Estrellas

  • December 2019
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Las estrellas que se desprenden del cielo Karla Chinchilla Asociación Salvadoreña de Astronomía, ASTRO

Los sistemas meteorológicos que desde hace días han llegado al territorio salvadoreño han limpiado los cielos de humedad, con lo que los aficionados a la astronomía pueden disfrutar ya de la temporada de observación. Además de contemplar planetas y objetos del cielo profundo como cúmulos estelares y galaxias, los observadores de los cielos nocturnos pueden sorprenderse por los meteoros, comúnmente llamados estrellas fugaces. Los meteoridos son diminutas partículas del tamaño de un grano de arena, generalmente residuos de cometas que giran alrededor del Sol en órbitas elípticas. Si uno de estos objetos se evapora en la atmósfera terrestre, se llama meteoro; pero si es tan grande que traspasa la atmósfera y cae en el suelo, se le llama meteorito.

Vista de las Leónidas 2002 desde España. Foto por Juan Carlos Casado e Isabel Graboleda.

Desde el momento que un cuerpo entra en contacto con la atmósfera terrestre produce un enorme rozamiento con sus estratos, cada vez más cargados de gases, lo que genera un calentamiento. Durante este proceso, el objeto convierte su energía cinética en térmica, que se distribuye entre su propio cuerpo y los átomos de la atmósfera. Al recibir la energía, un gran número de estos átomos se ionizan ocasionando una larga estela de iones; las recombinaciones de estos iones y los electrones producidos crean la luminosidad.

Si la estela es muy profunda, se hará visible incluso a grandes distancias. Hay casos en los que los meteoros alcanzan una luminosidad muy grande, llegando a superar a estrellas y planetas muy luminosos, se habla en estos casos de bólidos. Amparados por la oscuridad del cielo, se puede observar alrededor de una docena de meteoros en cualquier noche. Pero en algunas ocasiones, según la ubicación de la Tierra en su órbita alrededor del Sol, el planeta se inunda con lluvia de meteoros. Cuando hay una lluvia de meteoros, por motivos de perspectiva, éstos parecen que provienen desde un único punto en el cielo, razón por la que casi todas las lluvias se bautizan con el nombre de la constelación (radiante) donde se localiza el punto. Así, la famosa lluvia de meteoros Perseidas, difícilmente vista desde El Salvador por la temporada lluviosa de agosto, tiene como radiante la constelación de Perseo.

¿Adiós a las Leónidas? Todos los meses de noviembre, siguiendo su ruta orbital alrededor del Sol, la Tierra pasa por nubes de polvo dejadas por el cometa 55P/Tempel-Tuttle, produciendo la famosa y gloriada lluvia de meteoros Leónidas. Esta lluvia de meteoros ha dejado grandes experiencias de observación de meteoros para miles de personas. En 1966, observadores pudieron contar cuarenta meteoros por segundo en Estados Unidos. En El Salvador, desde 1998 al año 2002, esta lluvia de meteoros brindó a los aficionados grandes satisfacciones: en la madrugada del 19 de noviembre de 2002, desde el Observatorio Astronómico San Juan Talpa (departamento de La Paz), se contabilizaron 753 meteoros leónidas en 50 minutos, durante el momento máximo de la lluvia. Para este 2006, los cálculos de Leónidas eran más favorecedores que los anteriores 2004 y 2005. Bill Cooke, director de la Oficina de Entornos Espaciales sobre Meteoritos en Huntsville, manifestó que las expectativas eran más de 100 leónidas por hora. Un pronóstico muy bajo a las Leonidas de 2001 y 2002, pero muy bueno para ser una de las mejores lluvias de estrellas de este año. Cada vez que el cometa visita el interior del Sistema Solar, cada 33 años, se crea una nueva nube de polvo y rocas que la Tierra atravesará. No todas estas nubes de escombros de cometa son iguales. Según Cooke, una nube de Leónidas con la que la Tierra impactó en 1998 estaba repleta de partículas del tamaño de rocas que se transformaron en bolas de fuego brillantes cuando impactaron con la atmósfera. En este 2006, la nube con la que se impactó era exactamente lo contrario. La mayor parte de ella estaba compuesta por polvo fino. A pesar de que los cálculos favorecían a los observadores del oeste de Europa, África, Brasil y el este de Norte América, los astrónomos aficionados de Centroamérica salieron a observar la noche del sábado 18 y madrugada del domingo 19 de noviembre. Los registros de observación de los grupos fueron extremadamente bajos: desde dos meteoros reportados desde el volcán Masaya, Nicaragua; hasta 69 vistos por un grupo ubicado en la playa de Monterrico, Guatemala.

Los reportes provenientes de España fueron mejores, contabilizando hasta 100 meteoros por hora. Josep María Trigo, miembro de la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos que observó esa noche el fenómeno con la ayuda de cinco cámaras que cubrían todo el cielo, situadas en Barcelona, Castellón, Lérida, Málaga y Huelva, reportó a la agencia Efe un momento de máxima intensidad o "estallido" de Leónidas que duró un cuarto de hora. Según el astrónomo, este estallido fue producido ya que la Tierra atravesó el "fragmento de la cortina" de las Leónidas por un lateral y no por su centro, donde se concentra la mayor cantidad de partículas. De acuerdo a este reporte, durante la madrugada del domingo 19 de noviembre las Leónidas prendieron el cielo con meteoros de luminosidad similar a la de las estrellas más brillantes de la bóveda celeste y también con algunos bólidos de luminosidad de magnitud -4, equivalente al brillo del planeta Venus. Ahora, las esperanzas para cerrar con más vistosidad este año, son la lluvia de estrellas Gemínidas, la cual ha sido en los últimos años la recompensa para los aficionados de los meteoros, ya que ha superado a las Leonidas. El máximo de las Gemínidas se producirá entre el 13 y el 14 de diciembre. Los expertos esperan entre 70 a 100 meteoros por hora en condiciones óptimas de oscuridad. A diferencia con la mayoría de lluvias de estrellas, las Gemínidas son ocasionadas por el paso de la Tierra a través de una nube de escombros dejada por un asteroide, llamado Phaeton. Finalmente, la lluvia de estrellas Ursidas tienen su pico el 22 de diciembre y se esperan, en condiciones optimas, unos 10 meteoros por hora. La observación de lluvia de estrellas no requiere ningún instrumento óptico, más que los ojos del aficionado. La regla de oro para la observación es situarse en un horizonte lo más amplio y oscuro posible.

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