Ficha 4

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TEORIAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL

GUSTAVO LUGONES

FICHA No 4 SEGUNDA PARTE: COMPETITIVIDAD Y GLOBALIZACION 4. LA NOCION DE COMPETITIVIDAD INTERNACIONAL

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SEGUNDA PARTE:

COMPETITIVIDAD Y GLOBALIZACION LA NOCION INTERNACIONAL

4.

DE

COMPETITIVIDAD

4.1. NIVELES Y FACTORES DE COMPETITIVIDAD El de competitividad internacional es un concepto relativo (es decir, que implica una comparación) que alude a la capacidad de un producto, o de la firma que lo fabrica, para enfrentar la competencia externa, tanto en el mercado doméstico (frente a las importaciones) como en el externo (posibilidades de exportación). Para cualquier producto, la comparación procura aproximarse a un indicador de las posibilidades que se le asignan de competir con éxito frente a productos fabricados en otros países, destinados a satisfacer los mismos requerimientos o a abastecer la misma demanda, es decir, bienes iguales o sustitutivos. Por extensión, el concepto puede ser aplicado a comparaciones entre países o economías, ya que el país de origen de los productos (o las firmas) más competitivos demostrará contar con niveles de competitividad superiores al resto. En el plano de la firma individual, los resultados que la misma obtenga en los mercados al intentar la colocación de sus productos indicará los respectivos niveles de competitividad alcanzados (se entiende que una firma puede ser más competitiva en un producto que en otro). A nivel de los países, los intentos de medición de los niveles de competitividad han llevado al empleo de diversos indicadores que procuran evaluar el desempeño de las distintas economías en los mercados, a fin de efectuar las comparaciones y establecer las jerarquías correspondientes (ver Chudnovsky D. y Porta F., 1990). Al construirse los indicadores, la competitividad es “revelada” por el mercado, el que sanciona y determina que, más allá de las causas objetivas y subjetivas que puedan explicar las preferencias de la demanda, ciertos bienes/firmas/países han triunfado sobre otros en su propósito de conquistarla. En otras palabras, el desempeño en los mercados da la pauta de los niveles de competitividad alcanzados. Las comparaciones mencionadas tienen el carácter de análisis ex-post, es decir, que no reparan en los factores o causas que han incidido en los resultados relevados, sino exclusivamente en el desempeño logrado. Un enfoque más dinámico, propuesto por

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Ferraz, Kupfner y Haguenauer (1995) presentan a la competitividad como la capacidad de una empresa para formular e implementar estrategias competitivas que le permitan ampliar o conservar una posición sustentable en el mercado. Las estrategias competitivas que diseñan las firmas responden a su percepción respecto de dos aspectos centrales para la toma de decisiones: •

el patrón de competencia que caracteriza al mercado específico en que la empresa pretende actuar (la morfología del mercado) y



el medio ambiente económico general en que deberá desenvolverse (el contexto macroeconómico).

El otro determinante central son las capacidades acumuladas por las firmas, las que favorecen o condicionan la adopción de determinadas estrategias, ya que no todas las oportunidades (obstáculos) que presentan los mercados y el entorno económico general pueden ser aprovechados (superados) por la firma: esto dependerá de la trayectoria previa seguida por la empresa y de los esfuerzos que la misma realice para incrementar esas capacidades. El aspecto dinámico implícito en este enfoque es que la competitividad de firmas y países puede modificarse en el tiempo en función de las acciones conscientes que empresas y gobiernos realizan para fortalecer las capacidades individuales y mejorar el funcionamiento del entorno en que operan las firmas.

COMPETITIVIDAD GENUINA Y ESPURIA Tanto en términos de una firma que procura elevar sus niveles de competitividad, como de un país embarcado en el diseño de políticas tendientes a la mejora de sus resultados económicos y de su nivel de desarrollo, la identificación de los factores determinantes de los indicadores obtenidos constituye un elemento estratégico de importancia crucial. En particular, es pertinente la distinción efectuada por F. Fajnzylber (1988), entre competitividad genuina y espuria. De acuerdo con este autor, la competitividad genuina es la basada en factores tales como eficiencia productiva, atributos del bien (calidad, prestaciones, etc.), redes de comercialización, capacidad de financiamiento, entre otros y, por tanto, puede ser sustentable. En cambio, la competitividad espuria es aquella que se apoya en factores circunstanciales, coyunturas favorables, políticas públicas de apoyo, discriminación de precios entre el mercado doméstico y el externo (dumping), protección arancelaria o paraarancelaria, o bien en situaciones socialmente inaceptables o insostenibles e internacionalmente cuestionables (dumping social y ecológico). Para lograr ganancias genuinas de competitividad es necesario: •

un proceso conciente de revisión permanente del mix de producción (elección de especialización). 3



un avance constante en materia de innovación y dominio tecnológico (tanto en tecnología de producto como en tecnología de proceso), la organización fabril y empresaria y las técnicas de comercialización.

