Ensayo Del Principito.docx

El principito es una novela corta y la obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944). Esta novela nos permite adentrarnos o sumergirnos en un mundo en el que nos dejamos llevar por las aventuras, la imaginación, el pensamiento libre, la fantasía, los sueños, las dudas y cuestionamientos que todo niño se hace al tener contacto con su entorno o el contexto del que es parte de su desarrollo biopsicosocial, y que muchas veces se puede apreciar y observar que le es difícil ser parte o adaptarse al mundo de las personas mayores, debido a las normas, reglas y leyes que a través de ellas rieguen o conducen sus propias vidas, ya que en ocasiones estas personas no pueden o no saben cómo entender y comprender al niño cuando este empieza a explorar, descubrir, buscar respuestas motivados por la curiosidad de cómo funciona la vida y cuál es el sentido y significado que le damos a esta misma o realiza cuestiones del porqué de las cosas que se dan en su medio o contexto, viéndose acorralados las personas mayores de no encontrar o tener argumentos válidos y explicaciones que sean simples y amenas en darles las respuestas acertadas a todo aquello que el niño necesita saber antes de ser parte de su entorno y formar parte de la vida de los adultos quienes buscan también lograr por parte de ellos el tener todo el amor, el afecto, la paciencia de prestarles la debida atención a todas sus inquietudes, la aceptación, la compañía, el apoyo incondicional y el ser escuchados constantemente, brindándoles el tiempo y el espacio del que puedan expresar sus ideas, pensamientos, opiniones, emociones y sentimientos, evitando así la creencia de que los niños son los raros o extraños, aburridos, complejos, y la causa de los problemas que giran a su entorno. Ante todo ello he llegado a un análisis profundo y reflexivo de un fragmento de esta maravillosa novela de la cual a través de ella se puede llegar hacia una perspectiva o postura de la psicología quien gracias a las aportaciones que ha brindado esta ciencia se ha logrado dar inicio al estudio de los procesos mentales y el comportamiento del ser humano como también entender y comprender el mundo interno y externo de los niños, y la influencia del medio ambiente que repercute en su desarrollo psicológico, psicomotor, psicosocial, afectivo y emocional. El fragmento nos presenta y da un alcance respecto a la pregunta que se hacen cotidianamente los padres de familia, ¿Niños hiperactivos o adultos intolerantes?, partiendo e iniciando con el siguiente dialogo quienes son participes el zorro y el principito. Dice el Zorro: “Domestícame!!” ¿Y qué hay que hacer para domesticarte? dijo el principito. Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, allí en la hierba. Te miraré de reojo y no digas nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca. Al día siguiente volvió el principito. -Hubiese sido mejor venir a la misma hora –dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón. El Principito. Antoine de Saint-Exupery, 1980. Este fragmento de una escena de encuentro, entre el zorro y el principito, nos lleva a visualizar, reproducir o crear una serie de imágenes propias del niño que hoy día llamamos “hiperactivo” sin tener el conocimiento apropiado y la diferenciación entre un niño inquieto y un niño con hiperactividad. El zorro prefiere una comunicación entre ellos no verbal

(lenguaje corporal): “las palabras pueden llevar a malentendidos”; de alguna u otra manera, algunos niños no tienen la capacidad de expresar correctamente o con facilidad en forma verbal lo que piensan y sienten; esto conduce y provoca fuerte frustración, impaciencia o la desesperación en los adultos por no llegar a entenderlos, y como consecuencia a ello se les considera rebeldes o mal intencionados. El zorro le da el otorgamiento al principito que lo domestique, pide que lo ayuden a encontrar la forma de poder adaptarse o acoplarse a un mundo de reglas, normas y leyes, también a cumplir objetivos, metas, proyectos de vida a poder planificar acciones y a ser consciente de las consecuencias de las mismas, pide constancia y perseverancia en la administración y distribución del tiempo. Esta demanda o el pedido que hace del zorro tiene relación con algunas de las condiciones que presentan la gran mayoría de los niños y adolescentes que son diagnosticados como TDAH, (Trastorno de déficit atencional con hiperactividad), reconociendo una base neurobiológica que se entiende como una disfunción de la corteza cerebral pre frontalfrontal, una alteración de las Funciones Ejecutivas y determinados patrones conductuales. Ahora bien, Pensemos en un niño cuyo relato que algún u otro padre ha dado a conocer se caracteriza por impulsividad, torpeza motriz, “estar en la luna”, romper o perder cosas, rebelarse ante las pautas familiares, “ser contestador” (rebelde), y que comenzará su etapa de socialización secundaria, es decir la escolarización. Enfrentarse a un ambiente nuevo del que iniciara la exploración y descubrimiento de una gama de estímulos externos de los cuales les ayudara o impedirá en su desarrollo psicosocial, siendo la escuela como el segundo e importante espacio o el medio de interacción social, donde hay personas que no conoce o está por conocer, donde existen normas y deberes que cumplir y en el cual la atención consiente o voluntaria y el ajuste y moderación de su conducta cumple un papel importantísimo. La maestra explica el desarrollo de un tema en específico, y el niño intenta prestarle y enfocar toda la atención debida y trata de comprender y entender la información que se le esta brindando, pero al mismo tiempo no logra minimizar aquello que hacen sus compañeros, de los ruidos producidos por algún agente estresor que vienen de la calle, de sus intereses particulares, de sus ganas y motivación de hacer otras cosas que están fuera de lo común, de sus “tentaciones” de molestar y fomentar desorden o disturbios en el aula. Terminar sus trabajos, organizar las tareas, no perder los materiales, modular su conducta parecen ser desafíos muy grandes para este niño. Si sumamos hiperactividad, a la dificultad para mantener la atención de acuerdo a lo esperado por los tiempos escolares, el niño se puede presentar como un huracán de movimiento que va haciendo desastres a su paso. En la primaria, es más común verlo moverse en el asiento, agitando pies, manos y hablando en forma casi constante. En el recreo, no participa de los juegos adecuadamente, quiere imponer su voluntad, no respeta turnos, esto hace que tenga mala relación con los otros chicos y sea mal aceptado por el grupo. En general los docentes hacen enormes esfuerzos para “seducirlos” de modo que se incorporen a la dinámica áulica, que procuren finalizar al menos una de las propuestas temáticas del día, y sobre todo que no desaten un caos en la clase. Por lo tanto, en la casa, los papás señalan que es inteligente y capaz para lo que él quiere, desobediente y rebelde, desprolijo, distraído, e interpretan que hace todo esto porque es un “sinvergüenza” o comentan que “el padre era igual”, ambos enunciados presentados a modo de sentencia que parece posicionar al chico en un lugar del que nunca podrá salir.