Gl V1

  • November 2019
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  • Words: 28,040
  • Pages: 75
Jerónimo Thompson y Jose Manuel López

VOLUMEN 1

DC COMICS y ACTION TALES presentan:

Escrito por

JERÓNIMO THOMPSON Con portadas de

JOSÉ MANUEL LÓPEZ y Raúl Peribáñez

En el día más brillante, en la noche más oscura, ningún mal escapará a mi vista.

Que aquellos que adoran la maldad teman mi poder, la luz de...

Green Lantern.

Green Lantern v1. 2006. Este volumen contiene Green Lantern #1-8, Green Lantern #4,5, incluido en AT Visions Especial Navidad 2005 y Green Lantern: All-Star, incluido en AT Visions Especial Navidad 2006; todos ellos publicados originalmente en Action Tales (www.dreamers.com/actiontales). Los personajes e imagenes que aparecen en este volumen son propiedad intelectual de sus respectivos autores y de la editorial DC Comics®.

Ragnarok

Green Lantern #1 Ragnarok: Capítulo primero

Sitúate. Estás en Valhalla, el mayor de los cráteres de Calisto, en el interior del complejo científico Rectorado Delta. Júpiter impone su presencia en el horizonte y dentro de cuatro horas el Rectorado esparcirá sus fragmentos por la inexistente atmósfera de Calisto en el fragor de una explosión termonuclear. ¿Ya te has situado? Estupendo. La historia comienza. -Es un Green Lantern, señor- afirmó el guardia sin atreverse a alzar la voz, pese a que sabía que era imposible que pudiera escucharle desde la Sala de Espera. Sus palabras estaban impregnadas por una extraña mezcla de curiosidad y respeto. -Veo al Green Lantern, 214; la imagen del monitor no deja lugar a muchas dudas. Proceda con el protocolo de entrada-. Al otro lado de la gruesa lámina de metal que los separaba, encerrado en una diminuta estancia de apenas dos metros cuadrados, Kyle Rayner escuchó cómo una voz metálica e impersonal le comunicaba una serie de instrucciones: -Deposite toda su ropa en el recipiente situado a su derecha, por favor-. Tras un segundo de duda, fue desvistiéndose y colocando su uniforme en una pequeña abertura que silenciosamente había aparecido a su derecha. –Toda su ropa, por favor-. Sonrió brevemente mientras terminaba de llenar el recipiente. Al concluir, éste se cerró y emitió un ligero silbido. -Deposite su anillo en el recipiente situado a su izquierda, por favor-. Kyle permaneció inmóvil. -Ya conoce el protocolo de entrada, Green Lantern. No se admite la presencia de anillos de poder en el Rectorado-. -No sé nada de ese protocolo, tío simpático...- murmuró Kyle. -Deposite su anillo en el recipiente, por favor-. Lentamente, muy lentamente, se quitó el anillo y lo dejó en la nueva abertura surgida a su izquierda que se cerró inmediatamente con un golpe seco. La luz, de un blanco mortecino hasta ese momento, se tornó azulada durante unos segundos para volver rápidamente a recuperar su color original. A continuación, volvió a hablar la misma voz metálica e impersonal comunicando lo que debían ser nuevas instrucciones; sin embargo, Kyle era incapaz de entender nada de lo que decía: el anillo había dejado de proporcionarle una traducción simultánea del idioma alienígena que hablaba aquel guardia. Tan pronto como cesó de escuchar la voz, se abrió una nueva compuerta ofreciendo lo que parecía ser otro uniforme, completamente blanco a excepción del símbolo verde de los Green Lantern Corps situado a la altura del pecho y un pequeño artefacto negro sobre el hombro derecho: -Un traductor universal...- murmuró para sí. Bien...-. Tras colocarse rápidamente el uniforme que le habían ofrecido, Kyle habló al vacío de la habitación: -Estoy listo. Abran la puerta de entrada-. La pared frente a la puerta que había servido de entrada a la Sala de Espera se apartó con un leve zumbido, dando paso a una estancia mucho mayor en la que le esperaban dos individuos de figura humanoide. Uno de ellos era un Psion.

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Capítulo primero

Paralizado en un primer momento por la sorpresa, tensionó pronto todos los músculos de su cuerpo, preparándose para lo que sin duda debía ser una emboscada, mientras se maldecía amargamente por cometer la estupidez de abandonar su anillo poder. El Psion se dirigió a Kyle sin mostrar mucho interés en la posición de combate que éste había adoptado: -Bienvenido al Rectorado Delta, Green Lantern. Soy el Decano de Seguridad y le agradezco... todos le agradecemos la rapidez de su llegada, dada la delicadeza de nuestra situación-. Kyle no alteró su posición, pero la confusión que ahora sentía había relajado ligeramente sus músculos: -¿Qué ocurre aquí?, ¿los Psions controlan este complejo?-. -Soy el único Psion que reside en el Rectorado Delta, Green Lantern- afirmó con la paciencia que confiere la repetición de una frase incontables veces. –En el Rectorado tienen cabida todas las razas que habitan la galaxia, y confío en que no me juzgará por los actos que hayan podido cometer otros miembros de mi Pueblo-. Kyle aún dudaba. Los Psions eran ampliamente conocidos por ser una raza de fríos y sádicos científicos, siempre dispuestos a diseccionar y experimentar con toda clase de seres vivos. No terminaba de creer que otras razas alienígenas hubieran podido aceptar a un Psion en un complejo de investigación (¡e incluso nombrarlo responsable de Seguridad!), pero decidió no ponerle más objeciones. Al fin y al cabo, ¿qué otra cosa podía hacer sin su anillo de poder? -Muy bien. He venido tan pronto como el anillo me informó de su problema, aunque aún no tengo muy claro dónde me encuentro y por qué era necesario separarme de mi anillo... entre otras cosas-. Mientras hablaba recuperó su posición inicial, más relajada, y fue dando un repaso visual a la sala en que se encontraba. Le llamó la atención lo austero del mobiliario: absolutamente vacío. Sólo la presencia de un pequeño monitor que encontró a su izquierda rompía la monotonía del blanco que cubría paredes, suelo y techo. Y el guardia... ¿era posible que fuera un Khund? El Psion volvía a dirigirse a él: -Soy consciente de la... rudeza de nuestra llamada, y me disculpo por ella en nombre de la Rectora; la urgencia nos impidió darle más detalles entonces, y lo sigue impidiendo ahora. Le ruego que me siga mientras respondo a todas las preguntas que desee formularme. Nos esperan-. Dicho esto, el Decano de Seguridad se dirigió hacia el extremo opuesto de la estancia que pronto se abrió a un largo pasillo por el que ambos caminaron dejando al guardia junto a la Sala de Espera. Mientras avanzaban rápidamente por el pasillo, tan blanco y austero como el lugar que abandonaban, Kyle tuvo tiempo de observar con más detalle el aspecto de su acompañante: con un uniforme igual al que ahora vestía él mismo, pero sin la presencia del símbolo verde en su pecho, su figura era la del Psion típico: un reptil humanoide de ojos pequeños, con una piel de tono verde oscuro y ningún tipo de vello observable. -¿Qué desea preguntar, Green Lantern?-. -En primer lugar quisiera hacerle una petición: mi nombre es Kyle Rayner y me gustaría...-. -Inaceptable- atajó el Decano. –Se encuentra en el Rectorado como Green Lantern y como tal será tratado mientras permanezca con nosotros. ¿Qué desea preguntar, Green Lantern?-.

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Ragnarok

Kyle vaciló un momento y cabeceó ligeramente mientras se preguntaba por qué no tumbaba a aquel maldito Psion de un puñetazo: -Bien, ¿qué es el Rectorado? El anillo me contó que...-. -Nuestra fundación se remonta a la época en que se establecieron los Green Lantern Corps...- el pasillo dobló hacia la derecha en lo que parecía un nuevo tramo idéntico al anterior, blanco y sin final aparente. -Como ya sabe, los Guardianes del planeta Oa crearon este cuerpo policial reclutando a los mejores de las diversas razas que pueblan la galaxia y dotándolos de los anillos de poder con el fin de defender el... digamos el Bien, allí donde fuese necesario. Sin embargo, pronto se alzaron voces que discutieron la posibilidad de que esta defensa del Bien se limitara a un grupo de policías interestelares dedicados a la caza de elementos subversivos-. -No creo que los Green Lanterns seamos...-. -Así fue como se establecieron los Rectorados: complejos científicos que se propusieron la búsqueda de conocimiento como único objetivo- continuó el Decano. -¿Rectorados?, ¿es que hay más de uno?- interrumpió Kyle con rapidez. -Por supuesto que sí –afirmó con orgullo no disimulado. –Se dispusieron tantos como sectores galácticos asignados a los Corps: 3.600-. En ese momento llegaron al final del pasillo, donde les esperaba una pequeña habitación que pronto quedó sellada y comenzó a trasladarles hacia los niveles inferiores del Rectorado. -¿Hacia dónde vamos?- preguntó Kyle. -Nos dirigimos al nivel –20, Green Lantern. Allí nos espera la doctora 74-. -¿74?, ¿qué clase de nombre es ése? -Los nombres no son necesarios en el Rectorado. La capacidad máxima de este complejo es de 300 individuos y cada uno de ellos recibió al llegar el número que lo denominará mientras permanezca en el Rectorado-. -Ah, qué curioso... ¿cuál es mi denominación entonces?-. -Green Lantern- respondió fríamente el Decano. Kyle resopló lo más disimuladamente que fue capaz. -¿Qué ocurrió cuando se disolvieron los Green Lantern Corps? La devastación de Oa y tal- siguió Kyle mientras el ascensor continuaba su descenso. Los pequeños ojos del Decano se hicieron aún más diminutos: -Ese desastre casi acabó con nosotros. La caída de Oa y los Green Lanterns nos dejó huérfanos e indefensos ante las diferentes amenazas que surgieron en los sectores galácticos. Casi tres cuartas partes de los Rectorados fueron destruidos en los dos años posteriores; los restantes consiguieron sobrevivir admitiendo el control de otros gobiernos, como ocurrió con el del sector dominado por Thanagar, o buscando la financiación de corporaciones privadas no ligadas a instituciones políticas-. -¿El Rectorado Delta está controlado por los Psions?-. -Como le dije anteriormente...-. El ascensor se detuvo y abrió su puerta automáticamente descubriendo a una mujer de unos cuarenta años, no demasiado alta y aspecto plenamente humano, que les esperaba con impaciencia reflejada en los ojos. -Green Lantern, le presento a la doctora 74, de la Tierra-. -Ya te avisamos de que esto ocurriría- dijo la mayor. -No ha pasado nada que no podamos solucionar, anciana- afirmó con dureza la Rectora. –El resultado es un éxito. Sólo es cuestión de tiempo que lo controlemos y todo acabe de una vez-. -El Green Lantern está aquí-. 7

Capítulo primero

-Sí, nuestro Decano de Seguridad es muy estricto con los protocolos establecidos, pero su presencia no cambiará nada. Todo va a acabar pronto-. -Doctora 74, informe al Green Lantern sobre el problema al que nos enfrentamos-. -Disculpe un momento -se adelantó Kyle-, Decano... um... ¿cuál es su nombre?, o sea, ¿su número?-. -3. Soy el Decano de Seguridad 3-. -Bien, Decano 3, antes de que la doctora me explique en qué consiste esa “alarma de tipo biológico” que mencionaron en su petición de ayuda, me gustaría saber por qué me han quitado mi anillo-. Kyle se esforzó en mostrar la suficiente determinación en su mirada como para dejar claro que no estaba dispuesto a dar un paso más sin conocer la respuesta a su pregunta. El Psion mostró en su rostro reptiliano una irritante expresión de extrañeza ante la ignorancia ajena. -¿Se da cuenta de que se encuentra en el interior de unas instalaciones dedicadas a la investigación científica, Green Lantern? La energía que desprende un anillo de poder, incluso en estado de reposo, podría afectar de manera impredecible al trabajo que desarrollamos aquí. Nuestros protocolos siempre fueron muy claros a este respecto: los anillos de poder están prohibidos en el Rectorado-. -Aún más en la situación en que nos encontramos- interrumpió la doctora, cuya impaciencia crecía visiblemente con rapidez. -¿Podemos pasar ya a discutir nuestro problema?-. -Adelante- accedió Kyle alzando ligeramente los hombros. Un minuto después, la doctora y Kyle se encontraban en el interior de lo que habían llamado, simplemente, Ojo. El Decano permaneció en el pasillo alegando que la estancia era demasiado pequeña para los tres. Y tenía razón: el Ojo era una habitación semiesférica no mucho mayor que la Sala de Espera donde Kyle había depositado todas sus pertenencias, que no permitía una excesiva libertad de movimiento. -Voy a ponerle rápidamente en antecedentes antes de mostrarle lo que está ocurriendo en el Laboratorio Beta-. -Soy todo oídos, doctora 74- y recordando las palabras de presentación del Decano añadió: -¿De dónde es usted exactamente?-. -Soy de Noruega, y si no le importa le contaré mi vida en otro momento, Green Lantern. ¿Le parece que le explique cuál es nuestro problema, por favor?-. -Claro, perdone-. -Bien, nuestro objeto de estudio es un polímero de alta energía que hemos tratado de biosintetizar por medio de... es decir, desde que lo descubrimos hace unos años, nosotros...-. -Tranquilícese doctora- intervino Kyle ante el creciente nerviosismo que mostraba. –Comience por el principio...-. -Sí, por supuesto, discúlpeme Green Lantern- respondió esforzándose en controlar su agitada respiración. –Hace siete años detectamos una emisión energética de origen desconocido procedente del cráter Asgard. La señal fue breve y desapareció en pocos segundos, pero no antes de que determinásemos cuál era su fuente: un pequeño meteorito medio enterrado, aún caliente por la fuerza su impacto. Tras someterlo a un estudio exhaustivo en el Rectorado, descubrimos que el responsable de la emisión había sido sólo un diminuto fragmento del meteorito, compuesto por un polímero de naturaleza altamente energética-. -¿Altamente energética?, ¿era radiactivo o algo así?-. 8

Ragnarok

-No, no, el polímero es inerte en condiciones normales pero la rotura de sus enlaces moleculares es capaz de liberar una cantidad de energía realmente sorprendente. Al parecer la señal que nos permitió detectarlo se había debido a un pequeño número de estas roturas ocasionadas por el impacto del meteorito-. -Supongo por su tono de voz que nunca antes se habían encontrado con este tipo de sustancia, ¿no?-. -No. No se parecía a nada que hubiera sido descrito con anterioridad y nosotros sólo teníamos una pequeña muestra de 2,7 gramos-. -¿Qué hicieron entonces?, ¿buscar más meteoritos?-. -¿Para qué?, ¿qué posibilidades teníamos de encontrar más cantidades de algo que no es nativo de Calisto, ni detectable salvo rotura?-. -Bueno, quizá podrían haber enviado unas maquinas que fueran machacando todo el terreno del cráter para ver si así...- la doctora lo observaba en silencio, con la paciente atención que muestra una madre mientras escucha un comentario absurdo de su hijo-...está bien, no importa, ¿qué fue lo que hicieron entonces?-. -Nuestro objetivo fue conseguir su producción en masa como fuente de energía, para la cual intentamos en un principio la síntesis química del polímero; sin embargo, vimos pronto que no existían procesos químicos capaces de sintetizarlo. Entonces pensamos en una aproximación bioquímica, y por este camino obtuvimos mejores resultados: hace tres años pareció alcanzarse la solución definitiva al desarrollar dos organismos unicelulares capaces de producir el polímero mediante simbiosis: el primero de ellos fabricaba un tipo de intermediario soluble que utilizaría el segundo para proporcionar nuestro polímero. O al menos ésa era la teoría-. -Y algo no fue bien, ¿verdad?-. -Nuestras expectativas se vieron frustadas al observar que el polímero se acumulaba en el interior del segundo organismo, incapaz de expulsarlo al exterior, hasta volverse tóxico y matarlo. En los últimos tres años hemos invertido grandes cantidades de tiempo y medios económicos intentando solucionar este problema-. Kyle paseó su mirada por las paredes del interior de aquella pequeña semiesfera de color gris oscuro en que se encontraban: -Vale, creo que me hago una idea más o menos aproximada de su trabajo. ¿Cuál es el problema?, ¿alguna de sus bacterias ha escapado y es peligrosa?-. -No exactamente... Espere un segundo; voy a mostrarle el Laboratorio Beta-. La doctora alzó su brazo izquierdo hasta la altura del pecho haciendo visible una especie de muñequera negra salpicada de botones de diferente color. Presionó uno de ellos y la hasta entonces semiesfera oscura se tornó de un blanco adetergentado. -El Ojo nos permite ver el interior de cualquiera de los laboratorios de este nivel; nos resulta muy útil para seguir el progreso de ciertos experimentos sin necesidad de poner en peligro nuestra integridad física-. La doctora miraba a Kyle, que a su vez le devolvía la mirada con gesto interrogante: -¿Y bien?, ¿el Ojo está ciego?-. -No, estamos viendo el interior del Laboratorio Beta- dijo mientras iniciaba una ligera sonrisa que se disipó antes casi de asomar a su rostro. –Hace tres horas se fusionaron dos de las células simbióticas en una de nuestras placas de crecimiento. No sabemos cómo, ni por qué, pero lo que sí sabemos es que el organismo resultante de la fusión no sólo es capaz de sobrevivir a la acumulación de polímero en su interior, sino también de utilizarlo como alimento-. -¿Y el Ojo?-. -En pocos segundos el nuevo organismo, cebado por la increíble fuente de energía que le proporciona el polímero, se multiplicó y extendió por todo el laboratorio, 9

Capítulo primero

y cuando se le acabó el sitio donde crecer, comenzó a liberar el exceso energético mediante la emisión luz. Lo que ve en la pantalla es la imagen resultante de la saturación de los dispositivos que captan la imagen del interior. Si me permite unos segundos, aplicaré los filtros necesarios para que podamos ver algo-. -¿No existe la posibilidad de que ese bicho haya conseguido escapar de ahí?preguntó Kyle mientras observaba cómo la doctora tecleaba diferentes combinaciones de botones de colores en su muñequera. -No. La Inteligencia Central del Rectorado, ICR, registra y analiza constantemente el estado del complejo. Detectó la anomalía en el mismo momento en que ocurrió la fusión y selló el Laboratorio Beta-. Las paredes del Ojo pasaron del blanco inicial a un tono ligeramente amarillento que fue progresando hasta volverse dorado y comenzaron a distinguirse los contornos del interior del laboratorio. -¿Había alguien dentro en el momento de la fusión?-. -Dos de nuestros científicos, Green Lantern-. Sus ojos, acuosos, apenas eran capaces de contener el bullir de las emociones en su interior. Los filtros se ajustaron a la perfección y Kyle pudo observar, rodeado por la imagen semiesférica que proporcionaba el Ojo, el Laboratorio Beta con absoluta nitidez. -Parece como si todo estuviera hecho de oro...- murmuró Kyle. La doctora tardó unos instantes en contestar, aún azorada por la emoción. -Es el polímero, que es dorado. El organismo ha tomado su color y cubre todas las superficies... incluidos ellos dos-. Presionando un botón dirigió la imagen hacia la izquierda de Kyle hasta que dos figuras doradas, tumbadas en el suelo, parecieron quedar a sus pies. -¿Están muertos?-. -No lo sabemos... La envoltura que ha formado el organismo sobre ellos refleja todo tipo de radiaciones, incluidas aquellas que nos permitirían determinar el estado de sus constantes vitales desde el exterior. Por otro lado, no conocemos bien las diferentes fisiologías de 12 y 36, ni cómo han podido reaccionar frente al organismo: 12 procede de Rann y 36 de Talkor-. -Bien –suspiró Kyle-, ¿qué es lo que quiere el Rectorado Delta de mí?-. Antes de que la doctora alcanzara a separar los labios, recibió su respuesta desde la puerta de entrada al Ojo: -Queremos que entre en el Laboratorio Beta, saque a esos dos científicos y nos traiga una muestra aislada del organismo, Green Lantern-. Al girarse, Kyle observó que el Psion ya no estaba solo y que la voz pertenecía a una alta y corpulenta figura femenina embutida en el traje reglamentario del Rectorado. –Green Lantern -dijo el Decano de Seguridad- le presento a la Rectora 1, de Nueva Génesis-.

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Ragnarok

Green Lantern #2 Ragnarok: Capítulo segundo

-No veo nada- exclamó Kyle agitando las manos frente a su rostro encapuchado. -Tranquilícese, Green Lantern- contestó una voz aguda y metalizada que resonaba alrededor de su cabeza. –Lo único que ocurre es que ha mantenido presionado el botón de la derecha demasiado tiempo y su visor no deja pasar nada de luz. Déle al botón de la izquierda para retirar de nuevo los filtros-. -Voy a intentarlo...- murmuró mientras tanteaba a ciegas el dispositivo colocado en su muñeca izquierda. La urgencia con que le habían explicado el funcionamiento de aquella capucha “anticontagio” y su muñequera de control acompañante, apenas le permitía ahora manejarse. Pasados unos segundos la voz volvió a hablar: -Recuerde: sólo debe preocuparse de los dos botones de mayor tamaño. El de la derecha acumula filtros; el de la izquierda los elimina-. -No se impaciente, doctora- respondió Kyle –, ya lo he encontrado-. Presionando decididamente aquel botón surgió un mundo de inmaculada e intensa luz blanca ante sus dilatadas pupilas. -¡Joder!- gritó dolorido mientras cubría el visor con ambos manos. Una segunda voz, más grave pero también metálica, se dirigió a Kyle desde los pequeños altavoces incluidos en el interior de la capucha: -Le informo, Green Lantern, de que la normativa del Rectorado referente al tipo de lenguaje permitido es...-. -Gracias Decano 3- atajó Kyle rápidamente-, lo tendré en cuenta-. -Lo que debe hacer ahora...- comenzó la doctora. -Lo sé, lo sé: presionar el botón de la derecha, pero esta vez con suavidadbarruntó Kyle más irritado consigo mismo que con las voces que aguijoneaban sus oídos. Buscó en su muñequera izquierda, tapándose el rostro con el brazo derecho, y silbó aliviado al encontrar el botón deseado con mayor facilidad que la vez anterior. A continuación lo pulsó con toda la delicadeza que fue capaz de reunir, hasta percatarse de que ya podía retirar su brazo: el interior del Laboratorio Beta era visible en todo su dorado esplendor. Muebles, instrumentos científicos y paredes parecían estar hechos de oro, e incluso él mismo se había convertido en una dorada figura móvil. Con curiosidad, palmeó las manos provocando la aparición de una tenue nube dorada a su alrededor, que al separarse de ellas dejó al descubierto parte de la superficie blanca de sus guantes. Por un tiempo muy breve, sin embargo: la película de oro que cubría el resto de su cuerpo se extendió rápidamente haciéndose con ellos una vez más. Observando la celeridad con que crecía aquel organismo le surgieron a Kyle algunas dudas: -Doctora... me pregunto si este saco que me han dado para cubrir mi cabeza es suficiente para aislarme de un posible contagio. O sea, la parte inferior de la tela parece quedar pegada a mis hombros pero no acaba de darme mucha confianza, y este traje...-. Mientras hablaba iba tanteando las diferentes costuras de su uniforme hasta que dirigió instintivamente su mirada a la entrepierna y palpó con cuidado, buscando alguna posible fisura.

