilidad, y me retiré satisfecha de la institución. Lo siguiente fue realizar los trámites formales, que me llevaron dos o tres jornadas. En síntesis, lo que tuve que hacer fue redactar una nota firmada por la Directora del IES Marchetti anexo III, pidiendo autorización a las autoridades de la Escuela Agustina Boucau de García Fernández para poder ingresar a esta última institución; presentar esa nota en la escuela a observar; y presentar nuevamente la nota firmada y con copia de recibo a las autoridades del IES Marchetti. Adjunto, al final de este trabajo, una copia de dicha nota.
El ámbito institucional La institución donde realicé mis observaciones es la Escuela secundaria Agustina Boucau de García Fernández, una institución de educación pública estatal con domicilio en San Martín 198 de nuestra ciudad de Bella Vista. Tiene una ubicación cercana al área céntrica de la ciudad, y asisten a ella tanto estudiantes bellavistenses como también provenientes de áreas y comunas aledañas a Bella Vista, como ser Campo de Herrera, Las Talas o El Mollar. Durante el tiempo que tuve la oportunidad de observar clases en esta escuela, pude notar ciertas características particulares de la misma. Lo más significativo se puede dividir en dos aspectos generales: El “capital humano” - El Personal El personal que se desempeña en esta escuela está conformado por los siguientes actores: la Directora, la Directora de Estudios, las Preceptoras, las Secretarias, la Pedagoga, el Personal Auxiliar ocupado de la limpieza, y el Cuerpo de Profesores. Se pudo observar que el personal de la escuela interactúa con respeto entre sí. Es notable entre algunos miembros la existencia de cierta camaradería. No se presenciaron peleas o conflicto alguno entre el personal de la escuela durante el tiempo que transcurrieron las observaciones. Y el trato que recibí de parte de todo el personal con el que tuve contacto fue siempre amable y respetuoso. Se podría decir que las interacciones con los alumnos eran un poco más frías, sin caer en lo autoritario. Los miembros del personal auxiliar, por ejemplo, eran escuchados y obedecidos por los alumnos cuando se les pedía que salgan de las aulas o pasillos para que se pueda realizar la limpieza. En una ocasión, mientras realizaba trámites en secretaria, pude observar cómo una preceptora evitaba que dos alumnas se escaparan de la escuela durante el horario de clase. Pudo manejar la situación perfectamente y sin contratiempos. Sin embargo, hay que añadir que existen algunos problemas dentro de la dinámica del personal. Entre ellos, destaco ciertas fallas en la comunicación. Esto quedó en evidencia en dos situaciones particulares. La primera tuvo lugar mientras me encontraba en preceptoría, esperando la devolución de la nota. Se presentó uno de los profesores alegando que en su curso tenía una alumna nueva, transferida de otra institución. Dicha alumna debía rendir varias equivalencias para poder cursar y aprobar la materia dictada por este profesor, lo cual significaba un problema dado lo avanzado que estaba en ese momento el año escolar. El profesor planteó que recién se enteraba de la situación esa mañana, y que se le debía haber comunicado de la misma mucho tiempo
antes. La Preceptora, al parecer, también desconocía esta problemática. Ignoro cómo se resolvió la situación, pero es claro que la base del problema fue la falta de comunicación entre profesores y preceptores. La segunda situación transcurrió durante la primera jornada de observaciones. Al llegar a la escuela a las 7:15 a.m. , unos quince minutos antes de que comenzara la clase a observar, me encontré con que casi todos los profesores y varios alumnos estaban afuera del edificio, esperando a que se abrieran las puertas. Aparentemente la persona encargada de llevar las llaves de la escuela no había llegado todavía, y tampoco había avisado de su demora ni cuándo llegaría. Esta situación se mantuvo por unos veinte minutos, hasta que llegó otra persona con copias de las llaves. En la espera algunos alumnos se retiraron a sus casas, otros fueron retenidos por los profesores. La infraestructura edilicia La estructura edilicia de la Escuela Agustina Boucau de García Fernández consiste de una fachada cerrada, con un portón de entrada no muy ancho, que conduce a un pequeño pasillo. Desde este pasaje podemos acceder, hacia