“Antaño, cuando derramaba amargas lagrimas, cuando disuelta en dolor se desvanecía mi esperanza, cuando estaba en la estéril colina que, en estrecho y obscuro lugar albergaba la imagen de mi -solo, como jamás estuvo nunca un solitario, hostigado vivía por un miedo indeciblesin fuerzas, pensamiento de la miseria solo. Cuando buscaba auxilio por un lado y por otro -avanzar no podía, retroceder tampocoy un anhelo infinito me ataba a la vida apagada que huia entonces, de horizontes lejanos azules -de la cima de mi antigua beatitudLlegó un escalofrio de crepúsculo, y de repente se rompió el vínculo del nacimiento se rompieron las cadenas de la luz huyo la maravilla de la Tierra y huyo con ella mi tristeza -la melancolía se fundió en un mundo nuevo, insodable Ebriedad de la Noche, Sueño del Cielo Tu viniste sobre mi El paisaje se fue levantando dulcemente Sobre el paisaje, suspendido en el aire, flotaba mi espíritu Libre de ataduras, nacio de nuevo en nube de polvo se convirtió la colina -a través de la nube vi los rasgos glorificados de la amada. En sus ojos descansaba la eternidad . (Tercer canto de Los Himnos a la noche)
-En primera persona. . Se informa ahora de una experiencia mística en esta tumba, en la que siente que la retirada de espacio y tiempo. Se somete a un renacimiento espiritual y mira en una aparición visionario en su amante. Esto se remonta al hecho de que Novalis en esta sección aparentemente autobiográfico escrito. Citó casi literalmente de su diario el 13 de mayo de 1797. En él se describe cómo tuvo una experiencia excepcional en la tumba Sophie: Él ve la vida eterna de la noche emerger. Se abre la muerte, el amor y el mundo superior en un solo momento. La idea básica de la tercera himno fue Novalis probablemente debido a su origenreligioso. Lo que se quiere decir aquí es la aleatoriedad de la forma individual del ego y la apelación a un ser superior. En relación con el propio poeta, esta idea era una ayuda crucial para sobrevivir a la Noche. El amado es para el poeta y para que el mediador en su temprana romántica religión mediador.
de una inicial veneración de la Luz (símbolo del pensamiento ilustrado, de la razón, etc.) pasa a una posterior comprensión de la superioridad de la Noche (asociada a lo más profundo, a lo desconocido y misterioso pero también a lo más auténtico). Este proceso llega a su clímax en el himno tercero, en el que el yo que enuncia los himnos accede a ver el otro lado de lo que en el himno cuarto se llama la “montaña fronteriza de la Tierra” y puede contemplar el reino de la Noche y su magia.
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En sus Himnos a la noche (Hymnen an die Nacht, 1800), colección de poemas en prosa y verso, el poeta exalta la noche, identificada con la muerte, como el paso hacia la «vida verdadera», un renacimiento místico en la persona de Dios donde el reencuentro con su amada y con el conjunto del universo sería posible, todo ello evocado por medio de un lenguaje sugestivo y armónico.
Los Himnos a la Noche condensan buena parte del pensamiento de Novalis y del primer romanticismo: lo infinito, la noche, el sueño o la muerte, tópicos románticos por excelencia, se asocian en Novalis con Dios, con el misticismo, con el descenso y con la eternidad. intrincado lenguaje, podáis interpretar, entender y sentir sus poemas, si es que algún día os apetece sumergiros en esta fascinante forma de pensamiento que se originó tras la Revolución Francesa.