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Capítulo segundo

-Le recuerdo, Green Lantern, que la imagen que vemos el Decano de Seguridad y yo en el Ojo, y la Rectora en su despacho, es la que transmiten las cámaras de su visor...-. Bruscamente, incapaz de evitar un ligero sonrojo, Kyle separó las manos de sus testículos y se afanó en observar con mucho interés un punto indeterminado del techo. -No se preocupe por su seguridad- continuó la doctora. -La capucha lleva incorporado un generador de campo nulo que impide la aproximación de cualquier partícula externa a menos de dos milímetros de su uniforme-. -Muy bien, me fiaré de usted. ¿Dónde se encuentran los científicos?-. -Allí, junto a la cámara de flujo laminar-. -¿La qué?-. -Disculpe, la campana de flujo es el hueco rectangular que puede ver en la pared que se encuentra a su izquierda, a unos diez metros; está medio cubierta por un cristal... bueno, ahora por una lámina dorada-. -De acuerdo. Ya la veo-. Lentamente fue dirigiéndose hacia el lugar indicado por la doctora, rodeando una larga mesa repleta de extraños instrumentos con diferentes formas y tamaños. A su paso veía cómo se elevaba del suelo la misma nube dispersa que había aparecido tras su improvisado palmeo. -Decano 3- dijo Kyle deteniéndose un momento-, ¿para qué necesitan la ayuda de un Green Lantern sin anillo de poder? Podrían haber enviado a cualquiera de sus guardias para hacer exactamente lo mismo que estoy haciendo yo-. -¿Nuestros guardias?- inquirió el Psion. –Inaceptable. Todos los ocupantes del Rectorado tienen una formación científica que les ha permitido su admisión en el complejo y son útiles de un modo u otro. Los protocolos de seguridad son muy claros a este respecto: si surge un problema que pueda suponer un riesgo para la integridad física del personal del Rectorado, se avisará a un Green Lantern-. -¿Aunque ese Green Lantern entre aquí sin su anillo?- apuntó Kyle. -Asumo que un Green Lantern es algo más que un anillo de poder- contestó fríamente el Decano de Seguridad. Antes de que Kyle tuviera ocasión de dar rienda suelta a su ofendido orgullo, la doctora volvió a intervenir: -¿Podríamos seguir la exploración del laboratorio, por favor?-. Considerando que seguir discutiendo este punto era absurdo, y prometiéndose que antes de abandonar el Rectorado se daría el gusto de intercambiar un par de palabras (o puñetazos) con aquel Psion insoportable, continuó su recorrido. Al doblar el extremo de la mesa vio las dos figuras caídas y avanzó hacia ellas, en esta ocasión sin la ayuda de ninguna imagen virtual. -¿Y bien?- preguntó Kyle al atento vacío, fijando su mirada en los cuerpos para permitir el estudio detallado por parte de los ocupantes del Ojo. -Sigue sorprendiéndome lo forzado de sus posturas... –susurró la doctora más para sí misma que para Kyle o el Psion que se encontraba a su lado. -Da la impresión de que sus músculos se encontraran totalmente agarrotados...-. -¿Me acerco entonces?-. -Sí, claro; no perdamos más tiempo. Aproxímese a 36, el talkoriano, el que se encuentra a su derecha, y compruebe si presenta algún tipo de signo vital-. Kyle miró hacia 36: tumbado boca abajo en posición casi fetal, estiraba su brazo derecho hacia el frente en una postura nada natural. Con mucho cuidado fue inclinándose sobre él, mientras asaltaban su mente todo tipo de imágenes desagradables:

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Ragnarok

...en cuanto lo toque se agitará bruscamente y saltará sobre mí controlado mentalmente por la bacteria, que seguramente habrá desarrollado inteligencia y crueldad a partes iguales... ...ahora se abrirá un agujero en su espalda y saldrá un pequeño monstruo salvaje y sediento de sangre que ha evolucionado a partir del organismo, alimentándose del talkoriano durante todo este tiempo... ...le daré la vuelta y descubriré su cara horriblemente desfigurada, comida por esa bacteria implacable que ya debe haber encontrado un modo de meterse dentro de mi traje... Advirtiendo que había empezado a escrutar el interior de la capucha con desconfianza, Kyle se detuvo un instante, sacudió ligeramente la cabeza y se dijo a sí mismo: Adelante, soy un Green Lantern y me enfrento a este tipo de situaciones todos los días... aunque hoy no tenga el anillo..., añadió recordando su conversación con el Decano. Colocó con firmeza su mano enguantada sobre la espalda de 36 sin que ocurriera nada de lo que temía. El talkoriano mantuvo su posición sin alterarse, mostrando una rigidez inusual; más parecía un bloque de cemento que un ser vivo. Sin posibilidad de conocer el estado de 36 tal y como se encontraba, rodeó delicadamente su cuerpo con sus brazos y trató de darle la vuelta. Sin éxito. -¿Cuánto suele pesar la gente de Talkor, doctora? – preguntó Kyle sorprendido. -Déjeme consultar un momento su ficha... sí, aquí: 36 tiene una masa de 84 kg-. Kyle resoplaba ostensiblemente a causa del esfuerzo realizado: -Pues parece que ha engordado un poco desde la última vez que actualizaron su ficha- dijo mientras aferraba su cuerpo con más fuerza y, esta vez sí, lograba darle la vuelta. El talkoriano no había movido un músculo al cambiar de postura y descubrir su rostro a Kyle (intacto y sin desfigurar): conservó la misma posición fetal con el brazo alzado de forma algo ridícula. -¿Doctora?- preguntó Kyle con cierta inseguridad en su voz. Mientras esperaba una respuesta comenzó a retirar la superficie dorada que cubría la cara de 36, pero pronto detuvo su mano al ver lo que se escondía debajo: un rostro de intenso color negro que inmediatamente volvió a quedar cubierto por el organismo. A continuación limpió una parte del brazo derecho, descubriendo otra vez la superficie azabache. Se situó entonces a escasos centímetros de aquella figura congelada, y tras sacudir varias veces su brazo llegó confundido a una extraña conclusión: -¡Este tío es de piedra!-. -¿Por qué ha desactivado el Ojo, doctora 74?- preguntó inquieto el Psion. –El Green Lantern parecía haber conseguido mover al talkoriano-. La doctora permanecía inmóvil en la penumbra gris del cegado Ojo: -Decano de Seguridad 3, acabo de comprender qué les ha ocurrido a 12 y 36, y no puedo permitir que la Rectora lo sepa-. -¿Cómo...?-. Cuando el Decano vio el puño cerrado que volaba hacia su reducida nariz reptiliana era demasiado tarde y el impacto lo lanzó contra la pared cóncava, golpeándose fuertemente la cabeza y cayendo aturdido al suelo. La doctora se aproximó al cuerpo inerte del Psion, sujetó firmemente la cabeza con ambas manos y rompió su cuello con un seco chasquido.

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Capítulo segundo

-¿Qué ha ocurrido?- exclamó la Rectora 1 fuera de sí: la imagen y sonido que llegaba desde la pantalla situada en la pared izquierda de su despacho, por lo demás tan blanco y austero como el resto del Rectorado, se había interrumpido: -74, 3, respondedme: ¿qué ha ocurrido?, ¿ha pasado algo en la Laboratorio Beta?, ¿es un problema del Ojo?... ¡Contestad!-. La Rectora recibió silencio como única respuesta. -¡Decidme qué ha ocurrido!- preguntó esta vez dirigiéndose a las tres figuras que permanecían de pie a su derecha, ataviadas con el uniforme prescriptivo del complejo. Se levantó bruscamente de su sillón, que junto a una pequeña mesa constituía todo el mobiliario del amplio despacho, y clavó sus ojos crispados en cada una de aquellas mujeres. -¡Responded!-. La más joven de las tres sonrió mostrando cierta tristeza en su mirada: -Ya te hemos contado todo lo que puede contarse. ¿Por qué no regresas con nosotras al lugar que te corresponde?-. -Imposible. No cuando estoy tan cerca de conseguirlo- afirmó mientras volvía su mirada hacia la oscura pantalla de la pared. Sus labios temblaban, incapaces de contener la furia lacerante que consumía a la Rectora. -¿Qué ha ocurrido?- murmuró para sí. -¿Doctora 74?- preguntó Kyle una vez más, -¿Decano 3?, ¿alguien?... Genial, he perdido la comunicación-. Aún se encontraba inclinado sobre 36, homogéneamente cubierto por la bacteria dorada. Pensando que lo mejor era dar tiempo a los observadores del Ojo para solucionar el problema que pudiera haber surgido, se acercó al científico nativo de Rann. 12 se encontraba tumbado a medio metro escaso del talkoriano en una postura mucho más cómoda: estirado cuán largo era, la espalda pegada al suelo y los brazos extendidos a ambos lados. Sin más preámbulos sacudió la pierna izquierda de 12, su cara y parte del pecho obteniendo el mismo resultado que había conseguido con su compañero: debajo de aquella cubierta dorada no había ningún tipo de tejido orgánico; sólo dura piedra azabache. Kyle se incorporó con rapidez preparándose para lo peor. Con cierto desagrado se percató de que había alzado su puño derecho olvidando que el anillo no se encontraba en su posición habitual. -¿Me han tendido una trampa, doctora?-. Retrocedía ya hacia el extremo de la mesa cuando escuchó un pitido amortiguado. Tras comprobar que no procedía de los altavoces internos de su capucha, trató de situar la procedencia externa de aquel sonido. Fue al pasar su mirada por la puerta de entrada que observó la aparición de una pequeña abertura junto a ella. Lentamente, y sin perder su disposición a lanzarse sobre el primer objeto que se moviera, volvió a rodear la mesa atestada de cacharros científicos y se plantó frente a la puerta. En el pequeño espacio rectangular abierto en la pared encontró un pequeño botón casi oculto por la superficie uniforme de oro, que presionó con cierta duda: ¿Hola?-. Al retirar su dedo del botón escuchó con dificultad la voz de la doctora; la tela que envolvía su cabeza evitaba el paso de partículas externas casi tan bien como el de las ondas sonoras: -¿Puede oírme, Green Lantern?-.

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Ragnarok

Kyle volvió a presionarlo mientras respondía: -Más o menos, doctora. ¿Qué ha pasado?, ¿por qué se ha cortado la comunicación?-. -Lo siento mucho –respondió agitadamente-, pero no puedo escuchar nada de lo que está diciendo: la capucha no deja llegar su voz al interfono-. -Joder...- musitó Kyle sin necesidad de presionar nada. -No importa. Supongo que lo que quiere saber es qué ha ocurrido: verá, nosotros tampoco lo tenemos muy claro, pero parece que el organismo se ha extendido por el interior de los dispositivos que permiten la comunicación con el Ojo...-. -¿Significa eso que...?- comenzó Kyle antes de recordar que no podía escucharle. -...e impide que podamos monitorizar lo que sucede en el interior del laboratorio. En cualquier caso –y en este punto se quebró su voz-, pudimos ver el estado de 12 y 36 antes de que se cortara la comunicación-. -Bien- continuó la doctora, -ya no tiene sentido que permanezca ahí por más tiempo. Limítese a recoger la muestra bacteriana tal y como le indicamos y salga del laboratorio-. Kyle observaba pensativamente el mundo dorado que lo rodeaba sin encontrarse a gusto. Desde su llegada al Rectorado no había tenido ninguna oportunidad de tomar la iniciativa y empezaba a sentirse incómodo con aquella situación. Sin embargo, no le quedaba ya más opción que terminar con aquello y recoger la muestra bacteriana. Cogió una pequeña cápsula cilíndrica adherida a su muslo derecho, también cubierta por la película dorada, la abrió y esperó un instante a que las células se extendieran hacia dentro. Entonces la cerró y la devolvió a su sitio. A continuación se limitó a apretar el botón y esperar que la doctora entendiera que esa apertura del canal por su parte significaba que estaba listo para salir de allí. Efectivamente, la puerta metálica que cerraba su paso se abrió lentamente descubriendo la estancia por la que había entrado en el Laboratorio Beta, muy parecida a la Sala de Espera donde tuvo que dejar su anillo de poder. Una vez dentro, la puerta recuperó su posición original encerrándolo en aquel pequeño espacio iluminado por una mortecina luz blanca. -Ahora procedemos a la esterilización- resonó la voz metalizada de la doctora en el interior de la habitación-. La luz cambió a azul durante unos segundos, para rápidamente recuperar su color original. Como resultado la capa dorada que le cubría comenzó a desprenderse en una fina nube de polvo que fue depositándose a sus pies. A través del cristal de la cápsula vio que el interior mantenía el mismo aspecto dorado que los restos que ahora caían con desgana hacia el suelo estéril. -Muy bien, Green Lantern. Es usted el único ser vivo no encapsulado de la Sala de Conexión. Salga, por favor-. Otra puerta, situada frente a la que permitía la entrada al laboratorio, se abrió descubriendo la familiar figura de la doctora 74. -277, sígame-. La Rectora salió de su despacho como un vendaval, obligando a 277, el guardia que la esperaba en su puerta, a girarse bruscamente y seguirla con pasos cómicamente acelerados. En unas pocas zancadas se plantó frente a la puerta de uno de los ascensores del nivel 0 para alivio de 277, que temía perderla si continuaba su rápido avance por el pasillo. -¿Se ha completado ya el Protocolo de Seguridad AB-1?- preguntó la Rectora fijando su mirada en la puerta, como si hablara consigo misma. 16

Capítulo segundo

El guardia carraspeó, ajustando el tono de voz que consideraba más adecuado para dirigirse a ella: -Efectivamente, Rectora 1. Todo el personal del complejo ha sido evacuado a los embarcaderos de los niveles 0 y +1. Sólo faltan los cinco sujetos del nivel -20-. -¿Cinco?- inquirió mientras la puerta se abría y entraban ambos en el pequeño ascensor. 277 se esforzaba en hacerse invisible en uno de sus rincones, evitando todo posible contacto. -Ah, por supuesto- continuó la Rectora, -está contando a 12 y 36...-. El ascensor comenzó su imperceptible descenso sin que ninguno de sus dos ocupantes dijera nada más. -Hola otra vez, doctora- saludó Kyle con jovialidad forzada al quitarse la capucha protectora. -Saludos, Green Lantern- respondió con una sonrisa cansada. Alzó las manos mostrando a Kyle una pequeña caja de color grisáceo que presentaba en su interior un molde que parecía ajustarse al tamaño de la cápsula. –Deposítela aquí, por favor-. -Por supuesto, doctora-. La separó con cuidado de su muslo y la colocó en su sitio con mucha delicadeza. La doctora cerró la caja, y al pulsar un pequeño resorte se escuchó un suave silbido indicando su sellado. Kyle miró entonces a ambos lados del pasillo: -¿Y el Decano 3?, ¿está comprobando si el grosor del papel higiénico del Rectorado se ajusta a las normas?-. La doctora fijó unos ojos repentinamente esmeraldas en el rostro de Kyle, y contestó con cierta indiferencia: -El Psion está muerto-. Antes de que Kyle asimilara lo que estaba escuchando la doctora golpeó fuertemente su pecho con la mano extendida, arrojándolo a través de la puerta aún abierta al interior de la Sala de Conexión del Laboratorio Beta. Confuso y dolorido, observó que la doctora estaba cambiando de aspecto: sus ojos, de un verde intenso, destacaban en una cabeza que había duplicado su tamaño e incrementado notablemente la cantidad de pelo; su altura, por otra parte, se había reducido tanto como ensanchado sus espaldas, provocando que su uniforme blanco apenas sobreviviera a la transformación y colgara en jirones sobre su piel ennegrecida. -¡Una multiforme!- exclamó Kyle. -¿Multiforme dices?- bramó una profunda voz cavernosa que rompió a reír salvajemente. Frente a un Kyle estupefacto, la criatura antes conocida como la doctora 74 pulsó un botón de su todavía intacta muñequera izquierda cerrando la puerta exterior de la Sala de Conexión. Kyle permaneció tumbado en la impenetrable oscuridad de aquella estancia. -Estupendo, Green Lantern. ¿Y ahora qué?- masculló mientras se recuperaba del golpe recibido. Desde su izquierda se elevó una voz de anciana: -Saludos, Kyle Rayner. Me llaman Urd. Somos Las Nornas-. Una voz joven surgió desde su derecha: -Mi nombre es Skuld. Somos Las Parcas-. Por último, una voz madura, de edad indeterminada, susurró frente a él: -Soy Verdandi. Somos Las Benévolas-.

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Ragnarok

Green Lantern #3 Ragnarok: Capítulo tercero

-Ordene la captura del Green Lantern- dijo la Rectora 1. -Pero no podemos saber… -comenzó a decir 277 mientras colocaba la cabeza del Psion sobre el suelo. -Sí que podemos. 12 y 36 siguen en el Laboratorio Beta– contestó la Rectora alzando la barbilla hacia la imagen que proyectaba el reactivado Ojo -, sin embargo el Green Lantern ya no se encuentra allí; el Decano de Seguridad 3 está muerto y la doctora 74 desaparecida-. 277 observaba los ojos grises de la Rectora desde el suelo, inclinado sobre el Psion, sin atreverse a mostrar incredulidad. -74 ha trabajado para el Rectorado Delta durante años–continuó la Rectora-, desde antes incluso de que yo llegara, y su lealtad es incuestionable-. 277 asentía con un ligero movimiento de cabeza. -Debemos encontrar al Green Lantern; tiene mucho de qué responder- concluyó ella con dureza. -Por supuesto…- aventuró 277 mientras se maldecía interiormente por cambiarle el turno a 291: un permiso de tres días en Tamaran no compensaba tener que aguantar los desvaríos de aquella mujer. -Diríjase a los niveles superiores y comunique mis órdenes- dijo la Rectora abandonando el Ojo con rapidez. -Reúnase después conmigo: vamos a cazar a ese Green Lantern-. -¿Las Parcas?- preguntó Kyle repitiendo el único nombre que tenía algún significado para él. –¿Queréis decir que vosotras…?- su voz se apagó antes de concluir la frase, avergonzado por lo que iba a preguntar. La espesa oscuridad de la Sala de Conexión del Laboratorio Beta seguía ocultando aquellas tres mujeres. -El tiempo se acaba, Kyle. No puedes seguir aquí- intervino Urd, la anciana. -¿Sabéis algo de lo que está pasando? ¿Por qué se han convertido en piedra los dos científicos del laboratorio? ¿Quién es la doctora 74?...-. -Escucha atentamente, Kyle Rayner- susurró Verdandi, la de edad madura. –Nada de esto debería haber ocurrido; al Psion no le había llegado su hora-. -Debes evitar que hoy se produzcan más muertes– siguió Skuld, la más joven. –Tienes una hora para evacuar el Rectorado-. -¿Una hora?- exclamó Kyle-. Pero no tengo mi anillo, ¿y qué pasa con esa bacteria que crece fuera de control?. ¿Y ese monstruo en que se ha convertido la doctora 74?-. -Olvida todas esas cuestiones- volvió a intervenir Urd. –Nada de esto te incumbe-. -El anillo de poder se encuentra donde lo dejaste -esta vez habló Skuld-. Recupéralo y haz lo que está ya escrito-. Kyle permaneció tumbado en la Sala de Conexión sin saber qué hacer: ¿debía creer lo que le decían unas voces fantasmales que evitaban contestar a sus preguntas?. -Tu tiempo se acaba, Kyle –concluyó la susurrante voz de Verdandi. –¡Corre!-.

