TEORIAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL
GUSTAVO LUGONES
FICHA No 2 PRIMERA PARTE (CONT.): LA EVOLUCION DE LA TEORIA (CONT.) 2. LAS NUEVAS INTERNACIONAL
TEORIAS
DEL
COMERCIO
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PRIMERA PARTE (CONT.):
LA EVOLUCION DE LA TEORIA (CONT.) 2. LAS NUEVAS TEORIAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL: RENDIMIENTOS CRECIENTES A
ESCALA, DIFERENCIACIÓN DE PRODUCTO Y DIFERENCIAS EN CAPACIDADES TECNOLÓGICAS 2.1. RENDIMIENTOS CRECIENTES A ESCALA En los análisis formulados en el marco de las teorías clásica y neoclásica del comercio internacional el tamaño de las naciones no tiene ninguna incidencia en las corrientes de intercambio internacional: no ejerce influencia en la existencia misma de comercio, ni tampoco en su estructura, es decir, en las tendencias de especialización de los diferentes países. En efecto, de acuerdo al enfoque tradicional esas cuestiones están determinadas por las diferencias internacionales en las técnicas de producción (Ricardo) o por las diferencias internacionales en las dotaciones relativas de factores de la producción (Heckscher/Ohlin). Esto es explicable, ya que ambas teorías presentan modelos que adoptan el supuesto de ausencia de rendimientos crecientes a escala. ¿Qué ocurriría si levantáramos este supuesto y encaráramos el análisis aceptando la posibilidad (bastante frecuente, por cierto) de la existencia de actividades productivas en donde los costos medios (o unitarios) disminuyen a medida que aumenta la cantidad producida, dando lugar a la oportunidad de aprovechar economías de escala?. En primer lugar, según la naturaleza de las economías de escala, esto es, si se trata de economías de escala internas o externas a la firma, puede verse seriamente afectada la conformación de los mercados y la existencia de concurrencia en los mismos. En otras palabras, la presencia de economías de escala internas destruye la competencia perfecta al proporcionar ventajas a las unidades productivas de mayor tamaño sobre las demás, por lo que los mercados tienden a convertirse en monopólicos u oligopólicos. Por su parte, las mayores o menores posibilidades de aprovechamiento de economías de escala externas (también llamadas externalidades) por parte de las firmas pueden incidir en la aparición de las llamadas fallas de mercado que afectan las 2
capacidades del sistema de precios relativos como principal referente en la toma de decisiones de inversión y, consecuentemente, puede provocar diferencias entre los rendimientos (costos) sociales y los privados de los proyectos. Como vemos, el levantamiento del supuesto de ausencia de rendimientos crecientes a escala (internos y externos) pone en serio cuestionamiento las conclusiones obtenidas por los enfoques tradicionales sobre el comercio internacional, elaboradas a partir del análisis de mercados operando en condiciones de competencia perfecta y bajo la influencia del supuesto mencionado. Esas conclusiones deben, por tanto, ser revisadas, sobre todo en relación con las posibles consecuencias de la presencia de economías de escala en las tendencias de especialización internacionales. Alfred Marshall, en 1879, fué el primero en abordar el análisis de los rendimientos crecientes a escala y quien introdujo la distinción entre economías de escala internas y externas a la firma. Ambos conceptos son de gran importancia para la teoría del comercio internacional y conducen a resultados distintos en cada caso por lo que deben ser objeto de tratamiento por separado. El papel de la diferenciación de productos (ver ficha Nº 1) en las tendencias de especialización también debe ser objeto de tratamiento específico, por lo que será abordado en otro apartado, pese a que es bastante común que la Nueva Teoría del Comercio Internacional (v. gr. P. Krugman) analice conjuntamente las hipótesis de economías de escala y de diferenciación de productos.
2.1.1. Las economías de escala internas Cuando existen rendimientos crecientes a escala, el tamaño de las naciones que se relacionan comercialmente se vuelve una variable importante para explicar la especialización internacional. Supongamos, a manera de ejemplo, que dos naciones, producen dos bienes en autarquía (es decir, que solo producen para comercializar en sus respectivos mercados internos). Supongamos también que uno de los bienes se produce en condiciones de rendimientos crecientes a escala. Como comprobaremos seguidamente, si los dos mercados nacionales no son del mismo tamaño, ese producto será fabricado a menores costos unitarios en el país más grande. Los rendimientos crecientes a escala internos a la firma pueden ser definidos apelando a la formalización en términos de la función de producción, que expresa las combinaciones de recursos necesarias para la fabricación de un bien determinado. Supongamos que una firma emplea K unidades del factor capital y L unidades del factor trabajo para obtener una cantidad Q del producto que fabrica. En términos formales diríamos que Q = f(K,L), es decir que la cantidad de producto obtenida es una función del capital y el trabajo empleados.
