Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Facultad de Filosofía y Letras Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica Karla Hernández Jiménez La influencia de la lingüística en el formalismo ruso En el presente trabajo se realizará una investigación documental sobre la influencia de diversos lingüistas en el desarrollo de la teoría literaria de los formalistas rusos: Boris Tomashevski, Iuri Tiniánov, Vladimir Propp y Roman Jakobson (Ver anexo 1). Lo anterior se realizará con la finalidad de conocer acerca de la relación entre la lingüística y la literatura para pensar en ambas disciplinas como complementarias una de la otra en lugar de entidades que poco o nada tienen que ver entre sí. Esta corriente teórica, según comenta Viñas Piquer (2005), tiene su origen en el contexto de la I Guerra Mundial y se desarrolla hasta los años treinta. Además hace notar que esta corriente contó en sus inicios con tres influencias fundamentales: en el plano lingüístico está el Circulo Lingüístico de Moscú, en el enfoque poético se encontraba el Opojaz (Sociedad para el Estudio del Lenguaje Poético) y el enfoque histórico que era representado por el Instituto Nacional de Historia del Arte. Este movimiento fue pionero en los estudios literarios porque desecha las consideraciones de orden psicológico, personal y biográfico del autor; y hace del principio de la inmanencia del texto, la estructura del propio texto, los elementos fundamentales para el análisis literario. Los formalistas rusos, en general, tenían la impresión de que el desarrollo de la teoría literaria que aún estaba vigente ya no respondía a las necesidades de los estudiosos en materia literaria. Lo anterior dio como resultado que ellos se interesaran por desarrollar nuevos enfoques que tuvieran como punto de partida el análisis estructural de los textos. No se trataba de descifrar el pensamiento de la obra sino de tratar de explicar el modo en que estaba construida. Tampoco se buscaba individualizar los textos literarios para un uso psicológico o sociológico sino como objetos de
ciencia. Los formalistas rusos afirmaban que: “el objeto de la ciencia literaria debe ser el estudio de las particularidades especif́ icas de los objetos literarios que los distinguen de cualquier otra materia, y eso independientemente del hecho de, por sus trazos secundarios, esta materia puede dar pretexto y derecho a utilizarla en otras ciencias como objeto auxiliar” (Eichembaum, 1999) No obstante, los formalistas no estaban interesados en el establecimiento de un método particular sino definir las tesis que les ayudaran para estudiar los rasgos propios del arte literario. El enfoque que les interesaba aplicar a los jóvenes formalistas era de carácter científico, es decir, el estudio de las particularidades de los objetos literarios distinguiéndolos de otras materias o en otras palabras los mecanismos y propiedades de la literatura. Sobre todo Jakobson y Eichembaum tenían sobre todo la idea de abstraer del texto los elementos que lo hacían funcionar y que debían abstraerse del texto y del contexto, igual que otras teorías literarias basadas en la lingüística prestaban atención a las palabras. Tomaban como punto de partida el análisis pormenorizado de los recursos y técnicas que conformaban al texto. El carácter científico de los formalistas podría resumirse en los siguientes puntos según lo planteado por Viñas Piquer:
Sitúan la obra literaria en el centro de sus objetivos, apartándose así del enfoque crítico biográfico, filosófico o sociológico.
Conciben la literatura como un ámbito autónomo y postulan el estudio de las particularidades específicas de lo literario. El objetivo principal es descubrir cuál es el espacio propio de la literatura, cuáles son sus rasgos específicos, los que permiten distinguir un texto literario de cualquier otra modalidad textual.
Quieren explicar cómo los mecanismos literarios producen efectos estéticos y dónde reside la diferencia entre lo literario y lo extraliterario.
Se apoyan para sus estudios en varios tecnicismos, en una terminología científica precisa.
Distinguen en el interior de la obra literaria la presencia de varios planos superpuestos-fonemas, prosodia, ritmo, entonación, etc.- y afirman que, aunque cada estrato posee una entidad propia, todos se relacionan con los otros estratos.
