MODELOS FINANCIEROS.
ROA: Es la relación entre el beneficio logrado en un determinado período y los activos totales de una empresa. Se utiliza para medir la eficiencia de los activos totales de la misma independientemente de las fuentes de financiación utilizadas y de la carga fiscal del país en el que la empresa desarrolla su actividad principal. Es la relación entre el beneficio logrado en un determinado período y los activos totales de una empresa. Se utiliza para medir la eficiencia de los activos totales de la misma independientemente de las fuentes de financiación utilizadas y de la carga fiscal del país en el que la empresa desarrolla su actividad principal. Dicho de otro modo, el ROA mide la capacidad de los activos de una empresa para generar renta por ellos mismos. El ROA se calcula de la siguiente forma: ROA = Beneficio obtenido por la empresa antes de intereses e impuestos / Activos Totales. de donde:
El beneficio es el obtenido antes de los gastos financieros y fiscales. Es decir, el EBIT o BAII.
El activo total es el Activo Total Medio que usualmente se mide como el activo promedio de dos balances consecutivos.
El hecho de utilizar el EBIT como medida de cálculo del ROA en lugar del beneficio después de intereses e impuestos es debido a que la generación de ingresos por parte de los activos es independiente de la carga fiscal sobre beneficios y de la fuente de financiación utilizada. Por decirlo de una manera sencilla de entender, la capacidad de generación de renta de una determinada máquina debería ser la misma sea cual sea el país en el que la empresa desarrolle su actividad (y, por tanto, de la carga fiscal de ese país) y del modo en que se haya financiado el activo, sea con recursos propios o con recursos ajenos. Este indicador indica qué puede hacer nuestra compañía con los activos que posee; es decir, cuánta rentabilidad le proporciona cada euro invertido en la misma. Es útil para la comparación de empresas dentro del mismo sector, ya que la rentabilidad puede variar sustancialmente para empresas de diferentes sectores. En general, un buen ROA es aquel cuyo valor es superior al 5%.
El objetivo de los accionistas o socios de cualquier empresa es, o al menos debería ser, obtener una rentabilidad de su inversión inicial superior a la que podría obtener en cualquier otro producto con menor riesgo; de cualquier otra forma, al inversor le compensará mantener sus capitales líquidos o bien en productos financieros de menor o, incluso, nulo riesgo. Por este motivo, es necesario medir de manera precisa el rendimiento del capital empleado en una inversión. El indicador financiero más preciso para valorar la rentabilidad del capital es el Return on Equity (ROE). Este ratio mide el rendimiento que obtienen los accionistas de los fondos invertidos en la sociedad; es decir, el ROE trata de medir la capacidad que tiene la empresa de remunerar a sus accionistas. La rentabilidad puede verse como una medida de cómo una compañía invierte fondos para generar ingresos. Se suele expresar como porcentaje, y tiene como fórmula: Return On Equity = Beneficio Neto después de Impuestos / Capitales propios. Entendiendo por Capitales Propios la diferencia existente entre el activo y el pasivo exigible, o lo que es lo mismo, el patrimonio neto conforme al vigente Plan General de Contabilidad, si bien de este patrimonio neto se deberían deducir los beneficios puesto que estos también se integran dentro de dicha partida del balance y obviamente no han sido aportados por los accionistas. El motivo principal que lleva a los financieros a utilizar este ratio es conocer cómo se están empleando los capitales de una empresa. Cuanto más alto sea el ROE, mayor será la rentabilidad que una empresa puede llegar a tener en función de los recursos propios que emplea para su financiación. El ROE es un indicador muy utilizado para la comparación de la rentabilidad de empresas del mismo sector; sin embargo, la comparación de empresas de diferentes sectores puede llevar a conclusiones erróneas puesto que el rendimiento de los capitales difiere en función de muchos aspectos que son propios de sectores diferentes. En definitiva, el ROE mide la capacidad que tiene un euro de capital para proporcionar un cierto rendimiento dentro de la empresa.
