Historia De La Llegada De La Criminologia En Mexico.docx

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Historia de la llegada de la criminología en México La Criminología llega a tierras latinoamericanas y específicamente a México a finales del siglo XIX gracias a los precursores de la Criminología, al trio de italianos positivistas: LOMBROSO, FERRI Y GAROFALO. Tras llevar algunos años la ciencia criminológica en tierras mexicanas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1934 aprueba una carrera de Perito en Criminología, para estudiantes de Medicina y Derecho que hubiesen cursado al menos 3 años de sus estudios originales. El primero y único que logra finalizar el curso, en el año 1939, fue un médico destacado e ilustre, mismo que desde entonces fue conocido como el padre de la Criminología mexicana por ser el primer licenciado en Criminología de origen mexicano en obtener dicho título y denominación en ese entonces, además y quizá de mayor relevancia, realizar una revolución dentro de la ciencia. Aquel emprendedor era un chihuahuense de nombre Alfonso Quiroz Cuarón, quien nació el día 19 de febrero de 1970 en el municipio de Jiménez. Tras algunos años de crecimiento de la Criminología, por iniciativa del Doctor Alfonso Quiroz Cuarón, en la Ciudad de México, Distrito Federal nace la Sociedad Mexicana de Criminología, esto en 1974. El fin de SOMECRIM fue y es realizar investigaciones en el campo de la Criminología, difundir dichas investigaciones, proponer reformas de Leyes Penales e influir en las Políticas Criminológicas, entre otras cosas. Su primer presidente, bien merecido, fue el Dr. Alfonso Quiroz Cuarón. A lo largo de los años la sociedad logra tener el prestigio para mantener contacto con la Organización de las Naciones Unidas. Por otro lado, a la par en nuestro país había un cambio inimaginable en materia legislativa como: la Ley de los Consejos Tutelares, o la Ley de Normas Mínimas para la Readaptación Social de Sentenciados, Ley Orgánica de la Procuraduría de los Tribunales de Justicia, entre otras; también avances en infraestructura tales como reclusorios, hospitales, centros de menores o las Islas Marías, por eso y más se vio la necesidad de crear una institución que asumiera la capacitación y desarrollo de los estudiosos para crear políticas penales y preventivas verdaderas, políticas a base de ciencia, disciplina e investigaciones científicas rigurosas. Se intentó emanar dicha institución en la UNAM donde hubo por un corto lapso una escuela de personal penitenciario y policía científica (criminalistas) que había proyectado Alfonso Quiroz Cuarón. No fue hasta el 21 de junio 1976 que nace de manera oficial el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE), misma que trabajaría tres ramas: Criminología, disciplinas jurídico-penales y Criminalística. No fue sorpresa el gran prestigio nacional e internacional que logro al cabo de algunos años de formar a agentes del Ministerio Publico, juzgadores, miembros de las corporaciones policiacas y penitenciarias, catedráticos e investigadores.

Tras el éxito, nacen licenciaturas en Criminología en diversos planteles educativos, llevando la iniciativa la Universidad Autónoma de Nuevo León (cabe destacar que el tratadista Alfonso Quiroz Cuarón aporto su grano de arena en la consolidación de la licenciatura en dicha universidad), posteriormente un sinfín de instituciones ofrecen la misma licenciatura. El gran Alfonso Quiroz Cuarón además de lo ya mencionado, se le destaca que investigo el homicidio de León Trotsky (trabajo que lo hizo ser llamado el “Sherlock Holmes mexicano” por la revista Time); analizo al personaje Gregorio “Goyo” Cárdenas de quien escribió el libro “Un Estrangulador de Mujeres”; coordino los estudios para autentificar los restos óseos del emperador Azteca Cuauhtémoc; más importante aún, reformo el sistema penitenciario en México y fue pieza importante para que el Palacio de Lecumberri cerrara sus puertas definitivamente, entre otros grandes éxitos. Sin embargo, mientras impartía cátedra en la UNAM, en fecha 16 de noviembre de 1978 desvanece y cae al suelo víctima de un infarto el cual le causa la muerte. Murió haciendo lo que más le apasionaba. Por ser la máxima figura en Criminología en la República Mexicana, Alfonso Quiroz Cuarón es considerado el padre de la misma, por ende, el día del criminólogo es celebrado el 16 de noviembre de cada año en tierras Aztecas, mismo día de su fallecimiento.

