Exist En Cia De Dios

  • October 2019
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Existencia de Dios

Cuestionamientos sobre la existencia de Dios

Desde hace muchos años el saber si existe un ser supremo, o como muchos lo llaman la causa de inicio de todas las cosas, es un enigma, ya que el deterioro de Fe y amor hacia Dios ha ido desapareciendo; es por esto que muchas cuestionan si ¿hay un dios?; sí El existe, ¿porque no lo podemos ver?, etc. Por esto en la historia de la humanidad siempre han estado aquellos que niegan explícitamente a Dios, los denominados ateos; otros que crean dioses a sus medidas trayendo como consecuencia visones reducidas de Dios, por consiguiente surgen las siguientes interrogantes ¿hay un dios?; sí El existe, ¿porque no lo podemos ver?, etc. Es por esto que en este primer capitulo veremos como a través de la historia apareció esta duda. Identificaremos distintas corrientes, nuevas religiones que evitaran el conocimiento de Dios ante la humanidad.

Corrientes

Filosóficas:

El problema de Dios es central siempre en la filosofía. Ya que no hay un solo filósofo que no haya, de uno u otra manera, abordado este problema. Pese a

esto surgen corrientes filosóficas que empiezan a cuestionar la existencia de este ente supremo.

Agnosticismo: La negación de la posibilidad de demostrar metafísicamente la existencia de Dios, recibe el nombre de agnosticismo. Este vocablo fue usado por primera vez por Th. H. Huxley (1825 – 1895) en 1869, en su trabajo Agnosticism (1889); tenía el significado de “renunciar a saber”, es decir, oponerse a la pretensión de saber las cosas que no pueden saberse porque trascienden las posibilidades del conocimiento científico en un momento determinado. Teóricamente se distingue del escepticismo en que éste niega taxativamente el conocimiento de las realidades trascendentes, mientras que el agnosticismo “simplemente” se abstiene de conocerlas o renuncia a ellas. El termino a dado lugar a la doctrina que establece la imposibilidad de conocer las verdades metafísicas y la existencia de una realidad trascendente a lo sensible (que algunos han llamado precisamente “lo incognoscible”); dichas realidades carecerían de sentido, puesto que más allá de los datos de nuestra experiencia no sabemos nada. (Gonzáles, A. 1985. Teología Natural).

Niega que Dios pueda se conocido. Pretende no caer en lo escéptico. Aunque el conocimiento humano se inicia partiendo del mundo sensible, y, claro está, Dios no es sensible, con todo, Dios no puede ser conocido como la Causa Primera del mundo sensible. Un agnóstico puede decir: “sé que algo existe cuando lo puedo ver o tocar”. Pero esto no es razonable, pues hay millares de cosas que no podemos ver ni tocar sin que, por ello, neguemos que existan, pues no tenemos fundamento alguno para dudar del testimonio o prueba de su existencia. Si Dios pudiera ser “visto”, no sería ya Dios, pues un puro espíritu no es sensible. Nuestro conocimiento empieza ciertamente con lo sensible, pero podemos descubrir a Dios como la de la causa sensible, si queremos darnos cuenta de la diferencia entre los sentidos y la inteligencia. (Torre, J. 1982. Filosofía Cristiana).

Jolivet, R.

2000. Curso de Filosofía. Afirma que los

agnósticos niegan a la vez el poder de la razón y las luces de la fe. En rigor, el agnosticismo, lo que rechaza es la capacidad del hombre para probar argumentativamente dicha existencia. Los agnósticos suelen hacer profesión de su no ateismo; si bien Dios no puede ser alcanzado por las fuerzas naturales de la razón

humana, podría llegarse a El a través de otros medios, como puede ser el sentimiento religioso (Modernismo), la razón práctica (Kant), etc.; otros agnósticos, por su parte, una vez declarada esa imposibilidad especulativa se colocan en un “prudente neutralismo” entre la afirmación y la negación respecto a todos los problemas que el tema de Dios lleva consigo. Y es que en verdad es muy fácil el tránsito de la afirmación de que no podemos saber nada de lo que trasciende nuestra experiencia a esta otra: no existe nada más allá de nuestra experiencia. Referido al tema de Dios, el aserto de que el agnosticismo consistiría no en la voluntad expresa que Dios no exista, sino solamente en no echar de menos a Dios, vivir en la finitud, etc., eso equivale en el fondo a un tácito ateismo. No faltan en la antigüedad e incluso en la edad media formulaciones escépticas que llevan consigo un agnosticismo. Bastaría con recordar la conocida afirmación de Protágoras: “respecto a los dioses, ignoro si existen o no existen y que figura tengan”. Y en la edad media la doctrina de Guillermo de Ockham según la cual las pruebas de la existencia de Dios no tienen mas que una certeza que el denomina probable; los continuadores del nominalismo Ockhamista - Nicolás de Ultricuria

