Francois Cheng.docx

  • October 2019
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… el universo no tiene obligación de ser bello, y sin embargo es bello. A la luz de esta constatación, la belleza del mundo, pese a sus calamidades, también nos parece un enigma. Cheng, 2007.

Justamente, las primeras palabras que abren la nota del editor francés Jean Mouttapa (Editions Albin Michel, 2006), del libro Cinco meditaciones sobre la belleza del escritor y poeta François Cheng dan lugar a la pregunta que desplegará toda la reflexión posterior a la que nos abocaremos: “¿Para qué hablar de la belleza si no es para tratar de hacer volver al hombre a lo mejor de sí mismo y sobre todo aventurar una palabra que pueda transformarlo?”. (Mouttapa, en Cheng, 2007, p.9) Con sus simples y concisos términos, dice el editor de Cheng, que este llamaba la atención a sabios y escritores considerando que el circunloquio que se hiciera sobre la belleza no debía nunca dejar de lado una conciencia aguda de la barbarie del mundo. Y les clamaba persistentemente que “frente al reino generalizado del cinismo, la estética sólo puede alcanzar el fondo de sí misma dejándose subvertir por la ética”. (Mouttapa. En Cheng, 2007, p.9)

Pareciera imperceptible y precaria, pero no menos esencial para la pregunta por lo humano, esta consideración a la que nos someteremos para cavilar, a partir de las potencias poéticas y críticas que nos brinda el pensamiento estético taoísta, de la mano de Cheng y otros poetas, pintores y sabios de la tradición milenaria de oriente, a propósito de la imposibilidad e inagotable insistencia del habitar con otros. Partimos entonces de una cuestión penetrante e imposible al pensamiento, pero pese a ello, persistente como inabarcable en él.

Nuestro querido poeta chino, nacionalizado francés, pero, más aún, un eterno crítico, admirador y amante de Francia, en un informal encuentro de amigos comparte y construye en común cinco meditaciones sobre la belleza, en cinco veladas de oralidad profunda para crear una relación de intercambio creativo. Y es este primer gesto, el

acontecer de la oralidad y el intercambio en creación entre amigos, su primer elemento crítico ante nuestro academicismo exacerbado, el cual nos es posible conocer hoy, gracias a la tranquilizadora permanencia de la escritura.

Dos misterios constituyen para Cheng los extremos del mundo, dos misterios y no consignas, ni conceptos, ni significados estáticos. Es decir, dos vasos comunicantes, dos polos en constante movimiento, entre vacío y plenitud, opuestos que son fundantes del universo precisamente por ser opuestos y entre-tenerse, dando lugar al entre, al vacío como fuerza motriz del curso de todo lo que existe, como lo anuncia el poeta: “Estoy convencido de que tenemos el deber urgente, y permanente, de examinar los dos misterios que constituyen los extremos del universo vivo: por un lado, el mal; por el otro, la belleza”. (Cheng, 2007, p. 15).

Relación imbricada la de la belleza y el mal, la que nos conduce a pensar a partir de una imagen, no tan lejana de oriente como de occidente. Rithy Panh…..

“Entiendo por instinto que, sin la belleza, la vida probablemente no vale la pena ser vivida y que, por otra parte, cierta forma del mal procede precisamente del uso terriblemente pervertido de la belleza”. (Cheng, 2007, p. 19). Segunda crítica sutil y precisa a nuestro secular esteticismo desmedido.

“¿Y la belleza? Existe, sin que su necesidad, a primera vista, parezca evidente en absoluto. Está ahí, de manera omnipresente, insistente, penetrante, aunque dando la impresión de ser superflua; ése es su misterio; ése es, a nuestros ojos, su mayor misterio”. (Cheng, 2007, p. 20).

Cheng, F. (2007) Cinco meditaciones sobre la belleza. Madrid: Siruela. Trad. AnnaHélène Suárez.

El vacío, la fuerza que impulsa, el principio motor del universo vivo, el impulso hacia la vida abierta.

Se detiene la respiración, para capturar una imagen, se detiene el movimiento entre la inspiración al intentar captar la totalidad de una imagen. El cuerpo acciona el botón del dispositivo en el momento del entre, y es en este instante en el que la imagen queda plasmada, con el deseo de totalidad y estatismo, para su perduración temporal. Se contiene la respiración para sumergirse en el agua abrasadora, del mismo modo, para enfrentarse a una situación intempestiva, momentáneamente, en este instante fugaz, pareciera que la vida se abre, para crear y transformarse, pero del mismo modo se detiene la respiración para sumergirse en la muerte, con la misma instantaneidad, pero esta vez sin buscar ya la totalidad. Extrañeza pues esta que nos sobrepasa.

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