2
“Un tratado de espiritualidad que, al describir la vida cristiana y su combate, ignore la lucha contra el Demonio, difícilmente puede considerarse un tratado de espiritualidad católica”.1
“ o es para mí ningún placer hablaros del demonio, pero la doctrina que este tema me sugiere será para vosotros muy útil.”2
“Al alma que está unida con Dios, el demonio le teme como al mismo Dios. En ella el demonio está ya vencido y apartado muy lejos.”3
“Si se os pregunta por qué Dios ha dejado subsistir al demonio después de la rebelión, responded: Dios le ha dejado porque, lejos de dañar a los hombres atentos y vigilantes, el demonio les resuelta útil. o, ciertamente, por la maldad de su voluntad, sino la esforzada resistencia de aquellos que utilizan su malicia para su provecho.”4
“Si Deus pro nobis, quis contra nos?”
1
Rivera, J e Iraburu, J.M. Síntesis de espiritualidad católica. Pamplona: Fundación Gratis Date, 2003 (6ta edición); p. 213. En adelante: Síntesis 2 San Juan Crisóstomo en Síntesis, p. 205. 3 San Juan de la Cruz, en Síntesis, p. 212. 4 San Juan Crisóstomo, en Huber, G. “El diablo hoy. ¡Apártate, Satanás!”. Madrid: ediciones Palabra, 2004 (3ra edición), p.110. En adelante: El diablo hoy.
3
Introducción En el presente trabajo, nos proponemos investigar sobre la influencia del diablo en el desarrollo de la vida mística. La pregunta que atravesará toda esta investigación, girará en torno, a poder saber si los ataques del enemigo entorpecen nuestro camino de santificación o si más bien, son una ayuda para conquistarla. Los pasos que seguiremos son los siguientes: nos preguntaremos sobre el fin del hombre y sobre los enemigos que tiene que harán lo posible para que no logre dicho fin. Luego analizaremos algunos textos bíblicos que hablan de la existencia del diablo. Una vez mostrada su existencia veremos cómo actúa y los elementos con que contamos para salir airosos en la lucha. Y por último intentaremos responder a nuestro objetivo. Somos concientes de la dificultad del tema y no pretendemos agotar toda la doctrina en este breve ensayo, simplemente nos proponemos dar algunos indicativos a tener a en cuenta para el desarrollo normal de la vida cristiana.
Fin del hombre: la santidad. Enemigos del hombre: pecado, mundo, diablo y carne. El hombre fue creado por Dios con un único fin: que luego de su vida terrena, desde una opción libre y manifestada en cada acto de la vida, pueda retomar a Dios y vivir en la eternidad con Él. O si se quiere, lo podemos decir con otras palabras, el hombre fue creado para que sea santo. Y para esto, el Señor auxilia al hombre de diferentes formas: los auxilios exteriores: los mandamientos y los sacramentos y el auxilio interior de la Gracia de Dios. Pero esto partiendo de la caída original del hombre, en donde junto con el pecado original, tiene la concupiscencia, que lo inclina al mal. Es muy cierto que con el santo Bautismo la mancha del pecado original desaparece, pero a su vez, es verídico que la concupiscencia queda para que nosotros podamos librar el combate. Sin embargo hay algo que nos impide que lleguemos a la santidad, que cumplamos nuestro fin: el pecado. Por esta razón dice Antonio Royo Marín:
4 “El pecado es el enemigo número uno de nuestra santificación...”5
