SITUACIÓN COLOMBIANA Y CÓMO COLOMBIA PUEDE APORTAR AL CAMBIO DE MODELO ECONÓMICO MUNDIAL
JORGE ALEJANDRO ESCALLÓN BURGOS
Ensayo
Docente:
Dario Indalecio Restrepo
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA FACULTAD DE INGENIERÍA PROGRAMA DE INGENIERÍA QUÍMICA BOGOTA D.C. SEMESTRE 1- AÑO 2018
SITUACIÓN COLOMBIANA Y CÓMO COLOMBIA PUEDE APORTAR AL CAMBIO DE MODELO ECONÓMICO MUNDIAL
Agradecimientos a mi colega y amiga, Gloria Fernanda Villamizar Saenz por el apoyo y el debate en la construcción de ideas.
El mundo se encuentra en una fase crítica en donde las consecuencias del desarrollo desequilibrado y un consumismo descontrolado pueden llegar a ser irreparables y el impacto en el planeta es notorio y generalizado. A la vez, este siglo, es uno de los momentos clave en la historia de la humanidad, en donde el avance tecnologico y cientifico esta en su momento cumbre y sin embargo las naciones aún permanecen en la doctrina del extractivismo y consumo. Es necesario un cambio en el sistema dominante, empezando por Colombia, entendiendo el rol de sus instituciones, empresas y ciudadanía en la situación Latinoamericana actual, el impacto medio ambiental nacional y global, y como el cambio de pensamiento, que ya es necesario, puede comenzar por este país.
Colombia actualmente es catalogado como un país en vías de desarrollo (Banco Mundial, 2018) sin embargo, los estándares del banco mundial están regidos por intereses de las grandes potencias e implican políticas neoliberales, que solo favorecen la inversión extranjera en lugar del desarrollo desde el interior del país, desde su población.“Los llamados países “desarrollados” avanzan desangrando a los “subdesarrollados”, los cuales se quedarán así a perpetuidad a menos que cambien radicalmente su modo de producción y de opresión mantenidos por siglos”(The american way of life, 2018) El funcionamiento del modelo capitalista consumista deriva en el extractivismo, y la acumulación de poder por parte de las multinacionales genera que todo el estado y la sociedad se contorsionan en hábitos que someten la naturaleza y por ende son autodestructivos. Para salir de este ciclo de relaciones de mutua dependencia es necesario cambiar el modo de consumo de la población.
Como relata Marx en El Capital, la acumulación de recursos, o capital, son el eje de la producción capitalista que mercantiliza al ser humano. Mediante la apropiación de los medios de producción el ciudadano común ha perdido su autosuficiencia y ha como único medio de supervivencia la renta de su trabajo. En Colombia esto se ha visto reflejado en el detrimento de su industria, en la monotonía de su economía que ha abandonado la artesanía y la cultura local para darle paso a la explotación de la tierra. Además, el conflicto armado ha favorecido el éxodo de lo rural a lo urbano y la acumulación de tierras para los terratenientes, produciendo una desigualdad mayúscula.
Colombia es un país desigual. Según un estudio realizado por el propio Banco Mundial, Colombia se ubica en la posición número 7 en la lista de los países más desiguales del mundo, siendo el segundo de América Latina, superado únicamente por Honduras. Para medir el nivel de desigualdad el Banco Mundial utilizó el Coeficiente Gini, un valor que mide hasta qué punto la distribución de ingresos de aleja de ser equitativa. Colombia obtuvo un coeficiente de 53.5, siendo un valor elevado comparando con Noruega, clasificado como el país más equitativo del mundo, que obtuvo un puntaje de 25.9, y con Sudáfrica, quien presenta el indicador más elevado con 63.4 (Justo, 2018). La desigualdad social genera una brecha en las oportunidades para acceder a los derechos fundamentales de la población colombiana. No es únicamente desigualdad salarial sino también a la posibilidad de tener una educación suficiente para cambiar esta situación. “La sobrepoblación relativa mantiene la ley de oferta y demanda de trabajo a tono de necesidades de explotación”(Marx, 1867). La gran cantidad de personas en las personas sin conocimientos técnicos suficientes y en dentro de una economía rapaz que perjudica la independencia, somete a ser mano de obra barata.
Por esto otro frente desde donde se debe afrontar el modelo actual es de la sobrepoblación. La raza humana ha llegado a avances científicos que permiten que la esperanza de vida haya aumentado considerablemente en el último siglo. El desarrollo de la medicina ha generado tratamientos, curas y vacunas para centenares de enfermedades que antes eran un freno para la sobrepoblación, sin embargo estamos en la era de las enfermedades crónicas. Aunque ha
mejorado la calidad de vida de las personas en general, el aumento desenfrenado de la población llega aun punto donde un planeta con recursos limitados no dará abasto. En Colombia el 76% de la población vive en las ciudades y la población crece en una tasa de aproximadamente medio millón de habitantes por año (OMS, 2018), situación que solo favorece la desigualdad y la explotación.
