Extractosa De Opus Diaboli Ii

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Opus Diaboli II From: "observador" Newsgroups: es.charla.religion Subject: Para Dubarri Date: 11 Nov 2000

[Continuación de las citas de Opus diaboli] OPUS DIABOLI [EL CRISTIANISMO Y LA GUERRA EN GENERAL] EL PACIFISMO absoluto e inequívoco del cristianismo primitivo: págs. 85ss.:

Los primeros teólogos (Justino, Tertuliano, Orígenes, etc.) rechazaban toda forma de guerra, el servicio militar, la defensa propia y toda muerte violenta. 85 Los teólogos actuales, en un cínico revisionismo, sostienen sin ningún problema que el cristianismo nunca ha rechazado la guerra «justa» ni la defensa propia, la pena de muerte y otras formas de violencia estatal. 86 [autorrevisionismo, hipocresía] Hubo un teólogo romano, Lactancio, que escribió incluso contra el patriotismo: las ventajas de la patria son «las desventajas de otro estado o pueblo» (86). El patriotismo no es virtud sino aniquilación de las virtudes, que lleva finalmente a destruir «el sentido mismo de justicia... pues ¿cómo podría ser justo quien daña, odia, roba o mata? Así obran, sin embargo, quienes aspiran a servir a su patria» (87). Pero, ay, este escrito fue publicado antes del reconocimiento del cristianismo por Constantino en el año 313. Poco después de ese año, una nueva edición abreviada de la misma obrar suprime todos los pasajes antimilitaristas «y glorifica la muerte por la patria» (87). A partir del año 313, todos los obispos y santos se pasan al lado del Poder, y el poder necesita la violencia para sobrevivir: la teología deberá justificar ahora hasta las peores carnicerías. Pero los textos sagrados siguen existiendo, y así el cristianismo predicará por igual «la paz y la violencia, el amor a los enemigos y el odio hacia ellos, la Buena Nueva y la peor de las nuevas, a saber, ¡guerra, guerra, guerra! Con lo uno fascinaban a los embobados; con lo otro cortejaban al poder y con ambas cosas, ellos mismos se hicieron los más poderosos de todos, los más perdurables de todos, y enterraron a generaciones enteras tras de sí». 87 [revisionismo] Antes del año 313, los obispos excomulgaban a los soldados que no desertaban en caso de guerra: a partir de ese año, los excomulgados fueron los desertores. Algunos mártires por objeción de conciencia fueron borrados del martirologio. Ocurrió que, a partir de entonces, los propios obispos fueron al campo de batalla para sacar provecho de la victoria y por tanto no podían tolerar la deserción. 89 [LO ESENCIAL DEL CRISTIANISMO]

Gracias a esa generosa entrega que hacen los pastores de sus ovejas y gracias al «apaciguamiento de los socialmente oprimidos en tiempo de paz», el cristianismo se ha convertido a lo largo de los siglos en el cómplice más codiciado de todos los estados, incluso los anticlericales (90). Para mejor apaciguar a los oprimidos Agustín aconsejará inmediatamente a los pobres «soportar perpetuamente el mismo, inmutable y duro yugo del bajo estamento». 91 Otra justificación de la guerra por Agustín: «¿Qué se puede objetar contra la guerra? ¿Acaso el que en ella perezcan hombres que no obstante han de morir un día?». 72 Como una premonición de la violencia estatal cristiana, el propio Pablo ordena en su carta a los romanos, cap. 13: «Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios». El comentario de Deschner: «con lo que apenas basta pensar en Hitler, para hacerse una idea cabal acerca de Dios» y el propio Jesús resulta ser una víctima indirecta de su padre. Al final el propio Pablo también fue ejecutado por el estado de derecho divino romano. 94s [EL ENGAÑO Y LA GUERRA PARA CONSEGUIR EL PODER] Capítulo 6º:

