Emociones Trabajo.docx

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República Bolivariana de Venezuela. Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Decanato de Ciencias de la Salud “Dr. Pablo Acosta Ortiz”. Programa de Medicina. Psicología Médica.

Docente: María Daniela Vargas Bachilleres: Ruiz Michell Ruiz Dario Serrano Maria Soto Yency Vasquez Maria Vargas Maria Yajure Arausi Zaraza Ceres IV Semestre

1. Emoción Reacciones somáticas que acompañan conductas muy determinadas, producidas ambas por la satisfacción o no de necesidades, debido a cambios ambientales repentinos. Este estado afectivo que proviene súbitamente en forma de crisis pasajera e intensa, depende de los centros diencefálicos e implica manifestaciones de índole vegetativa, con repercusiones glandulares, musculares y viscerales. Se produce como una reacción de excitación frente a estímulos, los cuales alteran no solo la afectividad, sino también la conducta y el funcionamiento fisiológico del organismo. La emoción se caracteriza por un predominio emocional sobre el pensamiento y la percepción, es decir, toma el control del individuo, y en consecuencia disminuyen los niveles de conciencia y voluntad y por esto las personas se tornan más impulsivas. Además, la emoción actúa como un agente motivador que ejerce un impulso inmediato, el cual cambia con la emoción. En la emoción existen dos polos bien definidos: el agrado y el desagrado. Buscando el primero y evitando el segundo se da toda conducta emocional. Neurofisiología de la emoción: de acuerdo a la vía neurológica que se siga desde que un receptor sensorial capta un estímulo hasta la aparición de la respuesta emocional, podemos hacer referencia a dos mecanismos emocionales: 1. Emoción pre-cognitiva: implica que el tálamo reciba la información con potencialidad emotiva captada por un receptor sensorial y la envíe a la región septum-amigdalar para la ejecución de la respuesta. 2. Emoción con mediación cognitiva: cuando el tálamo recibe la información potencialmente emotiva la envía a la corteza cerebral, específicamente al área sensoperceptiva correspondiente, esto da la posibilidad de un mecanismo de valorización en el área prefrontal con una respuesta mediadora. Obviamente la respuesta neocortical es más lenta, pero permite regular la intensidad de la emoción y adecuarla a conductas operativas a su conclusión. La conexión nerviosa entre la zona prefrontal y la zona límbica es esencial para guiarnos en las decisiones que fundamentan nuestra vida de relación. Sentimiento Estado de alteración afectiva duradero y de baja intensidad, que produce cambios en la conducta y algunas alteraciones orgánicas en quien los padece. Un sentimiento es similar a una emoción y está muy relacionado con el sistema límbico, pero además de esta predisposición espontánea, incontrolable y automática, que es característica de la emoción, incluye la evaluación consciente que hacemos de una experiencia. Es decir, que en un sentimiento hay una valoración consciente de la emoción y de la experiencia subjetiva en general.

Cuando experimentamos un sentimiento, somos capaces de autoexaminar lo que sentimos y lo que pensamos en una situación y así reflexionar a qué otras experiencias nos recuerda dicha situación, cuáles son las diferentes maneras como se puede reaccionar a ese estímulo y hasta qué punto es racional lo que sentimos.

Emoción VS Sentimiento  







Tanto las emociones como los sentimientos tienen que ver con algo y con la manera subjetiva con la que experimentamos una situación. Ninguno de los dos fenómenos puede ser traducido en forma de palabras de manera fiel. Por eso a la hora de comunicarlos, es la otra persona la que, haciendo un esfuerzo de empatía, debe construir en su mente y a partir de sus propias experiencias cómo decimos que nos sentimos. La emoción es totalmente básica y primitiva, es decir, aparece automáticamente al presentarse un estímulo; mientras que el sentimiento incluye la capacidad de pensar y reflexionar de manera consciente sobre lo que se siente y, por tanto, tiene que ver con la capacidad de pensar en términos abstractos y simbólicos. Las obras de arte, por ejemplo, son la caracterización clásica de los sentimientos, porque son sublimaciones abstractas de las emociones. En un poema no hay solo emociones, sino que necesariamente debe haber también sentimiento, algo que permita expresar de manera simbólica lo que se siente. Las emociones son unidireccionales, el estímulo causa una respuesta de naturaleza conductual, cognitiva y fisiológica de manera súbita, mientras que los sentimientos son bidireccionales, ya que hay algo que va desde los procesos mentales más básicos y primitivos hacia la consciencia, pero también hay algo que va desde la consciencia al modo en el que se valora y se experimenta esa situación de forma holística y global. Ambos son inseparables, aunque los conceptos de sentimiento y emoción se refieren a cosas diferentes, a la práctica allí donde hay una emoción hay siempre un sentimiento. Los dos se presentan a la vez, se solapan constituyendo la totalidad de la experiencia personal.

2. Teorías de las Emociones Las teorías más importantes de la emoción se pueden agrupar en tres categorías: fisiológicas, neurológicas y cognitivas. Las teorías fisiológicas sugieren que las respuestas intracorporales son las responsables de las emociones. Las teorías neurológicas proponen que la actividad en el cerebro lleva a respuestas emocionales. Y, finalmente, las teorías cognitivas argumentan que los pensamientos y otras actividades mentales juegan un papel esencial en la formación de las emociones. Teoría de la emoción de James-Lange

Ésta es una de las teorías fisiológicas de la emoción más conocidas. Propuesta de manera independiente por William James y Carl Lange. La teoría de James-Lange propone que la corteza cerebral recibe e interpreta los estímulos sensoriales que provocan emoción, produciendo cambios en los órganos viscerales a través del sistema nervioso autónomo y en los músculos del esqueleto a través del sistema nervioso somático. La teoría establece que, como respuesta a las experiencias y estímulos, el sistema nervioso autónomo crea respuestas fisiológicas (tensión muscular, lagrimeo, aceleración cardiorrespiratoria). Tanto James como Lange proponían un modelo en el que la reacción fisiológica ante el estímulo era la que provocaba la emoción: No lloro porque tengo pena, sino que tengo pena porque lloro. Un ejemplo clásico de James es el del oso: el sentido común nos dice que el ver un oso provoca miedo, lo cual nos impulsa a correr. James dice que la respuesta adecuada ante un oso es correr, lo cual impulsa a sentir miedo. 