dos meses después de la muerte de Sophie, se produjo un acontecimiento: Novalis se encontraba en el cementerio de Grüningen cuando creyó ver aparecer el espectro de su amada. Ese reencuentro reveló el camino al poeta y le indujo a escribir esos hermosos versos que exaltan apasionadamente la noche. ¿Pero qué es la noche para Novalis? La noche es el camino a seguir para alcanzar el Yo interior, el lugar donde se encuentra el principio del Universo, Dios, la eternidad y el conocimiento absoluto. El regreso a uno mismo, a lo divino, esa entidad abstracta eterna que el poeta quiere obtener, sólo es posible a través de la nocturnidad, cuando la luz deja de hacer visibles los objetos. Novalis no plantea el ascenso a la luz, sino que favorece el descenso hacia la oscuridad, hacia el interior, pues "es en nosotros, y no en otra parte, donde se halla la eternidad de los mundos, el pasado y el futuro". Ese viaje iniciático originado en la noche, que el poeta debe emprender, es claramente espiritual. Para que el hombre pueda dirigirse al interior es necesario apartar la luz, pues ésta tan sólo entorpece la conquista del verdadero conocimiento de sí mismo y de la unión mística del poeta con su amada, Sophie. La luz ciega a la humanidad y les impide, por lo tanto, penetrar en el misterio de la noche, en el ámbito del sueño, en ese estadio contrapuesto a la razón y a la realidad. El ir más allá de la luz implica, necesariamente, la muerte. Para el poeta, la noche se identifica con la muerte, pues una vez revelado el camino se siente un deseo irrefrenable de no regresar a la luz, de no volver al ámbito terrenal: "la muerte es superior a la vida terrenal porque es el tránsito a la Noche y al Espíritu, que también son superiores a la luz y a la materia".
Esa acusada oposición entre diurnidad y nocturnidad está constantemente implícita en estos himnos a la noche. Son la base fundamental para entender el tránsito del poeta hacia el más allá, hacia el ámbito del sueño, hacia la obtención final de su deseo: reunirse con su amada, experimentar esa unión mística con Sophie y con Dios que le permite obtener el pleno conocimiento de sí mismo. Para lograr ese objetivo el poeta es empujado hacia la muerte. El mismo Novalis comenta respecto a Cristo: "Tú eres la muerte y sólo tú nos sanas". El poeta acepta y se reconcilia con la muerte; por eso, su espíritu puede "participar de la gran noche infinita del Universo".
Los himnos a la noche son básicos para entender buena parte del pensamiento novaliano. Su lectura, dificil y ardua, nos acercará al conocimiento y a la comprensión de algunos de los elementos fundamentales de la estética del primer romanticismo y, principalmente, de esa tan clara oposición entre el día -la vida- y la noche -la muerte-. Como toda poesía, en Novalis también está presente el juego simbólico, el lenguaje elaborado y las asociaciones que, aparentemente, parecen inconexas o fuera de lugar; no obstante, la lectura de sus versos te sumerge en el sentimiento íntimo del poeta, en la misteriosa y profunda noche, en los sueños, allá donde la imaginación se deja llevar hacia el infinito, incontrolable, para alcanzar un mundo eterno. Leed su poesía y dejaos llevar por la sensación que os transmiten sus versos. Imaginad tan sólo viajar junto a Novalis hacia la profunda y oscura noche, donde el sueño invade nuestras mentes.
Los Himnos a la Noche constituyen una de las obras más hermosas del romanticismo universal. Fueron publicados en 1800. La redacción de los himnos está vinculada con la muerte de Sophie von Kühn, en 1797. Días después Novalis pierde a su hermano Erasmo. La sombra de los muertos y sobre todo de la muerte se posa sobre la cornisa de la cotidianidad de Novalis. Los estudios más modernos aseguran que los Himnos fueron escritos entre 1799 y 1800, y luego publicado por vez primera en Athenaeum, que editaban los hermanos Schlegel, en agosto de 1800, aunque todo apunta a que hubo una edición anterior en verso libre. En todo caso, es una colección de poemas en donde a la diurna fe de la Antigüedad se contrapone la concepción de la noche como misterio creador de la vida y de la muerte, del milagro y de la redención cristiana.
En la oposición entre los dos términos, luz y sombra, día y noche, se sostiene y nivela toda la construcción de los himnos, pero en los términos y en su confrontación se enlaza un manojo enmarañado de significados. Lo múltiple, la variedad del contenido en la unidad de una intuición es concepto principal en Novalis.