La «Donación de Constantino»: uno de los mayores engaños de la historia para lograr el poder temporal, el reino que sí es de este mundo. En el siglo 8º, después de utilizar a los lombardos para deshacerse del dominio de Bizancio, los papas vieron que este pueblo les incomodaba. Para deshacerse de ellos, el papa Esteban 2º acudió al inculto rey de los francos, Pipino, y le engañó magistralmente con una donación falsificada del emperador Constantino 1º (siglo 4º), que presuntamente otorgaba el poder sobre todo su imperio a los papas en agradecimiento al papa Silvestre por haberle curado de la lepra. Tal curación y tal lepra jamás existieron: son producto de otra falsificación anterior, la *Legenda sancti Silvestri*. Partiendo de este cuento, Esteban 2º amenazó a Pipino (¡y a sus hijos!) con la excomunión si no hacía caso a la exigencia papal de expulsar a los lombardos y "devolver" al papado las tierras pertenecientes al emperador de Bizancio. De esta forma, el vicario de Cristo propició dos sangrientas guerras entre pueblos que se consideraban amigos y se hizo con lo que más tarde se llamarían los estados pontificios. «La desorbitada política territorial del papado, que paulatinamente sojuzgó principados y reinos enteros, tuvo como base legal aquella patraña. Incluso lo que queda del estado pontificio tuvo en ella su génesis» (pág. 160). La donación se tuvo por válida durante siglos (y fue utilizada por los papas para respaldar sus ambiciones territoriales sobre los antiguos territorios del imperio romano), incluso Dante la reputó como auténtica. Sólo en 1440 un secretario papal, Lorenzo Valla, reconoció la falsificación; que sin embargo no sería admitida por la historiografía católica-romana hasta el siglo 19 (pág. 162). [LO QUE VA DE AYER A HOY] En 1973-04-25, la Secretaría de Estado vaticana recibió la visita de funcionarios del Departamento Federal de Investigación estadounidense (FBI), sección contra el crimen organizado y la corrupción, que entregaron el escrito original en el que el Vaticano pedía a la Mafia de Nueva York «Títulos-valores falsificados por un monto de aproximadamente mil millones de dólares». «Uno de los mayores fraudes de todos los tiempos» (David A. Yallop) 193s.

Por la parte protestante: Lutero: En una «guerra justa» la matanza y el expolio son *actos de amor*. 72s REFERENCIAS: Pacifismo, guerra, defensa propia, violencia estatal, revisionismo, guerra «justa», patriotismo, justicia, 13, Poder, teología, carnicerías, amor, autorrevisionismo, hipocresía, excomulgados, desertores, martirologio, mártires, objeción de conciencia, obispos, toler, esencial, cómplice [de todos los estados], estado, apaciguamiento [de los oprimidos], justificación de la guerra [por Agustín], autoridades constituidas [todas provienen de dios], engaño, Donación de Constantino, poder temporal, Bizancio, lombardos, francos, falsif, Legenda sancti Silvestri, excomunión, estados pontificios, historiografía, FBI, crimen organizado, corrupción, Vaticano, Mafia, fraudes, actos de amor Lactancio, Constantino, Pablo, Hitler, Agustín, Jesús, Esteban 2º, Pipino, Silvestre, Dante, Lorenzo Valla, Yallop, Lutero