y Juan

de Mirecuria y Pedro Ailly – terminaran por considerar que la existencia de Dios pertenece solamente a la fe, y de ningún modo entra a formar parte de las verdades que la razón humana puede alcanzar. Las típicas actuaciones agnósticas se encuentran en la filosofía moderna y contemporánea. Dividiremos este estudio en los siguientes epígrafes:

El agnosticismo kantiano. El agnosticismo fideista y modernista. El agnosticismo positivista. Wittgenstein y el neopositivismo. La posibilidad de demostrar la existencia de Dios. Critica el agnosticismo.

El agnosticismo kantiano: La crítica kantiana a la posibilidad de una demostración de la existencia de Dios por vía teórica se fundamenta en su teoría de la existencia y del conocimiento de la existencia. Kant dice: y es que la fe no proporciona ningún dato sobre la existencia o realidad efectiva, sino que según el regiomontano establece o pone su realidad en general; es el sujeto, en su máximo grado de potenciación objetivante, quien concede realidad objetiva de Dios.

Tres negaciones fundamentales correspondientes a su peculiar gnoseología conducen a la valoración crítica de la doctrina kantiana:



Negación de la abstracción, que imposibilita el acceso al ente en cuanto tal (y a su ser), punto de partida de una prueba de Dios.



Negación

del valor metafísico de nuestros

conceptos primarios, ya que solo es cognoscible lo que consta a los sentidos.



Negación del valor metafísico del principio de causalidad, fundamento de una autentica prueba de Dios. No es que kant niegue la causalidad, pero esta pertenece a otro orden, al orden de la libertad.

El agnosticismo fideista y modernista. Fideísmo y tradicionalismo: Estos, en ultimo termino, se reduce a uno: la inmanencia vital; esta seria el único camino que conduce al conocimiento de Dios. El origen de la idea d Dios en nosotros es explicado por la inmanencia vital, por un sentimiento que es producido en nosotros sin juicio intelectual previo;

la inmanencia vital, que lleva a la inmanencia religiosa, es un fideísmo.

El agnosticismo positivista: La tesis fundamental es la imposibilidad de trascender los fenómenos. El positivismo es heredero del nominalismo y afirmara que los sentidos son la única fuente de conocimiento, y no nos proporcionan ningún dato sobre la existencia de Dios. El agnosticismo positivista, heredero a su vez de Hume, es defendido principalmente por A. Comte (1798 – 1857), J. Stuart Mill (1806 – 1873) y E. Littre (1801 – 1881). Como Dios no es un hecho, cualquier intento de demostración de su existencia esta abocado al fracaso; mas todavía, debe decirse que es contrario al modo como ejerce el conocimiento humano. Sin embargo, con ese decidido agnosticismo, Comte no quiere incurrir en ateismo, e incluso elaborara una religión: la religión de la humanidad.

Wittgenstein y el neopositivismo:

La figura más relevante de la llamada filosofía del lenguaje es L. Wittgenstein (1889 – 1951).

El mundo esta constituido por el conjunto de los hechos, y el conjunto de las proposiciones constituye el lenguaje. Es preciso delimitar el ámbito de lo que se puede decir, el ámbito del sentido, pues lo que no se puede decir no se puede pensar; y lo que no se puede decir o pensar, carece de sentido. La filosofía se va a convertir en clarificación lógica, pues el lugar del sentido es el lenguaje, que esta formado por el conjunto de todas las proposiciones.”En esta doctrina de Wittgenstein, relativa al sentido de las proposiciones es donde nace el famoso “principió de verificabilidad”, que es uno de los principios fundamentales del neo-positivismo: una proposición esta dotada del sentido cuando es verificable y solo cuando es verificable… y el sentido de una proposición se identifica con el método de su verificación”. El ámbito del lenguaje significativo se restringe al plano de lo empírico; por ello “la totalidad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural total (o la totalidad de las ciencias naturales)”.