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Esta función de producción presenta rendimientos crecientes a escala (economías de escala) si se comprueba que:
f(λK,λL) > λf(K,L) siendo λ>1 En otras palabras, existen economías de escala cuando ante incrementos en el input (el empleo de factores de la producción) se obtienen incrementos más que proporcionales en el output (producto). Un ejemplo de lo dicho se daría en el caso de que ante incrementos del 10% en la cantidad empleada de los factores de la producción se obtuvieran incrementos mayores al 10% en la cantidad de producto obtenida. Aunque los costos totales aumentarían, la situación descripta implicaría un descenso en los costos medios o unitarios, debido a un aumento en la productividad de los factores, ante incrementos en el empleo de los mismos. La situación descripta es propia de industrias capital intensivas (o que emplean intensivamente el factor capital). También podemos analizar la presencia de economías de escala internas como el resultado de la presencia de indivisibilidades en la función de producción, lo que ocurre cuando, debido a condicionamientos técnicos, la capacidad productiva instalada solo puede incrementare a saltos o de forma discontinua. Supongamos, a manera de ejemplo, que en una planta industrial se cuenta con 2 máquinas, cada una de las cuales tiene una capacidad de producción máxima de 1000 unidades de producto diarias. Supongamos también que en relación con esta actividad no existe oferta en el mercado de máquinas de una capacidad menor a la señalada. Si la firma quisiera aumentar su capacidad instalada actual de 2.000 a sólo 2.200 unidades diarias (un incremento del 10%) no podría hacerlo, viéndose forzada a llevar esa capacidad a, por lo menos, 3.000 unidades diarias (un incremento del 50%) mediante la incorporación de una máquina más, aunque esto derive en un importante índice de capacidad ociosa o subutilizada. En este caso, en la medida que la firma logre ir incrementando las ventas como para lograr aumentos en la utilización de la nueva capacidad instalada estará obteniendo economías de escala. Otra importante fuente es la existencia de importantes costos fijos que son aquéllos que, aunque imprescindibles para poner en marcha la actividad productiva, no varían con la cantidad de producto a fabricar pero pesan sobre los costos medios o unitarios. Consecuentemente, una mayor cantidad de producto obtenida sin incrementar los costos fijos permite que la absorción de éstos se divida entre un mayor número de bienes reduciéndose, así, los costos medios. Estas economías de escala son internas a la firma ya que no están relacionadas con factores exógenos a la misma (como podrían ser las características del mercado en que opera la empresa o la disponibilidad de infraestructura) sino que dependen del tamaño de la planta fabril, de la escala en que ésta produce, de las técnicas empleadas y de la organización de la producción al interior de la planta. Lo expuesto merece algunas consideraciones. En primer lugar, existen diferencias importantes entre las distintas actividades en cuanto a la envergadura de los costos fijos involucrados en la producción y también en cuanto a la existencia de indivisibilidades,
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por lo que la presencia de economías de escala no es pareja a lo largo de la industria. Por el contrario, existen importantes diferencias sectoriales en este aspecto, por lo que hay sectores o actividades productivas más sujetas que otras a la presencia de economías de escala. A su vez, la presencia de economías de escala no suele ser la misma en distintos niveles de producción de la firma sino que ésta puede encontrar en su desarrollo tres fases de rendimientos de escala internos: crecientes, hasta cierto nivel de producción, constantes más allá de éste y, por último, decrecientes, lo que se refleja en la forma en U que adoptan las curvas de costos descriptas en los análisis microeconómicos. Es habitual, sin embargo, que a fin de simplificar la exposición sólo se considere el caso extremo en el que los costos medios disminuyen permanentemente a medida que aumenta la escala de producción. En todo caso, en la medida en que las técnicas de producción y de organización de las firmas determinen la presencia de economías de escala internas, los mercados correspondientes tenderán a alejarse de la competencia perfecta y a cobijar otras formas de competencia como el monopolio (si esas economías de escala son continuas) o el oligopolio (si están circunscriptas a un nivel particular de la producción). Esto se debe a la ventaja competitiva que algunas firmas pueden explotar a partir de su mayor tamaño relativo, lo que incidirá en que las restantes encuentren severas dificultades para mantenerse en competencia. Implica también la aparición de barreras a la entrada a partir de la existencia de un tamaño mínimo requerido para desenvolverse con éxito en el mercado. Al mismo tiempo, aparecen nuevas causas explicativas de la existencia de comercio internacional y de los diferentes patrones de especialización adoptados por las naciones, distintas a las esgrimidas por las teorías tradicionales. En efecto, no sólo pueden ser consideradas las características de las naciones y las ventajas comparativas; también la intención de explotar economías de escala puede ser causa de comercio y determinante de las tendencias de especialización. En particular, resalta como consecuencia de lo expuesto, que las economías emergentes o de menor desarrollo relativo encontrarán dificultades para que, en condiciones de comercio libre, sus empresas puedan desempeñarse con éxito en mercados correspondientes a actividades fuertemente sujetas a economías de escala, ya que, en términos generales, puede esperarse un menor tamaño relativo de estas firmas en relación con sus pares del mundo desarrollado. En ese caso, las tendencias de especialización de las naciones no estarían siendo determinadas necesariamente por las habilidades o capacidades tecnológicas respectivas o por sus dotaciones de recursos. En cambio, otros aspectos podrían tener importante incidencia, como el tamaño del mercado interno, que puede favorecer la existencia de firmas de mayor envergadura y el aprovechamiento de economías de escala por parte de las mismas lo que las habilitaría para competir exitosamente en los mercados externos. Esto es muy importante para nuestro análisis ya que la exportación puede, a su vez, reforzar el proceso al ampliar aún más los mercados a explotar, con lo que aparece una causa para la existencia de comercio internacional no explorada por el enfoque tradicional.