[EL CRISTIANISMO Y LAS ÚLTIMAS GUERRAS] Mientras Kant saludaba la revolución francesa con lágrimas de alegría, el papa declaró el estado de excepción, con medidas represivas. El descontento de los italianos con el papado era tal que en 1849, de «141 delegados italianos, 136 votaron por la deposición del papa como soberano del estado pontificio. Ni las tropas que media Europa movilizó contra sus compatriotas pudieron salvar ya al papa. En 1870 [cuando Garibaldi entra en Roma y la convierte en capital de Italia] el papado inicia su «reclusión» vaticana, de la que no salió hasta que los fascistas lo liberaron». 69 Tras concluir un concordato, Napoleón afirma que nadie se entiende mejor que sacerdotes y soldados. También opinaba que «si se está en armonía con el papa, todavía hoy se puede dominar la conciencia de cien millones de personas», frase citada por Mussolini después de su propio concordato. En 1808 Napoleón establece las bases de la enseñanza: primero, la religión católica; segundo, sumisión al emperador. Hacia 1830 dos tercios del pueblo francés no prueban la carne, se trabaja 16 horas diarias y el promedio de vida de los trabajadores es de 21 años: en la revolución de 1848 miles de ellos son muertos en París. 77 Ya a mediados del siglo 19, los reaccionarios de toda Europa desean el exterminio del proletariado en una gran guerra y trabajan para ello. A comienzos del siglo 20, el estado y la iglesia predican el patriotismo por doquier. Antes de 1914 dos empresas alemanas aprovisionan a los adversarios de Alemania: Krupp exporta 27.000 cañones y la I. G. Farben vende a Francia las patentes del gas venenoso. Durante la misma 1ª G.M. otra empresa germana, Thyssen (que más tarde financió a Hitler), vende material de guerra a Francia a mitad de precio que al ejército alemán. «Tan solo en el primer semestre de 1916 el trust alemán del acero transporta a Francia 3 millones de toneladas de acero y hierro». En 1918, la Krupp recibe de Inglaterra. 123 millones de marcos-oro por la patente de la espoleta de una granada vendida a los ingleses antes de 1914 a sabiendas del ministerio de guerra alemán, que participó también de los beneficios de la venta. 78s. En el CONGRESO EUCARÍSTICO de Viena, 1912, los prelados exigieron a Austria la invasión de la infiel Albania (este congreso fue «uno de los preparativos más importantes de la 1ª G.M.» según el obispo auxiliar de Salzburgo, 167). Otros congresos eucarísticos anteriores a 1939, así como los de la guerra fría, «secundaron las virulentas campañas contra el Este». 166