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Capítulo tercero

La puerta externa de la estancia se hizo a un lado liberando a Kyle de su encierro. Mientras se incorporaba miró a su alrededor, repasando el interior de la habitación a la luz que llegaba desde el pasillo: estaba solo. Al salir comprobó que no había nadie esperándole, reflexionó brevemente y terminó corriendo en dirección opuesta al Ojo, en busca de un ascensor que lo subiera al nivel 0: allí se encontraba su anillo. Pronto encontró uno de los seis ascensores que comunicaban los diferentes niveles del Rectorado; presionó alternativamente los tres botones situados a la derecha de la puerta sin saber muy bien cuál de ellos lo haría aparecer, mientras vigilaba ambos extremos del pasillo. La puerta se abrió sin emitir ningún sonido que indicara su llegada. Al girar la cabeza Kyle se encontró con unos ojos esmeraldas que le observaban desde el interior con sorpresa: -¿Cómo has conseguido salir de la Sala de Conexión?- preguntó la doctora 74 con su reciente voz aguardentosa. -¡Joder!- fue lo único que consiguió exclamar Kyle antes de que una fuerte mano morena lo agarrara por el cuello arrastrándolo hacia el interior del ascensor. La puerta se cerró tras ellos. -Realmente no me importa cómo has conseguido escapar, Green Lantern; iba a sacarte de allí yo misma…-. La doctora empujó a Kyle contra una de las paredes del ascensor. -Tengo tu anillo, ¿sabes?- continuó mientras se lo mostraba en la palma de su mano izquierda. –Pretendía utilizarlo para escapar de este agujero sin necesidad de pasar por los embarcaderos, pero no consigo que funcione-. Lentamente fue acercando su rostro al de Kyle: -¿Me explicarás qué tengo que hacer, mi querido Green Lantern?-. Kyle mantuvo la mirada del monstruo sin concederle ningún gesto de temor: -El anillo sólo responde a mi voluntad, doctora. ¿Qué eres?-. -Una multiforme –contestó sonriendo con una fila de irregulares dientes amarillos. -¿No habíamos quedado en eso?-. La doctora aproximó de nuevo su enorme mano hacia el cuello de Kyle: -No tengo mucho más tiempo, niño: he arreglado las cosas para que este apestoso Rectorado salte por los aires y necesito salir de aquí cuanto antes. Dime cómo utilizar el anillo-. Antes de que pudiera contestar se abrió de nuevo la puerta del ascensor, que aún no había abandonado el nivel -20. La doctora y Kyle volvieron su mirada hacia la sorprendida figura de la Rectora, plantada frente a ellos. -Un troll…- murmuró la Rectora ignorando la presencia de Kyle, su objetivo hasta ese mismo instante. -Saludos, Idun- respondió la doctora sonriendo nerviosamente. Sin ofrecerle a ninguna de las dos la oportunidad de reaccionar, Kyle golpeó el brazo izquierdo de la doctora liberando el anillo de poder sobre el suelo del ascensor. A continuación descargó todo su peso sobre el monstruo, lanzándolo hacia fuera contra la Rectora, y presionó el botón que marcaba “0” en la consola interior. La puerta se cerró mientras el ascensor transportaba a Kyle hacia los niveles superiores del complejo científico. Aún sobreexcitado por la descarga de adrenalina, recogió el anillo del suelo y lo colocó en el dedo corazón de su mano derecha. Su cara se iluminó con una amplia sonrisa mientras cerraba el puño. La Rectora estudiaba detenidamente el cuerpo caído del monstruo, prestando especial atención a los restos que aún conservaba de su antiguo uniforme y la muñequera del brazo izquierdo. 20

Ragnarok

-La doctora 74… ¿Cómo es posible?-. El troll clavó su mirada en los fríos ojos grises de Idun: -¿Creías de verdad que tus movimientos pasarían desapercibidos?-. Sin esperar su respuesta saltó con las manos extendidas hacia el cuello de la Rectora. Idun, sin cambiar su posición, pronunció una sola palabra: -Quieto-, congelando la figura de la doctora en el aire, como si estuviera sujeta por hilos invisibles. La Rectora acercó su rostro al del troll: -Aunque el uso de la magia sea costoso y poco recomendable en este plano, puedo utilizarla cuando la ocasión lo requiere, criatura-. La doctora forcejeaba sin éxito, incapaz de moverse; sólo su boca y cuerdas vocales eran libres de expresar toda su frustación mediante gritos desgarradores que resonaban por todo el nivel -20. Idun sujetó el abundante pelo que poblaba la cabeza del troll, tirando con fuerza mientras le hablaba: -Ahora vas a decirme qué es lo que sabes, quién te ha enviado y cuántos de vosotros hay en mi Rectorado-. El monstruo gritaba con impotente ferocidad. -No pretendas fingir firmeza o lealtad a tu amo: los trolls sois una raza de criaturas cobardes, y sabes perfectamente que puedo eliminar tu innecesaria vida con una sola palabra-. La Rectora soltó su pelo con un gesto de repugnancia mientras reducía la distancia que separaba sus rostros: -Responde a mis preguntas-. Los desesperados ojos verdes de la doctora cesaron pronto de buscar frenéticamente una vía de escape, rindiéndose a la evidencia. Kyle se encontraba solo en uno de los blancos y monótonos pasillos del nivel 0. Observaba detenidamente su anillo mientras decidía cuál sería su próximo movimiento: si aceptaba lo que le habían dicho las voces, y le había confirmado la misma doctora 74, el Rectorado iba a saltar por los aires en menos de una hora; debía organizar la evacuación inmediatamente. Pero antes... -Anillo, localiza una fuerte emisión de energía situada en un laboratorio a 20 niveles por debajo de nuestra posición actual-. -Localizada, Kyle- respondió la voz impersonal del anillo de poder. -Vale. Ahora busca otra fuente que emita el mismo tipo de energía; debe ser mucho menos intensa- ordenó rápidamente. Kyle recordaba perfectamente que la doctora no llevaba consigo la pequeña caja que guardaba la muestra bacteriana cuando se encontraron en el ascensor. Era posible que la hubiera escondido en algún otro sitio mientras bajaba a por él. -Localizada, Kyle-. -Eramos tres- comenzó a contar el troll -: 12, 36 y yo. Abrimos una puerta al plano de Midgard(1) dos años antes de que tú llegaras y asimilamos los cuerpos de estos mortales mediante una fachada. Ya sabes cómo funcionan este tipo de hechizos: los huéspedes murieron y nosotros asumimos su cuerpo y mente; una experiencia realmente desagradable: me he pasado todos estos años encerrado en la mente de una llorona incapaz de controlar sus propias emociones…-. -Basta- cortó Idun -, conozco ese hechizo. Sigue tu historia-. -Está bien… Poco después de nuestra llegada se desató la crisis de los Green Lantern Corps y la mitad del personal del Rectorado huyó de Calisto. Nosotros te (1)

Nombre que recibe la Tierra en la mitología escandinava.

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Capítulo tercero

esperamos; sabíamos que aparecerías pronto. Y efectivamente, sólo unos meses más tarde te hiciste con el control del complejo, y casi al mismo tiempo llegó el meteorito. ¿O debería decir tu meteorito? Fuiste muy hábil simulando que ese polímero dorado había caído del cielo-. -Sigue-. -No tengo mucho más que contar. Antes de que vinieras nos situamos en unos puestos que nos convirtieran en los científicos más adecuados para el tipo de investigación que necesitabas. Cuando el polímero llegó al Rectorado fue una simple cuestión de tiempo que nos eligieras para desarrollar su estudio-. -Hasta hoy –interrumpió Idun -. 12 y 36 han provocado la fusión incontrolada del organismo. ¿Por qué?-. -Eso no es cierto– contestó el troll-. Nosotros teníamos tanto interés como tú en conseguir el objetivo. Lo ocurrido ha sido algo fortuito-. -Por supuesto... ¿y qué les ha pasado a 12 y 36?-. El troll rezongó con fastidio antes de continuar: -No he sabido lo que había pasado hasta que el Green Lantern ha entrado en el laboratorio: el exceso de energía emitido por el organismo en forma de radiación luminosa ha conseguido emular de alguna forma la propia luz solar, y bueno… ya sabes lo que nos ocurre a los trolls cuando nos exponemos a la luz del sol…-. -Se han convertido en piedra, claro. ¿Y el Green Lantern?, ¿qué pinta en todo esto?-. -Nada. Sabes tan bien como yo que fue idea del Psion traer aquí a ese idiota…-. -El Psion… has sido tú quien le ha matado, ¿no es cierto?... pero eso ya no importa…-. Idun observaba a la doctora con la mirada perdida, reflexionando: Utilizásteis una fachada para ocultaros de mí, sin embargo, si no hubiérais llegado aquí antes que yo no habríais conseguido burlar el áura de aislamiento que invoqué para blindar el Rectorado frente a cualquier incursión. ¿Cómo supísteis cuáles eran mis planes y el punto temporal del plano de Midgard en el que iba a aparecer? -. -Nosotros sólo hicimos lo que nos dijeron…-. -¿Quién?, ¿quién os ha enviado aquí?- atajó Idun. El troll permaneció callado. -¡Habla, sucia criatura!-. El troll disminuyó el volumen de su voz hasta convertirla en un murmullo nervioso: -Servimos a Skadi-. -¿Skadi?, ¿la mujer de Niord(2)? ¿Qué interés puede tener ella en todo este asunto?-. -Venganza. Nunca os ha perdonado el asesinato de su padre-. -¿Asesinato? Fue Thiazzi quien me raptó con la ayuda de Loki para apropiarse de las manzanas doradas de mi cofre(3). Ese gigante de Jotumheim(4) tuvo la suerte que merecía-. -Y ahora los dioses de Asgard tenéis la suerte que os merecéis- apuntó el troll con una sonrisa envenenada. Idun apretó enfurecida la garganta de la doctora: -No abuses de mi paciencia, escoria-. -¡Pero eso es absurdo!- gritó 214 frente a la entrada del embarcadero 0. (2)

Dios de los vientos y el litoral en la mitología escandinava. El cofre de Idun guardaba las manzanas doradas que debían comer los dioses escandinavos todos los días para conservar su inmortalidad. (4) Tierra de los gigantes del hielo y la montaña en la mitología escandinava. (3)

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Ragnarok

-No hace falte que te alteres; yo sólo te comunico las órdenes de la Rectoraañadió 277 con voz cansada. -¿Pero cómo vamos a detener a un Green Lantern?- preguntó el Khund atemorizado. –Acabará con nosotros antes de que nos demos cuenta-. -Bueno, él no tiene su anillo…- contestó 277 de forma insegura. -¿Tú crees?- intervino Kyle desde el pasillo que comunicaba con la entrada del embarcadero. Ambos palidecieron al girar sus cabezas hacia allí y ver cómo movía juguetonamente su mano derecha, mostrando el anillo de poder. -X’hal…-murmuró 277. -Cuéntame todo lo que sabes-. -¿Sobre qué?- preguntó el troll fingiendo inocencia. -No juegues conmigo. ¿Qué es lo que averiguó Skadi?-. -Bueno, en Jotumheim no tardamos mucho en enterarnos de que el cofre había sido destruido y que tú habías huido con las últimas manzanas doradas-. -¿Huido?-. -Sí, en un principio nos admiramos de tu mezquindad: abandonar Asgard con los últimos frutos capaces de proporcionar la inmortalidad a los dioses era algo realmente sucio; sin embargo Skadi no creyó los rumores y decidió buscar la mejor fuente de información que puede encontrarse en el Reino Dorado: Thor-. -Ese estúpido borracho…-. -Efectivamente. Regó a ese botarate con una cantidad fabulosa de hidromiel durante cinco días seguidos, hasta que le sacó todo lo que ansiaba-. -¿Qué averiguó?- murmuró Idun. -Todo- afirmó sonriente el troll. -Que Odín había subido a Hlidskialf, su trono en la cima de la montaña, donde permaneció siete días y seis noches hasta que su infinita sabiduría le mostró el camino que debía seguir: utilizar la ciencia mortal para recuperar el don de la vida eterna. Así que la antigua portadora del cofre, Idun, recibió las últimas manzanas doradas, junto con la misión de recuperar la inmortalidad en el plano de Midgard-. -¿Y el momento en que llegaría al Rectorado?-. -Skadi tiene vastos conocimientos mágicos. Una vez supo dónde buscar, no le resultó difícil saber cuándo y cómo, y adelantarse a ti-. Idun retrocedió lentamente, presa de la ansiedad. -¿Cuál era vuestra misión?-. -¿No resulta obvio? Robar la inmortalidad para las gentes de Jotumheim, abandonando a su suerte a los decrépitos dioses de Asgard -. Los ojos del troll brillaron con odio al añadir: -Queremos vuestra muerte, perra-. Idun clavó su fría mirada en los ojos esmeralda de la doctora, alzó sus manos y pronunció una sola palabra: -Sol-. Una intensa luz blanca iluminó por unos instantes el pasillo. Como resultado, una estatua de piedra negra flotaba frente a la diosa. -Libre- conjuró a continuación: la figura de piedra cayó estrepitosamente sobre el suelo, fragmentándose en cientos de pequeños pedazos que se esparcieron por todo el pasillo. -Volveré a repetirlo sólo una vez más: la Rectora 1 se ha equivocado al ordenar mi captura; yo vine aquí para ayudar; la doctora 74 es la “mala”. ¿Vale?-.

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Capítulo tercero

Los dos guardias flanqueaban a Kyle impidiendo que avanzara en cualquier dirección. -Puede repetirlo hasta quedar agotado, pero eso no cambiará nuestras órdenes, Green Lantern. Tendrá que esperar a que venga la Rectora- contestaba 277 nervioso. Aquel día parecía no tener fin. Kyle se impacientaba por momentos. Aunque apenas le había llevado cinco minutos encontrar la pequeña caja gris con la ayuda del anillo, el plazo para salir del Rectorado Delta se estaba esfumando rápidamente. No podía perder más tiempo si quería evacuar a todo el personal del complejo. Kyle situó su puño derecho a escasos centímetros de la nariz de 277: -¿Sabes lo que puede hacer este anillo?-. 277, rígido, sintió cómo se perlaba su frente de sudor. De repente, un pitido estridente resonó por todo el complejo. -¿Qué es eso?- preguntó Kyle, ensordecido por aquel sonido ondulante que martilleaba sus oídos sin cesar. -¡Código Alfa! ¡Debemos evacuar las instalaciones inmediatamente!- gritó 277. Idun entraba en su despacho cuando comenzó a sonar el pitido de alarma: -¿Qué ocurre ahora?- preguntó furiosa mientras cerraba la puerta tras de sí. -El troll programó la destrucción del Rectorado- contestó Urd. –No hay nada que puedas hacer para evitarla-. Las Nornas observaban inmóviles la agitada figura de la diosa. -¡Pero no puede acabar así! Soy la única esperanza que le queda a Asgard; si yo fallo moriremos todos presa de la vejez y la enfermedad- exclamó Idun cada vez más alterada. -¡Sería una muerte de paja! ¡Sin orgullo!, ¡sin valor!-. -Ragnarok- susurró Verdandi. -El destino de los dioses- añadió Skuld. -¡No!-. Idun se sentía fuera de sí, incapaz de controlarse. –Ningún lobo se ha comido el sol; las estrellas permanecen fijas en el firmamento… ¡Heimdall no ha llamado al combate!(5)-. -Todo es mentira, Idun. Os contamos sólo lo que necesitabais oir para mantener vuestra cordura. Ahora debéis afrontar la verdad- dijo Urd. -Esto es Ragnarok- apostilló Skuld. -¡No! ¡Imposible!-. -Tranquilízate, niña- continuó Urd, empleando un tono consolador. –Intentamos convencerte de que volvieras con nosotras, pero no podíamos revelarte la verdad hasta que llegara el momento indicado. Nada de lo que hicieses hubiera cambiado vuestro destino-. -Estaba escrito-. La voz de Verdandi apenas alcanzaba ya los oídos de Idun. -Pero fue el mismo Odín quien me encomendó esta misión– sollozó la diosa. -Él encontró la solución: seríamos inmortales sin necesidad de ningún cofre mágico...-. -Ni siquiera Odín puede escapar a su destino- interrumpió Skuld. Idun se derrumbó en el suelo mientras el pitido de alarma seguía sonando por todo el Rectorado Delta. -Levántate, Idun. Debemos irnos ya- concluyó Urd. -No. Me quedaré aquí. A esperar la muerte-. -No seas necia. La muerte de tu cuerpo mortal sólo te devolverá a Asgard-. (5)

Profecías que forman parte del Ragnarok descrito en la mitología escandinava.

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Ragnarok

-Dejadme…-. -Pero…-. -¡Dejadme!-. Idun permaneció arrodillada en el suelo; sola en su despacho vacío; perdida en recuerdos de un futuro inexistente. -¿Quién ha disparado la alarma de evacuación?- preguntó Kyle; 277 consultaba el estado del complejo en un monitor del embarcadero 0. -La ICR. Al parecer ha detectado fluctuaciones de energía en el reactor principal que amenazan con destruir estas instalaciones en menos de treinta minutos- contestó 277 mecánicamente, absorto en la pantalla. Tras ellos, los más de cien ocupantes del embarcadero 0 iban repartiéndose ordenadamente entre las dos naves de tamaño mayor, tal y como hacían en ese mismo instante los restantes miembros del Rectorado en el embarcadero +1. -¿Qué es lo que ha provocado esas… fluctuaciones?-. -Alguien ha retirado la protección magnética del reactor-. -La doctora 74, ya se lo dije... ¿Y qué es eso de la protección magnética?-. 277 se volvió hacia Kyle: -No tengo tiempo para explicárselo con detalle... Verá, la superficie de Calisto está formada por una enorme capa de hielo de unos 200 kilómetros de profundidad bajo la que se encuentra un océano salado de más de 10 kilómetros de grosor, ¿vale?-. -Vale-. -Bien, pues Calisto tiene un campo magnético cambiante debido a las corrientes electricas que fluyen por ese océano en respuesta a la rotación de Júpiter-. -Y eso significa…-. -Que la única forma de mantener estable el reactor principal que abastece de energía al Rectorado es protegiéndolo de estas variaciones en el campo magnético de Calisto-. -Si se retira la protección…-. -Fisión del núcleo del reactor-. -Entendido. Salgamos de aquí cuanto antes-. Kyle y 277 atravesaron rápidamente el embarcadero vacío; los diferentes grupos que se habían organizado en cumplimiento del protocolo de evacuación ocupaban ya su lugar en el interior de las naves. 214 se reunió con ellos a escasos metros de la entrada a la nave más cercana, mostrando una preocupante agitación: -La Rectora 1 se niega a salir de su despacho; ni siquiera me ha permitido entrar-. -¿Y la doctora 74?- intervino Kyle. -La ICR no detecta su presencia en el Rectorado. O ha encontrado la forma de escapar por sus propios medios o...-. -Muy bien –atajó Kyle. -Traeré aquí a la Rectora aunque sea arrastrándola-. 277 sujetó con fuerza el brazo de Kyle, sin darle tiempo a moverse: -Tiene que venir con nosotros, Green Lantern. Necesitamos su anillo para proteger la flota de la onda expansiva: no podremos alejarnos lo suficiente para escapar de la explosión-. -Pero ella...-. -La evacuación es prioritaria y los protocolos de seguridad muy claros: si la Rectora se niega a venir, se quedará aquí-. Agitadas por el fragor de la explosión termonuclear que ilumina el cráter Valhalla, las naves se alejan lentamente de la superficie de Calisto envueltas en un halo 25

Capítulo tercero

de energía esmeralda. Minutos más tarde, mientras cruzan la órbita de Ganímedes, Kyle se separa de ellas dejando tras de sí una brillante estela verde en su vuelo de regreso a la Tierra. La flota rodea Júpiter para tomar impulso y se lanza hacia los límites del Sistema Solar, transportando la única muestra conservada de la bacteria dorada en el interior de una pequeña caja gris. Su destino: Oa.

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Alternativo

Green Lantern #4 Alternativo: Capítulo primero

Bienvenido. Soy... No, creo que aún no ha llegado el momento de desvelar mi identidad. Baste decir que contemplar asombrosas realidades alternativas es mi privilegio; un número infinito de universos en los que algunas cosas resultaron muy diferentes de la realidad que conoces. En un universo así, el destino de los Green Lantern Corps, y el de toda la galaxia, cambió en respuesta a una simple pregunta: ¿Y si...? Pero no debo entretenerte más: la historia comienza. Jack dormía profundamente en su habitación de la Atalaya. Sobre la cama de estilo victoriano asomaba la semicircunferencia terrestre a través de una ventana de forma elipsoide, proyectando débiles sombras alargadas en el suelo del cuarto. Jack emitía ligeros ronquidos de satisfacción, disfrutando por primera vez en varias semanas de un lugar apacible donde descansar. Sin embargo, toda esta quietud se esfumó en el momento que el reloj digital situado sobre una de las numerosas estanterías que cubrían las paredes marcó las 8:00: la pequeña habitación comenzó a iluminarse de forma gradual al ritmo del Perfect Day de Lou Reed, que sonaba desde altavoces escondidos por los rincones del cuarto. Jack se agitó torpemente bajo las sábanas, realizando una serie de movimientos inconexos que trataban de situarlo en una posición más confortable. Tras varios intentos infructuosos, acabó tendido sobre su espalda con los ojos aún cerrados. ...you just keep me hanging on... Mientras escuchaba perezosamente la canción, tomó la firme decisión de no levantarse de la cama en todo el día. Acto seguido, la música fue interrumpida de forma inesperada por una serie de pitidos agudos: una voz metálica y cálidamente impersonal comenzó a hablar. -Buenos días Jack Knight, Green Lantern del sector 2814-. -Buenos días Multivac- gruñó Jack, incorporándose con desgana en la cama. –¿Recuerdas que te pedí que olvidases el protocolo y me llamaras simplemente “Jack”?. -Lo recuerdo perfectamente- contestó Multivac empleando un molesto tono de suficiencia. –Sin embargo, tu análisis psicológico aconseja una estimulación ocasional de tus respuestas temperamentales-. Los labios de Jack se torcieron en una breve sonrisa: -Quieres decir que me fastidias deliberadamente para mantenerme cuerdo, ¿no es así?-. -¿Acaso no estás sonriendo?-. Jack rompió a reir. -Me rindo, Multivac: es inútil discutir contigo. ¿Qué es lo que quieres?-. -Ganthet solicita hablar contigo-. -¿Ganthet?- preguntó Jack frunciendo el ceño. –¿Por qué no me lo has dicho antes?-. -Supuse que sería más agradable para ti iniciar esta conversación mediante...-. -Vale, vale- cortó mostrando irritación fingida. -Pásame la comunicación a mi habitación-.

