María Teresa Robaina González Sociología de la Educación 4º Grado Superior Ped. del Canto
RELACIÓN ESCUELA – FAMILIA: “¿EQUILIBRIO?”
En la relación que puede establecerse entre tutor y familia, el profesor tutor es la pieza clave para conseguir que los padres se sientan más vinculados a la gestión escolar e implicados en la educación de los hijos, interacción que al ser captada por los niños, repercute favorablemente en su formación. Según diferentes informaciones, el documento Orientación y tutoría publicado por la Secretaría de Estado de Educación del MEC en 1993, se apoya en el principio de interacción y enfoca la función tutorial hacia estos ámbitos: alumnos, profesorado, familia y comunidad. Al abordar la relación Familia-Escuela precisa que el tutor debe asumir estas funciones: a) Contribuir al establecimiento de relaciones fluidas con los padres y madres que faciliten la conexión entre el Centro y las familias. b) Implicar a los padres en las actividades de apoyo al aprendizaje y orientación de sus hijos. c) Informar a los padres de todos los aspectos que afecten a la educación de sus hijos.
Cuando un profesor asume la tutoría como función inseparable de su tarea docente, y se plantea implicar a la familia en el proceso educativo de sus hijos, se le ofrecen una amplia gama de posibilidades y técnicas para iniciar y consolidar con éxito esta tarea. Se pueden diferenciar cuatro niveles de implicación: a) Implicación nula. El papel de los padres es, como su nombre indica, nulo: ni se informan, ni participan, ni se preocupan en ningún aspecto relativo al centro educativo. b) Implicación presencial: El papel de los padres consiste en asistir a las reuniones, leer las cartas y tablones informativos, y en general responder a las iniciativas de demanda de visitas por parte del tutor, para intercambiar informes sobre la situación escolar del niño/a, ya sea tanto positiva como negativamente. 2
c) Implicación participativa: El nivel de implicación de los padres es, en este nivel, más importante y supone la colaboración activa en fiestas, talleres, salidas y excursiones que organice el centro educativo. d) Implicación co-responsable: Es el mayor nivel de implicación por parte de los padres, que toman decisiones y gestionan con el resto de la comunidad educativa las orientaciones y actividades de la escuela.
En 1996, la Fundación Encuentro realizó un estudio sobre las relaciones entre familia y escuela concluyendo que ambos no terminan de encontrarse, lo cual se constata en las visiones mutuas que poseen los padres y los profesores. Los profesores tienden a hacer responsables, y en ocasiones culpables, a los padres, de todo o de casi todo lo que el alumno es y manifiesta, también cuando los resultados son positivos. Los padres, por su parte, tienden a responsabilizar a los profesores de la falta de éxito o del fracaso escolar de los hijos, con lo que se da la razón a la vieja queja del maestro: cuando el alumno tiene éxito se debe a su inteligencia y cuando fracasa se debe a que el maestro no es bueno; aunque también debemos tener en cuenta la queja contraria: cuando el alumno tiene éxito es que el profesor es bueno y cuando fracasa es porque no hace nada en casa. Los profesores observan también que muchos padres están demasiado ocupados, sobrepasados por la situación; trabajan los dos fuera de casa y tienen poco tiempo para dedicárselo a los hijos. Entienden que los niños son los grandes perdedores, porque se han producido unos cambios que han roto esquemas anteriores, como por ejemplo, la incorporación de la mujer al trabajo. (Entiéndase al trabajo fuera de casa). Los padres no tienen, en general, una imagen negativa de los profesores. Las críticas suelen darse a partir de experiencias concretas, ligadas la mayoría de las veces a los suspensos o malas calificaciones de los hijos. Los caminos recorridos en paralelo por padres y profesores se acercan y distancian según los casos: -
Son excepción los padres que acuden al profesor cuando el hijo va bien y no hay problemas.
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Muchos alumnos y alumnas muestran comportamientos diferentes en casa que en la escuela, y en muchos de los casos, la minoría de los padres medianamente implicados en la educación de sus hijos, aceptan de manera constructiva una advertencia sobre el comportamiento de éstos en el ámbito escolar.
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Son realmente una minoría los padres implicados en la acción educativa del colegio.
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También son minoría, los padres que colaboran realmente con el colegio en una acción común en relación de los niños adolescentes.
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Los padres que llevan a su hijos a colegios privados o concertados estiman que su acceso al profesor es más fácil. En cambio, consideran que los profesores son más exigentes.
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Los padres suponen que la escuela ha de impartir una educación global, en la que se incluyan todos los aspectos. Por su parte, los profesores entienden que aquélla debe ser sobre todo un espacio para la instrucción, para la enseñanza de saberes y habilidades y de contenidos, aunque sin perder la referencia a los valores.
Existe una opinión extendida sobre la mejora de la enseñanza pública, pero, si los padres pueden acaban llevando a sus hijos a los centros privados.
Para poder acabar con estas comparaciones y/o comportamientos por ambas partes, sería necesario establecer unos límites y lograr un equilibrio entre ellas, es decir: está claro que los profesores demandan implicación familiar en la educación escolar de los hijos, además de la educación en la familia, pero muchas veces sienten que los padres se exceden o que juzgan el trabajo que hacen. Por tanto, para evitar una confrontación de opiniones, sería muy bueno para la educación, que los padres lograran, de alguna manera, participar de forma más activa con el centro educativo, lo cual no siempre es posible. ¿Es una utopía? Quizás. ¿Es imposible compaginar la vida laboral con los hijos? Creo que no. Sinceramente creo que con una participación equilibrada entre Escuela y Familia, los estudiantes tendrían una formación más completa, no sólo referente a conceptos y habilidades sino también a valores y a su formación como personas adultas del mañana. ¿De qué manera establecer los límites entre ambas partes? Aquí abro un debate que podría prolongarse durante horas, incluso días y meses… porque quizás lo único que 4
haga falta sea DIÁLOGO, acto que, debido a las situaciones de los profesores e incluso de los propios padres, ya sea por el trabajo u otras cuestiones, es cada vez menos frecuente y aún así, sigue siendo tan necesario.
En resumen y para concluir, el objetivo de mi ensayo es demostrar que no existe el equilibrio entre la educación escolar y la educación familiar y que por tanto, los alumnos y alumnas tienen carencias en su educación como personas introducidas en una sociedad, y como consecuencia planteo un pequeño debate para conocer las opiniones de los compañeros acerca del tema y posibles soluciones que puedan aportar.
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BIBLIOGRAFÍA • IZQUIERDO, C. El profesor y su mundo. Guía para maestros y profesionales de la educación. Editorial Eduforma. Sevilla, 2006. • RODRIGO, M. J. & PALACIOS, J. Familia y desarrollo humano. Psicología y educación. Alianza Editorial. Madrid, 1998. (Sexta reimpresión, 2005). • M.E.C. Orientación y tutoría (Primaria). Madrid, 1992. • M.E.C. Orientación y tutoría (E.S.O.). Madrid, 1992.
BIBLIOGRAFÍA ON-LINE • MARINA, J. A. No hay escuela neutral. [En línea]. ABC digital. 20 de noviembre de 2007. http://www.abc.es/hemeroteca/historico-20-11-2007/sevilla/Cultura/joseantonio-marina-(filosofo)-no-hay-escuela-neutral_1641385125701.html
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