[UNO DE LOS GRANDES absurdos de la historia:] Los obispos y cardenales, encantados en ambos bandos con el comienzo de la 1ª G.M., ¡una guerra que todos ellos, independientemente de su bando, consideran *justa y necesaria* desde un punto de vista católico! La jerarquía francesa la considera necesaria, así decían, para el «renacimiento religioso, moral y social» de su patria, y la alemana para la «restauración del reino de Dios» en la suya (¡!) lo que no impide que once obispos y cardenales franceses acusen a los alemanes de conducir una «guerra de exterminio contra el catolicismo» (95s.). Otros calificativos eclesiásticos para una de las mayores carnicerías de la historia: «exaltación religiosa», «cruzada», «guerra santa», «servicio a Dios», «voluntad de Dios», etc. (79). [a esta gentuza pastoril no le importaba que muchos millones de sus corderos tuvieran que morir en las trincheras, o simplemente de hambre, a causa de la guerra: *A ELLOS no les iba a tocar*] En la 1ª G.M. el costo de la muerte de cada soldado es de 100.000 marcos, de los cuales «la industria de armamento se embolsa 60.000, ganancia neta. Los muertos suman 12 millones». 79 Complicidad de Pío 11 con los crímenes del fascismo: Al contrario que el régimen liberal anterior, Mussolini eliminó la libertad de prensa y reunión, restituyó en las escuelas la asignatura de religión y los crucifijos y en general favoreció a la iglesia católica (a pesar de que muy poco antes había considerado a los creyentes como enfermos y escupido sobre los dogmas). Además, salvó de la bancarrota al Banco di Roma, al que la curia había confiado grandes sumas, con dinero del erario público: mil quinientos millones de liras (pág. 174). En agradecimiento, Pío 11 «fue restringiendo la influencia del Partido Popular, católico y antifascista. Ordenó a su dirigente, el siciliano Sturzo, su dimisión y obligó finalmente a todos los sacerdotes a que abandonasen el partido, lo que casi equivalía a su disolución. El papa no protestó siquiera cuando los fascistas mataron a varios de sus miembros, entre ellos algún sacerdote. Tanto menos podía protestar por el asesinato de de algunos millares de comunistas y socialistas». Más bien al contrario, cuando los fascistas asesinaron a un dirigente socialista especialmente querido por el pueblo y arreciaron las protestas al rey para que destituyera a Mussolini, Pío 11 declaró en su favor: «Mussolini nos fue enviado por la providencia» (pág. 175). [concordato] Tres años más tarde se concluyeron los acuerdos de Letrán, que elevaron enormemente el prestigio del fascismo y las rentas del Vaticano procedentes del erario público: casi 90 millones de liras anuales (pág. 175). El papado renunciaba al estado pontificio (obtenido gracias a la inefable "donación de Constantino"), realmente liquidado ya en 1870, pero se aseguraba la soberanía ilimitada sobre la ciudad del Vaticano. Otras condiciones del concordato: el catolicismo se convirtió en la religión oficial del estado: criticarlo estaba penalizado por la ley. El divorcio fue prohibido. Las publicaciones anticlericales fueron prohibidas. El estado se comprometió a armonizar TODA SU LEGISLACIÓN con el derecho canónico (pág. 175). Por encargo de Pío 11, el que había de ser su sucesor, Pacelli, hizo en Alemania algo parecido: disolvió un partido católico para propiciar el ascenso de Hitler al poder (págs. 176s.). Desde la disolución del Partido del Centro, los obispos alemanes apoyaron al partido nazi (antes habían prohibido a los católicos terminantemente la afiliación a dicho partido, incluso con penas canónicas). La contrapartida para el papa fue el anticomunismo de Hitler. Desde el concordato entre ambos, Hitler se vio legitimado ante el mundo y un cardenal alemán (Faulhaber) reconoció que el papa «ha sido el mejor amigo, inicialmente, incluso el único amigo del nuevo gobierno». Cuando Göring

