Número 345, pp.50-83. www.cuadernosdepedagogia.com MONOGRÁFICO GRUPOS COOPERATIVOS “Lo fundamental es reconocer que los chicos necesitan apoyo”. “Lo fundamental es tener mano izquierda con los chavales, es decir, ser paciente, saber escuchar y tener empatía con los chavales”.
3 maneras de organizar el trabajo en clase: -
Competitivo: Rivalidad entre sus miembros más o menos consciente (Mi viejo maestro en el pueblo, D. Manuel, haciendo “carreras” delante de su mesa).
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Individualista: Cada uno va por su lado, sin que el trabajo de unos tenga repercusión en el de otros. El profesor es el que sabe y transmite conocimientos.
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Cooperativo: todos se ayudan unos a otros para conseguir objetivos individuales y comunes; lo que uno hace individualmente repercute en los demás. Los grupos cooperativos deben ir regulando su convivencia con normas propias, asumidas por todos sus miembros.
Los miembros de un equipo de trabajo cooperativo tienen una doble responsabilidad: aprender ellos lo que el profesor les enseña y contribuir también a que lo aprendan sus compañeros de equipo.
Los equipos de aprendizaje cooperativo tienen una doble finalidad: aprender los contenidos escolares (cooperar para aprender, según R. Slavin) y aprender a trabajar juntos, como un contenido escolar más (aprender a cooperar, según Slavin).
La filosofía de fondo es que el aula es un lugar que acoge a todo el mundo y considera que todo el mundo es un miembro valioso de la comunidad y que por ello es digno de ser ayudado si lo necesita. Detrás de ello está la noción de que las diferencias individuales son valiosas, y de que a través del diálogo, la cooperación, la convivencia, el respeto por las diferencias y la solidaridad, se aprende mejor.
En los contextos educativos de la escuela pública actual en el que conviven estudiantes muy diferentes en todos los aspectos, la organización cooperativa del aprendizaje parece la más idónea y eficaz (como han demostrado los estudios de Ovejero, 1990 o Parrilla, 1992). Favorecen el establecimiento de relaciones mucho más positivas (se fomenta la simpatía, la atención, la cortesía y el respeto mutuo), que se extienden además al profesorado y a la institución escolar en su conjunto. Favorece, además, el aprendizaje de todos los alumnos, también de los más capacitados para el aprendizaje. Además, esta metodología permite nuevas posibilidades al profesorado como son la atención personalizada de los alumnos y la entrada de nuevos profesionales dentro del aula.
Son tres los valores fundamentales de esta metodología: el diálogo, la convivencia y la solidaridad. Conversar proviene del latín Conversari, que significa “convivir, tener comunicación frecuente, tener relación”. Si entre los miembros del equipo no se desarrolla una relación de amistad, si se mantienen las diferencias (“creerse más listo o capaz que los demás”), si no todos los miembros del equipo están convencidos de las capacidades de los demás, si no se esfuerzan por identificar con espíritu crítico los aspectos que deben mejorar o cambiar, si no son capaces de comprometerse personalmente para el bien colectivo del equipo, el equipo no funcionará bien. Conseguir un clima adecuado en el aula que permita aprender de manera cooperativa es la base del método. El aprendizaje cooperativo es mucho más que organizar la clase en grupos de cuatro: es crear un clima en el aula que beneficie el desarrollo intelectual de los alumnos y las relaciones interpersonales que se establecen entre ellos. Por lo tanto, tienen que hablar y comunicarse entre ellos.
Convivir es algo más que tolerar. Victoria Camps dice que tolerarse no equivale a convivir sino todo lo contrario; se trata de creer que realmente es posible vivir juntos, abrirse a los demás sin miedo, sin renunciar a lo que uno es, pero buscando y aceptando las posibilidades que los demás plantean u ofrecen (cf. El malestar en la vida pública. Grijalbo. Barcelona. 1996). Es una fórmula educativa, pues, totalmente opuesta al individualismo (y no hay que olvidar el individualismo que hay en nuestra sociedad, donde los otros son vistos como un obstáculo para conseguir los propios intereses), ya que los demás son vistos como indispensables para el desarrollo y la propia existencia personal (me acuerdo ahora de la fundamentación aristotélica, esa que dice que sólo podremos ser plenamente cuando estamos bien insertados en lo social, en lo “pólis” decía él). Por lo tanto, tienen que convivir sin miedo.
