III. PRINCIPALES OBSERVACIONES.
HALLAZGOS
Y
PUNTOS DE PARTIDA El objetivo que fundamentó la realización de esta investigación fue, como se ha dicho, lograr el trazado de un cuadro de situación de la prostitución infantil en la Argentina, a partir del cual proponer políticas y estrategias específicas y generales para combatirla, y establecer a partir de la realidad de esas prácticas los ejes y objetivos sobre los cuales centrar las intervenciones. Aunque las limitaciones[1] de esta investigación hacen que los resultados no sean completos y terminantes, - sin duda queda mucho para ampliar y profundizar en el campo de la investigación- es posible a partir de los datos recogidos hacer un diagnóstico confiable sobre las prácticas, y definir orientaciones generales para futuras investigaciones y- para definir intervenciones deseables y también determinar qué es lo que NO debe hacerse desde una perspectiva que se base en el respeto de los derechos de las/os niñas y adolescentes El diagnóstico obtenido contiene determinaciones de distinto nivel y calidad, que contribuyen a dar un panorama amplio y permiten realizar algunas afirmaciones que pueden ser un buen punto de partida para acciones e intervenciones institucionales. La complejidad del tema y las múltiples dimensiones que se hallan involucradas, demandan el desarrollo de una política integral y que se enmarque en la concepción de las niñas y niños como sujetos de derecho acordados por la Convención de los Derechos del Niño. Una política integral debe ser desarrollada principalmente desde el Estado, lo cual significa que el Estado tiene que considerar que la prostitución infantil es un problema de su competencia, y con relación a la cual, debe desarrollar políticas y estrategias más eficaces que las que se han venido desarrollando hasta ahora.
Una política integral debe tomar en consideración la real magnitud de la prostitución infantil en todas sus modalidades y localizaciones, sin excepción . Ya que se ha encontrado una tendencia a reducirla a la prostitución callejera de niñas/os de la calle. Esta tendencia tiene el efecto de desplazar de la escena las otras formas que de ningún modo son menos importantes cualitativa o cuantitativamente. Esta tendencia es consecuencia de una ideología que define la prostitución infantil sólo como un emergente de la pobreza y la marginalidad y relega las articulaciones de género (el poder sexual) y etaria (poder adulto). INTERVENIR SÍ O NO. Si bien es cierto que en el caso de la prostitución de niños / niñas hay conciencia unánime de que la sociedad tiene la obligación, no sólo el derecho, de intervenir, pues se considera responsable en mayor grado que con relación a los adultos de lo que les suceda, esta unanimidad se acaba pronto, cuando se trata de prostitución de adultos. Y como se mostrará en esta investigación, no son situaciones que puedan separarse. Algunos de los hallazgos, sobre todo aquellos que surgen de las entrevistas a niñas y niños en prostitución cuestionan muchos de los prejuicios y creencias que circulan y están fuertemente arraigados en el imaginario colectivo. Y muestran que la prostitución infantil (y también la adulta) no es un ejercicio de libertad, es uno de las manifestaciones más crudas de la violencia y el sometimiento, uno de los ejercicios más dramáticos del poder abusivo (de los adultos y particularmente de los varones). También a partir de estos testimonios es posible establecer que hay espacios para las acciones de diverso carácter. En este punto las dudas se plantean por la necesidad de evitar que con el pretexto de proteger a los niños no se incremente la violencia que la sociedad ya ejerce sobre ellos al consentir y producir su prostitución.
Los puntos de partida para la discusión acerca de posibles intervenciones son lo hallazgos y observaciones que surgen de la investigación y que pueden ser divididos en tres grandes conjuntos: I. El primer conjunto de determinaciones da cuenta: •
De la existencia prostitución infantil (aunque sin precisiones estadísticas)
•
de sus modalidades
•
De la presencia de prostitución infantil en todas y cada una de los espacios o ámbitos prostibularios y sobre todo en los circuitos organizados.
•
Que no son situaciones excepcionales, ni aisladas sino emergentes de una problemática “estructural” en el actual estado de relaciones sociales.
El primer conjunto de observaciones redefine lo que hasta ahora ha sido la población objetivo sobre la cual se ha focalizado el debate y la investigación sobre el tema, (las /os niñas/os de la calle, teniendo en cuenta que hay muchas niñas/os en prostitución que jamás pasaron por la calle). De modo que a partir de estas observaciones se amplían los campos de intervención posibles. II. El segundo conjunto da cuenta de, o aporta al conocimiento de: •
Las condiciones estructurales – las relaciones sociales de poder sexual, adulto y masculino- que generan la explotación sexual
•
Las alternativas (o más bien su escasez) que el Estado y la sociedad toda ofrecen a los niños, tanto para evitar, que sean prostituidos, como para que dejen de serlo.