fue recibido con grandes honores por el papa, ya había declarado que «mi tarea no es la de ejercer la justicia, sino la de exterminar y erradicar». En Italia, el antiguo ateo y anticlerical Mussolini deseaba «ver la religión presente por todo el país. Hay que enseñar a los niños el catecismo... por pequeños que sean». Los libros de texto constaban de un tercio de catecismo y oraciones y de dos tercios de alabanzas al fascismo y a la guerra (pág. 177). Invasión de Abisinia (págs. 178ss.): pretextada por Mussolini por la falta de espacio vital en Italia, donde la iglesia y otros grandes latifundistas poseían enormes fincas sin cultivar (la iglesia es, aún hoy, el mayor terrateniente del mundo cristiano). Mientras cincuenta y dos estados de la Sociedad de Naciones condenaron la invasión, los prelados la aprobaron con entusiasmo, y aportaron sus propias cruces de oro y otras joyas para la causa, con la intención de apropiarse después del oro del negus. Todo el mundo, excepto el papa, condenó a Mussolini (pág. 178). En 1935, L'Osservatore Romano calificó la guerra de «obra espléndida de solidaridad humana». En 1936, la revista vaticana de los jesuitas, Civiltà Cattolica, afirmó que «todos han defendido una misma opinión: la guerra es justa y lo es, por lo tanto, la anexión violenta». El propio papa declaró que se trataba de una guerra de defensa (¡!) y por tanto era lícita (pág. 179). Lo que se explica si tenemos en cuenta que una de las principales fábricas suministradoras de municiones era propiedad del Vaticano (pág. 180). En la guerra de Abisinia los católicos italianos llegaron a utilizar gas tóxico contra la población civil. En España, a comienzos del siglo 20 los jesuitas controlaban un tercio del capital. En 1987 poseían el 51% del capital del primer banco del mundo, el Bank of America (180). Durante la guerra civil española, el primer estado en reconocer al régimen de Franco fue el Vaticano. En el verano de 1938, Pío 11 «rechazó en redondo la petición de los gobiernos francés y británico de que se sumase a la protesta contra el bombardeo de la población civil republicana» (182). Pacelli, ya Pío 12, felicita a Franco por su victoria: «Elevando nuestro corazón a Dios nos alegramos con Su Excelencia de la victoria tan anhelada por la Iglesia Católica. Albergamos la esperanza de que su país, ya restablecida la paz, reanude con nueva energía sus viejas tradiciones cristianas» (185). Efectivamente: en los tres años siguientes Franco hizo ejecutar a unas 200.000 personas (186). (Nota del editor: Sobre esta cifra hay cierta disparidad: H. Thomas habla de 100.000; Jackson, de 200.000 entre muertos en las cárceles y fusilados, Guillermo Cabanellas: 300.000; Tamames, 200.000 y Ricardo de la Cierva, 50.000) [En cualquier caso está claro que la vieja tradición cristiana de la caza de brujas fue recuperada por el catolicismo franquista] Los obispos austriacos, grandes admiradores del nazismo, apoyaron unánimemente y sin reservas la anexión de Austria por Hitler, pidiendo con entusiasmo el Sí en el referéndum que se celebró al efecto en 1938. 184s. En 1941 los obispos alemanes firmaron una circular colectiva donde aseguraban que habían apoyado «una y otra vez» y del «modo más enérgico» la política de Hitler. Durante la guerra, incluso al final de la misma, varios obispos arengaron a los ejércitos y a la población civil. 184 Más colaboracionismo de la jerarquía alemana con Hitler: 96-99. En una guerra que cualquiera podía ver que no era «justa», los prelados alemanes

ordenaron a sus ovejas «cumplir con su deber por obediencia al Führer y estar dispuestos al pleno sacrificio de su persona». 97 Pío 12 felicita a Hitler por escapar a un atentado en 1939. No condena la invasión de Polonia, pensando que es el paso previo a la de la herética Rusia. 188 El apoyo de Pío 12 a Hitler: Obligó a los millones de católicos alemanes a incorporarse a la guerra: «Lo han jurado. Han de prestar obediencia». Por medio de dos nuncios comunicó a Hitler que nada deseaba más que su victoria (97s.). La invasión hitleriana de Rusia, que produjo muchos millones de muertes, fue una «defensa de los fundamentos de la cultura cristiana» para este papa (39). Todo esto no impidió que durante la guerra hiciese frecuentes hipócritas apelaciones a la paz ni que actualmente esté en proceso de canonización. 97s. Como si todo lo anterior le hubiera sabido a poco, después de 1945 Pío 12 declaró varias veces que la guerra atómica era permisible. 189 El jesuita alemán Gundlach, asesor personal de Pío 12 (186), interpreta así la doctrina de dicho papa sobre la guerra atómica (advirtiendo que «el papa tiene clara conciencia de su alcance y de los hechos»): el fin del mundo no significaría gran cosa, pues «nosotros no tenemos la responsabilidad del acabamiento del mundo» sino que «en ese caso podríamos decir que Dios, el Señor... asume también la responsabilidad». 244 (v.t. historia sexual 304s.) Durante la ocupación alemana de la 2ª guerra mundial, los católicos croatas masacraron a 750.000 ortodoxos serbios, mientras otros 240.000 fueron obligados a convertirse al catolicismo bajo amenazas. Muchos de los muertos sufrieron además horribles suplicios (301s.). Uno de los que más se distinguieron en el genocidio contra Serbia fue el franciscano Filipovic-Majstorovic, llamado Fray Diablo: «como comandante del campo de concentración de Jasenovac, tristemente célebre por sus decapitaciones en masa, liquidó en cuatro meses la nada despreciable cifra de 40.000 personas». Por su parte, el becario franciscano Brzica, provisto de un cuchillo especial, decapitó en una sola noche (29 de agosto de 1942) a 1.360 personas. 303 La actuación de los croatas provocó protestas de los ocupantes alemanes: de diplomáticos, generales, dirigentes nazis y hasta ¡del servicio de seguridad de las SS! El ministro de asuntos exteriores nazi, Von Ribbentropp, «comunicó a Zagreb el estupor de su gobierno ante los «tremendos desmanes»...». Y el propio Hitler declaró: «¡Alguna vez acabaré con este régimen, pero no ahora!». 301s [APRENDIENDO DE LA HISTORIA]: El ministro de defensa de la nueva Alemania Federal, el católico Strauss, declaró en su momento que las encíclicas papales deberían servir «como base a la legislación alemana», puesto que «para eso somos soldados... para que el poder pase nuevamente de las manos ateas a las cristianas». 80 En la posguerra, los obispos alemanes fueron de los primeros en exigir el rearme alemán (¡en 1950!). Un antiguo lugarteniente del obispo castrense de Hitler, Werthmann, fue nombrado en 1956 vicario general de las fuerzas armadas alemanas (Bundeswehr). Otro

