Universidad El Bosque - Departamento de Filosofia Problemas de Ética Contemporánea – Carlos Mario Moreno
NOTA: 5
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Liberalismo político y su concepción de lo humano Introducción. Este documento pretende revisar una obra clásica de un autor reconocido para realizar a partir de ella un intento de crítica a una concepción de la idea de individuos libres e iguales como lo expone John Rawls. El texto Sobre la cuestión judía de Karl Marx es una de las obras clásicas de este autor en la que empieza a desarrollar su concepto materialista de la historia. Ese texto es una contestación escrita por Karl Marx en el año 1843 al filósofo hegeliano Bruno Bauer. Este filósofo hegeliano, a su vez, contestaba a la demanda los judíos por una emancipación del Estado de Alemania que era un Estado confesional. Para Bauer, existe una contradicción entre la solicitud del judío y el Estado confesional. El Estado confesional privilegia a una religión en particular y oprime a las otras en general, los ciudadanos de un Estado confesional están obligados confesionalmente a cumplir con los deberes religiosos que esta iglesia en particular pueda imponer. Por lo tanto, se puede decir que los ciudadanos que están en ese Estado también están en esa Iglesia. La sociedad alemana de esa época era el mismo tipo de sociedad en el que pensaba John Rawls en su libro Liberalismo político. En esta obra se concibe o se piensa a la sociedad como un conjunto de individuos o ciudadanos libres e iguales por naturaleza que permanecen profundamente divididos por doctrinas religiosas, morales y filosóficas. (Rawls, 29). La sociedad alemana de aquel entonces estaba organizada en un Estado confesional; es decir, era un Estado político que asumía una confesión religiosa que específicamente era una expresión denominacional o protestante de la religión cristiana. El problema que representa un Estado confesional para una sociedad pluralista, como lo planteaba Bruno Bauer, es que para un ciudadano que no confiese la misma religión que tiene el Estado no habrá los privilegios y derechos que el Estado confesional tiene para los que comparten sus mismas creencias religiosas. En otras palabras, un ciudadano de otra religión se enfrentará a limitaciones, obstáculos, y barreras para el ejercicio de su ciudadanía; la balanza de las desigualdades estará inclinada en su contra y su participación en la vida pública no tendrá pleno desarrollo debido a que el Estado confesional no lo considerará como un ciudadano igual a los demás que si comparten la misma religión estatal. El Estado cristiano sólo puede comportarse con respecto al judío a la manera del Estado cristiano, es decir, a la manera del privilegio, consintiendo que se segregue al judío de entre los demás súbditos, pero haciendo que sienta la presión de las otras esferas mantenidas aparte, y que la sienta con tanta mayor fuerza cuanto mayor sea el antagonismo religioso del judío frente a la religión dominante. Pero tampoco el judío, por su parte, puede comportarse con respeto al Estado más que a la manera judía, es decir, como un extraño al Estado, oponiendo a la nacionalidad real su nacionalidad
Commented [U1]: Es bueno dejar desde el inicio claro a qué se refiere: hablar directamente de Marx y la cuestión judía y mostrar cuál es la crítica que desarrollará. Formatted: Highlight
Formatted: Highlight Commented [U2]: Más bien, el tipo de sociedad que él criticaría (concebida como un Estado confesional).
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Commented [U3]: Sí aseverativo, con tilde.
quimérica y a la ley real su ley ilusoria, creyéndose con derecho a mantenerse al margen de la humanidad, a no participar, por principio, del movimiento histórico, a aferrarse a la esperanza en un futuro que nada tiene que ver con el futuro general del hombre, considerándose como miembro del pueblo judío y reputando al pueblo judío por el pueblo elegido. (Marx, 60). El espacio de expresión de la razón pública. Debido a este tipo de problemas que se presentan en las sociedades humanas; — desigualdades, discriminaciones, divisiones y todo tipo de conflictos políticos y religiosos—, John Rawls se pregunta en su obra por la forma en que una sociedad democrática y pluralista puede establecer y mantener la unidad y la estabilidad a pesar de que está caracterizada por una profunda división de doctrinas religiosas, morales, filosóficas conflictivas e inconmensurables. El liberalismo político de Rawls plantea que para superar los problemas que causan estas profundas divisiones entre los miembros de una sociedad, se debe entender a cada individuo como libre e igual ante los otros miembros de la sociedad (Rawls, 31) y entender a “[…] la
sociedad como un sistema justo de cooperación social entre personas libres e iguales, consideradas integrantes verdaderamente cooperadores de la sociedad durante toda su vida” (Rawls, 34). Para Rawls, estos son los dos presupuestos principales para poder plantearse y responder a la pregunta que de alguna manera intentaba responder, en su época, Bruno Bauer; que al fin de cuentas es la pregunta del liberalismo como teoría política: “¿cómo es posible que haya una sociedad estable y justa cuyos ciudadanos libres e iguales están profundamente divididos por doctrinas religiosas, filosóficas y morales, conflictivas y hasta inconmensurables?” (Rawls, 137). El judaísmo por ser una religión robustamente ceremonial y étnica necesitaba espacios y condiciones políticas para poder ser practicada. Por eso, el judío exigía al Estado Alemán un espacio para la práctica de su religión y privilegios para gozar de ella sin oposición de la religión oficial, demanda que el Estado confesional no puede conceder por no ser de confesión judía. Para Bruno Bauer, la forma de resolver esta contradicción es que el Estado sea secular, es decir, que haya una separación entre Estado y religión (Estado laico). Rawls, también propone un tipo de separación o distinción entre las doctrinas religiosas, filosóficas y morales, y la constitución de un Estado. Para que un Estado sea imparcial, justo y equitativo debe considerar a todos sus ciudadanos como libres e iguales, pero con diferentes cosmovisiones y doctrinas comprensibles; además no debe dar ningún privilegio a este tipo de diferencias entre los ciudadanos. El poder político es coercitivo, “pues sólo el gobierno posee la autoridad para utilizar la fuerza en defensa de las leyes” (Rawls, 139), pero esa autoridad es la representación del poder de los mismos ciudadanos como un cuerpo colectivo; por esa razón, una sociedad donde exista una concepción política de la justicia debe buscar ejercer el poder político de tal manera que se respete el pluralismo de doctrinas razonables y comprensivas de los ciudadanos.
