El Trabajo Con Adolescentes En Una Sociedad Postmodern A

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El Trabajo con Adolescentes en una Sociedad Postmoderna Por Felix Ortiz 1

Tomado de: ParaLideres.org http://www.paralideres.org/sections/section_139.asp

Félix Ortiz es licenciado en historia por la Universidad de Zaragoza, máster en educación cristiana por el Southwestern Baptist Theological Seminary de Forth Worth (Estados Unidos). Es director de los ministerios juveniles de AGAPE, director asociado para España de los ministerios de Josh McDowell, pastor de jóvenes de la Iglesia Evengélica Bautista "Bona Nova" y profesor de STBE. 1

TABLA DE CONTENIDOS 1 - La Postmodernidad 2 - Retrato de un Joven Postmoderno 3 - El Relativismo 4 - La Nueva Tolerancia 5 - El Pluralismo 6 - Revisar Nuestras Premisas Educativas 7 - El Acompañamineto Espiritual 8 - Algunas Características de los Adolescentes Postmodernos 9 - Crear Estructuras de Credibilidad

EL TRABAJO CON ADOLESCENTES EN UNA SOCIEDAD POSTMODERNA

Este es el primero de una serie de artículos acerca del trabajo con adolescentes en el contexto de una sociedad postmoderna. Se trata de una breve introducción a la postmodernidad. En sucesivos meses iremos tratando otros aspectos del increíble reto que la postmodernidad plantea al trabajo con la juventud. Os adelantamos el resto de los contenidos: I.

LA POSTMODERNIDAD (JUNIO)

II.

CÓMO SON LOS JÓVENES POSTMODERNOS Y LOS JÓVENES POSTMODERNOS EVANGÉLICOS (JULIO)

III.

LOS RETOS DE LA POSTMODERNIDAD I. EL RELATIVISMO (AGOSTO)

IV.

LOS RETOS DE LA POSTMODERNIDAD II. LA NUEVA TOLERANCIA (SEPTIEMBRE)

V.

LOS RETOS DE LA POSTMODERNIDAD III. EL PLURALISMO (OCTUBRE)

VI.

LA REVISIÓN DE NUESTRAS PREMISAS EDUCATIVAS (NOVIEMBRE)

VII.

EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL, UNA ESTRATEGIA EDUCATIVA FRENTE A LA POSTMODERNIDAD (DICIEMBRE)

Fraternalmente EL EQUIPO DE AVENTURA

EL TRABAJO CON ADOLESCENTES EN UNA SOCIEDAD POSTMODERNA I: LA POSTMODERNIDAD

I.

INTRODUCCIÓN A. Una de las características de nuestra sociedad es el cambio. B. Estos cambios son tremendos y se desarrollan a una velocidad vertiginosa. 1. Evolución del mundo nómada al sedentario. 2. De la revolución agrícola a la revolución industrial. 3. De la revolución industrial a… C. Alguien ha afirmado que vivimos tan acelerados que cada década se inaugura un nuevo siglo. D. No es una sorpresa para nosotros que en estos últimos 50 años se han producido más avances e inventos que en todo el resto de la historia de la humanidad. Pensemos tan sólo en dos ejemplos: 1. Internet 2. Ingeniería genética

E. Los expertos hablan de que nuestro mundo vive en lo que hoy se llama: “la crisis de las crisis” F. Esta crisis está afectando, al menos en la sociedad occidental, a todos los ámbitos de la vida: la familia, la escuela, la religión, la economía, la política, la cultura e incluso la ciencia. G. Esta crisis enfrenta a dos grandes corrientes: modernidad y postmodernidad. 1. En

nuestras

sociedad

conviven

los

dos

tipos

de

cosmovisiones 2. Estas cosmovisiones están enfrentadas y en buena parte delimitadas por las diferentes generaciones. a. Los adultos que representan la modernidad. b. Los jóvenes que representan la postmodernidad.

II.

CÓMO SURGE LA POSTMODERNIDAD A. Surge como un resultado de un desencanto generacional. B. La modernidad fue el tiempo de las grandes utopías sociales. 1. Un tiempo de fe: en la libertad, la ciencia, el progreso, el ser humano. 2. Se creía que la razón humana, la ciencia y el progreso iban a solucionar todos los problemas del ser humano.

3. Se acabaría con la ignorancia, la servidumbre, las supersticiones religiosas y el hombre podría ser completamente feliz. 4. La modernidad representaba la mayoría de edad de la humanidad. a. Kant afirmaba: El hombre es capaz de caminar por sí mismo sin necesidad de tutela alguna. C. La postmodernidad surge como resultado de la frustración que produce el fracaso de los postulados de la modernidad.

III.

QUÉ ES LA POSTMODERNIDAD A. Es una reacción que se produce cuando la humanidad comienza a darse cuenta de que el proyecto moderno ya no era válido. B. Se ha afirmado que la postmodernidad se genera y nace como consecuencia del desencanto. 1. El poeta francés Baudelaire afirmó: El progreso no es sino el paganismo de los imbéciles. C. La postmodernidad es el predominio de

Individual

Universal

Psicológico

Ideológico

Comunicación

Politización

Diversidad

Homogeneidad

Permisivo

Coercitivo

D. La postmodernidad es el agotamiento de la razón, la renuncia a los sistemas y las ideologías. E. Los valores de la postmodernidad

Valores modernos Fe Sacralización Absoluto

Valores postmodernos Increencia Secularización Relativo

Objetividad

Subjetividad

Razón

Sentimiento

Ética Culpabilidad

Estética Carencia de culpabilidad

Futuro

Presente

Historia

Historias

Unidad Colectivismo Inconformismo Idealismo Compromiso Convicción Esfuerzo Prometeismo Seriedad

Diversidad Individualismo Conformismo Realismo Pasotismo Light Placer Narcisismo Humor

Fundamental

Superficial

Intolerancia

Tolerancia

Necesario

IV.

Accesorio

CARACTERÍSTICAS DE LA POSTMODERNIDAD A. Hedonismo 1. El fin supremo de la vida es conseguir el placer. O al menos evitar al máximo cualquier tipo de dolor, bien sea este físico, psicológico o moral. 2. El hombre postmoderno está convencido de que no es posible cambiar o mejorar la sociedad. Por tanto, ha decidido disfrutar al menos del presente. 3. Se vive en el momento presente. No se piensa ni en el pasado ni en el futuro. Se busca la libertad y la espontaneidad. 4. Esta actitud queda muy bien reflejada por la frase del poeta latina Horacio: Carpen diem, carpen hora. Aprovecha el día, aprovecha la hora. 5. Un cantante español, Joaquín Sabina es considerado como uno de los exponentes de la postmodernidad. En una de sus canciones afirma: …Apúntate a cualquier clase de bombardeo, no tener otra fe que la piel, ni más ley que el deseo. 6. Vivimos en un auténtico culto al cuerpo.

7. En la cultura postmoderna el goce es el principio y el fin. B. La muerte de la ética y la ausencia de reglas 1. En una sociedad postmoderna la estética sustituye a la ética. La belleza sustituye a la moral. 2. En estos días nos encontramos ante una total floración y multiplicación de “micro éticas” escépticas unas con otras y desorientadas todas. 3. La postmodernidad nos ofrece el

relativismo, la

pluralidad y la total tolerancia. a. Como

bien

Dostoyewsky:

afirmó Si

el

Dios

escritor no

existe

ruso todo

Fedor está

permitido. b. O como dice de nuevo el ya mencionado Joaquín Sabina: Al deseo los frenos le sientan fatal ¿Qué voy a hacerle yo, si me gusta el güisqui sin soda, el sexo sin boda, las penas con pan? 4. No a las normas, las reglas, cualquier forma de moralidad

Encuesta realizada en España



41%

de

los

jóvenes

entre

14

y

24

años

se

manifestaban de acuerdo con la frase: vale lo que me agrada. No vale lo que no me agrada. •

27% contestó que el principio ético más importante es: hacer lo que quieras.



89% considera correctas las relaciones sexuales sin estar casados.



62% considera correctas las relaciones homosexuales.

5. No hay nada prohibido, lo importante es ser feliz. C. La exaltación del sentimiento 1. En plena revolución francesa el Marqués de Condorcet exclamó: Habrá un tiempo en que el sol brillará sobre una tierra de hombres libres que no tendrán más guía que la razón. 2. La modernidad llegó a hacer de la razón una diosa. De hecho, fue entronizada como tal durante los tiempos de la revolución francesa. 3. La postmodernidad grita: Muera la razón y viva el sentimiento. 4. Se produce el cambio del “HOMO SAPIENS” al “HOMO SENTIMENTALIS” a. La famosa expresión: “Pienso, luego existo” ha sido sustituida por: “Siento, luego existo”.

5. El racionalismo aburre a la juventud. Una pintada en el metro de Madrid leía así: La sabiduría me persigue, pero yo corro más. 6. El centro de la moral y la persona es el yo. Los sentimientos y los gustos individuales configuran a la persona, sus valores, principios y pautas de actuación. D. La crisis de las ideas y los ideales 1. Hay una avalancha de información, pero una orfandad de sabiduría. 2. Hay una “cultura del cleanex” en referencia a los pañuelos de usar y tirar. 3. Hay diversidad de ideas, valores, cosmovisiones y estilos de vida. Pero se carece de toda orientación normativa por la carencia y la negación de la posibilidad de todo tipo de absolutos. 4. En la cultura de la postmodernidad uno cambia de opinión con más frecuencia que de camisa. Además uno puede sostener ideas contradictorias y eso no producirle la más mínima tensión. 5. El único imperativo categórico es: Haz lo que quieras, vive feliz. 6. Volvemos

a

ilustrar

estos

principios

haciendo

referencia a Sabina: Cada noche un rollo nuevo. Ayer el yoga, el tarot, la meditación. Hoy el alcohol y la droga. Mañana el aeróbic y la reencarnación. E. El retorno de los brujos

1. La modernidad y su énfasis en la razón socavó los cimientos y la solidez de las creencias religiosas. La fe era considerada como algo irracional. La religión era el opio del pueblo, según Marx. Una reliquia neurótica, según Freud. 2. La

postmodernidad

postula

el

nihilismo

y

el

agnosticismo. a. El agnosticismo es la imposibilidad de saber si Dios existe o no, por tanto, es mejor hablar de otra cosa. b. El

nihilismo

es

la

negación

de

cualquier

creencia, sea esta política, religiosa o social. 3. Sin embargo, no hemos de equivocarnos. Esto no significa

que

la

postmodernidad

sea

irreligiosa.

Contrariamente ha dado pábulo a un amplio abanico de creencias. 4. El gran vacío se intenta llenar con todo tipo de caricaturas, en ocasiones grotescas, de lo religioso. Nuevas

formas

religiosas

que

sustituyen

al

cristianismo tradicional. Un neopaganismo. 5. La postmodernidad, en su negación de la razón se traga lo increíble. a. El escritor británico Chesterton decía: Desde que los hombres han dejado de creer en

Dios, no es que no crean en nada. Ahora creen en cualquier cosa. 6. La explosión del esoterismo, las creencias ocultas, la astrología, la cartomancia, la quiromancia, la videncia, las cartas astrales, la cábala, la alquimia, y un largo etcétera. a. Se estima que tan sólo en Madrid existen más de 3000 brujos registrados. Muchos de ellos se anuncian en la radio, la televisión y la prensa. b. En España no hay programa radiofónico y muchos televisivos que se precien que no tengan su brujo/a. c. Revistas

para

adolescentes

regalan

manuales para ser bruja. Y varios libros dirigidos al público juvenil ponen de moda la brujería. 7. Nuestra sociedad se vuelve cada vez más receptiva a las soluciones de tipo mesiánico y fanático. 8. Rebrote de lo satánico. 9. Explosión de las sectas. 10. La seducción de la espiritualidad de tipo oriental. 11. La fascinación por lo extraterrestre. Recordemos las películas Expediente X (X FILES). 12. Las nuevas religiones. La religiosidad secular:

a. La música b. El deporte c. El culto al cuerpo d. La ecología e. El consumo 13. La emoción, los sentimientos controlan y se vuelven centrales en la experiencia religiosa. Esto afecta incluso al cristianismo: a. Vivencia emocional. b. Fe a la carta. Hecha a la medida de cada uno. c. Fe

cómoda.

Sin

compromiso,

fuerza

o

relevancia cultural o social. (1)

Dios es un Dios que no exige, más bien ofrece y da.

(2)

Las circunstancias, la motivación, las ganas son muy importantes

d. Fe alejada de las instituciones. e. Carente de confianza en los líderes.

RETRATO ROBOT DE JOSÉ MARÍA AZNAR, UN ADOLESCENTE POSTMODERNO

Este documento trata de presentar el retrato robot de un joven evangélico postmoderno. Al elaborarlo hemos intentado plasmar 17 características. Queremos invitarte a que lo leas y trates de identificarlas. Sin embargo, lo más importante es que al leerlo pienses en los jóvenes de tu iglesia local, especialmente en los adolescentes, y trates de ver hasta que punto este retrato robot refleja la realidad, total o parcial, de la juventud con la que estás trabajando. El propósito final es ayudarte a entender un poquito mejor cómo son y cómo piensan esos jóvenes con los que has de llevar a cabo tu ministerio y, que implicaciones ha de tener para tu pastoral juvenil. Buen viaje exploratorio. FÉLIX ORTIZ, director de AVENTURA

José María tiene 16 años y está estudiando secundaria. Ha nacido en una familia evangélica y desde su más tierna infancia acude a la iglesia junto con sus padres. También asiste a las actividades del grupo de jóvenes. Su situación está a medio camino entre la integración y la marcha. No es uno de los jóvenes más fieles del grupo pero va asistiendo.

José María podría dar las respuestas correctas a las preguntas con relación

a

la

fe

y

la

experiencia

cristiana.

Sin

embargo,

su

conocimiento es bastante teórico. La iglesia le aburre y no le dice gran cosa. No tiene una actitud negativa hacia Dios, pero lo percibe como una realidad bastante lejana y distante de su situación cotidiana. Los cultos se le hacen largos y pesados. Uno sabe con bastante exactitud lo que va a suceder cada domingo. A veces, por las noches, en la quietud de su cuarto piensa en Dios. Le gustaría experimentar a Dios. Siempre ha oído que Jesús es un amigo que está cerca de ti y nunca te deja. Sin embargo, nunca ha experimentado a Dios en su vida. ¿Por qué Dios se esconde? ¿Por qué es tan difícil conocerlo? Tiene un temor hacia el Señor, temor que le viene de su educación familiar y vinculación con la iglesia. Varias veces le ha pedido a Dios que sea su amigo. Pero para ser honestos, no ha visto ningún cambio significativo en su vida. Los adultos de la iglesia no han ayudado demasiado a hacer a Dios una realidad cercana en su vida. Algunos domingos, mientras el pastor predica, su mente vaga y piensa en la gente de su congregación. Le cuesta ver una diferencia entre ellos y el resto de la gente. En su opinión, son igual que el resto. La única diferencia significativa es que los domingos no van al campo o a la playa. Sabe que la Biblia es la Palabra de Dios, pero le cuesta un montón leerla. A veces lo ha intentado, pero no la entiende y no sabe cómo relacionarla con sus necesidades y las situaciones que vive en la vida cotidiana.

