Título del Ensayo: Por una Educación más Humana Autor: Miguel Ángel Piñeros Muñoz
Tecnólogo Administración de redes de Computadores Grupo 40081
UNA EDUCACIÓN QUE PROMUEVA LOS DERECHOS DEL NIÑO Pensar en cómo se desenvolverá el escenario futuro latinoamericano dentro de unos años, mirándolo desde la perspectiva del niño, implica en primer lugar tener la suficiente humildad para reconocer los errores cometidos en la actualidad, pero a la vez, la necesaria valentía para corregirlos en el menor plazo posible, toda vez que si bien es cierto se contempla el derecho del niño a ser educado; sin embargo no siempre esta educación termina siendo de calidad para quien la recibe. La Convención sobre los Derechos del Niño, precisa en su artículo 28 que “El Estado es responsable de asegurar que la educación primaria sea gratuita y obligatoria, así como la disponibilidad de la educación secundaria y universitaria, sobre la base de la igualdad de oportunidades”. Seguido, el artículo 29 señala que “Esta educación debe tener en cuenta el pleno desarrollo del niño, el respeto a sus valores culturales y a su identidad, y la preparación para asumir una vida responsable en una sociedad libre”. Todos coincidimos en que los Estados latinoamericanos no se han desentendido en cuanto a su responsabilidad de impulsar una educación básica gratuita y para todos. Lamentablemente, la realidad nos lleva a afirmar que los efectos de esta formación son ineficientes, pues aún no permiten mejorar la calidad de vida de los niños. Ello se debe a múltiples factores, entre los cuáles se encuentra la casi anacrónica forma de gestionar la educación y la precariedad de sus contenidos. Detrás de estos dos aspectos también salen a flote otros tantos como el concebir a la educación como un ministerio que trabaja aisladamente de las otras áreas gubernamentales. Señalo esto porque los niños más pobres (generalmente de las zonas rurales o urbano marginales) no asisten a la escuela porque trabajan desde muy pequeños con el fin de ganar unas cuantas moneadas que les permita abrigar la casi perdida esperanza de poderse llevar un pan a la boca cuando finaliza la jornada diaria. Esta preocupación por alimentarse, más que por educarse, hace pensar en un replanteamiento de cómo gestionar la educación. Vista así, la única salida es que se generen iniciativas interdisciplinarias que integren programas sociales de salud, educación y empleo. Solo así será efectiva la posibilidad de que el niño aprenda bien, pues ya no estará preocupado por saber si comerá o no (puesto que sabe que sus
padres tiene empleo), y también porque estará lo suficientemente alimentado. En cuanto a la precariedad de los contenidos, cabe señalar que éstos no estimulan al máximo las capacidades y talentos de los niños. Por ello deben reformularse desde cada ministerio tomando en cuenta que deben adaptarse no sólo a la realidad de cada país, sino también de cada zona local donde se aplique. Junto a ello, esta iniciativa no tendrá efecto su no se concibe un programa de capacitación a profesores para que aprendan nuevas herramientas en el impulso de estos talentos de la primera infancia, incidiendo en lo psicológico y neurológico. De otro lado, una educación que promueva los derechos de la infancia deben garantizar: que los niños participen activamente del proceso de aprendizaje (que no sean receptores pasivos) y que propicien la socialización. ENSAYOS SOBRE EDUCACIÓN EN ESCENARIOS FUTUROS El escenario futuro de la educación no puede olvidarse de orientar el desarrollo sustentable, el cuidado y preservación del medio ambiente. Asimismo, si se quiere que los niños se conviertan en ciudadanos responsables, exige que se impulsen actitudes democráticas desde las escuelas. La educación debe respetar el idioma nativo y la cultura de los niños, enseñar conocimientos para la vida práctica y promover una cultura contra la violencia. Éstos son los rasgos distintivos del escenario futuro educativo en América Latina. LA MORAL DE LA RESPONSABILIDAD Si se quiere tener Estados responsables en el ámbito educativo, primero debe partirse de la premisa que si se aumenta el presupuesto asignado a la educación, no necesariamente mejorará la calidad educativa. Por ello, los pocos recursos con los que se cuenta deben saberse invertir eficaz y eficientemente. Será responsable aquel Estado que dentro de las demandas educativas, priorice la educación preescolar, pues está probado que esta etapa es crucial para que el niño alcance su pleno desarrollo de forma integral y además tiene un impacto positivo en la vida adulta. 