Las dos cadenas de la emoción La era moderna de la investigación sobre la emoción comenzó cuando James se preguntó si los sentimientos provocan respuestas emocionales o si las respuestas provocan los sentimientos. Al responder que las respuestas provocan los sentimientos, comenzó un debate ya abierto un siglo atrás sobre el origen de los sentimientos, a menudo se ha pasado por alto la pregunta sobre qué provoca las respuestas.

Estímulo (Serpiente) → emoción (miedo) → Respuesta (correr) Estímulo (Serpiente) → Respuesta (correr) → emoción (miedo) 

Teoría del FeedBack sensorial

La solución que James ofreció para la secuencia estímulo-sentimiento fue que el feedback (retroalimentación) de las respuestas determina el sentimiento. Debido a que emociones diferentes tienen respuestas diferentes, el feedback hacia el cerebro será diferente y, según James, eso justifica el modo en que nos sentimos en tales situaciones. Estímulo → Respuesta → Feedback → Sentimiento Un estímulo externo, como ver un oso, es percibido por las zonas sensoriales de la corteza cerebral. A través de la corteza motora, se controlan las respuestas, como huir. Las sensaciones producidas por las respuestas regresan a la corteza cerebral, donde se perciben. La percepción de las sensaciones físicas asociadas a las respuestas emocionales es lo que caracteriza a la emoción. Teoría de la emoción de Cannon-Bard La teoría de Cannon-Bard es una explicación científica de la fisiología de la emoción. En la búsqueda de una explicación para la biopsicología de la emoción, Walter Cannon propuso una serie de supuestos que superaban la hasta entonces vigente teoría de James-Lange. Sus ideas fueron recogidas por su discípulo Philip Bard, quien las amplió y difundió.

Walter Cannon, sugirió que las personas pueden experimentar reacciones fisiológicas asociadas a las emociones sin sentir la emoción. Por ejemplo, el corazón se puede acelerar porque practicas deporte, no necesariamente por el miedo. La teoría de James-Lange proponía que primero venían las reacciones fisiológicas y luego las emociones, la de Cannon-Bard superaba esta idea acercándose a lo que hoy en día se piensa que es, más allá de la simultaneidad, una interacción entre estos mecanismos De esta forma, Cannon y Bard creían que los estímulos externos procesados por el tálamo se dirigían hacia la corteza cerebral y hacia el hipotálamo. El hipotálamo, a su vez, envía información a los músculos, a los órganos del cuerpo y a la corteza. La acción recíproca de la información de la corteza sobre lo que es el estímulo y sobre su significación emocional tiene como consecuencia la experiencia consciente de la emoción (sentimientos). Según esta teoría, las respuestas emocionales y los sentimientos ocurren al mismo tiempo. Teoría de Schachter-Singer Esta teoría forma parte de las teorías cognitivas de la emoción, y sugiere que la activación fisiológica ocurre primero. Después, el individuo debe identificar las razones de esta activación para experimentar la emoción. Stanley Schachter y Jerome Singer, al igual que Cannon, aceptaban que el feedback (realimentación) no es lo suficientemente específico para determinar qué emoción sentimos en una situación determinada, pero, como James, creían que también era importante. Su idea era que el feedback de la activación física es un buen indicador de que ocurre algo significativo, aun cuando no sea capaz de comunicar exactamente qué ocurre. Una vez que detectamos la activación física mediante el feedback, intentamos examin ar nuestras circunstancias. A partir de nuestra evaluación cognitiva de la situación, clasificamos la activación. La clasificación de la activación es lo que determina la emoción que sentimos. Por lo tanto, según Schachter y Singer, la cognición llena el vacío entre la falta de especificidad del feedback físico y los sentimientos. Estímulo → Activación → Cognición → Sentimiento Esta teoría mantiene que las emociones se deben a evaluaciones cognitivas de un acontecimiento, pero también a las respuestas corporales. La persona nota los cambios fisiológicos, y advierte lo que ocurre a su alrededor y denomina sus emociones de acuerdo a ambos tipos de observaciones. 3. Tipos de emociones a. Emociones primarias o básicas (simples) Son emociones discretas, que ocasionan patrones de respuestas exclusivos para cada estado emocional ante situaciones o estímulos determinados. Las características que se encuentran en este tipo de emociones son (Dalai Lama & Ekman, 2008): 1. Expresión facial típica, distintiva y universal. 2. Una fisiología o activación del organismo que es también distintiva.