Le gusta pasar tiempo en Internet. De hecho, es un auténtico experto. Encuentra fabulosas las oportunidades que este medio le brinda. “Chatea” con gente de medio mundo gracias a sus conocimientos del inglés. Sus padres no siempre están en casa debido al trabajo, por consiguiente, tiene una gran libertad de acción y puede pasar si quiere un par de horas diarias conectado y navegando por la red. Ha visitado en varias ocasiones páginas pornográficas. Está asombrado de la cantidad de situaciones sexuales que existen y que desconocía. En ocasiones, al visitar algunos sitios con contenido sexual explícito se ha sentido asqueado de las perversiones que se pueden encontrar en la red. Sin embargo, el morbo, la tentación y las hormonas hacen que una y otra vez vuelva a esas páginas. Ha visto tanto y en tan poco tiempo que se considera a sí mismo con bastante experiencia en el campo de la conducta sexual. Por cierto, está muy enfadado por el cierre de Napster. Se ha consolado encontrando otras varías páginas donde puede descargar archivos musicales. Los vídeo juegos y la televisión son también grandes pasiones para José María. La supervisión paterna no siempre es la más adecuada. De hecho, en casa, puede ver casi todo, a excepción, eso sí, de películas con contenido sexual explícito. Pero bueno, para eso tiene Internet. Le gustan las películas de acción, cuanto más violentas mejor. En ocasiones, sus padres se alarman por la crudeza de las imágenes de algunas películas. Pero su horror dura poco y nunca ha pasado de la indignación momentánea. Cuando sus padres le llaman la atención por la crudeza y violencia de las películas, José María siempre piensa en cómo reaccionarían si vieran algunos de los video juegos violentos que tiene en la computadora.

Sus series y dibujos animados favoritos son producidos en América del Norte, pero también le gustan algunas creaciones japonesas manga. La mayoría de su música –a excepción de algunos grupos locales- está en inglés. No la entiende en su mayor parte pero le gusta como suena. José Maria se sorprendería de cuán similar es y cuantas cosas tiene en común con jóvenes de otros países y continentes. Aunque a través del “chat” ya empieza a ser bastante consciente de ello. Sus mejores amigos están en la escuela secundaria donde asiste. Alex, cuyos padres están divorciados. Raquel, que vive sola con su madre desde que ésta se separó. Carlos, que vive con dos hermanastros con quienes se lleva fatal. Su padre se volvió a casar tras el divorcio y le trajo a casa el regalo de sus dos hermanastros. Joaquín, con quien a veces José María comenta en plan de broma que ellos dos son los únicos que tienen una familia normal. Por último está Juana, que sorprendió a todos el pasado verano declarándose abiertamente lesbiana y enamorada de una compañera de la escuela. La declaración de Juana abrió un gran debate en el seno del grupo de amigos. Muchos no están de acuerdo y consideran que los muchachos han de tener relaciones sexuales con las muchachas. Otros, consideran que cada uno ha de hacer lo que el cuerpo le pide. La mayoría consideran que es una opción personal que cada cual ha de tomar. José María, por ejemplo, nunca optaría por un estilo de vida homosexual pero respeta y considera que es una decisión que incumbe tan sólo a Juana. Los padres de José María no pueden entender esa actitud. En una conversación de sobremesa le explicaran claramente a José María lo que la Biblia decía al respecto y como Dios condenaba la

conducta homosexual. Aquello no pareció afectar demasiado a nuestro amigo. Insistió una y otra vez que él lo tenía muy claro y pensaba seguir lo que la Biblia enseñaba, pero ¿Cómo podía juzgar la decisión de Juana? Ella no hacía daño a nadie y era una decisión personal en la que nadie podía meterse. El padre de José María insistió en que la Biblia afirma que la homosexualidad es pecado y, por tanto, lo es para todo el mundo. La Palabra de Dios es la norma de moral que Dios ha dado a la humanidad. Es clara y tajante al enseñarnos lo que es bueno y es malo. José María no puede entender como su padre es tan cerrado y poco tolerante con sus amigos. Cada uno ha de ser coherente con lo que piensa y no preocuparse por lo que los demás creen. Lo cierto es que todo esto le crea a José María bastante confusión. Cuando sus amigos le pregunta por qué deja de hacer ciertas cosas o hace ciertas otras, no tiene una argumentación muy clara que presentarles. De hecho, todavía le da vueltas una y otra vez en su cabeza la pregunta de Joaquín acerca de por qué el cristianismo es la única religión verdadera y todos los demás están equivocados. Su amigo considera que es muy bestia el hacer una afirmación de ese tipo. Joaquín no entiende cómo José María puede ser tan tajante y con una sola frase dejar fuera de juego a millones y millones de personas que creen de forma diferente y se esfuerzan por vivir de forma honesta su fe. El propio Joaquín procede de una familia católica, aunque no excesivamente practicante, y considera, por tanto, ofensivas hacia sus

padres las pretensiones de José María de que sólo los evangélicos poseen la verdad. La última preocupación de José María tiene que ver con las relaciones sexuales. Los amigos discutieron acerca de tener relaciones, no sólo antes de estar casados, sino incluso con un muchacho o muchacha con quien no tienes ningún compromiso pero los dos están de acuerdo. Aquel día José María estuvo especialmente callado. La razón, no sabía que decir ni cómo argumentar. Estaba muy confundido y no podía ver con claridad cuál y por qué era la postura cristiana. José María no tiene héroes. Las personas que él y sus amigos admiran son gente popular del mundo del deporte, la música y el espectáculo. Sin embargo, no son auténticos héroes. Más bien, muchos de ellos son antihéroes ya que sus vidas dejan mucho que desear desde el punto de vista ético y moral. Incluso, en algunos casos, su inmoralidad añade más morbo a su personalidad. No hay en la iglesia nadie que realmente desafíe su vida y sea un buen modelo a imitar. Jorge, el líder de jóvenes, podría serlo. El pobre, sin embargo, está demasiado ocupado y lleno siempre de actividades.

LOS RETOS DE LA POSTMODERNIDAD I EL RELATIVISMO

El RELATIVISMO, lo que se ha venido a llamar LA NUEVA TOLERANCIA y finalmente el PLURALISMO son los tres grandes desafíos

que

plantea

la

postmodernidad

al

trabajo

con

los

adolescentes, tanto en el contexto de la iglesia local como fuera de ella al intentar ganar a los muchachos y muchachas no cristianas. Como líderes es muy importante para nosotros, en primer lugar, entender el significado de estos tres retos. En segundo lugar, entender cómo afectan a los jóvenes con los que estamos trabajando y, por último, que implicaciones se derivan a la hora de llevar a cabo la pastoral juvenil. En este artículo abordaremos el relativismo, el primero de estos grandes retos. En sucesivos artículos iremos desarrollando los otros retos y la manera de afrontarlos. Deseamos que este artículo pueda ser de gran utilidad para todos los líderes.

EL RELATIVISMO

I.

DEFINICIÓN

La Enciclopedia Filosófica Garzanti define del siguiente modo el relativismo: Término con el que se puede calificar toda concepción filosófica que no admita verdades absolutas en el campo del conocimiento o principios inmutables en el ámbito moral. De esta definición se implica que existen dos ámbitos básicos en el que se desenvuelve el relativismo: el epistemológico o del conocimiento y el de la moral. El diccionario, por su parte, define el relativismo con las siguientes palabras: Una perspectiva que afirma que las verdades éticas dependen tan sólo de los individuos o grupos que las aceptan. Dicho de una manera más simple: “Es bueno para ti pero no necesariamente para mí. Yo no negaré que lo sea para ti pero no trates de imponérmelo y obligarme a aceptarlo como bueno para mí”.

Como veremos más adelante al hablar de la tolerancia, el relativista ve la moralidad como algo totalmente abierto a la interpretación de cada individuo. Lo correcto o incorrecto en la visión del relativista está sujeto a cambio según las personas, o según las circunstancias dentro de una misma persona. El relativista, como ya se indicó anteriormente, puede sostener ideas contradictorias acerca de la moralidad y la ética y no considerar que su contradicción sea un disparate. Véase a modo de ejemplo la afirmación hecha por el antropólogo español Tomás Calvo Buezas: Del integrismo de hace unas décadas pasamos hace unos años a un relativismo -inicialmente sano- que pareció instalarse en nosotros. Pero ahora se ha comprobado que es importante contar con algunos puntos de referencia y educar a los jóvenes en un sistema de valores. Esto no supone que haya una vuelta al pasado sino a unos valores que cada uno toma y selecciona a la carta, como si fuera un menú.

II.

EL FIN DE LA VERDAD OBJETIVA

La modernidad pretendía que los seres humanos tenían a su alcance la habilidad para descubrir de forma racional la verdad y aplicar esas verdades a situaciones éticas y morales. Se partía de la base que el conocimiento podía tener las siguientes características: •

Ser cierto. Es decir, ser correcto y absoluto de forma esencial.



Ser objetivo. Es decir, podía ser visto y analizado al margen de la personalidad.



Ser bueno. Es decir, la ciencia y el conocimiento combinados tendrían un poder liberador y restaurador del ser humano.

La postmodernidad acabó con ese sueño. Afirma la imposibilidad de conocer cualquier verdad objetiva, ya que nosotros mismos, como observadores estamos viciados de subjetividad. Toda “realidad” es meramente una construcción cultural y social. Aunque teóricamente el postmoderno pueda aceptar la existencia de la verdad absoluta, en la práctica no acepta que nadie pueda encontrarla y tener una mínima comprensión de la misma. Las implicaciones de estas afirmaciones son claras: •

Como mucho podemos aspirar a conocer partes de la realidad.



Como mucho, nuestras creencias deberían ser consideradas en un estado de precariedad, ya que son únicamente teorías temporales.



Todas las afirmaciones son hechas en base a la fe. Por tanto, ninguna afirmación puede tener una prioridad, precedencia o superioridad sobre otra.



Cualquier afirmación de poseer la verdad con mayúscula es totalmente ridícula.



Quien intente imponer sus puntos de vista sobre otro es un ser despreciable.



La tolerancia, como veremos más adelante, se convierte en la principal virtud social.

El descubrimiento de la Teoría de la Relatividad ha creado un montón de problemas para toda la física basada en las premisas de Newton y en la creencia de la existencia de una teoría que pudiera explicar absolutamente todo. La física cuántica se mueve en el terreno de las contradicciones, donde la luz puede ser descrita como ondas o partículas en función de cómo sea observada, lo cual, es una total y absoluta contradicción. Sin embargo, ha destruido los cimientos del pensamiento cartesiano. Según el escritor Codrington hay tres grandes componentes dirigiendo el gran cambio de la modernidad a la postmodernidad: •

La ruptura de las creencias y la pérdida de un consenso universal acerca de lo que es verdadero y lo que no lo es.



El

nacimiento

de

una

cultura

global.

Conforme

las

cosmovisiones son más conscientes de la existencia de otras cosmovisiones se produce la negativa, no sólo a aceptar ninguna de ellas como absolutamente verdadera, sino incluso la posibilidad de encontrar un método o forma de decidir entre los valores relativos de los diferentes sistemas. •

Una creciente polarización entre las partes con relación a diferentes

temas

morales,

filosóficos,

culturales.

III.

LA DESAPARICIÓN DEL CONSENSO CULTURAL

educativos

y

No hace demasiado tiempo la mayoría de las personas en los países de cultura occidental sabían con total y meridiana claridad qué era correcto y qué era incorrecto. Ambas cosas estaban muy bien delimitadas y su conocimiento al alcance de cualquiera. Eso no significaba que todo el mundo siguiera lo correcto ¡Naturalmente que no! Siempre ha habido personas que han decidido vivir al margen de la legalidad y la moralidad. Pero estas personas sabían perfectamente de qué lado vivían. La sociedad reconocía que existían unos valores morales absolutos por los cuales se regía. Esto era posible porque existía un consenso cultural acerca de esos valores. Dicho consenso era provisto por la fe cristiana que convertía la moralidad pública y privada en una única cosa. Durante siglos, en occidente, el cristianismo proporcionó los valores sobre los que se edificó la sociedad. Sin embargo, eso ya no es cierto. El consenso cultural que el cristianismo proporcionaba ya no funciona. Los valores de la cultura judeocristiana ya no son los que fundamentan nuestra sociedad. Es cierto que esto se da con mayor intensidad en algunas culturas que en otras. Es cierto que la ruptura de ese consenso es más fuerte en Europa Occidental y Estados Unidos que en otros países. Sin embargo, parece ser un fenómeno irreversible en toda la cultura occidental. Al respecto y de manera profética Francis Schaeffer, el gran filósofo cristiano, en fecha tan temprana como el año 1984 escribió lo siguiente en su libro El gran desastre evangélico:

No existe una edad de oro en el pasado que podamos idealizar – Ya sea en los años tempranos de los Estados Unidos, la Reforma o la iglesia primitiva. Pero hasta hace muy pocas décadas existía algo que correctamente podía ser denominado un consenso cristiano que dio de un modo definitivo una forma distintiva a la sociedad occidental y a los Estados Unidos. Ahora, ese consenso se fue para siempre y las libertades que trajo se destruyen ante nuestros ojos. Estamos en un tiempo en el que el humanismo está llegando a su conclusión natural en moralidad, valores y legislación. Lo único que la sociedad tiene hoy en día son valores relativos basados en resultados estadísticos, o la decisión arbitraria de aquellos que tienen el poder político o legal. ¿Cuál es el resultado del rompimiento de dicho consenso? Relativismo. Un relativismo que entre formas se expresa de la siguiente manera: •

La experiencia es la medida última de todo significado.



Lo correcto y lo correcto es diferente y arbitrario para cada persona.



La moralidad y la ética son una cuestión de gustos personales y preferencias individuales.



No hay manera objetiva de decidir lo que es correcto e incorrecto. Dos personas pueden definirlo de forma, no sólo diferente, sino incluso contradictoria y ambos ¡Tener razón!



IV.

Naturalmente, ninguna opción es mejor o más válida que otra.