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Capítulo primero

-Inmediatamente. Modificaré tu imagen de emisión para que el Guardián pueda verte vistiendo el uniforme-. -Gracias Multivac- dijo Jack recuperando su media sonrisa. Proyectados por dos pequeños dispositivos situados en las esquinas opuestas del cuarto, surgieron sendos haces de luz que convergieron en el centro exacto de la habitación para formar la imagen tridimensional de Ganthet. -Hola Jack –saludó el Guardián. -¿Cómo se encuentra mi Green Lantern favorito? ¿Recuperado ya de la intensa actividad de las últimas semanas?-. -Me temo que todavía no, Ganthet; apenas he dormido unas horas desde mi regreso a la Atalaya- dijo Jack mientras se levantaba de la cama, colocándose frente al holograma. -Creo que necesito al menos una semana completa de vacaciones para empezar a sentirme en forma-. El rostro azul de Ganthet sonreía con franqueza al hablar: -Según los informes que acabo de recibir mereces mucho más que esa semana: tu intervención en el conflicto con Apokolips ha sido tan ejemplar como decisiva-. Ligeramente azorado por las palabras del Guardián, Jack respondió con rapidez: -¿Qué puedo decir? Deberían colocar mi busto en la Academia de los Green Lantern Corps-. -Todo se andará, muchacho- rió Ganthet con complicidad. –Todo se andará-. -¿Y bien?- continuó Jack. -¿Cómo van las cosas por Oa?-. –Mejor de lo que podíamos esperar: la victoria que habéis logrado en Apokolips, y sobre todo la captura de Darkseid, están acallando las pocas voces que aún se oponían a nuestro cambio de política-. Ganthet movía expresivamente sus manos al hablar. -Ya sabes que estos últimos cinco años han sido muy duros, pero creo que los Guardianes del Universo empiezan a recuperar la unidad-. -Me alegro, Ganthet- dijo Jack sin poder evitar que su rostro se ensombreciera un poco. -Ojalá fueran así las cosas en la Tierra-. -Ten paciencia Jack- respondió Ganthet adoptando una expresión más seria-. No hace ni seis meses que entramos en contacto con los gobiernos de tu planeta: aún tienen mucho que asimilar-. -Supongo que sí, pero...-. -Sé que tu posición actual en la Tierra no es cómoda muchacho, pero no te desanimes todavía: es una simple cuestión de tiempo que tu gente comience a valorar las ventajas que les estamos ofreciendo-. Jack se forzó a sonreir de nuevo: -Lo sé, Ganthet. Como dices, es una cuestión de tiempo-. -Por cierto –añadió el Guardián-, ¿no recibes hoy al representante de la comunidad metahumana?-. -Así es. Llegará dentro de...- Jack alzó la vista hacia el reloj digital de la estantería. -Una hora y media-. -Te dejo entonces. Comunícate conmigo cuando termine la reunión, ¿de acuerdo?-. -Claro, Ganthet-. -Adiós Jack- concluyó el Guardián mientras desaparecía el holograma. -Adiós Ganthet- susurró Jack perdido en sus pensamientos. La figura del Green Lantern se había convertido en una sombra insignificante, apenas visible frente a la enorme maquinaria que ocupaba toda la sección posterior de la Sala de la Batería. Cientos de elementos tubulares de pared translúcida partían desde su base, un bloque cilíndrico de acero, entrelazándose desordenadamente hasta alcanzar el 29

Alternativo

techo. En su recorrido proyectaban una suave luz esmeralda emitida por el flujo de energía que corría por su interior. Al pie de este singular árbol artificial, se abría un pequeño orificio circular donde el Green Lantern encontró su batería de poder: la Linterna Verde. Jack vestía el uniforme: un traje completamente negro salvo por el símbolo de los Green Lantern Corps, que ocupaba la parte central de su pecho. Adoptando el mismo aire solemne que había empleado durante todos los días transcurridos desde su ingreso en los Corps diez años atrás, aproximó su puño derecho hacia la batería, haciéndola contactar con el anillo mientras recitaba el juramento: En el día más brillante, en la noche más oscura, ningún mal escapará a mi vista. Que aquellos que adoran la maldad teman mi poder, la luz de Green Lantern. Ráfagas de intensa energía esmeralda rodearon a Jack, envolviéndolo en una cálida atmósfera de poder concentrado que proyectaba su intensa luminosidad por las paredes de la sala. Con su anillo cargado con el poder de la Linterna Verde durante 24 horas más, se dirigió hacia la Sala Central, donde sólo unos pocos meses atrás se habían reunido regularmente los miembros de la Liga de la Justicia; antes de que los Guardianes asumieran el control de la Atalaya y decretaran el confinamiento en la Tierra de sus antiguos dueños. Al entrar en la sala fue directamente hacia un rincón en el que se levantaba una estructura con forma de huso, de un metro de alto y color púrpura, que a una palmada suya se abrió en cuatro gajos simétricos mostrando su interior frigorífico; de uno de sus estantes sacó una botella de leche, que fue bebiendo mientras iba hacia el monitor que cubría una de las paredes. -Multivac, ¿está ya preparado el representante metahumano para la teletransportación?-. Ocupando toda la superficie de la pantalla , apareció el rostro de Cary Grant. -Efectivamente Jack- habló Cary con la voz robótica de Multivac. -Hace cinco minutos que introdujo su identificación genética en la terminal de la Sociedad de la Justicia, en Nueva York-. -Bien. ¿A quién han elegido como portavoz?-. -A Starman-. Jack levantó su mirada incrédula hacia el monitor, buscando en los ojos sin vida del actor replicado una respuesta que sabía ausente. Con cierta rigidez, volvió sobre sus pasos hasta el frigorífico para colocar de nuevo la botella de leche en su interior. -Dile que puede subir cuando quiera-. Jack se acercó hasta la mesa de conferencias que ocupaba el centro de la sala, descargando su peso sobre uno de sus lados mientras clavaba los ojos en la puerta del teletransportador, situado a escasos metros de su posición. Dos minutos más tarde se iluminó el interior de la cabina con una brillante luz verdosa que fue disminuyendo su intensidad hasta descubrir la familiar figura verdirroja de Starman. -Hola David- saludó Jack fríamente. Starman recogió varios pliegues de su capa roja para salir de la cabina de transportación; se detuvo a unos pasos de la misma, y contestó en un tono similar al empleado por el Green Lantern: -Hola Jack-.

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Capítulo primero

-Puedes sentarte donde quieras- empezó Jack con cierto aire inseguro mientras se acomodaba en uno de los sillones más cercanos, marcado con el símbolo del rayo de Flash. Starman rodeó la amplia mesa circular sin despegar los labios. Al alcanzar el sillón marcado con el símbolo del murciélago de Batman, en el extremo opuesto de la tabla, se detuvo a pasear su mirada por la Sala Central sin llegar a sentarse. -¿No crees que todo esto te viene un poco grande?- preguntó con una voz desprovista de emociones. Jack se removió incómodo en su asiento. -Casi nunca estoy en la Atalaya- comenzó a decir, haciendo un vago movimiento con las manos que abarcaba el espacio circundante. –Multivac, la inteligencia artificial que instalaron los Guardianes, es la encargada de mantener las instalaciones operativas-. David observaba a Jack con ojos insolentes. -No me refería a la Atalaya-. Jack sostuvo su mirada durante varios segundos, sintiendo como se incrementaba la tensión entre ambos. -Llevas puesto el uniforme de papá- dijo de repente. -Un poco anticuado, ¿no crees?-. -Siempre me gustó el traje original- contestó Starman inalterable. –Supongo que al menos uno de los dos debía mostrar respeto por el legado de nuestro padre-. Un nuevo silencio incómodo se interpuso entre ellos. -¿Podemos empezar ya esta reunión?- cortó Jack señalando el sillón sobre el que se apoyaba Starman. -Por supuesto hermanito- dijo David al ocupar su asiento. Jack se volvió hacia el amplio ventanal de su derecha, buscando la calma transmitida por el aséptico paisaje lunar que podía verse tras su cristal. -¿Cómo habéis reestructurado vuestras fuerzas?- preguntó reanudando la conversación. -Nos hemos limitado a seguir escrupulosamente los dictados de Oa- contestó Starman con tono irritado. -¿Teníamos otra opción?-. -El propósito de los Guardianes es organizar a los metahumanos terrestres de forma más eficaz- explicó Jack mecánicamente. -¿Más eficaz para quién? Desde luego no para nosotros: mantener en activo a sólo ocho de los nuestros, obligando a los demás a retirarse forzosamente, reduce al mínimo nuestras posibilidades de representar un problema para Oa, ¿verdad?-. -Ocho metahumanos bien organizados rendirán mucho mejor que todos esos pequeños grupos de aficionados juntos. Además, si alguna emergencia les supera, intervendremos nosotros. Yo me encargaré de ello-. -¿Tú te encargarás? Eso no le sirvió de mucho a papá...-. Jack se incorporó brúscamente, apoyando con firmeza sus manos sobre la mesa. -¡No tienes ningún derecho a hacerme responsable de su muerte!-. -Tú no estabas allí- añadió Starman sin variar de posición. –La situación era desesperada: necesitábamos tu ayuda, la ayuda del todopoderoso Green Lantern de este sector, pero te negaste a venir, condenando a muerte a cuatro miembros de la Sociedad de la Justicia: Jay. Alan. Rex. Papá-. -¡Me encontraba en misión oficial en Thanagar! ¡No podía abandonarla para volver a la Tierra!... Ni siquiera por ellos-. -Él aún confiaba en ti, ¿lo sabías? Pensaba que acabarías dándote cuenta del error que estabas cometiendo y volverías con la Liga de la Justicia-.

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Alternativo

-Te recuerdo que fue papá quien me animó a ingresar en los Green Lantern Corps tras la muerte de John y Hal-. Starman recibió sus palabras alzando los brazos con impaciencia. -No juegues al escondite conmigo Jack. Eso fue antes de que los Guardianes cambiaran de actitud y decidieran imponer su visión de paz con la fuerza de su escuadrón de Green Lanterns-. -Joder David, te lo he explicado mil veces- contestó Jack recostándose en su sillón. -Los conflictos se multiplicaban por toda la galaxia sin que nuestros esfuerzos dieran ningún resultado: el cambio era necesario-. -Y no encontraron mejor remedio que esclavizarnos a todos-. En ese instante se apagaron todas las luces de la Sala Central: la Atalaya se había sumido en un oscuro y profundo silencio apenas alterado por la agitada respiración de los dos ocupantes de aquella estancia. -¿Pero qué...?- estalló Starman. Sin ofrecerle la oportunidad de concluir su frase, la luz comenzó a parpadear al tiempo que el complejo lunar cobraba vida de nuevo. -¿Multivac?- intervino Jack. -¿Qué ha pasado?-. -Aún no estoy seguro, pero te sugiero que pospongas la reunión-. Al volver los ojos hacia su hermano, Jack descubrió a David mirando fijamente la mano derecha del Green Lantern. Desconcertado, dirigió su mirada hacia el mismo punto. -Tu anillo ha dejado de brillar- señaló Starman. Jack alzó su brazo con curiosidad, colocando el anillo a escasos centímetros de su cara pasmada. Mientras tanto Starman se levantaba sin prisa, cogiendo una pequeña vara de metal dorado sujeta a su costado. Jack bajó la mano al advertir su movimiento. -¿Vas a atacarme con el cetro cósmico de papá?-. -Si pensara que tu muerte puede cambiar algo, créeme que no dudaría en hacerlo. Sin embargo, sé que eliminarte sólo provocaría la ira de los Guardianes, y en cualquier caso la llegada de un nuevo Green Lantern. No mereces el esfuerzo-. -Bien, entonces debo pedirte que esperes en una de las habitaciones de la Atalaya mientras averiguo qué está pasando-. David movió negativamente la cabeza; sacó un disco magnético de un pequeño bolsillo de su cinturón y lo arrojó sobre la mesa. –Aquí tienes los datos de los ocho metahumanos que hemos elegido. No tengo nada más que hacer aquí-. Tras pronunciar estas palabras, se apartó lentamente de su sillón en dirección a la cabina de teletransportación. El Green Lantern comenzó a rodear la mesa siguiendo a su hermano. -David, no puedo permitir que te vayas y lo sabes. No hagas más difíciles las cosas-. -Es posible que no quiera matarte Jack- dijo Starman sujetando con mayor firmeza el cetro cósmico, -pero no voy a dejar que me detengas. Admite que sin el poder de tu anillo lo tienes complicado para enfrentarte a mí-. David seguía retrocediendo hacia la cabina de teletransportación. -Por favor- suplicó el Green Lantern. -Adiós Jack- concluyó Starman al alcanzar finalmente la puerta del teletransportador. -Deseo sinceramente no volver a verte-. Jack se detuvo a dos metros, mirando fijamente a su hermano. Al presionar el botón interno que disparaba la teletransportación, reapareció la brillante luz verdosa entremezclándose con las moléculas dispersadas de David. 32

Capítulo primero

Jack gritó hacia el monitor de su izquierda: -¡Multivac! ¡Activa un bucle de transportación!-. -Como desees-. La luz permaneció en el interior de la cabina sin disminuir su intensidad. -No te preocupes por tu hermano Jack. Puedo mantenerlo en este estado de dispersión todo el tiempo que sea necesario-. -Lo sé Multivac… -respondió con la mirada perdida en el interior de la cabina iluminada. -¿Qué ha ocurrido?-. -La batería de poder se ha agotado. Nos abastecemos con la energía procedente del acumulador de emergencia-. -¿La Linterna Verde agotada?-. Jack pareció recibir una ducha fría instantánea. ¿Cómo es posible?: obtiene su energía directamente de la Batería Central de Oa-. -Aún no dispongo de datos suficientes para plantear una hipótesis-. -No pierdas el tiempo investigando: contacta con Ganthet-. -Ganthet no responde-. -Está bien, no importa: llama a cualquier otro miembro del Consejo-. -Jack, no consigo contactar con ninguna terminal en Oa. Todas las vías de comunicación han sido cortadas-. La sorpresa inicial de Jack fue transformándose rápidamente en suspicacia. -¿Podría ser el inicio de un ataque terrestre?-. -Improbable Jack. Los canales permanecen abiertos para conectar con cualquier punto de la galaxia que no sea Oa: el problema no es nuestro-. -Joder...-. El Green Lantern miraba su anillo con ojos bovinos sin saber muy bien qué hacer. Nunca había experimentado una situación parecida. -Vale...- comenzó a decir mientras abandonaba la Sala Central en dirección al hangar. -Transfiere un módulo de consciencia a la Green Flame Multivac. Nos vamos a Oa-. -Señor, lamento interrumpirle pero acabamos de detectar la aparición de una nave no identificada-. El Director de Investigación se giró hacia el Psion que había abierto la puerta del laboratorio, observándolo con gesto interrogante. -¿Una nave? ¿De qué tipo?-. -Su diseño estructural y espectro de emisión energética la delatan como perteneciente a los Green Lantern Corps-. -¿Una nave de los Corps?-. La boca reptiliana del Director se abrió en una sonrisa grotesca. -Hoy debe de ser nuestro día de suerte-. -¿Qué desea que hagamos?-. El Psion de mayor rango ladeó ligeramente la cabeza indicando al subalterno lo innecesaria que era su pregunta. -Capturarla, por supuesto-. A continuación le volvió la espalda, dirigiendo de nuevo toda su atención al sujeto de experimentación. Enfrascado en su trabajo, ni siquiera percibió la salida del otro, que corría ya hacia el puente de navegación para transmitir sus órdenes. Con extremado cuidado, terminó de seccionar la nuca de la mujer y fue insertando tubos de diferente grosor en la base del cráneo; su cuerpo fláccido se dejaba caer en una silla metálica, sujeto por muñecas y tobillos. El destrozado uniforme de Green Lantern que aún vestía, permitía ver la piel anaranjada característica de los habitantes de Tamarán bajo sus jirones caídos. 33

Alternativo

Al concluir su labor, el Psion se situó frente a ella y alzó el rostro de la mujer aferrándolo con su mano escamosa. -No estés triste, mi querida Koriand’r. Pronto te hará compañía uno de tus colegas Green Lanterns-. Sus ojos vacíos miraban sin ver, mientras un hilo de saliva resbalaba por su barbilla desde la boca entreabierta. Jack se incorporó inquieto en el asiento del piloto. Allí sentado había permanecido ocioso las últimas dos horas, observando cómo Multivac dirigía la nave hacia Oa. -Pero... no puede ser, Multivac- balbució el Green Lantern. -Has debido de equivocarte-. -No hay error posible, Jack. He confirmado nuestra posición mediante análisis de trazado estelar: nos encontramos en el lugar indicado-. El Green Lantern se levantó confuso del sillón, señalando con inseguridad hacia el monitor situado frente a él: -Pero Multivac... hay dos estrellas... y el sistema Sto-Oa no es binario...-. -Jack, la segunda “estrella” es Oa-.

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Alternativo

Green Lantern #4,5 Alternativo: Interludio

La cabeza rasurada del Green Lantern mostraba diminutas gotas de sudor lechoso que caían libremente sobre su rostro ceniciento. Con unos ojos ovalados que le permitían percibir desde el infrarrojo hasta el ultravioleta lejano, escrutó nervioso el callejón por el que avanzaba, sumido en las sombras proyectadas por las nubes de humo que arrojaban incesantemente los pozos ardientes de Apokolips. Se veía incapaz de calcular el tiempo que llevaba corriendo: una hora, quizá dos... ¿Cómo podía haber cambiado tan rápidamente la situación? La guerra contra Apokolips había sido dura, y supuesto pérdidas considerables en ambos bandos, pero los Green Lantern Corps habían conseguido finalmente su victoria: Darkseid fue apresado y trasladado a Oa apenas dos días antes. Hasta aquella misma mañana, Apokolips se hallaba bajo el control de los Corps, y los cerca de quinientos miembros del cuerpo que permanecieron en el planeta tras la última batalla, custodiaban sin grandes dificultades el ejército de Parademonios mientras los Guardianes del Universo decidían qué hacer con ellos. Y sin embargo ahora... El Green Lantern detuvo bruscamente su avance apoyando su espalda sobre una de las paredes del estrecho callejón, con la intención de permanecer oculto en las sombras. Por un instante, casi imperceptiblemente, había captado un movimiento en la acumulación de desechos que se levantaba a escasos metros de él. Inmóvil en aquella posición, con sus doloridos músculos tensionados, podía sentir en el tórax el bombeo desenfrenado de linfa impulsada por sus dos corazones. Otra vez aquel ligero movimiento. No cabía duda: alguien se escondía tras la montaña de desperdicios. ¿Algún Parademonio? No lo creía; si hubiese caído en una emboscada ya estaría muerto. ¿Otro Green Lantern quizá? Avanzando cerca de medio metro con mucho cuidado, consiguió ver una pequeña cabeza peluda gracias a sus formidables órganos visuales. Tras observarlo detenidamente, acabó por reconocer el uniforme de la figura escondida y se atrevió a levantar su voz en lo que no fue más que un susurro: -Eres un Green Lantern, ¿verdad?- dijo en el lenguaje común que empleaban los Corps cuando no contaban con la traducción simultánea proporcionada por su anillo de poder. El pequeño individuo, cubierto de un grueso pelo oscuro por toda su cabeza y rostro, retrocedió con rapidez dispuesto a correr hacia el extremo contrario del callejón. -¡No huyas, por favor! –exclamó el primero sin abandonar su tono surrante. –Yo también soy un Green Lantern-. -¿Sí? –preguntó el otro con tono desconfiado, deteniéndose a unos pasos. -Me llamo Dit, del sector 41. ¿Y tú?-. -Soy Meleandur, del 799- contestó aún con reserva. -¿Cómo has conseguido escapar?-. Dit alzó ligeramente sus hombros puntiagudos. -Como tú, supongo: corriendo tanto como pude-.

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Interludio

-Sí...- suspiró Meleandur contemplando el anillo que llevaba en el mayor de los tres dedos de su mano izquierda. –Sin su poder no somos gran cosa, ¿verdad?-. -No digas eso- le recriminó el otro. –Los Guardianes han elegido a los mejores de cada sector para vestir este uniforme. Simplemente no estábamos preparados: todo ha ocurrido tan rápido...-. Meleandur asintó afirmativamente, con una expresión de horror en su cara, oculta por las sombras del callejón. -Los Parademonios se abalanzaron sobre mi grupo en cuanto desapareció su prisión esmeralda –recordó el pequeño Green Lantern peludo. -Están bien entrenados esos bastardos...-. -Es cierto. No han necesitado ningún tipo de arma para acabar con nosotros: sólo la fuerza de sus manos y esos dientes afilados como cuchillas- añadió Dit, sintiendo un ligero escalofrío al recordar los acontecimientos de la última hora. Ambos permanecieron callados un rato, escuchando los gritos distantes de sus compañeros, que huían desesperados por las calles laberínticas de aquel suburbio. Dit observó también su anillo de poder antes de continuar hablando: -¿Sabes cómo ha podido pasar?-. -No tengo la menor idea, pero me crucé hace unos minutos con otro Green Lantern que había intentado comunicarse con Oa utilizando un sistema de transmisión convencional…-. -¿Qué averiguó?- interrumpió Dit, ansioso por conocer la respuesta. -Nada- contestó Meleandur angustiado. –No consiguió contactar con una sola terminal de Oa. Los Guardianes nos han abandonado...-. -¡No! –exclamó Dit con firmeza. –Tiene que existir una buena razón que explique lo ocurrido. Quizá Oa está siendo atacada por alguno de nuestros enemigos y han conseguido dañar la Batería Central. Eso explicaría que todos nuestros anillos se agotaran al mismo tiempo…-. -No lo sé, Dit... Ya no sé nada...- concluyó Meleandur hundiendo su rostro peludo entre las manos enguantadas. Antes de que Dit pudiera acercase a su compañero Green Lantern, quizá para dirigirle algunas palabras de consuelo, sus orejas alargadas captaron un chasquido a su espalda. Rápidamente volvió su mirada hacia el extremo del callejón, donde tres Parademonios cubiertos de sangre ajena bloqueaban el acceso, observándoles con excitación anticipada. Al girar su cabeza hacia el otro extremo, vio a otros cuatro que se aproximaban lentamente hacia su posición. -Meleandur...- murmuró Dit. Captando el tono desesperado en la voz de su compañero, Meleandur descubrió el grupo de Parademonios que se acercaban por su izquierda. La expresión aterrada que apareció en su rostro, pronto se vio sustituida por una determinación sin esperanza. -¡Por Oa!- exclamó irguiendo su pequeño cuerpo sobre los desperdicios amontonados. -¡Por Oa!- respondió Dit corriendo hacia aquellas terribles bestias.

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Alternativo

Green Lantern #5 Alternativo: Capítulo segundo

Kilowog giró levemente su enorme cuerpo pétreo para cruzar la estrecha puerta de la biblioteca. Al fondo de la pequeña habitación, se encontraba su único ocupante sentado de espaldas a él: un miembro de la raza Khund, absorto frente al monitor circular de la pared, con un par de dispositivos auditivos sobre sus orejas. -Hola muchacho- saludó Kilowog deteniéndose a unos pasos, mientras su voz atronadora conseguía imponerse al sonido de la grabación que estaba escuchando el Khund por sus auriculares. Sobresaltado por esta inesperada interrupción se giró rápidamente hacia atrás, sólo para quedar inmóvil en su sillón, intimidado por la imponente figura del Green Lantern que se alzaba frente a él. Durante un instante le observó con ojos bovinos. -¡Señor!- exclamó bruscamente, levantándose del sillón con torpeza. -Tranquilo muchacho, no es necesario que te cuadres- sonrió el Green Lantern con su ancha boca sin labios. -Sí, por supuesto…- contestó el Khund sin mucha convicción. -Siéntate, por favor. Yo también lo haría si alguno de estos sillones fuese capaz de aguantar mi peso-. -Sí, por supuesto…- volvió a repetir más confuso. Con el propósito de tomar la iniciativa en la conversación, se atrevió a preguntar: -¿Vamos a aterrizar ya en Oa?-. -Me temo que no, muchacho. Tendréis que mantener esta órbita alrededor del planeta durante las próximas tres semanas-. -¿Tres semanas? ¿Por qué? ¿Tiene algo que ver con la desaparición de…?-. -No, no es por eso- cortó Kilowog. –Es sólo que he estado hablando con Kyle, el Green Lantern que conociste en el Rectorado Delta, y me ha informado del tipo de alarma biológica que originó la crisis en Calisto-. Kilowog abrió sus grandes manos solicitando comprensión: -No puedo permitir que pongáis los pies en Oa hasta que nos aseguremos de que no hay rastro de ese microorganismo descontrolado(6) en vuestras naves-. Mientras hablaba, Kilowog se fijó en la pantalla circular que estaba estudiando el Khund antes de que irrumpiera en la biblioteca. –¿Esos caracteres no pertenecen al lenguaje de Tamaran?-. Sorprendido por el repentino cambio de conversación, el Khund se volvió hacia el monitor que señalaba el Green Lantern, tratando aún de asimilar sus palabras. -Sí... efectivamente –contestó levemente azorado. –Intento familiarizarme con este idioma en mi tiempo libre… pero no se me da muy bien, la verdad... Respecto al período de cuarentena...-. -Curioso… -murmuró Kilowog ignorando por un momento la última frase del Khund. -Bien, de todas formas no he venido a hablar contigo sobre la cuarentena. Es algo puramente formal y no tienes de qué preocuparte, 214-.

