Estilos De Aprendizaje Marcoteorico - Nalda.docx

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ESTILOS DE APRENDIZAJE Los estilos de aprendizaje se sustentan en la idea de que cada ser humano es único, porque nace con potencialidades y capacidades para apropiarse del medio ambiente que le rodea y transformarlo activamente, experimentando la vida con referencia a su propia subjetividad y los saberes y aprendizajes que conforman su marco de referencia vital. El desarrollo de la teoría de los estilos de aprendizaje, ha producido abundante literatura de estudio, investigación y difusión, y es una variable muy tenida en cuenta por los programadores curriculares y didácticos en muchos países del mundo. En la actualidad, las innovaciones tecnológicas y sus múltiples aplicaciones, han variado el espectro de las formas significativas de presentar los contenidos curriculares, aumentando el espectro de experiencias que pueden tener los estudiantes con las materias didácticas a través de diversos elementos de software propios de las TICs (Tecnologías de la información y Comunicación). Los nuevos sistemas cibernéticos de aprendizaje permiten trabajar con gráficos, textos, sonidos, imágenes, animaciones, hipertexto, etc. Estos componentes audiovisuales constituyen una herramienta altamente efectiva para la educación debido a su gran valor didáctico y motivador. Los estilos de aprendizaje, en este contexto, nos posibilitan herramientas de análisis cognitivo para comprender por qué unos estudiantes obtienen mejores resultados que otros, si se parte de que todos se hallan en un mismo entorno y sometidos a los mismos estímulos. Castro y Guzmán (2005) sustentan la pertinencia y la concepción de la categoría de estilos de aprendizaje diciendo que: “Durante toda la vida se aprende, se busca la mejor forma de adquirir conocimientos, que sea más fácil para cada quien y además propicie el aprendizaje. En el transcurso de la vida escolar se descubren algunas de las preferencias que tienen los sujetos al estudiar. Éstas pueden haber cambiado a medida que la vida transcurre y en interacción con el medio escolar, se producen versiones distintas y posibilidades de agruparse, de ser efectivos e incluso eficientes. Esto es lo que en el ámbito pedagógico Alonso, Gallegos y Honey, (1994) denominan: estilo, término que suele usarse para señalar una serie de comportamientos distintos reunidos bajo un solo nombre, y si es

referido al aprendizaje ofrece indicadores que ayudan a guiar las interacciones de la persona con la realidad”. (Castro y Guzmán, 2005, p. 85) De esta manera se habla, de manera preliminar de comportamientos preferenciales en el estudio, que son bases del desarrollo de estrategias y métodos de aprendizaje. Estas preferencias en el estudio constituyen variables y dimensiones que pueden observarse activamente y ser inducidas a través de estímulos intencionados. Estos estilos también pueden ser configurados junto con hábitos arraigados o que pueden surgir espontáneamente o como despliegue de las potencialidades del estudiante. Observamos pues que el estilo es una peculiaridad de cualquier sujeto, individual o colectivo, lo que conforma parte de una manera de ser y de actuar. Como apuntamos al principio, esto se sustenta en que cada individuo nace con facultades que van a interactuar con un medio ambiente específico condicionado por su particularidad, siendo la combinación de ambiente e individuo, la configuración de experiencias únicas para cada ser humano. Los estilos de aprendizaje son constructos cognitivos que portamos desde que somos sujetos de experiencias de aprendizaje sistemático y también espontáneo, los cuales afectan la forma en la que se enseña y se aprende. Por ello, debemos observarlos y sacarles beneficio para la optimización de nuestra labor. Algunas de las definiciones y conceptos que se han dado de estilos de aprendizaje, que aproximadamente son veinticinco, serán revisadas a continuación. Alonso et. Al. (1994), expresan el siguiente concepto de estilo: “...son… conclusiones a las que llegamos acerca de la forma que actúan las personas y resultan útiles para clasificar y analizar los comportamientos” (citado por García, Santizo y Alonso, 2009, p. 4) Entonces, para Alonso, el estilo es una apreciación o un constructo valorativo que la persona recibe desde un observador externo, teniendo una función taxonómica, el estilo connota a las personas en las diferentes conclusiones que tenemos cuando vemos como habla o actúa un individuo. Lozano (2000) definió en su oportunidad, Estilo como “un conjunto de preferencias, tendencias y disposiciones que tiene una persona para hacer algo y que se

