El modelo cognitivo postracionalista. Hacia una reconceptualización teórica y clínica – Vittorio Guidano Prólogo La evolución del pensamiento de Vittorio Guidano había ido tomando forma estos últimos años bajo el nombre de postracionalismo. El nombre hace referencia a una concepción de la psicoterapia desde la óptica cognitiva, pero situándose en un marco posterior (de ahí el prefijo “post”) a las terapias de corte racionalista como las de Ellis o Beck. Con esta terminología, Guidano designaba una orientación psicoterapéutica que se basa en la inversión de la óptica de las terapias cognitivas racionales: allí donde éstas sitúan la primacía de la cognición (las ideas o creencias irracionales), Guidano coloca la primacía de la emoción o de la experiencia, y todo su esfuerzo se dirige a observar y maximizar, mediante la técnica de la moviola, los momentos en que aquella se construye. De este modo, los síntomas adquieren un significado psicológico al insertarse en su contexto de producción. 1. Premisas introductorias El término postracionalismo no significa anti-racionalista, ni tampoco deja de considerar el razonamiento lógico como un aspecto importante para dar consistencia a la experiencia humana. El conocimiento es mucho más que la cognición. Solo una parte es lógica, abstracta y racional. El conocimiento es emocional en su mayor parte, pero también es sensorial, perceptual, motor y conductual; todos estos aspectos son las formas más importantes de conocimiento porque son las que constantemente nos dan la ubicación temporal, espacial y la continuidad de nuestra vida sin necesidad de pensar. El razonamiento lógico no es primario, no es el único proceso que dirige toda la actividad humana sino que se trata solamente de uno de los instrumentos de la conciencia. La mente humana es compleja. Tal complejidad se aprecia en los aspectos narrativos (emocionalidad, sensorialidad, percepción) pero el que da la característica de consistencia y coherencia a todos es el pensamiento racional o lógico. Siempre deben ir juntos los aspectos analógicos (sensorialidad, emocionalidad e imaginación) como los aspectos analíticos (razonamiento, pensamiento lógico y capacidad de abstracción). ¿Cómo surge el cognitivismo? ¿Cómo empieza a diferenciarse del conductismo clásico? ¿Cómo se llega al cognitivismo post-racionalista? El cognitivismo deriva directamente del conductismo. A pesar de sus éxitos, a mediados de los años 70, en el conductismo se produce una crisis epistemológica, debida a un problema de naturaleza explicativa para explicar sus logros, debido a que el tener una teoría de referencia del tipo estímulo-respuesta era demasiado simple y no explicaba adecuadamente ni los fracasos ni los éxitos. El paradigma conductista estímulo-respuesta tenía como premisa básica el considerar la mente como algo innecesario. La mente era la “caja negra” donde no se podía ver dentro porque no era necesario; en cambio, lo importante era la correlación entre estímulos ambientales y respuestas conductuales. El planteamiento que se hacía era que la conducta de relajación neutralizaba la respuesta de ansiedad. Pero se exponía al paciente al miedo utilizando la imaginación que era una variable de la caja negra, es decir, sin explicarlo desde su modelo. Estas inconsistencias fueron las que hicieron ver al modelo teórico conductista como algo insostenible epistemológicamente, y llevó a los mismos conductistas a desarrollar el cognitivismo. El origen del cognitivismo se halla en la introducción de una variable intermedia que era el organismo (“O”) y se admitía que el estímulo ambiental en sí mismo no provocaba una respuesta conductual sino que tenía que pasar a través de la mente que era donde se elaboraba la respuesta. Esto permitió abrir la caja negra y por primera vez estudiar las variables intraorganísmicas como la imaginación, memoria, pensamiento, emoción, fantasía, diálogo interior. Permitió por primera vez considerar los fenómenos mentales. Todo ello tuvo importantes consecuencias a nivel clínico. Sin embargo, después de años de práctica cognitiva nuevamente nos veíamos en la necesidad de modificar conceptos básicos como organismo, conocimiento, realidad, objetividad, experiencia, mente, etc. Comienza una distinción sobre la mente en el ámbito del cognitivismo, que se inicia en la segunda mitad de los años 70. Empiezan a enfrentarse dos concepciones epistemológicas que difieren en su manera de concebir la mente humana. En la primera concepción, se concibe la mente como un procesador de información que es el planteamiento de la epistemología racionalista, y su metáfora de la mente como un 1
