Genero, Generacion Y Etnias

  • May 2020
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GENERO ETNIAS Y GENERACIONES DESDE UN ENFOQUE POBLACIONAL: LA REIVINDICACION DE UNA APUESTA DE DERECHOS Juan Andrés Castro T Comprender las formas como se puede acceder a la población, implica un reconocimiento de las cualidades con que puede ser abordada la población. Género, etnias y edades se configura como formas propicias para pensar en las formas de abordaje de la población en procura de acercarse al desarrollo sostenible, haciendo énfasis en que pensar el desarrollo sostenible, implica pensar en la triada ambiente, economía y sociedad como un sistema interrelacionado. Es decir, ampliando la mirada de cada una de ellas por separado o poniendo el énfasis en cada una de ellas y dejando de lado el esquema de interrelaciones que suscita pensarlo como una triada compleja que se nutre justamente de las emergencias que se dan en la ampliación de cada mirada. Tradicionalmente el esquema ha sido dominado por visiones que ponen el énfasis en una sola de las categorías o verlas relacionadas desde las puntas de la triada, mas no ver el esquema de relaciones que surgen del tejido de las tres categorías. En este sentido se han de generar apuestas por transformaciones de contexto y lecturas de las dinámicas sociales emergentes. Es en este contexto, en el que pensar la edad como un atributo fundamental de las poblaciones, como hecho demográfico con atributos sociológicos es un buen elemento para pensar en el acceso equitativo al desarrollo. En esta medida, pensar en cuatro grandes grupos: niñez, juventud, adultez y tercera edad es pensar en las características que han rodeado las relaciones de inequidad y distribución del poder a lo largo de la historia. Pensar en cada uno de los cuatro grupos, es necesariamente pensar en construcciones sociales fundadas histórica y contextualmente. En este sentido, el ser niño, joven, adulto o viejo se da en el marco de unas relaciones de poder que cobran significado en momentos históricos particulares. No significa lo mismo y no ha significado lo mismo a lo largo de la historia el pertenecer a cada uno de estos grupos. Inicialmente habría que pensar que la niñez como concepto aparece tan solo hasta el siglo XVIII, en un escenario en donde antes lo que encontrábamos era pequeños adultos. En la perspectiva hegemónica que centra el discurso sobre el lenguaje del adulto, la niñez considerada como improductiva y tratados como minorías cuando en realidad son grandes grupos sociales. En esta lógica, la niñez no cobra sentido en si misma sino es vista y contemplada como un avance hacia la edad adulta, lo que los excluye de cualquier forma de participación en el diseño de políticas públicas que afecten su propio desarrollo. En este marco, la convención de los derechos del niño surge como un aporte importante para el reconocimiento de los derechos de niños, niñas y adolescentes. Los aportes claves se pueden resumir de la siguiente forma:

Conceptos Predominantes de Infancia y Modelos de Desarrollo CONCEPTOS TRADICIONALES DE INFANCIA

CONCEPTOS DE INFANCIA BASADOS EN LA CONVENCIÓN

Los niños son vistos como pasivos, vulnerables y desamparados;

Niños tienen derechos

Encaran adultos como norma y ven la infancia como un periodo para llegar a la situación adulta;

Niños tienen sus propias capacidades, intereses, preocupaciones y necesidades;

Los adultos saben y hacen lo que sea mejor para los niños;

Niños son individuos perspectivas propias;

Se sugiere que los niños se benefician automáticamente de los beneficios que alcanzan sus familias;

Los puntos de vista, experiencias, perspectivas de los niños generalmente difieren de los adultos;

Programas tienden a negligenciar género y otras dimensiones (clase, etnias);

Niños no son objetos preocupaciones o víctimas;

Enfatizan más las necesidades de los niños que sus derechos;

Los niños no se benefician automáticamente de mejorías alcanzadas por su familia o comunidad;

con

Modelos diversos de infancia;

ideas

pasivos

y

de

En este marco, una perspectiva de derechos de los niños es la defensa de la consideración de sujetos de derechos, ciudadanos con potencialidades, lo que implica dejar de lado la consideración de población en situación de vulnerabilidad, que ha sido una tradición en el marco de políticas públicas. Ante las características de la región de América Latina, el marco de referencia para pensar la niñez, tuvo que ampliar los horizontes de comprensión y abogar por considerar otro grupo importante: los adolescentes. En este sentido la Unicef propone abogar por un enfoque de derechos, que implica reconocer que los adolescentes son un grupo heterogéneo, con necesidades y circunstancias de vida diferentes. Pero además implica un reconocimiento de la dignidad y derechos de los y las adolescentes dadas las características particulares de su etapa de desarrollo. Se propone una visión de cooperación en la cual niños, adolescentes y adultos trabajen de forma mancomunada, no de una manera manipulada en donde se desplace una visión del adulto sobre el deber ser o mistificada en donde se le reste responsabilidad, atribuyéndole solo cualidades. La cooperación se basa en el reconocimiento y posición de escucha y respeto por la opinión de adultos y adolescentes, sin coartar la participación ni la libre decisión

