Etica Y Psicologia

  • June 2020
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ETICA, PSICOLOGÍA Y SOCIEDAD Autor : Pedro Pablo Serna Este texto se inscribe en la necesidad de tomar conciencia de que somos seres sociales y en esa convivencia con los demás nos vemos enfrentados a distintas situaciones en las que debemos tomar decisiones con las que no queremos equivocarnos y hacerle daño a los demás y con ello a nosotros mismos. Muchas teorías que explican al ser humano y sus necesidades, consideran a la persona como un ser naturalmente egoísta y a partir de esta noción sustentan diversas hipótesis de carácter político, sociológico, psicológico y en algunos casos hasta religioso. Lo que si podemos asumir claramente es que el ser humano es un ser de necesidades y para suplirlas podemos hacer un mal uso de la convivencia. Por ello en esta reflexión ética debemos plantear una solución al problema de la convivencia humana, respondiendo a la pregunta sobre cuál es el mejor modo de convivir? Ya la misma historia nos ha respondido de distintas manera. Dictaduras, la imposición de la ley del más fuerte, dejar todo en manos de Dios o asumir que la historia tendrá que ir mejorando en una critica constante a la realidad inconveniente que se vive. Muchas sociedades se han organizado sacrificando al individuo por el bien común; otras sociedades han pensado excesivamente en los derechos y libertades de algunos individuaos sin preocuparse por los derechos de las mayorías que son empobrecidas para beneficio de pocos. Por ello nuestra mirada como seres pensantes y como ciudadanos debe ser aclaradora para nosotros y para el trabajo que realizamos con los demás. Hacerlo de manera distinta y despreocupados del sentido y efectos de largo plazo de nuestras practicas sociales es trabajar a tientas y sin sentido. La reflexión ética, política y social nos permite darle sentido y rumbo a nuestro quehacer profesional; por ello los psicólogos que realizan su práctica social deben estar en la capacidad de ayudar, en su ejercicio profesional, a los demás a entender el porqué de sus acciones y en la importancia de actuar con conciencia y autonomía. Este módulo de ética busca permitirles a los estudiantes ampliar sus horizontes y tener una visión más crítica y fundamentada de la sociedad, de tal manera que puedan tener una mejor interpretación de la realidad humana y social y ampliar los conceptos que les permitiría abordar críticamente cualquier información sobre el país, la política y la historia, no solo permitiéndoles hacer una mejor intervención social, sino formándolos como mejores profesionales y ciudadanos. Las leyes de una comunidad social y política permiten regular la vida en comunidad, es decir, lo público y no se exige de los individuos autonomía sino

obediencia a la ley. Indudablemente es posible la convivencia de esta manera, pero es fundamental entre los seres humanos una vida feliz y esta pasa también por condiciones de libertad individual, que le permitan al individuo acceder a una propia noción de felicidad y a los bienes que la proporcionan. Cuando un individuo busca su propia felicidad violentando la convivencia con los demás implica no solo un rompimiento de la ley sino unos vacíos, de distinto tipo, que hacen que el individuo sobreponga los fines particulares al bienestar general, sin tener en cuenta que a largo plazo esta situación puede terminar perjudicándolo como ser en sociedad. El establecimiento de una relación entre la búsqueda individual de la felicidad con el bien común solo es posible mediante la vivencia de ciertos principios éticos que permiten acomodar los bienes y fines personales con el bienestar general. El psicólogo debe entender este tipo de problemas sociales y las causas individuales y colectivas que llevan a determinada situación. Debemos entender el modo como afecta el entorno al individuo concreto y a la determinación de los fines que le procurarían la felicidad y como la falta de autonomía y de libertad puede estar condicionada por esquemas mentales y valores que el medio en el que vivimos nos impone por encima del valor intrínseco de la persona humana. Este modulo pretende ser un aporte que le permita al psicólogo una reflexión sobre esta realidad y que le permita diferenciar lo fundamental de lo accidental en la vida social y en el valor de las personas. El término ética tiene origen en Grecia y con él se hacía referencia a todas aquellas cosas aprendidas por costumbre en el proceso de socialización asignado a la familia. Cuando los romanos accedes a Grecia al extender su imperio no asimilan directamente el término sino que lo aplican a lo que ellos conciben como morada “morus”, haciendo referencia a los que ellos hacen por costumbre o aprendizaje de la casa. De esta manera, etimológicamente hablando, podríamos afirmar que no se establecía ninguna diferencia entre moral y ética. Esta diferenciación es propia de los expertos en el tema que han querido diferenciar la moral como el término que hace referencia al comportamiento humano y la ética como a la rama de la filosofía que se ocupa de estudiar el comportamiento humano o la moral. Por ello este texto apunta a establecer esa relación entre la reflexión ética y la sociedad. La reflexión ética podríamos ubicarla en el contexto de la pregunta que se hacen los filósofos sobre el modo como se puede alcanzar la felicidad individual y colectivamente. El presupuesto que se tiene es que todos los seres humanos buscamos la felicidad como el mayor bien que alguien puede conseguir, pero no sabemos cómo alcanzar tal felicidad Las respuestas son diversas. Vamos a poner de relieve algunas de ellas.