III. El tercer conjunto se refiere a: •
La índole de las diferentes modalidades de prostitución
•
Los modos en que los niños son incorporados a las prácticas y circuitos de prostitución
•
Las técnicas de reclutamiento
•
La situación de los niños prostituidos y de las razones y condiciones que facilitan su captación
•
La adaptación de los niños prostituidos a los ambientes prostibularios
•
Las relaciones de dependencia y sometimiento que se establecen con quienes los explotan
•
Las razones que dificultan la salida
Todos estos temas requieren mayor profundización: De todos modos los aportes de esta investigación permiten caracterizar algunas de las tendencias y cualidades de la realidad de las prácticas de prostitución infantil que deberían hacer pensar en cambios en las orientaciones, prioridades o decisiones de las posibles intervenciones.
PRINCIPALES HALLAZGOS 1. Es habitual la presencia de niñas/os y adolescentes en circuitos de oferta sexual que no puede calificarse ni de aislada ni de poco significativa. Puede descartarse - y con reparos- la existencia de una oferta abierta de niñas y niños similar a la de algunos países de América Latina y el sudeste asiático referida como turismo sexual el uso de niñas/os para la producción de videos, fotos, etc. Si es que existe, es en una escala pequeña, y/o está muy “protegida”. En Buenos Aires, en Chaco, en Misiones, en Neuquén, en Córdoba, en Puerto Madryn: la presencia de niñas/os prostituidas/os ha sido constatada directamente a través de entrevistas a niñas, niños y adolescentes prostituidos, a informantes, y también por la existencia de casos judiciales. Es probable que si esta investigación se hubiera realizado en otras regiones se habrían hecho las mismas constataciones, dado que en muchas de las entrevistas realizadas se obtuvo información acerca de un intenso
movimiento y circulación –sobre todo de adolescentes- entre distintas provincias y ciudades. Se trata por tanto no de un problema regional, local, sino de una cuestión generalizada. 2. La diferencia etaria no es la marca fundamental para caracterizar las diferentes modalidades de prostitución. Ya que no se encontraron lugares en que hubieran niñas o niños en forma exclusiva. Conviven con adultas/os en los mismos espacios y sus prácticas son semejantes. 3. Otras características y no la edad, marcan diferencias en cuanto a modalidades. En todas las regiones estudiadas se encontraron niñas y niños en todas y cada una de las diferentes modalidades. Es decir, tanto en cuanto al tipo de prácticas sexuales –prostitución femenina, masculina, homosexual en distintas variantes, travesti, pobre, lujosa o burguesa. 4. Igualmente hay niñas y niños en los más diversos espacios y localizaciones, en prostíbulos, en cabarets, whiskerías, pubs, boliches, tanto pobres o como lujosos, y de todas las categorías en cuanto a status- y también en la calle. 5. La prostitución es un sistema organizado. Existen empresas, empresarios, de mayor o menor envergadura, dueños de un prostíbulo, cabaret u otros locales, o de varios. Proxenetas que controlan y explotan desde varias personas hasta una sola; pueden abarcar lugares lujosos, como pobres; tener o no diversas ofertas. En todos los niveles de este sistema se encuentran sistemáticamente niñas/os y adolescentes prostituidas/os. La existencia de organización se evidencia en: •
Las estructuras y sistemas de reclutamiento: en gran medida el reclutamiento está dirigido a niñas y niños, adolescentes, jóvenes de ambos sexos (tal como lo expresan las edades de “ingreso” en el mundo prostibulario). Aunque por supuesto también existen otras funciones de intermediación destinadas a “renovación” de la oferta en los distintos espacios.
•
El tráfico interno: circulación de zonas rurales a urbanas, y viceversa.
•
El tráfico internacional, importación de países limítrofes, de otros países latinoamericanos y centroamericanos. Sólo se ha detectado tráfico de mujeres (no de varones) y muchas de ellas no tienen 18 años. De todas maneras aparentemente no hay tráfico específico de edades muy tempranas[2] .
•
El vínculo, en algunos casos, con el “negocio” de la droga.
