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2018

Estéticas Contemporáneas MARIA ANTONELLA ZINGG

La primera obra elegida para este trabajo es “Henry Ford Hospital” (1932) de Frida Kahlo, perteneciente al Surrealismo. Kahlo nació en México en el año 1907, luego de un grave accidente en su juventud, estuvo postrada en cama durante un largo tiempo llegando a someterse hasta 32 operaciones quirúrgicas. Sus obras pictóricas giran en torno a su biografía y a su propio sufrimiento. André Bretón intentó convencerla de que sus obras eran surrealistas, pero ella lo negaba diciendo que no pintaba sueños sino su propia realidad. En sus pinturas, Frida se presentó en escenarios amplios, áridos paisajes o en frías habitaciones vacías que remarcaban su soledad. Los retratos más intimistas de cabeza o de busto e complementaban con objetos de significado simbólico; sus retratos de cuerpo entero, se integraban en representaciones escénicas y enmarcaban su propia biografía: la relación con su esposo, cómo sentía su cuerpo, sus enfermedades por consecuencia del accidente, la incapacidad de engendran hijos, su filosofía de la naturaleza y del mundo. Estas representaciones rompieron tabúes especialmente sobre el cuerpo y la sexualidad femenina. La apreciación de su trabajo pictórico se produjo luego de su muerte, tardando más de una década en alcanzar verdadero conocimiento internacional. A los cuatro años de su muerte, la Casa Azul se convirtió en el Museo Frida Kahlo. Importantes museos y galerías le han dedicado retrospectivas.

La segunda obra elegida de “Rayuelarte” (2014), happening realizado por Marta Minujín. Ella es una artista plástica conocida por sus obras vanguardistas producidas principalmente durante las décadas del 60, 70 y 80. Nació en Buenos Aires en mi 1941; describe su infancia como “horrible”, estudia Bellas Artes en escuelas nacionales, pero no llega a recibirse. A los 16 años presentí su primera exposición individual. En 1963 viaja a París gracias a una beca y allí se vincula con el nuevo realismo y realiza su primer happening, “La Destrucción”, en el que colegas de la artista destruyen sus trabajos. Cuando regresa a Bs. As., presentó varios happenings, performances e instalaciones artísticas. Durante fines de los 60’s, Minujín de adhirió al movimiento contracultural hippie en Nueva York , donde se volcó al Arte Pop y al arte psicodélico. En 1983 y en celebración del retorno de la democracia al país, Marta presentó en la Avenida 9 de Julio “El Partenón de libros”, formado con libros prohibidos durante la dictadura militar.

Durante los años 80 su interés por la revisión de los mitos se vuelca a la escultura griega clásica con obras que caen o se fragmentan; sin abandonar el arte de acción produciendo obras como su colaboración con Andy Warhol en 1985. Desde los años noventa su trabajo ha sido revalorizado y consagrado en diversos homenajes y retrospectivas.

El Surrealismo se da en el período de la segunda Guerra Mundial; en una realidad en la cual las sociedades eran testigos de la aparición de tres grandes movimientos totalitarios, tales como el Fascismo, el Nazismo y el Comunismo. En el ámbito político, se creó la Sociedad de las Naciones con la intención de mantener la paz y evitar la guerra. Pero esta organización no lo pudo evitar, a causa de una gran cantidad de conflictos internacionales y la inestabilidad de la posguerra, tanto política como económicamente. En el ámbito económico, se pudo observar un crecimiento constante y rápido en la gran mayor parte del mundo. El auge en las actividades de carácter especulativo como la bolsa dio pie en 1929 a la gran caída de la economía de Estados Unidos y, como consecuencia, la caída de la economía en el resto del mundo. En la sociedad, el período de entreguerras se puede definir por los constantes cambios a los que se enfrentaba en todos los aspectos que conciernen al ser humano, se trata de un cambio de un período a otro. Por otra parte, durante los años 20 y 30 se investigó el mundo de los plásticos y se empezaron a usar en lo cotidiano. Esto supuso un gran cambio en el mundo, pues se llenó de nuevos materiales y productos. Se puede definir el contexto del Surrealismo, como una época de transición y cambio, donde se había perdido la noción de valores y se carecía de una nueva moral fija y definida. En cuanto a la posmodernidad, a partir de los años 1960, los países de la Europa Occidental entraron en una etapa de prosperidad económica, gracias a su desarrollo industrial y tecnológico. A pesar de ello, la sociedad occidental no pudo evitar el malestar generalizado que emergía en forma de contestación juvenil. Se produjo una protesta contra las estructuras autoritarias de la sociedad industrial, prueba de ello son el movimiento hippie, las diversas formas de contracultura norteamericana y los movimientos estudiantiles de la vieja Europa, especialmente el Mayo Francés de 1968, que confluyó con las luchas sindicales de la clase obrera. Toda esta sacudida política y la creciente conciencia social tuvieron su influencia directa en el desarrollo del arte. Aunque las motivaciones fueron de toda índole, el resultado común fue un creciente interés por el contexto y la asunción de la prescindibilidad del objeto de arte único. De este modo surgió el deseo de huir de la posición elitista del arte y del artista. Comenzó a perderse el interés por las tradicionales connotaciones de estilo, valor y aura que acompañaban al objeto artístico. Al mismo tiempo surgió la necesidad de ridiculizar el sistema de mercado que los propios objetos artísticos engendraban y en el que se movían.

