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5. De la noción de episteme El vocablo episteme viene del griego. Se refiere al conocimiento, a un saber, o a la ciencia. En la filosofía contemporánea la episteme fue introducida por Michel Foucault. Para él, la episteme es aquello que define las condiciones de posibilidad de un saber. Sostiene además que en una cultura y un momento determinados solamente existe una episteme que condiciona las posibilidades de los saberes. El conocimiento se manifiesta por medio de una historia, que no es la de su perfección creciente, sino la de sus condiciones de posibilidad. Esto quiere decir que van a aparecer las configuraciones que dieron lugar a las diversas formas de conocimientos empíricos. En sus palabras, la episteme es medio y mediación. No es un sinónimo de saber, sino que expresa un orden específico del saber, la disposición que toma en una determinada época. Foucault ejemplifica la episteme con un campo de tierra. El campo de tierra es el medio en el cual existen todas las posibilidades (como nutrientes y condiciones específicas) para que broten en él cierto tipo de preguntas. Entonces una episteme condiciona cierto tipo de preguntas, la manera de plantearlas y, por consiguiente, la aparición de un cierto tipo de ser humano. De acuerdo a esto, las preguntas, los problemas, las condiciones de posibilidad de las teorías y los saberes, nacen en el marco de una episteme. Es por ello que es absolutamente necesario comprender su noción y el estudio y diseño de un marco epistemológico. Otro rasgo característico de la episteme es el tráfico de relaciones indirectas entre los saberes que allí aparecen. De acuerdo con Foucault, la formación de nuevas teorías o saberes obedece más a estas relaciones que a los conocimientos que los preceden. Esto se expresa en que ninguna investigación surge del vacío y en la importancia de la tradición de la investigación y sus antecedentes. El sistema de simultaneidad, otra característica de la episteme. señala la importancia de entender cómo se disponen y organizan los saberes dentro de esta. Los dominios de donde brotan las preguntas y las hipótesis que pueden haber contribuido a la aparición de un determinado saber o teoría no deben rastrearse en un retroceso lineal. Para reflexionar sobre el conocimiento o para emprender una investigación hay que tener en cuenta que todo problema de investigación tiene sus orígenes en una episteme. En segundo lugar, hay que entender que determinada episteme se utiliza y entroniza cierto tipo de racionalidad. Luego, también hay que atender al hecho de hacer frente a la interpretación, porque todo esfuerzo de investigación exige desarrollar conciencia de la situación hermenéutica. Hay que considerar también el desarrollo no lineal, y posiblemente azaroso de los problemas de investigación. La verdad se asume como interpretación, no como correspondencia. Como último punto, es menester recurrir a la arqueologización del problema de investigación, es decir, buscar sus vestigios en una episteme. También se introducen los términos contigüidad, solidaridad y simultaneidad para profundizar en las condiciones de producción del conocimiento en determinada episteme y en los criterios a través de los cuales se validan los enunciados. En cuanto a la relación entre episteme y paradigma, el autor establece que la episteme es el recubrimiento de un cúmulo de paradigmas, porque todo paradigma nace y crece en el campo de cierta episteme y es esta última la que le da sus postulados ontológicos. Los problemas de investigación se generan, las preguntas se formulan y los puntos de partida de las teorías y saberes nacidos en una episteme se señalan desde el punto de partida de una red paradigmática.