LOS RELÁMPAGOS BEBIDOS
el oro de la tarde se disuelve en mi copa de anís allí donde cada desnudez es una brisa infinita una brisa marina y a la vez labial llega y los y las en la
la noche cuervos se disipan en las estrellas estrellas humedecen sus puntas saliva de los beodos
me divierto entre alondras pensadas que promueven mis palabras a luz * hace tiempo que ya no escucho nada ni siquiera al zureo de las palomas mentales ni al hojoso murmullo del dolor que a veces suena como el idilio de Sigfrido los revólveres nevados mutuamente se idolatran y los verdugos memorizan como a un credo el ars poetica de Horacio anejo a mis ruinas todo queda encantado: mis manos colmadas de luciérnagas son más felices que mi Deseo * no dejes restos de tu delirio órfico -aquí en la vidani aún los acordes de la flauta que hicieron hablar a las estrellas ni aún los dorados indicios de gloria o crimen no dejes nada en la tierra sino la sombra de tus huesos perfumados por las rosas de la palabra a punto de mito o silencio * se disipan los fulgores en mi experiencia peregrina como niebla que prometió tierras vírgenes no eran amor los fulgores sino palabras engañosas como Calipso o mandrágora ramo de siemprevivas en la boca de un náufrago · cerrados para mí los paraninfos -allí deciden el precio medio de las palabrasvuelvo al poema que sólo aspira durar lo que la flor del ciruelo
o el vino en la copa · en la risa del verdugo también hay arcoiris apresables en el llanto del reo también hay hachas que esperan convertirse en mito * sin deberes como manzanas sucias sin más exilio que darse un paseo diariamente por las afueras de la serenidad viviré cerca del lobo echado en la más alta colina de la aurora boreal: él es el único que ha comprendido el por qué de tantas huídas tantas carroñas mentales el por qué de haberme arrancado los ojos para no ver más la Esfinge los destrozos de la Siega Final · hoy es la última función de tu voz-máscara cada noche te encierras en la palabra o su celda más limpia la luna desova sus larvas de luz en un nevado vitral de tus ojos la ciudad enferma amanece con tos de niño · Los álamos tiemblan al soplo del olvido. El otoño oscurece a esos labios tempranos donde todo amanecía transparente, manzana. El gallo solar retorna a las neblinas a la estaca solitaria donde ya no es Pan. Todos los caminos ya no conducen al cuerpo. El otoño pule su lámpara de llovizna en el bostezo de un lince, en el temblor de los álamos, en la pereza del caballo hacia el heno, de la gaviota hacia el mar. La pereza de esos labios que-antaño-no eran mudas cenizas. * la experiencia es un fruto que poco a poco van devorando las hormigas hasta el hueso la experiencia es halcón peregrino cansado que se posa sobre una torre de homenaje contemplando el poniente
la experiencia es el hueso de aquel fruto que aprovechan los cuervos