EL RELATIVISMO CULTURAL

¿Bajo que bases se puede culpar a los talibanes por la forma en que trataban a las mujeres en Afganistán? ¿Quién puede afirmar que la práctica de la oblación –mutilación del clítoris llevada a cabo entre las niñas de muchos países de religión musulmana- sea ago incorrecto? El relativismo cultural afirma que una cultura o sociedad define lo que es correcto o incorrecto para las personas que forman parte de la misma. Dicho de una manera llana, la moralidad es una construcción social llevada a cabo por los miembros de un determinado grupo social. Consecuentemente sólo obliga a los que voluntariamente forman parte del mismo. Parece coherente ¿verdad? Un grupo o cultura se pone de acuerdo acerca de lo que sus miembros consideren correcto e incorrecto y definen sus propios límites. Al ser algo dado por los mismos miembros, estos límites pueden ser cambiados cuando el interés general o simplemente la mayoría así lo determinen. Naturalmente un grupo diferente no tiene porque aceptar ni considerar válidos los criterios y los límites de otro grupo. Así, en el año 1994 se celebró una conferencia mundial sobre los derechos humanos. La conferencia estaba patrocinada por las Naciones Unidas. Varios países asiáticos, entre ellos China, protestaron por las presiones recibidas de los países occidentales para que se respetaran los derechos humanos en aquellos países. Su argumentación fue la siguiente: “Los derechos humanos son un concepto occidental. En oriente las cosas se entienden de una forma diferente. ¿Qué derecho tienen los países occidentales

a

decirnos

cómo

hemos

de

organizar

nuestras

sociedades?” el razonamiento de estos países es impecable y demuestra los límites del relativismo cultural: los valores tan sólo son válidos para los grupos que los aceptan, pero carecen de fuerza moral para aquellos que los rechacen por la razón que sea. Si no hay verdades absolutas. Si la moralidad es algo que un grupo humano se otorga a sí mismo, entonces no existe ninguna base lógica ni racional por la cual un grupo pueda emitir un juicio sobre los valores de

otro

colectivo

humano

simplemente

porque

son

contrarios,

diferentes o injustos desde su perspectiva. Vistas así las cosas no hay base humana racional para hacer un juicio negativo de los talibanes o sobre la oblación ¿Quiénes somos nosotros –gente externa y ajena a su cultura- para poder emitir juicios? A este respecto, Josh McDowell en su libro The New Tolerance menciona la increíble contradicción que tuvo que asumir una escritora feminista, atrapada entre su feminismo y su relativismo, al tener que hacer una valoración de la ya mencionada práctica de la oblación. He aquí el resultado: ¿Cómo puedo yo argumentar contra una cultura que ni siquiera he tratado de entender? ¿Es relevante que yo, que soy una extraña, pueda encontrar dicha práctica cruel? A pesar de lo duro que me resulta admitirlo, la respuesta es no. Naturalmente sobran todos los comentarios. Concluimos el apartado del relativismo cultural con una frase del escritor y pensador cristiano Gene Edward quien al referirse a un

hipotético enfrentamiento entre los valores opuestos de dos grupos diferentes escribe lo siguiente: La sociedad no está sujeta a la ley moral, construye la ley moral. Si no hay absolutos, la sociedad presumiblemente puede construir cualquier valor que quiera y ella misma no estar sujeta a ninguno. Todos los temas son tan sólo una cuestión de poder. Sin absolutos morales el poder se convierte en arbitrario. Puesto que no existe una base para la persuasión moral o la argumentación racional, el bando con más fuerza o poder gana. La fuerza se convierte en el único remedio para resolver los conflictos entre los valores sostenidos por grupos diferentes cuando estos valores son enfrentados o contradictorios. La fuerza hace que el ganador esté en lo correcto y el perdedor en lo incorrecto. Se convierte pues en una auténtica ley de la selva. Un imperio del más fuerte.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR 1. ¿De qué forma el relativismo afecta a la manera en que nuestros jóvenes piensan y viven? 2. ¿Cómo el relativismo afecta al concepto de bien y mal? 3. ¿Cómo el relativismo afecta al concepto de pecado?

4. Si lo bueno y lo malo depende de la persona y el momento ¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes a tomar decisiones morales? ¿Cómo podemos ayudarles a entender el concepto de pecado? 5. En tu opinión ¿Qué dificultades y/o retos plantea el relativismo a la pastoral juvenil? ¿Qué puede hacerse para contrarrestarlos?

LOS RETOS DE LA POSTMODERNIDAD II LA NUEVA TOLERANCIA

En el anterior artículo desarrollamos el tema del relativismo y lo vimos como uno de los principales retos que nos plantea la postmodernidad a la hora de trabajar con los adolescentes. En este nuevo artículo abordaremos un nuevo desafío: la llamada nueva tolerancia.

LA NUEVA TOLERANCIA

I.

INTRODUCCIÓN

La tolerancia es la segunda gran fuerza que moldea a la nueva generación de jóvenes en nuestros países de cultura occidental. Josh McDowell en su libro The New Tolerance describe de una manera magistral la forma en que en los últimos años el concepto de tolerancia ha ido cambiando en nuestra sociedad. McDowell utiliza para ello dos términos. La nueva tolerancia en contraste con la tolerancia tradicional.

El diccionario describe la palabra tolerancia como “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. La idea que transmite esta definición es la necesidad de expresar respeto y buscar la protección de los legítimos derechos de otras personas. Incluso, con los de aquellos con los que no estamos de acuerdo. Podemos creer que determinadas religiones son falsas y están equivocadas, no están en posesión de la verdad. Sin embargo, podemos defender el derecho de todo ser humano a la libertad religiosa. A creer conforme a su conciencia. Además, sostener este derecho para aquellos que creen de manera diferente a como nosotros creemos o concebimos la fe. Todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión, creencias y estilos de vida, siempre que estos se encuentren dentro de los límites que permiten las diferentes legislaciones. La tolerancia tradicional quedaría bien reflejada en la frase de aquel parlamentario que en respuesta al discurso de un contrincante político afirmó: “Estoy en el más total y abs oluto de los desacuerdos con usted y sus ideas. Ahora bien, daría mi vida para que usted pudiera expresarlas”. La tolerancia tradicional siempre ha buscado y expresado una valoración del individuo, una aceptación y respeto hacia el mismo sin que ello implicara necesariamente una aprobación o participación de sus creencias y/o conductas.

II.

LA NUEVA TOLERANCIA

La nueva tolerancia es la hija predilecta del relativismo que ha traído consigo la postmodernidad. La verdad es una construcción social relativa a la comunidad en que una persona participa. Puesto que existen muchas comunidades humanas existen muchas verdades diferentes. Hay muchas percepciones diferentes e incluso contradictorias de la realidad, por tanto, ninguna de ellas puede ser verdadera en el sentido último del término. La verdad es descrita por el lenguaje y todo lenguaje es creado y construido por los seres humanos, por lo tanto, y como conclusión lógica, toda la verdad es una construcción humana. Los postmodernos afirman que ya que todos miramos con ojos diferentes y, no hay manera humana de afirmar que ni siquiera vemos los mismos colores, mucho menos la misma realidad, no puede existir algo como la verdad objetiva. Toda realidad es filtrada a través de los sentidos

del

individuo

que

transmiten

todas

las

experiencias

sensoriales de una forma subjetiva. Ni siquiera estar en el mismo lugar al mismo tiempo, observando el mismo evento nos garantiza una idéntica respuesta. Un ejemplo para ilustrar esta realidad serían dos personas observando un mismo juego de béisbol. Pensemos por un

momento en que una de ellas es un auténtico experto. Por el contrario, la otra carece totalmente de conocimiento del juego y sus reglas. ¿No estarían experimentando la misma realidad de una forma diferente? ¿A qué conclusión lógica nos lleva todo esto? Muy sencilla, si toda verdad es creada por los seres humanos, y todos los seres humanos son iguales, entonces todas las verdades son iguales. El filósofo español Fernando Savater lo explica de la siguiente manera: Todas las opiniones son iguales. Cada una tiene una contribución que llevar a cabo, todas deberían ser respetadas o alabadas. Esto implica que no existe una manera racional de discernir entre ellas. En su libro antes citado, Josh McDowell hace referencia a la definición que de la nueva tolerancia hace el escritor T. A. Helmbock. Este pensador dice lo siguiente: Todas las creencias, valores, estilos de vida y percepciones de la verdad de cualquier individuo son iguales. No hay jerarquía de verdades. Tus creencias y mis creencias son iguales y toda verdad relativa. El escritor cristiano Josh McDowell hace el siguiente comentario a las palabras de Helmbok:

Todo el mundo tiene derecho a sus creencias. Además, todas las creencias son iguales. Todos los valores son iguales. Todas las verdades son iguales. Ahora bien, para cualquier observador de la realidad es evidente que no todas las verdades, valores y creencias son iguales ni tienen el mismo valor. Mucho menos que merezcan el mismo respeto y consideración. ¿Pueden ser considerados al mismo nivel el racismo y la fe cristiana? ¿Podemos poner al mismo nivel a los que practican el terrorismo indiscriminado y a sus víctimas? ¿Son igualmente válidos los valores que sostiene la Madre Teresa de Calcuta y los que sostienen los grupos islámicos extremistas? Nosotros podríamos afirmar sin ningún empacho que no. Sin embargo, otra de las características de la postmodernidad es sostener puntos de vista aparentemente contradictorios y no sentir la más mínima aprensión al respecto. Vive y deja vivir es el lema de estos tiempos. Permite que cada persona tome sus propias decisiones con respecto a lo que es correcto e incorrecto. Ahora bien, la nueva tolerancia va un paso más allá en sus pretensiones. No es suficiente con que cada persona tenga la libertad para tomar las decisiones que considere más adecuadas en cuestiones de moralidad, ética y conducta. No basta con tener la posibilidad de decidir por uno mismo acerca del bien y del mal. Los defensores de la nueva tolerancia exigen de los demás alabanza y el reconocimiento

explícito de que sus creencias, valores y opciones son tan válidos como los nuestros. Expresado con total y meridiana claridad y contundencia. Hoy en día para ser auténticamente tolerante –siempre de acuerdo con la nueva tolerancia- uno debe aprobar, apoyar y sinceramente refrendar las creencias, valores y estilos de vida de los demás. Este es el más paso más allá al que nos ha llevado la nueva tolerancia. No solamente todas las verdades son válidas. También lo son todos los valores y todos los estilos de vida. Nadie puede ni siquiera osar emitir un juicio sobre la forma en que otras personas decidan vivir su vida. Contrariamente todo el mundo debería activamente apoyar las opciones vitales tomadas por otros. Para el cristiano en general y la juventud en particular la nueva tolerancia plantea serios cuestionamientos. ¿Cómo puede un joven tomar decisiones morales si todas las opciones y posibilidades son igualmente válidas? ¿Cómo es posible discernir cuál puede ser la mejor opción, la más correcta desde el punto de visto moral y ético? ¿Cómo podemos hacer ningún tipo de juicio o valoración sobre las creencias, valores o estilos de vida de otras personas? ¿En base a qué? Si todas las opciones son igualmente válidas ¿Cómo vamos a evangelizar si la noción de pecado desaparece totalmente?

III.

NUEVA TOLERANCIA E IDENTIDAD

El paso anteriormente descrito es muy importante y tiene tremendas implicaciones para el cristianismo y nuestra labor de cumplimiento de la Gran Comisión. Para poder comprender esta transición es necesario que entendamos cómo es percibida la cuestión de la identidad en la postmodernidad. En la postmodernidad desaparece totalmente la diferencia entre lo que una persona es y aquello que la persona hace, cree o los valores que la misma sostiene en la vida. Consecuentemente, mi identidades inseparable de lo que hago, pienso y creo. Mi identidad personal está en completa simbiosis con mi cultura y mi conducta. La separación forma parte de la visión de la tolerancia tradicional. Las implicaciones que esto tiene son claras: •

Si juzgas mis creencias, valores o estilo de vida me estás juzgando a mí mismo.



No hay diferencia posible entre lo que soy y aquello que pienso y hago.



Si no puedes aceptar mi estilo de vida eres intolerante conmigo. La vieja afirmación de “odiar el pecado pero compadecer al pecador” es imposible. Odiar mi estilo de vida es odiarme a mí. Yo soy la manera en que vivo.

El político francés Edgard Pisan, mencionado por Josh McDowell, ha ce la siguiente afirmación:

La intolerancia… no es simplemente la falta de un sentido de solidaridad con otras personas: es el rechazo de otros por lo que son, por lo que hacen, por lo que piensan y, eventualmente, simplemente porque existen. La implicación de las palabras de Pisan son muy evidentes. Eres intolerante si no me aceptas tal y como soy y no valores lo que hago. La falsa premisa en la que se basa la nueva tolerancia es la siguiente: lo que hago representa lo que soy. En función de esta premisa nosotros no podemos condenar la homosexualidad de una persona y al mismo tiempo mostrar amor y aceptación incondicional por la misma. Al emitir un juicio sobre su homosexualidad estamos lanzando un juicio sobre la misma esencia de la persona y, por tanto, condenándola. Las personas postmodernas no distinguen, no pueden hacerlo por haber sido educadas bajo el paradigma de la nueva tolerancia, entre los juicios emitidos contra su conducta y los juicios emitidos hacia ellos como personas. Lo uno implica a sus ojos necesariamente lo otro. Aquí se produce uno de los grandes conflictos de comunicación entre las personas educadas bajo uno y otro paradigma. Mientras unos piensan que aman y aceptan incondicionalmente a los otros, a pesar de que puedan condenar sus conductas. Estos últimos reciben como una condena y una falta de amor y aceptación incondicional cualquier tipo de comentario, valoración o juicio sobre su estilo de vida. Es imposible la comunicación porque las mismas palabras están cargadas de un valor semántico totalmente diferente.

La tolerancia se convierte en la única virtud auténticamente universal. Consecuentemente es intolerante cualquiera que afirme o, tan siquiera pretenda, no el poseer una verdad universal y objetiva, sino incluso aquel que tenga la desfachatez de afirmar la existencia de algo así. No olvidemos que cualquier pretensión de objetividad, absolutismo o dogmatismo será considerada como intolerancia. Las palabras del profesor de filosofía Deslié Armour expresan con total claridad la importancia de la tolerancia como la virtud más elevada a la que se puede aspirar: Nuestra idea es que ser un ciudadano virtuoso es ser alguien que lo tolera todo excepto la intolerancia. No perdamos de vista que el afirmar tener la verdad absoluta o afirmar que otros pueden estar equivocados en sus creencias o estilos de vida es un síntoma evidente y agresivo de intolerancia. ¿Nos cuesta ver las implicaciones que eso tiene para la fe cristiana? Jesús afirmó ser el camino la verdad y la vida. Declaró que nadie podía acercarse al Padre si no era a través de Él. Jesús pretende ser el único que puede dar vida eterna y dice sin ambages que es Dios. La Palabra de Dios se declara competente para emitir juicios no únicamente sobre las conductas de las personas, sino también sobre las intenciones de sus corazones. El cristianismo es políticamente incorrecto y sus pretensiones dogmáticas de ser la única religión verdadera son totalmente intolerables y un signo rabioso, abierto, agresivo y violento de intolerancia hacia todos aquellos que no encajan en su estrecho molde.

McDowell en su libro acerca de la tolerancia menciona la experiencia sufrida por un estudiante de la Universidad de Stanford en California: Recientemente, un decano de la Universidad de Stanford comenzó a presionar a los grupos cristianos evangélicos para que pararan su práctica de “hacer proselitismo entre los otros estudiantes”. Irónicamente, lo que enfadó al decano no fue el contenido del mensaje que estaba siendo compartido, sino la práctica de compartirlo en sí misma. El cree que con el simple hecho de aproximarse a alguien con el Evangelio, uno está implicando que las creencias de esa persona son inferiores a las propias. Tal implicación es inaceptable porque está llena de prejuicios e intolerancia. McDowell indica que hay cuatro elementos en la misma esencia de la fe cristiana que la convierten en intolerante a los ojos de los defensores de la nueva tolerancia. En primer lugar la Palabra de Dios. Los cristianos creemos que la Biblia es la Palabra inspirada dada por Dios al ser humano. Creemos que en ella se encuentra claramente definida toda noción de lo correcto y lo incorrecto y, por tanto, los seres humanos pueden construir sus vidas y culturas sobre la misma. En segundo lugar esta la persona de Jesús y la cruz de Cristo. Ya hemos hablado anteriormente sobre las declaraciones exclusivas y excluyentes de Jesús. La cruz es un signo de intolerancia porque abierta

y

claramente

expresa

y

contundentes del Maestro de Nazaret.

representa

las

afirmaciones

En tercer lugar está la doctrina del pecado. En la Biblia se especifican muchas

conductas

y

actitudes

de

los

seres

humanos

como

pecaminosas y, por tanto, reprobables. Pero con los principios de la nueva tolerancia nadie puede emitir juicios morales sobre las conductas de otras personas sin ser considerado intolerante. Finalmente nos encontramos con la misión de la Iglesia. La iglesia está llamada en la Gran Comisión a llevar el mensaje de salvación a todas las naciones. La labor de hacer discípulos es considerada como intolerancia por los practicantes y abogados de la nueva tolerancia. La premisa de que las personas deben ser cambiadas de su “errónea” manera de vivir es inaceptable.