Niegan tener un sistema acabado, cerrado. Lo que ellos hacen es proponer hipótesis de trabajo y modifican esas hipótesis tantas veces como haga falta porque no se sienten esclavos de sus propias teorías, no quieren que sus estudios queden reducidos a los límites de una metodología. En este sentido, su método es, desde luego, auténticamente científico. En resumen, se trata de un método basado en el estudio intrínseco de la
literatura, un método descriptivo y morfológico. Steiner (2001) comenta que los términos propuestos por los formalistas son resultado de la repetición, y es a través de esta que llegan a constituir conceptos consolidados y de aceptación universal. Con su método cientificista se proponían dejar atrás los análisis basados en impresiones personales, intuiciones, de carácter casi místico, de la crítica tradicional heredera del neo romanticismo. No obstante, la especifidad de los formalistas no era aceptable para muchos teóricos literarios. Los marxistas, por mencionar un caso, veían en el formalismo una manera de desideologizar la literatura y un retorno a los ideólogos burgueses que proponían neutralizar la literatura. Por otra parte, este autor menciona que la influencia ejercida por el Círculo Lingüístico de Praga, fundado en 1926, es indiscutible. Esta relación directa entre el formalismo y el estructuralismo se desarrolló sobre todo por el nacimiento de la fonología: “El estructuralismo lingüístico postula que un fonema no se puede analizar fuera del sistema fonológico y que definir un fonema significa determinar su lugar en el sistema fonológico”. (Fokkema-Ibish, 1992) Los miembros del círculo lingüístico de Praga llegaron a aplicar los métodos desarrollados por los rusos para el estudio literario, pero lo llevaron a cabo desde una perspectiva más filosófica. Ambas escuelas tenían en común dos aspectos:
Enfoque funcional del lenguaje Apoyo en el terreno de la lingüística
Así mismo, las tesis propuestas en 1929 durante el primer congreso celebrado en Praga ayudarían a sentar las bases para el análisis literario ya que se interesaban por analizar los subsistemas Estándar, Literario y Poético, estás tesis eran:
La lengua es un sistema funcional producto del carácter teleológico (finalista) de la actividad humana. La lengua es un sistema de expresión que se utiliza para una serie de fines.
Esta concepción funcional del lenguaje ha de mantenerse en el estudio diacrónico de cualquier lengua. Los cambios lingüísticos no son azarosos, ni son entre sí independientes; cualquier cambio termina, generalmente, por modificar a todo el sistema. En literatura cualquier cambio introducido afecta a todo el sistema.
Sincronía y diacronía están estrechamente relacionadas en el estudio de las lenguas, de tal manera que el análisis sincrónico no puede prescindir del todo de la dimensión evolutiva.
El método de estudio es el COMPARATIVO. Debe servir, por un lado, para poner de manifiesto las leyes estructurales de cada sistema. Pero la finalidad de ese conocimiento será poder acceder a un mejor conocimiento del lenguaje. De esta forma se llega a un mejor conocimiento de lo literario.
La concepción funcionalista debería permitir relacionar los hechos aislados, con el fin de explicar el sistema al que corresponden. Los sistemas literarios siempre los reconstruimos en relación a textos concretos. No podemos conocer el corpus literario al completo, pero podemos asimilar el sistema que le corresponde.
La lengua literaria se diferencia de la común porque su finalidad no es práctica, sino que nos da a conocer, ya que la expresa, la vida de una determinada cultura y civilización el su conjunto. El "denotatum" literario, a lo que la literatura se refiere, siempre es una visión del mundo y una expresión de la cultura (el lingüístico se suele referir a cosas más concretas).
La lengua literaria tiende a la intelectualización; no puede hacer otra cosa sino enfrentarse a las categorías lógicas y mentales y expresar la esencia más compleja de las ideas, de la lógica. A su vez, la lengua literaria se encuentra dividida entre dos fuerzas contradictorias. Por una parte, tendencia a la expansión, al gunar común (KOINÉ, frases y dichos
sacados de la literatura); por otra, tiende a ser marca y propiedad exclusiva de la clase dominante.