manifiesta a través de un patrón conductual y de distintas fortalezas que lo hacen distinguirse de los demás”. (p.17) Aquí vemos el concepto de estilo, como una propiedad interna de la persona, un despliegue o manifestación de su ser subjetivo, de su personalidad. De esta manera, podemos comprender, una serie de improntas que configuran patrones que son expresiones de la libre, activa y lúdica apropiación del mundo de la que hacen gala los seres humanos en las diferentes etapas de su desarrollo. García Cué (2006), sintetizando conceptualizaciones anteriores, dice que estilo puede definirse como “un conjunto de aptitudes, preferencias, tendencias y actitudes que tiene una persona para hacer algo y que se manifiesta a través de un patrón conductual y de distintas destrezas que lo hacen distinguirse de las demás personas bajo una sola etiqueta en la manera en que se conduce, viste, habla, piensa, aprende, conoce y enseña” (p.34) Así, el estilo viene siendo una distinción y una característica que es susceptible de ser muy definida y denotada fácilmente. La preferencia y la elección de un modo de actuar o hablar, constituyen indicadores fiables en las diversas particularidades o estilos de las personas según sean consideradas en su saber hacer, competencias o desempeños. Según Castro y Guzmán (2005), en su trabajo titulado, Los estilos de aprendizaje en la enseñanza y el aprendizaje: Una propuesta para su implementación, los estilos de aprendizaje “señalan la manera en que el estudiante percibe y procesa la información para construir su propio aprendizaje, éstos ofrecen indicadores que guían la forma de interactuar con la realidad.” (p. 87) Bajo estos términos, podríamos hacer la analogía con el concepto de cultura, para entender estilo, particularidad o peculiaridad como una cultura individual del aprendizaje, pero que tendría un carácter

más o menos autónomo según el

espectro de interacciones en las que se demanden expresiones del estilo, preferencias o cultura personal de estudio.

Según Valerdi (2002), David Kolb (1984), examinó las fortalezas y debilidades que tienen los estudiantes para aprender, hallando que existen cuatro estilos de aprendizaje: convergente, divergente, asimilador y acomodador. Estos estilos están muy relacionados con el desarrollo cognitivo. En la construcción de estos cuatro estilos, intervienen consideraciones sobre el pensamiento y la forma en que este actúa para captar y comprender la realidad en la que se desenvuelve y en la que crece y madura. En Quiroga y Rodríguez (2002), se señala que existe también un estilo de aprendizaje muy estudiado referido a la dependencia e independencia de campo de Witkin. Se constituyen como una bipolaridad, mientras uno percibe el estímulo como un todo y globaliza, el otro percibe el todo descompuesto en sus partes, siendo más analítico. Ambos polos se hallan en igualdad de ventajas y desventajas. En la teoría de los estilos cognitivos de Witkin, el sujeto con dependencia de campo es aquel que busca seguridad en referentes externos, manifiestan una conducta interpersonal desarrollada y atiende a claves sociales comunicadas por otros. A estos sujetos se les dificulta trabajar con materiales sin estructura, prefieren resolver problemas en equipos. Por otro lado, el sujeto con independencia de campo es aquel que busca seguridad en referentes internos, expresan una orientación impersonal y son relativamente insensibles a claves sociales, mostrando inclinación a preocuparse por idean y principios abstractos. Trabajan bien con materiales sin estructura, prefieren solucionar problemas en forma individual y no se hallan a gusto en equipos. (Castro y Guzmán, 2005, p. 89) Otros investigadores llaman a los estilos, sistemas de representación, los cuales se relacionan con la percepción sensorial. Los mencionados estilos o sistemas de representación se clasifican en tres tipos de modalidades o formas de percibir: visual, auditivo y kinestésico. La percepción sensorial es la base de la vivencia que tenemos al experimentar el mundo y aporta diversas variantes de individuo a individuo. Estas variantes pueden