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No obstante, el tipo de comercio a que daría lugar la intención de aprovechar economías de escala sería en cierto sentido, de tipo ricardiano. Siempre que los bienes comercializados sean homogéneos, tal como lo suponen las aproximaciones teóricas tradicionales, el patrón de comercio en presencia de economías de escala será interindustrial o intersectorial, ya que los países se diferenciarían unos de otros adoptando distintas especializaciones. En primer lugar, no tendría sentido que un mismo país exporte e importe bienes exactamente iguales (homogéneos). En segundo lugar, para cada producto fuertemente sujeto a economías de escala, habrá importantes diferencias de costos medios entre los oferentes, de tal modo que el abastecimiento del mercado mundial tenderá a concentrarse en pocas firmas (y naciones). Como ampliaremos más adelante, no será tan sencillo, en cambio, mantener la hipótesis ricardiana de beneficio mutuo, ya que los rendimientos crecientes consagran diferencias notables en las posibilidades de las distintas economías de acceder al comercio internacional y aprovechar sus oportunidades. También abandonaremos más adelante el supuesto de bienes homogéneos para abordar el caso del aprovechamiento de economías de escala en la producción de bienes diferenciados.
2.1.2. Economías de escala externas Existe otro tipo de economías de escala que no son internas sino externas a la firma, ya que dependen de la evolución general del sector de actividad en el que la firma opera. Estas economías existen cuando las firmas del sector ven disminuir sus costos de producción a medida que el sector crece, es decir, a medida que aumentan las cantidades producidas por el conjunto de las firmas. No es, en este caso, el tamaño de la planta individual el que determina la caída de los costos medios de producción, sino el tamaño del sector o del mercado en que opera la firma. (Ocampo J. A., 1991; Rainelli M, 1997). Las llamadas economías de aglomeración son un buen ejemplo de lo expuesto. Estas se refieren a las ventajas en la provisión de insumos y servicios diversos que obtienen las firmas que se concentran en determinada localización geográfica para desarrollar una misma actividad. Esta circunstancia favorece, indudablemente, el desarrollo de una oferta especializada de insumos, partes, componentes, trabajadores y servicios específicos, todo lo cual puede incidir de manera importante en los costos de producción de las firmas individuales. Asimismo, se facilita el desarrollo de encadenamientos y complementariedades entre los distintos agentes cada uno de los cuales puede beneficiarse del accionar de los demás1. Aunque con menores repercusiones en cuanto al desarrollo de oferta sectorialmente especializada, pero con incidencia igualmente importante en términos de posibilidades de una más amplia oferta de bienes, servicios, infraestructura y recursos humanos y, por tanto, de la presencia de encadenamientos y complementariedades entre los agentes, 1
El ejemplo más recurrido, en este sentido, es el caso de la concentración de firmas dedicadas a la industria microelectrónica en el Silicon Valley (EEUU).