Los dos primeros poemas himnos en una sucesión vertiginosa de imágenes ponen en manifiesto el sentido oculto en los símbolos del día y la noche, oponiéndolos: la luz es el reino de la acción y el movimiento incesante, el lugar del trabajo, de la actividad, del infausto trajín; es el reino de los límites y las diferencias, de la separación y la determinación, de las cosas distintas: “Buscamos por doquiera el absoluto (das Unbedingte: lo no cosificado) y sólo encontramos cosas”, dice un fragmento de 1797. (FERRARI, 1995: 12)
La luz representa a su vez en este primer enfoque, el tiempo restringido de la vida, la vida como determinación del tiempo; por ello Novalis la simboliza como el mecanismo del reloj; y sin embargo en las primeras líneas la luz aparece como “alma íntima de la vida”, como la esencia que respira el poeta, figurado en la alusión al egregio extranjero en cuyos labios abunda el canto (Ídem.) La luz se hace esencia destilada que respiran todos los hombres y seres terrenales convive en estos primeros himnos con una luz imaginada en su aspecto externo, acción y movimiento autónomo de la materia. ¿Juega Novalis con dos significados del concepto de luz?, la que podemos denominar de la hora, la cotidianidad, la vigilia, ahuyentadora del sueño, del amor y de la noche; y a la otra, la luz primigenia y trascendente, hogar donde coexisten los dioses, la de la deshora, del ensueño; es a ella a la que canta el poeta durante esos primeros cantos.
Así nacen desde la luz, los hijos de la Madre Noche que circunda en su manto a los amantes y a los afligidos. Uno por uno de sus atributos se oponen a los de la luz: es la eternidad y la infinitud sin tiempo y sin espacio, la deserción de los límites, la indiferencia, la embriaguez opio, vino y amor-, la unión amorosa, la inconciencia, todo lo que excluye en fin el trabajo diario, la reflexión sobria, el reloj (Ídem.); es la gran madre, la dueña del amor creador y por consiguiente Sophie es convertida en símbolo del amor y de lo eterno femenino. Ella es la primera síntesis entre la luz y la sombra, entre la vida y la muerte, entre el fuego y el agua; aquella que guía al poeta por los túneles de la noche que no es otra cosa que la propia vida, la vida que está por encima de la muerte y lejos de la luz terrestre.
La visión de Sophie se hace, a partir de ahora, la mediadora entre la vida y la muerte, entre la luz y la noche. Desde el corazón de la Muerte la Madre tiende su mano salvadora al hijo para dar pie a una nueva cadena que sustituye las cadenas rotas de la luz. Todo se vuelve entonces otro mundo. El otro mundo: más allá, del otro lado, son términos claves en la poesía de Novalis en torno a los cuales gira su concepción de la noche. Al final del poema queda claro todo su sentido. Es una historia mítica del universo que resiste a la cronología y en la que el poeta afirma una concepción ahistórica de la realidad9. Al imperio del destino sigue la edad de oro, cuando dioses y hombres eran parientes y coexistían en el mismo paraíso. “El poeta alude sucesivamente a Tetis10, Hebe11, Dionisos, Deméter12 y Afrodita” (Ídem.) Los dioses hacen de la noche su nueva morada y la luz terrestre es despojada de su divinidad; y, por fin, advenimiento de Cristo quien surge como una transformación de las antiguas divinidades exiliadas.
Con el cristianismo se realiza la reconciliación en una nueva creación. Muere la muerte, que no es sino el tránsito a la vida eterna, y la unidad de la luz y la noche que al principio del poema se prefiguraba en Sophie se realiza totalmente en la faz del Padre que da figura a la claridad divina, conciliación de la luz y la sombra, como parece indicarlo un poema ligeramente posterior a los Himnos: “Cuando la luz y la sombra se acoplen de nuevo para volver a engendrar pura claridad” (Ídem.)
Finalmente, hay que acotar que los dioses no han muerto, tan sólo se han dormido en la noche y reaparecen siempre, grandiosamente transformados en Cristo y en la Virgen María; viven inmortales en el corazón del hombre, pues lo que canta Novalis no sucede en la historia sino que se da perenne y sincrónicamente en el alma humana como una acumulación de vivencias que le abren las puertas de la eternidad.