Producción y circulación Durante el transcurso del siglo XX, el movimiento modernista se vio influenciado por diversos factores: el impacto de la industrialización, la guerra global y los desarrollos en la tecnología militar, provocando que ciertos creadores adoptaran estrategias de protesta, ruptura y subversión, evidentes en movimientos como el Dadaísmo y Surrealismo. Alternativamente, algunos artistas recurrieron a formas de práctica más personalizadas y emocionales, como las que pertenecieron a los movimientos expresionistas. Después de la Segunda Guerra Mundial, el centro del Modernismo se trasladó de Europa a América, siendo posteriormente dominado por el Expresionismo Abstracto. El concepto sostenido por el marco teórico del Formalismo, que priorizaba la forma sobre el contenido, tanto en la creación como en la exhibición de la obra de arte, generó el argumento del “arte por el arte”, contribuyendo al aumento de la especulación y mercantilización del arte como producto. Las transformaciones sociales, culturales y políticas durante la década de 1960 trajeron consigo cambios considerables en la práctica de las artes. Los artistas estaban preocupados por el aumento de la mercantilización del arte y su relación con el museo o galería, así como por las correspondientes consecuencias en el desarrollo de procesos socioeconómicos y políticos más amplios. En reacción y respuesta a todo ello, se generó una amplia gama de disciplinas teóricas y prácticas, como el Feminismo, la Teoría Poscolonial, basándose en estrategias anteriores de disrupción, y creando nuevas formas de práctica artística, tales como el arte temporal, textual, performativo y didáctico, intentando distanciarse de la percepción del objeto de arte como producto mercantil. Los artistas conceptuales enfatizaron la primacía de la idea sobre el objeto de arte material en sí mismo. Rechazando las suposiciones sobre la continuidad histórica del arte y el consenso crítico asociado con el Modernismo, se buscaba traspasar los límites de lo posible en el proceso de la creación, presentación y exposición. Las formas de práctica experimental, como el Fluxus, el Minimalismo, el Pop Art y el Performance Art surgieron en respuesta a las restricciones que se asignaban como propias del Modernismo. La reconsideración de la relación entre la obra de arte y su contexto, en particular su reubicación fuera de los parámetros del museo o espacio de la galería contribuyó al desarrollo del lugar como parte de la obra, las instalaciones y la práctica de la concienciación y participación social. Igualmente, el discurso feminista y poscolonial vinculado a la formación de la identidad desafió la narrativa lineal de la historia del arte occidental, eurocéntrica y dominada por los hombres, favoreciendo las narrativas múltiples, la promoción de la mujer en el mundo del arte. A fines de la década de los 80 y a principios de los 90, el crecimiento del mercado del arte produjo como resultado un aumento en el número de galerías, coleccionistas, marchantes y ferias de arte, así como el establecimiento de nuevos y numerosos museos de arte y galerías, algo que se dio a gran escala en las principales ciudades. Una tendencia creciente hacia la colaboración entre artistas y conservadores contribuyó a desarrollar el perfil del curador de arte tal y como lo conocemos actualmente. A fines de la década de 1990, se generó un renovado interés por el papel del espectador como participante de la obra de arte in situ, dentro de un contexto social, contribuyendo así al surgimiento de nuevas formas de práctica colaborativa y relacional entre artistas y público.

El Arte Contemporáneo en el siglo XXI se encuentra dentro de un campo de práctica artística en constante evolución y expansión. Las preocupaciones con respecto a la mercantilización y objetivación de las obras continúan condicionando tanto la producción como la crítica del Arte Contemporáneo. Ahora, el esfuerzo por comprender lo que está ocurriendo con el arte se focaliza en identificar el camino a seguir, observando que algunos teóricos y artistas vuelven a valorar las posibilidades que ofrecía un movimiento como el Modernismo, si bien otros plantean la necesidad de crear un “nuevo Modernismo”, lo que el comisario francés Nicolas Bourriaud ha denominado Alter-Modern, que aborda la naturaleza híbrida, transitoria y globalizada del Arte Contemporáneo actual.