computador; en que la mente funciona como un programa preciso que depende de un orden lógico matemático que está afuera del computador. La segunda concepción entiende la mente como una constructora de significados y es la concepción propiamente constructivista y postracionalista. El significado es lo que nos da un sentido de continuidad a nuestra vida, y no es una correspondencia lógica entre las palabras y las cosas del mundo, sino que es el sentirnos siempre nosotros mismos en todos los años de nuestra existencia. El saber cómo ocurre el sentido de continuidad y de coherencia, es decir, si es algo que nos llega desde fuera o si es algo construido en la mente, es lo importante para el postracionalismo. Cada mente construye su sentido de pertenencia y de continuidad, y es algo que ocurre siempre en la vivencia sin necesidad de reflexionar, como dice Humberto Maturana. En la concepción de la mente como un procesador de información, si uno admite que las informaciones tienen que ser procesadas implica que ya están afuera de la mente. Éste es el asunto básico donde se apoya todo el modelo cognitivo racionalista que tiene su fundamento en el empirismo. El concepto básico del empirismo fue postulado por Francis Bacon en 1600, que sostenía la existencia de una realidad única, objetiva que podemos conocer a través de los sentidos. La idea era que uno pudiera ver esta realidad sin ninguna teoría previa, como una observación pura. Esto era lo que se llamaba la “posición del observador privilegiado”. Posteriormente, los criterios van cambiando. A principios de siglo, con el círculo de Viena, se llega a las formulaciones en que la referencia no es perceptivo-sensorial como en el empirismo, sino basada en los estándares de la lógica formal del desarrollo del racionalismo. Pero se sigue en la misma posición, a saber que la realidad es algo externo y unívoco para todos. Eso significa que la información ya está afuera y yo solamente tengo que ponerme en una situación particular para considerarse observador neutro y ver el mundo como es. Es una postura donde se prescinde de la condición de observador particular de cada persona. Hacia finales de los años 80 la epistemología empirista en ciencias sociales ha entrado en crisis pero este cambio ya había ocurrido en todas las demás ciencias. La primera ciencia que cambió radicalmente su epistemología empirista ha sido la física con la teoría de la relatividad y la teoría de la mecánica cuántica. Esta nueva epistemológica es el cambio de la noción de observador-observado, que implica que no hay ninguna realidad hecha en sí misma fuera de nosotros, que la realidad que nosotros percibimos como realidad objetiva y tridimensional es co-extensiva con nuestra experiencia y no es separable de ella; es decir, no hay informaciones fuera de la mente sino que solamente hay perturbaciones. Cualquier observación es autorreferencial, es decir, siempre se refleja a sí misma. Una perturbación se convierte en información cuando ha sido elaborada y simulada por la mente, es decir, la información no es algo que en sí mismo esté construido para referirse a mí, sino que en mi acción de percibir y escogerlo como similar o diferente de mi experiencia se transforma en información. Cada observación determina lo observado y toda observación nos da mucha más información sobre el aparato perceptivo del observador que de la realidad objetiva externa. Si se asume el enfoque que entiende la mente como constructora de significados, esto cambia mucho las cosas. Tenemos que responder y explicar la pregunta de qué animales somos y qué tipo de experiencia del mundo tenemos los humanos. En la historia de la organización de la vida en el planeta, como animales somos primates. Los primates son mamíferos que viven a diferencia del resto de los animales en un mundo intersubjetivo. El mundo de los primates es un mundo donde se sobrevive solo si todos los miembros del grupo están en una coordinación consensual reciproca continua, un mundo donde hay una coordinación consensual de conductas, intenciones, emociones, como sostiene Maturana. Es un mundo donde todo el conocimiento es intersubjetivo, cualquier cosa que se