El lenguaje poético es un trabajo de actualización, de creación individual, valorado según una doble oposición: por una parte frente al lenguaje estándar, y por otra, frente a la tradición poética inmediata. (Selden, 1987) Queda claro que, como mencionaba Todorov, el origen de la doctrina
formalista se encuentra en el inicio de la lingüística estructural, aquella que representaban los miembros del Círculo Lingüístico de Praga. Por otro lado, los planteamientos de Saussure establecieron una distinción entre fonemas que establecía un estudio contrastivo y relativo de los elementos. En los análisis formalistas esto se ve reflejado, en cierta medida, en el rechazo a la clásica dicotomía fondo/forma, propuesta por Potebnia y sus condiscípulos, para referirse a los elementos que integraban la poesía, y en cambio se postuló (sobre todo en los trabajos de Shklovski) que la forma es una entidad dinámica que tiene contenido en sí misma y no depende exclusivamente del fondo para adquirirlo. Así mismo, lo anteriormente planteado puede apreciarse, sobre todo, en el trabajo contrastivo de Tynianov (1970): La unidad de la obra no es una entidad simétrica y cerrada sino una integridad dinámica que tiene su propio desarrollo; sus elementos no están ligados por un signo de igualdad y adición sino por un signo dinámico de correlación e integración. La forma de la obra literaria debe ser sentida como forma dinámica. Ese dinamismo se manifiesta en la noción de construcción. No hay equivalencia entre los diferentes componentes de la palabra; la forma dinámica no se manifiesta ni por su reunión ni por su fusión, sino por su interacción y, en consecuencia, por la promoción de un grupo de factores frente a otro. Por su parte, Eichembaum, Tomashevski y Propp también realizaron trabajos contrastivos. El primero se interesó por la combinación de los motivos y de las situaciones como principio organizador del cuento, el segundo por los motivos y la temática y el tercero por las diversas funciones que llevan a cabo los personajes en el cuento folclórico y fantástico. Como puede verse los formalistas, al igual que Saussure, querían establecer los fundamentos de una sola disciplina: la ciencia literaria. Para este lingüista la tarea consistió en la construcción de una ontología regional, es decir, el aislamiento de aquellos elementos (eidos) que deberían caracterizar a los
estudios lingüísticos al contrario de lo que ocurría con los estudios lingüísticos de ese momento que se realizaban en el nivel empírico, concentrándose en las manifestaciones físicas, psicológicas y culturales del lenguaje. Saussure proponía una separación en lingüística de lo fonemenológico, accidental e individual de lo esencial, social y gobernado por normas. Sostenía que los lingüistas no deberían comenzar por estudiar la realidad empírica sino partir de una intuición sobre la ciencia del lenguaje. Es evidente que los formalistas pudieron tomar su postura ante la literatura porque, al igual que Saussure, se sintieron inconformes ante el panorama teórico de su época y decidieron abocarse a estudios de carácter más científico. De igual manera, la influencia de Saussure se intuye en el hecho del aislamiento de las características que son parte del objeto de estudio. El Curso de lingüística general proporcionó a los jóvenes rusos un programa sobre lo que debían llevar a cabo en los estudios literarios, en otras palabras, una ciencia creada de manera intrínseca a partir de su propio material de trabajo sin considerar otras disciplinas, centrándose en el texto como objeto para la búsqueda en su estructura lingüística y en su especial organización formal de los rasgos que otorgaban especificidad frente a otros tipos de lenguaje: El análisis sobre las esencias del lenguaje de Saussure sugirió dónde podía residir la especificidad de los fenómenos literarios. Como el lenguaje, la literatura es una institución social y el sistema literario-el conjunto de normas válidas para una colectividad dada- el que fundamentalmente determina que un texto sea o no poético. Esa concepción de la literatura, claramente informó la noción de Tynianov sobre la historia literaria, él lenguaje poético de Jakobson y, más aún, la métrica de Tomashevski. (Steiner, 2001: 231) Puede decirse que el formalismo ruso no fue un movimiento estéril ya que influyó de manera fundamental en el desarrollo de nuevas teorías literarias, tómese por ejemplo la influencia que tuvo Roman Jakobson en los planteamientos de Greimas con su teoría de la comunicación donde se comenta que: “el diálogo se obtiene al proyectar la estructura de la comunicación dentro del discurso enunciado; por ello aparece como la mejor representación del proceso comunicativo y puede explicar su organización interna”. (Latella, 1981) Se puede apreciar claramente que Greimas utilizó como punto de partida la poética de Jakobson sobre el acto comunicativo y las funciones que integraban
