Ricardo Mariño
Eran dos hombres que, a bordo de una nave espacial, reparaban los sistemas satelitales de una compañía de comunicaciones.
El de aquella jornada era el último satélite del trayecto, y por eso estaban ansiosos por revisarlo y emprender la vuelta. Mientras Alan hacía la maniobra de atraque al muelle del satélite, su compañero (Levín) se colocaba el traje para salir al espacio exterior. Alan vio salir a su compañero y “nadar” los dos metros que separaban de la entrada a la cabina del satélite. Levín abrió la primera puerta (había un sistema de dos puertas y un pequeño pasillo entre ambas) y allí Alan dejó de verlo. Alan escuchó la voz de Levín: _ ¡ Dios mío! ¿Qué es esto? _ ¡ Qué pasa, Lev? , le preguntó; pero no tuvo más respuesta que unos ruidos extraños. _ Hay una... cosa... _ volvió a hablar Levín entre aterrorizado y asqueado_ un...¡bicho! ¿Cómo puede criarse esto acá?
_ Es algo repugnante, Alan! Dios mío, no es un bicho sino un montón de pequeñas cosas como larvas... millones de larvas, o babosas, ¡una encima de otra! _ Bueno, recoje dos o tres y listo. _ Si voy a hacer eso. No tengo con que agarrarlas. Alan sonrió; pero igual le dijo: _ Cuidado Levín, no sea cosa que las babosas te ataquen... _ Dios mío! _Gritó Levín. _¿Qué pasa? _ ¡Que asco! Agarré una con la mano y se me quedó adherida.¡no me la puedo sacar!
Levín regresó a la nave. _ ¡Es increíble, Alan! ¡me quedó adherida a la mano! ¡ayúdame a sacarla antes de que me muera de asco! _ ¿Esos Alan .
dos puntos son... ojos? _ preguntó
_ ¡No sé! ¡quiero que me saques eso de una vez! ¡vamos! Alan tomó una pequeña navaja, y Levín cerró los ojos antes de que su compañero la incrustara en el bicho. _¡Ay! _ gritó Levín _ ¡Me cortaste! _No puede ser! _ exclamó Alan _ ¿De verdad te dolió? _Sí..¿se te escapó la navaja y me cortaste, no? _No... sólo lastimé al bicho.
¡Por favor, no me asustes más ¿Qué estás diciendo? Gritó Levín _. ¿Qué pinchas al bicho y me duele a mí, como si fuera parte de mi cuerpo? Alan no le contestó. Después de muchas discusiones, informaron sobre el caso a tierra y finalmente, les indicaron que Levín tomara una pastilla para dormir. Y Levín se durmió. Cuando faltaba sólo una hora paras el aterrizaje, Alan fue a despertarlo. Encendió la luz, al tiempo que decía: _ ¡Es la hora de desper...!pero lo que vio lo hizo enmudecer. Ahhhggg... fue el único sonido que salió de eso...que apenas se
Alan cerró la puerta, se agarró el estómago, y caminó casi encorvado hasta una silla. Asqueado y descompuesto, se quedó mirando la puerta de dormitorio, rezando para que en la hora que faltaba Levín no saliera de allí...