DEPORTES VIERNES 4 DE ENERO DE 2008
PAULA MÓNACO FELIPE/II
Y ULTIMA
César Villaluz, Juan Carlos Mosqueda, Christian Bermúdez y Armando Sánchez empezaron a jugar en la calle y tienen muy presente el esfuerzo que realizaron para llegar a la primera división. Es que, a diferencia de lo que ocurre en Sudamérica, en México la pertenencia a un barrio puede resultar un escollo por distintas razones que van del estigma a la más básica necesidad de garantizar la supervivencia. “La verdad es que en el barrio hay excelentes jugadores, pero los que se encargan de llevar a la gente a los clubes no van a darse una vuelta por allá, no van a fijarse en los barrios humildes, que es donde está el talento”, señala tajante el Hobbit Bermúdez. “Hay jugadores que son buenos, pero la gente no los ve y se quedan ahí por falta de oportunidades o porque uno no las quiere buscar”, apunta el juvenil Mosqueda.
■ SACAPUNTAS Sin duda, el hambre y la adversidad son los equipos a vencer en el barrio, y si no, pregúntenle a Pelé y Maradona
Resultados del torneo Interliga, en la página Al Cierre (27)
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■ El ambiente te jala; encuentras droga más facilmente, dice el joven americanista
El barrio es a veces un escollo; en Tepito se vive muy rápido: Woody ■ Bermúdez se queja de que los buscadores de talentos no se fijan en las colonias humildes ■ Los vecinos me felicitan, me dicen que siga poniendo en alto el nombre de la Guerrero, dijo Villaluz, a quien en la prepa no le creían que era futbolista hasta que lo vieron campeón Sub-17 puedes encontrar en más lugares que en otras colonias y también hay dizque amigos que te jalan. Es muy padre estar aquí, pero se vive muy rápido”, insiste el jugador americanista. El entorno que brinda picardía en el juego también dificulta la disciplina para dedicarse por completo, coinciden. “Cuando yo empecé había muchos que tenían cualidades, que jugaban bien, pero todo esto lleva tiempo y a algunos no les gusta ir a entrenar, se desesperan, no aguantan, se van haciendo a un lado”, cuenta César. La carrera de un futbolista de barrio “sí es más complicada”, concluye el More. Los cuatro jóvenes describen su colonia con una sonrisa. “Aquí la gente se divierte mucho, a los jóvenes le gusta andar en la calle conviviendo con los cuates. Este barrio es muy transitado y digamos que no es aburrido”, dice Mosqueda sobre Iztapalapa y recuerda que con sus amigos “de repente salíamos a buscar fiestas, algunos 15 años donde no nos habían invitado”.
Constancia y disciplina El atlantista agrega que otros se frustran antes de intentarlo “por falta de recursos, porque mantienen a su familia, deben trabajar y casi no tienen oportunidad de ir a probarse a los clubes, porque eso es estar allá tres semanas, un mes, y ellos no pueden hacerlo porque tienen que sustentar a los suyos”. “Aquí en Tepito se vive muy rápido. Los chavos se juntan desde los 15, 16 años, y desde muy chiquitos están teniendo bebés”, dice el Woody, asombrado porque la mayoría de sus amigos de la infancia ya tiene pareja e hijos. “Y luego el ambiente te absorbe. Aquí a las drogas las
More Amable y sereno al hablar, el More piensa antes de responder a una pregunta. Quiere a su barrio pero también sabe que en la calle hay distracción, por eso insiste en que él ya no sale mucho. En el patio de su casa, dos perros juegan entre algunos trofeos dispersos y el uniforme del América se seca al sol después de un día de entrenamiento. Con su primer sueldo, que fueron unos mil 200 pesos, compró pantalones, playeras y tenis.
César Al entrar a la casa de los Villaluz resulta imposible evadir una pared repleta de fotos, notas periodísticas, trofeos y banderines. César preside el altar familiar, donde también aparecen retratos de sus dos hermanos y sobrinos. Le quedan pocos exámenes para terminar la preparatoria, donde no le creían que era futbolista hasta que lo vieron coronarse campeón mundial sub-17 y colgaron una manta que decía “aquí estudió César Villaluz”. Iztapalapa, barrio donde vive el americanista Juan Carlos Mosqueda ■ Foto Marco Peláez
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