El pecado es esa realidad que entró al mundo en el momento de la rebelión de los Ángeles. Rebelión que hace caer también al hombre. Pero en todo caso es una realidad que tenemos que conocer. Tenemos que saber la forma de manifestarse, de actuar, de cómo influye en el hombre y también cómo vencerle y así poder alcanzar nuestro fin. Es verdad que hablar del pecado, es hablar del aspecto negativo de la vida cristiana, pero si hay un aspecto negativo tiene que haber, casi diríamos obligatoriamente, uno positivo. Y en este caso es la Gracia de Dios. Por lo que la última palabra sobre el pecado la tiene la Gracia. No nos explayemos más en esto, solamente dejemos a nuestros autores que hablen y digan la el por qué permitió Dios la expansión del pecado en el mundo y cómo la última palabra está en Cristo y en la Gracia de Dios:
“Dios permitió el pecado de Adán y su descendencia porque había decidido salvar a los hombres por Cristo. Si el Señor permitió que en torno a Adán se formara una tenebrosa solidaridad en el pecado, fue porque había decidido que en torno a Cristo, segundo Adán, surgiera una luminosa solidaridad en la gracia.”6
Pero el pecado que atenta contra el fin del hombre, no es algo abstracto, una nebulosa realidad amorfa. Al contrario, es algo bien concreto, aunque oscuro, como veremos más adelante. Tradicionalmente se habla de tres formas de manifestarse en la realidad concreta del hombre: dos enemigos externos: el mundo y el demonio, y un enemigo interior: la propia carne. El mundo, entendido como:
5
Royo Marín, A. Teología de la perfección cristiana. Madrid: BAC, 2001 (9na edición); p. 281. En
adelante: Teología. 6
Síntesis, p. 174.
5 “…el ambiente anticristiano que se respira entre las gentes que viven totalmente olvidadas de Dios y entregadas por completo a las cosas de la tierra.”7
Y el enemigo de la propia carne que se manifiesta de la siguiente manera:
“De dos modos muy distintos nos hace guerra nuestra propia carne, convirtiéndose en el mayor enemigo de nuestra alma: a) por su horror instintivo al sufrimiento, y b) por su afán insaciable de gozar.”8
Sobre el demonio no gastemos palabras en este momento ya que tenemos todo el ensayo para hacerlo. Pero antes que nada, tenemos que saber sobre su existencia y para ello debemos recurrir, como siempre en teología, al testimonio de la Sagrada Escritura.
Existencia del diablo. Testimonio en la Sagrada Escritura Para nosotros la existencia del demonio es un dato de fe. En la Sagrada Escritura hay un testimonio muy grande sobre su existencia, su acción concreta y su influencia. Y esto ya desde el Antiguo Testamento. Al respecto encontramos en el libro del Génesis, a la Serpiente que tienta a Adán y a Eva (Gen 3). En el libro de Job, aparece el nombre: Satán, que en hebreo significa el adversario, el acusador. Satán tienta a Job (Job. 1:62:7). Y todo este libro sapiencial muestra la acción concreta del diablo sobre la vida del justo Job. También hay un elemento esperanzador: la acción demoníaca esta subordinada al poder de Dios. Satán no puedo actuar si Dios no se lo permite. Y el Señor restringe la acción demoníaca:
“Contestó Yahvé a Satán: `De acuerdo. Métete con sus posesiones, pero no le pongas la mano encima´”9
Y también leemos a continuación:
7
Teología, p. 297.
8
Teología, p. 324.
