UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN LICENCIATURA EN FILOSOFÍA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA SALAZAR VIDALES JUAN CARLOS HISTORIA, HIJA DE LA FILOSOFÍA
A este brevísimo texto lo he nombrado Historia, hija de la Filosofía, pero no arbitrariamente, sino por la relación que he encontrado entre la historia y la filosofía. Quisiera advertir a mi entusiasta y comprensible lectora que esta pequeña investigación no será para determinar de manera absoluta un concepto como lo sería el de Historia o mostrar su relación necesaria. Más bien, quiero señalar el esbozo de un pensamiento que ha surgido en mí al leer, en libro titulado Historia ¿Para qué?, un apartado que escribió Luis Villoro nombrado El sentido de la historia. Lo que haré en las siguientes páginas será mostrar la relación de las preguntas con las que muy posiblemente ha iniciado cualquier investigación filosófica y la investigación de la historia y sus preguntas. En específico, mostraré la relación de las preguntas ¿Qué es? ¿Cómo es? ¿Cómo es posible que eso sea?, con los tres apartados que Villoro puntualiza en su escrito El sentido de la historia. En el transcurso de este semestre en la universidad me he visto envuelto en discusiones que giran en torno al sentido de la historia y a preguntas como ¿Qué es la historia? ¿Es posible la historia? ¿Qué es filosofía de la historia? Además, tanto mis compañeros como yo hemos hecho lecturas de filósofos y pensadores que hablan acerca de la conciencia histórica, acerca del hombre y su contexto, entre tantos otros tópicos. Dado lo anterior, es casi imposible que en mí se hayan despertado cuestiones que hoy me propongo, en el mejor de los casos, resolver y si no es así, por lo menos, vislumbrar un sendero por el cual guiarme para futura investigaciones. Por tanto, lo que me motivo a elaborar este trabajo fue, en primer lugar, las discusiones constantes en las que estuve presente, sobre la historia; en segundo; mi interés por la relación que parece tener la historia con la filosofía y a la inversa.
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El fin al que tiende este ensayo es el de mostrar cómo las preguntas, que en un momento pueden considerarse como comunes, llegan a tal grado de ser filosóficas y cómo su respectivo grado de profundidad va a implicar el grado trascendencia de las respuestas a tales cuestiones. En el fondo, con lo anterior también quiero señalar que la filosofía antecede a la historia y le aquélla da ciertos principios a ésta, que incluso pueden vislumbrarse en cualquier investigación que lleve el nombre de historia. La manera en la que llevaré a cabo el propósito de este escrito va a ser muy simple y claro. Lo primero en la lista es mostrar cómo se relaciona la pregunta ¿Qué es?, con el primer apartado del texto de Villoro; en segundo lugar: la pregunta ¿Cómo es?, con el segundo punto de ese mismo texto aparecido en el libro Historia, ¿para qué?; en tercer y último lugar la pregunta ¿Cómo es posible que eso sea?, con la tercera sección del escrito titulado El sentido de la historia. Citaré, por tanto, algunos pasajes del escrito de Villoro para mejor comprensión y ejemplificación de lo dicho. Sin más que agregar, daré comienzo a este ensayo. ¿QUÉ ES? Quiero comenzar con esta pregunta porque parece ser la más sencilla, la que promete un primer acercamiento a algo desconocido por mí o por cualquiera. ¿No, acaso, ha escuchado usted, queridísima lectora, la pregunta más común de un niño pequeño? Éste, cuando ve un objeto, cuando escucha una nueva palabra, cuando ve el mundo pregunta ¿Qué es? He reflexionado que esta pregunta acerca aquello lejano a la luz de nuestra comprensión, de nuestro entendimiento. Cuando una palabra1 cualquiera pero que sea desconocida, todavía oscura y se me antoja extraña, y, tengo un interés, una curiosidad por aquello, entonces me pregunto ¿Qué es un atardecer? ¿Qué es un mito? ¿Qué es una traición? Entre tantas otras preguntas.
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Cuando menciono palabra en este texto no pienso en una construcción gramatical que se refiere a sí misma sin significado, sino a la palabra que señala un objeto, por ejemplo. Pero también considero en que una palabra puede significar algo todavía más complejo; puede ser o el amor, o la filosofía, o la historia, o lo bello, etcétera.