ALFONSO QUIROZ CUARON Padre de la criminología mexicana, Alfonso Quiroz Cuarón comenzó su carrera como investigador forense en el México de 1929, logrando el título de criminólogo -el primero de su país- en 1939. El 19 de febrero de 1910, en la ciudad de Jiménez, Chihuahua, nació Alfonso, el segundo de los cinco hijos del matrimonio Quiroz Cuarón. En aquellos días la ciudad se había transformado en un campo de batalla, las tropas de los generales Villa y Murguía solían enfrentarse en cualquier momento; dejando decenas de cadáveres colgando de los árboles y postes de telégrafos. Ese fue el paisaje que dominó la infancia de Alfonso hasta que su padre, de profesión ferrocarrilero, encontró la oportunidad de mudarse a Tampico. Alfonso estudió ahí la primaria. A la edad de 14 años, recibió la noticia de la muerte de su madre. Un año después, recibiría otra terrible noticia: su padre había tenido un accidente. En realidad había sido asesinado. Uno de sus subalternos le había metido varios tiros desde una ventana que se encontraba a espaldas de su lugar de trabajo. Entonces Alfonso emigró a la Ciudad de México, era 1929; su tío, José Cuarón, le consiguió un empleo de ayudante en el juzgado cuarto correccional en la Cárcel de Belén. Al mismo tiempo, que estudiaba

medicina en la Escuela Médico Militar, vivía en casas de huéspedes y “devoraba” las obras de Sigmund Freud. Como practicante en el Servicio Médico Forense, estudió medicina legal y practicó suficientes necropsias y estudios de psiquiatría como para especializarse en ello. Más tarde y bajo la tutela del doctor José Gómez Robleda, participó en las primeras investigaciones clínico criminológicas que se efectuaban en México para clasificar la tipología de los reclusos del “Palacio negro” de Lecumberri. Para 1939, y ante la disyuntiva de titularse como médico, o como criminólogo, sus años en el juzgado y en psiquiatría forense resultaron decisivos. La vocación que nació en él tras el asesinato de su padre había dado frutos: México tenía su primer criminólogo. El asesino de Trotsky. Ya con el título universitario, Alfonso recibió en su casa de la Colonia Roma la visita de don Raúl Carrancá y Trujillo, connotado maestro de la Facultad de Derecho y juez penal en Coyoacán. La madrugada de ese día León Trotsky, el ex líder revolucionario ruso, había sufrido un atentado; y si se confirmaba su muerte, aquello podría convertirse en un conflicto internacional. El doctor Carrancá acudía al criminólogo para encargarle una labor muy delicada: un estudio de la personalidad de Jacques Mornard, el asesino. El estudio, realizado en colaboración con el doctor José Gómez Robleda, es uno de los más completos que se han hecho a criminal alguno. Sin embargo, aunque el diagnóstico final declaraba que aquel hombre era un mitómano, y que no padecía ninguna enfermedad mental -lo que permitió encarcelarlo-, Alfonso no quedó satisfecho. Habia demasiadas interrogantes alrededor de Mornard como para considerar cerrado el casó. En 1950, 10 años después de que el estudio de personalidad fuese elaborado, el doctor demostró por cuenta propia, con documentos y huellas dactilares conseguidos en España, que Mornard se llamaba en realidad José Ramón Mercader; que no había nacido en Bélgica sino en Barcelona, España, donde conoció al pintor David Alfaro Siqueiros durante la guerra civil, y quien lo introdujera en los círculos revolucionarios mexicanos. Aquel triunfo aumentaría no solo el reconocimiento que el criminólogo tenía en México, sino en todo el mundo. “En una ocasión -relata José Ramón Garmabella, periodista y biógrafo del criminólogo- realicé un viaje a París en el que por casualidad me encontré con él. Estaba molestísimo, mentando madres porque un gringo se le había acercado para pedirle que le vendiera una pintura. Lo había confundido, por su cabellera blanca, con Rufino Tamayo, personaje a quien el criminólogo detestaba. ¡Cómo si yo fuera un pinta sandías! Rugía Quiroz”. Mi querido Sherlock. A partir de que la revista Time lo llamó “El Sherlock Holmes mexicano“, casi todos cometieron la imprudencia de llamarlo así al menos una vez. Cuando eso sucedía, él insistía molesto en que Holmes no sabía nada de