9
Job. 1:12
6 “Respondió Yahvé a Satán: `Lo dejo en tus manos, pero respeta su vida´”10
Entre las muchas intervenciones del maligno en el Antiguo Testamento, solamente mencionamos las siguientes: la acusación al sumo sacerdote Josué11; el espíritu maligno que se alza contra Israel y el rey David12; y por último, este espíritu levanta a los falsos profetas13. Resumen Rivera e Iraburu, de la siguiente forma la acción del demonio tal como es presentada en el Antiguo Testamento y leída la luz del Apocalipsis:
“El Demonio es el gran ángel caído que, no pudiendo nada contra Dios, embiste contra la creación visible, contra su jefe, el hombre, buscando que toda criatura se rebele contra el Señor del cielo y de la tierra. La historia humana es el eco de aquella inmensa `batalla en el cielo´, cuando Miguel con sus ángeles venció al Demonio y los suyos (Ap. 12:7-9).”14
En el Nuevo Testamento es central la lucha de Cristo con Satanás. Tal es así que el Jesús comienza la vida pública siendo tentado por el Diablo. Recurramos nuevamente al libro de la Síntesis, en donde encontramos lo siguiente:
“De un lado está Satanás, príncipe de un reino tenebroso, formado por muchos ángeles malos (Mt. 24:41; Lc.11:18) y hombres pecadores (Ef. 2: 2). El Diablo (diabolos, el destructor, engañador, calumniador), el Demonio (daimon, potencia sobrehumana, espíritu maligno), tiene un poder inmenso: `el mundo entero está puesto bajo el Maligno´ (1Jn. 5:19; Aps. 13:1-8). El `Príncipe de los demonios´ (Mt. 9:34), `Príncipe de este mundo´ (Jn. 12:31; 14:30; 16:11), más aún, ´dios de este mundo´ (2Cor. 4:4; Ef. 2:2), forma un reino opuesto al reino de Dios (Mt.12:26; Hch.
10
Job. 2:6
11
Cfr. Zac. 3
12
Cfr. 1Cro. 21:1
13
Cfr. 1 Re. 22:21-23.
14
Síntesis, p. 205.
7 26:18), y súbditos suyos son los pecadores: ´Quien comente pecado ése es del Diablo´ (1Jn. 3:8; Rm. 6:16; 2Pe. 2:19).”15
Pero no todo es poder demoníaco, también está el poder mayor del Señor:
“Por otro lado está Jesús, dándonos en el austero marco del desierto la muestra primera de su poder formidable. Ahí, desde el principio de la vida pública, se ve que `el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del Diablo´ (1Jn. 3:8), y se hace patente que el Príncipe de este mundo no tiene ningún poder sobre él (Jn. 14:30), porque en él no hay pecado (8:46; Heb 4:15). Este primer enfrentamiento termina cuando Jesús le impera `Apártate, Satanás´. Lo echa fuera como a un perro.”16
En este punto, podemos acordarnos de la famosa teoría de las dos ciudades de San Agustín: la ciudad terrestre procede del amor de sí, llegando hasta el desprecio de Dios y la ciudad celeste procede de la forma inversa: del amor de Dios, llevando al desprecio de sí mismo. Explica al respecto el papa León XIII:
“Con el paso de los siglos las dos ciudades no han cesado de luchar la una contra la otra, empleando todo tipo de tácticas y la armas más diversas, aunque no siempre con el mismo ardor ni con el mismo ímpetu.”17
Pero ya nos estamos yendo de tema. Lo importante ya quedó resaltado: el diablo existe y así como su accionar abarca desde el Génesis hasta el Apocalipsis, atraviesa toda la vida del hombre, dividiendo el mundo en dos bandos, en dos ciudades. Muchas veces nosotros, los católicos, no tenemos en cuenta este dato. Y esto será una de las estrategias preferidas del maligno. Tal vez ocurra porque no prestamos atención a lo que nos dice la Sagrada Escritura. Entender la vida del hombre, o mejor dicho, toda la creación, sabiendo que existe el diablo y tiene por fin tentarnos, como a Adán y Eva y 15
Síntesis, p. 205.
16
Síntesis, p. 206.
17
Humanun genus, en El diablo hoy, p. 38.