3. Proceso automático de valoración cognitiva de esa emoción. (Los procesos de valoración siempre preceden y elicitan a la emoción, de manera que las valoraciones arrancan el proceso emocional iniciando los cambios fisiológicos, expresivos y conductuales que definen el estado emocional) 4. Hay eventos o estímulos que generan la emoción que son universales. 5. Se dan en distintas especies de primates. 6. Se inicia de forma muy rápida. 7. Su duración es breve. 8. Sucede de manera espontánea. 9. Posee pensamientos, recuerdos e imágenes que son distintivas de cada una. 10. Se experimentan de forma subjetiva por la persona. 11. Tienen un periodo refractario durante el que tienden a filtrarse datos del entorno que apoyen esa emoción. Eso explica por qué cuando estamos en un episodio emocional de tristeza prestamos más atención a sucesos negativos, siendo congruentes con nuestro estado. La emoción, sin embargo, puede dispararse ante personas, situaciones, animales… no tiene restricciones. Tradicionalmente se ha querido organizar las emociones en distintas categorías. Sin embargo, la investigación continúa y lo que se espera es que, según aumente el conocimiento, las clasificaciones vayan cambiando. Además, es necesario tener en cuenta que las barreras entre cada categoría pueden ser porosas, permeables y no absolutamente estrictas (Damasio, 2003). Así, el espacio emocional se considera un conjunto de unidades o categorías emocionales que están bien definidas y concretas, teniendo cada una unos rasgos distintivos. Es decir, cada tipo de emoción es diferente en cuanto a niveles de expresión motora y conductual, así como en las funciones adaptativas que poseen (funciones biológicas, comunicación social, resolución de problemas que amenazan la supervivencia, etc.) Los tipos de emociones categoriales típicos se propusieron por Ekman y Friesen (1975), y se conocen como “The big six” (los grandes seis). Son los siguientes: 

Miedo

Es una de las emociones más estudiadas y que más interés ha generado en los investigadores y teóricos en Psicología. Es una emoción que surge ante un peligro real y presente.

Se activa cuando nuestro bienestar mental o físico se ve amenazado (pensar que va a recibirse un daño o se está en peligro). Esta activación tiene como fin dotar de energía al organismo para huir, o enfrentarse a lo temido de alguna forma. A veces es difícil definir cuáles son los estímulos que desencadenan miedo, porque esto puede variar en gran medida. Así, cualquier estímulo puede generar miedo, todo depende del individuo. Un ejemplo de esto son los múltiples y variados casos de fobias. El miedo produce cambios fisiológicos inmediatos: se incrementa el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea. El sistema inmunitario se detiene (al igual que toda función no esencial), la sangre fluye a los músculos mayores (especialmente a las extremidades inferiores, en preparación para la huida) y el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células (especialmente adrenalina). También se producen importantes modificaciones faciales: agrandamiento de los ojos para mejorar la visión, dilatación de las pupilas para facilitar la admisión de luz, la frente se arruga y los labios se estiran horizontalmente. 

Ira

Estado afectivo de frustración, indignación, rabia, furia, cólera… que surge por sentirse ofendidos por otras personas o cuando dañan a otros que son importantes para nosotros. La reacción de ira es más intensa cuanto más gratuito e injustificado sea el daño, provocando sentimientos temporales de odio y venganza. Los desencadenantes más típicos es sentir que nos han traicionado o engañado, o que no obtenemos una meta deseada que veíamos muy cerca. No obstante, puede surgir por casi cualquier estímulo. Sus funciones son sociales, de auto-protección, y de autorregulación. Existen técnicas para controlar la ira y la agresividad. A nivel fisiológico promueve el aumento del ritmo cardíaco, de la presión arterial y de la secreción de adrenalina y noradrenalina. 

Asco

Se experimenta como una tensión que tiene el objetivo de evitar, huir o rechazar un objeto o estímulo determinado que produce repugnancia. En cuanto a la parte fisiológica, produce una respuesta parecida a las náuseas. Proviene de la evitación de la ingesta de alimentos en malas condiciones o de situaciones insalubres, como mecanismo de supervivencia ya que esto podría poner en peligro la salud del individuo.

Se expresa mediante violentas reacciones corporales como náuseas, vómitos, sudores, descenso de la presión sanguínea e incluso el desmayo. 

Tristeza

Es una emoción negativa, donde el individuo lleva a cabo un proceso de valoración sobre algo que le ha sucedido. Concretamente, se suele desencadenar por la pérdida o fracaso (real o que se concibe como probable) de algo importante para la persona. Esta pérdida puede ser permanente o bien temporal, y también puede experimentarse si otra persona importante para nosotros se siente mal. Algo que destaca en la tristeza es que puede reflejarse en el presente a través de los recuerdos del pasado y la anticipación de un futuro. La tristeza sirve en las relaciones sociales como demanda de atención o ayuda para ser apoyado. Es expresado a menudo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, la lasitud (falta de fuerzas) etc. 

Sorpresa

Es una emoción neutra, ni positiva ni negativa. Se da cuando ya hemos predicho lo que va a suceder y, sin embargo, ocurre algo diferente de forma totalmente inesperada. También se define por la aparición de estímulos imprevistos. El organismo se siente desconcertado al haber fracasado en su misión de predecir el mundo exterior y trata de explicarse a sí mismo qué ha pasado. Tras analizar la información inesperada, debe determinar si el imprevisto es una oportunidad o bien, una amenaza. La expresión típica corporal es la paralización, subir las cejas y abrir la boca. 

Alegría

Es una emoción de valencia positiva, innata, que surge a edades muy tempranas y parece ser útil para fortalecer la unión entre los padres y el niño. Así, las probabilidades de sobrevivir aumentan. Concretamente, durante los episodios de risas alegres se han constatado reducciones en la concentración “sérica” (relativo o perteneciente al suero) de hormonas implicadas en respuestas a situaciones de estrés, como el cortisol, la adrenalina y la hormona del crecimiento. Así mismo, se asocia con una optimización de la respuesta inmune, con un aumento en la concentración de “inmunoglubina”. Es decir, la Alegría podría actuar como una emoción que atenúa la respuesta fisiológica al estrés, o que agiliza el reajuste homeostático del organismo tras afrontar una situación de este tipo. Más adelante, Ekman y Cordaro (2011) modificaron esta clasificación designando a: felicidad, tristeza, miedo, enfado, desprecio, sorpresa y asco. Además todas y cada una de las emociones explicadas anteriormente pueden ser de valencia positiva, negativa, o neutra.