IV.

LAS CONSECUENCIAS DE LA NUEVA TOLERANCIA

A. La muerte de la verdad La verdad con mayúsculas ya no existe. Como hemos dicho por activa y por pasiva la verdad es una construcción personal y social. No hay tal cosa como la verdad objetiva y, por tanto, esta no puede ser conocida. B. La muerte de la moralidad

Del mismo modo que no hay absolutos en el terreno de la epistemología tampoco los hay en el terreno de la ética y la moral. Como la verdad, ambas cosas son meras construcciones culturales y sociales. Cada uno debe de tomar sus propias decisiones con relación a lo que es correcto o incorrecto. C. La muerte de la justicia El escritor Don Closson dice con relación a las implicaciones que la nueva tolerancia tiene para la justicia: Mientras que los abogados de la nueva tolerancia pueden de manera ocasional hacer alguna mención a la justicia, ésta no puede ser la base o cimiento para su movimiento. Para que alguien pueda afirmar que ciertas acciones o palabras son injustas, debe asumir que un cierto orden moral –aparte de uno mismo- realmente existe. La injusticia implica la existencia de la justicia, justicia implica la existencia de leyes morales, y las leyes implican que un dador de las mismas existe. Con el continuo crecimiento de la nueva tolerancia la idea de justicia se irá debilitando cada vez más hasta el punto que más y más los legisladores y los políticos tomarán sus decisiones en base a la presión de la opinión pública expresado por medio de encuestas de opinión y estudios sociológicos. Esto significará también el fin de todo tipo de ideología política. Lo importante no será hacer lo correcto, aunque esto sea impopular. Lo que contará será hacer aquello que requiere y pide

la opinión pública, incluso si a los ojos del legislador o gobernante se trata de algo injusto o incorrecto. D. La pérdida de las convicciones Josh McDowell sabiamente indica que la pérdida de todo tipo de convicciones será otro de los resultados de la nueva tolerancia. Hemos de reconocer que va a ser más y más difícil para nuestros jóvenes el sostener ningún tipo de convicciones personales en un contexto en el que todas las creencias, valores y estilos de vidas son igualmente válidos. Precisamente una de las consecuencias de la tolerancia y el pluralismo es la pérdida de sentido de las diferentes opciones. Todas quedan relativizadas y diluidas. E. La privatización de la experiencia religiosa Las manifestaciones religiosas, especialmente las de tipo cristiano, serán consideradas más y más como muestras de intolerancia y, por tanto, existirá una presión cada vez mayor por parte de muchos grupos sociales, políticos e incluso religiosos de otro signo, para que toda

manifestación

pública

de

la

fe

cristiana

sea

mantenida

estrictamente dentro de los límites de la esfera personal y privada de los individuos. La fe será desterrada de la arena pública e incluso los individuos que públicamente se identifiquen como cristianos pueden ver en peligro su progreso cultural, social y político. Esto último tiene todo el sentido si consideramos que el ser cristiano conllevará automáticamente el ser tildado de fundamentalista, intolerante y absolutista.

Por otra parte, muchos cristianos aprenderán a autocensurar su fe a fin de evitarse problemas en la vida pública. Las palabras de Pablo a Timoteo de que todo aquel que quiera vivir piadosamente habrá de sufrir persecución, parecen tomar una nueva y actual dimensión a la luz de la nueva tolerancia. F. El peligro de la desaparición de los derechos humanos Una de las expresiones de la nueva tolerancia es el multiculturalismo. El multiculturalismo vendría a ser a nivel social lo mismo que los diferentes estilos de vida a nivel individual. De la misma manera que en una sociedad existen muchos individuos diferentes y cada uno de ellos tiene derecho a su propio estilo de vida, también a nivel global existen muchas culturas diferentes que tienen todo el derecho a ser como son y a impedir el ser cambiadas desde el exterior. Tiene todo el sentido del mundo ¿Qué derecho tienen una cultura a juzgar la forma en que otra ha decidido organizarse? Las implicaciones de esta afirmación pueden ser más peligrosas de lo que a primera vista uno puede suponer. De hecho, y como se menciona en el documento sobre el relativismo, muchos países no occidentales están cuestionando cada vez con más seriedad el concepto de los derechos humanos por considerarlo una construcción cultural occidental ajena a las tradiciones culturales propias. El mundo occidental continúa insistiendo en que la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha de ser un absoluto ético y moral para todo el planeta. Pero si hemos de ser sinceros dicha

afirmación carece de cualquier tipo de fundamento lógico a luz de la nueva tolerancia. G. El triunfo y la exaltación del sentimiento La nueva tolerancia, con su nuevo énfasis en la identidad del ser humano que hemos visto anteriormente, abre un camino para el triunfo del sentimiento sobre la razón, otra, por cierto, de las características propias de la postmodernidad. ¿Cómo puede ser incorrecto lo que yo siento? Poner en duda mis sentimientos equivaldrá a poner en duda mi propia identidad al emitir juicios sobre los mismos, lo cual, como ya hemos vistos es una clara señal de intolerancia.

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN 1. ¿En qué se diferencia la nueva tolerancia de la tolerancia tradicional? 2. ¿Por qué la nueva tolerancia es un serio reto para la pastoral juvenil? 3. ¿De qué forma la nueva tolerancia condiciona nuestro trabajo con los jóvenes? Por favor, sé práctico

4. ¿Qué podemos hacer para ayudar a los jóvenes a superar estos desafíos?

LOS RETOS DE LA POSTMODERNIDAD III EL PLURALISMO

En anteriores artículos abordamos el relativismo y la nueva tolerancia como

dos

importantes

retos

que

la

postmodernidad

nos

está

planteando. En este artículo estaremos tratando el último de los grandes desafíos que en nuestra opinión, el mundo postmoderno plantea al trabajo con los jóvenes y los adolescentes de nuestras iglesias locales. Vamos a verlo.

I.

UNA SOCIEDAD PLURAL Los padres de los adolescentes actuales fuimos educados en una

sociedad en la que no existía una pluralidad de cosmovisiones o formas de ver la vida. La cultura judeocristiana era el eje alrededor del cual los valores públicos y privados se estructuraban. Bien es cierto que aquella sociedad estaba recibiendo los primeros y potentes embates del secularismo y estaba en camino de perder su monopolio, era no obstante la dominante y en ese contexto fuimos educados y crecimos. Raramente entrábamos en contacto con personas que tuvieran una forma de vida o de entender ésta que fuera radicalmente diferente de la nuestra. Cierto que los católicos diferían de la manera evangélica de ver la fe, sin embargo, eran variaciones sobre una misma

cosmovisión. Hoy en día, es mucho más evidente, que hay más similitudes en la forma de entender la vida de un católico que las que hay con una persona que no participa de los valores culturales del cristianismo. Todo esto ha cambiado drásticamente con la llegada de la postmodernidad. El pluralismo, la variedad, la heterogeneidad, la distinción, la diferencia, son algunas de las divisas de los tiempos en que

vivimos.

Al

contrario

del

tiempo

que

hemos

descrito

anteriormente, hoy en día, carecemos de un centro unificador y estructurador que de coherencia y sentido a la totalidad de la vida. A este respecto, Antonio Jimenez Ortiz en un artículo titulado Cómo comunicar la fe a la juventud actual escribía: “Los jóvenes padecen una aguda fragmentación interna, sin una columna vertebral que sostenga a la persona. La desestructuración interna genera inseguridad personal, y con frecuencia, una baja autoestima.”

La pluralidad nos deja a merced de la elección, de la necesidad de escoger los valores que creamos más adecuados y correctos para estructurar

alrededor

de

ellos

nuestra

cosmovisión.

Pero

al

encontrarnos en un contexto de pluralismo sociocultural, vemos que se presentan ante nosotros, múltiples sistemas de valores en abierta competencia por conseguir nuestra lealtad y compromiso. El pensador cristiano Os Guiness afirma que el pluralismo lleva a una relativización de todas las opciones. Todo, afirma este escritor, acaba convirtiéndose en una cuestión de opciones o elecciones personales. Efectivamente, cuando múltiples visiones del mundo se

enfrentan y reclaman nuestro afecto y atención, todas quedan relativizadas, y las personas ante tal avalancha de opciones empiezan a dudar y cuestionar el propio marco de referencia, su propia cosmovisión personal. En este contexto de variedad y pluralismo la postmodernidad encuentra el terreno ideal para llevar a cabo su proceso de deconstrucción. La deconstrucción es la negación de la capacidad del ser humano para interpretar la realidad o hacer declaraciones de verdad desde un punto de vista objetivo. Si la realidad objetiva no existe,

entonces

todo

queda

relativizado,

cualquier

opción

o

cosmovisión es tan válida como cualquier otra, cualquier religión es válida como cualquier otra. Estos conceptos de pensamiento pueden parecernos demasiado abstractos o simples divertimentos intelectuales, sin embargo, han llegado al hombre de la calle y forman parte de nuestra vida cotidiana y nuestra forma de pensar y afrontar la realidad. Hoy en día no hay nada incorrecto con ser cristiano, homosexual, budista, musulmán o practicar la quiromancia. Nada está bien o está mal, todo es cuestión de elecciones personales. La tolerancia nos lleva a afirmar que aunque nosotros nunca vayamos a practicar una determinada opción no vamos a negar que puede ser buena y válida para otras personas.

II.

ADOLESCENTES Y PLURALISMO Este es el contexto, el caldo de cultivo cultural y social en el que

los adolescentes del 2000 están creciendo, y nos guste o no, es el

mismo en el que nuestros hijos se están formando. Por tanto, no debemos engañarnos, todo lo que aplica a los adolescentes de esta generación aplica a nuestros hijos, ellos no son diferentes, son hijos de su cultura y su tiempo. Los adolescentes de nuestros días están acostumbrados y han mamado el pluralismo y la diversidad desde siempre. En sus escuelas cada vez es más normal la presencia de chicos y chicas de otras razas, culturas y religiones. Cuando llegan a la secundaria y aún más en la universidad, no es nada raro para ellos encontrarse con compañeros y compañeras que tiene valores y cosmovisiones de lo más variado y variopinto. Tener amigos homosexuales, budistas, que creen en las abducciones, que son ateos o que practican activamente la nueva era es algo asumido por nuestros hijos. Es cierto que muchos de ellos no practicarán el estilo de vida de sus amigos y compañeros, pero lo encuentran aceptable y válido para ellos y, por tanto, lo toleran y respetan. Los medios de comunicación y la creciente importancia e influencia de Internet hace que nuestros hijos tengan una visión global, y decir global, significa decir plural, como nunca antes ninguna generación la tuvo. Los medios masivos de comunicación, de los que son ávidos consumidores, ponen a su disposición una multiplicidad de formas y maneras diferentes de vivir la vida. Las producciones que consumen no son mero entretenimiento, son transmisores de la amplia variedad de opciones vitales que nuestra sociedad brinda a sus miembros.

Desde pequeños están acostumbrados a ver con naturalidad parejas de hecho, monogamias sucesivas, parejas homosexuales, parejas monoparentales, madres que acuden a bancos de semen para poder tener hijos sin necesidad de tener que casarse o convivir en pareja, familias mezcladas

–aquellas que se forman con hijos

procedentes de matrimonios anteriores de los cónyuges, además de los propiosInternet les permite acceso directo e inmediato a fuentes de información y a posibilidades de conocimiento que hace simplemente cinco o seis años eran un sueño para la mayoría de nosotros. Todo esto les permite vivir directa o vicariamente experiencias que antes estaban reservadas a los adultos o a los miembros de diferentes culturas o contextos sociales. Nuestros hijos, crecen pues, en un ambiente en que se ven confrontados con una gran variedad de opciones definidoras de la realidad. Todas estas opciones compiten por su atención y lealtad. Entre todas estas opciones el cristianismo, nuestra fe, la fe de sus padres es simplemente para ellos una opción más en competencia con muchas

otras

opciones.

Además,

en

este

supermercado

de

cosmovisiones tan propio de la postmodernidad, el cristianismo no necesariamente es a sus ojos ni la mejor, ni la más novedosa, gratificante o atractiva de las opciones a las que dar su lealtad. Creo que nuestra generación creció alrededor de una verdad única. Una verdad que podías aceptar o rechazar. A la que podías dar tu lealtad o negársela, pero al fin y al cabo era la VERDAD y como tal la reconocíamos. Contrariamente, nuestros hijos crecen alrededor de

muchas verdades, todas con minúsculas, todas reclamando su atención y lealtad y compitiendo por ser las mejores, las más gratificantes y atractivas.

III.

EL DESAFÍO DE LLEVAR LA FE A LOS ADOLESCENTES Todo lo anteriormente expuesto plantea un gran reto a los

padres y educadores ¿Cómo podemos ayudar a nuestros adolescentes a entender y aceptar el cristianismo como la VERDAD única y definitiva? ¿Cómo podemos hacer creíble el evangelio entre tantas opciones que compiten por convertirse en la cosmovisión que domine sus vidas? Hemos de notar que no estamos hablando de hacer el evangelio atractivo en el sentido estético, lúdico o políticamente correcto del término. Estamos planteando hacer el evangelio creíble y digno de convertirse en la estructura alrededor de la cual los chicos y las chicas pueden organizar su vida. Se trata, dicho en otras palabras, de ayudarles a ver y experimentar que entre todas las opciones sólo una relación personal con el Señor satisfacerá su necesidad de sentido, propósito y realización. En el anterior párrafo hay dos palabras que han sido resaltadas: ver

y

experimentar.

Nuestra

generación

es

una

generación

predominantemente intelectual y racional. No debemos olvidar que hemos sido educados en la modernidad, bajo el imperio del intelecto y la razón. Nuestros hijos son fruto de la postmodernidad, y para ellos el sentimiento y la experiencia son los elementos dominantes. Para

nosotros, la argumentación y el razonamiento son importantes a la hora de tomar compromisos. Para ellos, la experiencia y la evidencia son determinantes. El autor Peter Berger, al hablar de la pluralidad que la sociedad postmoderna impone, indica que cada cosmovisión, es decir, cada forma de entender y explicar la vida, necesita y requiere de una base social para justificar su existencia continuada y real como cosmovisión. A esta base social, este autor la denomina, estructura de plausibilidad. Vamos a tratar de explicar el párrafo anterior en términos más coloquiales

y

llanos.