8 luego a Cristo, para que no cumplamos nuestro fin, es la clave para poder vivir como se debe vivir. Entender esto es elevarse del mero plano natural y ver tal como es la realidad. Al respecto dice George Huber:
“¡He aquí una visión de la historia que eleva nuestras miradas muy por encima de los pequeños y grandes sucesos de la vida política, económica, social y cultural de cada día y por encima de nuestras mezquinas querellas entre cristianos!”18
Cómo actúa en la vida del hombre: tentación, obsesión y posesión El diablo es el Tentador por excelencia. Tentación que lleva a que los hombres nos salgamos de nuestro fin. Y esto por envidia y por odio. Pero es importante tener en cuenta que su poder está subordinado al querer de Dios. Aquí podría uno preguntarse acerca del por qué existe este permiso divino, siendo mucho más fácil para llegar a la salvación que no exista y que el hombre no tenga que pelear contra tan gran adversario. Dejemos, en este punto, que Tanquery nos ilumine de una manera extraordinaria:
“Permite la divina Providencia estos ataques en virtud del principio general de que Dios gobierna las almas no solo directamente, sino también por medio de las causas segundas, dejando a las criaturas cierta libertad de acción. Por lo demás, ya nos avisa para que estemos alerta, envía a sus ángeles buenos, y en especial a nuestro ángel de la guarda, para que nos defiendan, sin contar con el auxilio que él mismo nos presta o por medio de su Hijo. Con esta ayuda triunfaremos del demonio; nos confirmaremos en la virtud, y alcanzaremos méritos para el cielo. Tan admirable proceder de la Providencia nos da a entender muy a la claras cuán grande aprecio hemos de hacer de nuestra salvación y santificación, ya que en ello ponen todos sus afanes el cielo y el infierno y pelean tan rudas batallas en torno
18
El diablo hoy, p. 40.
9 de nuestra alma, y aun dentro de ésta, los poderes celestiales e infernales.”19 Creo que con esta maravillosa reflexión queda resuelta la cuestión: el demonio nos tienta para que valoremos nuestra propia santificación y salvación. La acción del diablo sobre las almas tiene tres formas, en las cuales siempre busca que el hombre caiga en el pecado. Pasemos a analizarlas.
1. La tentación Según lo atestigua la Sagrada Escritura, lo propio del demonio es tentar. Este es su oficio propio. Su tentación siempre busca dañar al hombre. Aunque es cierto que no toda tentación proviene del maligno, también el hombre puede tentarse a sí mismo y a al resto de los hombres. Pero cuando el hombre tienta, está subordinado al demonio, se podría decir que es su ministro. Dejemos que santo Tomás lo diga de una manera espléndida:
“Diabolus autem semper tentat ut noceat, in peccatum precipitando. Et secundum hoc, dicitur proprium officium eius tentare: nan etsi homo aliquando sic tentare, hoc agit inquantum est minister diaboli.”20,
Para tentarnos se sirve de la carne y del mundo. Es muy difícil poder discernir cuándo una tentación proviene directamente del maligno, porque, como dice Pablo VI:
“ uestra doctrina se hace incierta, por estar como oscurecida por las tinieblas mismas que rodean al Demonio.”21
Pero, a pesar de esta tenebrosa oscuridad, algo podremos decir. Y comenzamos con una aclaración previa que realiza el dominico Royo Marín:
19
Tanquery, Ad. Compendio de teología ascética y mística. Buenos Aires: Desclée de Brouwer, 1930 (Traducción de la sexta edición francesa por Daniel García Hughes), n. 220.
20
S. Th. I, 114, 2. “El diablo tienta siempre para dañar, precipitando al pecado, y éste es el sentido en que se dice que el tentar es oficio propio de los demonios; porque, aunque también el hombre alguna vez tienta de este modo, lo hace como ministro del demonio.” (La traducción es de la BAC) 21 Pablo VI, 15.XI.1972, en Síntesis, p. 210.
10 “ o hay forma fija o clara señal para distinguir cuándo la tentación procede del demonio o de otras causas.”22
Pero hay unas ciertas señales que son: •
Tentación repentina;
•
Tentación violenta;
•
Tentación tenaz;
•
Cuando no se pone ninguna causa ni próxima ni remota que pueda producirla;
•
Cuando la tentación pone profunda turbación en el alma o sugiere el deseo de cosas maravillosas o espectaculares, o incita a desconfiar de los superiores o a no comunicar nada de cuanto ocurre al director espiritual.