el costado izquierdo, a la preceptoría y secretaría, y la oficina de la Directora. Hacia el fondo del pasillo de entrada se encuentra el acceso al patio central de la escuela, flanqueado a ambos lados y al fondo por varias aulas, la sala de computación y un kiosko. Se trata de un patio semi al descubierto, techado parcialmente con chapas de aluminio. El patio también hace las veces de estacionamiento para las motos y bicicletas cerca de la entrada. En las dos jornadas de observaciones, se pudo ver durante las primeras horas al personal auxiliar tratando de realizar la limpieza del patio y aulas. Esto ya de por sí significaba un retraso para el comienzo de las actividades escolares. El edificio de la institución es claramente muy antiguo y pobremente mantenido. Tengo conocimiento de varios traslados temporales de la escuela a otras locaciones a lo largo de los años. En la actualidad la escuela desempeña sus actividades en el edificio viejo a la espera de que se le entregue un nuevo edificio, todavía en construcción, ubicado en el Barrio Matienzo de nuestra ciudad. La antigüedad y el descuido del edificio se hace notar en la forma de paredes despintadas, pisos y cielorrasos desgastados, ventanas sin vidrios y pizarras inutilizables, entre otras carencias. El mobiliario de algunas aulas (la que observé por ejemplo), parece de pocos años de antigüedad, pero se ve dañado y vandalizado. En la Preceptoría y la sala de maestros cuentan en cambio con mobiliario muy antiguo y dañado. Esto se suma a que son estancias demasiado estrechas, donde no hay espacio para muchos escritorios. Algunos de los archiveros también estaban dañados, y los archivos y legajos se veían en un estado de desorden. La situación del aula que fue observada es similar a la del resto del edificio. Se trata de una sala bastante pequeña, aún considerando que el 1° “C” no es un grupo muy numeroso (20 alumnos en el registro, de los cuales asistieron menos de
15). El pizarrón de este aula sí funciona, y constituye el único recurso didáctico con el que cuenta el curso junto con las mesas y sillas, y hasta cierto punto (que se explicará luego) las computadoras de los alumnos. No hay papelero, ni láminas, biblioteca ni armario. Volviendo al tamaño reducido del aula, es evidente que años atrás se trataba de un salón más grande, que aparenta haber sido dividido en dos cursos más pequeños con una pared en el medio. Como resultado de la división, quedó una ventana dividida con la pared y que es compartida por las dos salas. Dicha ventana, al igual que las ventanas de la puerta, no tiene vidrios. A través de esa ventana se escuchan claramente los ruidos y voces del aula contigua, lo que constituye una distracción. Similarmente, los alumnos del curso se ven frecuentemente distraídos con los alumnos de afuera, que suelen sentarse en la ventana y conversar o discutir con los de adentro. El poco espacio disponible y la mala disposición del mobiliario tornan bastante incómodo el desplazamiento dentro del aula. La profesora, por ejemplo, se mantenía siempre al frente del pizarrón, o bien sentada en su escritorio, o parada en el marco de la puerta. Las únicas veces que se desplazaba más por los bancos era para corregir algunas tareas, casi siempre de los alumnos sentados adelante. En síntesis, las condiciones edilicias del aula y del resto de la institución no son las más adecuadas para un desempeño armonioso de las actividades. La falta de recursos que se encontró en el aula es una constante en muchas instituciones públicas, y constituye uno de los tantos dilemas y condiciones que se presentan a los docentes a la hora de enseñar, como lo dicho por Emilio Tenti Fanfani. El tamaño del aula representaba otro grave problema. Según Gibb, a la hora de crear un espacio destinado a ser un aula o un taller de aprendizaje, se debe apuntar a “La creación de un ambiente físico conducente a la resolución de problemas. Ese ambiente físico debe de ser suficientemente grande como para permitir una máxima base de experiencias y suficientemente reducido como para permitir una gran participación y un mínimo de intimidación. (..) se deben considerar aspectos tales como calefacción, iluminación y ventilación... ”. Lamentablemente, en este caso ni las dimensiones físicas eran las adecuadas, ni el ambiente estaba debidamente acondicionado y equipado.