•
Hay reclutamiento de adolescentes más ligado a atractivos que el consumismo, la vida de la noche, la gente “linda”, los lugares fashion, drogas incluidas, ejercen sobre las jóvenes
6. Existen espacios y modalidades menos organizadas, que suelen ser una etapa para el ingreso al sistema más organizado. Se comprobó la importancia que tiene para la existencia de la prostitución en general el reclutamiento de los niños y niñas. Gran número de prostitutas adultas reconoció una iniciación temprana. Y las organizaciones renuevan y acrecientan sus planteles estables a través de los reclutadores profesionales, que seducen e introducen a niñas y niños 7. Se ha comprobado que las niñas y niños prostituidos dependen siempre de intermediarios – proxenetas. Se entablan de este modo relaciones mutuas de dependencia y sometimiento, que en algunos casos son además fuertemente afectivas, de modo tal que los niños y niñas las aceptan y las convierten en modus vivendi en una subcultura con leyes y reglas propias, de las que a medida que el tiempo transcurre les es más difícil salir . En su gran mayoría –y esto es válido especialmente para las mujeres (niñas/adolescentes)- además de ser explotadas por empresarios, existe el llamado “novio, cafishio o fiolo”, que es el que muchas veces negocia con los empresarios, y se apropia de las “ganancias”. Tipos de intermediación Las modalidades de intermediación pueden sintetizarse de la siguiente manera: •
Sin intermediación. El cliente cumple las funciones de reclutamiento. No hay otros explotadores. En el caso de varones, se ha encontrado que
el cliente suele ser más frecuentemente que en las mujeres, un iniciador en la prostitución y en la homosexualidad. Esta forma no es la más usual, y se observa más habitualmente en casos de niñas/os que realizan diversos trabajos en la calle o que son “niñas/os de la calle” y en la prostitución de varones. •
Intermediación no explotadora, aunque intervienen terceros: se trata generalmente de amigas/os que ya están en prostitución y que sirven de modelo, facilitan, incitan o presentan clientes, sin por eso tener un beneficio económico.
•
Reclutamiento (por dinero) de amigos o amigas.
•
Reclutamiento por parte de personas que están en prostitución y que cobran un porcentaje o suma fija por presentar a niñas o niños para ser prostituidos.
•
Explotación directa por parte de familiares (madres, padres, hermanas/os, tías, etc.), en muchos casos responsables de la guarda de la niña o el niño[3] .
•
Explotación por parte de los proxenetas en el marco de una relación afectiva, de noviazgo o protección. Los ejemplos típicos son los niños de la calle varones que explotan a las niñas –en algunas ocasiones sus novias- o a niños varones más pequeños; los remiseros y taxistas (esto se encontró en algunas ciudades del interior del país) que hacen de intermediarios con una/o o más niñas o niños, a los que les proveen de clientes a cambio de un pago.
•
Reclutamiento a cargo de profesionales –que pueden trabajar para sí mismos o ser empleados de otros o de organizaciones de distinto nivel de complejidad. Los métodos de reclutamiento pueden ser amistosos o alcanzar altos niveles de violencia. Esto es válido para la prostitución de distintos niveles –pobre o lujosa. También se da en el nivel nacional – reclutadores que viajan de una provincia a otra- y en el ámbito internacional.
Excepto en el caso del contacto directo con el cliente, siempre hay superposición de distintos niveles y tipos de explotación. 8. La investigación confirma lo previsible: que hay demanda por parte de adultos por concretar experiencias sexuales con niñas y/o niños. Aunque no ha sido posible establecer si aumentó históricamente, es frecuente que se hable de un incremento numérico). Sin embargo, es posible también pensar que es expresión de una disminución de inhibiciones al respecto. Y por ello más visible. La prostitución es una consecuencia de la “demanda”. Y este es el hecho central. Contrariamente a lo que se hace en el estudio de otros “mercados” los estudios sobre prostitución están centrados en las “personas prostituidas” la “oferta”. No hay estudios, de la demanda (clientes). 9. Son diversas las situaciones que colocan a las niñas y niños en situaciones de riesgo y desamparo que facilitan su captación por los explotadores del sexo infantil. Una primera exclusión ocurre en el ámbito familiar, una segunda en la falta de otras instituciones que contengan a las/os niñas/os, entre ellas la escuela que se convierte en un factor de exclusión cuando frente a niñas/os que no reúnen los requisitos para ingresar o permanecer, no desarrollan políticas de retención. En efecto las discriminaciones de género y las que discriminan a los niños sin distinción de género son básicas para justificar el derecho de los hombres a satisfacer sus deseos sexuales mediante el uso del cuerpo de las niñas y niños, convertidos en objetos sin sujeto, de los que es posible disponer a discreción. Sin duda el deterioro de la situación socio - económica agrava las condiciones de las familias, pero de por sí no determina ni la exclusión ni la prostitución 10. Se ha podido observar que las condiciones que generan vulnerabilidad en las niñas/os son el resultado de la articulación de complejos procesos - de exclusión social, cultural, de desintegración, y/o expulsión familiar, de