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Green Lantern #1-3.

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Capítulo segundo

-Prefiero que me llames Voldak, por favor: ya no estamos en el Rectorado. ¿De qué quieres hablar conmigo entonces?-. -Bueno Voldak, según me han dicho fuiste el último que se comunicó con la nave desaparecida antes del salto, ¿no es así?-. -Sí, es cierto-. -Muy bien... Kyle me ha explicado con bastante detalle lo ocurrido durante su breve estancia en el Rectorado Delta, pero me gustaría que me contaras todo lo que recuerdes sobre la evacuación del complejo-. Voldak alzó ligeramente los hombros antes de contestar. -Me temo que no hay mucho que contar- dijo el Khund rascándose la nuca distraídamente. -Fue todo tan rápido... Al morir el Decano de Seguridad 3, 277 y yo nos hicimos cargo de organizar la evacuación; así que mientras 277 se comunicaba con la ICR(7) para averiguar qué había disparado el Código Alfa, yo fui a buscar a la Rectora 1. -Ah sí, la Rectora... No quiso acompañarte ¿verdad?- intervino Kilowog. -No. Apenas llegué a cruzar unas palabras con ella desde el pasillo: se negó a abrirme la puerta y abandonar su despacho. Cuando volví al embarcadero 0 para informar a 277 y al Green Lantern de lo que ocurría, 277 me informó de que todos los ocupantes del Rectorado se encontraban ya en el interior de las naves y que no había tiempo para nada más(8)-. -Entonces subisteis vosotros también a las naves ¿no?-. -Sí, pero antes de eso el Green Lantern le dio a 277 una caja de color gris, no muy grande; nos dijo que debíamos ir a Oa, y entregársela a un tal Kilowog... Tú eres ese Kilowog, ¿verdad?-. El Green Lantern asintió brevemente. -¿Ocurrió alguna otra cosa?-. -No... –siguió Voldak, esforzándose en recordar todos los detalles que pudieran resultar de interés-. El tiempo apremiaba: 277 subió a una de las naves con la caja, y yo… me fui en la otra-. -¿Y después?-. -Despegamos y nos alejamos de Calisto tan rápido como nos fue posible, protegidos por el anillo del Green Lantern. Él volvió a la Tierra, y nosotros nos dirigimos hacia los límites del Sistema Solar para saltar al hiperespacio-. -La flota al completo-. -Sí, las cuatro naves-. -Bien... –continuó Kilowog. –Fuiste el último que se comunicó con la nave que transportaba esa pequeña caja gris. ¿Con quién hablaste? ¿Con 277?-. Voldak se removió incómodo en su sillón. -No... Fue una conversación personal... Sin ninguna relación con lo que había sucedido en el Rectorado-. -¿Personal?- insistió el Green Lantern. -Sí, no hablamos de nada que pueda resultar relevante-. -Entiendo...- murmuró Kilowog observando con curiosidad la mirada esquiva del Khund. -Entonces- comenzó de nuevo el Green Lantern-, las cuatro naves saltaron al hiperespacio, pero sólo tres de ellas alcanzaron el Sistema Sto-Oa: precisamente aquella que transportaba a 277 y su valioso paquete se perdió por el camino ¿verdad?-. (7) (8)

Inteligencia Central del Rectorado. Green Lantern #3.

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Alternativo

-Así es- afirmó Voldak. -¿Notaste algo extraño durante el salto? ¿Alguna circunstancia anómala?-. -No... Todo fue normal-. -¡Está bien!- exclamó Kilowog golpeando con fuerza su muslo derecho. –No tengo más preguntas para ti. Y creo que debo marcharme ya-. Al ver que el Green Lantern abandonaba la estancia con rapidez, alcanzando la puerta de la biblioteca de una sola zancada, Voldak se levantó con ímpetu. -¡Espera Kilowog!-. -¿Sí?- respondió deteniéndose en el pasillo. -¿Qué piensas hacer ahora? ¿Vas a buscar la nave?-. -Efectivamente- asintió el Green Lantern con gesto seguro. Voldak dudó un breve instante antes de seguir hablando: -Llévame contigo, por favor-. -¿Cómo?- se sorprendió Kilowog. -Por favor. Necesito encontrar esa nave-. -¿Sabes ya lo que ha pasado, Multivac?- preguntó Jack empleando un tono nervioso. Conforme avanzaban hacia ella, la esfera brillante que ocupaba ahora la antigua órbita de Oa se hacía cada vez mayor en el monitor de la cabina de pilotaje de la Green Flame. -Me temo que aún no dispongo de datos suficientes, Jack- contestó la inteligencia artificial con su característica voz metálica. –Lo único que puedo asegurar es que Oa no se ha convertido en una estrella: mis sensores detectan su emisión de luz visible, así como diferentes tipos de radiación que cubren un amplio rango de longitud de onda; sin embargo estas emisiones no proceden de una combustión interna, como ocurriría si se tratase de una estrella, sino de la superficie-. -Entonces…-. -Mi hipótesis inicial es que algún tipo de proceso, posiblemente inducido desde el exterior, ha convertido la superficie del planeta en un gigantesco emisor de radiaciones-. El Green Lantern se sintió terriblemente asustado. -¿Y los Guardianes?-. -Jack, no existe organismo vivo capaz de sobrevivir actualmente en la superficie de Oa. Si los Guardianes no han abandonado el planeta antes de que se produjera este cambio...-. Multivac se interrumpió así mismo para añadir bruscamente: -Atención: detecto dos naves gordanianas aproximándose en una ruta de intersección-. -¿Gordanianos? ¿Aquí?-. -Además, recibo una señal desde una de las naves: quieren establecer contacto con la Green Flame-. -Está bien- contestó Jack. -Pasa la imagen al monitor, Multivac-. Ante el asombro del Green Lantern, apareció en la pantalla el rostro reptiliano de un Psion. -¿Qué hace un Psion en una nave gordaniana?- murmuró Jack. -No dispongo de datos suficientes para...-. -¡Cállate Multivac! –estalló Jack. -Era una pregunta retórica, por Dios... Establece la conexión-. Dos segundos después, el Psion comenzó a hablar: -Saludos, Green Lantern. Soy…-.

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Capítulo segundo

-¿Qué haces fuera de tu planeta de confinamiento, Psion?- preguntó Jack desechando todo tipo de protocolo. -Sabes tan bien como yo que los miembros de tu raza tienen prohibido abandonar Dalen-. -Tienes razón. Los Guardianes decretaron nuestro exilio indefinido en esa bola de barro. Sin embargo, Oa ya no es lo que era- continuó el reptil-, y los Guardianes... en fin, mi querido Green Lantern: los Guardianes han desaparecido para siempre-. Jack decidió ignorar las palabras del alienígena, imponiendo su autoridad como miembro de los Green Lantern Corps: -Abandona inmediatamente este sector, Psion: debes dirigirte sin demora al Sistema Vega para reanudar tu confinamiento en Dalen-. El Psion le ofreció una amplia sonrisa irónica al responder: -Mi querido Green Lantern... Oa está arrasada; la Batería Central destruida; tu anillo de poder convertido en una inútil baratija…. Me desagrada tener que señalar lo obvio pero, ¿cómo piensas hacerme volver a Dalen? Y aún más importante para ti: ¿Cómo piensas evitar que aborde tu nave?-. Jack sintió varias gotas de sudor corriendo por su espalda. -¿Estás cómodo?- preguntó Kilowog sentado en la sala de navegación de la pequeña nave esférica que pilotaba. A pesar de encontrarse solo en aquella estancia, recibió su respuesta desde un pequeño altavoz situado a la izquierda de la consola de mandos. -Supongo que podría estar peor...- contestó Voldak en el interior de un diminuto habitáculo de dos metros cuadrados, en la parte posterior de la nave. Allí se encontraba desnudo y tumbado sobre un duro saliente metálico de la pared, mientras un espeso vapor amarillento saturaba el interior de aquel incómodo zulo, irritándole ligeramente la garganta al respirar. -No te preocupes, muchacho. El proceso de esterilización se completará en unos quince minutos. Sé que no es un sistema muy sofisticado, pero no podemos pedirle más a este módulo de transportación- explicó Kilowog con una sonrisa apenas perceptible en su cara pétrea. -¿No podríamos haber aplicado este mismo sistema de esterilización a todos los ocupantes de nuestra flota para que pudieran aterrizar en Oa sin necesidad de sufrir la cuarentena?-. -¿A más de doscientos individuos? No, demasiado complicado. Es mejor que esperen esas tres semanas y bajen con sus propias naves-. -Bueno, si tú lo dices...-. Voldak tamborileaba sus dedos sobre la estrecha lámina metálica que le servía de improvisado camastro. -Antes de abandonar la órbita de Oa mencionaste que no sería difícil rastrear la nave perdida si nos dábamos prisa… En aquel momento no quise hacer preguntas que pudieran resultar demasiado estúpidas pero... ¿cómo vas a hacerlo?-. Kilowog se recostó en su sillón de la sala de navegación, forzando la resistencia del asiento con su enorme peso. -¿Sabes cómo funcionan los saltos al hiperespacio, Voldak?-. El Khund negó con la cabeza, y recordando que el Green Lantern no podía verle, respondió: -No. Ni idea-. -Ya… bueno verás, el fundamento del salto al hiperespacio se basa en el hecho de que el universo en que vivimos es curvo ¿vale?- comenzó Kilowog, adoptando un molesto tono didáctico. –De forma que si viajamos en línea recta por el espacio 42

Alternativo

“normal” de un punto a otro de la galaxia, en realidad lo que estamos haciendo es recorrer la curvatura del mismo universo, ¿entiendes?-. -Ajá...- aventuró Voldak con la esperanza de que el Green Lantern terminara respondiendo a su pregunta. -Así que la única manera de llegar al lugar que hayamos elegido siguiendo una verdadera línea recta es abandonando nuestro espacio curvo: ése es el “atajo” al que llamamos hiperespacio-. -… un atajo, ya…-. -El problema es que “fuera” del espacio no hay nada: ni materia, ni tiempo, ni... ni espacio, claro, y una nave que quiera tomar ese atajo necesita “algo” por lo que viajar, ¿vale?-. -... sí...-. - No se puede atravesar la Nada, sin más; así que esta nave debe proyectar antes una especie de pasillo tubular formado por materia, que conecte el punto de partida con el de llegada, a través del vacío-. -... un pasillo...-. -Una vez que la nave ha alcanzado su destino, no existe ninguna fuerza externa que mantenga ya la conexión entre estos dos puntos del universo, y la materia que ha sido forzada a cruzar este vacío se va dispersando lentamente. En un par de días se pierde todo rastro de ella-. Al llegar a este punto de la explicación, Voldak sintió que se le encendía una luz en su cabeza. -Vale... o sea que si saltamos al hiperespacio desde el mismo punto por el que llegó la flota al Sistema Sto-Oa, podríamos retroceder por ese pasillo que dejamos atrás hasta detectar de alguna forma el “lugar” en el que se desvió de nuestra ruta la nave perdida, y seguir el rastro hasta su posición actual... ¿No es eso?-. -Exacto Voldak- concluyó Kilowog mientras ojeaba las indicaciones de la consola de mandos. Durante unos segundos permanecieron callados: Kilowog aguardando el momento preciso para activar el salto al hiperespacio; Voldak perdido en pensamientos llenos de esperanza. -Gracias por permitirme que te acompañara, Kilowog- dijo repentinamente el Khund despertando de su breve letargo. -No tiene importancia, muchacho. Creo que me serás muy útil cuando encontremos esa nave: tu presencia hará las cosas más fáciles...-, y a continuación añadió: -Comienza el viaje-. Al girar una clavija de color rojo se difuminaron las estrellas que hasta ese momento salpicaban la pantalla, viéndose sustituidas por una bruma azulada que rodeaba en ráfagas el contorno de la nave esférica. Tras comprobar que todos los indicadores se encontraban en orden, Kilowog se dirigió a Voldak una vez más. -¿Qué hacía un Khund como tú trabajando en el Rectorado Delta? Tu gente no se caracteriza precisamente por su interés científico…-. Voldak resopló con suavidad, rodeado por la densa niebla que había cambiado su color del amarillo al rosa. -Ni uno solo de los residentes del Rectorado podía considerarse un representante característico de su raza. ¿Sabías que nuestro jefe de seguridad era un Psion? Murió poco antes de que todo se fuera...-. -Sí, me lo contó Kyle-.

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Capítulo segundo

-Bueno, el caso es que nunca logré adaptarme al estilo de vida militar que rige en mi planeta. Los Khund sólo viven para luchar: siempre en guerra con alguien. Así que tan pronto como tuve la oportunidad, me fui de allí para dedicarme a lo que realmente me interesaba: la investigación científica-. -Demostraste valentía al decidir tu propio camino- afirmó el Green Lantern. -Demostré estupidez- gruñó Voldak. –Que tuviera la vocación no significa que tuviera la capacidad: no soy muy inteligente, ¿sabes? Me costó varios años superar el examen de acceso al Rectorado, e incluso entonces, mi nivel académico sólo me permitió aspirar a los puestos menos valorados del complejo: técnico no especializado, guardia de seguridad...-. -Sigo pensando que demostraste mucha valentía. ¿Por qué has querido acompañarme en este viaje?- preguntó Kilowog, realizando finalmente la pregunta que tenía en su cabeza desde el comienzo de la conversación. Voldak fijó su mirada en el techo también metálico, apenas visible tras la espesa bruma que aún le rodeaba. -Conocí a una mujer en Calisto...- empezó a decir el Khund dejando el final de la frase en el aire. -¿Que se encuentra en la nave perdida?- sugirió Kilowog. Voldak asintió, para añadir después: -Belit’r era de Tamaran; y la hermana de 277. Ella... nosotros...-. -Está bien Voldak, no es necesario que… Un momento… ¡Lo tengo!- exclamó Kilowog. -¡Ahí está la bifurcación!-. -La nave gordaniana ha concluido la maniobra de acoplamiento, Jack- informó Multivac. El Green Lantern se movía nerviosamente de un extremo al otro de la cabina de pilotaje como una fiera enjaulada. -¿Estás seguro de que no tenemos otra opción?-. -No, Jack. Los sistemas ofensivos de la Green Flame dependen por completo de la energía de tu anillo. Se diseñaron así para evitar que esta nave fuera utilizada contra cualquier miembro de los Green Lantern Corps-. -Por supuesto nadie pensó que un anillo pudiera quedar inservible…- murmuró Jack. -Y tampoco tenemos posibilidad de huir- siguió Multivac. -Esas dos naves nos destruirían antes de que consiguiéramos realizar las maniobras necesarias para saltar al hiperespacio-. -Lo sé, Multivac…-. Al otro lado de la compuerta de entrada, podía escuchar los movimientos de los Psions abriendo el paso que comunicaba su nave con la Green Flame. -Ahí llegan esos lagartos despreciables- dijo Jack. Con un chasquido seco, la compuerta se hizo a un lado descubriendo a tres Psions que apuntaron rápidamente sus pequeñas armas gordanianas hacia la cabeza de Jack. -No hagas ningún movimiento extraño, Green Lantern- exclamó el reptil situado a su izquierda, con esa voz desprovista de emociones tan propia de su especie. Jack se mantuvo erguido frente a ellos, con los brazos ligeramente separados de su costado. -Tranquilo, Psion. No tengo nada que pueda utilizar contra ti-. Dos de los recién llegados registraron rápidamente la Green Flame en busca de más pasajeros, mientras el otro vigilaba atentamente los movimientos de Jack. 44

Alternativo

En pocos segundos volvieron a reunirse alrededor del Green Lantern. -No hay nadie más en la nave- informó uno de ellos. -Está bien- continuó el que había hablado en primer lugar. –Acompáñanos Green Lantern. El Director de Investigación quiere hablar contigo-. Flanqueado por aquellos Psions, Jack avanzó a través de la compuerta de entrada hacia el interior de la nave gordaniana. Después de pasar por dos pasillos de color azul metalizado y una pequeña estancia repleta de diverso material científico, el Green Lantern alcanzó el laboratorio donde le esperaba el Director de Investigación Psion. Tan pronto como llegó, el estómago de Jack se vio repentinamente sacudido por la náusea al descubrir a su izquierda, sobre una silla metálica, el cuerpo inerte y vejado de Koriand’r, Green Lantern del Sistema Vega. -Cabrones…- escupió Jack. -Saludos otra vez, Green Lantern. Debo decir que no tienes muy buen aspectose mofó el Director de Investigación. -¿Qué le habéis hecho a Kory?- preguntó con exaltación apenas reprimida. ¿Qué le habéis hecho a los Guardianes?-. -¿A los Guardianes?- dijo el Psion. –No, mi querido Green Lantern. Nosotros no somos responsables de lo que ha ocurrido en Oa. Sin embargo, tengo una idea bastante aproximada sobre lo que ha pasado…-. El Director de Investigación abrió su mano izquierda, mostrándole a Jack un pequeño objeto poliédrico de color lechoso. -¿Hemos llegado ya?- preguntó Voldak entrando en la sala de navegación. Vestía un traje azul marino de pieza única, marcado a la altura del hombro derecho con la insignia del Rectorado Delta: un ojo rojo que encerraba en su pupila la doble cadena de ADN. -Aún no- contestó Kilowog distraídamente sin girar la cabeza, su mirada fija en la pantalla. La débil luminiscencia azul del exterior seguía bañando el casco de la nave. -Vaya- dijo el Khund tomando asiento junto al Green Lantern. –Creo que éste es el salto más largo que he hecho nunca. ¿Ha surgido algún problema, Kilowog?-. -No, todo parece ir bien. Sin embargo, estoy empezando a sospechar dónde puede haber ido a parar esa nave perdida…-. Voldak miró interrogativamente el rostro absorto de Kilowog esperando que concluyera su frase. -… ¿y bien?- acabó preguntando el Khund. -Prepárate muchacho- exclamó el Green Lantern. -¡Ya hemos llegado!-. El monitor se vio iluminado bruscamente por un fogonazo de intensa luz azul que dio paso inmediatamente al habitual paisaje estrellado del espacio. Al maniobrar hacia su derecha, sin embargo, apareció ante ellos una pequeña estrella dorada girando alrededor de un enorme sol amarillo. -¿Dónde estamos Kilowog?- susurró Voldak. El Green Lantern tecleaba con creciente excitación diferentes combinaciones de botones en su consola de mandos, mientras observaba atentamente las lecturas que iban mostrando los indicadores. Finalmente se echó hacia atrás, descargando todo su peso contra el respaldo del sillón. -Estamos en el Sistema Sto-Oa, muchacho- contestó con voz ausente. -¿Cómo? ¿Hemos vuelto al punto de partida?- y entonces, fijándose en las dos estrellas de la pantalla añadió: -Espera, no puede ser: ese sistema no es binario-. Kilowog se volvió hacia el Khund con una media sonrisa de piedra en su rostro. 45

Capítulo segundo

-Tienes razón, Voldak. El Sistema Sto-Oa de nuestro universo no es binario-.