organizarse de acuerdo a esta clasificación, atendiendo a que órganos sensoriales tienen más desarrollo o preferencia para el individuo en cuestión. Los que tienen un estilo visual de aprendizaje, perciben y aprenden mejor viendo, manejando información escrita, descripciones, poseen gran memoria de registro facial, no así los nombres de las personas, prestan minuciosa atención a los detalles de lo que observan; los auditivos, emplean la voz y los oídos como canales privilegiados del aprendizaje, pero no poseen una visión global, tienen una amplia memoria de los sonidos, de los nombres, pero no de los rostros y no es bueno fijándose en los detalles; el kinestésico-táctil, necesita palpar a través del tacto, mostrar desempeños y elaborar productos. La experiencia demuestra que la percepción puede ser mejorada, que la variedad de estímulos proveen al individuo de nuevas experiencia y por lo tanto, aumenta su capacidad de discriminar entre los diferentes estímulos y captar diversas conexiones de acuerdo con el desarrollo de los órganos sensoriales. Por ello, la escuela debería ser un espacio donde se haga absolutamente necesario prodigar una variedad de experiencias que vayan en correspondencia a las necesidades del desarrollo de la percepción. Acerca de este tema, Castro y Guzmán (2005) exponen las ideas que citamos a continuación: “Todos los sujetos poseen todas estas modalidades, en cierta medida de hecho pueden ser desarrolladas, a medida que se usan para mejorar nuestra percepción. Algunas veces éstas han sido inhibidas en la historia de vida del sujeto, por ejemplo las madres le señalaban muy a menudo a sus hijos – “no hables”, “escucha” - cosa que se hace en todo momento en la escuela cuando se ha educado mediante un enfoque conductista – “toque con los ojos” - sin permitirle al sujeto desarrollar sus canales de percepción, en su lugar solo provocaban paralizarlos, no emitiendo ningún tipo de respuesta ante un estímulo similar. Es importante identificar estos canales de percepción ya que así se optimiza al máximo la labor docente”. (Castro y Guzmán, 2005, p. 90)

Bajo el enfoque de los estilos de aprendizaje, se busca un despertar cognitivo, optimizando aprendizajes manifiestos y ocultos, y sacando amplio partido a los materiales significativos, a los libros de texto, a las ilustraciones y diferentes tipos de imágenes, a las infografías y los mapas, etc.

Brindar una enseñanza que estimule los sentidos y explore otras maneras de aprender, de acuerdo a sistemas condicionados por la madurez cognitiva, parte de un trabajo psicológico por parte del docente. Castro y Guzmán han señalado la necesidad de observar y ver surgir los síntomas típicos de los comportamientos orientados sensorialmente. Según estos autores:

“Para identificar las diferentes representaciones en los estudiantes es necesario observar. El visual almacena información rápidamente y en cualquier orden, muestra sus emociones en la cara. El auditivo almacena información en bloques y en forma secuencial mueve sus labios al leer y se distrae con facilidad mientras que el kinestésico gusta de tocar todo, expresa sus emociones con movimientos. En definitiva hay que observar y registrar sus expresiones para poder asumir una posición como docente y tomar decisiones en el momento de planificar y ejecutar las estrategias instruccionales”. (Castro y Guzmán, 2005, p. 90)