Cooperar, que no colaborar. Cooperar viene del latín co-operare, operare cum, cuya raíz es el sustantivo opera, -ae, que significa trabajo, pero también ayuda, interés, apoyo; es decir, ayudar juntamente con, ayudarse, apoyarse mutuamente, interesarse uno por otro. La cooperación añade a la colaboración un plus de solidaridad, de ayuda
mutua, de generosidad, que hace que se consigan mejores resultados cuando además hay afectividad en el trabajo y las relaciones. Por lo tanto, tienen que se solidarios afectivamente.
Metodología: Los estudiantes, en principio, no saben trabajar en equipo. Por eso es importante estructurar bien la tarea y el trabajo cooperativo, para que resulte más fácil. Hay que repartir cargos y funciones, aclarando bien cuáles son las funciones específicas de cada cargo. Funciones posibles son: coordinador, secretario, portavoz, persona encargada del material, observador (esta última figura sirve para recabar información sobre algún aspecto, saber cómo funciona algo, etc)... En algunos casos, es el profesor el que distribuye los cargos teniendo en cuenta las capacidades de cada miembro del grupo. Cada equipo debe tener claro su plan de equipo, su declaración de intenciones y de propósitos para un tiempo determinado. Aquí se especifica el cargo que cada individuo tendrá en el equipo, los objetivos que se proponen, los compromisos personales de cada individuo. Algunos objetivos son fijos, como por ejemplo aprender lo que se les enseña, ayudarse a aprenderlo, aprovechar el tiempo, etc. Entre los compromisos individuales pueden aparecer cosas como a qué se compromete uno cada día... Hay que revisar periódicamente el funcionamiento del equipo, y evaluar finalmente sus logros que se tendrá en cuenta para la elaboración del próximo plan de equipo. Las mesas tienen que estar dispuestas para poder trabajar en equipo. Cada grupo dispone de un cuaderno de equipo. En él se recogen los nombres de los componentes del grupo, así como la función que realiza cada uno y la evaluación por parte de sus miembros. También se recogen los principios de trabajo cooperativo por lo que se rigen los grupos y las normas que nos van a ayudar a desarrollar esos principios. Las normas para la presentación de trabajos escritos y la planificación temporal del trabajo durante la unidad didáctica; el plan de trabajo grupal, el diario de sesiones (que permite un seguimiento del trabajo) y los criterios de evaluación que utilizamos. Dos principios pedagógicos importantes que constituyen las piezas clave del trabajo son: la inexistencia de castigos y de evaluación (esto se contradice con algunas cosas que escribo más abajo), y la realización de actividades deseadas por los alumnos.
Evaluación: Como nadie puede aprender por otro y el aprendizaje es una responsabilidad individual, la evaluación final es también individual (y personalizada, ajustada al compromiso de cada uno). Una propuesta posible: puntuación obtenida en la prueba de conocimientos, 70 %; autoevaluación del alumno, 10%; autoevaluación del equipo, 10%; Valoración del profesor sobre el funcionamiento del equipo cooperativo 10 %. Además, en algunos casos se establece un sistema de bonificación para los equipos, muy estimulante para los alumnos. Así, si el alumno o alumna con peor calificación del grupo mejora con respecto al trabajo anterior entre uno o dos puntos, todo el grupo es premiado con una bonificación de 0,5 puntos; Si mejora entre dos y tres puntos, la bonificación es de 0,75; si mejora más de tres puntos, la bonificación es de 1 punto. Sin embargo si los estudiantes, además de alcanzar los objetivos didácticos relacionados con un área de conocimiento determinada han conseguido como equipo progresar en el aprendizaje del trabajo en equipo, hay que reconocérselo y añadir a su calificación individual un complemento por haberlo conseguido. Cuando un equipo consigue lo que se había propuesto, puede hacer una celebración que sirva para tomar conciencia de la importancia de haber conseguido un éxito, de sentirse apreciados y respetados.
BIBLIOGRAFÍA: Ainscow, M. (1995), Necesidades especiales en el aula. Madrid. UNESCO-Narcea.
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Marín García, Santiago; Blázquez Entonado, Florentino (2003), Aprender cooperando. El aprendizaje cooperativo en el aula. Mérida. Junta de Extremadura. Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología.
Ovejero Bernal, Anastasio (1990), El aprendizaje cooperativo. Una alternativa eficaz a la enseñanza tradicional. Barcelona. PPU.
Parrilla, A. (1992), El profesor ante la integración escolar: investigación y formación. Capital Federal (Argentina). Cincel.
Pujolás Masset, Pere (2004): Aprender juntos alumnos diferentes: los equipos de aprendizaje cooperativo en el aula. Barcelona. Ediciones Octaedro.
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