DOMINIO TECNOLOGICO Es la capacidad de asimilar y adaptar tecnologías provenientes del exterior de la firma, de forma de aumentar rápidamente la productividad, introducir mejoras de diseño en los productos, etc. No se trata necesariamente del logro de innovaciones mayores sino de ir ganando experiencia y desarrollando la capacidad productiva al adaptar y mejorar los conocimientos tecnológicos obtenidos, tanto en materia de productos como de procesos de producción. SEGUIMIENTO DE LAS TENDENCIAS INTERNACIONALES El análisis de las tendencias prevalecientes en los mercados internacionales proporciona a la firma valiosos criterios para una correcta elección del mix de producción y para lograr avances en el dominio tecnológico. En particular, es necesario revisar las tendencias en las preferencias de los usuarios o consumidores; las diferencias entre distintos mercados; las características de la oferta existente en los mercados internacionales; las tecnologías (de producto y de proceso) prevalecientes y las innovaciones y tendencias en la materia, diferenciando mercados y franjas de mercado.

Esto indica que los logros en materia de competitividad genuina requieren de esfuerzos importantes y sistemáticos por parte de las firmas. Sin embargo, ofrecen indudables ventajas en términos de mayor certidumbre, menor vulnerabilidad y fortalecimiento del sendero evolutivo de la firma, ya que, en la medida en que la misma realiza esfuerzos como los antes mencionados, acumula conocimientos, experiencias y habilidades que incrementan sus posibilidades competitivas a futuro.

COMPETITIVIDAD PRECIO Y NO PRECIO El universo de bienes que se comercializan en los mercados mundiales puede clasificarse en dos grandes conjuntos, de acuerdo con las características de los productos: commodities o diferenciados (ver cap. 1). Si bien son múltiples los factores que pueden incidir en el desempeño de una firma en los mercados de commodities, en tanto se trata de bienes homogéneos, el principal factor o causa de competitividad en esos mercados es el precio del bien. Dicho en otros términos, será muy difícil que una firma logre introducir exitosamente en un mercado de commodities un producto más caro que los semejantes ofrecidos por la competencia. En todo caso, los demás factores

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comienzan a tener peso a partir del ofrecimiento del producto a un precio igual o menor que el de la competencia. En cambio, la competencia en los mercados de bienes diferenciados, si bien no supone que los precios dejen por completo de tener incidencia, asigna mayor peso a otros factores, asociados a las características o cualidades particulares del producto, que lo distinguen de algún modo de los de la competencia, a partir de lo cual pretenden captar las preferencias de los consumidores aún cuando, eventualmente, impliquen precios superiores. Esta distinción tiene fuertes implicancias en términos del peso relativo que tendrán los distintos factores de competitividad, en cada caso. Así, para lograr adecuados niveles de competitividad en commodities será primordial la eficiencia en la producción, que asegure el mejor aprovechamiento de los recursos empleados y los más altos índices de productividad. Esto ha llevado a algunos autores (como es el caso de P. Krugman) a enfatizar de tal modo el papel de la productividad, que los éxitos en este campo son presentados casi como el único factor a considerar en la búsqueda de los determinantes o causas de los niveles de competitividad. En el caso de los bienes diferenciados, sin embargo, tanto o más importante que la eficiencia productiva, es el logro de avances en materia de innovación tecnológica en productos y procesos. Los éxitos en el terreno de la innovación son, precisamente, los que permiten distinguirse de la competencia, presentando productos con características originales, sea en diseño, en prestaciones, en los componentes o materiales con que es fabricado el bien o en cualquier otro aspecto que implique una diferencia significativa y no sólo una distinción menor o superficial. Debe quedar claro que la distinción efectuada no invalida la importancia de las innovaciones en tecnología de procesos y en organización de la producción para el logro de reducciones en los costos de fabricación y comercialización de los productos, lo que sin duda apuntalará la obtención de mejoras competitivas tanto en commodities como en diferenciados. Los cambios tecnológicos, tanto en productos como en procesos son, sin embargo, mucho más veloces y frecuentes en el caso de los bienes diferenciados, lo que hace que la incidencia de los procesos innovativos en los niveles de competitividad sea relativamente mayor en estos últimos.