1 De otro lado, si se quiere que la educación prepare para asumir una vida De otro lado, si se quiere que la educación prepare para asumir una vida responsable, habrá que recordar los dos tipos de moral de las que hablaba Max Weber, en la conferencia “Politik als Beruf” (Munich, 1919), quien señalaba que existe el hombre de convicción y el hombre
responsable. Este último es quien adecua sus principios a una conducta que considera los efectos de lo que dice y hace, es decir mide las consecuencias de sus actos. Por tanto se preocupa por sabe cómo afecta lo que dice y hace en los demás, en el ámbito social. Si queremos verdaderamente formar persona responsables (con la moral respectiva de Weber), será el mejor logro y el más certero, pero del que actualmente carece América Latina. En ese sentido una demanda de la educación actual y futura, es que permita formar el carácter de los niños, que logre el dominio de sí en los educandos. Y por tratarse de un tema de formación humana, el secreto para llevarlo a la realidad es de un doble protagonismo: los profesores y los padres de familia, ambos educadores primordiales. Tal como se encuentra la sociedad actual, tan ciega frente a lo trascendente, si queremos ser consecuentes con el artículo 29 de los derechos del niño, los sistemas de educación deben propiciar programas no sólo de capacitación técnico-pedagógica a los profesores (que por cierto son necesarias porque les permite enseñar mejor), sino también programas que profundicen la formación humana de los profesores, que les lleve a solidificar su recta intención de apostar por la moral de la responsabilidad y contagiar con el buen ejemplo a sus alumnos. 1 ENSAYOS SOBRE EDUCACIÓN EN ESCENARIOS FUTUROS EL ECLIPSE EDUCATIVO DE LA FAMILIA Del mismo modo los padres de familia deben ser formados en escuelas para padres a fin de que su participación en la educación de sus hijos sea efectiva. No olvidemos que los padres tienen el deber y el derecho de ser los primeros educadores de sus hijos. Y cuando la familia por sus propios medios no puede invertir en la educación, el Estado tiene el deber de subsidiarla. Pero ello, no le exonera a los padres la responsabilidad de formar en el cultivo de virtudes a sus hijos. En América Latina, sucede que mas bien el Estado es el primer preocupado por educar a los niños, y los padres de familia, los últimos en interesarse en ello. Por tanto, la familia se encuentra tan eclipsada educativamente que se ha limitado a depender de una sociedad paternalista que le brinde todo a cambio de nada. Es deber también del Estado, asegurarse que la familia participe efectivamente de la educación de los niños. La realidad es tan cruda, que cuando se complica la situación educativa de un alumno, y después que el
Estado ha puesto todos los medios (los que están a su alcance) para ayudarle, recién parece la agonizante responsabilidad de los padres en educar a sus hijos. Enfrentar esta compleja situación obedece a dos aspectos: por un lado, luchar contra ese paradigma cultural que ha llevado a las familias, a esperarlo todo de la sociedad y del Estado. Y de otro lado, que las instituciones educativas y gestores tienen el deben de pensar en proyectos innovadores que permiten formar padres de familia y a su vez, fomentar que se involucren gradualmente en la educación de sus hijos. Está claro que cuanto más se invierte en educación, en el largo plazo se reducen los niveles de pobreza y por tanto mejora la calidad de vida las personas. (Aunque ello no justifique que con sólo invertir mejora la calidad educativa). El Banco Mundial descubrió que la rentabilidad generada por las inversiones en educación primaria es alrededor de un 27% mayor que en el caso de las inversiones que se hacen en a mayoría de las demás esferas sociales. 