Por otro lado, según Kolb (1984), para aprender algo, es preciso hacer una selección de información por los canales de preferencia del individuo y un procesamiento de la misma. Honey y Mumford (citados por Alonso, Gallegos y Honey, 1994), recogen esta teoría, pero distinguiéndose en que se han elaborado más detalladamente las dimensiones de los sistemas de representación, proponiendo cuatro tipos de estilos de aprendizaje, que corresponden a las formas en la que los sujetos organizan su trabajan, su grado de actividad, si son teóricos, reflexivos o pragmáticos, incluyendo algunas de las destrezas determinadas por Alonso (citado por Alonso, Gallegos y Honey, 1994), y cuyas propiedades indican claramente el campo de destrezas como resultado de un análisis factorial. DIMENSIONES DE LOS ESTILOS DE APRENDIZAJE Ahora, pasaremos a explicar las dimensiones de los estilos de aprendizaje propuestos por Honey y Alonso (1994) con sus respectivos indicadores, citados por Loret de Mola (2008) y Castro y Guzmán (2005):

Activo Es el estilo ágil, donde impera la dinamicidad y la participación de los estudiantes que son personas de grupo y de mentes abiertas. Estas personas se implican en los asuntos de los demás y centran a su alrededor todas las actividades que emprenden con entusiasmo. Son de mente abierta, nada escépticos. Sus días están llenos de actividad. Piensan que por lo menos una vez hay que intentarlo todo. Espontáneos, creativos innovadores deseosos de aprender y resolver problemas. En nuestra opinión, la configuración de estilo de estas personas se sustenta en el poder del juego y la socialización, debido a que las demandas del grupo modelan fácilmente a un individuo que se adapta a una interacción intensa con sus pares. Los indicadores desarrollados por Honey y Alonso para este estilo de aprendizaje son: o Interviene activamente. o Genera ideas sin limitaciones formales. o Intenta nuevas experiencias y oportunidades. o Aborda quehaceres múltiples. o Resuelve problemas como parte de un equipo.

Reflexivo Es el estilo de razonamiento, donde predomina la observación y el análisis de los resultados de las experiencias realizadas. Los sujetos reflexivos gustan de considerar las experiencias y observarlas desde diferentes perspectivas y tener a su disposición diferentes perspectivas y enfoques. Reúnen datos analizándolos con detenimiento antes de llegar a alguna conclusión. Son prudentes, observan bien y consideran todas las alternativas posibles antes de realizar un movimiento. Permanentemente están calculando situaciones y suelen

tener mucha empatía. Escuchan a los demás y no actúan hasta apropiarse de la situación, son de aquellos que esperan su momento, son ponderados, pacientes, inquisidores, lentos y detallistas. Para captarlos, los indicadores que citan nuestros autores son: o Reflexiona sobre actividades. o Investiga con detenimiento. o Escucha, incluso las opiniones más diversas. o Hace análisis detallados. o Intercambia opiniones con otros con previo acuerdo. Teórico Es el estilo de especulación, donde prepondera más la observación dentro del campo de la teoría y poco en ámbito de la práctica. Adaptan e integran las observaciones dentro de las teorías lógicas y complejas. Enfocan los problemas de forma vertical escalonada, por etapas lógicas. Tienden a ser perfeccionistas. Integran los hechos en teorías coherentes. Les gusta analizar y sintetizar. Son profundos en su sistema de pensamiento, a la hora de establecer principios, teorías y modelos. Para ellos si es lógico es bueno. Buscan la racionalidad y la objetividad huyendo de lo subjetivo y de lo ambiguo. Son muy racionalistas e intelectuales y desarrollan ampliamente su capacidad de abstracción y de razonamiento lógico. Los indicadores que los definen son: o Sentirse en situaciones estructuradas con una finalidad clara. o Inscribe todos los datos en un sistema, modelo, concepto o teoría. o Tiene la posibilidad de cuestionar. o Pone a prueba métodos y lógica que sean la base de algo. o Lee y oye hablar sobre ideas que insisten en la racionalidad y la lógica.