Al respecto dice Santa Teresa sobre los elementos típicos de la tentación:
“Se ve claro (que es cosa diabólica) en la inquietud y desasosiego con que comienza y el alboroto que da en el alma todo el tiempo en que dura, y la oscuridad y aflicción que en ella pone, la sequedad y mala disposición para la oración o para cualquier cosa buena. Parece que ahoga el alma y ata el cuerpo para que de nada aproveche.”23
Vencer una tentación demoníaca trae grandes ventajas al alma. Y para esto es muy importante tener siempre presente que si Dios permite que seamos tentados, es para que nosotros obtengamos mayor merecimiento. Y vencer una tentación, con la ayuda del Señor, es humillar a Satanás, es hacer resplandecer más la gloria de Dios. A su vez nosotros mismos nos purificamos, crecemos en la humildad, en el arrepentimiento, en la confianza en Dios. Aprendemos, también, a estar siempre alertas, a desconfiar de nosotros mismos, a esperarlo todo de Dios, a mortificar nuestros gustos y caprichos. Nos empuja a la oración y crecemos en la experiencia. Antonio Royo Marín, analiza cómo funciona la tentación a partir del relato bíblico de la tentación a Eva. Estos son los puntos que señala: a) se acerca el tentador; b) primera insinuación; 22 23
Teología, p. 302. Vida 30,9. En Síntesis, p. 210.
11 c) la respuesta del alma; d) proposición directa del pecado; e) la vacilación; f) el consentimiento voluntario; g) la desilusión; y h) la vergüenza y el remordimiento.24 Es importante tener en cuenta que nunca el demonio puede entrar en las potencias superiores del hombre, a saber inteligencia y voluntad, sino que intentará que llegar a ellas a través de los sentidos exteriores, de la imaginación, de la memoria y de la fantasía.
“Dios puede obrar en la substancia del alma inmediatamente o también mediatamente, con ideas, sentimientos, palabras interiores. Pero el Demonio sólo mediatamente puede actuar sobre el hombre, induciendo en él sentimientos, imágenes, dudas, convicciones falsas, iluminaciones engañosas. Sin la complicidad de las potencias espirituales en el hombre, el alma misma permanece para él inaccesible.”25
Las tentaciones del demonio se dirigen a los buenos, nunca a los malos, pues estos no lo necesitan. A los pecadores les basta las tentaciones de la carne y del mundo. Es suficiente para perderlos. El bueno cuando es tentado sólo le queda una sola cosa que hacer: resistir. Pero la resistencia no se debe entender como una actitud meramente pasiva, sino que también debe ser activa. La resistencia activa puede ser directa o indirecta: a)
Resistencia directa: es cuando se enfrenta la tentación y se hace exactamente lo contrario. Esta resistencia conviene aplicarle en toda clase de tentaciones, a excepción de las que se refieren a la fe o a la pureza.
b)
Resistencia indirecta: es la resistencia que no se enfrenta con la tentación, sino que se aparta de ella. Esta es la conveniente contra las tentaciones contra la fe y la pureza. Consiste en distraer la mente en otro objeto distinto. Luego de la tentación hay diferentes formas de comportarse, que dependerá del
resultado de la batalla. 24 25
Cfr. Teología, pp. 302-305. Síntesis, p. 211.