FACTORES ENDOGENOS Y EXOGENOS DE COMPETITIVIDAD Siguiendo a Ferraz, Kupfer y Haguenauer (1995), podemos identificar tres grupos de factores de competitividad, uno endógeno (factores empresariales) y dos exógenos a la firma (factores estructurales y factores sistémicos). Un significativo aporte de este enfoque es la identificación de los factores estructurales, que corresponden al medio específico en que se desenvuelve la firma. Su consideración otorga a la noción de competitividad un carácter sector-específico que permite explicar las situaciones particulares que distinguen las oportunidades y obstáculos que deben enfrentar las firmas en los distintos mercados y que pueden presentar notables

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diferencias entre un caso y otro. La importancia de esta distinción es central, tanto para la formulación de políticas comerciales, industriales y tecnológicas, como para el diseño de las estrategias individuales de las firmas. FACTORES EMPRESARIALES Corresponden al área de influencia de la firma (lo cual les da su carácter endógeno) y se refieren a las cuatro áreas de competencia de la empresa: •

gestión tareas administrativas, planeamiento estratégico, soporte a la toma de decisiones, finanzas, marketing, servicios post-venta;



innovación I+D en procesos y productos (intra o extra muros), intercambio y transferencia de tecnología;



producción recursos productivos: equipamiento, instalaciones, organización, calidad



recursos humanos relaciones de trabajo, productividad, calificación y flexibilidad de la mano de obra

FACTORES ESTRUCTURALES Tienen que ver con aspectos que hacen a la conformación específica de los mercados en que opera la firma, por lo cual ésta puede incidir en los mismos sólo parcialmente, tales como: •

Las características y dinámica de la oferta y la demanda



La configuración de la industria tendencias de progreso técnico (ciclos de productos y procesos), I+D, oportunidades tecnológicas escalas habituales de operación niveles de concentración técnica y económica grado de verticalización y diversificación sectorial distribución espacial y articulación con la infraestructura articulación de los productores con proveedores y clientes relaciones entre productores y de éstos con instituciones tecnológicas



régimen de incentivos (especificidades sectoriales)



regulación de la competencia 6

FACTORES SISTEMICOS Se trata de externalidades en sentido estricto, ya que la firma tiene nula posibilidad de influencia en los mismos, pese a que pueden llegar a afectar fuertemente su desempeño. •

Contexto macroeconómico



Régimen de concurrencia políticas de comercio exterior; política tributaria; política científica y tecnológica; marco regulatorio



Infraestructura



Aspectos sociales educación y calificación de la mano de obra, relaciones laborales, nivel de vida de los consumidores



Contexto internacional

4.2. LOS VINCULOS ENTRE INNOVACIÓN, COMPETITIVIDAD Y COMERCIO INTERNACIONAL. En el ámbito empresarial es cada vez mayor la aceptación de que la innovación tecnológica es la llave maestra para el éxito de las firmas industriales. A nivel agregado, por otra parte, contar con firmas innovativas supone no sólo una mayor competitividad de la economía en su conjunto, sino también la generación de spillovers tecnológicos hacia los restantes agentes económicos, con su consecuente incidencia en el sendero de desarrollo que –de manera tácita o explícita- es adoptado por un país. En efecto, la innovación tecnológica está llamada a ser la fuente principal de adquisición de mejoras competitivas “genuinas”, “sustentables” y “acumulativas”. Asimismo, la realización de esfuerzos innovativos por parte de las firmas, en procura de mejoras competitivas implica la elección de una trayectoria muy distinta de aquélla en que prevalecen las acciones de carácter “defensivo” (J. Katz, 1998), tales como reorganización administrativa, racionalización del personal, reducción de la producción y complemento de la oferta con importaciones, en donde están ausentes los intentos por incorporar mejoras tecnológicas en productos y/o procesos y en los niveles de calidad, por fortalecer la estructura de comercialización y los vínculos con los mercados externos (acciones de carácter “ofensivo”). Además de las implicancias desfavorables en el empleo, en los niveles de actividad y en la balanza comercial, las estrategias defensivas han mostrado ser un recurso sin capacidad de proyección en el mediano plazo y que sólo ofrece a las firmas la posibilidad de ganar tiempo frente a una coyuntura desfavorable, mientras se organizan acciones de mayor profundidad.