La posibilidad de demostrar la existencia de Dios. Critica del agnosticismo:

Una eficaz refutación del agnosticismo tiene que poner de manifiesto la admisión de la metafísica del ser, y especialmente las nociones de ser y de causalidad. Todas las formas de agnosticismos coinciden en la negación de la metafísica. Si bien es cierto que el conocimiento humano parte del conocimiento de lo sensible, sin embargo, puede conocerse a Dios como causa primera de lo sensible. Y hay que tener en cuenta que no se llega al conocimiento de la existencia de Dios preguntando que es o como es el mundo. Nunca encontraremos a Dios en el termino de la resolución esencial de las cosas, sino en la cúspide de una reductio ad fundamentum de su ser. (Gonzáles, A. 1985. teología natural. Veremos con mas profundidad la critica del agnosticismo en el siguiente capitulo).

Fideísmo: El fideísmo no admite las pruebas racionales de la existencia de Dios. A la

existencia de Dios

únicamente se llega por la fe; esta seria la única verdadera fuente de conocimiento; ningún tipo de conocimiento, sea racional o sensible, proporciona certeza. Todas las creencias derivan de una revelación primitiva de Dios al hombre y que llega a nosotros por tradición. (Gonzáles, A. 1985. Teología natural).

Por tanto (Jolivet, R. 2000. Curso de filosofía) dice que los fideístas pretenden que la existencia de Dios no puede ser conocido por la razón natural, sino solo por la fe. Fideísmo, es un intento de filosofía cristiana, que, desconfiando la razón como fuente ineludible de certeza, busca ésta en la fe. Aunque permanece de suyo en el campo de la teología sobrenatural, ve la necesidad de una base humana, punto de partida para una argumentación de carácter filosófico; ese apoyo humano lo daría una revelación divina natural, que fundaría una fe también natural. El nombre de f. hace referencia a la fe (en latín f ides), punto de partida de todo el sistema. Doctrina del fideísmo. Los problemas fundamentales del f. son de carácter apologético y concentran sobre todo la atención en los llamados preámbulos de la fe. No admiten las pruebas clásicas de la existencia de Dios, como basadas en la razón, que es incapaz de absoluta certeza. Tampoco la divinidad de la Revelación puede demostrarse a partir de las pruebas tradicionales: los milagros y las profecías. La razón humana, en efecto, tanto individual como colectivamente considerada, no puede fundar una metafísica o una teología, que satisfaga por completo la sed de verdad del hombre. No queda otra solución, para lograrlo, que recurrir a la

razón absoluta o inteligencia divina, que se manifiesta primordialmente en la Sagrada Escritura. Porque se mezclan tan varios elementos, no es fácil sacar un concepto claro de la fe según el fideísmo. Hay una fe inicial, que es ese gusto o sentimiento íntimo de la verdad, aunque todavía ésta no se haya presentado objetivamente a nuestra inteligencia. La misma hipótesis, que formula el hombre ante las exigencias de ese sentido innato o ante las primeras percepciones de cualquier verdad, recibe también el nombre de fe. No obstante, la fe plena está en la fusión del dato revelado con el sentido espiritual congénito al hombre. Sólo después de lograda esa fusión, impresionado el hombre por ese primer principio supremo, puede pretender una metafísica o una teología sin temor a la incertidumbre El primado de la fe sobre la razón es manifiesto, pues aquélla es la que nos pone en relación con las realidades supremas, mientras que la razón se limita al campo de los fenómenos. Debido a esta falta de contacto con las realidades metafísicas y teológicas, su certeza en estas materias es siempre problemática; la certeza de la fe será siempre absoluta por su compenetración con los objetos y por su apoyo sobre la verdad absoluta, que es Dios (R. Hernández, M. 1991. de

http://www.mercaba.org/Rialp/F/fideismo_y_tradicionali smo.htm)

El Fideísmo consiste en una doctrina, profesada por algunos religiosos que profesan que a dios no se puede llegar por la razón, sino sólo por la fe. En general, entre los protestantes se encuentran frecuentemente actitudes fideístas. La Iglesia Católica considera equivocada esta postura, que menosprecia la capacidad de la razón, pero en la práctica se encuentran católicos que parecen sostenerla. En la teología cristiana, el fideísmo es una de muchas perspectivas. Un sentido más amplio del término es que el fideísmo esencialmente enseña que el razonamiento es más o menos irrelevante a la creencia religiosa. Específicamente, el fideísmo enseña que los argumentos sobre la existencia de Dios son falaces e irrelevantes, y no tienen nada que ver con la teología cristiana. (Fuente; http://en.wikipedia.org/wiki/Fideism).