12 a) Si hemos vencido: hay que tener en claro que sólo fue posible por la ayuda de la gracia, por lo que naturalmente surge una actitud de agradecimiento. b) Si hemos caído: en este caso lo más importante de todo es nunca desanimarse, y para esto hay que acordarse de la infinita misericordia de Dios y de que Él es Padre que quiere que volvamos a Él, a pesar de haber caído. Y para ello es fundamental recurrir al Sacramento de la Reconciliación. c) Si quedamos con duda: conviene dejar pasar un tiempo para tranquilizarnos y no cometer imprudencias. Una vez ya tranquilizados nuestra misma conciencia nos mostrará nuestra situación. Y ya para terminar nuestro apartado sobre las tentaciones, dejemos que Iraburu y Rivera iluminen la doctrina expuesta con ejemplos bien concretos sobre cómo procede el demonio en las tentaciones: “A la persona especialmente llamada por Dios a una vida retirada y contemplativa, el Demonio le tentará llamándola a una vida excelente, pero más exterior, por ejemplo, al servicio de los pobres. Y si el Señor destina a alguien a escribir libros espirituales, el Diablo le impulsará, con apremios difícilmente resistibles, a que se dedique a la predicación y a la atención espiritual de muchas personas, y a que de hecho deje de escribir. A estas personas el Padre de la Mentira no les tienta con algo malo, pues sabe que se lo rechazarán, sino que procura desviarlas del plan exacto de Dios sobre ellas con algo bueno, es decir, con algo que, siendo realmente bueno – el servicio a los pobres, la predicación, la dirección espiritual–, no permitirá, sin embargo, la perfecta santificación de la persona y su plena colaboración con la obra de la Redención.”26
2. La obsesión Si bien la simple tentación es la forma más corriente que utiliza Satanás, no quiere decir que sea la única. Existen dos formas más: la obsesión y la posesión. La obsesión es utilizada en las almas muy elevadas espiritualmente, a las que la simple tentación no les causan ningún daño. Define la naturaleza de esta forma de tentación demoníaca Royo Marín de la siguiente forma: 26
Síntesis, p. 212.
13
“Hay obsesión siempre que el demonio atormente al hombre desde fuera de una manera fuerte, sensible e inequívoca que no deje lugar a duda sobre su presencia y acción.”27
No queda duda que es el diablo quien está tentando e induciendo al mal. En la simple tentación no es tan claro percibir que viene del maligno, como vimos anteriormente. Hay dos clases de obsesión, la interna y la externa. Si es interna, son afectadas las potencias interiores, principalmente la imaginación. En cambio la externa afecta a los sentidos externos. Aunque es muy raro que solamente haya obsesión externa, ya que suele ir acompañada casi siempre con la interna. La interna solamente se diferencia de la tentación por su violencia y duración. El dominico Royo Marín explica de la siguiente forma cómo funciona:
“Esta obsesión íntima puede revestir las más variadas formas. Unas veces se manifestará en forma de idea fija y absorbente sobre la que parecen concentrarse todas las energías intelectuales; otras por imágenes y representaciones tan vivas, que se imponen como si se tratara de las más expresivas y abrumadoras realidades; ora se referirá a nuestros deberes y obligaciones, produciendo hacia ellos una repugnancia casi insuperable, ora se manifestará por la inclinación y vehemente deseo de lo que es preciso evitar, etc.”28
El mejor remedio para evitar este tipo de tentación, como siempre en este caso, es la oración y la humildad de corazón. Junto con la protección de la Santísima Virgen y el uso de los Sacramentos y sacramentales. En cambio la obsesión externa es la que afecta a los sentidos exteriores. Suele ser más impresionante, pero es menos peligrosa. Los cinco sentidos son objetos de este tipo de ataques.
27 28
Teología, p. 308. Teología, p. 309.
14 Royo Marín, se pregunta sobre las causas de estas obsesiones29 y llega a mostrar que son cuatro: 1- la permisión de Dios; 2- la envidia y soberbia del demonio; 3- la imprudencia del obsesionado; y 4- la propensión natural del obsesionado. Pero, como siempre en estos temas la última palabra está en la Gracia de Dios. Dice el libro de la Síntesis:
“Las obsesiones diabólicas, sobre todo las internas, pueden hacer mucho daño a los cristianos carnales; por eso Dios no suele permitir que quienes todavía lo son se vean atacados por ellas.”30
3. La posesión diabólica Es la forma con la que el demonio tienta al hombre en donde entra realmente en el cuerpo de su víctima y le maneja desde dentro. Es la más impresionante de todas las formas de actuar del demonio, pero es menos peligrosa que la obsesión. Su existencia es indiscutible. Hay muchos testimonios de ella en las Sagradas Escrituras y también en toda la historia de los hombres. También se pueden apreciar datos muy valiosos en los libros de liturgia. A su vez, todo esto, va acompañado que no envuelve inconvenientes ni metafísicos, ni físicos, ni morales.
