El predicador y la centralidad en la Palabra de Dios 1er taller de liderazgo Objetivo: Llevar a los oyentes a comprender la importancia de predicar unicaente centrados en la Palara de Dios. Introducción: En este primer taller de liderazgo hablaremos del predicador y la centralidad en la Palabra de Dios. Uno de nuestros problemas hoy es que tenemos ministros detrás de pulpitos que no tienen convicción acerca del poder transformador de la Palabra de Dios, y si el predicador no cree en lo que predica, menos creerán los que reciban la predicación. En este día veremos la importancia de predicar centrados en la Palabra de Dios. En la medida que la iglesia primitiva crecía, notemos el énfasis que se le daba a la Palabra: Hechos 4:31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Hechos 6:7 Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. Amados hermanos que se encuentran en esta tarde en este lugar quiero que sepa lo siguiente: cuando la biblia deja de ser el centro de la vida del cuerpo de Cristo, la iglesia pierde su rumbo porque la Palabra de Dios es su única brújula, y esto se ha visto reflejado en múltiples aspectos de la vida de la Iglesia. Texto Bíblico: Veamos ahora entonces el texto central de nuestro taller: 2da a Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. 1- Timoteo debía procurar con diligencia presentarse a Dios aprobado: Spoudazo (tener diligencia) conlleva la idea de tener persistencia insistente para lograr un objetivo particular. El creyente diligente en este contexto, el maestro diligente se esfuerza al
máximo por impartir completamente la verdad de Dios, tan claramente y sin ambigüedades como sea posible. Se compromete sin reservas a examinar, interpretar, explicar y aplicar la Palabra de Dios. Por esa razón, “los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” (1 Ti. 5:17). El propósito de esa diligencia no es agradar a otros y desde luego tampoco es agradarse a uno mismo, sino presentarse a Dios aprobado. Parist¯emi (presentarse) significa literalmente “pararse junto a”. En este pasaje la idea es pararse junto a Dios o delante de Él, presentarse como si estuviera en inspección para ser aprobado por Él. Dokimos (aprobado) se refiere a pasar favorablemente el escrutinio cuidadoso, y así ser declarado valioso. El propósito supremo del maestro diligente y desinteresado es agradar a Dios. 2- Timoteo debía presentar como obrero que no tiene de qué avergonzarse: Todo maestro y predicador cristiano debe estar en capacidad de decir: “Según fuimos aprobados por Dios para quese nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones” (1 Ts. 2:4). El mayor deseo de Pablo era oír decir a su Maestro: “Bien, buen siervo y fiel” (Mt. 25:21). Tal maestro o predicador es un obrero que no tiene de qué avergonzarse. Queda claro en los dos Testamentos, así como en la historia y el presente de la iglesia, que muchos de los peores falsos maestros afirman ser siervos de Dios. La mayoría de los escribas, fariseos y otros líderes judíos de la época de Jesús, se consideraban piadosos y devotos, además de los únicos intérpretes confiables de las Escrituras. Con todo, Jesús les dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Jn. 8:44). Pero sin llegar a esos extremos, cualquiera que ignore, deforme, malinterprete o le reste méritos a la verdad de Dios, ya sea por adición o sustracción (Ap. 22:18-19), tiene razones para avergonzarse y para temer. Conscientemente o no, quienes corrompen o denigran la verdad de Dios son hijos espirituales de Satanás. 3- Timoteo debía usar bien la palabra de verdad: La marca del pastor o predicador fiel es que usa bien la palabra de verdad. Usa bien es traducción del participio orthotome¯o, cuyo significado literal es “cortar derecho”. Se usaba para un artesano que cortara en línea recta, para un labrador que cavara un surco, para un albañil que alineara los ladrillos, o para un obrero que construyera un camino derecho. Metafóricamente, se usaba para realizar cualquier tarea con cuidado. Como Pablo hacía tiendas (Hch. 18:3), podría haber pensado en cortar y coser cuidadosamente las múltiples piezas de cuero o paño que se necesitaban para hacer una tienda.
Todo aspecto de la verdad divina debe usarse bien, como un depósito sagrado a quienes lo enseñan y a quienes lo reciben. El exégeta y expositor cuidadoso de la palabra de verdad divina debe ser meticuloso en la forma de interpretar y unir las múltiples verdades individuales de las Escrituras. Por cuanto la Biblia es infalible, autoritativa, suficiente y la única fuente de la palabra de verdad de Dios, cualquier otra verdad se apoya en esa verdad. Hoy escuchamos predicaciones saturadas de chistes, psicología y más , pero muy poco de la Palabra de Dios. No tenemos necesidad de movernos de la Palabra de Dios cuando enseñamos desde el pulpito: 2da a Timoteo 3: 16-17 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Por cierto, esto significa que él es el tipo de líder que está preocupado de “usar correctamente la palabra de verdad”. Esta palabra de verdad es “el testimonio acerca de nuestro Señor” (2 Ti. 1:8), el “evangelio” (la misma referencia y véase Ef. 1:13), “la palabra de Dios” (2 Ti. 2:9). Es la verdad redentora de Dios. El modificativo “de verdad” enfatiza el contraste entre la inconmovible revelación especial de Dios, por una parte, y las charlas sin valor de los seguidores del error, por la otra. El hombre que usa correctamente la palabra de verdad, no la cambia, no la pervierte, no la mutila ni la distorsiona, ni hace uso de ella con un propósito malo en el pensamiento. Por el contrario, interpreta las Escrituras en oración y a la luz de las Escrituras. Aplica su sentido glorioso, en forma valiente y con amor, a situaciones y circunstancias concretas, haciéndolo para la gloria de Dios, la conversión de los pecadores y la edificación de los creyentes. Bien dijo un siervo de Dios: “Nosotros solo somos micrófonos en las manos de Dios, y solo debemos transmitir su mensaje”. Nosotros somos los mesoneros no el cocinero, somos los mayordomos no los dueños. Se nos ha encargado transmitir el mensaje de Dios en su Palabra y no solo eso hacerlo bien. 2da a Timoteo 4:1-2 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
El predicador debe preparar su corazón antes de cada predicación, orar pidiendo el respaldo y la guía del Espíritu Santo, explicar y aplicar el mensaje a predicar, ser diligente en la preparación del sermón y centrarse en predicar la Palabra y hacerlo correctamente. Debemos predicar centrados en la Palabra de Dios.