al mismo: función expresiva, función conativa, función poética, función referencial, función fáctica y función metalingüística, las cuales después de diversos momentos de reflexión llegaría a relacionar con los componentes del circuito comunicativo, (Ver anexo 2) Puede que este planteamiento se aleje en cierto modo de la materia que nos ocupa en el presente texto, sin embargo la teoría sobre el lenguaje de Jakobson y Levi-Strauss constituye la síntesis de todos los años que el primero desarrolló buscando una integración del todo en una unidad. No hay que olvidar que fue uno de los defensores del estudio del texto por sí mismo, la literacidad y que en este caso se ve en el acto del habla. La huella de los formalistas también puede apreciarse, en plena década de los sesenta, en los planteamientos de Foucault pues él fue un gran defensor de que una obra debía analizarse sin tener en cuenta la biografía del autor o el contexto en el cual se desarrolló. Era partidario de la literatura de denuncia pero siempre desde una perspectiva “histórica”, es decir, el empleo de la historia como un pretexto para explicar las injusticias de la época y un compromiso con los movimientos sociales. El formalismo ruso no constituye un caso aislado del cruce entre lingüística y literatura, los planteamientos de Genette sobre teoría literaria mucho tiene en el fondo de las propuestas de Benveniste sobre narratología, y los términos que establece el primero para analizar la configuración interna de esta clase de temas:
Las acciones narradas, la historia, el conjunto de acontecimientos o, en otros términos, aquello que se cuenta.
El discurso, oral o escrito que refiere la historia, el modo como se cuenta.
La situación o acto narrativo, el proceso por el cual un sujeto asume la función de narrar a otro la historia. (Filinich, 1999) Filinich menciona que, para Genette, es fundamental la visión de
Benveniste en su planteamiento de la teoría del relato literario: Siendo el relato literario un acto verbal, comporta todas las características propias de ese acontecimiento por el cual un sujeto se instala como locutor y asume el lenguaje para dirigirse a otro (...). En consecuencia el relato o discurso narrativo no sólo representa representa una historia sino una situación comunicativa completa: alguien, un narrador, le cuenta la historia a otro, un narratario. El análisis de la situación comunicativa
representada en el relato permite describir diversos procedimientos narrativos que conforman la significación textual Tal y como se mencionaba anteriormente, puede apreciarse que la lingüística ocupa un lugar trascendental dentro de los estudios literarios porque a través de ella los teóricos pueden llegar a establecer sus propios parámetros y unidades de análisis para comprender el texto. Los formalistas rusos fueron los pioneros en realizar este maridaje entre literatura y lingüística pero si algo ha dejado claro este trabajo es que la unión entre ambas disciplinas ha llegado para quedarse.
Bibliografía Eichembaum, B. La teoría del método formal. Teoría de literatura I. México: Siglo XXI. Filinich, M. (1999) La voz y la mirada. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Fokkema, D. W. e Ibsch, E. (1992), Teorías de la literatura del siglo XX, Madrid: Cátedra. Selden, R. (1987) La teoría literaria contemporánea. Barcelona: Ariel. Tynianov, J.(1970) La noción de construcción. Teoría literaria de los formalistas rusos. Madrid: Signos, 58-88. Steiner, P. (2001) El formalismo ruso. Una metapoética. Madrid: Akal. Viñas, D. (2002) Historia de la crítica literaria. Madrid: Ariel.
Anexos Anexo 1: Mapa conceptual con las ideas principales sobre el movimiento formalista.
Anexo 2: Circuito del proceso comunicativo de acuerdo a Jakobson.