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Alternativo

Green Lantern #6 Alternativo: Capítulo tercero

-Kilowog, tu anillo ha dejado de brillar- señaló Voldak. -Supuse que ocurriría –respondió el Green Lantern. -En este universo sin Oa no existe una Batería Central que le proporcione la energía que necesita-. -Entonces… estamos en una realidad alternativa- afirmó Voldak con cierta entonación interrogante. -Así es-. El Khund permaneció callado, observando atentamente aquel nuevo universo que mostraba el monitor de la cabina de pilotaje, sin llegar a percibir ningún detalle que lo diferenciara del suyo propio. -¿Cómo es posible que se pueda viajar de un universo a otro mediante un simple salto al hiperespacio?- preguntó Voldak. -No es tan sencillo muchacho…-. Kilowog se levantó de su asiento, incómodo en el interior de aquella cabina que limitaba constantemente su libertad de movimiento. -Cuando una nave salta de un punto a otro dentro del mismo universo –explicó el Green Lantern-, todas las variables se encuentran bajo control. Al fin y al cabo, apenas se aleja de la curvatura...-. Voldak asintió comprensivamente. En el transcurso de aquel viaje se estaba convirtiendo en todo un experto en Fundamentos del Salto al Hiperespacio. -Sin embargo –siguió Kilowog-, adentrarse en el vacío que rodea a nuestro universo en busca de otra realidad alternativa... es algo muy distinto. Y muy peligroso: la nave puede perder el pasillo por el que viaja antes de alcanzarla. Ten en cuenta que a medida que se aleja de su punto de partida, aumenta el grado de dispersión de la materia que forma ese túnel-. -No hay rutas establecidas…-. -No, no las hay. E incluso aunque llegáramos a establecer alguna, podría ocurrir que sólo unos meses después el universo paralelo hubiese cambiado de posición. Según se cree, todas estas realidades se encuentran en continuo movimiento, trasladándose sin rumbo aparente por el vacío exterior-. El Khund volvió a sumirse en un silencio reflexivo, con la mirada perdida entre las estrellas que salpicaban la imagen del monitor. -Muy bien –continuó Voldak. -Hemos llegado hasta aquí siguiendo el rastro de la nave desaparecida… ¿Y ahora qué? ¿Dónde está?-. Kilowog tomó asiento de nuevo mientras contestaba a su compañero de viaje. -Eso es precisamente lo que están tratando de determinar nuestros sensores. Detectaron algo en su primer rastreo, pero he creído conveniente afinar…-. El Green Lantern se interrumpió al escuchar un breve pitido emitido por la consola de mandos. Al estudiar los datos que le ofrecían los indicadores, sus ojos parecieron perder algo de su acostumbrada vitalidad. -¿Qué ocurre Kilowog?-. -El ordenador de abordo confirma el análisis preliminar- suspiró el Green Lantern volviendo su rostro hacia Voldak: –Capta dos señales independientes que asigna a la nave perdida-. -¿Dos señales independientes?-. 48

Capítulo tercero

-Sí. La primera se corresponde con la firma energética del sistema de propulsión, y ha sido localizada sobre la superficie de la “estrella” más pequeña del sistema binario; la segunda señal procede de la Memoria, la caja negra de la nave, y está localizada en el interior de otra nave de origen desconocido, situada no muy lejos de nuestra posición actual-. El Khund miraba fijamente a Kilowog sin verlo. -¿Cómo puede encontrarse el sistema de propulsión en la superficie de una estrella?-. -Bueno... Según parece no es una estrella Voldak, pero el ordenador no ha sido capaz todavía de identificar este nuevo tipo de cuerpo estelar-. -¿Qué hacemos entonces?- repuso el Khund. Kilowog alzó sus grandes manos abiertas. -No creo que sea buena idea acercarnos a esa pseudoestrella sin saber qué podemos encontrar, así que supongo que deberíamos dirigirnos hacia esa otra nave: en el mejor de los casos quizá encontremos allí a nuestra tripulación perdida; si no… al menos podremos recuperar la Memoria para que nos informe de lo ocurrido-. Voldak sintió una dolorosa punzada en el estómago al imaginar el posible destino de Belit’r(9). -¿Qué es eso, Psion?- preguntó Jack sin ocultar el desprecio que sentía por aquel alienígena. El Director de Investigación observó con estudiada demora el extraño objeto que mostraba en su mano. -Este artefacto -contestó levantando sus pequeños ojos hundidos hacia Jack-, contiene las respuestas a todas tus preguntas, Green Lantern. Sin embargo...-. -¡Director!- interrumpió desde la puerta del laboratorio el tercero de los Psions que abordaron la Green Flame; aquel que al entrar en la nave gordaniana se había dirigido directamente hacia el puente de navegación, dejando la custodia de Jack a cargo de sus dos compañeros. -... no tengo el más mínimo interés en resolver ninguna de tus dudas- terminó el Director de Investigación, y sólo entonces, se giró hacia el subordinado que había irrumpido en el laboratorio de forma tan precipitada: -¿Qué ocurre ahora?-. -Señor, acabo de detectar otra nave aproximándose hacia nosotros-. Una sonrisa cruzó relampagueante el rostro de Jack, pensando que pudiera tratarse de los Guardianes, o quizá de algún miembro de los Green Lantern Corps. -¿Otra nave?- preguntó desconfiado el Psion de mayor rango. -¿Pertenece a los Corps?-. -Los sistemas no logran identificarla, señor-. -Está bien. Vuelve al puente y ordena al piloto de nuestra segunda nave que intercepte y destruya a esta visita tan inoportuna. No necesitamos más prisioneros-. -De acuerdo, señor-. En el tiempo en que transcurrió esta breve conversación, Jack pudo evaluar aceleradamente su situación. A ambos lados le vigilaban estrechamente sus dos carabinas, apuntándole en todo momento con aquellas pequeñas armas gordanianas. Mientras, a dos metros escasos frente a él, se encontraba el Director de Investigación junto a Koriand’r, sujeta a una extraña silla metálica. Desde la base de su asiento, subían varios cables que se perdían en la parte posterior de su cabeza trasquilada. (9)

Belit’r ya fue presentada en Green Lantern #5.

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Alternativo

En el mismo instante en que volvía sus ojos cargados de odio hacia el Director de Investigación, éste le habló de nuevo: -Muy bien, Green Lantern. Creo que ya hemos perdido demasiado tiempo en este sistema estelar. Conforme se extienda la noticia de que los Guardianes han desaparecido, este rincón del universo va a incrementar su número de visitas de forma notable, y no es mi deseo acaparar más atención de la necesaria-. -¿Qué piensas hacer con nosotros?- escupió Jack. -Con la dulce Koriand’r poco más puedo hacer –sonrió el Psion observando el rostro sin vida de la Green Lantern-. Ya nos ha proporcionado toda la información que podíamos extraer de su exuberante cerebro. En cuanto a ti… vamos a recluirte en el almacén de carga hasta que nos encontremos en disposición de colocarte en su lugar. ¿Quién sabe los detalles tan interesantes que puedes ocultar dentro de esa cabeza de mamífero subdesarrollado?-. -Vale- contestó Jack rápidamente, calculando que la segunda nave ocupada por los Psions debía haberse alejado ya lo suficiente-, pero a Multivac no le van a gustar tus planes- concluyó alzando la voz por encima de su volumen habitual. Tanto el Director de Investigación como los otros dos Psions que se encontraban en el laboratorio se miraron entre sí con expresión interrogante. -¿Cómo...?- empezó a decir el Director. En ese momento, y en respuesta a la última frase de Jack, la Green Flame encendió bruscamente su sistema de propulsión durante sólo unos segundos, sacudiendo en el proceso a la nave gordaniana que estaba acoplada en uno de sus laterales. Los Psions cayeron al suelo desestabilizados por la inesperada agitación, momento que aprovechó el Green Lantern para lanzar una fuerte patada en el estómago del reptil más cercano, tomar su arma y disparar al segundo escolta en mitad del pecho. Mientras tanto el Director se incorporó con rapidez, sacando un arma que guardaba en uno de sus bolsillos. Jack se giró hacia él apuntando con precisión a su frente, pero en el mismo instante en que disparaba, el Psion que aún seguía vivo en el suelo tras recibir la patada, se aferró a sus piernas provocando que el Director recibiera la descarga en su hombro derecho. El Green Lantern forcejeó con el otro rodando por el suelo del laboratorio, al tiempo que el Director caía también retorciéndose de dolor. Fue entonces cuando entró en la estancia el cuarto miembro de aquel grupo de Psions, hasta entonces en el puente de navegación, alertado por la sacudida que había recibido la nave y los sonidos de lucha que le llegaban desde allí. Tan pronto como vio lo que estaba ocurriendo, cogió también su arma gordaniana y disparó sobre Jack; sin embargo, el Green Lantern consiguió interponer a su compañero en la trayectoria, recibiendo éste el tiro mortal entre el equivalente reptiliano de los omoplatos. Aprovechando la confusión del recién llegado, Jack le arrojó al Psion abatido, disparándole al mismo tiempo en la garganta cuando éste trataba de esquivarle. Con el corazón martilleando en su pecho, el Green Lantern observó el nuevo aspecto que mostraba el laboratorio tras convertirse en un improvisado campo de batalla: tres Psions muertos y otro, el Director de Investigación, perdiendo sangre abundantemente por la herida brutal de su hombro. A unos metros reposaba el brazo derecho que le faltaba, sujetando aún su arma. Jack permaneció inmóvil varios segundos frente a los cuerpos sin vida de los alienígenas, preguntándose por el momento exacto en que había dejado de afectarle la muerte de sus enemigos. ¿A cuántos había matado durante los últimos meses? Sin embargo, todos estos pensamientos se esfumaron con rapidez al reparar en Koriand’r. Se dirigió hacia su compañera, y estudió detenidamente los cables insertados en la base de su cráneo. 50

Capítulo tercero

-No sufras, mi querido Green Lantern- susurró el Director desde el suelo. –No hay nada que puedas hacer por ella: esos tubos son lo único que la mantienen con vida-. El Green Lantern clavó su mirada colérica en los ojos febriles del Psion. -¿Cómo la capturasteis?- le preguntó, e inclinándose sobre él añadió con rudeza: -¿Qué habéis venido a hacer aquí?-. -Puro azar…- sonrió débilmente el Director. –Hace sólo dos días que llegaron a (10) Dalen un grupo de contrabandistas gordanianos solicitando refugio. Según me contaron habían conseguido burlar los controles de los Green Lantern Corps, pero sospechaban que les seguían el rastro-. -¿Qué hicisteis con ellos?-. El Psion inclinó la cabeza con indiferencia: -Los matamos. Y nos quedamos con sus naves-. -No respetáis a nadie, ¿verdad?- le recriminó Jack. -Representaban una oportunidad única para escapar de Dalen y la aprovechamos. Sin embargo, antes de que pudiéramos preparar nuestra huida apareció esta Green Lantern buscando a los gordanianos; descubrió enseguida lo que había ocurrido y amenazó con tomar duras represalias contra nosotros. Sólo que entonces… su anillo se apagó ¿No es mala suerte? –volvió a sonreír el Psion. -¿Por qué vinisteis a Oa?-. -Supuse que algo importante debía de haber pasado para que su anillo perdiera todo el poder; algo que seguramente nos podría beneficiar. Así que nos embarcamos en las dos naves gordanianas y vinimos hasta aquí con la Green Lantern como rehén-. El Director tomó aire dificultosamente antes de continuar: -Lo que nunca hubiera imaginado es que la información más interesante se encontraba dentro del cerebro de esa perra-. -¿A qué te refieres?- explotó Jack aferrándole por el cuello. -Según he podido descubrir, a tus amados Guardianes no les pareció suficiente castigo exiliarnos en esa bola de barro que es Dalen, negándonos el acceso a cualquier tipo de tecnología… No... Durante estos últimos meses han irradiando nuestras ciudades desde el espacio hasta conseguir su objetivo final: esterilizar a todos y cada uno de nosotros-. -¿Cómo?- exclamó Jack confuso. -En menos de cien años los Psions habrán desaparecido para siempre… ¿Acaso no lo sabías? Lo dudo…-. -¡Se acerca una de las naves!- exclamó Kilowog. -¿Qué?- preguntó Voldak desde la habitación contigua a la cabina de pilotaje, equipada con un sofisticado retrete. El Green Lantern se giró hacia el cuarto cerrado, con objeto de que el Khund escuchara su voz con mayor claridad: -¡Una de las naves se ha separado del grupo y viene hacia nosotros!-. Voldak abrió rápidamente la puerta, alejándose del sonido estridente del evacuador eléctrico. -¿Se encuentra la Memoria en su interior?-. -Me temo que no...- respondió Kilowog, y mirando al Khund con repentina curiosidad añadió: -¿Sabes manejar un Carrusel?-. Voldak se envaró, observando al Green Lantern con dignidad ofendida:

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Dalen es el planeta en el que han sido exiliados los Psions.

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Alternativo

-Soy un Khund. Quizá nunca me haya sentido a gusto con el estilo de vida que rige en mi planeta, pero la formación militar es obligatoria para todos nosotros desde el momento en que nacemos-. -Y eso significa...- le pinchó Kilowog con tono burlón. -Que evidentemente sé manejar un Carrusel-. -Estupendo; porque esa va a ser tu posición mientras yo piloto la nave, muchacho-. Voldak estudió con preocupación el espacio exterior. -¿Crees que nos atacarán?-. -Entra dentro de lo posible. Después de todo tienen la Memoria, y eso puede suponer que...-. -Está bien- cortó bruscamente el Khund, evitando exponerse a las conclusiones de Kilowog: no quería pensar ni por un instante que Belit’r pudiera haber recibido algún daño. –¿Dónde se encuentra el Carrusel?-. -En el nivel inferior- indicó el Green Lantern mientras empujaba el asiento del copiloto hacia delante, descubriendo una pequeña abertura en el suelo. Sin perder un minuto más, Voldak se inclinó sobre la escalerilla que asomaba desde la penumbra del agujero, y bajó por ella hasta una estancia de proporciones similares a las de la cabina de pilotaje. El centro de aquella habitación estaba ocupado por una plancha circular colocada sobre el suelo. De un diámetro cercano a los dos metros, se encontraba cubierta por algún tipo de material esponjoso del que sobresalían unas pequeñas palancas en dos de sus extremos. Mientras observaba detenidamente aquel instrumento, Voldak lamentó el arranque de absurdo orgullo racial que había mostrado frente a Kilowog: el Carrusel representaba todo lo que detestaba en su pueblo y en sí mismo. La voz del Green Lantern llegó a sus oídos desde la cabina del nivel superior: -Colócate cuanto antes. La nave está a punto de llegar-. El Khund se aproximó al Carrusel gruñendo con cierto rechazo. Se tumbó de espaldas sobre él, y extendió brazos y piernas hasta alcanzar los límites del círculo. Seguidamente, agarró las palancas con ambas manos y pulsó los dos botones de color rojo que sobresalían en sus laterales. Sin apenas emitir un sonido, se cerraron dos pares de argollas acolchadas sobre sus muñecas y tobillos, fijando al Khund sobre la superficie. -Activación- murmuró Voldak con lengua pastosa. En respuesta, surgieron cientos de pequeños alambres alrededor de su cabeza, que se alzaron hasta detenerse a pocos milímetros del cuero cabelludo. Al tiempo que el instrumento se elevaba con delicadeza, colocándole en posición vertical, el Khund reparó en que su cerebro ya no recibía las imágenes captadas por sus ojos, sino aquéllas que transmitían los sensores ópticos externos de la nave. Con estos órganos visuales recién adquiridos, Voldak podía ver todo el espacio circundante, y por supuesto, también esa otra nave que se encontraba ya tan cerca. -¡Estoy listo, Kilowog!- gritó el Khund. -Muy bien- contestó el Green Lantern. –Voy a intentar comunicarme con…-. Antes de que Kilowog concluyera su frase, ambos pudieron observar desde sus respectivas posiciones el lanzamiento de varias descargas de antimateria por parte de la otra nave. -Parece que no tienen mucho interés en conversar con nosotros- exclamó Kilowog mientras movía frenéticamente sus grandes manazas por la consola de mandos.

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Capítulo tercero

En el nivel inferior, Voldak comenzó a manipular las palancas del Carrusel, preparando los sistemas ofensivos de la nave para el contraataque. -Jack, me temo que no disponemos de mucho tiempo antes de que regrese la otra nave gordaniana –informó la reconocible voz de Multivac desde un pequeño altavoz del laboratorio. -Te sugiero que vuelvas pronto a la Green Flame-. -Un segundo, Multivac- respondió el Green Lantern observando con atención el rostro del Psion. -¿Qué es ese objeto que guardas? ¿Qué tiene que ver con lo ocurrido en Oa?-. El Director de Investigación dejó caer su cabeza hacia atrás, sobre el suelo del laboratorio. -¿Eso? Es algo que recogimos cerca de esa nueva “estrella”… Muy interesante…-. -¿Qué es?- repitió Jack zarandeando su cuerpo cada vez más débil. -Estoy cansado, Green Lantern. Acaba conmigo de una vez. Termina el trabajo que empezaron tus Guardianes…-. -Jack…- volvió a llamar Multivac. El Green Lantern soltó al Psion, y buscó precipitadamente entre los bolsillos del alienígena hasta encontrar el pequeño poliedro de color lechoso que le había mostrado unos minutos antes. Lo guardó en su uniforme negro y fue con rapidez hacia su compañera. -Lo siento, Kory…-susurró en su oído mientras tiraba con fuerza de los cables insertos en la cabeza. Aunque el rostro de Koriand’r no cambió de expresión, Jack pudo apreciar claramente que no respiraba ya. Al apartar su mirada de ella, se reencontró con la sonrisa cruel del Psion moribundo. Sintió entonces que algo se rompía en su interior; apuntó de nuevo el arma y disparó tres veces sobre el cuerpo del Director de Investigación. Jack salió del laboratorio en dirección a la Green Flame. -¿Han alcanzado ya los Psions a esa otra nave?- preguntó entrecortadamente, sintiendo la mandíbula rígida. -Sí- contestó Multivac. -Están combatiendo-. -¿Sabes algo sobre ella?-. -Nada. Su diseño me es desconocido-. -Pensé que podría estar pilotada por Guardianes o Green Lanterns, pero si no fuera así...-. La ira ya consumida parecía haber sido sustituida por una repentina indecisión. -Jack –intervino Multivac. -Sugiero que volvamos a la Atalaya antes de que se resuelva el enfrentamiento. Si esa nave estuviera tripulada por algún otro enemigo de los Green Lantern Corps, nos arriesgamos a tener que enfrentarnos a ella con la Green Flame desarmada-. -Creo que aceptaré tu sugerencia, Multivac- murmuró Jack observando el pequeño objeto que había sustraído al Director de Investigación. –En la Atalaya podremos decidir con mayor tranquilidad nuestro próximo movimiento-. -Muy bien. Ya estamos aquí- informó Kilowog. -¿Dónde es aquí?- preguntó Voldak con aire ausente, sentado a su lado en la cabina de pilotaje. La enorme boca del Green Lantern pareció torcerse en una sonrisa al contestar:

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Alternativo

-Nos encontramos frente al único satélite del planeta Tierra, muchacho. Y por lo que estoy viendo, este universo no es tan diferente del nuestro: ahí está la Atalaya de la Liga de la Justicia-. -¿Y la Memoria de la nave?-. -En su interior. Con un poco de suerte podremos recuperarla sin tener que luchar otra vez- contestó el Green Lantern. El Khund desvió su mirada hacia el monitor al escuchar estas palabras. -Voldak –intervino Kilowog. -Sé que nunca habías matado a nadie antes de hoy, pero debes entender…-. -Lo sé- contestó el otro forzando una sonrisa. –No tuvimos opción. Lo entiendo-. -¿Seguro?-. Voldak se limitó a sonreir de nuevo afirmativamente. Sin saber qué más podía decir, Kilowog volvió su atención sobre la consola de mandos, abriendo un canal de comunicación con la Atalaya. -¿Hola? –saludó con su voz más cálida. -Soy Kilowog, de los Green Lantern Corps, solicitando permiso para alunizar-. Tras un prolongado silencio, recibió su respuesta. -¿Kilowog?- respondió el altavoz de la consola con tono sorprendido. -¿No estabas en Oa?-. -Um… Mi historia es un poco larga, y quizá algo increíble; creo que será mejor que te la cuente más tarde. Por cierto, ¿quién eres tú?-. -¿No me reconoces? Soy Jack. Jack Knight-. Kilowog miró a Voldak indicándole con un leve gesto su ignorancia sobre la identidad de aquel individuo. -Sí, por supuesto…- contestó de todas formas. -Está bien- concluyó Jack. –Dirígete hacia el hangar. Tenemos mucho de qué hablar-.

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Green Lantern #7 Alternativo: Capítulo cuarto

Jack Knight se dejó caer sobre uno de los sillones que rodeaban la mesa de conferencias de la Sala Central, en la Atalaya. Apenas habían pasado unas horas desde que partiera hacia Oa en busca de una respuesta al agotamiento de su Linterna Verde, pero el Green Lantern se sentía como si hubieran transcurrido días enteros. -No tienes buen aspecto, Jack –señaló Multivac mostrándose con el rostro de Cary Grant en la pantalla situada frente a él. –Deberías dormir un rato. Y quizá comer algo antes: no has tomado nada en todo el día-. -Bebí leche esta mañana, ¿no lo recuerdas?- murmuró el Green Lantern con manifiesto desinterés. -Jack...-. -No tengo tiempo para descansar, Multivac; y menos aún para discutir por tonterías. ¿Has podido contactar con algún otro Green Lantern desde que me fui?-. -No, pero he captado dos transmisiones-. -¿De otros miembros de los Corps?-. -Sí-. -¿Y por qué no me lo has dicho antes?- exclamó Jack incorporándose en su asiento. -¿Llegaste a hablar con ellos?-. -No. En ambos casos se trataba sólo de grabaciones enviadas a la Ciudadela de los Guardianes, en Oa, a través del canal de seguridad. Insististe tanto en que comenzara el análisis de ese objeto recogido por los Psions, que no he tenido tiempo de informarte…-. -Está bien, pero cuéntame ya lo que decían esos mensajes- le apremió Jack. -El primero de ellos fue enviado desde Apokolips…-. -¿Apokolips? –repitió el Green Lantern con ansiedad. -Allí se encuentran cerca de medio millar de los nuestros; con su apoyo quizá podríamos…-. -Jack… -interrumpió la inteligencia artificial. -El mensaje era una petición desesperada de ayuda: los Parademonios se han liberado y están masacrándolos a todos(11)-. El rostro del Green Lantern palideció súbitamente al percatarse de que no habían pasado ni veinticuatro horas desde que abandonara Apokolips para asistir a su reunión con el representante metahumano en la Tierra: aquel bien podía haber sido también su destino. -¿Y la segunda transmisión?-. -Fue enviada por Symon Terrynce, desde el planeta Tanjent, informando de que abandonaba la base antes de que su gente descubriera el agotamiento de la Linterna Verde y acabara con su vida-. -¿Ya está?-. -Ya está-. -¿Y eso es todo?- gritó Jack. -¡¿3.600 Green Lanterns repartidos por todo el universo y sólo has conseguido captar dos putos mensajes?!-.

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Green Lantern #4,5, incluido en el Especial Navidad 2005 de AT Visions.