Pragmático Es el estilo de orden, donde pregona más la práctica y aplicación de ideas y poco la teoría. Predomina en ellos la aplicación práctica de las ideas. Descubren el aspecto positivo de las nuevas ideas y aprovechan la primera oportunidad para experimentarlas. Les gusta actuar rápidamente y con seguridad con aquellas ideas y proyectos que les atraen. Tienden a ser impacientes. Pisan la tierra cuando hay que tomar una decisión o resolver un problema. Buscan soluciones, son muy propensos a instrumentalizar los contextos y las personas. Los indicadores que suelen acompañar el estilo pragmático son: o Aprende técnicas para hacer las cosas con ventaja práctica evidente. o Adquiere técnicas inmediatamente aplicables en su trabajo. o Elabora planes de acción con un resultado evidente. o Se concentra en cuestiones prácticas. o Vive una buena simulación en problemas reales. Podemos afirmar que esta detallada y profunda teorización, es muy adecuada, comprendiendo pues el éxito en su aplicación en los diferentes estudios e investigaciones que permiten conocer la dinámica de los estilos de aprendizaje en los diversos ámbitos de la educación tanto básica como superior. Al entender como son los procesos por los que los estudiantes adquieren el conocimiento impartido, ahora como centros de la didáctica, donde se promueve su participación activa en la construcción de los saberes y el aprendizaje significativo, estaremos en condiciones de mejorar los criterios y las acciones de planificación y elección de estrategias y metodologías didácticas. La didáctica a partir de los estilos de aprendizaje Las consecuencias didácticas y curriculares de un enfoque basado en los estilos de aprendizaje, son la implementación de métodos y estrategias de enseñanza,

planificaciones, que tomen en cuenta las diferencias individuales al momento de aprender. Uno de los retos fundamentales que enfrenta este enfoque es el problema del manejo de esta diversidad, que esencialmente se convierte en un tema de gran complejidad. Este enfoque, transforma, al mismo tiempo, el modelo de un estudiante pasivo, con un repertorio de estrategias de aprendizaje pasivas y dependientes del entorno, un estudiante con características uniformes, a reconocer la realidad que el estudiante porta de manera innata y mediante la experiencia de vida, una serie de cualidades personales que favorecen y cooperan con los procesos de aprendizaje sistemático. Según Gutiérrez (2018), quien cita a Willis y Hodson (1999): “consideran que los estudiantes deben ser capaces de: aprender acerca de sus puntos fuertes y débiles; definir sus objetivos personales para el futuro; practicar destrezas más complejas que les ayuden a conseguir sus objetivos a corto, mediano y largo plazos; y asumir una responsabilidad activa para sus elecciones personales que les ayuden en su camino hacia ser adultos responsables y productivos. Es más, ellos mismos especifican que los estudiantes son muy capaces y su potencial de aprendizaje es ilimitado; sin embargo, existen claras diferencias entre los distintos alumnos. Para la mayor parte de los estudiantes no hay dificultades de aprendizaje en cualquier contenido temático si se les entrena según sus propios Estilos de Aprendizaje.” (Gutierrez, 2018, p. 85)

Podemos decir que los estilos de aprendizaje sugieren planes y estrategias flexibles de facilitación. Al estudiante le es más fácil desenvolver sus inteligencias y sus emociones, involucrándose en la tarea escolar, si se encuentra la fórmula para que todos adquieran el conocimiento o desarrollen competencias, de una manera en que la labor de estudio y la propia personalidad se amolden y adapten plásticamente en una relación fluida y concentrada. Los resultados que se obtienen deben tender a la mejora de los aprendizajes, el logro de objetivos o el desarrollo de competencias. Se comprende la dificultad de armonizar una estrategia de enseñanza que atienda las necesidades particulares y los diferentes estilos de aprendizaje. Gutiérrez (2018), piensa que se deben intercalar aleatoriamente estrategias que atiendan las características observadas en los discentes, favoreciendo de un modo secuencial la puesta en juego de las destrezas de los discentes, quienes se sentirán atendidos