criminología, y que si había alguien a quien deberían comparar con Sherlock era al detective de Tultenco, Valente Quintana, célebre por su habilidad con los disfraces. Pero sería equivocado pensar que el doctor denostaba a Sherlock. José Ramón Garmabella cuenta que el criminólogo era un gran aficionado a la literatura policiaca y al cine negro. Su actor favorito, dice, era James Cagney; en literatura, su favorito era el residente de Baker Street. Incluso, en una especie de homenaje privado, incluso tenía en su despacho una gorra de “sabueso”, de las que se usaban para caracterizar a los detectives de la época victoriana. Garmabella cuenta que le gustaba provocar a Quiroz cuando hablaban de literatura policiaca, le decía que su personaje favorito era el Inspector Maigret, a lo que él siempre contestaba: “no, nunca hubo otro detective como Holmes”. Poco se sabe sobre la vida amorosa de Sherlock Holmes; y su versión mexicana fue también muy discreto en cuanto a su vida sentimental. Hay tres personajes femeninos que fueron clave en su vida: su tía Elisa, quien se hizo cargo de él tras la muerte de sus padres; María Aparecido, una criminóloga brasileña a la que desaparecieron durante los días de la dictadura militar de Castelo Branco, en los 60, y a quien Quiroz no volvió a ver por más que movió tierra y mar, y Yolanda de la Rocha, a quienes muchos identificaban como su esposa, aunque lo cierto es que, al igual que Holmes, nunca se casó. Asesinos de mujeres. Quiroz decía de Goyo Cárdenas, "que un hombre que se escuda en el pretexto de estar loco para evadir su responsabilidad en los crímenes no merece más que mi profundo desprecio". En 1942, el caso de Gregorio Cárdenas conmocionó a la sociedad mexicana. Investigado por la desaparición de su novia, Cárdenas confesó no sólo haberla asesinado, sino también a tres mujeres más cuyos cuerpos se encontraban enterrados en el jardín. El caso no podía parecer más simple, al contar con un asesino confeso, pero a las pocas horas comenzó a negarlo y a quejarse de fuertes dolores de cabeza. Era un enfermo mental sin responsabilidad sobre sus actos, argumentaba su abogado. Quiroz, nombrado perito de juez, sugirió inyectar una droga entonces de escaso uso: pentotal sódico, suero de la verdad. Tras la inyección, se le mostró a Gregorio la pala con que había cavado en el jardín las fosas de sus víctimas, y la cuerda que había utilizado para arrancarles la vida. Cárdenas, que insistía en no recordar nada, rompió en llanto y pidió que dejaran de atormentarlo: “¿No ven que con eso estrangulé a las criaturas?” En 1952, el criminólogo mexicano recibiría la encomienda de estudiar a Higinio Sobera de la Flor, de 24 años, detenido por los asesinatos de un hombre, acribillado en medio del tráfico, y el de una mujer, a quien raptó, asesinó y violó (justo en ese orden). Higinio Sobera de la Flor, conocido como El Pelón, sí era un hombre que padecía de sus facultades mentales. Su