Para Sócrates, el elemento fundante de toda ética es el conocimiento de sí mismo. Le corresponde a cada individuo encontrar su propia virtud (areté). En esta búsqueda, el ser humano toma conciencia de la realidad y los efectos de sus actos. En este conocimiento esta el fundamento de la vida moral, porque se equivoca el que ignora y por ello nuestro deber es buscar siempre la sabiduría que nos permite evitar el mal. La coherencia del discurso socrático es abrumador en la medida en que considera que la vida del hombre debe estar dedicada a la búsqueda del saber en un estado de constante reconocimiento de nuestra ignorancia: “sólo sé que nada sé” y esta disposición de humildad frente a todo nos posibilita aprender. No hay otro origen del mal en el mundo que la ignorancia y por ello lo que nos puede llevar a un estado más perfecto y a un compromiso con la felicidad de los demás es un conocimiento universal. Este conocimiento nos permite a todos los seres humanos acceder a los fundamentos reales de todos los principios morales: lo bueno, lo justo, lo bello, etc. Y el conocimiento de estos principios nos llevarán indudablemente a la virtud. La tarea de Sócrates fue la de ayudar a los demás a acercarse a estos principios esenciales por medio del método dialéctico, con el que ayudaba a parir las ideas y a aclarar el porqué de las acciones de los hombres. Sócrates se opone fuertemente a la visión de los sofistas, sofistas, para quienes no hay unos valores universales que orientan las acciones humanas cuando se los conoce. Para los sofistas el ser humano actúa según su conveniencia y no hay nada por encima de su egoísmo o fines temporales que lo haga actuar moralmente. Los sofistas, y entre ellos principalmente Protágoras, consideraba que los seres humanos actuamos bien porque queremos evitar las sanciones tanto de tipo legal como de tipo social; es decir, hay un reconocimiento de las leyes y de su función en la vida política y nuestras acciones no pueden dañar los lineamientos políticos porque a largo plazo nos evitamos problemas de desorden en la polis que nos pudieran afectar y a corto plazo nos evita las sanciones. Como pretendemos un reconocimiento de los demás, también procedemos correctamente; pero no hay ningún elemento de tipo universal o natural que me lleve a actuar moralmente. Todo lo que hacemos lo hacemos por obediencia a una convención, a un código que los ciudadanos hemos construido. Tan antinatural es este código que crea, con la ley misma, un castigo en caso de ser desobedecida. Este es el caso de la delincuencia en general o de la violación de la ley por parte de los ciudadanos. Nuestra naturaleza acepta y se somete a las leyes, pero seguimos siendo egoístas y buscamos, por encima de todo nuestra conveniencia.