y con una mayor libertad para trabajar según sus propios patrones y ritmos. (Gutierrez, 2018, p. 85) LOS ESTILOS DE APRENDIZAJE Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Algunos, como Gutiérrez (2018), han relacionado la inteligencia emocional con los estilos de aprendizaje. Para Gutiérrez, son campos del desarrollo académico, personal y social. Es por esta razón que se les debe brindar una atención especial en todas las instituciones con orientación educativa o laboral y en todos los espacios de la sociedad. Es muy importante, como hemos señalado, que la manera de enseñar tome en consideración el estilo de aprender. Gutiérrez precisa esta idea: “Ya expresamos con anterioridad que, el Estilo de Aprender es una noción muy importante también para el profesorado, porque evidentemente repercute en la manera de enseñar. Es bastante frecuente que un profesor tienda a enseñar a sus alumnos como le gustaría que le enseñaran a él mismo, es decir, enseña como a él le gustaría aprender, y lo hace en función de su propio Estilo de Aprendizaje”. (Gutierrez, 2018, p. 92)

Esto que, intuitivamente es un argumento que apuntala la relación de la persona con sus estilos particulares, es a la vez la expresión de un estado de cosas que debe transformarse, en el sentido de que el discente es el centro del aprendizaje y la enseñanza, debe en buena cuenta satisfacer sus expectativas, las cuales están vinculadas en buena medida a sus estilos y preferencias, o elecciones particulares, así como al desarrollo de sus emociones, ideas y su manera de experimentar el mundo. ESTILOS DE APRENDIZAJE Y RENDIMIENTO La mejora de los aprendizajes es el resultado que persiguen todos los enfoques que, basados en la explosión de la psicología cognitiva y sus implicancias pedagógicas, han generado una corriente a favor de una nueva didáctica y ha transformado los currículos y el repertorio de estrategias tradicionales. Los resultados, polémicos en muchos casos, tienen como idea rectora, propiciar ambientes de estudio en los que uno de los indicadores de su optimización es la mejora del rendimiento académico, en este sentido, Gutiérrez escribe:

“Por último, y para finalizar, no podemos dejar de hacer alusión a la relación existente entre los Estilos de aprendizaje y el rendimiento académico. Un buen rendimiento académico es uno de los objetivos finales de todos aquellos que nos encontramos inmersos de alguna manera en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Ello justifica todo lo que hemos estado explicando acerca del conocimiento sobre los Estilos de Aprendizaje del alumnado, así como la importancia de adaptación de la metodología docente a dichos estilos”. (Gutiérrez, 2018, p. 94)

Insistimos en que se debe crear una conciencia de que nuestros diseños y planificaciones curriculares y didácticos deben atender la variedad de estos estilos. Es la única manera que el enfoque se vuelva funcional a una educación que está en constante búsqueda de la excelencia, calidad, eficiencia e impacto positivo en la vida de las personas que transitan por las etapas de aprendizaje. El sustento de modelos adaptados a los estilos de aprendizaje, tiene como principio la necesidad de la personalización de la educación. Alonso, Gallego y Honey (2007), citan a Keefe (1982), quien opina sobre lo que ocurrió con este principio: “Los educadores han mantenido una individualización ficticia, sin seria y verdadera aplicación a la mayoría de los sistemas educativos. La individualización es un credo sin substancia. UN cambio de perspectiva puede ayudar el debate tradicional sobre la ratio profesor/alumno y sobre los materiales didácticos para centrarse en un tema mucho más crucial: cómo aprende el alumno.” (Alonso, et. al., 2007, p. 52)

Debemos partir de la obsolescencia de las técnicas de estudio uniformes y optimas que son iguales para todos los alumnos. Se debe romper con este concepto y pasar a considerar seriamente cómo abordar una nueva práctica de educación personalizada, que atienda estos estilos, que son determinantes para un aprendizaje eficaz. Los enfoques pedagógicos contemporáneos insisten en que el discente tiene que desarrollar la capacidad de aprender a aprender. La escuela ha tenido éxito cuando ha formado una persona capaz de aprender por sí mismo. En otras palabras debería producir autodidactas, personas creativas e independientes que son propensas al cambio y a la adaptación en un mundo cada vez más cambiante y que exige al

