Devocional No. 2 IBMC Amigos de Jesús
En la 220, el desafío de andar en la luz. La ley de la gravedad Hacer las cosas como se deben no parece ser lo más fácil del mundo. Uno quiere pero muchas veces no sale. La mayoría de las veces sabemos que es lo mejor y sin embargo nos cuesta actuar de esa manera. A veces estamos en una situación y casi sin darnos cuenta ya la hicimos como no debíamos. En un instante nuestra reacción fue la menos apropiada. Sabemos que tenemos que contestarle bien a nuestros padres, pero no lo hacemos... Sabemos que no tenemos que caer otra vez en aquel vicio y sin embargo caemos igual. Sabemos que no deberíamos abrir nuestra bocaza para hablar mal de otro pero... muchas veces es más fuerte que nosotros. Nuestra vida experimenta a diario las consecuencias de la ley de la gravedad, es más fácil estar abajo que arriba, es más sencillo caer que subir, es más simple hacer las cosas mal que hacerlas bien. ¿Porque nos sucede esto? Intentaremos pensar un poco acerca de esto y de algunas otras cosas más. Preguntas claras 1. ¿Cómo mides tus acciones? ¿Por la situación o circunstancia que vives y o por lo que está bien y lo que está mal? 2. ¿Qué crees que tiene que ver Dios con lo que haces o dejas de hacer en cada momento? 3. ¿Que haces cuando te das cuenta que haces algo mal? ¿Te cuesta reconocerlo? 4. ¿Cómo deberíamos actuar frente a nuestra tendencia a hacer las cosas mal? Pasaje principal: 1Juan 1. 9 a 2. 6 Mis actos, yo y las circunstancias Muchas veces las circunstancias nos empujan a actuar de determinada manera. Entonces uno mide sus acciones no tan solo por lo que esta bien y lo que esta mal, sino por lo que pasa a su alrededor. Sí, pero tu porque no tienes los padres que yo tengo... Y bueno el morro me hizo enojar y le tuve que pegar… ¡Vamos! Si tu te hubieses encontrado con alguien tan dulce también le hubieras dicho que sí... Y así como estas, otras mil setecientas treinta y ocho circunstancias que nos dictan al oído qué es lo que debemos hacer y nos dicen: No te preocupes después me pasas la cuenta a mí. Uno se portaría mejor si no fuera por las circunstancias.
Boxer sucios debajo del pantalón Vas caminando por la oscuridad. ¿A quien le importaba si tenías cera en las orejas, o si tenías el pelo todo grasoso, si tu sudadera tenia una terrible mancha de tomate? Como cuando las chicos se ponen calcetines de nylon debajo de los pantalones ¿Qué importa si tienen algún agujero? Total no se ve. Pero cuando andas a la luz es otra cosa. Cuando uno se para delante del reflector, la mínima arruga y/o el varrito parecen el cañón del colorado o los cerros de la Sierra. Por eso Juan dice: Si decimos que no pecamos le hacemos a Él mentiroso...Porque en la luz quedamos expuestos y no podemos engañar a nadie. En la luz tenemos que hacernos cargo de nuestras metidas de pata, ahí no podemos echarle la culpa a las circunstancias. Si estoy sucio se nota. Tu puedes pensar: “Uy, ¡Que mal!” Pero la verdad es que con Dios es lo mejor que podría pasar. En la luz se ve mejor, se conoce más Dios no te agarra de una oreja como si fueras un pañuelo sucio y te pone a la luz. Esa no es la imagen correcta. Él quiere mirarte a los ojos, y ayudarte a crecer. Si bien es cierto que en la
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luz no podes responsabilizar por lo que haces a las circunstancias, también es cierto que cuanto más iluminado estés más fácil te será dominar esas circunstancias. El Señor quiere ir limpiando tu ser para que seas cada vez más maduro para enfrentar la vida. Pero por encima de todas las cosas Él quiere que lo conozcas cada vez mejor. ¿Por qué? Porque cuanto más cerca estés de Él, más fácil te va a ser vencer el pecado. Por eso Juan dice: “Estas cosas se las escribo para que no pequen mas...” Juan nos esta diciendo: Muchachos, si conocen a Dios sabrán cuanto los ama, sabrán de su perdón, sabrán que Él quiere lo mejor para ustedes y cada vez les va a costar menos dejar de pecar, y aun así si pecaran, tienen en Jesús un abogado que le pide a Papá que los perdone y Él los perdona ¿No es maravilloso?
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El camino a la liberación Es un grave error creer que podemos pelear con nuestros pecados y una vez que nos libramos de ellos entonces sí, acercarnos a Dios. El camino para liberarnos del pecado nunca será girando alrededor de nuestro pecado. El camino para liberarnos del pecado es el camino en dirección a Dios. Ese es el porque de la luz. La luz es el ámbito de la confesión, el lugar donde quedo expuesto ante Dios para que Él aplique su perdón y su guía. El ambiente apropiado para contarle mis errores y todas mis cosas con sinceridad y en confianza. Pero lo más maravilloso: Es el lugar donde cada vez conozco más a Dios. La luz de Jesús no es el reflector de un campo de concentración listo para delatarte. Es el sol donde se disfrutan los colores en su forma más pura, donde es más sencillo corregir errores y continuar madurando. Por esto Dios puso Su Espíritu en tu ser, para que tengas comunión con Él, para que en diálogo franco con Su Persona, te animes a mostrarte tal cual eres, le cuentes tus cosas ocultas y te dispongas en sus manos para que te haga crecer cada día más. La confesión le permite al Espíritu de Dios mantener limpia la luz de tu vida para que no se llene de pecado.
Preguntas para reflexionar. A. ¿Que piensas hacer la próxima vez que cometas un pecado? B. ¿Confías en que Dios sabe que es lo mejor para vos y que quiere ayudarte a crecer en la vida? C. ¿Cuánto tiempo dedicas en tus oraciones para que Él te muestre tus pecados para que tu se los confieses? ¿Cuánto tiempo oras? La oración de hoy Señor, hoy quiero pedirte que me muestres todas aquellas cosas que he dejado ocultas en mi corazón, y que te ofenden, te molestan. Quiero que tu Espíritu refresque mi memoria y me ayude a pedirte perdón por cada cosa. Quiero andar todo el tiempo en tu luz.
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