El Tema De Nuestro Tiempo.docx

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Supongo que la mayoría conocéis bien la figura de Ortega y Gasset, así que no me extenderé mucho en hablaros de su biografía. Ortega es el filósofo español contemporáneo más importante. Su influencia en la filosofía española, y en la actividad intelectual en general es inmensa. También es nuestro filósofo más conocido internacionalmente. Su influencia sigue vigente (He leído a pensadores conservadores y neoconservadores americanos que lo citan) Hay que destacar de Ortega que fue un intelectual público, comprometido, con la intención de influir en los acontecimientos de su época. Se le considera uno de los padres de la II República española. La edición que manejo ( está bajada de internet, con una nota preliminar de Paulino Garagorri)contiene un prólogo que escribió Ortega para los lectores alemanes ( Ortega solía escribir prólogos para sus lectores extranjeros)y una serie de apéndices muy interesantes que complementan y amplían el texto principal; pero yo me he centrado solamente en el texto nuclear: EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO. Se trata de la lección inaugural con la que Ortega abrió su curso de los años 1921 y 1922 en la Universidad. Las fechas son significativas. Estamos en periodo de entreguerras, recién finalizada la 1GM. Es una época de crisis en la esfera intelectual. La 1GM supone el fracaso del proyecto ilustrado, el fracaso de la razón occidental. Es una época de cambios en materia cultural y política, de incertidumbre y de desorientación. Ortega percibe que está empezando una nueva época. LA IDEA DE LAS GENERACIONES Así, Ortega considera que su época es una época de filosofía beligerante que aspira a destruir el pasado, mediante su radical superación. Para Ortega las transformaciones históricas se producen de la siguiente manera: primero se produce una variación en la sensibilidad vital, en la sensación radical ante la vida, ante la existencia. Después cambian las ideologías y las preferencias estéticas y morales; y finalmente se produce un cambio en el ámbito político y en la esfera industrial. Ortega admite la influencia del individuo en las transformaciones históricas. Pero el individuo actúa a través de la masa, y debe estar ligado a ella. Un individuo totalmente heterogéneo a la masa, no tiene ninguna influencia sobre ella. Las variaciones en la sensibilidad vital que son decisivas en la historia se presentan bajo la forma de generación. Cada generación tiene sus hombres egregios y su masa.

Cada generación recibe una herencia de la generación anterior en forma de ideas, valoraciones, instituciones, y al mismo tiempo deja fluir su propia espontaneidad, su propia sensibilidad. -Épocas cumulativas: homogeneidad entre lo recibido y lo propio -Épocas eliminatorias y polémicas: heterogeneidad entre lo recibido y lo propio: Generaciones de combate LA PREVISIÓN DEL FUTURO Cada generación tiene la misión de transformar la existencia según su espontaneidad, su sensibilidad vital. En ocasiones las generaciones no llevan a cabo su misión. Ortega piensa que Europa y España no están llevando a cabo esta misión transformadora. Es decir, España y Europa están viviendo en una realidad heredada, alejada de su espontaneidad, de su sensibilidad. Y para Ortega, en la sensibilidad occidental se ha producido un cambio muy brusco. Es decir, hay una gran diferencia entre la sensibilidad de la generación de Ortega y de las ideas, valores e instituciones heredados de la generación anterior. Ortega pone el ejemplo de la herencia de categorías como liberal y reaccionario que en su época todavía animaban las discusiones políticas, cuando para él estas categorías estaban obsoletas. Para Ortega, la ciencia histórica, aunque no es capaz de predecir acontecimientos, sí que puede prever el sentido del futuro próximo. Para Ortega, la historia es solamente una labor científica si es capaz de realizar profecías. Otra forma de predecir el futuro, para Ortega, es fijarse en la actividad filosófica y científica de la época. Como hemos visto antes, las transformaciones históricas de producen de forma jerarquizada. Primero cambia la sensibilidad vital, después se producen transformaciones en las ideas, los valores y los gustos, y finalmente cambian el orden político y económico. Los primeros en captar estas variaciones en la sensibilidad vital son los filósofos y los científicos. Así, para vislumbrar el futuro próximo no hay que fijarse en el orden político o económico, sino en la filosofía y en la ciencia que se están produciendo en el momento. Es por ello que Ortega considera imprescindible fijar cuál es el TEMA DE SU TIEMPO : ver qué cambios se están produciendo en la sensibilidad vital de su tiempo y su inmediato reflejo en la filosofía y la ciencia de su tiempo, para así poder predecir los cambios que se van a producir en el resto de las esferas. RELATIVISMO Y RACIONALISMO ¿Existen entonces una filosofía y una ciencia propias de cada generación? Si afirmáramos esto caeríamos en el relativismo.