La visión de Sócrates y Platón es distinta. La naturaleza nos ha dotado de una inmensa capacidad moral. Según el relato descrito en el protágoras, los dioses, prometeo concretamente, al robar la ciencia y el fuego a los dioses, hizo nuestra naturaleza animal partícipe de su divinidad como la mejor herramienta para nuestra sobrevivencia y en esa medida nos da la posibilidad de filosofar, de hacer ciencia; además Zeus se conduele de los humanos al verlos dispersos y nos regala la vergüenza y la política. La política regula las relaciones que tienen que ver con lo público, con la administración de la polis; con todas aquellas cosas que afectan directamente a las demás y que pueden ser juzgadas por otros (jueces). Pero el ámbito de lo privado no puede ser juzgado por los demás. Todo aquello que está fuera del juicio de los demás porque no hubo testigos o simplemente tiene que ver conmigo o con las personas más cercanas a mí, no puede ser juzgado por la colectividad, la polis. Este espacio es el de la vergüenza; el de la conciencia de quien sabe que hizo algo que no debía, aunque no alcance castigo o sanción legal o social: la culpa. Es así que por nuestro quehacer público está regido por las leyes y la política, pero el ámbito de lo íntimo y personal, que no puede ser regulado mediante la política, puede ser regulado por la vergüenza o la culpa. Para Sócrates nuestra naturaleza es tan política como ética y estamos dotados de la capacidad sancionarnos nosotros mismos cuando nos descubrimos haciendo un mal, pero para ello debemos conocer el mal que hacemos. Los que no sienten culpa por un acto inmoral ignoran realmente el mal que han hecho. Podemos saber datos, estadísticas, pero no nos hemos sensibilizado realmente con los efectos de nuestros actos; por ello Sócrates considero que el mayor mal y causa de todos los males es la ignorancia, por ello toda nuestra vida y en todo momento debe estarse pensando. Es algo así como un constante ejercicio catártico que me permitiría saber el motivo real de mis acciones y las posibles consecuencias. Aristóteles, en la ética a Nicómaco, afirma que “si existe algún fin de nuestros actos que queremos por él mismo y las demás cosas por él, y no elegimos todas las cosas por alguna distinta, es evidente que ese fin será lo bueno y lo mejor”. Este mayor bien es la felicidad y además dice que” pues tanto la multitud como los refinados, dicen qué es la felicidad, y admiten que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz”. Unos seres humanos buscan la felicidad en las cosas visibles y manifiestas como el placer, la riqueza o los honores; otros, dependiendo de la situación, considerarían la felicidad como la solución temporal de un problema que los apremia (para el enfermo, la salud; para el pobre la riqueza) Otros prefieren el placer y otros los honores, pero hay un sustrato; un elemento que puede definirse en el hombre como aquello que proporciona felicidad a todos los seres humanos. Puede ser la vida, pero como la vida le es común a las plantas y los animales, es necesario buscarla en otra cosa. La diferencia real entre los seres humanos y otras especies vivas reside en el raciocinio, por lo tanto la felicidad consiste en la práctica contemplativa y teorética de los seres humanos que es superior a la vida

de placeres y a los honores. Para Aristóteles “la más grata de las actividades conforme a la virtud es la que se realiza de acuerdo con la sabiduría”. Esta virtud debe ser una actitud constante y duradera que permita hacer de la persona un ser prudente durante toda su vida. Muchas cosas se logran por hábito. Por esto es importante tener en cuenta que Aristóteles tanto en sus obras éticas como en la política insiste en la importancia de la educación que le permita al ser humano comprenderse como un ser social; como un animal político que necesita de las leyes para sobrevivir en comunidad y con capacidades para fundamentar racionalmente sus acciones. Después de Aristóteles, los Epicúreos definen como contenido real y concreto de esa felicidad al placer, pero su propuesta va más allá de un simple hedonismo, puesto que, aunque el placer físico es considerado como un bien innato o inherente a la naturaleza humana, los placeres mayores que puede alcanzar el ser humano son de carácter espiritual y por ello el más sabio es que el sabe elegir, en un momento determinado, aquello que le puede proporcionar una felicidad más estable, duradera y humana; evitando todo aquello que atente contra la paz y placer individual. Es así que, por ejemplo, la parturienta sabe que sentirá dolor pero que debe asumirlo para encontrar una felicidad más duradera. También es el caso de quienes en un momento determinado tienen que postergar un momento de placer para evitar males mayores en un futuro. Los epicúreos insisten en que la felicidad humana se da también y principalmente por placeres teóricos, que realizan lo plenamente humano, aunque indudablemente el placer temporal y físico sea muy importante. Contrario a ésta visión, para los Estoicos el ser humano tiene como característica central la razón que lo hace partícipe de esa razón universal que gobierna todo y todo lo define y consideran que el placer temporal y físico limita nuestra libertad al generar dependencia. Los estoicos son fatalistas. En el mundo solo sucede lo que Dios quiere que suceda. Es imposible pensar el mundo sin un dios y una razón controladora de todo cuanto sucede en él. Ese es el destino. El hombre sabio para los estoicos es aquel que comprende el sentido del universo; aquel que tiene conciencia del orden de todas las cosas; comprende que como él no puede decidir nada, no puede obsesionarse o apegarse a algo. Toda dependencia genera finalmente infelicidad; por ello el placer debe ser, en la medida de lo posible, evitado. Lo que puede hacer realmente al hombre sabio feliz es afianzarse en la virtud, porque ésta es autosuficiente al vivir el desapego de todo aquello que es temporal. Porque según Séneca “¿qué le puede faltar al que está exento de todo deseo? ¿qué necesita del exterior el que ha recogido todas sus cosas de sí mismo?”.1 1