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debe también tomarse en cuenta el tamaño de la región y, por extensión, del país al que pertenece una firma determinada. Un mayor o menor tamaño relativo implica un mayor o menor número de oferentes de insumos y servicios, lo que seguramente tendrá incidencia en el precio y la calidad de los mismos. En este caso, las economías de escala externas estarían asociadas al crecimiento de la región y/o de la economía en su conjunto. EXTERNALIDADES De acuerdo con Stewart y Ghani (1991), podemos distinguir dos tipos de economías externas (también llamadas comúnmente externalidades): Las economías externas reales son aquéllas que afectan las funciones de producción de las firmas, tales como las transferencias de tecnología o conocimiento entre firmas. Es el caso de las relaciones que se establecen entre proveedores y usuarios donde cada uno puede nutrirse de conocimientos desarrollados por el otro o de información tecnológica y sobre mercados. Otro ejemplo posible es el brindado por los desplazamientos de mano de obra de unas firmas a otras, que permiten a las últimas beneficiarse del entrenamiento y capacitación proporcionados a los trabajadores por las primeras. La disponibilidad de infraestructura, insumos y mano de obra deben considerarse también dentro de este grupo. Las economías externas pecuniarias aparecen cuando la acción de una firma afecta los términos de intercambio de otra y están relacionadas principalmente con las condiciones de precio y calidad a que puede acceder a sus insumos, así como al tamaño y características de los mercados existentes para sus productos. A diferencia de las economías de escala internas, las economías externas no son incompatibles con la preservación de la competencia en los mercados; esto es, no generan impulsos hacia la conformación de formas monopólicas u oligopólicas de los mercados, ya que no están determinadas por el tamaño de la planta sino por el tamaño del sector o de la economía como un todo.
Como vemos, no sólo las propias acciones realizadas por una firma en particular inciden en su desempeño sino que éste puede verse afectado también por las acciones llevadas a cabo por otros agentes con diverso grado de vinculación. Esto lleva a concluir que, en la medida en que para la producción de un determinado bien las economías externas tengan una incidencia significativa, las naciones de mayor tamaño relativo o que producen una cantidad importante del producto en cuestión, se verán favorecidas o gozarán de una ventaja sobre las demás.
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El acceso al mercado internacional para nuevos competidores puede, entonces, resultar imposible: sus costos medios pueden resultar demasiado altos aunque empleen técnicas de producción iguales o mejores a la best-practice internacional y cuenten con una organización eficiente e incluso con ventajas naturales (dotación de recursos)2. En otras palabras, la competitividad de las firmas puede verse afectada por factores exógenos a las mismas, es decir, factores que están fuera de sus posibilidades de acción o de control. Consecuentemente, el tamaño de los sectores en cada nación e, incluso, el tamaño de las economías, puede jugar un importantísimo papel en la determinación de las tendencias de especialización internacional. De lo expuesto se derivan dos consideraciones principales: •
el tamaño del mercado interno de una nación, en presencia de economías de escala externas, puede ser un factor explicativo del comercio internacional, distinto de los explorados por los enfoques tradicionales;
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los patrones de especialización internacional resultantes de la incidencia de economías de escala externas tienden a mantenerse estables o son de difícil modificación, aún en el caso de cambios en el cuadro de ventajas comparativas.
2.1.3. Economías de escala dinámicas Queda aún por analizar otra causa de la eventual presencia de rendimientos crecientes que, en este caso, no están vinculados ni con el tamaño de la planta ni con el tamaño de la economía o del sector en que opera la firma. Se trata de las economías de escala dinámicas que son el resultado de los procesos de aprendizaje que acompañan la realización de esfuerzos productivos de cualquier naturaleza. Gracias al proceso de aprendizaje, tanto en las firmas individuales como en la economía en su conjunto, se van acumulando conocimientos, experiencias y saberes que permiten, con el paso del tiempo, lograr sucesivas y sistemáticas mejoras en la productividad. En este sentido, quienes han comenzado antes a desarrollar una actividad productiva llevan una ventaja apreciable sobre sus eventuales competidores, los que tendrán que procurar achicar la brecha en materia de acumulación de capacidades tecnológicas y organizativas que, en principio, los separa de los primeros.
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Una demostración gráfica de esta proposición puede encontrarse en Krugman y Obstfeld, op. cit., Cap. 6.
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EL PROCESO DE APRENDIZAJE Empresas y naciones aprenden de diversas maneras a hacer cada vez mejor aquello que hacen: por la corrección y superación permanente de errores y fallas evitando su repetición; por la sucesiva adquisición de nuevos conocimientos, ya sea que éstos se desarrollen endógenamente (al interior de la firma) o se adquieran a otros; por la búsqueda y eventual descubrimiento de nuevas soluciones a los problemas productivos y organizativos, búsqueda en la cual la interacción, cooperación y complementación con otros actores (firmas e instituciones públicas o privadas) puede cumplir un papel central.