refiere a los miembros del grupo es conocimiento de mí mismo y cualquier conocimiento de mí mismo es también información sobre las otras personas. Sobrevivir en ese tiempo era estar en coordinación consensual, donde moverse era siempre hacerlo en grupo. La complejidad creciente de la dimensión interpersonal en un mundo intersubjetivo posibilitó el surgimiento de una nueva dimensión que es la del mentalismo. Todos los primates tienen esta capacidad de atribuir intenciones a las conductas de los miembros del grupo y manipular sus estados internos. Actualmente, lo que más ha contribuido a comprender todo esto ha sido la teoría de la mente, que surgió para intentar comprender cómo un niño de pocos meses logra coordinarse tan bien con los que le rodean. Cuando el niño logra relacionarse de manera efectiva quiere decir que tiene una teoría de la mente, tiene una manera de entender la mente de los otros, pero este nombre es inadecuado ya que el niño no tiene ninguna teoría de la mente, sino que tiene una capacidad innata de coordinarse con los otros. La teoría de la mente 2
surgió para estudiar a los niños autistas y ha ayudado mucho a comprender cómo ellos interactúan, pero también ha contribuido a entender mucho más la calidad de la interacción de los niños normales. Otro aspecto importante que ocurre en este mundo intersubjetivo es la emergencia del lenguaje. El lenguaje es un sistema de vocalización, señalización e intercambio de símbolos, y en este sentido no es algo que caracterice exclusivamente a los humanos, ya que los animales también tienen. La aparición del lenguaje en los seres humanos nace cuando aumenta el nivel de complejidad del aparato neurológico organizador; en el sentido de que la cantidad de los datos es muy grande y por ello surge la necesidad de un sistema de clasificación interior. El lenguaje nace, evolutivamente, como sistema de clasificación y reclasificación de los datos internos; es un elemento que actúa sobre la información de la experiencia inmediata y no directamente sobre la realidad. El lenguaje posee dos características. La primera es la que se llama lenguaje factual, que es lo que acompaña a un acontecimiento (es lo que yo puedo decir, es una especificación del detalle de lo que está sucediendo en la experiencia). La segunda es lo que se llama lenguaje temático, que es la capacidad propia del lenguaje semántico, y se refiere a la capacidad de conectar e integrar un conjunto de elementos experienciales que ya ocurrieron como un tema, y un tema es algo que tiene un inicio, un desarrollo y una conclusión, y esta capacidad del lenguaje permite transformar la inmediatez de la experiencia en información que se puede mantener independientemente de los acontecimientos que la han producido. El lenguaje temático origina una conciencia temática y no una conciencia factual. La conciencia factual es una conciencia que está presente en el momento en que el acontecimiento está ocurriendo; en cambio, la conciencia temática se mantiene como un sentido de sí mismo diferenciada de la inmediatez de los acontecimientos. El lenguaje temático y la conciencia temática le dan otra característica básica a la experiencia humana que es la capacidad de ordenar el contenido informativo de la experiencia en secuencias (inicio, desarrollo y final). Esto es lo que se llama la Estructura Narrativa de la Experiencia Humana. Toda la experiencia humana es siempre una secuencializacion muy ordenada, es decir, que presenta un orden cronológico, temático y causal. Éste es un aspecto muy importante, ya que de la estructura de la secuencialización dependerá si un tema de significado se desarrolla de manera normal, neurótica o psicótica. En una persona con procesamiento normal su secuencialización es muy armónica, abstracta, flexible, cronológica y causal. En una persona neurótica la secuencialización es muy rígida, inflexible, se desarrolla en una misma dirección porque los procesos de causalidad y de cronología son muy limitados. Una persona psicótica tiene ninguna o muy poca capacidad de secuencializar. Con el lenguaje toda la experiencia humana empieza a ocurrir en dos niveles simultáneamente: un nivel de inmediatez y un nivel explicativo. El nivel explicativo es donde se ordena en secuencias la vivencia de la sensación inmediata. En cada uno de nosotros hay un nivel de experiencia inmediata que es un fluir continuo, de mi ser en el mundo; lo