Las Observaciones: Contenidos Y Dinámica del Grupo Las observaciones de las clases en sí mismas tuvieron lugar a lo largo de dos jornadas. Estaba planificado que fueran un jueves y el lunes siguiente, pero debido a que el lunes coincidió con un feriado nacional, se decidió pasarla al jueves de esa misma semana. Se observaron cinco horas cátedra, que transcurrieron con relativa normalidad, sin contar el pequeño retraso del primer jueves al estar cerrado el edificio. Durante esas dos clases, la profesora presentó un tema en común: la conjugación verbal en los tiempos compuestos del modo indicativo. Aparentemente las clases anteriores ya habían cubierto los tiempos simples, por lo que se puede decir que existía una continuidad didáctica. La profesora comenzó ambas clases tomando asistencia y dándoles a los alumnos un pequeño lapso de tiempo para que se acomodasen en el aula, mientras que esperaba a que llegase el resto del grupo. Luego de este pequeño descanso inicial la profesora se dispuso a comenzar la clase. Empezó por tratar de recordarles a los alumnos la temática que habían estado viendo la clase anterior, luego pasó a presentar el tema que tocaba. En la pizarra escribía las distintas conjugaciones de los tiempos complejos mientras explicaba brevemente cómo se llamaba cada tiempo y cómo se conjugaba. Dio sólo algunos ejemplos, sin embargo, del uso de cada tiempo. Después les dio tiempo a los alumnos para que cada uno copiara lo que estaba escrito en la pizarra. El resto de las clases consistió en series de ejercicios. En la primera jornada se dieron dos series de ejercicios, y en la segunda tres, siempre sobre el mismo tema. La profesora copiaba los ejercicios directamente del manual al pizarrón, explicaba cómo podrían resolverlos, luego les daba un tiempo largo a los alumnos para terminarlos, y por último recuperaba la atención del grupo y completaba los ejercicios en la pizarra. Una diferencia entre ambas jornadas fue que solamente en la segunda la profesora hizo a los chicos pasar al pizarrón, invitándolos a completar la tarea como ellos pudiesen. La atención de los alumnos estaba decididamente dispersa, y no se concentraban mucho en la tarea asignada. Se notaba la falta de hábitos y la poca costumbre a trabajar en clase (por ejemplo: se quejaban de que lo que tenían que escribir era mucho, siendo que no eran más de dos carillas de texto por clase). Era demasiado notorio el poco interés que tenían por el tema, y el aburrimiento que les
generaba. Reflexionando acerca de esto, pienso en aquello que decía Phillipe Meirieu acerca de la responsabilidad de educar para la democracia, en su conferencia “La opción de educar y la responsabilidad pedagógica”. En su disertación, Meirieu afirma que la tarea docente implica una serie de exigencias en pos de la formación de una democracia saludable desde el ´mabito educativo. Una de esas exigencias es la de transmitir saberes emancipadores, saberes que sirven para la emancipación democrática, para las conquistas del pensamiento humano, para el desarrollo personal. Pero no es suficiente transmitir esos saberes: también es necesario “enseñar la historia de esos saberes; porque al entender que esos saberes fueron cruciales en la historia, que constituyeron un gran desafío que permitió liberarse de herramientas arcaicas y que fueron la manera de liberare del control de los que eran tiranos y omnipotentes, se puede entender la interacción de todos los elementos de este complejo mundo.” En estas clases se estaba enseñando gramática, pero en ningún momento se les enseñaba a los estudiantes por qué se les enseñaba gramática, o para qué les serviría. Esto sumado a las actividades que no llegaban a los chicos ni provocaban su curiosidad, explicadas de una forma un poco conductista (rígidamente, de manual, sin apelar a experiencias previas de los alumnos). Los alumnos lo veían como un mero trámite aburrido, no como una actividad entretenida que apelaba a su pensamiento. No podían darle el valor real a todo aquello que se les estaba enseñando. Meirieu dice que “acceder a la escritura, es decir, una herramienta de comunicación rigurosa, permite expresarse y desarrollar el pensamiento”. Sería muy importante entonces darle otro enfoque a la enseñanza de la lengua, por ejemplo, para quitarle el estigma de “aburrida” o “difícil” que suelen darle los estudiantes, y mostrarles qué tan valiosa herramienta les puede resultar para su formación como estudiantes, como personas y como ciudadanos de una democracia. En otro aspecto, la profesora siempre evaluó y corrigió las tareas dadas a los chicos. Carlos Lomas dice respecto a ello que “Todo profesor debería devolver los trabajos corregidos a los alumnos”. Meirieu también destaca la importancia de ciertos modos de evaluación constante para ayudar a la formación del pensamiento. Las clases y los contenidos que ya se mencionaron se veían dilatadas en repetidas ocasiones por casos de indisciplina de los alumnos. Hay que decir que no le faltaban el respeto a la profesora (a quien trataban de “usted”), ni se agredían verbal o físicamente entre ellos. Aún así, existía una falta de concentración y de trabajo generalizada en los estudiantes. Si la profesora les pedía algo, demoraban mucho en hacerlo. Algunos alumnos interponían muchas excusas para terminar su tarea (falta de materiales, olvido de carpetas, poca comprensión de la actividad), otros ni siquiera la comenzaban. Las distracciones eran muchas, tanto dentro como fuera del aula. Había dos o tres alumnos que en ningún momento sacaron las cosas de su mochila. Casi todos los chicos estuvieron jugando con sus netbooks en algún momento de la clase.