2.1.4. Las consecuencias analíticas La consideración de los rendimientos crecientes a escala modifica radicalmente la perspectiva a emplear para el análisis del comercio internacional al destacar el papel decisivo que puede jugar la historia económica, particularmente la lógica seguida por la localización de las actividades industriales, así como el tamaño relativo de las economías, en los patrones internacionales de especialización. Para todas las actividades en que existen economías de escala, la fecha de inicio de la producción por parte de las firmas de un país determinado y el tamaño del mismo se convierten en factores esenciales para explicar la especialización internacional: los países más grandes y/o que entraron primero se benefician de una ventaja que no será fácilmente superada por los restantes competidores. En ese caso, puede existir una fuerte incitación a la intervención de los poderes públicos en favor de determinadas actividades o en apoyo a la producción de determinados bienes. Es ineludible asociar lo expuesto a la generalizada utilización de instrumentos de política comercial (subsidios, aranceles, cupos, etc.) para favorecer el desarrollo de actividades industriales por parte de las economías de industrialización tardía. En condiciones de comercio libre de trabas difícilmente se hubiera producido el crecimiento espectacular de la siderurgia japonesa o el de la industria automotriz coreana en la segunda mitad del siglo XX. En consecuencia, para todas las actividades en que existen economías de escala, la fecha de entrada a la producción de las firmas de un país, así como la envergadura 9
del mismo se vuelven factores esenciales para explicar la especialización internacional: los países de mayor tamaño o que comenzaron primero cuentan con ventajas que pueden ser decisivas frente a los demás competidores.
2.2. EL PAPEL DE LA TECNOLOGÍA 2.2.1. Diferenciación de productos Como corresponde al supuesto adoptado por las teorías tradicionales del comercio internacional, en el sentido de que los mercados operan en condiciones de competencia perfecta, esos análisis parten de la base que los bienes intercambiados son homogéneos (iguales o perfectamente sustituíbles). En los años treinta, Edward Chamberlin (18991967) provoca una revolución en la teoría de los mercados al introducir la noción de diferenciación de productos en su obra “La teoría de la competencia monopolista” aparecida en 1933. La noción de diferenciación de productos consiste básicamente en lo siguiente: los productos ofrecidos en un mercado determinado no son considerados por los consumidores como perfectamente sustituíbles o, dicho de otra manera, los consumidores encuentran que esos bienes son sustituíbles, pero no iguales. Esto puede deberse a causas diversas, que pueden ser de orden objetivo o de carácter subjetivo. En todo caso, implica la posibilidad (inaceptable en el caso de que los bienes fueran homogéneos) de que un oferente incremente el precio del producto por encima de la competencia sin que esto implique una caída en la demanda. Posteriormente, a partir de los años sesenta, las referencias a la diferenciación de productos en los estudios sobre economía internacional se hicieron más frecuentes. En 1966, por caso, Raymond Vernon da a conocer su teoría “del ciclo de vida del producto” según la cual para cualquier artículo que se introduce en un mercado la diferenciación de producto es fuerte durante la fase inicial de penetración del bien. En las fases siguientes, en la medida que la demanda se ensancha y el producto logra conquistar crecientes franjas de mercado, se tiende a una estandarización cada vez mayor. La diferenciación debe entenderse como diferenciación de la competencia, esto es, la posibilidad de ofrecer a los demandantes un producto que en principio es semejante a otros con los que se compite en los mismos mercados, ya que apunta a satisfacer necesidades parecidas, pero que presenta ciertos rasgos o particularidades que distinguen al producto de los de la competencia y que apuntan a satisfacer necesidades específicas de los usuarios (o de algunos de ellos) que, de un modo u otro, no están plenamente cubiertas por los demás bienes. Por lo tanto, las posibilidades de continuar con el proceso de diferenciación son infinitas, y sólo están condicionadas o limitadas por las posibilidades de la firma en relación con el desarrollo e introducción de novedades (innovaciones en tecnología de producto) que modifiquen y renueven permanentemente las características que distinguen al producto propio de los de la competencia.