El ateismo

El problema del ateismo: Tras haber discutido el problema del agnosticismo, examinemos ahora el ateismo propiamente dicho, es decir, la creencia de que Dios no existe. ¿Cómo puede haber ateos si es algo tan claro que Dios existe? ya hemos visto que nuestro conocimiento de Dios no es directo, sino indirecto, es decir, que supone un proceso de razonamiento. Y, en este proceso intervienen factores provenientes de fuera de la razon, como la voluntad, las emociones, las influencias del medio, etc. Además de todo esto, nuestro proceso de razonamiento mismo no es infalible: tenemos una experiencia cotidiana de nuestros errores de razonamiento. La negación humana de Dios es, pues, una posibilidad real. Podemos distinguir dos tipos de ateismo. Ateismo que no consiste en negar que Dios existe, sino en ignorar a Dios, en vivir como si Dios no existiera: este es llamado ateismo práctico (el ateo práctico bien puede ser un asiduo de las iglesias) es mucho más común que el otro, esto se llama ateismo teórico. Los ateos teóricos o doctrinales afirman realmente que Dios no existe, y utilizan “argumentos” para “probarlo”.

Ambos tipos de ateismo, con todo, suponen la intervención de la voluntad: quieren realmente negar a Dios. ¿Por que? Porque es imposible probar de forma concluyente que Dios no existe, pues se halla enteramente más allá del alcance directo de la razon. En este sentido. La posición agnóstica es menos insensata, pues esta no niega que Dios exista. Por lo tanto, ya que ningún argumento puede concluir con certeza que Dios no existe, hay que querer ser un ateo para serlo. La conclusión no es que “Dios no existe”, sino mas bien que “yo no quiero que Dios exista”, porque “seria muy incomodo, pues tendría entonces que renunciar a cosas de las que no me puedo privar, etc.”. Retrata, así, como dijimos, más bien de un problema moral que de un problema intelectual.

Noción y tipos de ateismo: De la no evidencia inmediata para el hombre de la existencia de Dios, junto con la falibilidad del conocimiento y la influencia de la libertad en la adquisición d la certeza especulativa, se deriva la posibilidad real de que el hombre niegue a Dios. Es ateo quien afirma la no existencia de Dios. En líneas generales, el ateismo puede ser práctico o teórico. Hay un ateismo practico en quien -

sin

elaboraciones teóricas – se comporta como si Dios no

existiese, es decir, “sin preocuparse para nada de su existencia y organizando la propia vida privada y publica prescindiendo de la existencia de cualquier principio absoluto trascendente a los valores

del

individuo y de la especie humana”. Y hay un ateismo teórico, el de quienes niegan la existencia de Dios, como conclusión de un proceso intelectual. “la posibilidad de un ateismo practico, al menos temporal, parece estar fuera de toda duda; la presión de los problemas concretos de la vida, la efervescencia de las pasiones, un ambiente familiar indiferente y una educación laica pueden, durante cierto periodo de la vida, desviar el interés del hombre del problema de Dios, aunque no para siempre, al menos para cuantos viven en contacto con la sociedad, en la que parece inevitable el planteamiento del problema. El ateismo practico se confunde en ocasiones con el indiferentismo, si bien en este hay algún tipo de elaboración intelectual, la que conduce precisamente a la consideración de que el hombre no tiene necesidad de Dios, o que no hay por que preocuparse de semejante problema (Gonzáles, A.1985. Teología natural)

El principio de inmanencia:

La raíz

de todas las modernas filosofías es la

inmanencia. “inmanencia” significa permanencia en: la filosofía comienza en la conciencia humana y allí permanece. Este es el principio filosófico de inmanencia, que ha conducido de forma inevitable a todo tipo de ateismo. Si el hombre es el creador del ser, “Dios” ha de ser puesto de lado. A veces, estos esfuerzos se han se han hecho en nombre del “humanismo”. De la negación de Dios se podría pensar que habría de seguirse una exaltación del hombre. Si “el hombre es el creador”, “somos humanistas”;”creemos en el hombre”;”homo homini deus”;”queremos Desplazar a Dios para que el hombre pueda vivir” y así sucesivamente (M. de Torre, J. 1982. filosofía cristiana)

