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28

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atrevió a responder ha llegado a la conckisión do que se trata de u n juego y ha decidido seguirlo. Esta interpretación está basada en el comportamiento no verbal de los niños y cabe preguntarse si esta interpretación es la correcta. Considerar que los niños no saben que la señorita se ha disfrazado es menos plausible. Por otra parte, los adultos también son m u y sugestionables con preguntas inductivas, tal como muestran los trabajos de Loftus y sus colegas (Loftus, 1995). «¿Qué opina usted del aumento de la criminalidad juvenil?» proporcionará respuestas m u y distintas a las de la pregunta: «¿Cree usted que ha aumentado la criminalidad juvenil y, en su caso, qué opina sobre ello?». El riesgo que conllevan las preguntas inductivas juega u n papel importante en la elaboración de cuestionarios. Las respuestas a la pregunta «¿Cuánto mide el rey de Francia?» son completamente distintas a las de la pregunta «¿Tiene Francia un rey y, si es así, cuánto mide?». Los niños en las escuelas primarias practican las preguntas sugestivas por medio de bromas; por ejemplo, «¿Cómo se dice metro en alemán? Subanestrujenbajen». Una pregunta sugestiva hecha por u n adulto a u n niño será tomada normalmente en serio y se le atribuirá u n alto nivel de veracidad por parte del niño. Además, los niños suelen interpretar la pregunta literalmente por su escaso nivel de conocimientos. Pocas veces entreverán otra intención en la pregunta sugestiva. Tienen una reacción i n mediata a una pregunta y la toman «tal cual». «¿Cómo has dibujado eso?». «¡Con un lápiz!» Natalia lee en voz alta a Blas, de año y medio, un libro en el que aparece una ilustración de un columpio. «¿Te vas a columpiar tu también?», le pregunta Natalia a Blas. Blas coge el libro y se sienta encima de él. Debido a que los niños prestan más atención a las líneas generales de u n acontecimiento que a los detalles (Elbers y Ter Laak, 1989) son más influenciables respecto a estos últimos, es decir, en lo referente a las características de cosas o personas que a la acción en sí. Las preguntas sugestivas relativas a los detalles de i m acontecimiento o a los rasgos de una persona no serán fácilmente reconocidas como inductivas por el niño. OJOS S O U A R e S

iNinoDucciON 29 Al día siguiente de una pelea en el colegio, la señorita pregunta a María si Jonás también la empujó a ella. María, contenta por la atención recibida por un empujón de hace tres días, responde enseguida: «Sí». Pasa por alto que fue David el que la empujó, y que fue hace tres días y no uno. Si la señorita hubiera hecho una pregunta más abierta y, además, hubiera preguntado por el autor de la acción {«¿Te empujaron ayer?, y ¿quién fue?»), María probablemente hubiera respondido correctamente. A todo ello hay que añadir que, a menudo, es intención del interrogador ocultar el carácter sugestivo de sus preguntas, haciendo mucho más difícil la detección consciente de la sugestión. La sugestión puede introducirse de forma oculta en la pregunta, como u n prejuicio del hablante, pero a menudo es u n intento consciente de manipular al oyente. «¿No te habrás acostado con él?», podría preguntar una madre asustada a su hija adolescente. Aunque sin pretenderlo, la pregunta es muy inductiva. La misma madre también podría preguntar de forma manipuladora: «¿Y qué opinó Elsa de que tú y Miguel os quedaseis solos?». La sugestión de los niños parece ser más una reacción a la manera de actuar de los adultos que una manipulación o una función memorística deficiente; es decir, tiene más que ver con el hecho de hallarse bajo la influencia del adulto. La investigación de Ceci, Ross y Toglia (1987) así lo pone de manifiesto, examinando el papel que juega la edad de aquellas personas que dan información engañosa. Los resultados indicaron que el efecto es mucho menor cuando la información proviene de u n niño de siete años que cuando el engaño proviene de u n adulto. Posiblemente ya a partir de los dos años, y seguro que a partir de los de tres, los niños recuerdan los sucesos importantes para ellos de una manera m u y precisa, siempre que se les interrogue de una manera adecuada (sin formular preguntas con doble sentido, sin preguntas efectuadas de una manera coactiva, y sin preguntas a las que sólo se pueda contestar con u n sí o u n no) (Peterson y Rideout, 1998, 1999). Se pueden nombrar diversas razones para esta fiabilidad en los niños de cinco a seis años. En primer lugar, el niño se halla OJOS

SOL,ARES

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