2 Bernardo Kliksberg, en su libro “Más ética, más desarrollo”, alertaba sobre las altas tasas de desigualdad que impera en América Latina y afirmaba que esa desigualdad era la que generaba la pobreza. En consecuencia, una de las formas más contundente de terminar con esta desigualdad es mediante la educación. El asunto está no tanto en cuánto se invierte (mientras más mejor), sino en cómo se hace para que dicha inversión sea útil educativamente, que se maximice su utilidad. . ERRADICAR LA DESNUTRICIÓN Y EL TRABAJO INFANTIL No nos olvidemos que sólo con educación n vamos a poder brindarle a los niños una vida de calidad. No está demás señalar, como lo hicimos al inicio de esta reflexión, dos problemas que afectan directamente la educación infantil: la desnutrición y los niños trabajadores. Según la UNICEF, casi una tercera parte de los niños en los países en desarrollo está moderada o gravemente desnutrida. Asimismo, en Bolivia, Perú y Ecuador, el porcentaje de niños trabajadores ente las edades de 10 y 14 años, excede el 20%. Otras cifras que causan estupor, es que según UNICEF, unos 300.000 niños fueron reclutados como soldados y utilizados por guerrillas y ejércitos de todo el mundo. Si la educación es el principal alimento social, entonces ciertamente América Latina padece de una desnutrición crónica que la puede llevar, casi inconscientemente al suicidio formativo (académico y
humano). Esta desnutrición social afecta en el campo ético a nuestros gobernantes, quienes no se terminan de convencer, que es momento de alimentar el anémico cuerpo educativo latinoamericano. Cuando escribía este ensayo, me encontré en un bus local en Lima, a un niño trabajador, tenía aproximadamente 10 años, vendía caramelos. Se presentó al público así: “ Soy un niño trabajador, que se gana la vida honradamente, no quiero incomodar tu viaje, sólo quiero que me apoyes comprándome un caramelo, para poder tener algo que comer y llevarle a mi madre y mis hermanos que me esperan”. El sabor dulce del caramelo, no se compara en nada al sabor amargo que de la vida de cada uno de estos niños que día tras días recorren las calles de las capitales latinoamericanas. Si algo tenemos que hacer, para presentar un aceptable escenario futuro, es calmar esa hambre educativa, formar como buenos estudiantes y buenas personas a los niños, quienes no son futuro, sino un presente impostergable. Junto a ello, el resto de disminuir los niveles de desnutrición infantil y de niñez trabajadora. Respecto a los niños que se les utiliza como soldados, la comunidad internacional tiene un desafío importante: disponer de los recursos financieros necesarios, así como de dirigentes que impulsen el desarrollo infantil sobre la base de la educación y a la familia. Solo así permitiremos que el sabor dulce de los caramelos que venden nuestros niños de la calle, sean también percibidos por ellos, ya no por un momento pasajero, sino como garantía para toda su vida.
CONCLUSIONES No es responsable predecir el escenario futuro latinoamericano educativo como meros espectadores, sí podemos señalar las condiciones en las que se dará la educación, y el ámbito tecnológico y comercial serán preponderantes, aunque no necesariamente redunden positivamente en la calidad educativa.
Ya que hablamos de tecnología, su uso en la educación a futuro debe medirse cautelosamente para no mermar la capacidad de aprender del niño, mediante medios tradicionales y mejores en efectividad. De modo que a futuro, sería un error si se suplanta al maestro por un computador. De otro lado, el comercio entre los países demanda educar técnica y humanamente, sólo así se abre un buen desafío para el siglo XXI. Qué queremos ser protagonistas en el escenario futuro, si pretendemos una educación próspera, teniendo en cuenta los derechos del niño, debemos: Priorizar la capacitación técnica y humana de los profesores y padres de familia. Fomentar la participación de todos los actores sociales en la educación. Rescatar el valor social del maestro en nuestra región. Apostar por una educación centrada en la persona y con la consigna de formar niños en la moral de la responsabilidad. Palear los efectos de la desnutrición y el trabajo infantil en la educación. Llevar al debate público a la educación exigiendo que nuestros gobernantes vivan una coherencia de vida y el buen ejemplo para los ciudadanos. Aprender de la experiencia chilena tanto como de los países asiáticos.