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Esto abre la posibilidad de competir en los mercados sobre bases muy distintas a las imaginadas en los modelos de competencia perfecta: las ventajas competitivas no se buscan ya, exclusivamente, procurando ofrecer un bien con similares propiedades e igual calidad que los de la competencia, pero a un precio menor. Se trata, en cambio, de procurar captar las preferencias de los consumidores a partir de cualidades o propiedades específicas que caracterizan al producto, diferenciándolo de sus competidores. En otras palabras, en los mercados de bienes diferenciados no prevalece la competencia por precio (aunque ésta no desaparece) sino la competencia a partir de las características específicas de los productos. Para una empresa, adoptar una estrategia de diferenciación de productos implica, por cierto, la resignación de una parte (que, según las circunstancias, puede llegar a ser considerable) del mercado a explotar. En la medida en que se dota al producto de ciertas características específicas que lo alejan de la versión standard se estará en mejores condiciones de atraer a una porción de la demanda parcialmente insatisfecha, pero se perderá a quienes no tienen reclamos en ese sentido o bien preferirían una diferenciación en otra dirección. Sería el caso, por ejemplo, de un queso al que se le agregara pimienta en su preparación, lo que puede ser del agrado de una parte de la demanda, pero sufrir menor aceptación por parte de quienes lo preferirían con orégano o sencillamente en su versión pura, libre de aditamentos. Es por ello que la diferenciación de productos está estrechamente vinculada a los procesos de segmentación de los mercados y a las estrategias de explotación de nichos de mercado. En relación con el comercio internacional, la diferenciación de productos da lugar a importantes consideraciones. Por una parte, es lo que permite explicar el comercio intraindustrial, esto es, dentro de una misma rama o grupo de actividad (ver Cap. 1), un tipo de intercambio de presencia cada vez más importante, principalmente entre las naciones más desarrolladas. Aparece, así, otra vía para la explotación de economías de escala internas. Anteriormente destacamos el papel significativo que puede jugar el aprovechamiento de economías de escala en la existencia de comercio y en la determinación de la estructura del mismo, aún sin abandonar el supuesto de homogeneidad de los bienes adoptado por el enfoque tradicional. Cuando se trata de bienes diferenciados no desaparece el papel que juegan los rendimientos crecientes ya que estos bienes se caracterizan por estar fuertemente sujetos a externalidades y por el peso de los costos fijos en la estructura de costos. El mismo hecho de definirse como productos que intentan captar un segmento del mercado y no la totalidad de la demanda potencial (lo que exigiría del producto un carácter más universal), vigoriza el papel de las exportaciones como vía para lograr ampliaciones de escala que permitan reducir los costos unitarios. En otras palabras, las series cortas (pequeñas cantidades) que caracterizan la producción de bienes diferenciados no implican necesariamente la renuncia de los productores a la intención de incrementar todo lo posible el número de bienes producidos, salvo en los casos especiales en que la exclusividad es parte del atractivo ejercido por el producto sobre el consumidor.
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Asimismo, la revolución tecnológica provocada por la introducción de la microelectrónica en el taller (automatización flexible) y de las modernas técnicas de organización de la producción, permite procesar una sucesión de series cortas de bienes diferenciados unos de otros o distintas versiones de un mismo bien, empleando la misma maquinaria y sin necesidad de realizar modificaciones en el lay-out de planta o en los equipos de trabajo. De este modo se pueden obtener economías de escala internas por la suma de series cortas, de manera parecida a como ocurre con las series largas de bienes homogéneos. Recapitulando, existen dos clases posibles de aprovechamiento de economías de escala y ambas pueden incidir significativamente en la existencia de comercio internacional y en su estructura. Cuando se trata de bienes homogéneos, el patrón de comercio resultante es de carácter interindustrial o intersectorial, mientras que el comercio de bienes diferenciados dará lugar a un patrón intraindustrial (o intrarama) cuya consecuencia más destacada es un cuadro de especializaciones en el cual las naciones participantes de este tipo de comercio no abandonan necesariamente (como ocurre con el comercio intersectorial) la producción de bienes semejantes a los que importan. En otras palabras, el comercio intraindustrial no implica elecciones de especialización basadas en el abandono de actividades productivas determinadas en los países que abrazan el comercio internacional, ya que los bienes que se importan no son sustitutos perfectos de los de producción doméstica. ECONOMÍAS DE ESCALA TRADICIONALES Y DE ESPECIALIZACIÓN Ocampo (1991) llama economías de escala tradicionales a las que corresponden