máximo el desarrollo de nuestras aptitudes de supervivencia. La teoría de los estilos de aprendizaje en este sentido tiene como objetivo brindar una respuesta a la necesidad de lograr el aprendizaje del aprendizaje. “La propuesta de los estilos de aprendizaje ofrece a los docentes y alumnos datos significativos sobre el aprendizaje individual y el aprendizaje de los otros miembros del grupo discente, con los que debe compartir su caminar diario en el aula. Hay alumnos que afirman saber a los diez minutos de la primera clase del primer día si les va a gustar la asignatura o no. Otros estudiantes tienen éxito con un profesor y fracasan con otros. Algunos profesores se sienten atraídos por algunos estudiantes y desconcertados respecto a otros. La personalidad e interrelación de los individuos, docentediscentes, crean una atmósfera, un ambiente, un tono social. “El Estilo de la Clase”, “El Estilo de Enseñar” influye notablemente en el discurrir del año académico.” (Alonso, et. al., 2007, p. 59)

Como podemos observar, las interacciones en el proceso de enseñanzaaprendizaje poseen implicancias pedagógicas que tiene una dimensión sicosocial y sociocultural. Apuntamos con anterioridad que los estilos pueden ser vistos también como culturas de aprendizaje, y en este sentido tienen una dimensión social importante, que debe ser tomada en consideración en todo intento de personalización educativa que implique una aplicación de nuestra teoría. Alonso, Honey y Gallego, analizan también el concepto de ajuste, en su aplicación a las relaciones entre docentes y discentes: “Si nos fijamos, por ejemplo, en las características de personalidad nos encontramos que, en algunos casos, la discrepancia entre la personalidad del docente y del discente es un buen vehículo para la mejora del alumno. El ajuste (o desajuste), puede ser algo así como situar alumnos con características particulares en clases con docentes, que van a modificar, probablemente, estas características”. (Alonso, et. al., 2007, p. 59)

La modificación de las características particulares no es lo deseable en una educación personalizada. Lo que se debe lograr es la situación de ajuste entre los actores del proceso educacional. A veces características contrapuestas de docente y discente, brindan una oportunidad de mutua influencia positiva y una especie de contaminación en la que las características de ambos se intercambian. Otras veces es muy sugestivo el

dialogo virtuoso que se entabla entre docentes y discentes con estilos o características similares. Uno de los resultados de esta congruencia es la mejora del clima del aula. Aunque algunos autores han manifestado que polos iguales se repelen y con este argumento desestiman la combinación de características congruentes entre docente y alumnado. Alonso, Honey y Gallego (2007), citan a Henson y Borthwick (1984) quienes afirman que: “…la dificultad del ajuste reside más en los Estilos de Enseñar, que en los Estilos de Aprender” (Alonso, et. al., 2007, p. 60) Volviendo al tema del rendimiento Alonso, Honey y Gallego (2007), piensan que está estrechamente relacionado con los procesos de aprendizaje. Ambos procesos indican la transformación de un estado determinado en un estado nuevo que se alcanzan por la vinculación activa de contenidos inicialmente no vinculados entre sí, en una unidad o estructura nueva. El rendimiento académico se halla inmerso en un marco complejo de variables que determinan su nivel. Estas variables van desde condicionamientos socioambientales, factores intelectuales, valencias emocionales, aspectos técnico didácticos, factores organizativos, etc. Y por supuesto, también se halla de modo relevante la variable de los estilos de aprendizaje. Los estilos de aprendizaje son también una variable importante en la educación de adultos. La propuesta de los estilos de aprendizaje brinda una herramienta para el diagnóstico sistemático de los estudiantes, mucho más técnico y objetivo que la simple observación espontánea. De esta manera, se obtienen datos de como prefieren aprender los adultos, si necesitan mayor o menor dirección o estructuración de actividades y contenidos. Armados con un diagnóstico de este tipo, los docentes estarán en mejores condiciones de tomar decisiones adecuadas sobre un amplio espectro de variables del proceso de enseñanza aprendizaje, tales como la selección de materiales educativos, la presentación de la información, la creación de grupos y subgrupos de trabajo, los procedimientos de evaluación, etc. En este sentido, el uso de un

