Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346
APORTES PALEOPARASITOLÓGICOS PARA EL SITIO ARQUEOLÓGICO CCP7, P. N. PERITO MORENO, SANTA CRUZ Martín H. Fugassa* El parasitismo es un tipo de relación ecológica íntima entre especies, en donde los factores ambientales influyen tanto sobre el hospedador como sobre los parásitos. Debido a este estrecho vínculo, el conocimiento procedente del estudio de los parásitos puede informar sobre sus hospedadores y el ambiente. Desde este enfoque, los parásitos son indicadores de migraciones de peces, relaciones filogenéticas entre especies de hospedadores y de impacto ambiental. A través de la paleoparasitología se determina la presencia de huevos, quistes y larvas de parásitos en materiales arqueológicos o paleontológicos. En bioarqueología, estas evidencias sirven como indicadoras de dieta, hábitos higiénicos, procesamiento de alimentos, movimientos poblacionales, salud y otros diversos aspectos culturales y ecológicos (Reinhard 1992). Los coprolitos –materia fecal deshidratada o mineralizada– han sido la fuente principal de evidencias. Los antecedentes de análisis coprológicos en la Argentina son escasos. Entre estos se encuentran los estudios para la identificación de componentes de la dieta (Figuerero Torres 1986; entre otros). Asimismo, las excepcionales referencias paleoparasitológicas para Patagonia fueron efectuadas en muestras procedentes de Neuquén (Gonçalves et al 2003). La meticulosa recuperación de coprolitos, pellets y sedimentos en los sitios del Cerro Casa de Piedra, localizado en el Parque Nacional Perito Moreno, ha posibilitado revitalizar a los mencionados estudios paleobiológicos en Patagonia (Fugassa y Guichón 2005; Fugassa et al. 2006; entre otros). En el presente trabajo se ejemplifican los alcances de los estudios paleoparasitológicos sobre una muestra de origen humano y se discuten tanto las evidencias obtenidas como sus implicancias bioantropológicas. Se examinó un coprolito procedente del sitio arqueológico Cerro Casa de Piedra 7, en el Parque Nacional Perito Moreno, Santa Cruz, Argentina. La muestra se 14 halló en un nivel fechado en 6.150 ± 105 años C A. P. (Aschero 1996). Se extrajeron 0,5 gramos de la superficie y otros 0,5 gramos del interior de dicho coprolito. Ambas muestras fueron rehidratadas en una solución de fosfato trisódico y procesadas por sedimentación (Fugassa y Guichón 2005). Se realizaron veinte pre∗ Laboratorio de Zoonosis Parasitarias, Departamento de Biología, Universidad Nacional de Mar del Plata, martin.fugassa@ gmail.com
parados que se observaron al microscopio. Los restos macroscópicos rehidratados se secaron y observaron bajo lupa estereoscópica para intentar determinar algunos de los ítems de la dieta. El coprolito presentó una morfología asimilable a uno humano o a uno cánido, con un diámetro máximo de veinticinco milímetros. Los restos macroscópicos hallados fueron principalmente fibras vegetales. También se identificaron semillas tostadas, carbón y escasos fragmentos de pequeños huesos y coleópteros. Se encontraron numerosos trozos de sílice. Al microscopio óptico, en el sedimento perteneciente al interior del coprolito se registraron Trichuris sp., con dimensiones de 52,5-67,5 x 27,5-33,75 µm (n=14; figura 1a). También se identificaron huevos con pared ornamentada de diversa forma, pertenecientes al género Capillaria: huevos con estriaciones longitudinales (n=8); otros presentaron una morfología análoga a C. hepática (n=19); en unos pocos huevos la ornamentación se caracterizaba por estriaciones irregulares (n=4; figura 1b) mientras que otros presentaron orificios circulares (n=9; figura 1c). Asimismo, se encontraron unos doce huevos de Capillaria sp. deformados o fracturados. En el sedimento correspondiente a la superficie del coprolito se detectaron huevos de Trichuris sp. en menor cantidad (n=8) y huevos de Capillaria sp. también en menor número. En esta misma localización del coprolito se reconoció un huevo de pared lisa, gruesa y compuesta, con forma elipsoide y asimétrica con uno de sus lados planos y una dimensión de 61,25 x 32,0 µm (figura 1d), compatible con los de Enterobius vermicularis. La correcta determinación del origen zoológico de la muestra es imprescindible para la interpretación de los resultados. La morfología es un criterio ampliamente usado aunque no es suficiente ya que los coprolitos humanos pueden ser confundidos con los de grandes felinos o cánidos. La morfología y el diámetro mayor de la muestra sugieren que se trataría de un coprolito humano o cánido, aunque en este último caso con una talla superior a la media registrada actualmente en zorros colorados (Pseudalopex culpaeus). Asimismo, los restos macroscópicos indican que se trataría de un omnívoro y la abundancia de restos de carbón sugieren que su origen sería humano. Son numerosos los trabajos arqueológicos en los que se ha reportado gran proporción de especies vegetales en copro263