Según Damasio, las emociones primarias se pueden clasificar en: innatas, preprogramadas, involuntarias y simples. Van acompañadas de la activación del sistema límbico, principalmente la corteza cingulada anterior y la amígdala. b. Emociones secundarias (complejas) Son mezclas compuestas de distintas emociones primarias, y consistirían en emociones como amor, confianza, afinidad, menosprecio, humillación, remordimiento, culpa, etc. Estas generalmente siguen a las anteriores. Por ejemplo, cuando experimentamos la emoción básica de miedo después podemos sentir las emociones secundarias de amenaza o enfado, dependiendo, claro está, de la situación que estemos viviendo. Las emociones secundarias son causadas por normas sociales y por normas morales. Según Damasio, a medida que el individuo vive y se desarrolla, las emociones se vuelven más complejas, apareciendo estados de valoración de las propias emociones, sentimientos, recuerdos, conexiones entre categorías de objetos y situaciones o emociones primarias. En este caso, las estructuras del sistema límbico no son suficientes para soportar esa complejidad, pasando a jugar un rol importante las cortezas prefrontales y somatosensoriales. c. Emociones positivas Dependiendo del grado en que las emociones afectan al comportamiento del sujeto, éstas pueden ser o bien positiva o bien negativas. Las emociones positivas también se conocen como emociones saludables, porque afectan positivamente al bienestar del individuo que las siente. Favorecen la manera de pensar, de razonar y de actuar de las personas. Por ejemplo, la alegría, la satisfacción, la gratitud, serenidad, interés, orgullo (sin llegar a la soberbia), diversión, inspiración, asombro y amor provocan una actitud positiva frente a la vida y generan experiencias que nos ayudan a sentirnos bien. d. Emociones negativas Las emociones negativas son opuestas a las emociones positivas, porque afectan negativamente al bienestar de las personas. También se conocen como emociones tóxicas, y suelen provocar el deseo de evitarlas o evadirlas. El miedo, la ansiedad o la tristeza son algunos ejemplos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este tipo de emociones, en pequeñas cantidades y relativa baja intensidad, no son perjudiciales. De hecho, forman parte del proceso de aprendizaje, ya que gracias a ellas nuestra memoria emocional nos ayuda a recordar las consecuencias que tienen ciertas conductas (o exponernos a ciertos contextos). e. Emociones ambiguas

Las emociones ambiguas se conocen también como emociones neutras, puesto que no provocan ni emociones negativas ni positivas, ni saludables ni no saludables. Por ejemplo, la sorpresa no nos hace sentir ni bien ni mal, también aquí se incluyen la esperanza y la compasión. La existencia de estas emociones deja claro que somos animales complejos, y que nuestras experiencias presentan muchos matices. f. Emociones sociales Las emociones sociales no se refieren a las emociones culturalmente aprendidas, sino que es necesario que haya otra persona presente o de lo contrario no pueden aflorar. Por ejemplo, la venganza, la gratitud, el orgullo o la admiración, son emociones que sentimos respecto a otros individuos. g. Emociones estéticas Algunos autores también han hecho referencia a las emociones estéticas. Son aquellas que se producen gracias a distintas manifestaciones artísticas, como por ejemplo: la música o la pintura. Así, al escuchar una canción podemos sentirnos muy felices o muy tristes, pero esa sensación sería cualitativamente diferente a la felicidad o la tristeza que se experimenta ante cualquier otra experiencia, ya que se vive en un contexto artístico, mediado por símbolos y atribuciones sobre las intenciones del autor. h. Emociones instrumentales Las emociones instrumentales son aquellas que tienen como fin u objetivo la manipulación o el propósito de lograr algo. Son un instrumento que busca conseguir algo a cambio. Por esta razón, este tipo de emoción puede ser poco saludable cuando busca el efecto de la manipulación de otra persona. Por ejemplo, la emoción de enfado se convierte en instrumental cuando a través del castigo de la indiferencia, la persona enfadada quiere producir una reacción determinada en la otra persona. Son complicadas de reconocer porque puede parecer que sean naturales. Sin embargo, son emociones forzadas y esconden una intención. En ocasiones, son fruto de la autosugestión: someterse a ciertos contextos voluntariamente para hacer que una parte de esa emoción tiña nuestra forma de comportarnos. 4. Funciones de las Emociones Las emociones cumplen funciones que le confieren al individuo ejecutar con eficacia las reacciones conductuales apropiadas, independientemente de la cualidad placentera que pueda generarse, incluso una emoción de desagrado puede tener funciones importantes en la adaptación social y el ajuste personal.

Según Reeve (1994) existen tres tipos de funciones principales:   

Funciones adaptativas Funciones sociales Funciones motivacionales

Funciones adaptativas: 

Función adaptativa: Es quizás la función más importante ya que las emociones preparan al organismo para que lleve a cabo eficazmente una conducta exigida por el ambiente, movilizando la energía necesaria para ello, dirigiendo la conducta hacia un objetivo determinado.

Plutchik en 1980 destaco ocho funciones de las emociones y abogó por establecer un lenguaje funcional que identifique cada reacción con la función adaptativa que le corresponde, de esta manera será más fácil operativizar este proceso y poder aplicar convenientemente el método experimental para la investigación de la emoción. Lenguaje subjetivo Miedo Ira Alegría Tristeza Confianza Asco Anticipación Sorpresa

Lenguaje funcional Protección Destrucción Reproducción Reintegración Afiliación Rechazo Exploración Exploración