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VENTAJAS GENUINAS, SUSTENTABLES Y ACUMULATIVAS El término ventajas “genuinas” se refiere al logro de ventajas competitivas a partir de la acumulación de conocimientos, el desarrollo de habilidades y el aprovechamiento de capacidades (naturales o adquiridas) que permiten a las firmas (y, por extensión, a los países) destacarse sobre la competencia, a diferencia de las basadas en bajos salarios, depreciación de la moneda, otorgamiento de subsidios u otras variantes que (con propiedad) han sido llamadas “espurias” por Fernando Fajnzylber (1988). Por “sustentables” entendemos, principalmente, aquellas ventajas que, aún dependiendo de la explotación de recursos naturales, no implican la degradación de los mismos ni el deterioro del medio ambiente, ya sea por la utilización de tecnologías “limpias” o por una gestión ambiental atenta a la preservación de los recursos (R. Sutcliffe, 1995). El término “acumulativas”, por último, alude al papel condicionante de la trayectoria futura (“path dependency”) que encierra la conducta tecnológica de las firmas y a la generación de externalidades vinculada a los procesos de aprendizaje y mejoramiento tecnológico (Ocampo, J. A., 1991). Más importante aún, la innovación tecnológica es también el recurso adecuado para eludir la competencia por precio, característica de los mercados de commodities, en los cuales las posiciones de las firmas son más vulnerables, ya que están siempre expuestas a fuertes oscilaciones y desequilibrios entre oferta y demanda, a la permanente incorporación de nuevos competidores con ventajas salariales o de escala o que recurren a prácticas desleales de comercio. Claro está que los mercados de bienes diferenciados, donde es cada vez más rápida la obsolecencia de procesos y productos, exigen una conducta tecnológica activa por parte de las firmas y una permanente disposición y aptitud para el cambio. Sin embargo, en contrapartida, ofrecen la posibilidad de sostener relaciones de comercio más estables, de aprovechar el mayor dinamismo que caracteriza a estos mercados, de eludir eventuales desventajas en materia de costo salarial y de hacer prevalecer ventajas de carácter endógeno (capacidades propias de las firmas), cuya ampliación a futuro no enfrenta, en principio, limitaciones ni barreras ajenas a la empresa, si los factores exógenos (contexto macroeconómico, infraestructura, regulaciones) inciden favorablemente (R. Ffrench-Davis, 1990). A nivel agregado, la innovación tecnológica y la diferenciación de productos es el camino para que una economía pueda sostener un incremento sistemático de los salarios, sin afectar negativamente sus niveles de competitividad. Es, también, la fórmula más prometedora en relación con la posibilidad de evitar el deterioro de los términos de intercambio y los desequilibrios del sector externo que caracterizan a las

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economías latinoamericanas. Puede, asimismo, incidir en un mejor aprovechamiento de los recursos naturales, favoreciendo su transformación doméstica en bienes de mayor contenido tecnológico. Como vemos, la conducta tecnológica de las firmas tiene no sólo importantes consecuencias en sus competencias individuales sino, a la vez, fuertes implicancias en la elección tácita del sendero de desarrollo adoptado por un país. ANEXO Texto tomado de: Yoguel G., Comercio Internacional, competitividad y estrategias empresariales: El sendero evolutivo de la teoría. Documento de Trabajo N° 4, UNGS. 1996.

LAS CORRIENTES NEOSCHUMPETERIANAS En los últimos años existe un creciente consenso respecto a que la competitividad y los patrones de especialización de los países en el comercio internacional se explican por el desarrollo diferencial que alcanzan sus capacidades tecnológicas e innovativas (Dosi y Soete, 1988, García, 1995, Alavi, 1991, Lall, 1981). Según estos autores, la competencia internacional tiene especificidades sectoriales determinadas por la tecnología y por el proceso de innovación (Peretto, 1990), dado que la intensidad factorial de un país no parece estar asociada a la intensidad factorial de los bienes en los que se especializan (Dosi, 1991). Es decir, la tecnología determina los rasgos estructurales de los sectores industriales y proporciona a las firmas oportunidades y restricciones. En el marco de ellas, las ventajas en el comercio son explicadas por sus capacidades para crear y sostener diferencias tecnológicas a lo largo del tiempo (Dosi y Soete, 1988). Desde esta perspectiva teórica, la distribución internacional de las capacidades tecnológicas influye decisivamente en el patrón de especialización del comercio de cada país y determina una jerarquía de las economías nacionales en el comercio internacional1. En ese contexto, la innovación ocupa un lugar central en la explicación de la posición relativa de cada país en la economía mundial, debido a que las ventajas competitivas sólo se pueden sustentar en el mediano plazo a partir de una renovación continua de las competencias de las firmas. Las competencias ( Richardson 1972 ) son conocimientos y habilidades específicas desarrolladas por las firmas que determinan el tipo de actividades que éstas pueden llevar a cabo en forma eficiente. Estas competencias no se reducen a información y equipos sino que incluyen también un conjunto de capacidades organizativas, patrones de conductas y rutinas que influyen en el proceso de toma de decisiones. (García, 1995).