Hay

muchas

formas

de

ver

la

vida

en

competencia, todas clamando ser la verdad y pidiendo la fidelidad de la gente. Para que las personas puedan confiar en una de esas formas de ver la vida necesitan verla puesta en práctica y funcionando en un grupo humano. Cuando existe un grupo de gente que practica los valores de esa cosmovisión, los observadores ajenos a la misma pueden observar la coherencia o no de dicha forma de vida y pueden valorar la credibilidad o no de la misma. Eso es una estructura de plausibilidad, un grupo de gente que vive lo que predica. Dennis Hollinger, un estudioso cristiano del tema, afirma que cuanto más coherente sea una estructura de plausibilidad más credibilidad tendrá la cosmovisión que este grupo represente. Dicho de nuevo en lenguaje coloquial, cuanto más coherente es la vivencia de un grupo más credibilidad tiene su forma de ver la vida. Cuando la cultura judeocristiana era la estructura básica que proporcionaba la cosmovisión de la mayoría de las personas en la sociedad, todo era más fácil. En estos momentos, al ser minoritaria y tener que vivir en

abierta

y

despiadada

competencia

con

otras

cosmovisiones,

la

estructura de plausibilidad se hace más necesaria y su papel más vital. Las implicaciones son claras de cara a un ministerio con jóvenes y adolescentes. Nuestros hijos necesitan no únicamente que les transmitamos la verdad, necesitan ver y experimentar esa verdad funcionando en una estructura de plausibilidad coherente y creíble. Hemos de asumir la realidad que para nuestros hijos el cristianismo ya no es la VERDAD, es una verdad más en competencia, y, por tanto, hemos de luchar por mostrarles que es la mejor opción alrededor de la cual pueden estructurar toda su vida, su presente y su futuro eterno. Pero no olvidemos que esta generación no se mueve por razonamientos sino por experiencias. No basta explicarles la verdad, compartirla, trasmitirla, ellos deben ver la verdad actuando, encarnada y viviendo en un grupo humano. Sólo entonces esa verdad tendrá credibilidad para ellos.

PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN: 1. ¿Cómo definirías con tus propias palabras el pluralismo? 2. ¿Por qué el pluralismo es un reto para la pastoral juvenil? 3. ¿De

qué

modo

adolescentes?

ha

de

condicionar

el

trabajo

con los

4. ¿Por qué es tan importante que los adolescentes puedan tener estructuras de plausibilidad? 5. ¿Qué puedes hacer en tu situación de ministerio para desarrollar una buena estructura de plausibilidad para los adolescentes?

REVISAR NUESTRAS PREMISAS EDUCATIVAS

Los estudios anteriores nos sirvieron para definir de forma breve qué es la postmodernidad. También pudimos observar algunas de las características más notables de los jóvenes postmodernos. Por último, durante

los

tres

últimos

meses

abordamos

los

desafíos

más

importantes que la postmodernidad plantea a la juventud. El propósito de este estudio es trabajar los cambios que debemos llevar a cabo en nuestra forma de trabajar con la juventud de nuestras iglesias. Este tema puede ser muy delicado ya que cuestionará muchas premisas

que

nos

son

conocidas

y

queridas,

aunque

no

necesariamente sean bíblicas. Esperamos que lo tratado en este tema os ayude a servir mejor a la juventud de nuestras comunidades.

I.

LA VERDAD OBJETIVA YA NO FUNCIONA PARA LOS JÓVENES

Cuando hablábamos del relativismo ya mencionamos que éste se da en dos campos diferentes, el campo de la moral y el campo del conocimiento. Afirmamos que el relativismo indica que no existen verdades absolutas en el campo del conocimiento. La verdad absoluta no existe, afirman los relativistas. Si existiera, pueden llegar a admitir, sería imposible conocerla y, naturalmente, sería totalmente imposible el demostrarla. El concepto de verdad absoluta que hoy en día manejamos con tanta soltura tiene su origen en la Ilustración europea. La ilustración fue ese movimiento filosófico que se dio en la Europa del siglo XVIII. La ilustración enseñaba que el conocimiento que nosotros podemos tener por medio de la razón es como una especie de espejo, o foto, de la realidad, de cómo el mundo realmente es. Dicho de otra manera, por medio de nuestra razón, de nuestro intelecto podíamos llegar a conocer las cosas tal y como realmente eran. Podíamos estar seguros que lo que sabíamos era cierto y tenía una correspondencia fiel con el mundo real. Se creía que la verdad, por decirlo de una manera coloquial, existía ahí afuera, en una especie de limbo o lugar donde la verdad residía. Esta verdad estaba esperando ser descubierta, y ese descubrimiento podía llevarse a cabo por medio del uso de la razón. Cuando usábamos nuestra razón podíamos estar seguros que aquello que llegábamos a conocer era real, cierto y objetivo. Es decir, todas las personas,

partiendo de la misma base y usando su razón podían llegar a las mismas conclusiones puesto que la verdad era algo objetivo, algo que tenía existencia por sí misma al margen totalmente del observador exterior. Bien, ya sé que para algunos hermanos lectores todo esto puede sonar a arameo del periodo intertestamentario, sin embargo, es muy importante tratar de comprenderlo para poder entender los cambios que se han producido en la manera de pensar y vivir de nuestros jóvenes. Sigamos con nuestro intento. Si la verdad era objetiva y existía, eso significaba, como hemos mencionado antes, que cualquier persona que no estuviera impedida o condicionada por las nubes de la sinrazón, los prejuicios ideológicos o los intereses personales, podría llegar a la misma conclusión que nosotros, ya que la verdad es algo objetivo, con existencia propia al margen de cualquier observador. Vamos, que si los dos miramos a los mismos hechos y no llegamos a la misma conclusión es debido a que alguno de los dos está condicionado en su acercamiento por las razones que sean. Si la verdad existe por sí misma (recordemos que en una especie de “limbo”) al margen de las personas, puede existir una dicotomía entre mi forma de pensar y mi forma de vivir. No habría una relación necesaria entre ambas aunque esta si que fuera deseable. Dicho de manera más clara. Yo puedo hablar del evangelio y no vivirlo ni demostrarlo en mi vida personal. Pero, aunque exista una dicotomía el evangelio continúa siendo la verdad, y cualquier persona que investigara las evidencias debería de llegar a reconocer esa verdad. Si

no lo hacen es por intereses oscuros que les impiden acercarse a Dios. La verdad, sigue siendo la verdad aunque yo no la viva ni la encarne en mi experiencia. Todo lo dicho hasta ahora refleja la forma de pensar de la modernidad. Estas eran las premisas con las que las personas modernas se acercaban al tema de la verdad. Sin embargo, no olvidemos, ya lo hemos mencionado anteriormente, los postmodernos, es decir, los jóvenes con los que estamos trabajando se acercan al tema de la verdad con unas premisas completa y totalmente diferentes.

II.

LA MODERNIDAD Y LA ENSEÑANZA BÍBLICA

En la modernidad la verdad era, ante todo, conocimiento intelectual al que se llegaba por medio de la razón. En consecuencia, y a fin de estar en línea y ser aceptables a la modernidad y contactar con ella, los evangélicos adaptamos todo nuestro acercamiento educativo a las premisas con las que se movía la modernidad. Ross Rhode en un magnífico artículo titulado El evangelio y la postmodernidad

(puedes

www.aventuraweb.org)

descargarlo

explica

cómo

de la

nuestra forma

en

página que

web

hemos

organizado la educación en el mundo cristiano responde a la concepción moderna de la verdad. Veamos algunos ejemplos. •

Perspectiva científica de la Biblia. Toda nuestra apologética está orientada a demostrar que la Biblia es históricamente fiable y

que podemos confiar en que el texto recibido es el que realmente escribieron los autores de los diferentes libros. •

Énfasis en la doctrina. Hemos hecho grandes esfuerzos en sistematizar la Escritura, de ahí la importancia de nuestra teología sistemática y de nuestras controversias teológicas y doctrinales sin fin, en ocasiones, por matices totalmente banales. Se produce también un rechazo a todo aquello que no encaja dentro de nuestros sistemas doctrinales.



Poca tolerancia al misterio. La razón era lo más importante en la modernidad y, nosotros, a fin de hacer el cristianismo aceptable a la modernidad intentamos suprimir todo aquello que olía demasiado a misterio o sobrenatural. Llevado al extremo trajo consigo todo el proceso de desmitificar la Biblia que la teología protestante europea llevó a cabo durante los siglos XIX y XX. Sin embargo, sin ir más lejos, muchas de nuestras denominaciones contemporáneas tienen aversión a todo tipo de manifestaciones carismáticas procedentes del Espíritu y a toda la vertiente subjetiva de la experiencia cristiana.



Poca tolerancia por la disensión y la diversidad. Esto es una realidad tanto a nivel de doctrina como de práctica. Estamos tan convencidos de tener la verdad objetiva, que nos resulta muy difícil tolerar y aceptar incluso a hermanos que ven esa verdad o la entienden de manera diferente a la nuestra.



Proclamación del evangelio como doctrina. Las iglesias han desarrollado una gran capacidad para transmitir el mensaje del evangelio de una forma proposicional, clara y sencilla. Hemos esquematizado, resumido y simplificado el evangelio para hacerlo más comunicable. Las Cuatro Leyes Espirituales serían

un ejemplo y a la vez, la obra maestra de la modernidad en este sentido. •

Centralidad de la predicación y la enseñanza. La manera en que entendemos la fe hace que consideremos espiritualmente maduro a aquel que posee conocimiento bíblico y doctrinal. De ahí la importancia de la enseñanza. De hecho, nuestros ministerios de enseñanza en la iglesia local copian el sistema educativo secular, con grados, currículos, materias, etc.



Poca prioridad al discipulado personal. La transmisión de la fe por medio del acompañamiento espiritual, que fue central durante muchos años en la iglesia cristiana, no tiene el lugar central que debería tener. Incluso, cuando se da, está más centrado alrededor del estudio bíblico que la transmisión de vida espiritual. En ocasiones bajo la expresión discipulado se esconde un sistema reglado de formación. Nada puede ser más contrario al espíritu del discipulado bíblico que la expresión “clase de discipulado” o bien, “curso de discipulado” A uno le resulta difícil ver a Jesús usando esas expresiones y siguiendo ese patrón.

La iglesia se adaptó a la modernidad y lo hizo bien. Sin embargo, los tiempos han cambiado y, sin cambiar el evangelio, la iglesia debería hacer un esfuerzo para acomodar sus premisas educativas a los nuevos tiempos. Esto requiere mucha sabiduría y sensibilidad para saber desechar aquello que es temporal y cultural y mantener a la vez el evangelio puro. Hemos de cambiar la forma pero no el fondo. Sin embargo, el peligro se da cuando confundimos ambas cosas y defendemos la forma como si del fondo se tratara. Esta confusión puede llevarnos a muchos problemas, el principal de ellos sería defender la cultura de la modernidad como si del evangelio se tratara

impidiendo con ello que los jóvenes con una mentalidad postmoderna puedan acercarse al evangelio redentor de Jesús. El vino nuevo requiere de odres nuevos. Al menos, eso afirmaba Jesús.

III.

EL CONCEPTO DE VERDAD HA CAMBIADO PARA EL JOVEN

No lo olvides, los jóvenes postmodernos quieren ver y experimentar. Ellos no se acercan a la verdad y al conocimient o de la misma por medio del intelecto sino más bien por medio de la experiencia. Vale la pena volver a recordarlo el concepto de verdad objetiva a la que se accede por medio de la razón es una invención, un producto de la Ilustración. La nueva generación no pueden identificar la verdad en un discurso o una predicación, necesitan verlas encarnada en un grupo humano, en la comunidad, en individuos para poder reconocerla y, por tanto, poder aceptarla en sus vidas. Ya mencionamos al hablar del pluralismo que en las sociedades postmodernas

son

precisas

las

estructuras

de

credibilidad

o

plausibilidad para que los diferentes estilos de vida puedan ser creíbles y aceptables. Para los jóvenes postmodernos no basta con decirles o explicarles la verdad. No importa cuan ortodoxa y bien sistematizada esté nuestra teología. Para ellos es indiferentes cuántas doctrinas tengamos y nuestros planes y estructuras para enseñarlas. Ellos necesitan ver la verdad en la comunidad en la que forman parte y, a menos que la

vean, no podrán reconocerla. No lo olvides, ellos no procesan la verdad como los modernos, ellos necesitan ver, vivir y experimentar. Ya lo desarrollamos en el tema del pluralismo, la comunidad cristiana debe actuar como estructura de credibilidad, es decir: •

Debe ser un grupo humano que vive y practica lo que cree. No basta con que enseñe la verdad y crea la verdad. Debe vivir de forma evidente la verdad.



Desde el punto de vista bíblico la verdad no es algo que existe ahí afuera, en ese “limbo” donde residen las ideas. Este concepto que popularizó la Ilustración tiene su origen, como tantas cosas, en el pensamiento griego. Desde el punto de vista bíblico la verdad sólo existe encarnada, bien sea en personas o en la comunidad.



Si una comunidad no vive la verdad, entonces no posee la verdad, tan sólo tiene discurso teórico.



Los jóvenes únicamente podrán identificar la verdad de Dios cuando la puedan ver encarnada, es decir, hecha carne, tomando vida en la comunidad o sus individuos.



Los jóvenes no buscan estructuras de credibilidad perfectas, pero,

como

mencionábamos

en

el

artículo

anterior,

si

coherentes. •

A menos que la comunidad provea con la verdad encarnada los jóvenes

no

podrán

tomar

decisiones

en

un

contexto

de

pluralismos. Es posible que llegados a este punto algunos lectores piensen que estamos rozando la herejía. Creemos que no. Es nuestra convicción

que la enseñanza bíblica va en la dirección que hemos estado apuntando. Veamos algunos puntos al respecto: •

En el Nuevo Testamento Jesús es la verdad revelada y encarnada. Jesús se definió a sí mismo como la verdad en el famoso pasaje de Juan 14:6.



En Juan 1:14 se nos dice que Jesús plantó su tienda en medio nuestro. Esto es muy importante. Jesús ha sido y sigue siendo la estructura de credibilidad de Dios. Nosotros sabemos que el amor y el interés de Dios por nosotros es cierto porque Jesús, con su encarnación, vida y muerte lo ha demostrado. El amor de Dios no es discurso, el amor de Dios es amor encarnado. Dios se ha hecho creíble para los seres humanos gracias a la vida de Jesús.



Jesús se definió a sí mismo como la luz. La luz que permite discernir en medio de la oscuridad. Del mismo modo, Jesús nos ha dicho a nosotros que somos la luz. No ha dicho que nuestras confesiones de fe o declaraciones doctrinales sean la luz. Lo que el Maestro afirma es que nuestras vidas son la luz, las que hacen creíble, o no, el evangelio.



Jesús fue su mensaje. Del mismo modo, el primer relato del evangelio y, todo sea dicho, el más creíble es nuestra propia vida. Muchas veces nuestra vida habla tan fuerte y claro que hace imposible el acercamiento al relato del evangelio escrito.



Jesús nos desafío a encarnar la verdad. Es interesante que en su afirmación de Juan 13:35, Jesús indica que el mundo llegará a la conclusión de que somos sus discípulos al comprobar nuestro amor. Dicho de manera más clara, no serán nuestros credos o confesiones de fe los que darán credibilidad a nuestra identidad

cristiana, será nuestro amor, o, por decirlo de otra manera, nuestra forma de vivir, la verdad encarnada. •

En su oración sacerdotal Jesús también indica que lo visible, en este caso nuestra unidad, será lo que ayudará a un mundo incrédulo a creer que Jesús ha sido enviado por el Padre (Juan 17:23). La verdad encarnada en la iglesia, ésta viviendo en unidad, será reconocible por el mundo, sin embargo, el discurso, no sirve ni tiene valor para una sociedad postmoderna.



Finalmente en el ya mencionado pasaje de la luz del mundo Jesús indica que cuando la gente vea nuestras buenas obras, entonces, y sólo entonces, alabarán a nuestro Padre que está en los cielos.