violencia, maltrato y abuso sexual intrafamiliar, a lo que debe sumarse la falta de contención y respuestas de las instituciones sociales. Sin embargo todo esto por sí solo no sería suficiente si no existiera una demanda e intermediarios que organizaran esta “particular demanda”. 11. Se ha observado procesos por los cuales los niños y niñas se adaptan y se integran a su condición de seres prostituidos, haciendo con ello más difícil toda intervención. Si bien también se comprobaron presiones y situaciones de coacción violenta (tanto en el inicio como luego para evitar las fugas) estas no son suficientes en un gran numero de casos para explicar la desconfianza de los niños respecto a las intervenciones y su resistencia al cambio. 12. Hay elementos en las entrevistas realizadas que permiten desmitificar la idea de “libertad” y “libre opción” de los niños, así como la noción de “trabajadores sexuales”, que les ha sido impuesta por los discursos dominantes. Nociones que ellos mismos reproducen, mostrando cual es su capacidad de regenerar espacios de poder y de afirmación propias, a partir de procesos de preservación y negación[4] . 13. Se ha comprobado la ineficacia de las intervenciones policial y judicial. Sus limitaciones y sus complicidades. Como también la falta de una voluntad coherente y decidida de producir cambios, por parte del poder político. Existe desconfianza de todos los entrevistados con relación a la acción de la Justicia y la Policía. Los funcionarios judiciales desconfían de la Policía y viceversa. Las denuncias que tuvieron repercusión en los medios acerca de la connivencia entre funcionarios de esta institución y algunos altos funcionarios judiciales con la explotación sexual, generan escepticismo en la población, que no la ve como un hecho aislado sino como algo generalizado. 14. A pesar de que las leyes son terminantes en reprimir prácticas de explotación sexual y particularmente las que involucran a menores de edad, tanto las estadísticas como las propias entrevistas muestran la casi inexistente
intervención
judicial,
y
su
ínfima
eficacia
cuando,
excepcionalmente esa intervención tiene lugar. Esto determina igualmente que poca gente espera que la Justicia proteja a los niños. 15. Se ha comprobado la ausencia absoluta de programas sobre el tema, en los distintos ámbitos institucionales. Se ha detectado y constatado trabas - de diversa índole- en las personas para conectarse con este tema (de la explotación sexual de niños) incluso por parte de aquellas que trabajan con niñas y niños, en organizaciones comunitarias, en la justicia, en la escuela, en organizaciones gubernamentales, en iglesias, hogares, refugios, hospitales, etc. Las personas entrevistadas en el marco de estas instituciones han dado informaciones muy fragmentarias, con escasos datos concretos. En general, los datos que proporcionan se circunscriben a su propia experiencia y/o está influida por la mirada ‘profesional’ o ‘disciplinaria’ y está muy marcada por el rol institucional. En algunos casos han expresado sus impedimentos para encarar abiertamente las problemáticas de niñas y niños prostituidos, abusados, violados, aunque hay que señalar y reconocer que en muchos casos, estos trabajadores de centros comunitarios, organizaciones que trabajan con niñas/os, las religiosas de algunas congregaciones, realizan una tarea de gran dedicación y esfuerzo y hacen mucho por contenerlos, ayudarlos y mejorar sus condiciones de vida. Debe tenerse en cuenta que los casos que llegan a las instituciones y organizaciones comunitarias son una ínfima parte de los casos reales posibles y se trata solamente de las modalidades pobres. 16. Hay dificultad de hablar de este problema y hacerse cargo de él, en la sociedad en general y también una tendencia que se expresa claramente a través de los medios de comunicación de vincular la explotación sexual de niños y niñas a circunstancias excepcionales, a patologías mentales y a relacionarlas con una subcultura de la marginalidad y la pobreza, a sabiendas que los usuarios del sexo infantil no necesariamente responden a alguno de esos parámetros. 17. Hay procesos de naturalización e incluso de legitimación de esas practicas en el imaginario social que contradice la proclamada voluntad de
reprimirlas. La ineficacia de las intervenciones represoras como también el lenguaje ordinario contribuye en gran medida a esta naturalización que se expresa en la idea de que hay que resignarse a estas prácticas, las que, se dice, siempre habrían existido y seguirán existiendo. Se desconoce que las condiciones que promueven la explotación sexual dependen más del imaginario de la sexualidad, del modelo de sexualidad imperante que se construye sobre la base de una escala jerárquica, con asimetrías de poder machistas y adulto tanto para las relaciones heterosexuales como homosexuales. Si bien no se estudiaron los procesos de degradación humana de las niñas y los niños prostituidos se obtuvieron testimonios que permiten asegurar la alienación de sus cuerpos como objetos de uso sexual y los efectos en cuanto a integridad personal que conllevan.