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Estas teorías predicen que los países en vías de desarrollo tendrán una especialización en productos de bajo nivel tecnológico, aunque señalan que en los últimos diez años se viene produciendo, en esos países, un desarrollo de tecnología doméstica de tipo incremental incorporada en la exportación de equipos de capital. (Alavi, 1989)

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Desde esta concepción, la innovación es visualizada como la producción y transformación de conocimiento simbólico y genérico en conocimiento específico para resolver problemas y mejorar el posicionamiento competitivo de las firmas en el mercado. En ese sentido, constituye un proceso de aprendizaje colectivo e interactivo en condiciones de incertidumbre, en el cual las competencias específicas de las firmas, que adquieren un rol clave, son modificadas a lo largo del tiempo. En suma, las competencias de las firmas son idiosincrásicas, tienen elevado grado de inercia y dependen del grado de conexión e interrelación entre las firmas y el environment. Es decir, no se trata de recursos estáticos (información y equipos) sino de recursos dinámicos que tienen capacidad de aprendizaje. Estas competencias dependen a su vez de la cultura de la organización (gestión, estilo de conducción, etc.) y del ambiente en el que la firma actúa. Por lo tanto, las características del ambiente, la cultura organizacional, los senderos de aprendizaje y de formación de competencias explican los desiguales marcos interpretativos de las firmas. El proceso innovativo requiere generar conocimiento no codificable (específico) como resultado de un aprendizaje que depende de las competencias de las firmas pero que también influye sobre otras. Este proceso, efectuado por los agentes económicos en condiciones de incertidumbre en un período largo2, tiene especificidades que –a diferencia de los bienes públicos- no la hacen fácilmente aplicable y reproducible (Dosi et al, 1988, Dosi, 1988, Guerrieri, 1993). En ese sentido, los medios y canales usados y los productos del proceso de innovación son fuertemente idiosincrásicos. En algún sentido, eso permite construir clusters de firmas con similares capacidades competitivas y senderos tecnológicos3. Dado que el cambio tecnológico asume rasgos sectoriales específicos, en términos de oportunidades tecnológicas, fuentes y condiciones de apropiabilidad, este enfoque enfatiza el rol de las relaciones intersectoriales- en particular las existentes entre productores y usuarios- en el desarrollo de actividades innovativas. En particular, debido al carácter tácito y no codificable del proceso innovativo, el cambio tecnológico afecta estas vinculaciones intersectoriales. Las críticas de esta escuela a la ortodoxia del comercio internacional se centran en dos cuestiones: i) el intercambio de bienes y servicios a nivel internacional asume un carácter crecientemente intraindustrial y ii) el comercio se efectúa predominantemente entre países que tienen una dotación de factores similar. Ambos elementos contradicen las hipótesis ortodoxas, según las cuales el intercambio internacional es el producto de

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Las condiciones de incertidumbre determinan que los resultados obtenidos en el pasado no constituyan garantía de éxito futuro. 3 Algunas de las hipótesis planteadas previamente han sido verificadas por Peretto (1990) con información de 1983 para un conjunto de países de la OECD a partir de un modelo que relaciona la competitividad internacional de cada país con variables agregadas que describen los principales rasgos de la industria. La especificación sectorial, los procesos de aprendizaje de las firmas y el aprovechamiento de economías de escala constituyen, según este modelo, variables relevante de la competitividad de los países. En ese sentido, los procesos de acumulación de conocimiento y la habilidad de la firma para explotar sus oportunidades de aprendizaje constituyen determinantes centrales de la competitividad.