EBIT: es el acrónimo inglés Earnings Before Interest and Taxes (beneficio antes de intereses e impuestos). Constituye un indicador esencial dentro de los estados contables y financieros de una determinada compañía, y sirve para comparar los resultados empresariales entre compañías. Se trata de un indicador del resultado de explotación de una empresasin tener en cuenta los ingresos y costes financieros, es decir los tipos de interés, ni la carga fiscal aplicada sobre la compañía, que en líneas generales depende del tipo impositivo del impuesto de sociedades. La fórmula de cálculo es muy sencilla a través del EBITDA, puesto que único cálculo que habría que realizar sería la suma de las amortizaciones y depreciaciones a este primer indicador. Cabría pensar que ésta no es una magnitud relevante para las empresas puesto que, al fin y al cabo, lo que realmente interesa a los inversores es conocer cuál es el beneficio que queda después de haber asumido todas las obligaciones tributarias y financieras y que constituye el reparto final de beneficios entre los accionistas o socios de la empresa. Sin embargo, y puesto que la carga fiscal varía entre países y la forma en que esté financiado el activo es diferente en función de la estrategia financiera de las empresas, el EBIT adquiere una importancia relevante, sobre todo a la hora de comparar el beneficio de empresas diferentes. Aunque el beneficio final de dos empresas sea el mismo, tendrá más mérito el director financiero de una empresa cuya actividad se lleve a cabo en España que una empresa que tenga su sede social en Belice, puesto que la carga fiscal es mucho menor en este segundo país. Del mismo modo, el EBIT será diferente en función de la cantidad de recursos propios y ajenos utilizados para su financiación. De este modo, el EBIT se convierte en un buen indicador para medir la capacidad de obtención beneficios de una empresa eliminando el efecto negativo tanto de los intereses de la deuda como de los impuestos, y permite realizar comparaciones entre empresas, independientemente del país en el que desarrollen su actividad principal ni el modo en el que se hayan financiado.
EBITDA es uno de los indicadores financieros más conocidos, e imprescindible en cualquier análisis fundamental de una empresa. Sus siglas representan, en inglés, las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation, and Amortization), o lo que es lo mismo, representa el beneficio bruto de explotación calculado antes de la deducibilidad de los gastos financieros. El EBITDA, aunque no forma parte del estado de resultados de una compañía, está muy relacionado con él. Constituye un indicador aproximado de la capacidad de una empresa para generar beneficios considerando únicamente su actividad productiva, eliminando de esta manera, la subjetividad de las dotaciones, el efecto del endeudamiento o la variabilidad o arbitrio del legislador de turno en materia impositiva. El EBITDA se calcula a partir del resultado final de explotación de la empresa, sin incorporar los gastos por intereses e impuestos, ni las disminuciones de valor por amortizaciones o depreciaciones, con el objetivo último de mostrar el resultado puro de explotación de la empresa. Por este motivo, los elementos financieros (intereses de la deuda), tributarios (impuestos), cambios de valor del inmovilizado (depreciaciones) y de recuperación de la inversión (amortizaciones) deben quedar fuera de este indicador. La importancia del EBITDA radica en la sencillez de su cálculo, aunque conviene hacer varias aclaraciones que pueden llevar a una mala interpretación del mismo:
El objetivo del EBITDA no es el de medir la liquidez generada por la empresa, ya que aunque este indicador deduce de su cálculo las provisiones y amortizaciones, no incluye otras salidas de tesorería como los pagos financieros tanto por intereses como por la devolución del principal de los préstamos o las ventas y compras que aún no se han hecho efectivas.
Al eliminar las amortizaciones productivas no tiene en cuenta las inversiones productivas realizadas ni en el pasado ni en el período actual. Al no considerar el endeudamiento de la empresa, es posible un elevado EBITDA sea consecuencia de un elevado grado de apalancamiento, por lo que la capacidad real de obtener beneficio puede verse reducida de forma considerable.
Por tanto, un EBITDA elevado no es necesariamente sinónimo de una buena gestión empresarial, sino de un elevado endeudamiento o de otros factores que condicionan este cálculo. Cabe considerar otros aspectos de forma conjunta en el análisis de una empresa. Por esta razón, es habitual utilizarlo en relación o cociente a otros parámetros como la inversión realizada, las ventas efectuadas o el endeudamiento contraído en un período de tiempo determinado.
INDICADORES DE IMPACTO SOCIAL. RBC