Los que estamos tratando de insistir una y otra vez es el hecho de que la verdad, desde el punto de vista de las Escrituras vive y toma cuerpo en la vida de la comunidad cristiana. La Biblia cuando habla de verdad habla de verdad encarnada. Cuando la iglesia no encarna la verdad sólo tiene discurso vacío. Cuando la iglesia no vive la verdad y ésta no toma cuerpo en los creyentes es irreconocible para los jóvenes postmodernos

que

tienen

premisas

diferentes

y

sólo

pueden

reconocerla cuando la ven y la experimentan. Jesús desafiaba a la gente a que fueran y vieran “VEN Y VE” fue el reto de Jesús a los que querían ser discípulos suyos. Es increíble como el evangelio

siempre

tiene

la

respuesta

a

los

desafíos de cada

generación. Para el joven postmoderno nuestra respuesta educativa ha de ser “VEN Y VE”, una respuesta auténticamente bíblica ¿no es cierto? Cuando trabajamos con los jóvenes y los adolescentes hemos de olvidarnos del “VEN Y OYE” propio de la modernidad y enfatizar el

“VEN Y VE”, “VEN Y VIVE”, “VEN Y EXPERIMENTA” a Jesús, la verdad encarnada. Nuestras

premisas

educativas

deben

cambiar

en

este

mundo

postmoderno. Para trabajar con los jóvenes y tener un impacto en sus vidas hemos de encarnar la verdad para ellos, hemos de vivirla. Recordemos que la verdad bíblica no existe en un limbo exterior donde residen las ideas tal y como suponían los griegos. La verdad existe encarnada en una comunidad de fe que la vive, la hace real y, por tanto, la hace identificable para los jóvenes. Este

artículo

tenía

como

propósito

desafiar

nuestras

premisas

educativas. El próximo trabajo tratará sobre la aplicación práctica de lo desarrollado, es decir, de qué modo podemos encarnar la verdad para los jóvenes, cómo se transmite la verdad en la postmodernidad.

EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL UNA NECESIDAD EN UN CONTEXTO POSTMODERNO

Con este breve ensayo llegamos al último de los estudios acerca del trabajo con adolescentes en el contexto de la postmodernidad. Queremos abordar en estas páginas la aplicación práctica que se ha de derivar

de

la

revisión

de

nuestras

premisas

educativas.

El

acompañamiento espiritual se presenta como el mejor medio para poder

encarnar

la

verdad

y

darle

credibilidad

para

nuestros

adolescentes.

I.

JUSTIFICACIÓN

El Señor Jesús en Marcos 2:22 nos narra la parábola de los odres nuevos y viejos. Según la misma, el vino nuevo no puede colocarse en odres viejos. De hacerlo, se corre el peligro de perder ambos, el vino y el odre. El nuevo vino requiere un nuevo odre. Todos los comentaristas están de acuerdo en afirmar que la parábola hace referencia al evangelio y al judaísmo. El viejo recipiente, el judaísmo, no era válido para el nuevo tipo de relación con Dios que Jesús estaba instaurando. Ambos no casaban y había el serio peligro

que el viejo odre, el judaísmo, acabara echando a perder el nuevo vino, una relación personal con Dios basada en la gracia y la fe. En Hechos 15 se nos narra la celebración del primer concilio de la iglesia cristiana, el Concilio de Jerusalén. Este cónclave fue decisivo para la historia del cristianismo. En el fondo, el problema a debatir era el de los odres nuevos y los viejos. Un sector de la naciente iglesia quería que los gentiles se convirtieran prácticamente en judíos, observando la Ley e incluso practicando la circuncisión. Otro sector, encabezado por Pablo y Bernabé consideraba que el nuevo vino, los gentiles, debían tener un nuevo odre, una iglesia cristiana libre de las cargas judaizantes. Gracias sin duda a la intervención de Dios, los asistentes al concilio tomaron la decisión de permitir que los gentiles construyeran odres nuevos para la nueva cosecha espiritual que se estaba recogiendo entre ellos. La iglesia cristiana en Palestina continuó con el odre viejo, observando la Ley y viviendo en el judaísmo. Hacia finales del siglo I, este tipo de cristianismo había prácticamente desaparecido y la iglesia cristiana era una iglesia de odres nuevos, eminentemente gentil. Los desafíos que la postmodernidad nos presenta, de los cuales ya hemos hablado, nos llevan a ser serios a la hora de plantearnos cuáles han de ser los nuevos odres que hemos de utilizar para la transmisión y el cultivo de la fe entre nuestros adolescentes. La iglesia, como institución cultural, so pena de quedar obsoleta, no puede permitirse el lujo de continuar acercándose al problema del vino nuevo con su bien elaborada estrategia de odres viejos.

No olvidemos la forma en que las nuevas generaciones se acercan y procesan la verdad, la necesidad de que ésta esté encarnada y que la iglesia actúe como una auténtica estructura de credibilidad. No olvidemos el ejemplo de Jesús, la verdad encarnada, y la práctica durante muchos siglos por parte de la iglesia del acompañamiento espiritual.

II.

AYUDAR A LOS JÓVENES A EXPERIMENTAR A DIOS

Cuando los jóvenes asisten a nuestras iglesias buscan y, además, tienen el derecho a encontrar un Dios real al cual puedan experimentar y el cual pueda manifestárseles. Los adolescentes ni quieren, ni desean, ni necesitan cultos fríos, muertos y carentes de total significado espiritual para ellos. Los adolescentes en particular, y los jóvenes en general, desean experimentar de forma real aquello que les estamos predicando y les estamos enseñando. No puede ser que hablemos de un Dios de amor, perdón, gozo, paz, acompañamiento en la vida cotidiana, auxilio en los momentos de angustia, dirección para la toma de decisiones y, después, todo eso no lo experimenten. Si nuestro acercamiento educativo a los adolescentes “habla” de ese tipo de Dios pero no les permite “experimentar” ese tipo de Dios, algo no funciona y, hemos de ser honestos y reconocer que con bastante probabilidad somos nosotros y nuestro sistema el que falla. Es una solución muy socorrida culpar al adolescente por no creer en vez de plantearnos si nosotros le estamos ayudando a vivir y experimentar la verdad. Recordemos

nuevamente, sin ver y experimentar esta generación no puede reconocer la verdad.

Esto nos plantea a los líderes y educadores de jóvenes un gran desafío, ayudarles a que vivan y experimenten una auténtica amistad con Jesús, una auténtica relación de amor con un Dios que les ama y acepta de forma incondicional

Todos aquellos que tenemos la responsabilidad de trabajar con los jóvenes debemos esforzarnos en ayudarles a reconocer a Dios en la vida cotidiana. Nuestro Dios es un Dios trascendente, es decir, que está más allá y separado de su creación, no constituye una sola cosa con ella. Pero a la vez, es un Dios cercano que está a nuestro lado que se revela en la cotidianeidad, que no es indiferente a nuestras necesidades y que constantemente trabaja en el universo. Nuestro Señor ha hecho que la vida cotidiana se convierta en sagrada al estar Él presente en todos y cada uno de sus aspectos. Los líderes de jóvenes tenemos el deber y el desafío de ayudar a la generación de adolescentes postmodernos a poder identificar y ver el trabajo cotidiano de Dios, no únicamente en sus vidas personales, sino a su alrededor. Un contraste entre la antigua forma de hacer ministerio juvenil y la nueva forma pueden sernos de gran ayuda para entender lo que queremos decir. Se trata, como fácilmente se verá, en un contraste entre nuevos y viejos odres

Modelo tradicional de

Acompañamiento espiritual

ministerio En el modelo tradicional de

En el modelo nuevo de

ministerio la palabra clave es

acompañamiento espiritual la clave

conocimiento. Este modelo nacido

es la intimidad y el desarrollo de una

y pensado para la modernidad está

relación personal con Jesús. Se

basado en la transmisión de

busca que el joven pueda conocer y

información dirigida

experimentar la realidad de la

fundamentalmente al intelecto. Se

presencia de Dios, no sólo en su

considera que la fe, la madurez y el

vida, sino en el mundo en general.

crecimiento se adquieren a través

Este modelo no descarta el

del acceso a la información acerca

conocimiento ni la transmisión de

de Dios y la vida cristiana. El modelo información, sin embargo, va más presupone que dado el conocimiento

allá de la misma y provee al joven

correcto los jóvenes sabrán

con oportunidades para la

identificarlo como tal y sabrán cómo

experiencia y lo expone a la verdad

aplicarlo en su vida y su realidad

encarnada.

cotidiana. Este tipo de modelo de ministerio se

El nuevo modelo de ministerio busca

centra en entretener y enseñar. Si

y pretende ayudar a los jóvenes y

definimos la enseñanza como la

adolescentes a desarrollar un

mera transmisión de información

concepto que denominaremos RED.

veremos que muchos grupos de jóvenes se han especializado

R

precisamente en eso, en transmitir información a los jóvenes que lo

Este modelo pretende ayudar a los

componen. El entretenimiento

jóvenes a reconocer el trabajo de

también es una parte central del

Dios a su alrededor. Los líderes de

viejo modelo. Muchas iglesias se

jóvenes, con su mayor madurez y

esfuerzan en retener a sus jóvenes

perspicacia ayudan a los

por medio de experiencias de ocio

adolescentes bajo su

creativas y constantes. ¡Cuidado! No responsabilidad a que puedan estamos diciendo que enseñanza y

identificar el trabajo del Señor en

entretenimiento sea malas.

sus vidas cotidianas, sus familias,

Simplemente estamos señalando un

sus amigos, su escuela, su iglesia, el

modelo de ministerio que gira

propio grupo de jóvenes, etc.

alrededor de estos ejes y, que de acuerdo a nuestra opinión, no es

Los líderes han de ayudar al

válido para los nuevos desafíos que

adolescente a interpretar la vida

plantea una sociedad postmoderna a cotidiana en clave sobrenatural y jóvenes y adolescentes.

divina. Cuando, por ejemplo, un joven ha salido ileso de un accidente automovilístico, no se trata de una cuestión de “vaya suerte que ha tenido”, antes bien, el líder les ayuda a ver “el cuidado y la providencia de Dios”. Este trabajo es tremendamente exigente para el líder ya que implica cercanía e implica al mismo tiempo su propia capacidad de discernir al Dios vivo actuando en su propia vida y su propio ambiente. Lo importante en este caso no es cuánto sabe el líder acerca del Señor, más bien cuánto de lo que sabe está experimentando y viviendo en su vida cotidiana. Sólo si esto sucede podrá ayudar a otros a reconocer y experimentar el trabajo del Señor en sus propias vidas.

Partimos de la base de que los líderes no somos ni los iniciadores, ni los protagonistas de la Pastoral Juvenil. Dios está trabajando en la vida de todos y cada uno de nuestros jóvenes y adolescentes desde mucho antes que nosotros, ni siquiera comenzáramos algún tipo de acción o trabajo con ellos. Somos, no lo olvidemos, colaboradores de Dios, de un Dios que trabaja y toma la iniciativa de buscar al hombre y que nos invita a nosotros a unirnos en ese trabajo. Es pues nuestro reto ayudar a los adolescentes a que puedan ver ese trabajo ya presente del Señor en sus vidas desde hace tiempo.

E El segundo paso es expresar el trabajo de Dios. De nuevo, esta es una responsabilidad del líder. Él debe comenzar expresando lo que Dios está haciendo y enseñándole en su vida cotidiana. Al hacerlo, los adolescentes podrán comprobar que Dios es real, que trabaja en la vida

de personas como ellos y, por tanto, puede

haber

esperanza

de

que

trabaje en sus propias vidas de forma real. Al expresar el líder u otros

jóvenes

cómo

Dios

está

actuando en su experiencia vital, el resto de los jóvenes comprueban que Dios no es algo teórico o doctrinal solamente, sino un ser que se preocupa y se involucra en la vida de los seres humanos. Veamos una ilustración. Un líder comparte la forma en que durante la semana el Señor le ha ayudado a superar

un

problema

serio

de

relaciones interpersonales. Mientras el líder lo hace, los adolescentes se dan cuenta que Dios actúa de forma real. Pueden pensar que si Dios ha ayudado a su compañero puede ayudarlos a ellos. Además pueden identificar

la

posibilidad

de

ser

ayudados por Dios en áreas en las que ni habían pensado ni sabían cómo hacerlo. Cuando un líder expresa cómo ha visto la presencia de Dios en una situación cotidiana, los adolescentes pueden empezar a pensar que lo que atribuyen al azar o la casualidad

tiene una intervención divina detrás y pueden empezar a reconocer el trabajo del Señor en sus propias experiencias cotidianas.

D Finalmente, el líder debe desarrollar el trabajo de Dios. Después de haber reconocido y expresado el trabajo del Señor en la vida de los adolescentes, el líder debe desarrollar este trabajo. ¿Cómo se lleva a cabo? Animando a otros a compartir sus propias experiencias del trabajo de Dios. Desafiándoles a que relacionen sus necesidades con la posibilidad de la intervención de Dios. Dando gracias por el trabajo hecho por el Señor y pidiéndole que se involucre en las vidas de aquellos con problemas, desafíos y necesidades. Animando a los adolescentes a identificar de forma cuidadosa la intervención del Señor durante los siguientes días. En este modelo no se desprecia en absoluto la información ni el conocimiento, antes bien, se busca que este pueda ser vivo y aplicable

en la realidad cotidiana de cada joven. En el modelo tradicional de

En el nuevo modelo de ministerio la

ministerio el líder de jóvenes, o el

pastoral juvenil no es una tarea de

pastor en aquellas comunidades

un solo hombre o mujer. Se trata

que lo tienen, es el centro de la

eminentemente de un trabajo de

pastoral juvenil. El líder saber y

equipo. Lo importante no es “el

enseña a los que no saben. Es el

pastor de jóvenes” sino un equipo

responsable de transmisión de la

de mentores, de acompañantes

información y, en muchos casos, se

espirituales que trabajan de forma

siente responsable de que los

coordinada para asegurarse que

jóvenes crezcan y maduren

todos y cada uno de los jóvenes

espiritualmente. Muchos líderes de

bajo su responsabilidad pueden

jóvenes funcionando con este

experimentar a Dios y son

paradigma se sienten responsables

acompañados espiritualmente en su

de tener todas las respuestas para

proceso de búsqueda del Señor.

todas las preguntas. Consideran, así mismo, que deben ser perfectos y

El líder de jóvenes no está llenando

sin fallo, de lo contrario perderían

de conocimientos una botella vacía.

autoridad ante los jóvenes.

Contrariamente facilita a los jóvenes que descubran al Dios que está trabajando a su alrededor. Todos participan, todos son protagonistas y todos contribuyen a la edificación de los otros. Un ministerio de este tipo requiere de un equipo de personas en contraste con el modelo tradicional que exige un “hombre orquesta” capaz de hacerlo todo y, además, bien y con resultados exitosos.

III.

ACOMPAÑAR ESPIRITUALMENTE A LOS JÓVENES

Como puede deducirse del nombre, el acompañamiento espiritual es un proceso. Es el proceso de guiar y cuidar espiritualmente al adolescente durante toda su travesía espiritual desde la incredulidad al conocimiento y el encuentro personal con Cristo. El acompañamiento espiritual es un proceso a largo término. No es una actividad. Tampoco es un evento. Es un viaje espiritual de años. En el acompañamiento espiritual cada persona tiene su propio ritmo. Dios trabaja de forma diferente en la vida de cada persona. El tiene su “kairos” para cada individuo y utiliza en ese viaje espiritual multitud de experiencias, personas y situaciones diferentes para cada adolescente. Ese

viaje

espiritual

no

puede

ser

acelerado

ni

retrasado.