SÉNECA. De Vitaa Beata, XVI

Esta imperturbabilidad (Ataraxia) es la serenidad frente a dolores y placeres que le proporcione la vida; pero entonces ¿en qué consiste propiamente la ética? En la libertad que tiene la persona de aceptar adecuadamente las situaciones que se le presenten. Quien más se apega, más sufre y por ello es más feliz aquél que vive de acuerdo a la virtud , siendo indiferente. La ética estoica va a influenciar profundamente la visión cristiana del mundo y las practicas de los cristianos hasta hoy que buscan cumplir fundamentalmente la voluntad de Dios. La tradición judeocristiana, al igual que cualquier visión religiosa tiene como fin último y premio a la fidelidad a Dios la salvación eterna. Estar al lado de Dios en la vida eterna constituye la máxima felicidad de un creyente; pero para ello es necesario cumplir con los preceptos mínimos que toda religión proclama. Estos preceptos definen un comportamiento debido de todos los que comparten una fe. El fin último no lo constituye la acción buena como tal. El no matar tiene importancia, no necesariamente por la vida del otro, sino en la medida que me evita la condena eterna. El no mentir me ayuda a alcanzar la salvación. Por ello podríamos definir la ética religiosa como una ética consecuencialista, que se ocupa principalmente de los fines que se pretenden con las acciones, más que de las acciones mismas. Las acciones están determinadas por los fines últimos de la acción. Yo no mato o no robo por temor al castigo eterno o por que busco el premio prometido, que es el cielo. En la ética religiosa, la virtud del creyente está en cumplir fielmente los preceptos de Dios y encuentra la felicidad en la conciencia de saber que le espera un premio después de la muerte. Esta ética religiosa ha imperado y todavía impera en la consciencia de la mayoría de seres humanos en el mundo y ha funcionado bien. De igual manera los seres humanos procedemos casi siempre de acuerdo a las consecuencias y no necesariamente por la bondad de la acción que me lleva a cumplir el fin. Explico. Llego a tiempo al trabajo no porque me guste madrugar o esencialmente porque soy responsable y disfruto haciéndolo, sino por evitar un regaño del gerente de la empresa. Esta situación sin ser negativa, implica un límite a la vivencia de mi libertad, en la medida que lo que hago, lo realizo por temor a una sanción o por el deseo de un premio. Pero... ¿Qué puede pasar con aquellos que no creen o con aquellos que no comparten por uno u otro motivo tal o cual precepto? Se hace necesario buscar un fundamento de la ética distinto al de la religión; uno más universal y por ello la pregunta que se hacen los autores de la modernidad y específicamente Kant es la de ¿cuál es el elemento dado a todos los seres humanos que nos puede servir como fundamento de la ética?