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Capítulo cuarto

-Entiende que nos encontramos en una situación muy delicada, Jack –explicó Multivac con suavidad, intentando calmarle. –Sin la protección de los Guardianes, ni el poder de sus anillos, los Green Lantern Corps se han convertido en una presa fácil y muy apetecida. Los que hayan logrado sobrevivir a este apagón habrán sido lo suficientemente precavidos como para esconderse donde nadie más pueda encontrarlos-. Jack se levantó muy lentamente de su sillón, mirando fijamente la imagen digitalizada de Multivac. -¿Crees que debería marcharme de aquí y ocultarme en algún rincón de la Tierra?-. -Probablemente fuera lo más seguro para ti-. El Green Lantern le dio la espalda, dirigiéndose hacia una de las puertas de la Sala Central. -Avísame cuando termines el análisis de ese chisme. Voy a darme una ducha-. Sin embargo, antes de que llegara a salir de la estancia, se detuvo al escuchar un breve pitido agudo. Multivac habló de nuevo: -Se aproxima una nave hacia nosotros, Jack: aquella que no fui capaz de identificar en el Sistema Sto-Oa-. -¿Cómo?- dijo el Green Lantern abriendo los ojos de par en par. -Detecto daños de diversa gravedad en su estructura externa, supongo que como resultado de su enfrentamiento con los Psions, pero no hay duda: se trata de la misma nave, y nos ha seguido hasta aquí-. El Green Lantern ocupó rápidamente su posición frente al amplio monitor de la Sala Central. -Activa inmediatamente los sistemas ofensivos, Multivac-. -Sistemas activos –y tras unos segundos de tenso silencio: -Jack, han abierto un canal de comunicación-. Precedida por el leve crepitar de la estática, llegó hasta sus oídos una voz que no le resultaba desconocida: -¿Hola? Soy Kilowog, de los Green Lantern Corps, solicitando permiso para alunizar-. -Entonces –siguió Kilowog-, tras destruir al fin la nave gordaniana que nos había atacado, fuimos directamente hacia la otra que se encontraba a la deriva. Nuestro ordenador nos había confirmado que la Memoria ya no estaba allí, pero pensamos que quizá quedara alguien que pudiera informarnos sobre lo ocurrido-. -Sin embargo, sólo encontramos aquellos cuatro Psions muertos y la mujer de Tamarán horriblemente mutilada- intervino Voldak recordando con un escalofrío que había llegado a confundirla con Belit’r. -Exacto. Así que abandonamos aquella nave y saltamos al hiperespacio siguiendo tu rastro hasta aquí- concluyó el corpulento Green Lantern, que había mantenido sus brazos en alto durante toda la conversación. Aunque aún les observaba con cierto recelo, Jack bajó ligeramente el arma con la que les apuntaba. -Lamento mucho la destrucción de tu Oa –continuó diciendo Kilowog-, pero nosotros no tenemos nada que ver con ello. Hemos viajado hasta este universo sólo para buscar a nuestra gente-. En ese momento, la voz metálica de Multivac resonó por todo el hangar de la Atalaya, rompiendo el silencio en el que todavía se refugiaba el Green Lantern alternativo:

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Alternativo

-Jack, he completado el análisis de los datos contenidos en la Memoria y parecen corroborar la historia de Kilowog-. El Green Lantern asintió pensativo mientras guardaba finalmente su arma. -Perdonadme- solicitó Jack. –Hoy he tenido un día muy difícil... y aún no ha terminado-. -Si os acercáis hasta la Sala Central –añadió Multivac-, podré explicaros lo que he averiguado-. -Está bien- dijo Jack dirigiéndose a los otros dos. –Seguidme-. Mientras salían del hangar, Kilowog elevó una vez más su atronadora voz: -¿Dónde están tus compañeros de la Liga de la Justicia?-. Jack sintió un repentino sentimiento de vergüenza que le impedía explicarle claramente lo sucedido durante los últimos meses. Sin embargo, le contestó antes de que este remordimiento incipiente le llevara a cuestionarse sus actos: -Se trasladaron a Nueva York. La Atalaya se ha reconvertido en una base de los Green Lantern Corps-. -Ah...- repuso Kilowog sin atreverse a insistir, mientras entraban ya en la Sala Central. -Sentaos, por favor- dijo Jack señalando los sillones colocados alrededor de la mesa de conferencias. Acomodándose en uno de ellos, Kilowog se fijó en la cabina teletransportadora que ocupaba una de las esquinas de la sala, activada en lo que parecía un bucle de transportación. -Dinos Multivac- intervino Jack, impidiendo que el Green Lantern llegara a preguntarle por aquello. -¿Qué has averiguado?-. -En primer lugar –comenzó la inteligencia artificial-, que la nave que se perdió en el salto hacia Oa transportaba en su interior una pequeña muestra biológica: un organismo muy peculiar, capaz de sintetizar un polímero altamente energético-. -Es cierto- confirmó Kilowog. -Por otro lado, y según la Memoria de la nave, que el accidente fue causado por las energías implicadas en el salto al hiperespacio-. -¿Accidente?- preguntó Voldak visiblemente agitado. -Sí, accidente- continuó Multivac. –El salto al hiperespacio provocó una sobrealimentación de la colonia microbiana, forzándola a desprenderse del exceso de energía mediante emisión de ondas más cortas que la luz: ultravioleta, rayos X, e incluso radiación gamma-. -Pero ese tipo de radiaciones debieron resultar mortales para las mismas células que las emitían –intervino Kilowog. -Y así fue… en un porcentaje muy alto, hasta que algunas de ellas consiguieron servirse del polímero como defensa frente a la radiación generada por él mismo. Así protegidas, estas células lograron crecer sin control de forma acelerada-. -¿Qué… Qué ocurrió entonces?- tartamudeó Voldak. -La cápsula de contención que encerraba al organismo acabó destrozada por el bombardeo interno, y una vez liberado, se extendió por toda la nave en cuestión de segundos. Ningún tripulante sobrevivió a la colonización-. El Khund se levantó bruscamente del asiento, apoyando sus manos temblorosas sobre la mesa; apartó a un lado el sillón y caminó torpemente hacia la puerta más cercana de la Sala Central, cruzándola sin pronunciar palabra. Kilowog hizo el amago de seguirle pero no llegó a levantarse, pensando que quizá sería mejor dejarle unos minutos a solas para que asimilara la pérdida de Belit’r.

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Capítulo cuarto

-Lo siento- añadió Multivac con su voz desprovista de emociones antes de continuar: -Finalmente, el microorganismo afectó también al ordenador de abordo, desestabilizando el salto, y provocando que la nave apareciera en un Sistema Sto-Oa alternativo: el nuestro-. -¿Y entonces?- preguntó Jack con cierta ansiedad. -Sin un piloto, ni ordenador que redujera la aceleración asociada al abandono del hiperespacio, salió disparada hacia el mismo corazón de Oa-. Jack se cubrió el rostro con las manos, imaginando el resto. -Llegado este punto, la estructura de la nave se encontraba ya tan dañada por la radiación emitida, que poco antes de alcanzar la atmósfera de Oa, la Memoria se desprendió del casco, permaneciendo en órbita hasta el momento en que la recogieron los Psions-. Ni Kilowog, ni Jack pidieron más detalles, pero Multivac siguió su relato: -Aunque la Memoria no ofrece más información sobre lo ocurrido después de su desprendimiento, puedo suponer que a la velocidad que se aproximó la nave, ni los Guardianes, ni cualquier Green Lantern que se encontrara entonces en el planeta tuvieron tiempo suficiente para evitar su colisión y posterior expansión del organismo por toda la superficie-. -¿Y por qué no contuvieron el crecimiento de esas bacterias con la energía de sus anillos?- preguntó Jack sintiéndose realmente agotado. -No pudieron, ¿verdad?- volvió a intervenir Kilowog. –El microorganismo desprende luz dorada-. -Efectivamente- confirmó Multivac. –Amarillo: el único color inmune al poder de los Green Lantern Corps-. La Sala Central de la Atalaya permaneció en silencio durante varios minutos, hasta que finalmente habló Kilowog de nuevo: -Voy a buscar a Voldak. Debemos regresar-. -Pero…- susurró Jack. -¿Qué vamos a hacer con ese organismo que ha arrasado con todo?-. -No creo que pueda hacerse mucho más- respondió Kilowog. -La vida en Oa es irrecuperable, y por otra parte, esa bacteria no ha sido capaz de proliferar más allá de la superficie del planeta. La infección está localizada y ya ha hecho todo el daño que podía hacer-. -Pero...- repitió Jack otra vez. -Lo siento. Tenemos que irnos ya- insistió Kilowog levantándose del sillón. –Debemos regresar al Sistema Sto-Oa y buscar el camino que seguimos para llegar hasta aquí antes de que se disperse totalmente-. -¡Un momento! –reaccionó Jack sacudiéndose el letargo en el que se había sumido mientras escuchaba lo ocurrido. -¿Lo siento? ¿Eso es todo lo que puedes decir? Vuestra nave ha destruido Oa, eliminado a los Guardianes, ¡y condenado a todos los Green Lantern Corps!... ¿Lo siento?-. -Ha sido un accidente, Jack –respondió Kilowog con gravedad. -Las instalaciones científicas donde se estaba desarrollando ese microorganismo fueron saboteadas por uno de sus investigadores, y programadas para su autodestrucción. Durante la evacuación, mi compañero Kyle decidió enviar a Oa a todos sus ocupantes, junto con esa muestra encapsulada de la bacteria...-. -¡Firmando nuestra sentencia de muerte!-. -Kyle no dispuso más que de unos segundos para decidirlo. No puedes culparnos por algo imposible de prever-.

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Alternativo

Jack, que se había levantado también durante la discusión para colocarse frente al enorme Green Lantern, observaba su rostro con ojos desafiantes: -¿No puedo?-. Sin embargo, mientras sostenía la mirada firme de Kilowog, notó cómo su agresividad iba disminuyendo lentamente, diluida en un creciente sentimiento de frustración que terminó por hacerle bajar los ojos. Kilowog apoyó su mano derecha sobre el hombro encogido del Green Lantern. -Discúlpame- dijo Jack. –Sé que no sois responsables de lo que ha pasado...-. -Lo entiendo, no te preocupes. Pero ahora debemos irnos: cuanto más tardemos en volver a Oa, más difícil será nuestro regreso-. -Por supuesto… –respondió acompañando a Kilowog fuera de la sala. Entonces, recordando algo de improviso añadió: –Espera. Los rumores sobre este desastre han debido extenderse ya por todo el universo conocido, y a estas alturas no habrá raza alienígena que no se dirija hacia allí para comprobar lo sucedido. Es más que probable que acabéis capturados antes de encontrar vuestro camino de vuelta-. -Tienes razón, ¿pero qué otra opción nos queda?-. -Quizá pueda ofreceros un viaje de regreso alternativo…-. Al salir al pasillo, Jack se quedó inesperadamente callado, deteniéndose a dos pasos de la puerta de entrada a la Sala Central. Siguiendo su mirada, Kilowog descubrió con estupor el cuerpo tembloroso del Khund apoyado sobre una de las paredes del pasillo: apuntaba una de las armas gordanianas contra su propia frente. -¡Voldak...!- exclamó con voz entrecortada. El Khund observó por un instante los ojos de Kilowog solicitando comprensión. Seguidamente, disparó el arma antes de que cualquiera de los dos Green Lanterns tuviera la oportunidad de acercarse a él. -¿Cómo funciona?- preguntó el Green Lantern de piel pétrea, mirando con evidente desinterés aquella pequeña plataforma circular que se elevaba unos diez centímetros del suelo. -Los habitantes de Thrix utilizan este transportador para realizar viajes interplanetarios -explicó Jack. -Pero Superman lo empleó hace un par de años para devolver a una versión malvada de sí mismo a su universo de origen; de alguna forma es capaz de reconocer la naturaleza de tus átomos y trasladarte a donde perteneces-. Kilowog asintió mecánicamente, tratando de convencerse de que esa máquina era su mejor opción. A pesar del riesgo que suponía confiar en la palabra de aquel Green Lantern que conocía desde hacía sólo un par de horas, tuvo que admitir que la alternativa de volver pasando por el Sistema Sto-Oa no le resultaba nada atractiva. -Esta bién- dijo Kilowog colocándose sobre la plataforma. –Adelante-. Pocos segundos después de que Jack iniciara el protocolo de activación, sus pies comenzaron a brillar con un leve fulgor opalescente que fue extendiéndose por todo su cuerpo. -Lamento que hayamos tenido que encontrarnos en estas circunstancias- le dijo Jack sin levantar los ojos del cuadro de mandos que estaba manejando. –Te prometo que tu compañero recibirá un funeral digno, de acuerdo con el rito Khund-. -Gracias- respondió Kilowog. –Por todo-. A continuación, aquella sala, con todos los muebles e instrumentos que la abarrotaban, fue perdiendo nitidez a los ojos de Kilowog, como si de una imagen desenfocada se tratara. En cuestión de un minuto, se encontró rodeado por una neblina difusa y opaca que no le permitía ver nada.

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Capítulo cuarto

Mientras se completaba este proceso el Green Lantern no llegó a sentir ningún malestar físico, hasta que de forma repentina se vio sacudido por un fuerte dolor en el pecho que le hizo desplomarse sobre el suelo. Un suelo que no era la plataforma metálica a la que había subido, sino la polvorienta y estéril superficie de la Luna: ya no se encontraba en el interior de la Atalaya. Aún dolorido, y notando cómo la desesperación iba lentamente apoderándose de él, alzó el puño derecho sólo para descubrir que su anillo seguía agotado y no podía suministrarle el oxígeno que necesitaba para respirar. Realizando un infructuoso intento de desplazamiento por aquel paisaje de gravedad reducida, acabó cayendo sobre sus rodillas, sin fuerza para continuar su avance. ¿Es posible que Jack me haya mentido?, se preguntó al límite de la pérdida de conocimiento. Entonces, volvió a respirar sin problemas. Durante unos segundos permaneció tendido cuan largo era, resoplando sobre la arena blanca mientras recuperaba el ritmo de su respiración con los ojos cerrados. Cuando al fin pudo abrirlos, sin embargo, pensó que debía estar sufriendo algún tipo de alucinación provocada por la asfixia. Sus manos, todo su cuerpo, brillaban rodeados por un aura de color azulado; y frente a él, donde antes no había nada, se encontraba un individuo de aspecto humanoide y estatura elevada, que le observaba con ojos afables que casi se perdían en una gran cabeza rasurada. -Saludos forastero- le dijo con voz grave. -Mi nombre es Uatu. Soy el Vigilante-. A medida que Jack presionaba la combinación apropiada de botones, Kilowog fue desdibujándose hasta casi desaparecer. Pero poco antes de que llegara a completarse la transmisión, se vio sobresaltado por la voz inusualmente atemorizada de Multivac: -Lo siento, Jack. No he pod...-. Simultáneamente, la Atalaya volvió a sumirse en la oscuridad, como ya había ocurrido sólo unas pocas horas antes. El transportador del planeta Thrix crujió con un chasquido sordo al perder el suministro energético en pleno proceso de transferencia. -¿Multivac?- llamó Jack girando a su alrededor sin poder ver nada. -Multivac ha sido erradicado de los sistemas lógicos de la Atalaya, Jack –respondió una fría voz femenina. -Soy Oráculo, y estas instalaciones se encuentran ahora bajo el control de la Liga de la Justicia. Entrégate-. Varias de las luces de emergencia comenzaron a iluminar débilmente la sala, mientras Jack permanecía inmóvil sin saber muy bien qué hacer. Entonces se acordó de su hermano, y del bucle en el que se encontraba: el apagón podía haberlo matado. -¡David!- exclamó desesperado corriendo hacia la puerta. Sin embargo, poco antes de alcanzarla se detuvo en seco, reparando en dos ojos rojos que le observaban desde las sombras del pasillo. -No te preocupes por tu hermano, Jack- le informó aquella figura semioculta. –Lo liberamos del bucle de transportación antes de que Oráculo reseteara los sistemas. David se encuentra a salvo en Nueva York-. -Gracias Clark(12) –murmuró Jack. -¿Cómo habéis sabido...?-. -Recibimos una comunicación desde Rann: Adam nos lo contó todo(13)-. (12) (13)

Clark, por supuesto, no es otro que Superman. Adam Strange es un antiguo miembro de la Liga de la Justicia, héroe del planeta Rann.

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-Claro...-. -Ahora debes acompañarme Jack. Se te acusa de crímenes contra la Humanidad-. El Green Lantern se mantuvo en silencio. Impotente. Cómo hacerle entender, cómo hacer entender a la gente de la Tierra lo que pretendían conseguir los Guardianes. Cómo explicarles... Ya era demasiado tarde. No le quedaba más que someterse al juicio de todo un planeta y acatar su condena. -De acuerdo- aceptó Jack. Soy el Vigilante. Durante eones he contemplado asombrosas realidades alternativas; un número infinito de universos en los que algunos acontecimientos resultaron muy diferentes de los que ya conoces. En uno de estos universos, Jack Knight fue el Green Lantern del sector 2814 durante toda una década, y tras la caída de Oa y la muerte de los Guardianes, fue ejecutado por aquellos mismos a los que juró proteger. Kilowog, por su parte, se vio exiliado en un universo muy diferente al suyo, donde vivió numerosas aventuras mientras buscaba un camino de regreso. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

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Ayer, Hoy... ¿Mañana?

Green Lantern #8 Ayer, Hoy... ¿Mañana?

Queens. Nueva York. Hace veintisiete horas. Kyle Ryner sintió el crujido de todos los huesos de su mano derecha cuando Zod cerró su puño en torno a ella, desafiando el poder del anillo. El dolor era intenso, y sólo su fuerza de voluntad le permitía ya sobreponerse a él, apretando los dientes con determinación mientras sostenía la terrible mirada del kriptoniano. Zod sonrió con fiereza al agotado Green Lantern. Observaba complacido la facilidad con que había conseguido doblegar a uno de los seres más poderosos del universo; y en el mismo instante en que consideró demostrada su superioridad, ejerció una presión aún mayor sobre su garra, fracturando con un solo movimiento mano y anillo. Aprovechando entonces la pérdida de concentración causada por el insoportable dolor que recorría su brazo derecho, Zod lanzó un último golpe sobre el rostro del Green Lantern, que lo arrojó inconsciente sobre el asfalto de aquella solitaria calle que habían estado sobrevolando durante su pelea(14). Atalaya de la Liga de la Justicia. La Luna. Ahora. -Kyle-. -...-. -Kyle...-. -... ¿Ganthet? ¿Eres tú?-. -Sí, soy yo. ¿Cómo te encuentras?-. -Bien, supongo... Pero no siento nada, y... ¡Un momento! ¡Ahora lo recuerdo todo! Debo avisar a la Liga de la Justicia... ¡¡Debo avisar a Superman!!-. -Relájate, Kyle. No tienes por qué preocuparte-. -Pero Zod...-. -Ya conocen la identidad de tu atacante, Kyle. El kriptoniano grabó su nombre en el asfalto, junto a ti-. -¿Kriptoniano? ¿Quieres decir como Superman? Pero Clark es el último de su raza...-. -Por lo que me ha estado contado J’onn(15), el origen de Zod es un tanto difícil de explicar; y en cualquier caso debería estar muerto(16)-. -Está bien, tampoco necesito conocer ahora todos los detalles, pero... ¿Cómo he llegado hasta aquí?-. -Cuando te encontraron tus compañeros de la Liga estabas inconsciente y gravemente herido; decidieron traerte a la Atalaya, y después me llamaron a mí-. -¿Te han hecho venir desde Oa sólo por mí? ¿Por qué? No es la primera vez que recibo una paliza así-. -Quizá no sea la primera, pero bien podría haber sido la última-. -Exageras...-. (14)

Más detalles sobre esta pelea en Superman #12. J’onn J’onzz, el Detective Marciano, es un miembro de la Liga de la Justicia. (16) El regreso de Zod puede seguirse a partir del número 6 de la serie de Superman. (15)

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Ayer, Hoy... ¿Mañana?

-De todas formas, me pareció una buena excusa para visitar de nuevo la Tierra... Esta vez sin posesiones extrañas de por medio(17)-. -Tranquilo, que no estoy echándote-. -No podrías ni aunque quisieras, muchacho-. -Hablas igual que Kilowog... Por cierto, ¿sabes algo nuevo del grandullón? Estoy empezando a preocuparme por él(18)-. -No, todavía no ha regresado a Oa-. -Vaya...-. -Pero aún es pronto para preocuparse; apenas ha pasado un mes desde que se marchó en busca de esa nave-. -Supongo que sí, pero me siento responsable de todo lo que pueda ocurrirle: si no hubiese recibido un código rojo de la Liga mientras me encontraba en Calisto(19), yo mismo hubiera acompañado a esa flota de naves hasta Oa...-. -Kyle, te recuerdo que Kilowog es un Green Lantern veterano que entrenaba a los novatos del Cuerpo mucho antes de que tú nacieras. No subestimes su capacidad para afrontar cualquier problema que pueda surgirle-. -No lo discuto Ganthet, pero no ha pasado tanto tiempo desde su resurrección, y quizá no se encuentre todavía al cien por cien... En fin, sólo espero que esté bien-. Ciudadela de los Guardianes del Universo. Oa. Hace cuatro meses. Kyle estaba sentado sobre una pequeña plancha circular que flotaba a medio metro del suelo, junto a la mesa del comedor. Con expresión interrogante, estudiaba los pequeños elementos bulbosos de color marrón esparcidos por su plato, sin decidirse a probar el desayuno que le había preparado el sintetizador de alimentos. Sin embargo, en el momento en que se disponía a pinchar una de aquellas piezas con su sofisticado tenedor, fue interrumpido por la poderosa voz de Kilowog: -Buenos días, muchacho- saludó desde la puerta. Kyle levantó la mirada hacia su compañero Green Lantern, recibiéndole con una cálida sonrisa: -Buenos días, Kilowog. ¿Cómo has pasado la noche?-. -Bien, pero apenas he conseguido dormir una hora seguida –contestó mientras se aproximaba, y tomaba asiento frente a Kyle en otra de las sillas magnéticas que rodeaban la mesa. –Creo que aún voy a necesitar un poco más de tiempo para adaptarme a mi nuevo estado-. -Tómatelo con calma. Sólo han pasado un par de días desde tu regreso del más (20) allá –dijo Kyle removiendo su desayuno, y acercando una de aquellas cosas a su nariz para olfatearla sin mucha convicción. -Tampoco es que me queje: este insomnio me está proporcionando un valioso número de horas extra para ponerme al día-. Kyle asintió distraídamente mientras arrugaba la nariz y devolvía la pieza de consistencia gelatinosa al plato.

(17)

La última vez que vino Ganthet a la Tierra estaba poseído por el ser llamado Sombra, en JLA #4. (18) Más detalles sobre Kilowog en Green Lantern #4-7. (19) El código rojo fue enviado por J’onn J’onzz en JLA #2, mientras Kyle se encontraba todavía en el Rectorado Delta, tal y como se contó en Green Lantern #1-3. (20) Kilowog resucitó en Green Lantern v3 #169 USA.

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Ayer, Hoy... ¿Mañana?