Relativismo: no hay más verdades que las relativas a cada sujeto (respeta la volubilidad propia de lo vital). Racionalismo: para salvar la verdad renuncia a la vida. El racionalismo presupone un sujeto abstracto: la razón de Descartes o el ente racional de Kant. Desde el punto de vista del racionalismo la historia carece de sentido, es la historia de los estorbos puestos a la razón para manifestarse. El error es un pecado de la voluntad que entorpece a la razón. Si no fuera por los pecados de la voluntad, el primer hombre habría descubierto todas las verdades. No habría habido variedad de opiniones, leyes, instituciones: no habría habido historia. Para el racionalismo, la historia sería la historia de los errores humanos. Para Ortega, esta actitud es antihistórica y antivital. Para Descartes toda idea o creencia no construida por la “pura intelección” es dudosa y por lo tanto debe ser descartada. Esto lleva a una inversión completa de la perspectiva natural al hombre. El mundo inmediato que contemplamos, tocamos u oímos, se compone de cualidades: colores, resistencias, sonidos. Pero la razón no es capaz de manejar cualidades. Un color es irracional. Para Descartes el verdadero mundo es cuantitativo, geométrico. La física y la filosofía de Descartes fueron la primera manifestación de un estado de espíritu nuevo que un siglo más tarde se iba a extender a todas las esferas de la vida: la sensibilidad moderna. El hombre cartesiano, moderno rechaza el pasado, la tradición, las instituciones antiguas porque no se hicieron de forma geométrica, racional. Cree haber descubierto un orden social definitivo, obtenido deductivamente por medio de la razón pura. El hombre moderno cree en un futuro ideal que debe suplantar el pasado y el presente: el racionalismo aplicado a la política es revolucionarismo, y viceversa, no es revolucionaria una época si no es racionalista. “No se puede ser revolucionario sino en la medida en que se es incapaz de sentir la historia, de percibir en el pasado y en el presente la otra especie de razón, que no es pura sino vital”. Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano=tratado de geometría. Para Ortega, la sensibilidad de la época que comenzaba se caracterizaba por su insumisión al dilema entre el absolutismo racionalista ( que salva la razón y anula la vida) y el relativismo (que salva la vida evaporando la razón). CULTURA Y VIDA

Ortega no entiende cómo se puede hablar de una vida humana a la que se le ha amputado el órgano de la verdad (relativismo) o de una verdad que para existir necesita liberarse de la influencia vital (racionalismo). Para Ortega, el pensamiento es una función vital: un instrumento para la vida, un órgano. Al mismo tiempo, pensar es poner ante nuestra individualidad las cosas según ellas son: pensar es pensar la verdad. El fenómeno del pensamiento tiene dos caras: por un lado nace como necesidad vital del individuo y está regido por la ley de la utilidad subjetiva; por otro lado consiste precisamente en una adecuación a las cosas y le impera la ley objetiva de la verdad. Esto mismo ocurre con las voliciones: cuando se quiere algo, se quiere por creerlo lo mejor. Sólo estamos satisfechos cuando lo que queremos se ajusta a una norma de la voluntad que existe independientemente de nosotros, más allá de nuestra individualidad. Esta doble dinamicidad la encontramos en los fenómenos intelectuales, en la voluntad, en el sentimiento estético o la emoción religiosa. Son fenómenos que son producto espóntaneo del sujeto viviente y al mismo tiempo necesitan someterse a un régimen o ley objetivos. No puedo pensar con utilidad para mis fines biológicos si no pienso la verdad. La vida del hombre tiene una dimensión trascendente en que sale de sí misma y participa de algo que no es ella: pensamiento, voluntad, sentimiento estético, emoción religiosa. La cultura es un conjunto de funciones vitales –hechos subjetivos, intraorgánicosque cumplen leyes objetivas que en sí mismas llevan la condición de amoldarse a un régimen transvital. Cultura= actividad biológica Por ejemplo, la capacidad de pensar, de sentir la justicia es una facultad del organismo para su propia conveniencia; pero una vez que ha sido segregada por el sentimiento, adquiere un valor independiente. Vale por sí misma, además de su utilidad biológica. Este valer por sí, que nos hace preferirla a la vida misma que la genera, es lo que llamamos espiritualidad. Vida espiritual: justicia, conocimiento, goce estético. Surgen de lo biológico, pero lo trascienden, adquiriendo valor propio. Vida espontánea: vida puramente biológica. EL DOBLE IMPERATIVO El fenómeno vital humano tiene entonces dos caras: la biológica y la espiritual.