Funciones de las emociones (Plutchik 1980) La relevancia de las emociones con funciones adaptativas fue puesta en manifiesto por Darwin (1872/1984), quien argumentó que la emociones sirven para facilitar la conducta apropiada, lo cual le confiere un papel de extraordinaria relevancia en la adaptación. Funciones sociales: La expresión de las emociones permite al otro predecir el comportamiento asociados con las mismas favoreciendo los procesos interpersonales. La manifestación emocional es saludable y beneficiosa que favorece la creación de redes de apoyo. Emociones como la felicidad favorecen los vínculos sociales y relaciones interpersonales, mientras que la ira puede generar respuesta de evitación o de confrontación. De cualquier manera las expresiones de las emociones pueden considerarse como una serie de estímulos discriminativos que facilitan la realización de conductas apropiadas por pate de los demás. El reprimir la expresión de ciertas emociones tiene una evidente función social. En un principio se trata de un proceso adaptativo pero cuando es necesaria la inhibición de las expresiones esto podría generar alteraciones sociales. En algunos casos la expresión de las emociones puede generar el los demás reacciones de altruismo y conductas pro-social,

mientras que la inhibición puede producir malos entendidos y reacciones indeseables que no se hubiesen producido si los demás estuviesen informados de las emociones reprimidas. Funciones motivacionales: La relación que existe entre las emociones y la motivación es muy íntima ya que se trata de una experiencia presente en cualquier tipo de actividad que posee las dos principales características de la conducta motivada, dirección e intensidad. Una conducta cargada de emoción y motivación se realiza de una forma más efectiva. La relación entre la motivación y la emoción no se limita al hecho de que en toda conducta motivada se producen reacciones emocionales, sino que una emoción puede determinar la aparición de la conducta motivada. Se podría decir entonces que toda conducta motivada produce una reacción emocional y a su vez la emoción facilita la aparición de una conducta motivada y no otra. 5. Sistema límbico La personalidad tiene dos facetas interrelacionadas: la mente que piensa (el cerebro racional) y la mente que siente (el cerebro emocional). En circunstancias normales, estas dos facetas están en equilibrio y coordinadas una respecto a la otra. Con todo, cada una tiene una naturaleza característica. La mente emocional es mucho más rápida que la mente racional, se activa con rapidez sin detenerse a analizar las consecuencias de una acción, sigue una lógica asociativa y un pensamiento categórico. La mente racional, en cambio, establece relaciones entre causas y efectos, y como se apoya en evidencias objetivas, puede re-evaluar una situación correcta y cambiar una conclusión previa. Anatómicamente, la parte del cerebro que gestiona la mente emocional es el sistema límbico. El sistema límbico es la parte del cerebro especializada en la gestión de las emociones, el aprendizaje y la memoria. Es la parte más antigua filogenéticamente del cerebro. El sistema límbico es un conjunto de estructuras del encéfalo con límites difusos que están especialmente conectadas entre sí y cuya función tiene que ver con la aparición de los estados emocionales o con aquello que puede entenderse por "instintos". El concepto “sistema límbico”, sin embargo, se basa más en relaciones funcionales que en estructuras anatómicas. En el ser humano, estos son los centros de la afectividad, es aquí donde se procesan las distintas emociones y el hombre experimenta penas, angustias y alegrías intensas. Está compuesta por la amígdala cerebral, el hipocampo, la circunvolución parahipocampica, la circunvolución del cuerpo calloso (o circunvolución límbica), el área subcallosa, la región del septum, el giro preterminal, entre otras estructuras. El Hipotálamo, es una de las zonas del diencéfalo más involucradas en la regulación de las emociones, por su conexión con la glándula pituitaria y por lo tanto con el sistema endocrino y todas las partes del cuerpo en el que se liberan todo tipo de hormonas. El Hipocampo, tiene una función muy importante en los procesos mentales relacionados con la memoria, tanto en la memorización de experiencias e informaciones abstractas como en la recuperación de recuerdos. Los hipocampos están localizados en la cara interior de los lóbulos temporales, muy cerca del tálamo y las amígdalas. El hipocampo está encuadrado dentro de lo que se conoce como corteza del lóbulo límbico, o

arquicorteza, que es una de las partes de la corteza cerebral más antiguas; es decir, que apareció muy pronto en la línea de evolución que ha llevado a la aparición del ser humano. Corteza orbitofrontal, es la válvula de salida de las órdenes "emocionales" hacia zonas del lóbulo frontal encargadas de la planificación y creación de estrategias. Por tanto, tiene un importante papel a la hora de aplacar los "impulsos irracionales" que llegan del sistema límbico y hacer pasar solo parte de estas señales, aquellas que servirán para definir bien los objetivos de las acciones con metas a medio o largo plazo. Algunas zonas relacionadas son: - Circunvolución del cuerpo calloso: Es la parte de la corteza cerebral que está cerca del sistema límbico, proporciona una vía desde el tálamo hasta el hipocampo, y está asociado con las memorias a olores y dolor. - Área septal: Se halla frente al tálamo, al parecer posee unas neuronas que son centros del orgasmo, una para los hombres, cuatro para las mujeres. - Área tegmental ventral: está en el tronco cerebral, consiste en vías de dopamina (dopaminérgicas), que parecen ser centros del placer (felicidad). El papel de la Amígdala como centro de procesamiento de emociones es hoy cuestionable. Las amígdalas cerebrales están situadas al lado de cada hipocampo, y por lo tanto hay una en cada uno de los hemisferios del cerebro. Su papel está relacionado con la respuesta emocional aprendida que despiertan ciertas situaciones, y por lo tanto están involucradas con el aprendizaje emocional, por lo cual tienen un rol en el sistema límbico. Pacientes con la amígdala lesionada ya no son capaces de reconocer la expresión de un rostro o si una persona está contenta o triste. Los investigadores J. F. Fulton y D.F. Jacobson, de la Universidad de Yale, aportaron además pruebas de que la capacidad de aprendizaje y memoria requieren de la amígdala intacta; pusieron unos chimpancés delante de dos platos de comida. En uno de ellos había un apetitoso bocado, mientras que el otro estaba vacío. Luego taparon los platos. Al cabo de unos segundos se permitió a los animales tomar uno de los recipientes cerraos. Los animales sanos tomaron sin duda el plato que contenía el apetitoso bocado, mientras que, los chimpancés con la amígdala dañada eligieron al azar; el bocado apetitoso no había despertado en ellos ninguna excitación de la amígdala y por eso tampoco la recordaban. El sistema límbico está en constante interacción con la corteza cerebral. Una transmisión de señales de alta velocidad permite que el sistema límbico y el neocortex trabajen juntos, y esto es lo que explica que podamos tener control sobre nuestras emociones. Hoy en día la corteza cerebral, no solamente es el área más accesible del cerebro, sino también la más distintivamente humana. La mayor parte de nuestro pensar o planificar, y del lenguaje, imaginación, creatividad y capacidad de abstracción, proviene de esta región. Así pues, el neocortex nos proporciona también a nuestra vida emocional una nueva dimensión. Los lóbulos prefrontales y frontales juegan un especial papel en la asimilación neocortical de las emociones. Como “manager” de nuestras emociones, asumen dos tareas importantes:

 En primer lugar, moderan nuestras reacciones emocionales, frenando las señales del cerebro límbico.  En segundo lugar, desarrollan planes de actuación concretos para las situaciones emocionales. Mientras que la amígdala del sistema límbico proporciona los primeros auxilios en situaciones emocionales extremas, el lóbulo prefrontal se ocupa de la delicada coordinación de nuestras emociones. 6. Componentes de la Emoción Detrás de las emociones que experimentamos existen tres componentes que las definen: neurofisiológico, cognitivo y conductual. Las emociones no se limitan a aquello que sentimos, sino que provocan una reacción en cadena en nuestro organismo y en nuestra conducta. La naturaleza de las emociones es cambiante, no permanece la misma emoción durante un largo periodo de tiempo; si esto sucediera hablaríamos más bien de un sentimiento, como el amor, antes que de una emoción. De hecho, la propia morfología de la palabra ya nos informa de la naturaleza cambiante de su significado: proviene de la palabra “moción”, o lo que es lo mismo, movimiento. Se pueden experimentar con intensidad, ya que a pesar de ser breves y cambiantes pueden atesorar la suficiente energía como para producir un impacto muy grande. Por ejemplo, si un suceso nos hace sentir rabia, en el momento en el que esa emoción se dispara es muy difícil de controlar, ya que los tres componentes se han desencadenado y tanto nuestro cuerpo como nuestra mente están sumergidos en la emoción. Componente neurofisiológico Son aquellas reacciones físicas que se reflejan en nuestro cuerpo. Están relacionadas con las emociones, el SNC, el sistema Límbico y el Sistema nervioso Autónomo. Estas reacciones no son controlables y aparecen queramos o no. Se manifiesta en repuesta como taquicardia, sudoración, temblor, tensión muscular, respiración, sequedad de la boca. Rubor, cambios hormonales, etc. A veces estas reacciones también provocan cambios conductuales de manera indirecta, ya que podemos querer ocultarlos. Normalmente, obedece al significado que le damos a dicha emoción. Es uno de los componentes que más rápido suele aparecer y tiene la función de prepararnos para actuar. Por ejemplo, si sentimos miedo, nuestro cuerpo utiliza la energía de esta emoción para prepararse para salvarnos del peligro, nos ayuda a ser más efectivos en la respuesta y provoca cambios en los neurotransmisores. Así, en caso de huida, la adrenalina entraría en juego. Componente cognitivo Es la vivencia subjetiva de la emoción, o lo que comúnmente llamamos sentimientos. Se trata de cómo percibimos la emoción y el impacto que tiene en nosotros. Nos permite poner nombre a lo que sentimos. En ocasiones, las limitaciones del lenguaje hacen que haya

restricciones en los sentimientos y que lleguemos a la conclusión de que no sabemos qué es lo que nos pasa. La dificultad de poner nombre a lo que sentimos puede limitar mucho nuestra capacidad de comunicación, por lo que es muy importante una educación emocional adecuada que nos ayude a identificar nuestras emociones y las de los demás y a traducirlas en palabras. Una buena gestión emocional tiene como condición necesaria una correcta identificación de las emociones. La alexitimia es la imposibilidad de poner nombre a los sentimientos. Es algo así como una “ceguera emocional” que imposibilita la comprensión de lo que se siente. El problema se encontraría en el componente cognitivo de la emoción, ya que aunque el que la sufre es capaz de sentir emociones, no es capaz de comprenderlas y nombrarlas. Componente conductual En cuanto al comportamiento, cuando experimentamos una emoción, este puede traducirse en acciones muy enérgicas e impulsivas. Estos cambios pueden verse reflejados en nuestro tono de voz, la melodía o la prosodia. También entran en juego las expresiones faciales, que reflejan el impacto que ha tenido dicha emoción. Además, informa a las personas de nuestro entorno de cómo nos sentimos. Las expresiones faciales de las emociones han generado mucha curiosidad en el campo de la psicología, tanto que han protagonizado una gran cantidad de estudios. Los estudios parecen indicar que estas expresiones son innatas y universales, ya que todo el mundo presenta las mismas para cada emoción. Así, tienen un papel adaptativo: permiten conocer el estado de ánimo del otro. Cuando vemos a alguien llorar, sabemos que no se encuentra bien y que puede necesitar nuestra ayuda. También puede proporcionarnos información útil para evitar problemas: si vemos que alguien está muy enfadado, nos alejamos. 7. Inteligencia Emocional La inteligencia aparece relacionada con la capacidad de entender y elaborar información para usarla de manera adecuada. Es posible distinguir entre diversos tipos de inteligencia, pero con respecto a la inteligencia emocional, tenemos que está vinculada a la capacidad de manejar las emociones por medio de la razón para así encontrar una solución a la circunstancia que se presente. La inteligencia emocional tiene una base física en el tronco encefálico, encargado de regular las funciones vitales básicas. El ser humano dispone de un centro emocional conocido como neocórtex que confiere la capacidad de dominar los sentimientos por medio de la razón. El 2 de octubre de 1996 en la popular revista Time fue portada de uno de sus números en una pregunta escrita con grandes caracteres y dirigida al gran público “¿Cuál es su coeficiente de inteligencia emocional?”. Ella misma, en caracteres mucho menores

