La historia problemática
En el capítulo 1 del libro “Documentos de identidad. La construcción de la memoria histórica en un mundo global”, Carretero intenta (y logra con gran elocuencia) vislumbrar las principales problemáticas de la disciplina histórica en la enseñanza actual. Sin embargo, para comprender y analizar tales problemáticas, es necesario inmiscuirnos en un terreno quizás poco conocido. La expresión de Carretero: “el pasado nos rodea”, da cuenta de una afirmación tan real como cruenta. Estatuas en cada plazoleta, monumentos históricos, de los cuales poco o nada conocemos; Si esas construcciones forman parte de nuestra historia y nos atraviesan como sociedad, ¿Por qué desconocemos qué simbolizan? ¿Para qué fueron construidas? ¿A quién se le ocurrió colocarlas allí? Esas construcciones, esos monumentos, son nuestros, de todos. Pero, ¿Quiénes somos nosotros? Alguno podrá decir, con tono picaresco: somos argentinos. Y aquí subyace una cuestión fundamental: la de la construcción de la identidad. Cuando hablamos de identidad, más aún, cuando Carretero habla de identidad, se refiere a ese instrumento que intenta, muy eficazmente, hacernos sentir miembros del mismo grupo, con el que podemos compartir “cosas”; Este “ser parte de”, justifica nuestra existencia como sociedad además de que brinda cierta estabilidad, y comienza a instituirse como eje primordial en la construcción de los Estados nacionales a comienzos y mediados del siglo XIX. Una pregunta aparece, inevitablemente: ¿Quién se encarga de construir tales identidades? La respuesta a ésta pregunta será un tanto incómoda: el sistema de enseñanza, desde sus inicios, fue el encargado y líder en la construcción de identidades nacionales. Aunque para algunos pueda resultar impensado, la escuela nace como un sitio de adoctrinamiento, de adquisición de las costumbres y valores de la nación. Y dentro de la escuela, ¿Qué disciplina sería la encargada de realizar tal proceso? Dejemos que Carretero responda ésta incógnita: “La historia es, precisamente, desde el siglo XIX, mucho más que una disciplina académica: se trata, insistimos, de una herramienta cultural organizadora de la experiencia temporal de la vida y capaz de fijar identidades” (Carretero, M. “Documentos de identidad. La construcción de la memoria histórica en un mundo global”. Bs.As, Paidós, 2007. Cap 1. Pág 40)
De ésta manera, la escuela, institución pseudo-homogeneizadora, utiliza la historia, y el sistema educativo en general, como un aparato de reproducción ideológica. ¿Qué ideologías? Tantas como gobiernos han pasado, cada uno con un proyecto distinto, con una estructura nueva, aunque esa “novedad” no asegura una renovación.
¿Historia en la escuela?
Si la escuela es la encargada, como dijimos anteriormente, de articular y dominar la cuestión de la construcción de las identidades colectivas, y si la historia es utilizada como disciplina principal en dicho proceso, ¿nos están enseñando historia? Carretero nos habla de tres representaciones de la historia, lo que él denomina como las “tres historias”, ellas se dan en ámbitos diferentes: tenemos la historia enseñada en las escuelas, la historia que se adquiere en la vida cotidiana, mediante esa memoria colectiva, y una historia académica, que transita por caminos inexplorados al menos para la mayoría de la población, al ser un saber institucionalizado dentro de las ciencias sociales. La historia que nos interesa en éste texto, al igual que Carretero, es la enseñada en las escuelas, pero él abre un debate, que quizás no podamos solucionar: ¿Cómo puede la escuela mantener esa legitimación si no actualiza o valida los saberes que distribuye? Y el educando: ¿Qué grado de responsabilidad adquiere dentro de ésta problemática? El profesor, ésta situado en el ojo de la tormenta, y es atravesado por una de las grandes paradojas de la enseñanza: la transposición didáctica. Carretero manifiesta una clara posición ante ésta cuestión: “La enseñanza de la historia en la escuela suele producir una comprensión singularmente deformada o sesgada de los contenidos académicos (…)”1. Esto es claro, porque el profesor de historia ¿a quién le es fiel? ¿qué será más importante enseñar: los ideales patrióticos o las estructuras de pensamiento que favorezcan la comprensión histórica y el carácter crítico del estudiante? Para Carretero, la escuela tiende a deformar, a transformar los contenidos; Y tanto la transposición didáctica, como el carácter subjetivo y las decisiones del profesor, condicionan el “saber enseñado”. De cualquier modo, ¿contribuye de algún modo la historia escolar a difundir el conocimiento histórico, en el sentido académico y científico del término?”2.
1
(Carretero, M. “Documentos de identidad. La construcción de la memoria histórica en un mundo global”. Bs.As, Paidós, 2007. Cap 1. Pág )
(Carretero, M. “Documentos de identidad. La construcción de la memoria histórica en un mundo global”. Bs.As, Paidós, 2007. Cap 1. Pág 53) 2