Demostración de la existencia de dios:

Ontologismo: (Gonzáles, A. 1985. teología

natural) Propone la

postura que mantiene la evidencia inmediata de la existencia de Dios es denominada genéricamente con el nombre de ontologismo. Quizá se encuentre una definición más clara del ontologismo, esta fue

formulada por Fabre d´Envieu en su obra Defensa del Ontologismo: Comenta que “El ontologismo es un sistema en el que después de haber probado la realidad de las ideas generales, se establece que estas ideas no son formas ni modificaciones de nuestra alma, que no son nada creado, sino objetos necesarios, inmutables, eternos, absolutos; que se concentran en el ser simplemente dicho, y que este Ser infinito es la primera idea captada o tomada por nuestro espíritu, el primer inteligible, la luz en la vemos todas las verdades eternas, universales y absolutas. Los ontologistas dicen, pues, que estas verdades no pueden tener realidad fuera de la esencia eterna. De aquí concluye que no pueden subsistir sino unidas a la sustancia divina, y que, por consiguiente, es en esta sustancia en la única en que nosotros podemos verlas”.

La pretensión más importante de los ontologistas es el acceso al conocimiento de Dios, sin trabas o mediaciones que desvirtúen, según él, su realidad. Esta postura filosófica considera, por tanto: Dios es la intuición a priori de nuestro conocimiento, y esta visión inmediata de Dios condiciona la posibilidad de cualquier otro conocimiento humano. Dios sería el ser primario no sólo de la realidad existente, sino del conocimiento.

Para el ontologismo,

“el conocimiento de Dios es

original, esto es, el primero de todos sus conocimientos y originario, es decir, fuente de todos los demás seres, también es sí mismo; afirma que todo cuanto el intelecto humano conoce, lo conoce en Dios. El intelecto humano, tiene una visión inmediata de Dios, y esta intuición, esencial a nuestro espíritu, es la fuente de todo otro ulterior conocimiento”.

No hay ninguna existencia creada que entre a formar parte del contenido de su esencia. Por el contrario, Dios se distingue absolutamente de cualquier ente. “El ser divino, que es sustancia, no es el ser común, sino un ser distinto de cualquier otro ser. Por lo tanto, por su mismo ser Dios difiere de cualquier otro ente”.

Teniendo en cuenta, la pretensión ontologista consiste precisamente en invertir el modo de acceso l conocimiento de Dios: mientras Dios es la fuente ontológica de las cosas creadas, son las creadas la fuente cognoscitiva de nuestro conocimiento de Dios.

En conclusión a esto el camino ascendente hacia Dios requiere necesariamente demostración; Dios es

evidente, porque su esencia es su ser, es sí mismo considerado y en absoluto.

(Jolivet, R. 200. Curso de Filosofía), afirma que los ontologistas pretenden que no es necesario demostrar la existencia de Dios, porque, en su opinión, esa existencia es inmediatamente evidente, y la evidencia no se demuestra. Algunos afirman que tenemos la intuición de Dios en la del ser universal. De ahí el nombre de ontologismo. Los otros se limitan a pretender que la existencia de Dios es evidente a priori, por el solo hecho de comprender el significado de la palabra Dios. Afirman, la palabra Dios significa “el Ser que posee todas las perfecciones”. Y la existencia es una perfección. Por esto es ¡imposible pensar en “un Ser

perfecto que no

exista”!

El ontologismo pretende llegar a demostrar la existencia de Dios a través de las pruebas de su opinión, ya que ellos proponen a Dios como el Ser perfecto, y estos dan a conocer la perfección, como algo que es imposible someterlo a estudios de diversas ciencias.

Pruebas de la existencia de dios:

(Jolivet, R. 2000. Curso de filosofía). Nos dice que podemos distinguir dos grupos de pruebas de la existencia de Dios: el de las pruebas metafísicas y el de las pruebas morales, según que estas pruebas partan de la realidad objetiva del universo o de la realidad moral. En realidad, toda prueba de Dios es metafísica, pues la existencia de Dios no es, propiamente hablado, objeto de aprehensión intuitiva y no puede ser demostrada sino con la ayuda de principios metafísicos. Es posible, no obstante, teniendo en cuenta esta advertencia, conservar la división en pruebas metafísicas y pruebas morales.