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las diferencias existentes en la dotación de factores entre países y/o de las productividades relativas de los mismos.4 Los diversos trabajos a partir de este nuevo abordaje han elaborado taxonomías de sectores industriales que compiten en el mercado internacional en función de distintas fuentes, usos y forma de apropiación de tecnología (Pavitt, 1984, Guerrieri, 1993)5. Al constituir una tipología de actividades con distinto grado de presencia de innovaciones, estos autores tienden a identificar la firma con el sector al cual pertenecen y plantean que el proceso de acumulación de tecnología asume rasgos sectoriales específicos. En la misma dirección, Miotti y Quenan (1994) argumentan que los cambios en la producción y el comercio internacional se explican por el proceso de globalización impulsado por la revolución tecno-industrial que se acelera a partir de los años ochenta y se sustenta en una renovación permanente de los procesos de producción y en una generalización de las innovaciones tecnológicas y organizacionales y en el desarrollo de las tecnologías de la información. Por lo tanto, el patrón de especialización de cada país en el comercio internacional se centra en la innovación tecnológica. Desde la perspectiva neoschumpeteriana, los patrones de especialización de cada país en el comercio internacional dependen de las capacidades tecnológicas e innovativas de las firmas, por lo que las acciones de política que se desprenden de este enfoque apuntan a favorecer el desarrollo y la renovación continua de las competencias y de los procesos de aprendizaje. Estas acciones se ubican tanto a nivel de la firma como en el plano del ambiente en el que tiene lugar el juego competitivo. El ambiente se entiende como el conjunto de instituciones, agentes y relaciones existentes entre ellos que influyen de manera decisiva en el grado de desarrollo que alcanzan las actividades innovativas. Estas son concebidas como un proceso social e interactivo ( Johnson Lundvall, 1994). Las acciones que se desprenden de las teorías neoschumpeterianas apuntan a fortalecer el conjunto de elementos que influyen sobre la capacidad innovativa de la firma y sobre la diferenciación de conductas empresariales. Es decir, fortalecen lo que se denomina Sistema Nacional de Innovación ( Lundvall 1993, Freeman 1993 Nelson 1993 ).

BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA BID, Competitividad: El Motor del Crecimiento. 2001. Cap. 1, 2, 3, 4, 14, 15 y 16. Chudnovsky, D. y Porta, F, La competitividad internacional. Principales cuestiones conceptuales y metodológicas. CENIT. DT 3. 1990.

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A diferencia de la teoría neoclásica, esta corriente no sólo incluye los acervos tecnológicos como un factor económico independiente sino que otorga un contenido diferente a cada término de la función de producción. 5 Por ejemplo Guerrieri, desagregando la taxonomía de Pavitt considera entre los grupos más significativos los sectores intensivos en ciencia, los intensivos en escala, los oferentes especializados, los oferentes tradicionales, los productores de alimentos y los combustibles.

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Coriat B. y Taddéi D. Made in France. Cómo enfrentar los desafíos de la competitividad internacional. Alianza Editorial. 1995. Fajnzylber F. (1988), “Competitividad internacional, evolución y lecciones”, en Revista de la CEPAL, No 36, diciembre, Santiago de Chile. Ferraz, Kupfner y Haguenauer (1995), Made in Brazil. Desafios competitivos para a indústria. Editora Campus. Río de Janeiro. Cap. 1. Katz J. (1993), “Organización industrial, competitividad internacional y políticas públicas”, en El desafío de la competitividad. La industria argentina. en transformación. Bernardo Kosacoff (comp.). CEPAL/Alianza Editorial. López, A. y Lugones, G. (1997), El proceso de innovación tecnológica en América Latina en los años noventa. Criterios para la definición de indicadores. REDES, Vol. IV, N° 9, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes. ONUDI, “Competir mediante la innovación y el aprendizaje”. Informe sobre el desarrollo industrial correspondiente a 2002/2003. Parte II, cap 5 y 6. Porter, M. La Ventaja Competitiva de las Naciones. Cap I, II, III, y IV. Ed. Vergara 1990. Teece, David (2003) “Sacando partido de la innovación tecnológica: Implicaciones para la integración, colaboración, obtención de licencias y políticas públicas” incluido en F. Chesnais, J. Neffa (comp.) Sistemas de innovación y política tecnológica, Trabajo y Sociedad, CEIL-PIETTE, Buenos Aires Yoguel G. (1996), Comercio Internacional, competitividad y estrategias empresariales: El sendero evolutivo de la teoría. Documento de Trabajo N° 4, UNGS.

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