Cambios en el pasaje de la Modernidad a la Posmodernidad En Volverse Público, Groys nos acerca una compilación de trece ensayos que tensionan al arte contemporáneo entre la modernidad y la posmodernidad. El análisis propuesto por el autor se vuelve, casi siempre, un pasaje de un estado moderno a otro contemporáneo. Uno de estos pasajes nos interpela sobre el deslizamiento del diseño puro del alma hacia el diseño político del cuerpo. Si antes el diseño material era contrario a la esencia, hoy es la construcción de la mirada del espectador, el diseño del hombre nuevo y el de una mirada terrorífica. Aquí y ahora todo es divino, se construye el paraíso terrenal. Se agrega a esto, el pasaje que dificulta la necesidad de producción de sinceridad ante la presencia del yo en el mundo. Antes se constituía desde Dios y desde la naturaleza, ahora parece reforzarse desde la teoría conspirativa. Actualmente, no se trata de un yo predeterminado, sino más bien de su apariencia frente a los otros, del autodiseño como práctica cotidiana que acontece como forma oculta y como sistema de sospecha. La sinceridad moderna se alcanzaba por la reducción del diseño, lo cual permitía al espectador ver las cosas como realmente eran. Ahora sólo se puede acceder a la realidad a través de una grieta en la superficie diseñada. La obra emerge como participativa y democrática. La tendencia colaborativa es propia del arte contemporáneo. La obra no vale en sí misma sino por el público. Cuando el espectador se incorpora, cada comentario crítico es una autocrítica: «Ahora es mejor ser un autor muerto que ser un autor maldito» Por un lado, un pasaje revelador, que remite al deslizamiento entre la libertad artística democrática y el acto violento democrático de la instalación contemporánea. La instalación aparece como la intención de construir una colectividad organizada como violencia soberana que desmorona lo previamente instituido, a partir de la ley que el artista y el curador imponen a la obra para que funcione como una comunidad de visitantes parecida a la de la cultura de masas. Pero el potencial crítico de la instalación propone que el espectador/productor pueda reflexionar sobre sus propias posiciones al verse exhibido a sí mismo. Por otro lado, Groys se centraliza en dos ejes importantes del arte contemporáneo: la relación entre la producción artística y las instituciones y el archivo. Aborda la noción de proyecto artístico y pone en evidencia los requisitos que éstos encarnan: tiempo de reclusión para producir y, como resultado del aislamiento, una reinserción social efectiva. Consumar el proyecto en práctica es una devolución a la sociedad en la

dirección que ella reclama. Esta dirección es la transformación social. Ya no se trata de la pura actividad del genio artista. La utilización de archivos en el arte contemporáneo deja al verdadero arte ausente y escondido. El arte como documentación busca representar la vida, volverse un proyecto estético de ella en vez de decorarla. Cuando el arte comienza a documentarse se presenta repetitivo, indefinido e infinito. Conforma un presente que siempre estuvo allí y que puede ser prolongado en el futuro indefinidamente. El archivo, como promesa, construye la capacidad de desarrollar una distancia y una actitud crítica hacia su propio tiempo. Actualmente, el arte contemporáneo se encuentra pensando en un futuro que supone presente. Aunque la modernidad había manifestado su desprecio hacia la contemplación pasiva, en el comienzo del siglo XXI el arte entra no solo en el consumo estético masivo sino también, en la producción estética masiva. Groys invita a recorrer otros tipos de pasajes (metafóricos y comparativos) que culminan en la construcción teórica filosófica del nuevo rol del artista inserto en la cultura visual. Los pasajes de Groys retratan una actividad artística contemporánea que logra despojarse del privilegio de la producción para convertirse en un gesto débil, que obliga a volverse público.

Bibliografía -

https://es.wikipedia.org/wiki/Frida_Kahlo https://es.wikipedia.org/wiki/Marta_Minuj%C3%ADn#cite_note-enie-1 https://es.wikipedia.org/wiki/Arte_de_acci%C3%B3n https://es.slideshare.net/lizeth311408/surrealismo-39902714 EVE Museos e Innovación – plataforma de innovación en Museología y Museografía. “VOLVERSE PÚBLICO” Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea - Boris Groys.

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