Pruebas metafísicas: estas pruebas se llaman a menudo pruebas físicas, para subrayar el hecho de que se apoyan en la experiencia objetiva. Mas toda prueba de la existencia de Dios, sea metafísica o moral, debe partir necesariamente de datos experimentales, es decir, que debe tener su origen o punto de apoyo en los seres y hechos concretos que nos revela la experiencia, para elevarse de ahí a un ser real sin el cual estos seres y estos hechos y todo el universo quedarían inexplicados e inexplicables.



El hecho del condicionamiento universal: todo lo que vemos en nuestro alrededor y todo lo que la ciencia nos enseña cada día, aparécenos como un encadenamiento de seres o de fenómenos que se suceden o implican unos a otros y forman así seres o anillos solidamente articulados. Podemos llamar el hecho de condicionamiento universal, por el que todos los seres y todos los fenómenos del universo encuentran su condición, es decir su causa o razón de ser en otro ser o en otro fenómeno.



La causa primera incondicionada: el principio que nos dirige aquí es que, de condicionado a condicionante, llegase necesariamente a un principio o a una causa absolutamente primera, por tanto, colocada fuera de la serie causal.



La causa universal absolutamente primera: no puede ser sino única. Si, en efecto, fuera múltiple, habría que suponer que las causas absolutamente primeras son independientes entre si (de lo contrario, no serian todas absolutamente primeras). Pero esta suposición es incompatible con la unidad y el orden que reina en el universo, e inconciliable con las exigencias de la razón, para la que lo inteligible, el ser y el uno son convertibles. Si

no, habría que admitir que la ley absoluta de las cosas no coincide con la de nuestro pensamiento, que si el absurdo es inconcebible, puede no obstante constituir el fondo de las cosas.

Se ha de concluir, pues, que no existe sino una causa absolutamente primera, y que esta causa, que, por definición (siendo absolutamente primera) no depende de ninguna otra y domina a todas las series causales, debe ser un SER necesario, es decir tal que no pueda no ser, tal que exista por su misma esencia y tenga en si la razón total de su existencia. En estas pruebas tenemos:

Las cinco vías:

Comprendido bien el esquema general de las pruebas físicas (o metafísicas) de la existencia de Dios, son fáciles de comprender los cinco argumentos (o las cinco vías que llevan a Dios) propuestos por Santo Tomas. Estos argumentos parten de los diferentes órdenes de condicionamiento que nos es dado observar en el universo, y cada uno nos conduce al mismo principio absolutamente primero, que es Dios.

Prueba por el movimiento

Considera esta prueba como las más clara de todas. Para comprenderla bien, hay que tener muy presentes en el espíritu la noción de movimiento y el principio general sobre el cual se funda toda la prueba.

A) La noción de movimiento: el término de movimiento no designa solamente el desplazamiento local, sino, en general, todo pasó de la potencia al acto, es decir, de una manera de ser a otra. Lo esencial en el movimiento es propiamente el paso, como paso, lo que hace del movimiento una realidad que participa a la vez del acto y de la potencia. El movimiento es, pues, el signo y la forma de lo que en general se llaman el devenir. B) La inteligibilidad del devenir: Toda la cuestión estará, pues, en descubrir lo que hace inteligible (es decir lo que explica) el devenir. Para eso debemos recurrir al principio, establecido en ontología, según el cual “todo lo que se mueve es movido por otro”, es decir que nada pasa de la potencia al acto sino por la acción de una causa que

ya esta en acto; lo cual significa, en pocas palabras, que nada puede ser causa de si mismo.

Santo Tomas establece que el movimiento exige un primer motor (lo cual no es sino una explicación del principio general de la inteligibilidad del devenir). “En efecto, escribe, es cosa evidente (y nuestros sentidos lo atestiguan) que en el mundo algunas cosas están en movimiento. Mas todo lo que esta en movimiento es movido por otro. Es, en efecto, imposible que, bajo el mismo aspecto y de la misma manera, un ser sea a la vez moviente y movido, es decir que se mueva a si mismo y pase por si mismo de la potencia al acto. Por tanto, si una cosa esta en movimiento, se ha de decir que es movida por otra. Además, si la cosa que mueve se mueve también, es necesaria que ella también sea movida por otra, y esta por otra. Mas no es posible llegar así hasta el infinito, porque en tal caso no habría primer motor, y se seguiría que tampoco habría otros motores, porque los motores intermediarios no mueven sino son movidos por el primer motor, como el palo no mueve sino es movido por la mano. Por tanto, es necesario llegar a un motor primero que no sea movido por ningún otro. Y este primer motor es Dios.