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Commented [U4]: ¿Quería decir “comprehensivas”? Ambos conceptos tendrían sentido en este lugar, pero sentidos un poco diferentes.
Para que se entienda el poder político de manera adecuada, Rawls lo plantea, al poder político, como la cuestión de la legitimidad. El poder político tiene la capacidad de legitimar doctrinas comprensibles, por eso debe preocuparse por legitimar a principios y razones que todos los ciudadanos podrían compartir a pesar de sus diferencias doctrinales; en otras palabras, este poder debe legitimar a los principios de la justicia política. Por lo tanto, este poder político es “la
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estructura general de la autoridad, a la que está íntimamente vinculada la idea de la razón pública de legitimidad” (Rawls, 139). Entonces, la razón pública representa a la manera adecuada de ejercer al poder político. […] nuestro ejercicio del poder político es plenamente apropiado sólo cuando lo ejercemos en concordancia con una Constitución, cuyos principios esenciales todos los ciudadanos libres e iguales pueden razonablemente suscribir a la luz de principios e ideales aceptables para su razón humana común. (Rawls, 140). Por consiguiente, los principios e ideales que los ciudadanos puedan suscribir en una Constitución deben ser distintos a aquellas doctrinas religiosas, filosóficas y morales. Debido a que cada ciudadano tiene su concepción particular del bien, sus doctrinas compresibles, estas doctrinas profundizan sus diferencias y divisiones. Por lo que la manera en que una sociedad se mantiene cohesionada es constituyendo públicamente unos principios e ideas generalmente aceptados por todos los ciudadanos. Rawls le dice, llama a esto un consenso traslapado.
Commented [U5]: Comprehensivas.
[…] un acuerdo lo suficientemente profundo para abarcar ideas como las de la sociedad vista como un sistema justo de cooperación y ciudadanos considerados personas razonables y racionales, además de libres e iguales. En cuanto a su amplitud, abarca los principios y los valores de la concepción política (en este caso, los de la justicia como imparcialidad) y se aplica a la estructura básica en su conjunto. Este grado de profundidad, de amplitud y de especificidad nos ayuda a fijar nuestras ideas y deja en pie ante nosotros la cuestión principal: si es congruente con suposiciones realistas y plausibles, ¿cuál es la más profunda y la más amplia y factible concepción de la justicia política? (Rawls, 150). El consenso traslapado es uno de los mecanismos de decisión usados por el agente rawlsiano. Este representa un proceso de mutuo ajuste de las creencias y posiciones ideológicas debidamente armonizadas y adaptadas por los agentes usando argumentos limpios para buscar que entre todas las cosas en disputa haya una tolerancia de esas diferencias. (Rawls, 154). El consenso traslapado consiste en instaurar un concepto que sea capaz de asegurar y de responder a los distintos intereses que tienen los agentes, sus creencias y pasiones. Está separación que hace Rawls entre las doctrinas religiosas, filosóficas y morales de los ciudadanos con respecto a los principios generalmente aceptados en la constitución del Estado corresponde al principio liberal de que la razón pública no puede estar permeada o traspasada con razones privadas o doctrinas comprensivas. Es decir, el consenso traslapado no es un acuerdo de simple tolerancia de las diferencias sino una construcción de un espacio común
Commented [U6]: No tanto como asegurarlos. O no, al menos, asegurarlos tal y como están propuestos por los agentes. Por eso Rawls se refiere al proceso de ajuste de estos intereses. Por ejemplo, si cumplir con mi interés en tanto que judío viola los derechos de otras personas, entonces no es políticamente aceptable que se asegure que yo pueda perseguir ese interés, y soy yo quien tiene que “suavizarlo” de alguna manera para que pueda ser aceptado en la esfera pública (o para que al menos yo pueda perseguirlo en ella).