a la producción de bienes homogéneos y a intercambios comerciales sobre bases interindustriales o intersectoriales, mientras que denomina economías de escala de especialización a las vinculadas a la producción de bienes diferenciados y el comercio intraindustrial. Si bien parecería más conveniente hablar en el último caso de economías de escala de especialidades (ya que también en el primero se tiende a la especialización), la distinción es útil para destacar las diferencias en el tipo de relaciones comerciales a que dan lugar las tendencias de especialización en cada tipo de producto. Como veremos en unidades posteriores, el comercio intraindustrial cuenta con importantes atributos que lo hacen aparecer más ventajoso para el desarrollo de las naciones que el comercio interindustrial. Ö economías de escala tradicionales especializaciones sectoriales diferentes ¾ comercio interindustrial Ö economías de escala de especialización especializaciones por diferenciación de productos ¾ comercio intraindustrial
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2.2.2. Diferencias en capacidades tecnológicas Durante los años sesenta, una corriente de trabajos consagrados al comercio internacional introdujeron una nueva dimensión analítica privilegiando el rol de la tecnología (Rainelli M, 1997). El origen de esos trabajos puede encontrarse en una tentativa de verificación de la teoría de Heckscher y Ohlin. En efecto, Wassily Leontief, en un artículo aparecido en 1953, procura verificar a partir del análisis de datos empíricos la validez de las proposiciones de la teoría HO para el comercio internacional de los EEUU. Los resultados obtenidos fueron contrarios a la teoría ya que pese a que los EEUU están relativamente mejor dotados de capital que de trabajo exportaba más bienes intensivos en trabajo de los que importaba. Esta aparente “paradoja”3 llevó a Leontief a plantear la necesidad de considerar la heterogeneidad internacional del factor trabajo, esto es, que el aporte productivo de un trabajador estadounidense pudiera ser equivalente al de varios trabajadores de otras nacionalidades. En todo caso, la cuestión llevó a considerar la necesidad de tomar en cuenta las diferencias en las calificaciones de los trabajadores, distinguiendo, por ejemplo, entre poco calificados (obreros), calificados (técnicos) y altamente calificados (ingenieros). Posteriormente, el acento puesto sobre el papel de los trabajadores más calificados condujo a una nueva concepción del comercio internacional que enfatiza el rol jugado por la innovación y por los desfasajes temporales en la aparición de las innovaciones entre las naciones, en la determinación de las corrientes de intercambio. Aunque con una concepción demasiado “lineal” de los procesos de innovación este enfoque acertaba en la consideración de la incidencia que los esfuerzos en investigación y desarrollo (I+D) realizados por firmas privadas e Instituciones públicas puede tener en la aparición de innovaciones, ya sea que estén referidas a los procesos de fabricación (tecnología de proceso) o a las características de los bienes (tecnología de producto). De acuerdo con este enfoque, las firmas y, por tanto, los países donde éstas se localizan transitan por “corrientes tecnológicas”: en un momento determinado, un producto nuevo aparece en una nación, como resultado de eventuales éxitos alcanzados a partir de esfuerzos en I+D (los resultados de los esfuerzos de I+D no están nunca asegurados). La firma innovadora se beneficia, durante un período de tiempo, con el monopolio en la producción de ese bien por lo que puede constituirse en la única firma exportadora del producto. Las firmas localizadas en las restantes naciones continúan, mientras tanto, realizando sus propios esfuerzos en I+D los que pueden dar lugar, en algún momento, a la posibilidad de colocar en los mercados un producto rival, a partir de lo cual comienza a variar la estructura de comercio internacional.
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Esta comprobación es conocida como la “paradoja” de Leontief, lo que puede considerarse cuando menos un exceso ya que no corresponde llamar así al resultado (cualquiera fuera éste) de un intento de comprobación empírica de una hipótesis teórica.
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Modelo “lineal” vs modelo “Chaín-link” El llamado “modelo lineal” explica los procesos innovativos como el resultado de una secuencia que comienza en el laboratorio de I+D con la producción de un nuevo conocimiento. Esto puede dar lugar a la introducción de un nuevo proceso o producto en el mercado por parte de las firmas (innovación), a partir de lo cual da comienzo su etapa de difusión. En oposición, el modelo “chaín-link” o de “eslabonamiento en cadena” entiende a la innovación como una actividad de resolución de problemas que emergen al interior de la firma y como el resultado de las interacciones entre las oportunidades de mercado y las capacidades de la firma y de la permanente retroalimentación (feedback) entre sus componentes. Por lo mismo, este enfoque propone que existe una relación de doble vía entre las actividades de I+D y las de innovación.