que Maturana llama la “vivencia” que me acompaña en cada omento piense o no piense en ello. En paralelo con esto, lo que nos caracteriza a los humanos es el continuo explicarnos esta experiencia del vivir que nos encontramos ya hecha. El aspecto importante es el continuo intercambio entre la inmediatez de mi experiencia y la manera con la que reordeno y explico mi sensación de inmediatez; y ésta es la peculiaridad de la experiencia humana. Hay que darse siempre razones del hecho de que uno existe. “El ser humano es el único animal que para existir debe tener razones de su existencia” (Ortega y Gasett). Toda la psicopatología surge de la discrepancia que hay entre el fluir de la experiencia inmediata y la imagen consciente que la persona posea de sí misma. La experiencia inmediata es un fluir continuo que va siempre por delante de la explicación, porque en cada momento que me doy cuenta de mi experiencia inmediata y la estoy procesando con mi imagen consciente, mi vivencia está ya un paso más adelante. En todo momento estamos orientados a la solución de un problema específico, por tanto no necesitamos toda la información que viene de la experiencia inmediata para solucionarlo; uno no puede evocar toda su historia para ello sino que tiene que operar de una manera rápida, eficiente y concreta. Entonces tengo que filtrar todas las informaciones que me llegan de la inmediatez y algunas tengo que tenerlas fuera de mi conciencia, ya que no me sirven. Todos nosotros en cada situación percibimos y sentimos mucho más de lo que nos damos cuenta y comprendemos mucho más de lo que en un momento creemos comprender. En esta relación entre experiencia e imagen consciente de uno mismo, el regulador principal de la autoestima es la imagen consciente de sí mismo y el ser primates intersubjetivos implica que ninguno de nosotros pueda llegar a un nivel de autoestima demasiado bajo, ya que no nos permitía funcionar como 3
personas. Tenemos que sentirnos en cada momento idóneos y ello implica ser reconocido y legitimados como personas por los otros y esto es el tema de la autoestima. Esto nos lleva a otro aspecto importante: la autoconsciencia de uno mismo. En el enfoque racionalista clásico, la autoconciencia de sí mismo todavía se entiende como una especie de imagen objetiva que uno tiene de sí mismo; es como si uno se viera desde fuera como realmente es. Eso no existe. Cada proceso de autoconciencia es un proceso autorreferencial. No hay autoconsciencia viable sin autoengaño. Cada proceso de autoconciencia es un proceso de autoengaño. La self-deception o autoengaño no tiene una connotación negativa. Los problemas que podamos tener en nuestra salud mental son problemas conectados a un excesivo autoengaño o escaso autoengaño. Cuando hay modalidades de autoengaño excesivas y rígidas, que son las que se encuentran en la psicopatología, la persona no consigue explicarse aspectos importantes de su experiencia inmediata. Se excluyen o disocian aspectos de la experiencia inmediata que acaban por ser percibidas como extraños y perturbadores. Los síntomas son algo que yo siento, pero no reconozco como mío. Un aspecto importante al que conduce el aspecto de la secuencializacion es la relación que se establece entre lo que se llama “framing” y lo que se llama “regulación emocional”. Hay una correlación del nivel de la regulación emocional que es el nivel del fluir de la experiencia inmediata, y el nivel de estructura (framing) que es la manera con la cual uno empieza a ordenarla secuencialmente con el lenguaje y con el pensamiento, el fluir de la inmediatez de la experiencia. La regulación emocional es un aspecto fundamental en psicopatología y psicoterapia, depende básicamente de la estructura articulada de la secuencialización en la trama narrativa, y éste es el objetivo general más importante a considerar en la estrategia psicoterapéutica. En cuanto a reconstruir en psicoterapia, el trabajo técnico consiste en que el terapeuta toma los acontecimientos y se construye la secuencia de escenas que será reconstruida gradualmente desde diferentes puntos de vista. En el enfoque psicoterapéutico cognitivo racionalista lo que se intenta hacer es persuadir al paciente, y por ello se dan verdaderas batallas dialécticas en el contexto clínico. El escuchar el problema y focalizarse en hacer una lista de creencias disfuncionales y centrarse en la persuasión a través de confrontaciones dialécticas para provocar el cambio sería la actitud racionalista. En cambio, en el modelo cognitivo postracionalista, el problema consiste en ayudar al paciente a reconstruir su experiencia con ojos diferentes; y consiste en llevar a vivir al paciente de manera tal que enfoque aspectos que deja fuera de su conciencia y los asimile e integre en su imagen consciente. La idea básica es que hay que llevarlo a que él pueda reconstruir su experiencia con puntos de vista diferentes para ayudarle a reordenar su dinámica entre lo que siente y su explicación. 