entre los ciudadanos, la aceptación de principios en los que todos pueden estar de acuerdo a pesar de sus diferencias religiosas y filosóficas. Podríamos interpretar esta característica del consenso traslapado propuesto por Rawls como una clara separación entre asuntos privados y asuntos públicos. El ciudadanos debe tener claro que no puede usar el poder político para legitimar sus posturas personales sino que la manera correcta de usar el poder político, que el ciudadano tiene constitucionalmente, es para legitimar los principios e ideales aceptables para la razón humana, es decir, por todos los ciudadanos libres e iguales. El embrollo de la esfera de lo privado con la razón pública. El problema que Karl Marx encuentra en el estado laico es que este no significa para él una emancipación humana. En el estado laico, tanto el judío como los demás ciudadanos, encuentran una emancipación política porque ya no existe una religión oficial que se imponga sobre otra sino que deja de ser esta un asunto público y se convierte en una condición de la esfera privada de cada persona. Es decir, aunque una reforma al Estado confesional alemán lo convierta en un Estado laico o liberal en el que se entienda a los ciudadanos como libres e iguales, las diferencias entre las personas se anulan en esta concepción política de Estado. No obstante, las diferencias religiosas y filosóficas entre los ciudadanos siguen persistiendo entre ellos, no desaparecen. Marx propone que debe desaparecer la religión para que erradiquemos la idea de que el ser humano debe ser sometido a la necesidad práctica y a “condiciones serviles”. Por esa razón, Marx critica que una concepción liberal de lo público refleja que se ha solucionado un tema político, la pregunta del liberalismo; sin embargo, el problema de lo que supone la religión sigue presente. Marx cree que el liberalismo baueriano es una emancipación política en la que se pretende dividir al hombre entre una esfera privada y una pública. Marx no está de acuerdo con que se haga esa división; por ejemplo, en un Estado confesional se presentan grandes diferencias entre los ciudadanos, diferencias que ahondan las desigualdades sociales. Pero el Estado liberal y democrático que procura mitigar esas desigualdades separando los asuntos públicos de la esfera privada, no termina quitando las diferencias entre los ciudadanos. Por ese motivo, Marx propone que se deben erradicar las diferencias entre los ciudadanos y entendernos como seres genéricos en el sentido de comunidad igualitaria. El ser genérico se refiere al género humano sin privilegios, un estado ideal debe tratar a cada ser humano como ser genérico. La diferencia que instituye la religión entre salvos y perdidos, santos e inmundos, fieles y pecadores son expresiones de privilegios sobre el ser humano y no hablan de la esencia humana. Al considerar la humanidad del humano podemos entenderlo como ser genérico. Entonces, Marx encuentra un problema mayor en que persistan las diferencias doctrinales, religiosas y morales entre los hombres, alcanzando este problema su máximo desarrollo en una sociedad liberal. Para Karl Marx, El liberalismo ha conseguido realizarse en la sociedad ocasionando un conflicto entre la existencia individual y la existencia genérica del hombre. De tal forma que, cuando como sociedad nos hallemos liberados de esas diferencias entre
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Commented [U7]: Cambiar por “expresa”, pues el sujeto original es “la diferencia…” y aquí lo está cambiando, lo que le afecta el sentido de la oración.
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doctrinas comprensivas y superado así ese conflicto, nos encontraremos realmente emancipados como humanidad. Conclusión La crítica que Karl Marx hace en Sobre la cuestión judía al liberalismo se basa en dirimir todo tipo de diferencias entre los ciudadanos para que podamos entender al ciudadano como un humano genérico que es realmente igual a los demás seres humanos. Entonces, podemos inferir que Marx, por su concepción del mundo, quiere llevar el valor de la igualdad entre los individuos a una radicalidad; es decir, que para Marx no basta con pensar al hombre igual en un Estado sino que hay que concebirlo igual también en su estado natural junto con los demás. Lo que supone la pretensión de desdibujar la línea que traza Rawls entre la esfera de la razón pública y las doctrinas comprensibles que son razones privadas que no deben imponerse por un colectivo ante un individuo que posee una distinta doctrina comprensible. Por lo tanto, deberíamos terminar este ensayo preguntándonos cuál de estas dos concepciones del ser humano es más cercana a su realidad. Bibliografía Marx, K. “Sobre la cuestión judía”. Antología. Buenos Aires: Siglo veintiuno editores, 2015. 5990. Impreso Rawls, John. Liberalismo político. Fondo de Cultura Económica: México, 2006.
Formatted: Highlight Commented [U8]: También sería interesante tratar de darle una respuesta, así sea tentativa.