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Figura 1 - (a) huevo de Trichuris sp. (b, c) huevos de Capillaria sp. (d) huevo de Enterobius vermicularis. Barra = 20 µm litos de cazadores-recolectores (Rhode 2003; entre otros). Según Ferreira et al. (1988) los fragmentos de carbón y sílice en los coprolitos sugieren fuertemente un origen humano, como también los vestigios de material quemado. También existieron evidencias con escaso poder predictivo, tales como algunos restos de presas, ya que estos pueden encontrarse tanto en heces de carnívoros como de humanos; los pelos de mamíferos, plumas, fragmentos de piel, huesos de diversas especies, caracoles e insectos triturados han sido identificados en coprolitos humanos (Rhode 2003; entre otros). Alternativamente, los restos de dieta hallados podrían corresponder a un cánido asociado al hombre aunque aún no existen evidencias sobre domesticación para tiempos prehispánicos en la región. La presencia de Trichuris sp. y Capillaria sp. podría corresponder o bien a un hospedador humano o a uno cánido pero E. vermicularis parasita únicamente a homínidos. Este último hallazgo corresponde al más antiguo para América del Sur. Si bien se identificó un solo huevo, este coincide en sus medidas, en la presencia de uno de
los lados planos y la constitución de la pared. También se ajusta con la localización en la superficie del coprolito, ya que las hembras de E. vermicularis colocan sus huevos en el recto y el ano del hombre. En este caso, los parásitos específicos también pueden servir como indicadores de la especie que produjo las heces. En sitios de cazadores-recolectores de Patagonia, la combinación de numerosas evidencias circunstanciales tales como la morfometría del coprolito, presencia de carbón, partículas de sílice, semillas y parásitos específicos es la única vía para una asignación zoológica con mayor consistencia. Los huevos de Trichuris sp. encontrados no poseen medidas características de la especie que parasita al hombre –T. trichiura– ni de la que parasita a los cánidos –T. vulpis–. Existen numerosas especies del género Trichiuris que parasitan a roedores y la presencia de estos nematodes podría adjudicarse al consumo de una presa con una infección verdadera, probablemente un roedor. Asimismo, los huevos de Capillaria sp. descriptos pertenecerían a especies distin264
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tas. La ornamentación del huevo es un carácter importante para la determinación taxonómica de estos nematodes (Moravec 2001:58). La especificidad de estos parásitos se relaciona principalmente a cuestiones ecológicas más que a caracteres filogenéticos. Por tanto, bajo condiciones de vida poco higiénicas, pueden infectar al ser humano. A partir de la presencia de coprolitos en las cuevas arqueológicas, resulta evidente que los refugios como cuevas y aleros han significado un punto de concentración de individuos de diferentes especies, tales como zorros, pumas, perezosos gigantes, guanacos y humanos. Ello torna a estos sitios en centros potenciales para la dispersión de infecciones parasitarias. Los parásitos identificados en el presente trabajo son indicadores paleoepidemiológicos sensibles y permiten proponer, en rango de hipótesis, que las zoonosis, enfermedades transmisibles entre humanos y otros vertebrados, habrían sido características de las poblaciones cazadoras-recolectoras de Patagonia. Si bien numerosas muestras han sido examinadas hasta el presente, la reconstrucción de escenarios paleoepidemiológicos para el Holoceno en Patagonia será posible con el sostenido incremento del número de muestras analizadas. AGRADECIMIENTOS Agradezco a la Lic. María Teresa Civalero y al Lic. Carlos Aschero por permitirme estudiar los coprolitos y pellets de Cerro Casa de Piedra y a mis directores, el Dr. Ricardo A. Guichón y el Dr. Guillermo M. Denegri. El trabajo se realizó con el apoyo de PICT 4-13889, CAPES/ SECyT BR/PA-05/HIV/017-002/05 y PICTO 04-849. BIBLIOGRAFÍA Aschero, C. 1996 El área Río Belgrano-Lago Posadas (Santa Cruz): problemas y estado de problemas. Otero, J. G. (ed.), Arqueología sólo Patagonia, págs. 17-26, Buenos Aires, CENPAT.
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