Corolarios: Puédanse deducir inmediatamente los siguientes corolarios: •

El primer motor inmóvil es infinitamente perfecto. En efecto, todo cambio implica imperfección, ya que cambiar es adquirir ser que no se poseía. Si pues, el primer motor es absolutamente inmutable, es porque posee toda la perfección, es decir la plenitud del ser. En otros términos es Acto puro.



El primer motor inmóvil es un ser espiritual, porque la materia es corruptible y por tanto esencialmente imperfecta. Siendo espiritual, el primer motor debe también ser inteligente y libre, porque la inteligencia y la libertad son propiedades esenciales de los seres espirituales.



El primer motor inmóvil es eterno, por ser absolutamente inmutable.



El primer motor inmóvil esta presente en todas partes, pues siendo principio del movimiento universal, esta presente por su poder a todo lo que mueve, es decir al universo entero.

Prueba por la causalidad



Existe una causa absolutamente primera. En la prueba por el movimiento, nos colocábamos en el punto de vista del devenir fenomenal. Aquí contemplamos la causalidad propiamente dicha. Todo lo que es producido, hemos dicho, es producido por otra cosa (de lo contrario, lo que es producido seria causa de si, es decir, seria anterior a si, lo cual es absurdo). Concluíamos de ahí, por exclusión de la regresión al infinito, que hay una causa absolutamente primera, fuente de toda causalidad.



Esta causa primera es trascendente a todas las series causales. En otros términos, no puede ser un elemento de la serie de causas. En efecto, sino fuera sino el primer elemento de la serie causal, habría que explicar como este primer elemento habría comenzado a ser

causa, es decir

que, en virtud del principio de que nada se produce así mismo, habría que recurrir a una causa anterior a la que se quisiera considerar como primera, lo cual es contradictorio. Por tanto, necesariamente es preciso que la causa primera trascienda (es decir sobrepase absolutamente y domine) a todas las series causales, que sea causa por si, encausada e increada.

Prueba por la existencia de seres contingentes

Esta nueva prueba parte del hecho de que el mundo físico se compone de seres contingentes, es decir de seres que son, pero podrían no ser, porque estos seres, o bien los hemos visto nosotros nacer, o bien la ciencia nos prueba que han sido formados, o bien su composición exige, para quedar explicada, una causa de la unidad de tales seres. Ahora bien, los seres contingentes no tiene en si la razón de su existencia. En efecto, un ser que tuviera en si, es decir en su misma naturaleza, la razón de su existencia, existiría siempre y necesariamente. Los seres contingentes deben, pues, tener en otro la razón de su existencia; y este otro, si también es contingente, la tiene asimismo en otro. Hay que llegar, al fin de cuentas, a un ser que tenga en si mismo la razón de su existencia, es decir a un ser necesario, que exista de por si, y por el cual todos los otros existan. Este ser necesario, que existe por su propia naturaleza, y no pede dejar de existir, es Dios.

Prueba por los grados de perfección de los seres

Partamos del aspecto de belleza que en tantos modos manifiestan las cosas. Y decimos: si la belleza se encuentra en diversos seres según grados diversos, preciso es que sea en ellos producida por una causa única. Es imposible, en efecto, que esta cualidad común a seres múltiples y diversos pertenezca a estos seres en razón de su propia naturaleza, pues no se comprendería por que la belleza se encuentra en ellos mas o menos limitada, es decir, la poseerían completa y perfecta, sin limites ni restricción. El hecho de que haya diferentes grados de belleza implica, pues, que los diversos seres en que se descubren estos grados participan simplemente de una belleza que existe fuera y sobre esta jerarquía de bellezas, y que es la belleza absoluta e infinita. Este argumento válida El primer Principio debe ser, pues, necesariamente Ser, perfecto, Unidad absoluta, Verdad, Bondad, Inteligencia y Sabiduría infinitas.

Esto no exige sólo una Belleza ideal, sino una Belleza subsistente, no sólo una Verdad o Bondad ideal, sino una Verdad y una Bondad subsistentes (y así de las demás perfecciones); es decir que nos lleva, a un Ser que existe en sí y por sí y que es

por esencia Verdad, Bondad, Belleza, Unidad, etc., absolutas e infinitas.