antiguo prelado castrense de Hitler, Jager, pidió en 1958 que Alemania fabricara armamento atómico. 98s REFERENCIAS: Revolución, papa, italianos, reclusión, papado, fascistas, concordato, dominar la conciencia de cien millones, enseñanza, sumisión, carne, trabaja [16 horas diarias], promedio de vida, trabajadores, reaccionarios, exterminio, proletariado, siglo, Krupp, Francia, gas venenoso, 1ª G.M., Thyssen, material de guerra, Inglaterra, ministerio de guerra alemán, congreso eucar, Viena, Albania [su invasión fue exigida por los obispos austriacos] guerra fría, Este, absurdos, obispos y cardenales, justa y necesaria [la 1ª G.M., para los obispos de ambos bandos], renacimiento religioso, guerra santa, cruzada, trincheras, costo de la muerte [de cada soldado en la 1ª G.M.], ganancia neta, fascismo, libertad de prensa, crucifijos, religión, Banco di Roma, Partido Popular, socialistas, comunistas, [Mussolini nos fue enviado por la providencia], religión oficial [es ilegal criticarla], derecho canónico, divorcio, Partido del Centro, obispos alemanes [apoyo a Hitler], colaboracionismo, [el papa] el único amigo [del gobierno de Hitler], Italia, latifundistas, mayor terrateniente, [invasión de] Abisinia [condenada por todos excepto el Vaticano], Osservatore, revista [vaticana de los jesuitas], guerra de defensa [la de Abisinia, según el papa], municiones [una fábrica de..., propiedad del Vaticano], población civil, España, jesuitas, Bank of America [el mayor del mundo, 51% para los jesuitas], tradiciones cristianas, población civil republicana, obispos austriacos, nazismo, Austria, Pío 12 felicita a Hitler, apoyo [de Pío 12 a Hitler], Polonia, Rusia, hipócritas, canonización, defensa de los fundamentos de la cultura cristiana, guerra atómica [permisible para Pío 12], el fin del mundo, católicos croatas, serbios, horribles suplicios, genocidio, campo de concentración de Jasenovac, decapitaciones en masa, franciscano, [aprendiendo de la historia], rearme alemán [exigido por los obispos en 1950], Kant, Garibaldi, Napoleón, Mussolini, Pío 11, Sturzo, Pacelli, Pío 12, Göring, Franco, Gundlach, Filipovic-Majstorovic, Fray Diablo, Brzica, Strauss

OBSERVADOR 11-11-2000 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS: Opus Diaboli, de Karlheinz Deschner, Ed. Yalde

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