La época moderna nos ofrece un contexto apropiado para el desarrollo científico y humano y va posibilitando una conciencia de las capacidades del ser humano para crear espacios de crecimiento tanto político como ético y es en este contexto en el que Kant pretende encontrar respuesta a la pregunta planteada en la razón. Todos los seres humanos tenemos la capacidad de razonar. Quien no tenga esta capacidad no tiene obligación ética, ni puede ser juzgada. Es así como nace la ética formal kantiana. Kant cree en la posibilidad de que la raza humana pueda encontrar en la razón los caminos que le llevan a la solución de sus principales problemas y por ello, en su obra “Critica dela razón práctica” quiere dar una base racional a las acciones humanas. Esta base totalmente racional y exenta de elementos empíricos es lo que conocemos como ética formal. En la ética Kant descubre que los seres humanos procedemos de un modo distinto que en la ciencia. En la ciencia hay juicios; y estos juicios son de distinto tipo (analíticos a priori, sintéticos a posteriori, sintéticos a priori) pero en la ética generalmente, los juicios desaparecen para darle cabida a los mandatos o imperativos que se descubren en los valores o preceptos a los que la gente normalmente obedece: “honra padre y madre”; llega temprano a clase”; “obedece a tu papá”, no te pases el semáforo”; etc. Los mandatos nos los impone la razón ya sea porque pretendemos un fin determinado por nuestros deseos o nuestra voluntad o porque consideramos tal acción válida por sí misma. Cuando tenemos un fin, necesitamos unos medios eficaces para alcanzar ese fin. La razón nos impone los medios más eficaces cuando sabemos cuáles son. A estos mandatos Kant los llama “imperativos hipotéticos”. “Si quiero graduarme entonces debo estudiar” ; pero también la razón me impone instrumentos: “si quiero hacer el plano necesito usar la regla”. Estos mandatos de la razón hacen parte de nuestra vida cotidiana, pero no permitirían un orden ético. Sólo alcanzaría la realización de fines personales prácticos. Claro, las éticas consecuencialistas valoran la acción en la medida que nos son útiles para alcanzar el fin que nos hemos propuesto y no habría acciones morales válidas por sí mismas sino acciones validadas porque nos ayudan a conseguir el fin que nos hemos propuesto. No robo, no porque sea honesto y sea mi deber serlo, sino porque hay un policía cerca o porque me pueden ver y sancionar moralmente. No sucede esto en Kant, para quien algunas acciones son válidas por sí mismas y esta validez está determinada por la razón práctica. La razón nos impone los fines y los medios y las acciones las propone como válidas por sí mismas. Son acciones como mandatos de la razón que no son relativas a un fin, sino que son validas por sí mismas. Estos son los Imperativos categóricos. ¿Pero si son mandatos, no es igualmente una ética material?

No. Estos mandatos nos los damos nosotros mismos en la medida en que sabemos cuál es nuestro deber. La razón nos ayuda a encontrar y definir claramente el deber. Esa es la función que cumple el imperativo categórico. Allí, nosotros encontramos y nos damos un mandato concreto sobre una acción concreta. Para que la acción sea moral debemos obedecer el mandato de nuestra razón. El imperativo categórico tiene varias formulaciones. Veamos la primera: “actúa de tal manera, que puedas querer al mismo tiempo, que la máxima de tu acción se pueda convertir en ley universal” Cuando hablamos de máxima estamos haciendo referencia a aquellas frases o refranes que contienen en sí misma una propuesta de acción (el que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija, etc) o también aquella frase o principio que podríamos concluir a partir de una acción cualquiera que yo realice: “reaccionar racionalmente cuando me han agredido puede solucionar muchos problemas”. Siempre que realizamos algo, podemos concluir una máxima o frase de esa acción. Kant me dice que yo puede hacer lo que sea, con tal de que mi voluntad se implique como deseo de que la frase que orientó mi acción, la máxima que dejo cuando hago ésto o aquello, se convierta en ley para todo el mundo, porque quiero que eso pase. Kant no nos dice qué hacer, solo nos da una formula para que apropiados de nuestra capacidad de razonar nos impongamos las acciones, según nuestro deber. Es frente a la situación cuando yo retomo la formulación planteada por Kant y descubro que mi razón me dice que yo no puedo querer universalizar tal o cual acción; yo tal vez por falta de autonomía lo haga, pero no puedo querer que todo el mundo haga lo mismo. Es aquí donde las acciones cobran valor por las acciones mismas y no por los resultados finales. Ya el matar en un momento de rabia no es malo porque me genera un castigo, sino que es moralmente inconveniente porque es mi razón la que me aclara que no puede querer que todas las personas en un momento da rabia maten. Veamos este caso:

Yo puedo necesitar un libro que me sirve para estudiar y ganar el parcial. El fin es bueno. El libro es caro y está en el almacén de la Universidad, pero no tengo la plata para comprarlo. Entré con una compañera que tamibén necesita estudiar para el parcial en este puente festivo. Ella tiene un bolso grande y tengo la posibilidad de robarme el libro, entregándoselo a ella para que lo esconda en su bolso. Los refranes o máximas que me sirven para realizar esta acción son: “Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón”; “papaya ponía, papaya partía”, “la ocasión hace al ladrón”, “el fin justifica los medios”. Le digo a la compañera que salga primero que yo salgo después. A los cinco minutos salgo yo a buscar a la compañera y no la encuentro por ningún lado. Se fue al municipio de Repelón a donde vive y yo no sé como encontrarla. Ella también necesita estudiar este fin de semana Conclusión: “ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”, “Papaya ponía, Papaya partía”; la ocasión hace al ladrón”, “el fin justifica los medios”. Lo que hace Kant es preguntarme cuando tengo el libro en la mano y me lo quiero robar: ¿Puedes querer que todo mundo haga lo mismo y aplique el refrán que estás proponiendo en este momento? Con mi propia respuesta ya sé cuál es mi deber. Nadie me lo impone sino el uso adecuado de la razón que en plena autonomía yo asumo. Mi deber es no robar. Nadie me lo manda, yo lo decido. Obviamente yo puedo tener fines u objetivos de largo plazo en la vida, pero lo que nos propone Kant es que no midamos el valor moral de la acción o que es bueno o malo porque me ayuda a alcanzar ese fin que me propongo. La segunda formulación del imperativo categórico Kantiano es: “trata “trata a la humanidad tanto en tu persona como en la persona de los demás siempre como un fin en sí mismo nunca sólo como un medio” Todos los fines que yo me proponga en la vida siempre van a tener menos valor real y moral que el de una persona y en cada ser humano mi razón me impone el valor de toda la humanidad en él. Usamos las cosas como instrumento para conseguir un fin, pero no hay fin que justifique la reducción del valor de una persona a medio. La propia vida le muestra a la razón lo que debe exigir de cada persona. Nos impone el valor absoluto del ser humano. Podemos ser medio en algún momento pero no nos podemos reducir a ser ese medio. Somos personas aunque prestemos un servicio. Nuestra razón nos permite reconocer el valor de los demás y de toda la humanidad en ellos. Cualquier atentado contra la dignidad de alguien es un atentado contra la humanidad. Esto lo podemos concluir a partir de la primera formulación del imperativo categórico. Yo no puedo utilizar a alguien para salvar a otros. La misma razón me muestra que cuando yo manipulo, instrumentalizo a alguien para algún fin, aunque yo considere ese fin como bueno, al universalizar,

descubro que le estoy negando la dignidad a todos los seres humanos en ese alguien. Tengamos en cuenta que Kant no plantea ninguna acción obligatoria considerándola como buena o como mala. El ser humano debe entenderse como un legislador moral que sabe que debe hacer aquello que la razón le muestre como válido moralmente, porque es aceptable a la razón. La razón me lleva a universalizar y me pregunta si puedo querer que esta acción se universalice (que todo el mundo lo haga). Si mi respuesta es negativa, me es moralmente indebido realizarla. Yo puedo actuar por deber y no realizo la acción que mi razón me pide que no haga. Esto sucede cuando tengo autonomía; es decir, cuando tengo capacidad para servirme de mi propio entendimiento (Kant le llama a esto mayoría de edad) Yo puedo actuar por deber cuando entiendo y hago lo que la razón me dice, pero al realizar una acción que a los ojos de los demás es buena puedo tener una motivación no tan moral al hacerla. Al no robarme algo y preguntar por el dueño en un salón de clase puede ser porque me estaban viendo o porque sé que en cualquier momento se podrían enterar si me lo robo. Al devolverlo actúo conforme al deber aunque no necesariamente esté actuando por deber. La motivación de mi acción en este caso no es moral, solo hay una adecuación externa del sujeto a la norma. La persona actúa ya por miedo o por inclinación, pero no por deber. Actuar por deber sería hacerlo no porque hay una motivación externa como un testigo, un Dios o una ley que me obliga, sino porque la razón, autónoma, me dice claramente que la honestidad es fundamental para la convivencia y que legalmente tal objeto no me pertenece. Hay otra teoría importante, que sirve de fundamento a distintas acciones y decisiones en el mundo de hoy: el utilitarismo. Esta corriente que tiene sus raíces en el epicureismo y alcanza su desarrollo en la época moderna con Hobbes, Bentham y muy particularmente con Stuart Mill, propone como válido moralmente y bueno aquella acción que me es útil para alcanzar un fin que me propongo; por lo tanto el valor ético de la conducta está determinado por el carácter práctico de sus resultados. El objetivo fundamental de toda acción moral es el logro de mayor felicidad para el mayor número de personas. En ello deben coincidir todas las instituciones sociales y todas las acciones humanas. Si todos buscamos la felicidad de todos más fácil la encontraremos. No podemos confundir esta visión con la afirmación de que el fin justifica los medios. Aquí se plantea un fin bueno y unos medios que proporcionan felicidad a todos y si no se puede para todos, por lo menos para muchos. La gran inquietud que queda con esta corriente ética es ¿qué pasa con esos pocos que no pudieron alcanzar el bien o la utilidad propuesta? ¿Se puede asumir que sean los sacrificados para que esos otros muchos pudieran ser felices?