“La posesión diabólica es un fenómeno sorprendente en virtud del cual el demonio invade el cuerpo de un hombre vivo y mueve sus órganos en su nombre y a su gusto como si se tratase de su propio cuerpo. El demonio se introduce y reside realmente en el interior del cuerpo de su desgraciada víctima y obra en él, habla y lo trata como propiedad suya. Los que sufren esta
invasión
despótica
se
llaman
posesos,
endemoniados
energúmenos.”31
Esta es la naturaleza de la posesión. Sus dos elementos esenciales son: 29
Cfr. Teología, pp. 310-311. Síntesis, p. 213. 31 Teología, p. 314. 30
o
15 a) la presencia del demonio en el cuerpo de la víctima; y b) el imperio despótico sobre él. Es importante recalcar, que si bien el demonio toma el cuerpo del poseso, el alma continúa libre, ya que
“Sólo Dios tiene el privilegio de penetrar en su esencia misma por su virtud creadora y establecer allí su morada por la unión especial de su gracia.”32
Y, en esta misma línea, escriben Rivera e Iraburu:
“En la posesión el Demonio entra en la víctima y le mueve despóticamente desde dentro. Pero adviértase que aunque el Diablo haya invadido el cuerpo de un hombre, y obre en él como en propiedad suya, no puede influir en la persona como principio intrínseco de sus acciones y movimientos, sino por un dominio extrínseco y violento, que es ajeno a la sustancia del acto. La posesión diabólica afecta al cuerpo, pero el alma no es invadida, conserva la libertad y, si se mantiene unida a Dios, puede estar en gracia durante la misma posesión.”33
Vemos aquí nuevamente la palabra final que tiene la Gracia. No nos vamos a detener a hablar más sobre este tipo de tentación porque no es muy frecuente. Pero antes de avanzar en este escrito, queremos indicar, siguiendo a Royo Marín, que de ordinario la posesión no se verifica más que en los pecadores y es un castigo a sus pecados, aunque hay excepciones. También es importante señalar que siempre está sujeta a la permisión divina. Y Dios permite este feroz ataque debido a tres causas: 1- por petición de la propia víctima; 2- por castigo del pecado; y 3- para purificar a un alma santa. Los posesos son librados por los exorcismos que realizan los ministros de Dios.
32 33
Teología, p. 314. Síntesis, p. 213.
16
Instrumentos para salir victoriosos No podremos vencer en esta lucha con nuestras propias fuerzas. El demonio es muy superior a nosotros. Solamente con el poder de Dios se podrá vencer. Poder de Dios que se manifiesta concretamente del siguiente modo: •
Los sacramentos: en especial la Reconciliación, que provoca humillación en el alma, renovación y sobre todo el alma recibe la misericordia de Dios. Y la Sagrada Eucaristía, ya que el contacto directo con Cristo vence al demonio.
•
Los sacramentales: sobre todo el uso del agua bendita, que es muy temida por ser el demonio tan soberbio y el agua tan poca cosa.
•
La oración y el ayuno: nos relatan los evangelistas san Mateo y san Marcos, que ciertos demonios se pueden vencer por la oración y el ayuno34. La oración debe ser humilde y confiada.
•
La santa cruz: sólo basta su vista para ahuyentar a los espíritus malignos.
•
La reliquia de los santos: el contacto de estos santos restos, le producen a los demonios la sensación de carbones encendidos que les queman.
•
La santísima Virgen María: porque ella es la mujer que aplasta la cabeza de la serpiente.35
•
Los ángeles: San Miguel Arcángel, quien venció al demonio en la batalla de los orígenes, sigue siendo una ayuda eficaz en esta batalla. Y los ángeles custodios ya que misión es acompañarnos y ayudarnos en nuestro camino de santificación.