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Así, pues, la respuesta a una pregunta que intenta acercar aquello que está alejado o ajeno del entendimiento puede ser simple y no requiere de mayor profundización. Esta idea puede ser debatida. Con ello quiero decir que no porque la pregunta sea simple, la respuesta tenga que serlo necesariamente. En otras palabras, no importa la pregunta, sino la respuesta que se dé. Sin embargo, a mí me parece que un cambio de pronombre interrogativo puede representar una gran diferencia a la hora de dar alguna respuesta. Cuando Villoro, en la primera parte de su texto, comenta que “la historia es un interés general en el conocimiento” (Villoro, 2004: 35) da un esbozo de lo que está alejado. En este caso, lo es la historia. Es preciso aclarar en este punto, que una pregunta como el ¿Qué es?, puede tener como fin el esclarecer lo qué es un vaso, por ejemplo. Basta con señalar uno de éstos que se encuentra sobre una mesa para responder. Pero cuando una cuestión quiere aclarar un concepto como el de la historia, se tiene que señalar, pero no físicamente como en la pregunta del vaso, sino conceptualmente. Lo que agrega una dificultad un tanto mayor a la hora de responder. Villoro comenta que la respuesta que ha dado puede resultar fastidiosa para los historiadores que se han adentrado tanto en esa rama del conocimiento, pues esa respuesta podría ser aplicable a cualquier otro campo del conocimiento. La respuesta es tan general que aclara pero que no distingue entre la historia y la botánica, por ejemplo. Este autor se da rápida cuenta de que requiere una respuesta todavía más distintiva y es aquí donde comienza el verdadero trabajo filosófico. Pronto la pregunta ¿Qué es?, comienza a tomar una relevancia mayor y, por tanto, su respuesta. Poco a poco Villoro comienza a hablar de los objetos a los que le interesa la historia para así poder vislumbrar el fin de esa rama del conocimiento. Parece que sus objetos primordiales son el presente y el pasado. Pero ¿Qué es el presente y el pasado? Hay una cuestión de suma importancia, algo así como una pregunta que traslada al hombre de lo mero común a la profundización de lo común. Cuando un hombre se pregunta ¿Qué es el presente? No va a buscar esa respuesta en el presente mismo, sino en el pasado. Pero ¿por qué, un hombre, tendría que preguntarse por su presente? Bueno, así como lo he explicado antes, existe algo ajeno a este hombre y su situación, una situación que le parece extraña.
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Es por esa razón que un hombre se pregunta por lo que es su presente. Y pronto, la búsqueda se dirige al pasado, para saber qué ha causado su situación actual. Así pues, la respuesta tan general dada al inicio por Villoro deja de ser superficial y comienza a ser trascendente. La historia es una respuesta, a ¿Qué es el presente? ¿CÓMO ES? Cuando un hombre, a través de la pregunta por el presente, comienza a escudriñar en el pasado y querer encontrar las causas en aquellos sucesos anteriores para dar razón a su situación, empieza una pregunta que muchos filósofos han retomado para desarrollar las investigaciones que les han tomado, muy posiblemente, toda la vida. Este hombre comienza a preguntarse ¿Cómo es este presente? ¿Cómo es, entonces el pasado del cual él y su situación son consecuencias? El “cómo” sólo puede ser posterior al “qué”, pues antes de saber cómo es un libro, se debe saber qué es un libro. Aunque ambas preguntas parezcan iguales, no son lo mismo, pero es una delgada línea la que las ha de separar. El “qué” acerca y aclara, el “cómo” distingue y precisa. En el segundo punto del texto El sentido de la historia, el hombre, según Villoro, comienza a contrastar ese pasado del que proviene con su situación presente. Y este filósofo comenta que este contraste puede servir de dos maneras distintas. O para justificar su presente y aceptar sus instituciones, o para hacer una crítica a su situación, para crear una revolución. ¿Por qué razón es que con el contaste de la historia, el hombre puede, o justificar o criticar su presente? Es porque cuando un hombre pregunta por la manera en la que es su situación y saber que algo de ella le es extraña, comienza por indagar en el pasado. Esta indagación le va a mostrar los antecedentes, le va a mostrar la manera en la que se han desarrollado los sucesos anteriores. Es posible que este hombre se dé cuenta de que muchos acontecimientos que antecedieron al momento en el que vive están envueltos en ideologías, en creencias, en instituciones, en leyes, etcétera. Cada hombre que profundice en sus antecedentes tendrá una postura y dependiendo de cuál elija, será la manera en la que se apropiara de su situación.