familia se había desatendido de él y le permitía tener armas y automóviles con la condición de que no les molestara. El caso, popular en los medios por su brutalidad y la excéntrica personalidad de Higinio, fue quizá el más sencillo en la carrera del criminólogo. Diagnóstico: esquizofrenia destructiva y progresiva. Higinio era un enfermo delicado y peligroso. Su lugar era el sanatorio. Los falsificadores. El célebre falsificador francés Alfredo Héctor Donadieu llegó a México en 1934. Tras de sí dejaba un estela de hazañas que partían de Marsella y llegaban a Venezuela, donde conseguiría el pasaporte italiano que lo convertiría en Enrico Sampietro. Huyendo de la policía, Sampietro llega aTampico para continuar desde ahí la producción de billetes que lo hiciera famoso. Traicionado por uno de sus cómplices cubanos, Sampietro es capturado y encarcelado en Lecumberri en 1936, sólo para fugarse un año más tarde con la complicidad de un grupo cristero. Para 1941 los incidentes relacionados con dinero falsificado habían crecido de una forma nunca antes vista y que requirió la intervención del Banco de México, cuyo director nombró a Quiroz jefe del Departamento de Investigaciones Especiales. Durante los siguientes siete años, dirigió las investigaciones que llevaron a la captura de varios falsificadores y traficantes, entre ellos Luis Eduardo Shelly, un venezolano conocido como “el falsificador de la mafia” por su relación con Alphonso Capone y Lucky Luciano, a quienes había conocido durante su estancia en la prisión de Alcatraz. Pero su principal presa, Enrico Sampietro, seguía libre. La investigación y el proceso de captura de Sampietro bien merecen una película. Al final veríamos a un delator diciendo: “Sampietro se encuentra escondido en la casa del hombre que hace de Cristo en la representación de las tres caídas, en Iztapalapa”. Sin duda lo más particular de aquella persecución fue la amistad que se formó entre Quiroz y el falsificador. Años después de que Sampietro regresara a vivir a Marsella tras cumplir su sentencia, Quiroz viajó a Europa e hizo una pausa para visitarlo en su ciudad natal. El último caso. “Le voy a contar sobre el caso que no pudo resolver porque se murió -me dice José Ramón Garmabella, su biógrafo-. De hecho, yo diría que ese caso le costó la vida. En octubre de 1978, Gilberto Flores Muñoz, ex secretario de Agricultura durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, y su esposa la escritora Asunción Izquierdo, fueron encontrados muertos a machetazos dentro de su propia casa. El sospechoso principal era el nieto, Gilberto Flores Alavez. Quiroz fue nombrado perito de juez. En cuanto me enteré fui a pedirle su opinión. ‘No te puedo decir nada porque sería poco ético contestó-, pero te prometo que tú serás el primero a quien le de una entrevista en cuanto haya algo que decir’. Como a los 15 días me invitó a

comer, y justo cuando disfrutábamos del aperitivo, se presentó el doctor Gilberto Flores Izquierdo, padre del acusado, junto con su abogado Adolfo Aguilar y Quevedo. Habían ido a proponerle que revocara el nombramiento de perito de juez y se convirtiera en perito defensor. Él se negó. Sin embargo les puedo recomendar a un especialista para que se haga cargo, les dijo. Perdón doctor, le atajó Aguilar y Quevedo, yo creo que usted no ha entendido: Le venimos a ofrecer la cantidad que usted quiera para que acepte hacerse cargo del peritaje de la defensa. Se puso pálido y temblando, los sacó de allí -relata Garmabella-, nunca lo vi tan indignado. Yo creo que ahí se empezó a morir”.