No muy diferente es el caso del grupo de jóvenes. Con consideraciones similares, la juventud es concebida de múltiples maneras; sin embargo, el mayor referente es la edad, así el joven es aquel que se encuentra en un periodo de vida que oscila entre los 14 y 26 años de edad, en el cual los comportamientos y características son cambiantes de acuerdo al nivel social, económico, al momento histórico y al lugar donde se vive. Esta contemplación viene vinculada desde las políticas de juventud. Pese a los constantes debates y aportes dados desde diversos sectores de la sociedad, la academia y sectores sociales, la condición de juventud sigue estando definida por una condición de temporalidad y no se aleja de visión de edad. “El criterio más simple, e intuitivamente el más adecuado, para identificar la población joven es la edad, cuya medición no presenta mayores problemas de confiabilidad y es una variable investigada por la gran mayoría de las fuentes disponibles de recolección periódica de datos. Sin embargo, el empleo de la edad como definición operacional no resuelve el problema de fondo sino que lo desplaza a la determinación de los límites etarios más apropiados para aprehender la “esencia” del fenómeno de la juventud” (CELADE, CEPAL, 2000). Pese a considerarse como una construcción social, al igual que la niñez, la juventud está determinada por unos límites establecidos por los sistemas de producción. Al considerarse como un rito de paso entre la niñez y la edad adulta, la juventud define su finalización con la entrada a los sistemas de producción. En apariencia, dada la visión de moratorias sociales, se ha de considerar que los estados y la sociedad deben dar un tiempo de preparación para permitir el ingreso al centro de la sociedad, a lo deseado socialmente que es la vida adulta, establecida como sinónimo de productividad, sensatez y demás virtudes esperadas. En Colombia, los estudios en relación con los jóvenes emergen con el auge del narcotráfico y más específicamente con el surgimiento del sicariato, en donde dicho grupo se hace visible socialmente. No obstante, Martin Barbero establece una fuerte critica a los estudios de juventud por considerárseles carentes de una visión cultural que permitan la comprensión de las dinámicas en las cuales surgen las prácticas sociales. En esa medida, pensar en jóvenes hoy es pensar en las nuevas formas que adquieren las sociedades dada la tendencia a la desterritorialización y la destemporalización fruto del surgimiento de un esquema relacional que varía los marcos de institucionalidad tradicionales, redefiniendo el rol de la familia y la escuela y estableciendo nuevas formas de relaciones fruto de las nuevas tecnologías y los medios masivos de comunicación. La situación de los jóvenes en América Latina está atravesada por el conocido bono demográfico u oportunidad demográfica, caracterizada por una alta presencia de personas en edad productiva con relación al total de la población. No obstante dicha oportunidad encuentra sus limitaciones ante las características de desigualdad e inequidad que se ven en la región. Características como la falta de acceso y calidad en los servicios de atención en salud, las barreras físicas y sociales para contar con un

acceso oportuno a los servicios y de otro lado, servicios de educación cobertura suficiente, cuestionada la calidad por considerarse un sistema acorde con un mercado laboral y un alto porcentaje de deserción que manifiesto principalmente en las zonas rurales de la región. En síntesis se fuerte inequidad en la región y al interior de cada región.

carentes de que no está se pone de expresa una

Se pone con ello en evidencia la necesidad de formulación de políticas públicas de juventud acorde con las necesidades y características de la región. Y las políticas deben centrar su acción en tres puntos centrales: educación, salud y mercado laboral. Frente a este último punto se espera un mercado laboral en donde los jóvenes cuenten con las herramientas para el desarrollo de las capacidades y potencialidades con que cuentan. Ello debe traducirse en una educación superior de cara al mercado laboral y no aislada de ella, y por otro lado, una posibilidad de ingresos que permita superar condiciones de vulnerabilidad. No obstante, se presenta una diferencia importante en el acceso de acuerdo con las zonas rurales y zonas urbanas, en donde se pone de manifiesto que zonas rurales el ingreso es inferior a falta de capacitación para enfrentar los retos de las sociedades contemporáneas y mayor nivel de deserción a los sistemas educativos. Los cambios sociales y las nuevas comprensiones del rol del joven en las sociedades actuales conllevan necesariamente a pensar que el joven ha de asumir un rol protagónico en el diseño de políticas públicas que afectan su desarrollo. Por último dos reflexiones finales: por un lado, los discursos hegemónicos han puesto en consideración que lo esperado socialmente se representa con la imagen de lo adulto. No obstante, se ha asociado que el ser adulto es sinónimo de producción económica y de estabilidad productiva. Sin embargo, esta situación ha limitado de forma condicionante políticas de atención a población en edad adulta que se encuentra en condiciones de vulnerabilidad dada la imposibilidad de ingresar a un mercado laboral y, dadas las mismas características de inequidad en el acceso al mercado manifiesto por las mismas condiciones de falta de oportunidades y deserción en los bienes y servicios en materia de salud y educación. Pero además esta misma situación pone en evidencia que las personas de la tercera edad carecen en la actualidad de un marco jurídico importante y reconocido que permita intervenciones y marcos de acciones para reivindicar los derechos de los y las personas de la tercera edad. Llamados a ser importantes por recoger los patrones de la historia, las formas de acumulación de bienes simbólicos, las personas de la tercera edad deberían encontrar un marco de respaldo para formulación de políticas públicas que velen por la protección y restablecimiento de sus derechos una vez han sido vulnerados. No obstante en el panorama internacional, las personas de la tercera edad carecen de un marco sólido que permita encontrar un panorama para la garantía de los derechos fundamentales. Tan hasta épocas muy recientes (año 2006) se empieza a poner a consideración la necesidad de establecer una declaración de las personas mayores de forma similar a la declaración de los derechos de niños y niñas.

Esta situación se dan en un momento en que buena parte de los países europeos se encuentran ante una condición de envejecimiento progresivo de la población, al cual se verán expuestos muchos otros países y regiones en próximos tiempos. En síntesis, abordar las poblaciones desde una condición etarea es la oportunidad de pensar las formas relacionales propuestas por la triada, las relaciones que emergen entre las consideraciones sociales y económicas y entre estas dos y la medio ambiental. No obstante, sigue encontrando dificultades y oportunidades, pero ante nada es la mirada que apuesta por la forma de reivindicación de derechos y la restitución de derechos vulnerados en un marco de participación y construcción colectiva.

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