2. Patrones de apego El estudio de los procesos de apego ha sido uno de los temas de mayor relevancia para la evolución hacia el cognitivismo postracionalista. John Bowlby es el creador de la teoría del apego. La relación entre los procesos de apego y la construcción del sentido de sí mismo es muy importante en el desarrollo humano. Una de las características del apego es que se trata de un proceso autorreferencial que permite construir un sentido de sí mismo consistente, estable y continuo en el tiempo. ¿De dónde saca un niño las informaciones más importantes para verse como persona y saber quién es él? Se puede reconstruir como persona a través de la actitud de los padres, por la manera como se relacionan con él y expresan sus emociones hacia él. El apego es el sistema de auto-referencia que subyace al desarrollo y al mantenimiento de la identidad personal. Emergió de un continuo intercambio dialectico entre cercanía y separación. Un niño que acepta la separación de sus padres y puede soportarla y desempeñarse bien, no es un niño que no tenga apego sino que tiene un buen apego, pudiendo quedarse psicológicamente vinculado a ellos sin sentir angustia por la separación. La separación es parte integrante del apego. El infante mantiene un sentido de sí mismo independiente de los otros, comenzándose a observar aproximadamente a los 2 años y medio, lo que se llaman las organizaciones centrales de apego, es decir, el niño tiene una actitud hacia los padres de mayor constancia y estabilidad. A esta edad las categorías de apego son: seguro, evitante, ambivalente. Los patrones de apego son procesos y no son entidades fijas que se 4
mantienen durante toda la vida. El no comprender a las personas desde el punto de vista de procesos sino concebirlas como entidades fijas me parece un grave error. La primera categoría es la de apego evitante (A), que son los niños que mantienen un grado de proximidad de los padres y emplean sus recursos cognitivos para controlar lo exterior, anticipando las posibles situaciones de rechazo o indiferencia. Es un niño que guarda cierta distancia de los padres, y si los padres se acercan se pone rígido. Una segunda categoría de apego es la ambivalente (C) que mantiene una proximidad con los padres en base a sus recursos afectivos. La tercera categoría es la de los niños de apego seguro (B), que no tienen dificultad para acercarse o alejarse de las figuras cuidadoras, y no presentan problemas para relacionarse con los padres, que se muestran alerta y sensibles a las señales y las comunicaciones de sus hijos. Es un niño que ha aprendido a predecir y comunicar el valor de muchas señales interpersonales; ellos han creado significados tanto cognitivos como afectivos. Es importante considerar los patrones de apego de estos niños a la edad de 4 o 5 años:
A1-A2: evitantes inhibidos. Son niños que siempre están aislados, que no hablan y que nunca están presentes. No solo evitan el contacto con los padres, sino que también evitan expresar sus estados internos. Tienen padres que generalmente son explícitamente rechazantes, y por eso se organizan en la inhibición de no expresar sus estados internos, porque cada vez que expresan algo la respuesta predecible es un rechazo y cuando expresan urgencias son más rechazados aún. A3: cuidadores compulsivos. el niño se hace cargo de sus padres con atenciones y cuidados físicos. Se toman la responsabilidad de interesar a los padres, de estimularlos para que se sientan motivados a interactuar con él. El niño tiene que merecer la atención del padre. Los niños de este tipo son hiperactivos lejos de los padres y nunca en presencia de ellos. Los padres de los niños A3 son indiferentes. A4: compulsivos complacientes. Son niños que se caracterizan por no expresar nunca lo que verdaderamente sienten. En todo momento intentan