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Los Precursores más Representativos de la Criminología de México Autores que han contribuido al desarrollo de la Criminología en México ha habido muchos, se ha realizado una selección de los personajes más sobresalientes que han hecho aportaciones de gran valor a la ciencia que hoy estudiamos, el propósito de exponer los antecedentes históricos es para fundamentar el desarrollo que ha tenido la ciencia en el país. Los primeros trabajos de Criminología, influenciados por la nueva ciencia creada por Lombroso, Ferri (1869-1929) y Garófalo (1851-1934), se vieron reflejados en los estudios de Francisco Martínez Baca y Manuel Vergara, que conjuntamente realizaron sus investigaciones en la antigua penitenciaría de la ciudad de Puebla. Posteriormente realizaron de forma separada diferentes publicaciones, las más sobresalientes de Martínez Baca fueron: en 1896 Profilaxis del Escorbuto en las Prisiones por Medio del Pulque, en 1899 Los Tatuajes: Estudio Psicológico y Médico Legal en Delincuentes y Militares. Por su parte Vergara publicó en 1904 La Influencia del Sexo en la Criminalidad en el Estado de Puebla. Estudio de Estadística Criminal.Entre sus publicaciones conjuntas destaca Estudios de Antropología Criminal de 1892, la cual los hizo acreedores de un premio en la Exposición Internacional de Chicago celebrada en ese mismo año, y recibir una carta personal de Lombroso, “En la que, además de felicitarlos, les solicitaba los clichés para reproducirlo en Italia. Fue traducido al italiano y publicado en Turín en 1894” (Lagunas y Reyes, 2009:64).Los primeros trabajos de Criminología, influenciados por la

nueva ciencia creada por Lombroso, Ferri (1869-1929) y Garófalo (18511934), se vieron reflejados en los estudios de Francisco Martínez Baca y Manuel Vergara, que conjuntamente realizaron sus investigaciones en la antigua penitenciaría de la ciudad de Puebla. La historia de la Criminología de México no pudiera contarse sin la mención del Criminólogo y Criminalista Carlos Roumagnac García (1869-1937), considerado “Uno de los primeros analistas que existió en México, a principios del siglo XX, sobre el fenómeno criminal” (Barrón, 2003:169). Su obra, producto de la interpretación de los descubrimientos de los grandes Criminólogos de la historia, y adherencia a la escuela Italiana fue prolífica, y un parteaguas en la producción de material criminológico de esa época; entre sus publicaciones podemos mencionar: en 1901 Compendio de Instrucción Judicial para Uso de los Funcionarios de la Policía Judicial, basándose en los estudios de Hans Gross; en 1904 Los Criminales en México: Ensayo de Psicología Criminal, basado principalmente en las observaciones que realizó entre 1903 y 1904 en las prisiones del Distrito Federal de México, en este escrito Roumagnac sintetiza las ideas de Ferri, Lacassagne (18341924), Kovalevsky (1850-1923), Garófalo y Lombroso; en 1906 Crímenes Sexuales y Pasionales: Estudio de Psicología Morbosa, en el cual hace estudios de delitos sexuales; en 1907 La Estadística Criminal en México; en 1909 La Prostitución Reglamentada, Sus Inconvenientes, Su Inutilidad y Sus Peligros; en 1910 Matadores de Mujeres y en 1923 Elementos de Policía Científica(Barrón, 2003:183). Otro de los representantes de la Criminología en nuestro país es José Gómez Robleda, Médico Psiquiatra quien fue uno de los primeros profesionales mexicanos que aplicó las primeras historias clínicas criminológicas a partir del año 1929, cuando estaba a cargo de la Sección Médica y del Laboratorio del Consejo Supremo de Defensa y Prevención Social. En esos años hacía el estudio médico-psicológico y social de los prisioneros, es decir, hacía Criminología Clínica (Garmabella, 2007). Fue profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en la Escuela Normal Superior de México (ENSM) de Maestros. Entre muchos de sus logros y aportaciones para la ciencia en México fue su participación en la fundación de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, así como la implementación de la aplicación de la Criminalística en la Procuraduría General de Justicia en el Distrito Federal en 1938 y la formación de grandes personalidades de la Medicina, Psiquiatría y Criminología. Entre sus obras publicadas podemos mencionar: en 1933 Un ladrón; en 1947 Biotipología en coautoría con Ada d’ Aloja; en 1948 Imagen del