La necesidad de satisfacer lujos impuestos es el motor que mueve a esta clase trabajadora para ser esclavos y además promotores del sistema de extracción de recursos de la tierra. Por esto es necesario que la disminución en el consumo inicie desde el común, entender la responsabilidad de la demanda de recursos como , por ejemplo la carne. En Colombia la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, que representaron un porcentaje de 6.11 del PIB y crecieron un 4,9% (DANE, 2017), además, la ganadería ocupó el 80,3% del suelo productivo del país (Agencia de Noticias UN, 2014). Aunque estas prácticas puedan ser una alternativa más amigable en comparación con la minería o la extracción de hidrocarburos, contribuyen a la destrucción de la naturaleza mediante la deforestación, el monocultivo, la fumigación masiva y la acumulación de la tierra. Y esas prácticas se ven impulsadas por el alto consumo de los habitantes, “Los colombianos comen 31 kilos de pollo, 18 de res y ocho de cerdo cada año” (La República, 2017). Teniendo en cuenta que la ganadería es la principal fuente de gases de efecto invernadero, (más que la quema de combustibles fósiles) y que propicia el cultivo intensivo de plantas como la soja para alimentar el ganado, también hay que ser conscientes del alto impacto que el solo consumo de carnicos, lacteos y huevos genera en la naturaleza. Mientras en el resto de países continúe este consumo de recursos naturales, la demanda obliga a otros países a continuar con las técnicas de extracción a pesar de los esfuerzos, por esto el cambio al modelo eco sostenible y equitativo tiene que ser una tarea global y multifacética en la que cada ser humano tiene que ser consciente de su responsabilidad en esta comunidad planetaria y reconocer su rol dentro de la defensa del ecosistema y la sociedad
El gran dilema es cómo decidir entre dejar lado toda la sociedad que se ha desarrollado o intentar transformarla. El cambio es necesario, pero la forma en la que funciona el mundo no solo
depende de quienes tienen el poder, sino de todos los individuos que pertenecemos a este modelo. La estructura de pensamiento de la sociedad se resiste al cambio porque ha nacido y desarrollado en bajo estos principios, por lo que la única forma para que se llegue a un nuevo modelo es que suceda algo que cambie la forma de pensar de las personas o un cambio generacional. Por una parte el progreso es lento pero en el último siglo se ha avanzado mucho en términos de conciencia ambiental y derechos humanos, sin embargo aún hay barreras más grandes que hay que superar.
Como eje de trabajo para la el cambio social se pueden replicar los fundamentos de la resistencia campesina que lucha contra el sistema dominante en latinoamérica y puede ser un gran ejemplo para aplicar en las ciudades donde se ha perdido el sentido de comunidad. Los movimientos campesinos han luchado históricamente para preservar su modo de vida, lo que significa defender su espacio político-cultural (Geoff, 2017). Los pilares sobre los cuales se organiza la resistencia son los “mecanismos sociales de protección” que son el parentesco y el sentimiento de comunidad que es principalmente dado por la cultura local de la resistencia. Estos mecanismos constituyen un fuerte sentimiento de solidaridad que mueve a las personas para organizarse en manifestaciones locales con el fin de tener reconocimiento de sus derechos a través de la legislación. Construir comunidad dentro de las ciudades es necesario para generar un cambio cultural, y esta construcción inicia en la educación por lo que las universidades tienen que ser un centro no solo educativo sino de cambio de pensamiento. También se tienen que fortalecer los mecanismos de democracia y participación, objetivo que sólo se alcanzará con la organización social para presionar al gobierno y la participación para elegir gobernantes nuevos que no continúan a merced de las multinacionales, modificando las leyes con el único objetivo de favorecer la inversión extranjera en los llamados efectos derrame, sino fortaleciendo el valor de la economía interna y protegiendo la comunidad y el medio ambiente.
La globalización ahora permite una comunicación continua y accesible a información alrededor del planeta. Puede ser un gran herramienta para que desde la solidaridad y la comunidad, se pueda organizar la gente para afrontar los retos que hay que superar. Entender las tradiciones y la
forma de vida de las diferentes comunidades en el mundo permite entender las diferencias, pero también crear un vínculo humano que nos une en lazos de fraternidad y así permite que se rompan las barreras ideológicas para darle paso a la solidaridad.
Para Colombia y el mundo el cambio en el modelo tiene que ser una labor total y generalizada donde tiene que haber un cambio de pensamiento, desde todos los participantes. Pero este cambio debe comenzar desde el individuo. Para afrontar la corrupción, renunciar al sentimiento de desligadura entre el estado y la sociedad, porque el estado es el que debe velar por los intereses de la comunidad, y entender el poder intrínseco de cada individuo que al organizarse en movimientos de resistencia cambia la manera en que mueve la sociedad. Puede ser que sea necesario un cambio generacional para que se haga notorio pero siempre desde la educación y la cultura, porque para acabar la corrupción, el consumo y la explotación tiene que haber un mayor grado de conciencia y de relación con la naturaleza y la sociedad. Y aunque la presión política y económica mundial hace el esfuerzo aún mayor, puede ser desde Colombia y desde américa latina donde, adoptando el legado de las culturas precolombinas y el espíritu de lucha de los pueblos por su independencia, se inicie un nuevo modelo que ponga como principal valor la vida, no la humana, sino la de todos los organismos, pensando en el porvenir de los futuros, aprovechando de la manera más respetuosa a la madre tierra, en un proceso permanente, recíproco y solidario de transformación y aprendizaje.
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