-No te imaginas la cantidad de cosas que pueden llegar a ocurrir en sólo diez años –siguió Kilowog. -¿Sabías que un grupo de científicos de Colu ha formulado una nueva teoría integradora de las cuatro fuerzas elementales de la Física?-. -Pues no... Pero parece fascinante. Creo-. -Tengo tanta información que asimilar sobre materias tan diferentes: Historia, Ciencia, Arte...-. -...Geografía, Espectáculos, Deportes... Una ficha completa del Trivial- concluyó Kyle. Kilowog le miró fijamente con ojos divertidos, rompiendo pronto en sonoras carcajadas mientras palmeaba la mesa con fuerza. -¡Me caes bien, muchacho!- afirmó el alienígena con franqueza. Kyle alzó los hombros cómicamente, con media sonrisa dibujada en su rostro. -¿Y tú?- preguntó Kilowog cambiando de tercio. -¿Has pensado ya lo que vas a hacer ahora?-. La expresión de Kyle se tornó sombría con la misma rapidez con que fue realizada la pregunta. -Más o menos, pero aún no estoy seguro. Anoche recibí una llamada de John(21), ¿sabes? Nada importante; ninguna situación desesperada que amenace el planeta o algo similar. Simplemente charlamos un rato sobre lo que habíamos hecho cada uno durante estos últimos meses, y bueno, también me dijo que ha estado pensando en abandonar la Liga de la Justicia(22)-. -¿Por alguna razón en especial?-. -No, en absoluto. Me contó que ha disfrutado mucho de su estancia en el grupo, pero que ahora necesitaba...-. -Más tiempo para él-. Kyle sonrió tímidamente al mover afirmativamente la cabeza. -Típico, ¿verdad? Bueno, el hecho es que acaba de cortar con su novia, y supongo que eso explica algunas cosas-. -Entiendo... ¿Y te pidió que regresaras para ocupar su lugar en la Liga?-No, por supuesto que no. Stewart entiende las razones que me llevaron a dejar la Tierra(23), y nunca me forzaría a volver-. -¿Entonces?- preguntó Kilowog abriendo los brazos con gesto interrogante. -No sé cómo explicarlo, pero al hablar con él... Sentí cierta vergüenza por la forma en que me marché de allí; quizá porque no reaccioné con la madurez que podría haberse esperado de mí. Y por otro lado, Jen...-. -Creo que es absurdo que te lamentes ahora por lo que hiciste entonces, Kyle. Si piensas que debes estar en la Tierra, no pierdas el tiempo torturándote con ello: limítate a volver-. -¿Tan sencillo como eso?-. -Tan sencillo como eso, muchacho-. Kyle bajó de nuevo sus ojos hacia el plato, y esta vez con decisión, pinchó uno de los pedazos y se lo llevó rápidamente a la boca. -¿Y tú, Kilowog? –comenzó a preguntar mientras masticaba. -¿Vas a quedarte aquí en Oa o...?-. (21)

John Stewart es el otro Green Lantern terrestre, que ocupó el lugar de Kyle en la Liga de la Justicia cuando éste se marchó de la Tierra. (22) Esta conversación tiene lugar entre JLA #100 USA y JLA #1 AT. (23) Kyle abandonó la Tierra tras la brutal paliza que recibió su amigo Terry Berg, en Green Lantern v3 #155 USA. En la continuidad Action Tales, Terry murió a consecuencia de estas heridas.

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Ayer, Hoy... ¿Mañana?

Antes de que llegara a concluir la frase, se detuvo en seco y escupió toda la comida sobre el plato. -¿Pero qué mierda es esta?- exclamó con el rostro crispado. Sin embargo, las fuertes risotadas de Kilowog apenas le permitieron oír sus propias palabras, mientras éste se retorcía sobre la silla flotante que soportaba su peso. -Entonces... ¿No te gustan los nematodos de Tiera?- logró pronunciar con dificultad el corpulento Green Lantern. -¿Los qué?-. -Ya sabes, los gusanos que se crían en esa bola de barro pantanosa del sector 3017- contestó aún entre carcajadas. –¿Es posible que al seleccionar tu planeta de origen en el sintetizador de alimentos marcaras “Tiera” en vez de “Tierra”?-. -Joder... –maldijo Kyle mientras seguía escupiendo restos de gusano masticado. –Pensé que se trataba de algún tipo de comida hindú o española-. -No te preocupes, muchacho. Hal(24) cometió el mismo error durante su período de entrenamiento, y logró sobrevivir a la experiencia sin mucho problema-. -Bastardo...- murmuró Kyle, observándole con una mirada que prometía venganza. -Y respondiendo a tu pregunta... Sí, me quedaré en Oa. Este es mi sitio, junto a Ganthet y el resto de Guardianes devueltos a la infancia(25)-. -¿Para crear con el tiempo unos nuevos Green Lantern Corps?-. -Por supuesto- afirmó Kilowog rotundo. –El universo nos necesita-. Atalaya de la Liga de la Justicia. La Luna. Ahora. -¿Y qué ha pasado al final con los refugiados del Rectorado Delta, Ganthet? La última vez que estuve Oa(26) todavía seguían en órbita-. -Oh, aterrizaron en el planeta la semana pasada: las tres naves estaban libres de esa misteriosa bacteria que complicó tanto las cosas en Calisto(27)-. -Algo es algo... ¿Han pensado ya en lo que van a hacer ahora?-. -Pues sí, y lo cierto es que no podría estar más satisfecho: salvo un pequeño grupo que ha decidido trasladarse al Rectorado XII, en Thanagar(28), los demás se quedarán en Oa-. -Pero allí sólo quedáis tú y los niños-Guardianes...-. -Razón de más para que me alegre de ver caras nuevas por nuestro planeta, ¿no crees? Durante los tres meses que estuvo allí, Kilowog comenzó a rehabilitar el Rectorado Prima y ahora...-. -¿El qué?-. -El Rectorado Prima, Kyle. Antes de que Hal enloqueciera y acabara con todo(29), Oa contaba con sus propias instalaciones científicas, igual que cualquier otro sector espacial. Así que los refugiados van a establecerse en nuestro Rectorado, y terminar la empresa que inició Kilowog-. -Ah, estupendo. Además su presencia te ayudará un poco a mantener la cordura, porque pasar todos los días rodeado de niños debe de ser una auténtica locura-. (24)

Hal Jordan fue el primer Green Lantern terrestre reclutado por los Guardianes del Universo. Kyle resucitó a los Guardianes del Universo en forma de niños (de ambos sexos) en Green Lantern v3 #150 USA. (26) En JLA #4. (27) Green Lantern #1-3. (28) Este Rectorado fue mencionado ya en Green Lantern #1. (29) Hal Jordan mató a todos los Guardianes del Universo, salvo Ganthet, y destruyó la Batería Central en Green Lantern v3 #50 USA. (25)

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Ayer, Hoy... ¿Mañana?

-No es para tanto... Pero en fin, de todas formas seguiré agradeciendo tus visitas; bueno, las tuyas y las de Jenny Lynn(30). Por cierto... ¿Dónde está Jade? Me ha extrañado no verla aquí contigo-. -¿Jen...?-. Apartamento de Kyle Rayner. Manhattan. Nueva York. Hace una semana. Kyle colocó la olla con agua sobre una de las resistencias de la vitrocerámica; añadió un poco de aceite de oliva, y se giró rápidamente hacia la barra americana para pelar la cebolla que acaba de sacar del frigorífico. Cuando Jen entró en el apartamento por la puerta de la terraza, ya había empezado a cortarla en pequeños trozos sobre una madera rectangular. -¿Cómo le ha ido el día a mi superheroína favorita? –preguntó Kyle sin dejar de mover el cuchillo. -Pues no sé qué habrá estado haciendo hoy Wonder Woman, pero por si te interesa, yo he tenido una tarde de perros y estoy muerta, cariño –respondió Jen con media sonrisa dibujada en el rostro, mientras cruzaba el salón hacia él. –Podría echarme en el sofá ahora mismo y dormir como un tronco hasta mañana-. -¿Y perderte la magnífica cena que estoy preparando? De eso nada... Snif...-. Jen apoyó los codos sobre la barra, observando a Kyle con mirada traviesa: -Está bien, me comeré la pasta antes de irme a dormir, pero no te eches a llorar-. -Festival del humor... –murmuró Kyle frotándose los ojos con el dorso de la mano izquierda. –Maldita cebolla-. -Si no perdieras el tiempo cortándola en trozos tan pequeños...-. -La cebolla nunca debe verse en el plato: hay que saborearla, no masticarlasentenció con tono deliberadamente pedante. La mujer de piel verde se volvió hacia el salón, levantando los ojos hacia el techo como si pidiera paciencia: -Lo que tú digas, cariño. Con tal de que se que pueda comer...-. Mientras Jen se dejaba caer en el sofá, buscando el mando de la televisión entre los cojines, Kyle echó la cebolla picada en la sartén y comenzó a removerla con una cuchara de madera. -¿Sabes? –dijo Jen. –Esta tarde quedé con Merayn(31) para tomar café-. Kyle dejó la cuchara sobre la encimera para acercarse al frigorífico y sacar una cuña de queso azul del interior. -Ah... ¿Y qué se cuenta? –preguntó sin mucho entusiasmo. -Nada en especial... Aparte de que aún sigue un poco confundida: no sabe si rehacer su vida aquí, en la Tierra, o marcharse-. Kyle desmenuzó una parte de la cuña de queso y siguió removiendo la cebolla; mientras tanto, viendo que el agua de la olla había entrado en ebullición, le echó un poco de sal y fue colocando los espaguetis en su interior. -La verdad es que últimamente no ha estado muy centrada...-. -¿Qué quieres decir con eso? –repuso Jen algo molesta por su comentario. -Bueno... –empezó a decir Kyle lamentando ya haberlo hecho. -Que quizá pudo pensarlo con más calma antes de dejar a John...-. Jen torció ligeramente el gesto mientras se quitaba los guantes con que solía acompañar su uniforme de Jade. (30) (31)

Jenny Lynn Hayden, también conocida como Jade, es la novia de Kyle. Merayn era la novia de John Stewart.

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Ayer, Hoy... ¿Mañana?

-No creo que ésa fuese una decisión que ella tomara a la ligera, Kyle, si es eso lo que insinúas-. -No la juzgo, Jen; sólo digo que es posible que se precipitara un poco al dejar a John de la forma que lo hizo, y que quizá, si lo hubiera pensado más detenidamente... –añadió terminando de sumergir los espaguetis en el agua hirviendo conforme se ablandaba su extremo inferior. Jen se volvió airada hacia Kyle: -¿Más detenidamente? En el momento en que John recuperó el anillo de poder y te sustituyó como Green Lantern de la Liga, dejó practicamente de vivir con ella; Merayn pasó días enteros encerrada en su piso esperando a que él se pasara por allí: si algo le sobró, precisamente fue tiempo para pensar en ello-. -¿No crees entonces que a lo mejor el problema es suyo, por no haber sabido adaptarse mejor a su vida en la Tierra?-. Un silencio incómodo se interpuso entre los dos. Jen encendió la tele y fue haciendo zapping sin prestar atención a lo que pasaba por la pantalla. Kyle echó el queso azul en la sartén, y lo removió junto con la cebolla. -Estás siendo injusto –continuó Jen de improviso. –Merayn es alienígena, y toda su vida ha girado en torno a John durante el tiempo que ha pasado aquí con él. Joder, no es como si te fueras a Europa y tuvieses que acostumbrarte a comer las patatas fritas con mayonesa: estamos hablando de tener que adaptarte a un planeta totalmente diferente al tuyo-. Kyle permaneció callado unos segundos, agitando alternativamente los espaguetis en la olla y la cebolla con el queso en la sartén: -Supongo entonces que la culpa de que se hayan separado debe haber sido mía: por irme de la Tierra cuando lo hice, por haberle dado a John un anillo de poder y por pedirle además que ocupara mi puesto en la Liga, ¿no?-. -No, Kyle. La culpa fue de John por descuidar su relación con Merayn...-. Jen dudó un breve instante antes de seguir: -Pero es cierto que si no te hubieses ido...-. Viendo que el queso ya estaba fundido, Kyle agarró con ímpetu el cartón de nata para cocinar que se encontraba abierto a su derecha, y virtió todo su contenido en la sartén salpicando buena parte de la vitrocerámica. A continuación se volvió bruscamente hacia el salón, donde Jen seguía zapeando. -Muy bien. ¿Qué sigue ahora? ¿Un nuevo reproche por haberme largado al espacio?-. Jen miró hacia la terraza con cansancio: -Ya hemos discutido esto otras veces, Kyle...-. -Parece que no las suficientes: siempre encuentras la ocasión de volver a sacar el tema-. Jen no respondió. Kyle se giró hacia la vitrocerámica dándole la espalda de nuevo. Al ver que la salsa había comenzado a ebullir, disminuyó la temperatura y removió el contenido de la sartén con energía. Mientras tanto, Jen se levantó otra vez y se acercó lentamente a la cocina. -Kyle...-. -Está bien –atajó él. –Dejémoslo así. La cena está casi lista-. -No, Kyle. Ese es precisamente el problema, que nunca terminamos una discusión, ni resolvemos nada. Seguir ignorando las cosas no va a ayudarnos a ninguno de los dos-. Kyle dejó la cuchara de madera a un lado y se volvió hacia Jen, mostrando confusión en su mirada: 69

Ayer, Hoy... ¿Mañana?

-¿Qué quieres decir?-. -Que esto no funciona, Kyle. He tratado que todo volviera a ser como antes, te lo aseguro, pero...-. -¿C-Cómo?-. Los ojos de Jen brillaban con lágrimas apenas contenidas. -Lo sabes tan bien como yo, Kyle: algo cambió mientras estuviste en el espacio, y ahora...-. Jen se dio la vuelta rápidamente y fue directa hacia el sofá para recoger sus guantes. –Me voy-. -Pero Jenny... –acabó reaccionando Kyle. –No entiendo a qué viene todo esto. Hemos discutido otras veces, pero eso no significa que...-. -Lo siento, Kyle –le cortó desde la puerta de la terraza. –Adiós-. Jen se elevó a continuación hacia el cielo nocturno de Manhattan, envuelta en un halo esmeralda. Kyle apagó las resistencias de la vitrocerámica como un autómata, sin prestar atención a lo que estaba haciendo. Después se dejó caer sobre el suelo de la cocina, y permaneció allí sentado el resto de la noche. Atalaya de la Liga de la Justicia. La Luna. Ahora. -Está bien, ya he terminado-. -... ¿Has terminado el qué, Ganthet?-. -De curarte. Ahora despierta-. -¿Qué?-. -Despierta, Kyle-. Kyle abrió lentamente los ojos, como si temiese que un gesto tan sencillo como aquel pudiera llegar a provocarle un dolor insoportable. Sin embargo, no necesitó más que unos segundos para darse cuenta de que se sentía como no se había sentido en años: estaba en plena forma. Con un rápido vistazo, comprobó que descansaba sobre la cama de su habitación en la Atalaya, y que Ganthet se encontraba de pie junto a él, sonriéndole con satisfacción. -¿Qué ha pasado?- exclamó el Green Lantern. -Ya nada- respondió el Guardián. -Pero has estado muy cerca de no contarlo, Kyle: la pelea con Zod te dejó en un estado francamente lamentable. Ese fue el motivo por el que me llamaron tus compañeros de la Liga de la Justicia, y esa ha sido la razón por la que he venido hasta la Atalaya en cuanto me ha sido posible-. -Entonces... ¿Has utilizado tu poder para curarme?-. -Efectivamente –asintió Ganthet. -A pesar de las secuelas que esto pueda tener para tu salud...-. -Bueno... –dijo encogiéndose de hombros. –Unos cuantos días de reposo en Oa, y estaré como nuevo-. -No me cuentes historias; sé que necesitarás unos cuantos meses para poder recuperarte... ¿Y todo el tiempo que hemos estado charlando antes?-. -Comunicación telepática. Cuando el paciente presenta un daño físico tan severo como era tu caso, resulta aconsejable estimular su consciencia mientras se trabaja en su cuerpo-. -Vaya... Pues no sé qué decir... –murmuró Kyle perplejo, observando su mano derecha detenidamente mientras flexionaba los dedos. -“Gracias” suele ser lo más adecuado en estos casos –concluyó Ganthet sentándose fatigado sobre el sillón que estaba junto a la cama. 70

Ayer, Hoy... ¿Mañana?

Templo del Espectro. Utah. Dentro de seis meses. En un templo oculto a los ojos de los mortales, perdido en los desiertos que se extienden al sur de Utah, se encuentra el hogar del Espectro, el Espíritu de la Redención. Allí, sumido en un profundo estado de meditación, extiende su conciencia a través de los Espejos Alma que le rodean, buscando la tristeza y la esperanza por todo el universo; buscando a todos aquellos que necesiten su ayuda. Sin embargo, no siempre ha sido así; pues sólo desde que Hal Jordan aceptó ser su anfitrión humano, el antiguo Espíritu de la Venganza inició su conversión en la fuerza redentora que ahora observa el conjunto de la Creación(32). El tiempo parece no existir en este templo situado a medio camino entre la esfera mortal y el Más Allá, pero ni siquiera un lugar como éste es inmune al cambio, demostrando que hasta los seres casi divinos son esclavos de su destino. Ese momento de cambio, ese punto de inflexión en la vida de Hal Jordan, ha llegado. Ante el estupor del Espectro, todos los Espejos Alma que flotan a su alrededor ofrecen ahora la visión de un lugar muy concreto de este vasto universo: la Ciudadela de los Guardianes en Oa. La sangre allí derramada tiñe la superficie de estos pequeños portales ovalados, persiguiendo al Espectro donde quiera que posa su mirada. Su rostro se endurece. La ira se acrecienta en su interior. Finalmente, en un instante de dolor desatado expresa toda su frustración a través de un grito desgarrado que destroza las decenas de Espejos Alma, haciéndolos estallar en miles de fragmentos que caen sobre él como una ligera llovizna cristalina. El Espectro permanece ahora encogido sobre el suelo, con el rostro oculto bajo la capucha de su manto. Cuando finalmente alza la cabeza, sus ojos brillan con el fulgor de miles de soles, y sus labios pronuncian una sola palabra: -¡Venganza!-.

(32)

Más detalles sobre la “vida” de Hal Jordan como el Espectro en The Spectre v4 #1-27 USA.

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All-Star

Green Lantern: All-Star ¿Y si...?

Hola amigos. Soy Jerónimo Thompson, el tío que escribe Green Lantern para Action Tales de forma más o menos regular. En esta serie he venido siguiendo la continuidad oficial DC-AT, en la que partiendo del número 169 del volumen 3 de la serie americana (con algunas modificaciones leves), se asume la vasta, compleja e incluso en algún momento ridícula, historia de los personajes en los cómics. Sin embargo, en alguna ocasión me he preguntado cómo habría planteado mi Green Lantern si hubiese tenido la oportunidad de partir de cero. Pues bien, hoy ha llegado el momento de comprobarlo. A continuación, podéis leer lo que sería el (breve) arranque de esa hipotética historia. No se trata de un "previo"; ni siquiera de un proyecto futuro. Sólo es una forma tan buena como otra cualquiera de pasar el rato. -¿Puedo pasar? –preguntó el hombre de la gabardina desde la puerta. -Adelante –dijo el doctor McNider retirándose un par de pasos de la cama. -¿Es usted el detective Corrigan?-. -En efecto. ¿Cómo se encuentra su paciente?-. -Bueno... Aún espero los resultados del TAC, pero yo diría que este hombre presenta un cuadro típico de catatonia post-traumática-. -Ya veo... –murmuró el detective mientras se acercaba a la cama, y pasaba una mano frente al rostro del paciente sin conseguir que reaccionara. –No va a poder responder a mis preguntas, ¿verdad?-. -Por el momento, lo dudo. Sin embargo, me ayudaría mucho saber más detalles sobre su caso; los agentes que lo trajeron aquí no quisieron decirme nada-. -Tenían órdenes expresas de no hacerlo... Pero no hay problema, le contaré todo lo que sé-. El detective Corrigan retrocedió hasta un pequeño sillón colocado a la derecha de la cama, y se derrumbó en él con gesto cansado. -Si no le importa, llevo una noche de perros...-. -Oh, por mí no se preocupe-. -De acuerdo. El sujeto se llama Hal Jordan. Es piloto de pruebas en la compañía aérea Ferris y llevaba tres años casado con su propietaria, Carol Ferris; vivían en un ático, en el centro de Coast City-. -Habla de ellos en pasado... –comentó el doctor. -¿Sí, verdad? A las 9.35 de esta noche fuimos avisados por un vecino de los Jordan, alertado por los extraños ruidos que salían del ático. Cuando mis hombres llegaron allí veinte minutos después, encontraron el lugar completamente quemado, y en su interior, el cuerpo descuartizado de la señora Ferris y a Jordan en el estado que ve-. -Vaya... –se sorprendió McNider. -¿Y sospechan que mi paciente pudo ser el responsable de todo?-. -Es una posibilidad, pero no lo creo, doctor: encontramos a alguien más en el apartamento-. -¿A quién?-.

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¿Y si...?

-Buena pregunta... Sus restos estaban tan carbonizados, que ni siquiera los chicos de la policía científica están seguros de poder extraer una muestra de ADN aceptable para identificarlo-. -¿Y el registro dental? -No encontramos su cabeza-. -Oh... ¿Y eso es todo lo que tienen?-. -Desolador, ¿verdad?. Lo único que sabemos, a través de la declaración del portero del edificio, es que los Jordan llegaron a su apartamento a las 7.25, pero aparte de eso... En fin, como puede imaginarse necesito interrogar a este hombre –concluyó el detective Corrigan señalando hacia la cama. -Sí, lo entiendo... –murmuró el doctor McNider. –Bueno, si quiere puede acompañarme abajo, a ver si están listos los resultados de ese TAC-. -Vamos –dijo el detective levantándose del sillón con pesadez. –No tengo nada mejor que hacer-. McNider y Corrigan abandonaron la habitación en dirección a los sótanos del hospital, dejando a Hal Jordan tumbado sobre la cama, observando fijamente el techo con sus ojos sin vida. La pequeña lámpara colocada en la mesilla de su izquierda iluminaba parcialmente la habitación con una débil tonalidad sepia. Tonalidad que muy lentamente fue virando al verde, hasta transformarse en una luz nítidamente esmeralda. A ambos lados de su cama, se materializaron dos figuras muy delgadas, de piel azul y sin pelo, que vestían unos sencillos trajes de color rojo con un extraño símbolo verde a la altura del pecho. -Esto no debería haber ocurrido –susurró con voz grave uno de ellos. -Sin embargo, el ataque de hoy confirma mis sospechas, hermano: tenemos un traidor entre los Guardianes. Siniestro sabía dónde vivía Hal Jordan-. -Y aún así, nuestro nuevo Green Lantern ha logrado derrotarle sólo unas horas después de recibir su anillo. Abin Sur no se equivocó al elegirle-. Los recién llegados contemplaron en silencio el cuerpo inerte de Hal durante varios minutos antes de continuar su conversación: -Debemos llevárnoslo a la Ciudadela. Nuestros psíquicos sanarán su mente dañada-. -Pero no le devolverán lo que ha perdido... ¿Crees que estará seguro en el Nexo de Realidades?-. -El traidor acaba de perder a su agente de confianza en los Green Lantern Corps. No se atreverá a intentar nada todavía-. -Muy bien, hermano. En ese caso, ya es hora de abandonar el universo 2814 –concluyó el otro posando sus dedos alargados sobre la frente de Hal. Cuando la enfermera del turno de noche entró dos horas después en la habitación, sólo encontró una cama vacía iluminada por la cálida luz sepia de la lámpara.

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