El

acompañante, el mentor, debe de ir al ritmo del pupilo. Animando cuando sea necesario. Exhortando cuando las circunstancias lo requieran. Disminuyendo el paso cuando el joven se estanque. El acompañamiento espiritual es estar al lado del adolescente durante esos años críticos en que su fe será asaltada por el relativismo, el pluralismo, la nueva tolerancia y el resto de los desafíos que la postmodernidad le irá presentando.

El acompañamiento espiritual de un adolescente puede fácilmente durar cinco o seis años. Este viaje espiritual parte del principio básico de la oveja perdida. Cada individuo es único, precioso y valioso a los ojos del Señor. Los noventa y nueve que están en el rebaño no nos llevan a un conformismo y auto satisfacción que nos impidan ver la importancia y necesidad de ese único que todavía falta.

A. LA IMPORTANCIA DEL MENTOR El mentor es el acompañante espiritual del adolescente durante su viaje hacia el conocimiento de Cristo. La palabra mentor tiene su origen en la mitología de la Grecia clásica. Ulises, el héroe de la Iliada, encomendó a su hijo Telémaco bajo la tutela y cuidado de un sabio llamado Mentor. Como Ulises estaba batallando en la famosa guerra de Troya, Mentor tenía la responsabilidad no únicamente de enseñarle por medio de los libros, sino también todos los ardides, tretas y peligros que había de encontrar y enfrentar en la vida. De tal modo que la tarea de Mentor fue educar su mente, pero también su espíritu. No sólo proporcionar información sino sabiduría para vivir.

El diccionario castellano define como mentor la persona que aconseja, guía y orienta. Las dos últimas acepciones del término indican claramente el papel activo y vital del mentor. Para guiar y orientar es preciso conocer el camino o estar en un proceso activo de averiguarlo. En jardinería se acostumbra colocar un palo al lado de un árbol joven que está en proceso de crecimiento. Este palo o vara sirve para que el crecimiento del nuevo árbol se produzca de manera recta y erguida, sin doblarse u orientarse de forma incorrecta. La vara ayuda a garantizar el desarrollo en la dirección adecuada y sirve para suplir la debilidad y fragilidad del nuevo árbol. La

tarea

del

mentor

es

acompañar

espiritualmente

al

adolescente en su viaje único, personal y vital hacia el conocimiento de Cristo como Señor y Salvador personal.

B. COMO SE LLEVA A CABO EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL El acompañamiento espiritual como proceso espiritual vital se lleva a cabo por medio de cuatro grandes influencias. 1. Encarnar la verdad para el adolescente Se ha repetido hasta la saciedad que el primer y más importante evangelio que los jóvenes leen y

consideran como válido es nuestra propia vida personal como educadores. Nuestra vida es el primer y, tristemente el único, evangelio que nuestros adolescentes leen. Nuestra pobre vida espiritual, la inconsistencia de nuestra experiencia cristiana, hace que para muchos nuestra vida sea suficiente excusa para rechazar una lectura más profunda de la Palabra de Dios. Ya se ha repetido ampliamente que los jóvenes no procesan la verdad intelectualmente sino de forma

vivencial.

El

mentor,

el

acompañante

espiritual vive y encarna el mensaje para el joven. Nuestra vida es nuestro mensaje. El mentor no debe tener miedo de decir al joven que sea un imitador de él, porque a su vez, él está imitando a Cristo. En contra de esa falsa humildad de que la gente no debe poner los ojos en nosotros sino en Cristo. La Palabra nos reta a ser dignos de imitar. No perfectos, pero coherentes. No perfectos, pero caminando hacia la perfección. De nada sirve pretender que los jóvenes no fijen sus ojos en nosotros, lo hacen y, por tanto, debemos vivir vidas dignas para ellos. Nuestra enseñanza es nuestra vida. Jesús vino y plantó su tienda entre nosotros nos dice Juan 1:14. Él es el verbo, la palabra, la verdad encarnada, hecha carne entre nosotros,

hecha accesible para nosotros. Juan afirma que nadie jamás ha visto a Dios, sin embargo, el Hijo nos lo ha dado a conocer (1:18) El

mentor

actúa

del

mismo

modo

para

el

adolescente. El mentor vive y acompaña al joven en su viaje, en su peregrinaje espiritual. El mentor está al lado y puede, por tanto, señalar al joven cómo Dios está actuando en medio de su mundo y quiere y puede actuar en su propia vida personal. El

mentor

es

responsable

de

ayudar

al

adolescente a percibir al Señor en medio de todo el ruido, tensión y contaminación espiritual que le pueden impedir ver a un Dios de amor actuando y obrando a su alrededor. El mentor con su vida ilustra lo que Dios puede hacer en el proyecto vital de una persona. Recordemos que el adolescente necesita ver la verdad para reconocerla. Cuando el adolescente pueda ver, a través de nuestra propia experiencia vital, que Dios trabaja en la vida de personas como él, de carne y hueso, entonces podrá reconocer la verdad y con la ayuda y el trabajo del Espíritu Santo aceptarla.

Este último punto está muy relacionado con la experiencia narrada por Marcos en el capítulo 5 de su evangelio. Jesús cura a un endemoniado en Gadara,

éste

le

pide

acompañarle

en

su

ministerio. Jesús, en 5:19 le indica que vuelva con los suyos y sea un testimonio de lo que Dios ha hecho en su vida. El mentor ilustra lo que Dios puede hacer en la vida de una persona. El mentor ilustra que Dios sigue actuando en personas auténticas. El acompañante espiritual no explica ni más, ni menos que aquello que Jesús está haciendo. El mentor no debe exagerar, debe ser coherente y consistente para ser convincente. Un mentor narra su propia historia única y personal de lo que Dios está haciendo con Él. El acompañante espiritual es consciente, él mismo, de estar en un viaje vital y, por tanto, puede explicar que Dios sigue pacientemente trabajando en

Él.

Dios

guarda

su

propia

honra.

Un

acompañante espiritual no precisa inventar la intervención del Señor, tan sólo ser fiel a lo que Dios hace. Cuando

un

mentor

narra

su

historia

el

adolescente puede sentirse identificado. Puede pensar que si Dios trabaja en personas como el mentor

también

puede

hacerlo

en

la

suya.

Cuando el mentor explica su experiencia, sus

luchas,

cargas,

victorias

y

derrotas,

el

adolescente puede sentirse identificado y generar esperanza de que Dios también puede obrar en sus circunstancias.

2. Proveer un marco de referencia para el joven En el proceso de la formación de la identidad espiritual los marcos de referencia tienen un papel vital e importantísimo. Estos marcos actúan como puntos de orientación que sirven para que por medio del contraste, la comparación, la imitación y, en ocasiones, la oposición, el adolescente pueda ir modelando su nueva y emergente personalidad e identidad. En un momento en que las familias pierden una parte de su influencia con el adolescente, el mentor actúa como un modelo que ayuda a los muchachos y muchachas a responder a esas preguntas claves de la adolescencia ¿Cómo debo ser? ¿Qué tipo de persona he de desarrollar? El adolescente

en

búsqueda

de

una

identidad

espiritual buscar a su alrededor tratando de encontrar señales y personas que le permitan tener una idea acerca de cómo formarse esa identidad.

3. Provee una estructura de credibilidad Ya hemos mencionado de forma extensa este punto. El mentor, viviendo y encarnando la verdad en su propia vida y experiencia vital hace creíble el evangelio a los ojos de los adolescentes que están bajo su responsabilidad. Por medio de su amor y aceptación incondicional del

adolescente,

mostrándole

su

gracia

en

cualquier situación y circunstancia, hace creíble para estos el amor, la aceptación y la gracia de Dios. No olvidemos que las estructuras de credibilidad son básicas para poder reconocer la verdad y, por tanto, aceptarla. 4. Provee relaciones retentivas El mentor, como indicamos en el punto anterior, hace creíble la gracia, el amor y la aceptación incondicional de Dios hacia el adolescente. Pero además, al vivirlo en sus relaciones con los adolescentes les permite a estos experimentar unas

relaciones

de

redención.

Hay

muchos

jóvenes que no pueden entender y, por tanto, aceptar la gracia de Dios porque nunca la han experimentado.

En sus casas e iglesias son tratados con juicio y condena.

Al

suceder

esto,

la

gracia

es

simplemente teoría, discurso, pero no una verdad viva para ellos. Sin embargo, cuando un mentor les trata con gracia pueden entenderla. Este tipo de relaciones redentoras hacen mucho más por acercar

a

los

jóvenes

a

Dios

que

muchos

sermones y estudios bíblicos juntos. Los jóvenes pueden experimentar con el mentor ese tipo de relaciones que Jesús estableció con los publicanos y pecadores y que precisamente eran las que atraían este tipo de personas hacia el Señor. El mentor ayuda al adolescente a experimentar las

ricas

verdades

contenidas

en

las

tres

parábolas de Lucas 15 (la oveja perdida, el padre que acepta y perdona y la moneda perdida).

Hemos llegado al final de esta serie de artículos acerca del trabajo con adolescentes en un contexto postmoderno. Esta nueva etapa histórica nos trae nuevos desafíos, sin embargo, la Palabra de Dios sigue siendo viva y eficaz y nos trae soluciones y respuestas para estos retos. Es, sin embargo, nuestra responsabilidad el osada y valientemente buscar una renovación de nuestro trabajo con la juventud aplicando los principios eternos de la Palabra a las nuevas situaciones y no

protegiéndonos detrás de la rutina y la inercia de las cosas que siempre hemos hechos. Toda época de transición es difícil. La tentación es buscar la seguridad de los territorios bien conocidos, aunque estos hayan probado no funcionar, en vez de lanzarnos confiadamente en un viaje de fe y confianza en el Señor con la certeza, de que a su tiempo, Él nos dará las claves para ganar esta generación para Él.

ALGUNAS

CARACTERÍSTICAS

DE

LOS

ADOLESCENTES POSTMODERNOS

El número de jóvenes que crecen en familias disfuncionales aumenta de forma constante. Son hijos de una generación que se ha esforzado por darles un mayor confort y prosperidad económica. Se dan cuenta que las generaciones previas fallaron en sus intentos por cambiar el mundo, por tanto, ellos han desistido de ese empeño y tratan de sacarle el mayor provecho posible a la situación actual. La “era de la literatura” como principal medio para transmitir las verdades bíblicas es para ellos algo del pasado. No procesan la información en la misma forma que las generaciones anteriores. No olvidemos que son hijos de la sociedad de la comunicación. Para ellos la verdad es algo más experimental que proposicional. Su capacidad para escuchar y seguir sermones y charlas es muy limitada. Su capacidad de atención es muy corta. Son hijos de la era electrónica. Están mucho más estimulados que cualquier generación previa: o Tienen acceso a mucha más información. o Mucho más acceso a diferentes opciones y estilos de vida. o Están sobre estimulados, especialmente por los medios de comunicación o Son, sin embargo: §

Menos sabios aunque más informados.

§

Más desorientados aunque con más opciones.

Consideran como simple ruido y se desconectan de todo aquello que perciben como irrelevante. No hay grandes esperanzas de que el futuro vaya a ser mejor para ellos. No creen en el mito del progreso constante. Tienen muy poca autoestima. En muchos casos sus vidas están tremendamente organizadas debido a las necesidades de padres que trabajan. Viven para el presente. Mañana es un futuro lejano para ellos. La falta de claras perspectivas de futuro ayuda en este sentido. Buscan el placer y la gratificación. Muchas de sus decisiones son tomadas en base a estos parámetros. La edad de iniciación al consumo de tabaco, alcohol, drogas e incluso las relaciones sexuales desciende constantemente. Les molestan las reglas y las estructuras. La rigidez de los géneros es menos específica para ellos (los muchachos llevan pendientes y colas de caballo y las chicas visten como chicos y hacen cosas hasta ahora consideradas “masculinas”) La diversión y el entretenimiento pueden llegar hasta extremos obsesivos. Los compromisos con relación a la fe se toman en edades más tardías. Estas expuestos a muchos estilos de vida diferentes, no sólo a través de los medios de comunicación, sino también por medio de sus compañeros. La fe se imparte más por medio de relaciones interpersonales que por las estructuras tradicionales.

La dificultad para orientarse y tomar decisiones morales es creciente. A pesar de todos los mitos, la familia, cuando esta ejerce como tal sigue siendo la principal influencia en sus vidas. Desconfían de los adultos pero al mismo tiempo buscan relaciones significativas con ellos. Los jóvenes se fragmentan en grupos cada vez más definidos. Los amigos continúan siendo una de las cosas más importantes. Carecen de héroes, tan sólo tienen ídolos. Su cosmovisión puede ser muy ecléctica, sosteniendo en ocasiones valores opuestos y contradictorios.

II. EVALUACIÓN DE NUESTRA PROPIA IGLESIA ¿En qué medida estas características están presentes en los adolescentes de nuestras congregaciones?

III. IMPLICACIONES PARA EL TRABAJO CON ADOLESCENTES Ayudarles a clarificar la experiencia de conversión. Ayudarles a relacionar la Biblia con su vida cotidiana Ayudarles a participar, preguntar, dudar, cuestionar y no estar de acuerdo.

CREAR ESTRUCTURAS DE CREDIBILIDAD I. INTRODUCCIÓN Ya hemos mencionado anteriormente que en una sociedad pluralista – y la nuestra lo es- las únicas cosmovisiones, las únicas formas de ver la vida que pueden sobrevivir son aquellas que cuentan con una buena estructura de credibilidad o plausibilidad. Este tipo de estructura era descrito como un grupo humano que encarna los valores y estilos de vida defendidos por una cosmovisión en particular. La carencia de este tipo de estructuras en un mundo pluralista, relativista y tolerante pone en peligro de extinción cualquier tipo de modo de ver la vida, por mucho que el mismo pueda clamar ser la verdad con mayúsculas o minúsculas. Si nos centramos en la realidad de nuestro país, España, no es osado afirmar que el cristianismo, en buena parte, no es considerado por las personas como una alternativa sobre la cual construir sus vidas debido a la falta de credibilidad que tiene. La fe cristiana, representada mayoritariamente en España por la Iglesia Católica, no es creíble y eso, es debido a que no somos percibidos los cristianos como una comunidad que encarna los valores que defendemos y aseguramos ser verdaderos.

Podría pensarse que esta declaración es totalmente subjetiva y estar en radical desacuerdo con la misma. Sin embargo, lo dicho en el anterior párrafo está sustentado por varios estudios sociales realizados en nuestro país. Simplemente a modo de apoyo citaremos dos de ellos. Un estudio realizado este mismo año -2004- entre los jóvenes barceloneses reflejaba que el 80% de ellos desconfiaba de la iglesia. Únicamente los partidos políticos, con una desconfianza del 88%, eran menos creíbles a los ojos de los jóvenes barceloneses. Este porcentaje era mayor en el estudio JOVENES ESPAÑOLES 2000, dirigido por el profesor Javier Elzo y publicado por la Fundación SM. El punto central radica en que a los ojos de la juventud española, el cristianismo no es creíble y, por tanto, no van a considerarlo como una opción sobre la cual construir su proyecto vital. Sin estructura de credibilidad no hay opción de supervivencia posible en una sociedad postmoderna. Además, y todos los que trabajamos con jóvenes somos conscientes de ello, los mismos jóvenes de nuestras iglesias están abandonando la fe y dejándola de considerar como el eje vertebral de su proyecto vital por la misma razón, la falta de credibilidad de nuestras comunidades. No olvidemos que para los jóvenes postmodernos ver es creer. No echemos en saco roto la realidad de que la verdad para ellos es algo experimental, no un simple concepto intelectual. Meditemos sobre las implicaciones de la realidad de que para estos jóvenes la verdad únicamente es identificable cuando la pueden ver encarnada en un

grupo humano. Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad.