•
Desprecio absoluto del demonio: ya que esto le indigna a un alma tan soberbia.
•
La fidelidad a la doctrina y a la disciplina de la Iglesia: quien no está en la doctrina de la verdad, está bajo el engaño del príncipe de la mentira.
Conclusión: Triunfo final de la Gracia de Dios Recibir una tentación por parte del demonio, quiere decir que se está en el camino correcto. Recibir una tentación por parte del demonio, quiere decir que Dios permite esta tentación, para ponernos a prueba, para ver si le somos fieles en la adversidad y para
34 35
Cfr. Mt. 17:21 y Mc. 9:29. Cfr. Gn. 3:15.
17 que aprendamos a confiar en Él y no en nuestras débiles fuerzas, que no podrían, ni nunca podrán, vencer a un enemigo tan poderoso. Recibir una tentación por parte del demonio, quiere decir que se tiene la posibilidad de sumar méritos para la vida eterna. Recibir una tentación por parte del demonio, quiere decir que se tiene una posibilidad más de librar una batalla personal para crecer en la santidad. A pesar de lo feo y tenebroso del ataque este enemigo acérrimo del alma, nuestra fe nos dice que es un instrumento de Dios para la salvación y el progreso espiritual del hombre. Sin quererlo, el diablo, nos ayuda en el camino de nuestra salvación. Es que Dios si permite un mal es para sacar un bien mayor. Dejemos que George Huber vaya cerrando este trabajo con la siguiente reflexión:
“¿Cómo el diablo, que odia a los hombres, puede ayudarles en la subida hacia Dios? La explicación no es difícil. El diablo, tentándonos, nos coloca delante de una alternativa. os obliga a optar entre el bien y el mal. Sirve a nuestra causa proporcionándonos la ocasión de una elección constructiva.”36
En última instancia, la respuesta final nos da San Pablo:
“ o habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación, os dará modo de poderla resistir con éxito.”37
36 37
El diablo hoy, p. 55. 1Co. 10:13.
18
Bibliografía consultada •
Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998 (3ra edición)
•
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. Madrid: BAC 1959. Edición bilingüe.
•
Royo Marín, A. Teología de la perfección cristiana. Madrid: BAC, 2001 (9na edición).
•
Rivera, J e Iraburu, J.M. Síntesis de espiritualidad católica. Pamplona: Fundación Gratis Date, 2003 (6ta edición).
•
Tanquery, Ad. Compendio de teología ascética y mística. Buenos Aires: Desclée de Brouwer, 1930 (Traducción de la sexta edición francesa por Daniel García Hughes).
•
Huber, G. El diablo hoy. ¡Apártate, Satanás! Madrid: ediciones Palabra, 2004 (3ra edición).
•
Huber, G. Mi Ángel marchará delante de ti. Madrid: ediciones Palabra, 2002 (15va edición). (Este libro no fue citado en el presente ensayo).
•
Lewis, C.S. Cartas del diablo a su sobrino. Santiago de Chile: Andrés Bello, 2004 (2da reimpresión). (Este libro no fue citado en el presente ensayo).
19
Índice
Introducción ______________________________________________________________ 3
Fin del hombre: la santidad. Enemigos del hombre: pecado, mundo, diablo y carne. __ 3
Existencia del diablo. Testimonio en la Sagrada Escritura ________________________ 5
Cómo actúa en la vida del hombre: tentación, obsesión y posesión _________________ 8 1. La tentación __________________________________________________________________ 9 2. La obsesión _________________________________________________________________ 12 3. La posesión diabólica __________________________________________________________ 14
Instrumentos para salir victoriosos __________________________________________ 16
Conclusión: Triunfo final de la Gracia de Dios_________________________________ 16
Bibliografía consultada ____________________________________________________ 18
Índice ___________________________________________________________________ 19