La nueva sensibilidad no olvida que las funciones espirituales son también funciones biológicas. El hombre está gobernado por un doble imperativo: El hombre debe ser bueno –ordena el imperativo cultural. Lo bueno tiene que ser humano, vivido, compatible con la vida y necesario a ella- dice el imperativo vital. La vida inculta es barbarie; la cultura desvitalizada es bizantinismo. Utopismo cultural: se reciben sin previa revisión ciertos principios intelectuales, morales, políticos, estéticos o religiosos. La cultura europea actual, al tiempo que pretende ser la única racional, la única fundada en razones, no es ya vivida, sentida por su racionalidad, sino que se la adopta místicamente. No se puede creer en el racionalismo como se cree en la Virgen del Pilar. No es suficiente que una idea nos parezca por razones geométricas verdadera para que debamos apoyarla. Tiene también que suscitar en nosotros plena fe. Nuestras actividades tienen que estar regidas por una doble serie de imperativo que podrían recibir los títulos siguientes: IMPERATIVO CULTURAL VITAL Pensamiento……………………………………………………..Verdad………………….Sinceridad Voluntad………………………………………………………….Bondad………………….Impetuosidad Sentimiento……………………………………………………..Belleza……………………Deleite Durante la Edad Moderna se inicia el predominio del culturalismo. Se creía que se creía en la cultura, pero en el fondo se trataba de una gran ficción que se originaba en las bases de la conciencia. Esto no ocurre en Oriente, donde la cultura siempre ha sido vital. Se producía entonces una disociación entre los principios y la realidad de la existencia. No se habría llegado a tal disociación entre las normas y su cumplimiento si junto al imperativo de objetividad se hubier predicado el de lealtad con nosotros mismos, que resume la serie de imperativos morales. Diferencia entre los principios y los hechos: 1GM. Se interpreta esto como un fracaso de la cultura. Para Ortega, lo que ha fracasado es la lealtad de los europeos consigo mismos: lo que ha fracasado es su vitalidad.

La cultura nace del sujeto, es vida, subjetividad, espontaneidad, pero se va objetivando. Llega un momento en que la vida misma se pone al servicio del objeto que ha creado. Esta separación entre cultura y vida es el punto culminante de la cultura, pero debe mantenerse dentro de ciertos límites, ya que la cultura solamente pervive si sigue recibiendo el flujo vital de los sujetos. Si no, corre el riesgo de secarse, hieratizarse Ortega considera que en épocas de reforma, como la suya hay que desconfiar de la cultura ya hecha y fomentar la emergente. Quedan en suspenso los imperativos culturales y cobran inminencia los vitales: contra cultura, espontaneidad y vitalidad. LAS DOS IRONÍA, O SÓCRATES Y DON JUAN La vida humana siempre ha tenido dos dimensiones: cultura y espontaneidad; pero solamente en Europa estas se han configurado como dos polos antagónicos. Toda la gracia y dolor de la vida europea provienen de esta disyunción. El descubrimiento de la razón por parte de Sócrates inicia la historia europea. Sócrates es el primero en darse cuenta de que la razón es un nuevo universo, más perfecto y superior al que espontáneamente hallamos en torno nuestro. Las cosas visibles y tangibles son mutables y lo mismo ocurre con el interior del ser humano. En cambio, los conceptos puros, los logoi, constituyen una clase de seres inmutables, perfectos, exactos. La idea de blancura no contiene sino blancor. El hombre virtuoso es siempre, a la vez, más o menos vicioso; pero la Virtud está exenta de Vicio. Los conceptos puro son, pues, más claros, más inequívocos, más resistentes que las cosas de nuestro contorno vital, y se comportan según leyes exactas e invariables. Se había descubierto la verdadera realidad, en confrontación con la cual, la otra, la que nos ofrece la vida espontánea, queda automáticamente descalificada. En el orden intelectual, el hombre debe reprimir sus convicciones espontáneas, que son sólo opinión –doxa-, y adoptar en vez de ellas los pensamientos de la razón pura, que son el verdadero saber –epísteme-. En la conducta práctica, tendrá que negar y suspender todos sus deseos para seguir mandatos racionales. El TEMA DEL TIEMPO DE SÓCRATES consistía en suplantar la vida espontánea por la pura razón. Esto genera la dualidad de nuestra existencia, porque la espontaneidad no puede ser anulada, sólo frenarla mediante la racionalidad. Ortega: El racionalismo es un gigantesco ensayo de ironizar la vida espontánea mirándola desde el punto de vista de la razón. A partir de 1700 se empiezan a descubrir los límites de la razón.