II. UNA VIEJA TRADICIÓN DE ESTRUCTURAS DE CREDIBILIDAD

Si bien es cierto que el concepto de “estructura de credibilidad” es un término acuñado en nuestros días por los sociólogos y estudiosos de la cultura, no lo es menos que el principio –dar credibilidad a lo que creemos con nuestro estilo de vida- es más viejo que el tebeo y está presente a lo largo de todas las páginas de la Escritura. El pueblo de Israel fue escogido por Dios para ser un testimonio – estructura de credibilidad- suyo entre todas las naciones de la tierra. La idea era que la cercana relación entre el Señor e Israel fuera una evidencia que moviera a los otros pueblos a plantearse la cuestión y volverse hacia el único Dios (véase a este respecto Deuteronomio 4:19) Israel falló de forma estrepitosa en su responsabilidad de ser una buena estructura de credibilidad. En sus primeros tiempos debido a que siguió y se contagió del estilo de vida idolátrico de los otros pueblos. Esto llevó incluso a su destrucción como nación, primero del reino del Norte, Israel y posteriormente del reino del sur, Judá. En sus últimos tiempo el reconstituido Israel se fue al extremo contrario y se convirtió en una sociedad cerrada y excluyente, que perdió de vista nuevamente cual era el propósito de Dios para su pueblo. En su xenofobia y rechazo de los otros pueblos perdieron su

oportunidad de ser una buena estructura de credibilidad y consiguieron todo lo contrario, hacer aborrecible en nombre de Dios entre los gentiles (véase Romanos 2:24) Jesús fue la estructura de credibilidad de Dios. Este es un punto que ya hemos tratado anteriormente. Con su vida, muerte y resurrección Jesús dio total y absoluta credibilidad al amor de Dios hacia la humanidad. Este amor habría quedado única y exclusivamente en palabras, en grandes declaraciones de intenciones y propósitos si no hubiera sido porque Cristo, haciéndose ser humano y muriendo por nosotros, hizo creíble, plausible, auténtico y genuino el interés del Señor por una humanidad caída. Jesús da credibilidad a Dios. Del mismo modo Jesús hace creíble su propio mensaje porque ante todo, y sobre todo, Jesús encarnó todos los valores que predicó. Su estilo de vida estuvo caracterizado por ser un ejemplo viviente del nuevo tipo de humanidad que planteaba y así lo ilustró en sus relaciones con Dios y con los hombres. Jesús llamó a la iglesia a vivir de tal manera que hiciera creíble el evangelio a los ojos de un mundo que está bajo el dominio y la oscuridad de Satanás. El Señor nos dijo que éramos sal y luz y que una ciudad en lo alto de una montaña no podía esconderse. Mencionó una y otra vez que nuestro estilo de vida –algo evidente, comprobable y verificable por los demás- sería la causa principal que nos identificaría como hijos de Dios y discípulos suyos. No deja de ser curioso que el énfasis se ponga en el estilo de vida y no necesariamente en las creencias. Tiene todo el sentido porque las

estructuras de credibilidad no se construyen con ideologías sino con vidas transformadas, devotas y comprometidas. Las cartas del Nuevo Testamento están vacías de exhortaciones a la evangelización. Es curioso pero es necesario rebuscar ampliamente entre las páginas del Nuevo Testamento para poder encontrar en los consejos de Pablo, Pedro, Santiago u otros escritores bíblicos, referencias a la necesidad de evangelizar. No obstante las referencias que pueden ser leídas en clave de construir estructuras de credibilidad son muy abundantes. Una y otra vez nos encontramos en las epístolas referencias a cultivar, cuidar y promover un estilo de vida que evidencia la realidad de nuestro caminar con el Señor. (véase entre otras referencias 1 Pedro 2:11-12; 3:1-2; 1 Juan 1:1-4; 2:3-4; 4:7-9)

III. EL RETO DE DESARROLLAR ESTRUCTURAS DE CREDIBILIDAD

Hay un episodio que todavía está vivo en mi mente como el día que sucedió hace ya varios años. Mi esposa y yo paseábamos por la playa de la Vila Olímpica de Barcelona una tarde verano. Era aquella hora en la que el sol ha perdido su fuerza y está a punto de ponerse. La luz tiene un tono muy especial en ese momento del día. La playa estaba prácticamente vacía, tan sólo unos pocos bañistas aquí y allí permanecían.

Entonces comenzó ante los nuestros ojos un desfile de seres deformes. Jóvenes y adultos con claros síntomas de enfermedades cerebrales y/o degenerativas, todos ellos en sillas de ruedas, eran conducidos hacia la playa por un grupo de jóvenes de aspecto “Cumbayá” Era evidente que habían escogido premeditadamente aquella hora de la tarde para evitar que aquello se convirtiera en un espectáculo. Dos cosas nos impactaron de aquella situación. En primer lugar la alegría de los voluntarios que llevaban a cabo aquel increíble trabajo. En segundo lugar, su amor y dedicación hacia gente necesitada. El espectáculo rompía el corazón y hacía que las lágrimas pugnaran por salir de nuestros ojos. Un versículo vino a mi mente y me golpeó de forma brutal, fueron aquellas palabras de Jesús cuando afirmó: “Os aseguro que los que cobran los impuestos para Roma, y las prostitut as, entrarán antes que vosotros en el reino de Dios” (Mateo 21:31) Porque no podemos obviar la apabullante realidad de que hay miles y miles de personas que sin ser cristianas, ni conocer a Dios, ni pertenecer a ninguna iglesia evangélica, viven de forma más fiel y más intensa muchos de los valores del Evangelio que nosotros mismos. Y que tristemente aquellos que no conocen a Dios van por delante nuestro en lo que a encarnar algunos de los valores más importantes del cristianismo se refiere. Tristemente la iglesia en vez de verse desafiada por semejante realidad y sentirse empujada a una profunda revisión de nuestra función

como

estructura

de

credibilidad

ha

reaccionado

menospreciando y echando por tierra la labor de aquellos que aman a su prójimo y se entregan por él. Hemos cuestionado sus motivaciones, hemos cuestionado aspectos morales de su estilo de vida y, sobre todo, hemos apelado que no tienen la verdad, no conocen a Dios y nunca han orado la oración de salvación. Dicho de otra manera, es posible que hagan el bien –sólo posible, habría que investigar que retorcidas razones les mueven- pero en cualquier caso no tienen la verdad. ¿Quién fue aquel que dijo: “quiero misericordia y no sacrificios”? Es tiempo para la demostración, se acabó la era de la proclamación. Si realmente queremos servir como estructura de credibilidad para el mensaje

del

Evangelio

hemos

de

cambiar

totalmente

nuestro

paradigma con relación a la evangelización y el discipulado, hemos de asumir que los tiempos han cambiado y que hemos de redescubrir y recuperar el viejo paradigma bíblico del “Ven y ve” En un mundo como el que nos tocado vivir lleno de dolor, sufrimiento, desesperanza y necesidades los creyentes no podemos quedarnos de brazos cruzados, ajenos a esas realidades y repitiéndonos una y otra vez que tenemos la verdad. La verdad que no lleva a la acción no es tal verdad es un mero discurso vacío de sentido y de poder.

DEMOSTRAR VERSUS PROCLAMAR

Durante varios siglos la evangelización ha sido comprendida como una proclamación o verbalización del mensaje del Evangelio y, de éste,

reducido

a

unos

cuantos

principios

básicos.

Las

Cuatro

Leyes

Espirituales serían un ejemplo magnífico en este sentido. La evangelización se entendía desde un paradigma espiritual e intelectual. Espiritual en cuanto a que lo importante era la salvación de las almas. Los seres humanos eran percibidos como almas y lo más importante y prioritario era la salvación de las mismas. Las personas no eran vistas ni comprendidas como seres humanos integrales, por tanto,

la

salvación

era

algo

esencialmente

espiritual

que

no

necesariamente afectaba al resto del ser humano. Sin duda esta era una visión reduccionista. Si el pecado, tal y como vemos en Génesis 3 afectó a la relación del ser humano con Dios, con otros seres humanos, consigo mismo y con su entorno. La salvación – no olvidemos que el Hijo de Dios vino para restaurar las obras del maligno- debía de afectar a esas mismas áreas. Una caída integral requería una redención integral. Desde esta perspectiva todo esfuerzo social que no sirviera de “coartada” para la evangelización –entendida esta como salvación de almas- no era valorado y se consideraba una pérdida de tiempo. Ministrar a los seres humanos en sus necesidades era simplemente un trampolín, una estrategia para lo que realmente era importante, la proclamación del mensaje para la salvación del alma. Intelectual en cuanto a que el mensaje del Evangelio se entendía como una serie de conceptos o proposiciones dirigidas al intelecto de las personas. El Evangelio era algo que se debía de creer, entendiendo por creer, la comprensión y aceptación de ciertas proposiciones

intelectuales. Una mala comprensión del término bíblico creer, nos ha llevado a la histriónica situación de que no importa cómo vivas siempre que aceptes intelectualmente las verdades correctas. Esta degeneración del concepto de creer nos ha llevado hasta tal punto que incluso aquellos que creemos –aunque no practiquemos- nos sentimos con la libertad y la autoridad para poder juzgar a aquellos que practican pero, desde nuestro punto de vista no creen lo correcto. Cuando confrontados con las enseñanzas de Santiago respecto a la nulidad de ese tipo de fe o creencia, no nos sentimos en absoluto afectados y nos repetimos una y otra vez: “no por obras para que nadie se gloríe” Para millones de cristianos nacidos y educados bajo este paradigma de evangelización esta es la única y correcta manera de dar a conocer el mensaje de salvación a un mundo perdido. Sin embargo, es muy cuestionable que este sea el único modo de evangelizar. Sin duda es un modo. Sin duda ha sido válido durante muchas generaciones y ha servido para que personas se acercaran al conocimiento de Dios, pero sería un error creer que es el modo por antonomasia y aún más creer que es el modo bíblico de llevar a otros el mensaje de salvación. Los tiempos han cambiado y de nuevo ha vuelto a salir a la palestra lo que ya vimos que la Biblia una y otra vez indica, la necesidad de construir

estructuras

de

credibilidad.

Sin

duda,

el

método

de

proclamación sin encarnación ha quedado totalmente obsoleto y no responde a las demandas de la realidad social. Para aquellos que

confunden el medio con el fin, o la forma con la función, esto es una auténtica catástrofe. Sin embargo, para aquellos que buscan ser sal y luz en su generación de una forma efectiva hay buenas noticias en la Palabra de Dios hacia la que nos podemos volver en busca de principios de trabajo. El nuevo paradigma de evangelización tiene varias características. 1. Demostración por medio de la encarnación Hemos abundado ya ampliamente sobre este concepto. La verdad bíblica es siempre una verdad encarnada en la vida de individuos y comunidades. Estas, con su estilo de vida hacen creíble, plausible las verdades que defienden y proclaman. Dios debe ser evidente en nuestras vidas, nuestras familias y nuestras comunidades. Su presencia y su trabajo sobrenatural ha de ser real y visible, no únicamente para nosotros, sino para aquellos que no creen y nos rodean.

2. Una visión integral del ser humano La salvación restaura todo aquello que el pecado destruyó y corrompió. Cuando la salvación llega a una casa no solamente el alma es limpia de pecado y restaurada, también lo son las relaciones interpersonales, la propia visión y dignidad que ese ser humano tiene

de él mismo, su relación con el entorno, sus heridas emocionales, sociales, mentales. Un buen ejemplo en este sentido lo encontramos en la curación de un leproso que aparece en el evangelio de Marcos en el capítulo 1:40-45. Jesús se preocupó por la salvación integral de aquel desgraciado. En primer lugar lo tocó, algo totalmente innecesario y que le declaraba impuro según la ley levítica. Ahora bien, el toque hacia un ser humano que durante tiempo había vivido en total soledad sin que nadie jamás le hubiera tocado y mostrado afecto significó mucho. El t El toque de Jesús devolvía dignidad de ser humano y transmitía afecto, identificación y cariño, transmitía el mensaje: “eres digno y valioso. Te amo”. Jesús ministró su necesidad física curándolo. Le ordenó que presentará la ofenda prescrita, lo cual significaba que su relación con Dios estaba restaurada, podía volver a relacionarse con Dios en el templo. Finalmente, Jesús se preocupó también por su situación social, por restaurarlo a su entorno. Le dijo que se presentara ante el sacerdote para que este diera evidencia ante la comunidad de su curación, permitiéndole, por tanto, volver a la comunidad de Israel. Jesús nunca tuvo una visión reduccionista del ser humano. Jesús no vio almas, vio hombres y mujeres auténticos, integrales.

3. Una involucración con las necesidades de un mundo que sufre.

Santiago, el hermano de Jesús, en 1:27 nos dice: “he aquí la religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre: asistir a los

débiles

y

desvalidos

en

sus

dificultades

y

mantenerse

incontaminado del mundo.” Uno de los pecados que de forma reiterada los profetas denunciaban era que Israel y Judá se habían olvidado del huérfano y de la viuda. Esta expresión en el Antiguo Testamento sirve para referirse a todos aquellos desvalidos y necesitados. El huérfano y la viuda ilustraban pero no excluían a todos aquellos que vivían en una situación de necesidad y estaban desvalidos. El ministerio de Jesús nos muestra con toda claridad este tipo de entrega a un mundo en necesidad. Es tan obvio que no vamos a invertir más tiempo desarrollando los múltiples ejemplos que podemos encontrar en las Escrituras. Así lo ha entendido la iglesia cristiana a lo largo de los siglos. Todas las instituciones que hoy en día forman parte de las redes de servicios sociales de los países más desarrollados nacieron al amparo de la iglesia: escuelas, universidades, educación para todos, hospitales, asilos para ancianos, orfanatos, casas para moribundos, etc., etc. Todo esto hoy en día se ha convertido en un derecho de cualquier ciudadano y el estado ha asumido todas esas competencias, ahora bien, es importante no olvidar que nacieron todas, sin excepción, a la luz de la cruz. El mundo grecorromano desconocía ese tipo de instituciones de tipo universal.

4. Una vida radical y auténtica La autenticidad, el ser genuino ha de ser la marca de la nueva evangelización. Porque probablemente ésta será más una cuestión de ser y vivir que de hacer. Es muy probable que simplemente tengamos que vivir de una forma real, radical, cristocéntrica que evidencia que Cristo está en nosotros. Estamos hablando de un estilo de vida que despierte preguntas e interrogantes y que como dijo un pensador cristiano no pueda ser comprensible si no es debido a la presencia de Dios en nuestras vidas.

Preguntas para reflexionar: 1. ¿Cómo podemos crear estructuras de credibilidad para los jóvenes de nuestras iglesias? 2. ¿Cómo podemos crear estructuras de credibilidad para los jóvenes no cristianos? 3. ¿Qué iniciativas prácticas podemos poner en acción?

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