Ante estas conductas, la profesora parecía hacer la vista gorda en un primer momento. Les llamaba la atención cuando veía que la situación se desbordaba un poco. En particular, las últimas horas del primer día se tornaron un poco caóticas, y la profesora tuvo que recurrir a los retos y gritos para devolver el orden al aula. Si se toman en cuenta las reflexiones de Pichón Riviere respecto a los roles en un grupo, la profesora no cumplía adecuadamente el papel que debía ocupar, es decir el de “facilitadora”. Es cierto que facilitaba el cumplimiento de la tarea por parte de los alumnos, corrigiendo y evaluando, y en ocasiones haciéndolos pasar al frente. Sin embargo, no había evidencias de pautas establecidas por la docente en beneficio de la comunicación y la operatividad del grupo. Si surgían algunos conflictos durante la clase, el modo de resolverlos de la profesora consistía en ignorarlos (evadir/huir), para luego pasar a las “amenazas”, al “ataque”. La docente tampoco proponía la interacción entre los alumnos, no llegaba a cumplir ese rol de “nexo comunicador”. Un grupo de trabajo no es una suma de personas, sino las interrelaciones que ellas construyan. Es la tarea del docente (o facilitador/coordinador) “desarrollar estrategias que desplacen las miradas hacia los propios integrantes del grupo, para propiciar la manifestación de la interacción grupal y la conformación de lo grupal.” En este sentido tampoco se cumple uno de los imperativos que destaca Philippe Meirieu para la formación de la democracia, que es el fomento de la cooperación entre alumnos. La cooperación ayuda a sacar a los individuos de la mirada indiviualista, hacia sí mismos, y los lleva a contemplar las necesidades e imperativos para el bien comunitario, más que el individual. Por último, me resultó llamativo el uso (o mal uso) de las netbooks. En la misma disertación citada anteriormente, Philippe Meirieu toma el ejemplo de las netbooks entregadas en el marco del programa “Conectar Igualdad” como una herramienta para la cooperación en clase y la construcción colectiva. Esto contribuiría al cierre de la brecha digital y al beneficio de ciertos valores democráticos. Pero en esta clase, el uso de las computadoras iba orientado a un uso más bien materialista y a la distracción, junto a los celulares. Para que realmente se cumpla la democratización de la tecnología no alcanza con el acercamiento de recursos materiales a los alumnos. Tiene que haber también propuestas por parte del cuerpo docente que aprovechen el uso colectivo de la tecnología y el potencial de los chicos, verdaderos “nativos digitales” con capacidad de sobra para aprender a manejar y aprovechar los avances tecnológicos. La escuela, ya dijo Meirieu, “no debe dejar pasar ese tren” que representa la cultura digital.
Conclusión Las observaciones realizadas durane las clases en una institución secundaria me resultaron en una experiencia enriquecedora, tanto como en lo que concierne a lo académico como a mi formación personal. Es cierto que el panorama con el que me encontré, así como varios de mis compañeros, no es el más alentador. Aún así, presenciar las condiciones y las problemáticas que atañen al trabajo de la enseñanza me hizo tomar conciencia real de el compromiso que nos exige esta tarea como docentes en formación. El hecho de que dentro del grupo de alumnos encontré individuos con curiosidad y con un potencial que podría rendir excelentes frutos si es estimulado creativamente, me da esperanzas y más deseos de profundizar en mi formación y enriquecimiento académico.
Bibliografía Empleada •
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Careaga, Adriana y otros. Aportes para Diseñar e implementar un taller. 8vo. Seminario-Taller en Desarrollo Profesional Médico Continuo (DPMC). 2das Jornadas de Experiencias educativas en DPMC. 2008. Davini, María Cristina. La formación en la práctica docente. Editprial Paidós, 2015. Dillon, Alfredo. La docencia, ¿una vocación? Diario Clarín, 2013. Lomas, Carlos. En la educación lingüística el objetivo es enseñar a saber hacer cosas con las palabras. Revista Mexicana de Bachillerato a Distancia Número 4, vol 2 agosto de 2010. Meirieu, Phillipe. La opción de educar y la responsabilidad pedagógica. Conferencia celebrada por el Ministerio de Educación. Buenos Aires. Octubre de 2013. Tenti Fanfani, Emilio. Particularidades del oficio de enseñar.