respondía: “No es su coeficiente de inteligencia. Ni siquiera es un número. Pero la inteligencia emocional puede ser el mejor predictor de éxito en la vida, redefiniendo lo que significa ser listo”. Esto fue luego de que el periodista Daniel Goleman publicara su conocida y exitosa obra Inteligencia Emocional. Mas sin embargo, se cree que el verdadero padre de la inteligencia emocional fue el emperador romano Marco Aurelio (121-180 DC), que en su obra: “Meditaciones” hace un excelente tratado de inteligencia emocional, en el cual incluye la frase “La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella”. Para Goleman, la inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas: 

Autoconocimiento emocional (o autoconciencia emocional)

Se refiere al conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos influyen. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros puntos débiles. Mucha gente se sorprende de lo poco que se conocen a ellos mismos. Por ejemplo, este aspecto nos puede ayudar a no tomar decisiones cuando estamos en un estado psicológico poco equilibrado. Tanto si nos encontramos demasiado alegres y excitados, como si estamos tristes y melancólicos, las decisiones que tomemos estarán mediadas por la poca racionalidad. Así pues, lo mejor será esperar unas horas, o días, hasta que volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que será más sencillo poder valorar la situación y tomar decisiones mucho más racionales. 

Autocontrol emocional (o autorregulación)

El autocontrol emocional nos permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o emociones, para no dejarnos llevar por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar las dinámicas emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles son duraderas, así como en ser conscientes de qué aspectos de una emoción podemos aprovechar y de qué manera podemos relacionarnos con el entorno para restarle poder a otra que nos daña más de lo que nos beneficia. Por poner un ejemplo, no es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si fuéramos esclavos de la emoción del momento estaríamos continuamente actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos. En cierto sentido, buena parte de la regulación de las emociones consiste en saber gestionar nuestro foco de atención, de manera que no se vuelva contra nosotros y nos sabotee. 

Automotivación

Enfocar las emociones hacia objetivos y metas que nos permite mantener la motivación y establecer nuestra atención en las metas en vez de en los obstáculos. En este factor es

imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de modo que tenemos que valorar el ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos. Gracias a la capacidad de motivarnos a nosotros mismos para llegar a las metas que racionalmente sabemos que nos benefician, podemos dejar atrás aquellos obstáculos que solo se fundamentan en la costumbre o el miedo injustificado a lo que puede pasar. 

Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía)

Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta interpretación de las señales que los demás expresan de forma inconsciente, y que a menudo emiten de forma no verbal. La detección de estas emociones ajenas y sus sentimientos que pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una reacción fisiológica, un tic) nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos y duraderos con las personas con que nos relacionamos. Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer paso para comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la inteligencia emocional. 

Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)

Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra felicidad personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral. Y esto pasa por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones. Así, gracias a la Inteligencia Emocional vamos más allá de pensar en cómo nos hacen sentirnos los demás, y tenemos en cuenta, además, que cualquier interacción entre seres humanos se lleva a cabo en un contexto determinado: quizás si alguien ha hecho un comentario despectivo sobre nosotros es porque siente envidia, o porque simplemente necesita basar su influencia social en este tipo de comportamientos. En definitiva, la Inteligencia Emocional nos ayuda a pensar en las causas que han desencadenado que otros se comporten de un modo que nos hace sentirnos de un modo determinado, en vez de empezar pensando en cómo nos sentimos y a partir de ahí decidir cómo reaccionaremos ante lo que otros digan o hagan. De hecho, si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones en nuestra vida diaria nos daremos cuenta rápidamente que son muchas las ocasiones en que éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos cuenta. Podríamos plantearnos: ¿Compré mi auto haciendo cálculos sobre la rentabilidad y los comparé con otros modelos y marcas? ¿Elegí a mi pareja porque era objetivamente la mejor opción? ¿Es

mi empleo el que me ofrece el mejor salario? Gran parte de nuestras decisiones son influenciadas en mayor o menor grado por las emociones. Ante esta realidad, cabe resaltar que existen personas con un dominio de su faceta emocional mucho más desarrollado que otras. Y resulta curiosa la baja correlación entre la inteligencia clásica (más vinculada al desempeño lógico y analítico) y la Inteligencia Emocional. Aquí podríamos ejemplificar esta idea sacando al estereotipo de estudiante que es una máquina intelectual capaz de memorizar datos y llegar a las mejores soluciones lógicas, pero con una vida emocional y sentimental vacía. Por otro lado, podemos encontrar personas cuyas capacidades intelectuales son muy limitadas, pero en cambio consiguen tener una vida exitosa en lo que refiere al ámbito sentimental, e incluso en el profesional. Este par de ejemplos llevados al extremo son poco habituales, pero sirven para percatarse de que es necesario prestar más atención a esta clase de habilidades emocionales, que pueden marcar nuestra vida y nuestra felicidad tanto o más que nuestra capacidad para puntuar alto en un test de inteligencia convencional. Es importante dejar patente que aquella persona que cuente con importantes niveles de inteligencia emocional es un individuo que gracias a la misma consigue los siguientes objetivos en su relación con los demás: • Que quienes le rodean se sientan a gusto con él. • Que al estar a su lado no experimenten ningún tipo de sensación negativa. • Que confíen en él cuando necesiten algún consejo tanto a nivel personal como profesional. Pero no sólo eso. Alguien que dispone de inteligencia emocional es quien: • Es capaz de reconocer y de manejar todo lo que pueden ser las emociones de tipo negativo que experimente. • Tiene mayor capacidad de relación con los demás, porque cuenta con la ventaja de que consigue entenderlos al ponerse en sus posiciones. • Logra utilizar las críticas como algo positivo, ya que las analiza y aprende de ellas. • Es alguien que precisamente por tener esa inteligencia emocional y saber encauzar convenientemente las emociones negativas, tiene mayor capacidad para ser feliz. • Cuenta con las cualidades necesarias para hacer frente a las adversidades y contratiempos, para no venirse abajo.