instrumento fiable, puede ahorrar muchos errores, aun cuando la observación sistemática, menos estructurada y más vivencial, suele ser altamente efectiva, gracias a la capacidad de algunos docentes. En el caso de la educación de adultos, la propuesta de los estilos de aprendizaje y su énfasis en la necesidad de aprender a aprender, torna más dinámica el desarrollo de la formación continua que es el objetivo de la educación de adultos. Se ha observado que la aplicación de estrategias basadas en estilos de aprendizaje mejoran la formación básica de los adultos y las situaciones de aprendizaje que se dan en la formación continua y formación y capacitación laboral en empresas, donde el modelo de estilos, cobra un gran interés como lo demuestran las diversas investigaciones que son citadas por Alonso, Honey y Gallego (2007). Por otro lado, cuando se analizan las estrategias de aprendizaje bajo el enfoque de los estilos de aprendizaje, se hacen explícitas ciertas disfuncionalidades, que surgen por la idea de aplicar un solo método de estudio para todos los estudiantes. Por ejemplo, es muy contraproducente enseñarle a un niño con un estilo kinestésico, bajo las pautas de una metodología audiovisual. Otro rango del espectro de aplicaciones del modelo de los estilos de aprendizaje, que ya habíamos sugerido, es el de la educación intercultural. Los textos y los contenidos de una cultura, no pueden ser simplemente trasvasados a otra cultura, sin mediar una reestructuración y adaptación radical a la cultura receptora. Muchas veces se cuela en la limpia idea de enseñanza, las complejidades culturales como el racismo, la discriminación, exclusivismos culturales y etnocentrismo, que dañan la esencia del proceso.

Bibliografía Alonso, C., Domingo, J. y Honey, P. Los estilos de aprendizaje. Procedimientos de diagnóstico y mejora, ed. Mensajero, Bilbao, 2007, 222 pp. Castro, S. y Guzmán, B. Los estilos de aprendizaje en la enseñanza y el aprendizaje: Una propuesta para su implementación, en Revista de

Investigación, núm. 58, 2005, pp. 83-102 Universidad Pedagógica Experimental Libertador Caracas, Venezuela García Cué, J.L. (2006). Los Estilos de Aprendizaje y las Tecnologías de la Información y la Comunicación en la Formación del Profesorado. Tesis Doctoral. Dirigida por Catalina Alonso García. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia. García, J. L., et. al. Estilos de Aprendizaje y Estrategias de Aprendizaje: un estudio en discentes de postgrado, en Revista Estilos de Aprendizaje, nº10, Vol 10, octubre de 2012 García J. L. et. al. INSTRUMENTOS DE MEDICION DE ESTILOS DE APRENDIZAJE, en Revista estilos de Aprendizaje, n° 4, Vo. 2, Octubre de 2009 Gutiérrez, M. Estilos de aprendizaje, estrategias para enseñar. Su relación con el desarrollo emocional y “aprender a aprender”, en Tendencias pedagógicas, N° 35, 2018, pp. 83-96 Loret de Mola, J. Los estilos de aprendizaje de Honey- Alonso y el rendimiento académico en las áreas de formación general y formación profesional básica de los estudiantes del instituto superior pedagógico privado “Nuestra señora de Guadalupe” de la provincia de Huancayo- Perú, en Revista estilos de aprendizaje, n° 1, Vol 1, abril de 2008. Lozano, A. (2000). Estilos de Aprendizaje y Enseñanza. Un panorama de la estilística educativa. ITESM Universidad Virtual - ILCE. México: Trillas Quiroga, M., y Rodríguez, (2002). Estilo Cognitivo Reflexibilidad, Impulsividad diferencias individuales en la Gestión Individual de la relación Velocidad, Exactitud. Valerdi, M., (2002). Los estilos de Aprendizaje y la solución de problemas Urbano arquitectónicos en el Colegio de arquitectura de la FABUAC Ponencia

presentada en la 3ra Convención de Educación Superior Pedagogía de la Educación Superior Habana, Cuba

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