En este sentido, son destacables las contribuciones de Michael Posner y la “Teoría del ciclo de vida del producto” de Vernon, mencionada en el apartado anterior. Su aporte reside en la especificación de la naturaleza de las innovaciones y en la especial consideración a la evolución de las condiciones de producción de los bienes. Para este autor, las innovaciones se explican por las características generales del país donde se producen. Los productos pasan por diversas fases en el curso de su desarrollo (nacimiento, crecimiento, madurez, ocaso) que están ligadas al crecimiento de la producción. Las diferentes fases pueden asociarse a la evolución de la demanda: las técnicas de producción a utilizar están determinadas por la importancia de esa demanda y su elasticidad-precio y por las modalidades de aprovisionamiento de los mercados internacionales. El análisis de Vernon, centrado en los EEUU, indica que, en un primer momento aparecen los bienes de lujo, que se producen en series cortas, destinadas exclusivamente al mercado doméstico. La difusión del nuevo producto entre un número más elevado de consumidores conduce a la adopción de técnicas de producción en grandes series, caracterizadas por la aparición de economías de escala. En ese estadio, los mercados extranjeros comienzan a ser explotados por los EEUU a través de exportaciones. También en ese momento es posible la aparición de productores localizados en los países de destino de las exportaciones que comiencen a competir con éstas. Esto llevaría a las firmas estadounidenses a localizar actividades productivas en esos países para enfrentar mejor esa nueva competencia. Esa implantación es posible gracias a la superioridad tecnológica estadounidense. Posteriormente, en una última etapa, la producción en los EEUU se abandona y su mercado es aprovisionado por importaciones provenientes de las filiales localizadas en el extranjero. Si bien la mirada de Vernon respecto de las diferencias entre naciones no se corresponde con la realidad internacional actual, el modelo contiene importantes aportes por la consideración del papel de los aspectos tecnológicos en el comercio internacional, que conducen a una ruptura total con el enfoque tradicional, como consecuencia del abandono del supuesto de que el conocimiento y la información constituyen bienes de 14
libre acceso. Vernon entendía que su enfoque refutaba la validez de la teoría de los costos comparativos para explicar las corrientes de comercio y sostenía la conveniencia de su reemplazo por la consideración de la dimensión temporal de la innovación y los efectos de las economías de escala. Una de las obvias implicancias de este enfoque es la relativa al potencial papel de los poderes públicos en la determinación de la división internacional del trabajo o, dicho de otro modo, en las tendencias de especialización internacional. Si los gastos en I+D que realiza cada nación pudieran explicar los flujos comerciales (o una parte de ellos, al menos) las respectivas políticas públicas en apoyo de las actividades de I+D instrumentadas en diferentes naciones podrían tener incidencia en los patrones de comercio internacional. En términos más generales, la política científica y tecnológica de un país, consistente en el apoyo e impulso a la investigación científica y tecnológica, a las actividades de innovación de las firmas, a la capacitación de recursos humanos y a la difusión de conocimiento, podrían tener como resultado la aparición de nuevos productos y nuevas ventajas competitivas y, por tanto, incidir en la creación de nuevos flujos comerciales. Más recientemente, Grossman y Helpman (1992) se sumaron a este enfoque al destacar la noción de que los esfuerzos en I+D e innovación que cada país realiza tienen fuertes implicancias en la determinación de las corrientes del comercio internacional. Simultáneamente, se fueron multiplicando los trabajos desarrollados en esta misma línea de pensamiento, tales como los de Dosi y Soete (1988), Dosi (1991), Pavit (1984), Guerrieri (1993), García (1995), Alavi (1991) y Lall (1981), que ponen el acento en la distribución internacional de las capacidades tecnológicas, la que podría influir decisivamente en el patrón de especialización del comercio de cada país y determinar una jerarquía de las economías nacionales en el comercio internacional (Yoguel, 1996). Los aportes de estos autores serán abordados en una próxima Unidad, que estará referida específicamente a los vínculos entre competitividad e innovación tecnológica y organizacional. No deja de llamar la atención el lugar secundario (cuando no inexistente) asignado a estas ideas en los manuales de economía internacional de mayor difusión, sobre todo si se toman en cuenta los importantes esfuerzos que muchas naciones realizan, a través de explícitas políticas públicas, en procura de fortalecer su sistema científico-tecnológico.
BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA Ffrench-Davis R. (1979), Economía Internacional. Teorías y Políticas para el Desarrollo. FCE. Cap. III. Ffrench-Davis R. (1990), “Ventajas comparativas dinámicas; un planteamiento neoestructuralista”, en Cuadernos de la CEPAL. Nº 63. Krugman y Obstfeld (1999). Economía Internacional, Teoría y Política, McGraw-Hill. Madrid. Cap.6. 15
Ocampo J.A. “Las nuevas teorías del comercio internacional y los países en vías de desarrollo” en Pensamiento Iberoamericano, jul-dic. de 1991. Rainelli M. (1997), La Nouvelle Théorie du Commerce International. La Découverte, Collection “Repères”, Paris. Rainelli M. (1997), Le Commerce International. La Découverte, Collection “Repères”, Paris. Reinert E. (1996), The role of technology in the creation of rich and poor nations: underdevelopment in a Schumpeterian system, in Aldcroft and Catterall (Eds) Rich nations-poor nations, Elgar, UK. Stewart, F. y Ghani, E. “How significant are externalities for development”. World Development, vol 19, Nº 6, 1991. Tugores, Juan, Economía Internacional. Globalización e Integración Regional. Mc Graw-Hill, 1999. cap. 2. Yoguel G., Comercio Internacional, competitividad y estrategias empresariales: El sendero evolutivo de la teoría. Documento de Trabajo N° 4, UNGS. 1996.
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