Por los importantes beneficios y ventajas que tiene cualquier persona que dispone de inteligencia emocional, muchos son los estudios que se han llevado a cabo hasta el momento. Algunos de ellos vienen a dejar patente que entre las señas de identidad que más identifican a quienes la poseen, se encuentran las siguientes: • Huyen de la monotonía, intentan en todo momento buscar alternativas para tener una vida más plena y feliz. • Son firmes cuando así se requiere. • Siempre miran hacia adelante a la hora de seguir viviendo. • Les encanta estar aprendiendo continuamente. Bien utilizada, la razón siempre será más poderosa que las emociones. Ambas, razón y emoción, forman parte del sistema funcional que es la mente humana. Van juntas y se necesitan mutuamente. Inteligencia emocional es la capacidad de gestionar las emociones utilizando la razón. Las emociones son el imprescindible ejército que continuamente moviliza la razón. 8. Las emociones y su repercusión en la salud La salud y la enfermedad son estados que se hallan en equilibrio dinámico, y están determinados por variables de tipo biológico, psicológico y social. En todo desequilibrio o enfermedad existe un conflicto interno subconsciente y la necesidad de recuperar el control emocional. El origen fisiológico de las emociones es neuronal y endocrino. Además de esta base biológica, las emociones se nutren de los conocimientos, expectativas y creencias, es decir, son el resultado de la biología y la cultura. La mayoría de los problemas de salud son psicosomáticos porque el cuerpo y la mente están relaciones. La OMS (Organización Mundial de la Salud) informa que, alrededor de un 90% de las enfermedades más comunes tienen un origen psicosomático. En realidad, el tipo de personalidad, el autocontrol que tengamos de las emociones y la forma de manejar el estrés, fracasos y frustraciones pueden potenciar y desarrollar diferentes enfermedades. Las emociones perturbadoras tienen, al parecer, un efecto negativo en la salud, y de esta manera hacen más vulnerable el sistema inmunológico, lo que imposibilita su correcto funcionamiento. Contrariamente, las emociones positivas representan un beneficio para nuestra salud, ya que ayudan a soportar las dificultades de una enfermedad y facilitan su recuperación. Influencia de las emociones negativas en el proceso salud-enfermedad •

Las emociones negativas constituyen un riesgo para la salud

Las emociones no influyen en la salud a través de un único mecanismo, sino que pueden ejercer esta influencia de varias maneras distintas que, además, inciden en

diferentes momentos del proceso de enfermar. Posiblemente, la vía de acción de las emociones sobre la salud más conocida es el Síndrome General de Adaptación, descubierto por Hans Selyé, normalmente conocido como estrés. El desarrollo de este síndrome, cuando se convierte en crónico, representa un aumento de la vulnerabilidad, entendida de una manera inespecífica, ante las enfermedades. Los efectos neuroendocrinos e inmunitarios del estrés no constituyen un agente patógeno concreto, sino que representan un riesgo inespecífico que hace a las personas más vulnerables ante las enfermedades en general. Por el contrario, algunas tendencias emocionales permanentes pueden llegar a ser factores específicos de riesgo para enfermedades concretas. La hipótesis de una relación específica entre un tipo de emoción y un tipo de enfermedad hace su primera comprobación empírica con el trabajo de Rosenman y sus colaboradores acerca del denominado Patrón A de conducta y el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. El patrón A de conducta consiste en una tendencia a actuar caracterizada por la impaciencia, la actividad intensa, la ambición, la hostilidad y la competitividad. Las personas que muestran este tipo de conducta tienen el doble de posibilidades de padecer una enfermedad coronaria que el resto de personas. •

Los estados emocionales crónicos afectan hábitos de salud

Los efectos orgánicos de las emociones no agotan las vías por las que puede verse afectada la salud. Por ejemplo, se ha demostrado que parte de los efectos negativos que tiene el estrés sobre la salud proviene del hecho de que las personas sometidas a estrés, especialmente de tipo laboral, tienen unos hábitos de salud peores que las personas que no sufren estrés •

Los episodios emocionales agudos pueden agravar ciertas enfermedades

En este caso las emociones afectan al desarrollo de la enfermedad, y no a su inicio, pero de una manera que puede llegar a ser decisiva, bien para determinar el grado de incapacitación y deterioro de la calidad de vida producida por este tipo de enfermedades, bien para producir que algunas crisis esporádicas o ciertas alteraciones temporales se conviertan en verdaderas enfermedades crónicas •

Las emociones pueden distorsionar la conducta de los enfermos

El grado de información acerca de la salud, el apoyo y protección familiar, la relación con el médico y el personal sanitario, y el cumplimiento de las prescripciones configuran unas pautas de actuación inseparables de la propia enfermedad. En este caso las emociones pueden distorsionar la conducta del paciente y hacer que tome decisiones o adopte actitudes que, en realidad, dificultan el proceso de curación Realmente, se puede llegar a la conclusión de que sabemos mucho más acerca de cómo las emociones perjudican a la salud, que sobre cómo las emociones pueden llegar a beneficiarla. De todas maneras, no deja de ser un buen punto de partida que la reducción de las emociones negativas tenga efectos muy positivos.

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