Mexicano; en 1950 Estudio de los Restos Óseos de Cuauhtémoc; en coautoría con Alfonso Quiroz Cuarón y Liborio Martínez; en 1951 Pruebas y Dictámenes sobre la Autenticidad de los Restos de Cuauhtémoc en coautoría con Eulalia Guzmán; en 1972 Psicología del Mexicano: Motivos de Perturbación de la Conducta Psicosocial del Mexicano de la Clase Media. Sin duda el Criminólogo más popular y representativo de la Criminología en México es Alfonso Quiroz Cuarón (1910-1978), oficialmente el primer Criminólogo del país, egresado como tal en 1939 después de haber realizado su examen profesional el 13 de noviembre del mismo año en la Facultad de Derecho de la UNAM (Garmabella, 2007:47). Entre los logros más memorables se encuentran los realizados junto con Gómez Robleda, quien fue su mentor y maestro, en 1940 realizó los estudios criminológicos de Ramón Mercader, homicida del famoso revolucionario ruso León Trotsky, y en 1942 de Gregorio Cárdenas Hernández, “El Estrangulador de Tacuba”, quien mató a cuatro mujeres y posterior a eso las enterró en el jardín de su casa. En 1948 participó en la investigación y pesquisa de uno de los mejores falsificadores del mundo que había logrado escapar de la policía por muchos años: Alfredo Héctor Donadieu alias “Enrico Sampietro”. Asimismo en 1952 junto con Alfonso Millán y José Sol estudió la personalidad de Higinio Sobera de la Flor alias “El Pelón Sobera”, enfermo mental que cometió homicidio en diferentes ocasiones. Como se mencionó anteriormente en 1950 participó en el establecimiento de la autenticidad de los restos del último emperador Azteca Cuauhtémoc; en 1965 es comisionado por la Organización de la Naciones Unidas (ONU) en la República Dominicana para realizar estudios acerca del comportamiento de los soldados estadounidenses que habían invadido el país (Garmabella, 2007). En los últimos años de su vida se dedicó al estudio de las cárceles, y encabezó, desde el punto de vista técnico, la gran reforma penitenciaria. En cuanto a sus publicaciones criminológicas más famosas: en 1939 su tesis titulada El Examen Somático y Funcional del Delincuente: Su Técnica; en 1940 Tendencia y Ritmo de la Criminalidad en México (Garmabella, 2007); en 1949 El Tipo Sumario en coautoría con Gómez Robleda (Rodríguez, 2013:295); en 1950 Estudio de la Personalidad del Asesino de León Trotsky: Dictamen, Identidad del Asesino de León Trotsky; en 1952 Un Estrangulador de Mujeres; en 1958 La Criminalidad en la República Mexicana; en 1959 la traducción del francés al castellano del Compendio de Criminología de V.V. Stanciu y Laignel Lavastine; en 1962 La Pena de Muerte en México; en 1964 Asaltos a Bancos en Venezuela y América; en 1965 Psicoanálisis del Magnicidioen coautoría con Samuel Maynes Puente; en 1970 publica El Costo Social del Delito en coautoría con Raúl Quiroz Cuarón (Garmabella, 2007) y en ese mismo año Teoría Económica de los Disturbios; finalmente en

1976 Medicina Forense tratado voluminoso y exhaustivo que desarrolla los problemas clásicos de la Medicina Forense. Otro de los Criminólogos que más ha contribuido a la Criminología Mexicana es sin duda Luís Rodríguez Manzanera quien tiene a su favor la publicación de dos obras que han sido las más influyentes en el país, siendo la lectura de cabecera de la mayoría de las escuelas que imparten esta ciencia: Criminología de 1979 y Criminología Clínica de 2005. A la fecha, es miembro de la Sociedad Mundial de Victimología, delegado nacional y miembro del Comité Científico de la Sociedad Internacional de Criminología, así como secretario general adjunto de la Sociedad Internacional de Defensa Social (INACIPE, s.f.).

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