Esta corriente ética que está a la base de debates como el aborto en algunos casos, la eutanasia en otros, el sacrificio estratégico de unos para conseguir un bien o un objetivo militar o político de conveniencia general, se opone a la visión kantiana de la ética, porque en el utilitarismo se procede de acuerdo a las consecuencias, buscando el mayor bien o evitar el mayor mal. Por ello cuando se esta, por ejemplo, torturando a alguien para conseguir información que permita salvar a un número grande de personas, al formalismo kantiano haría énfasis en la dignidad del torturado, ya que al instrumentalizar a uno se estaría permitiendo la instrumentalización de toda la humanidad cuando alguien suponga un fin cualquiera que esté por encima del valor y dignidad de esta persona concreta. El utilitarismo haría énfasis en el bien que significa salvar la vida de muchas personas.

ACTIVIDADES 1. Realiza un cuadro resumen con las principales características de: a. La visión ética de Sócrates y Platón b. La visión ética de los sofistas. c. La ética Cristiana d. La ética formal kantiana. e. Ética utilitarista.

2. lee y resuelve cuidadosamente este caso: “Mc Closkey, crítico de algunas corrientes Eticas construye una situación hipotética, aunque no tan lejana de la realidad, en la que un Sheriff, en el sur de los EEUU, se ve obligado a aplicar justicia en un contexto de presiones y amenazas. Imaginémonos, recomienda el autor, un acto de violación perpetrado por un negro en una región de los Estados Unidos en la que la tensión racial es particularmente fuerte. El crimen produce una reacción violenta en la comunidad blanca, que le entrega al representante de la ley el presunto responsable y exige de manera imperiosa, con amenazas de violencia y de actos de retaliación en contra de los miembros de la comunidad negra, que se haga justicia y se ejecute al sospechoso. El Sheriff sabe a ciencia cierta que un negro ha sido en realidad el autor de la violación, pero está igualmente seguro de la inocencia de la persona acusada del crimen. Se

encuentra así frente a un grave dilema: enfrentar con coraje la situación y dejar libre al acusado, o someterse a las presiones de la turba enardecida y condenar a muerte a un inocente” (texto referenciado en el libro Los derechos humanos, un desafío a la violencia del Prof.. Angello Papacchini. Ed. Altamir). Responde a las siguientes preguntas: A. Si tu fueras el Sheriff qué harías, si tuvieras solo las alternativas de colgarlo para evitar mayores males o soltarlo según la justicia? B. Fundamenta tu decisión en las distintas teorías ética planteadas C. Si fueras el negro, qué le propondrías al Sheriff, según estas dos opciones? 3. A partir de la visión kantiana de la dignidad humana, haz una lista de situaciones del país en los que evidentemente se transgreda el valor intrínseco de la persona ( Estos datos deben ser tomados a partir de estadísticas o noticias con fuentes concretas) y porqué consideras que su dignidad fue violentada. Estos datos también puden partir de tu práctica social pero a partir de casos concretos. Escríbelos. 4. INVESTIGA: a. Autonomía. b. Uso público de la razón c. Uso privado de la razón 5. LEE:

a. Respuesta a la pregunta ¿Qué es la ilustración” de Immanuel Kant. b. De la intolerancia al respeto de Angello Papacchini.

BIBLIOGRAFÍA ARISTÓTELES. Etica a Nicómaco. Nicómaco. Porrúa, 1973 ----------. La Política. Política. Ed. Panamericana, 2000 BILBENY, Norbert. Humana dignidad. Tecnos, Madrid 1990. CAMPS, Victoria. Virtudes públicas. públicas. Madrid, Espasa –Calpe, 1990 CASSIRER, Ernst. Kant, vida y doctrina. doctrina. DILTHEY, Wilhelm, Sistemas de la ética. ética. Buenos Aires, Nova, 1973

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