En la época actual sabemos que la razón no puede sustituir a la vida. A través de la racionalidad hemos vuelto a la espontaneidad. Pero esto no significa una vuelta a la ingenuidad primigenia, ya que la razón es una adquisición eterna. La razón es sólo una forma y función de la vida. El TEMA DE NUESTRO TIEMPO es someter la razón a la vitalidad. La cultura, la razón, el arte, la ética deben servir a la vida. Se trata de una nueva ironía, inversa a la socrática. El hombre del presente desconfía de la razón y la juzga a través de la espontaneidad. No niega la razón, per reprime y burla sus pretensiones de soberanía. Nietzsche: Todo lo que hoy llamamos cultura, educación, civilización, tendrá que comparecer un día ante el juez infalible Dionisos. Don Juan se rebela contra la moral porque previamente la moral se había sublevado contra la vida. La razón pura tiene que ceder su imperio a la razón vital. LAS VALORACIONES DE LA VIDA Ordenar el mundo desde el punto de vista de la vida, no significa volver a un estadio previo a la cultura. El salvaje no ordena el mundo. Tomar un punto de vista (UN PRINCIPIO) implica una actitud teóretica, racional. La elección de un punto de vista es el acto inicial de la cultura. Ortega: “ Se trata de consagrar la vida que hasta ahora era solo un hecho nudo y como un azar del cosmos, haciendo de ella un PRINCIPIO y un derecho”. Se ha vivido para la religión, para la ciencia, para la moral, el arte o el placer; pero no se ha intentado vivir para la vida. Cuando se eleva una entidad cualquiera a PRINCIPIO es porque hemos descubierto en ella un valor superior. Un objeto se compone de elementos reales y elementos irreales. Estos últimos son los que constituyen el valor del objeto. Una cosa no es un valor, sino que tiene valor. Cuadro físico------Valor artístico del cuadro. Se ven las líneas del cuadro, pero no su belleza. La belleza se siente, se ESTIMA. ESTIMAR es a los valores lo que el ver a los colores y el oír a los sonidos. Cualidades realesPERCEPCIÓN Objeto Estructura de valoresESTIMACIÓN

Experiencia sensible y experiencia estimativa. La facultad estimativa –que nos hace ver los valores- es completamente distinta de la perspicacias sensible o intelectual. Los valores tienen caracteres ajenos a las cualidades reales. Es esencial a todo valor ser positivo o negativo: justicia e injusticia. Además todo valor positivo es siempre superior, equivalente o inferior a otros valores. Preferimos la honradez a la elegancia. Enfermedad estimativa: anteponer un valor inferior a uno superior. Hasta el presente, la vida no ha sido consagrada como principio capaz de ordenar en torno suyo las demás cosas del universo. El cristianismo carece de aptitud estimativa ante la existencia terrenal Infinitud del bien sumo que supone la esencia divina, hace que todos los demás sean desdeñables. El cristiano es indiferente ante la vida como valor en sí mismo.. Lo único que tiene valor para el hombre cristiano es la otra vida. La valoración de la existencia terrena comienza, para el cristiano, cuando es puesta en relación con la otra vida. Si estimamos la vida por lo que es en sí, nos apartamos de Dios. En este caso la vida es pecado, es mal. El deseo, el placer son afirmaciones de la vida (Nietzche: el placer quiere eternidad, quiere profunda eternidad), por eso son pecaminosos para el cristianismo. Si se niega el valor intrínseco de la vida, y se la considera un tiempo de prueba para conseguir la otra vida, adquiere un valor altamente estimable. El valor de la existencia para el cristiano es extrínseco a ella. En lugar de vivir la vida por ella misma, el hombre debe convertirla en un entrenamiento para la muerte, hora en que comienza la verdadera vida. Ascetismo= entrenamiento. A mediados del s.XVIII, el más allá divino se evapora. Pero en vez de adoptar valores vitales, el anticristiano adopta ante la vida una actitud parecida al cristianismo. El hombre moderno sustituye el más allá divino por la cultura. La vida solamente adquiere dignidad puesta al servicio de la cultura. La ciencia, la posesión de la verdad, es, como la posesión de Dios, un acontecimiento que no ha acontecido ni puede acontecer en esta vida. La ciencia es un ideal. El culturalismo es, por tanto, siempre progresismo. Esta separación entre cultura y vida trae consigo los grandes fracasos, los ingentes derrumbamientos. Ortega: ¿No es incitante la idea de convertir por completo la actitud y, en vez de buscar fuera de la vida su sentido, mirarla a ella misma? ¿No es tema digno de una generación que asiste a la crisis más radical de la historia moderna hacer un ensayo opuesto a la tradición de ésta y ver qué pasa si en lugar de decir “la vida para la cultura” decimos “la cultura para la vida”?

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