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Al ver, el hombre, los antecedentes de su contexto puede tener una conciencia histórica, ya no sólo de su momento actual, sino de la relatividad en la que se encuentra, pues al descubrir que en muchas otras culturas su pasado ha tenido un origen distinto al suyo, puede entender la validez de cada ley con la que se rigen distintos pueblos pero que no por ello hace inválida la manera en la que este hombre en específico vive. ¿CÓMO ES POSIBLE QUE ESO SEA? Esta pregunta es la que más me ha parecido certera para este último apartado. Cuando pregunto por la manera en la que es posible que se dé algo, un estudio, un tipo de conocimiento, una actitud, pienso en aquello que es necesario qué esté presente y esto, a fin de cuentas, es trascendental. Sí, en el sentido en el que Kant ha utilizado la palabra trascendental. Luis V. menciona en este tercer y último apartado que el propósito de la historia, cuando realiza este acercamiento a su presente y a su pasado, y encuentra en éste el origen de sus leyes, de sus creencias y con ello se da cuenta de la relatividad de su situación y de la validez de su contexto, se pregunta, pues, por el sentido de su existencia La historia es sólo posible cuando el hombre pregunta por el sentido de su existencia, por su condición... Por ende, cuando se pregunta por el sentido, sin duda hace filosofía. A cualquier hombre le parecería ajeno el sentido de su existencia, pero esto no es su culpa, ni porque sea superficial o inculto, sino porque no parece claro cuál es éste. Esta búsqueda de sentido se da porque justamente éste parece ajeno al hombre, porque no parece claro, así como al inicio al niño se le hace ajeno todo lo que ve. El hombre tiene que buscar cuál es el sentido en su historia, en todo lo que está enlazado con su existencia. De este modo, la historia no parece un mero gusto por el pasado, sino una búsqueda que implica al hombre en sí mismo. Lo trascendental está alejado de toda experiencia y aquello es, pues, el sentido de la existencia del hombre, ya que no puede hallarse en lo común o surgido de ahí, sino que el ser hombre implica en sí mismo la búsqueda de un sentido. De este modo, espero que quede claro cómo la filosofía es una condición natural del hombre y así es como la historia surge como una
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exigencia de la búsqueda de un sentido, del conocimiento verdadero de la existencia del hombre. Espero que hasta este momento haya sido claro con esta exposición, estimada lectora, y que mi interpretación sea acorde al texto el filósofo Luis Villoro, tan admirado por mí y por muchos otros estudiantes. Quiero distinguir aquí, al final de este ensayo varios puntos. Uno de ellos es mi interés por las palabras interrogativas o los pronombres interrogativos, porque cada uno de estos tienen el fin de descubrir algo en específico de lo interrogado y saber qué es aquello que preguntan las preguntas es una dificultad para mí. Por la razón anterior es que utilicé este ensayo para apoyarme a responder también esa cuestión personal y mi objeto para contestarme fue el texto del filósofo que ya he mencionado en repetidas ocasiones. Por lo que alcanzo a ver, las preguntas ¿Qué es? ¿Cómo es?, y ¿Cómo es posible que eso sea?, han sido bien enlazadas con las respuestas a cada una de las partes del texto El sentido de la historia. También, como habrá visto, lectora, incluí a Kant porque creo que él ha señalado muy bien el problema de la búsqueda por lo trascendental en el conocimiento. Lo necesario, lo imprescindible sin lo cual algo puede ser concebido, pero que, además, esto necesario y universal está alejado de contingencias como lo podría ser el gusto o el contexto de un hombre, sino algo que es casi parte de éste. Sin nada más que agregar, espero que las respuestas pero que, sobre todo, las preguntas hayan sido esclarecedoras y que la labor filosófica no se agote con una respuesta, sino que se abran nuevos caminos con cuestiones que señalen el abismo que es ajeno todavía para el hombre, para nosotros y que podamos arrojarnos a él sin temer a perdernos. BIBLIOGRAFÍA Villoro, Luis. (2004). Historia, ¿Para qué? México: Siglo veintiuno editores
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