Prueba por el orden del mundo

a) Principio del argumento: la prueba por el orden del mundo (o argumento de las causas finales) se apoyan en el principio de finalidad, y adopta la forma siguiente: La compleja organización en vista de un fin requiere una inteligencia organizadora. En efecto, sólo la inteligencia puede dar razón del orden, es decir de la organización de los medios en vista de un fin o de los elementos en vista del todo que componen: los cuerpos ignoran los fines y, por tanto, si ciertos cuerpos o elementos corporales funcionan juntos, síguese que su organización ha sido la obra de una inteligencia. b) Forma del argumento: Parte del hecho del orden universal. Este orden es evidente: considerado en su conjunto, contemplamos el universo como una cosa admirablemente ordenada, en la que todos los seres, por diferentes que sean, conspiran a un fin común, que es el bien general del universo. Pues bien, este orden no es inteligible sino por la existencia de un principio inteligente que

ordena todas las cosas para su fin y para el fin del todo que forman. Hay que admitir, pues, que existe una Causa ordenada del universo.

Ahora veremos las cinco vías de Santo Tomás de Aquino (de su obra “Suma Teológica”), desde le punto de vista de; (Mª de Torre, T. 1982. Filosofía Cristiana).



Primera vía: El movimiento: parte del hecho del movimiento o cambio. Nadie puede dudar acerca de este hecho; del movimiento en el mundo sensible, del movimiento de las cosas tal y como las vemos. Es algo evidente acerca de la proposición “Dios existe”. La identificaremos así, primero veremos la realidad sensible, alcanzamos después un principio, y después desde el principio alcanzado deducimos. Este proceso de razonamiento es bastante laborioso, aunque lógicamente sin tacha. En el proceso de movimiento siempre hay primero un acto, un acto que mueve una potencia, porque una potencia no puede moverse a sí misma. Ello significa que si una cosa es movida por otra, y ésta, a su vez por otra y así sucesivamente, debemos llegar a

una que es inmóvil y mueve. Esto demuestra que no solo Dios existe, sino que es acto puro.



Segunda vía: Actividad: Se inicia con otro hecho empírico, a saber el hecho de la actividad o causalidad eficiente. Las cosas actúan: por su actuación producen efectos, causan, son causas eficientes o agentes. “Producir” significa, causar efecto eficientemente. Hemos de llegar así a una causa primera que es incausada, y causa de toda otra causa. Y a esta primera causa eficiente incausada la llamamos Dios.



Tercera vía: Generación y Corrupción: Nos conducen al principio de que los entes que son generados y corrompidos no son necesarios: Tanto pueden ser como no pueden ser. Si todas pudieran tanto ser como no ser, no habría razón alguna para que existieran: nada existiría, lo cual contradice indudablemente la evidencia. Lo que de esto se sigue es que debe

haber entes

que no sean como éstos, que tengan que existir necesariamente, que no puedan no ser. Si todos ellos pudieran tanto ser como no ser, ninguno de ellos sería: por tanto, debe alguno que no

pueda ser. Esta tercera vía es más difícil que las dos anteriores, porque supone un paso más: la distinción entre entes que tanto pueden ser como no ser, y entes que tiene que ser y no pueden no ser, pero poseen de otro esta necesidad.



Cuarta vía: Perfección (compendio de la metafísica): La más fácil de las cinco vías. Fue tomada de Platón y se basa en la doctrina de la participación. Es la más profunda y metafísica, y por ello la de más convicción. Por ello, ha de existir una causa de dichas perfecciones que es todas esas perfecciones en su plenitud, es decir, el ser mismo, la unidad misma, la verdad misma, la bondad misma, y la causa de todas esas perfecciones, así como de las perfecciones (predicamentales) en todos los entes participados. Y llamamos a esta causa, Dios.



Quinta vía: Orden e inteligencia: parte del hecho empírico, de que todas las cosas actúan por un fin, cualquier cosa que se mueva, se mueve en una dirección, hacia un destino. Hay actividad y hay dirección entonces ahí hay un

fin. Además, la inteligencia es usada también para un fin, y ese fin es libre de elegirse, pero he ahí la inteligencia. Por esto hay una inteligencia que ordene a todos los entes del universo hacia un fin. Y a esta inteligencia infinita y universal la llamamos Dios.

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