corresponder a las expectativas de los padres, hasta tal punto que el sentido de sí mismo se transforma en estable solo en la medida que corresponda con ellos, a su expectativa. Los padres de estos niños son padres rechazantes, especialmente cuando el niño expresa sus problemas, sus necesidades o pide ayuda; en cambio, se transforman en aceptantes cuando el niño no da problemas. También pueden ser padres indiferentes y poco atentos a las necesidades del niño. Son padres que quieren que el niño sea un modelo de perfección. Por ello, son rechazantes y muy críticos cada vez que el niño no se comporta acorde al nivel de perfección que ellos quieren. Cuando el niño se somete y adquiere como fachada todas las características que los padres desean, entonces los padres le reconocen. 5
Veamos ahora las categorías de los patrones de apego ambivalentes con estrategia coercitiva (C). También se observa en este tipo de apego muchas subcategorías. Para las implicaciones clínicas podemos ordenar de mayor a menor actividad a los niños coercitivos, de manera que los C1 serían los coercitivos más activos y los C6 los más pasivos. Es diferente la situación de los niños coercitivos a la de los evitantes. En general, tienen padres que son bastante atentos. Son padres que le transmiten al niño la idea de que se vive en un mundo muy peligroso, y solo se puede sobrevivir si se tiene la protección de personas como ellos. El discurso de sus padres lo recibe muy bien, volviéndose una condición esencial para sobrevivir. Pero la protección otorgada por parte de los padres es discontinua y no predecible. Estos padres suelen ser también fóbicos, por lo que no asisten al niño en situaciones de peligro, cuando más lo necesitan, pues estas situaciones les provocan mucho miedo. El niño coercitivo tiene un problema, que se refiere a qué hacer para poder resolver esta discontinuidad en la protección. Por esto, el niño coercitivo se especializa en amplificar al máximo todos los estados internos negativos, de manera que un pequeño malestar se transforma en un peligro de vida, una pequeña irritación en un ataque de llanto que dura horas. El niño coercitivo expresa todo con exageración. El niño evitante aprende que las explicaciones proveen de bases predictivas para relacionarse con sus padres. Ellos aprenden a depender de la cognición para regular su comportamiento y defenderse de los afectos. Se sienten satisfechos con las explicaciones y no tienden nunca a un verdadero contacto emocional. Por el contrario, los niños coercitivos han aprendido lo opuesto. Ellos exaltan los afectos y se defienden de las cogniciones, es decir, no confían en las explicaciones. La razón es que los padres de los niños coercitivos frecuentemente les dan explicaciones para engañarlos. C1: amenazante. Es el típico hiperactivo, el niño imposible. No se le puede dejar solo ningún instante. Siempre hay que tenerlo en el campo visual, siendo ésta su manera coercitiva para mantener la atención constante de los padres. C2: desarmante. Es el niño que quiere que papá lo lleve a pasear todos los días y le compre helados. El padre tiene que dejar de hacer sus cosas y llevarlo. Los niños coercitivos activos son los que se especializan en tener el control sobre la relación con el adulto, por lo que son muy manipuladores. En cambio, los niños coercitivos pasivos se especializan en mantener la cercanía física y no el control con la figura del padre. La forma clásica del coercitivo pasivo es el niño hipocondríaco. C4: indefenso. Se caracteriza por estar siempre indefenso y los padres no lo pueden dejar solo. Aparece como ineficaz y vulnerable, y en su actitud estimula en las personas que se relacionan con él un instinto de protección y cuidado. C6: seductor. Es una categoría intermedia entre la pasiva y la activa. En esta categoría del niño ambivalente la estrategia coercitiva adquiere una forma de conducta seductora complaciente, y se observa especialmente en las niñas que atraen la atención de esta manera. Existen dos categorías de apego más: la de los niños seguros (B) y la de los niños desorganizados (D). No creo que ambas existan como categorías en sí mismas, sino que son los extremos de un continuo: el niño equilibrado tiene un apego seguro y el niño desequilibrado tiene un apego desorganizado. El componente seguro B es la parte flexible y armónica de un niño evitante y ambivalente. B1-B2: reservado. Es un evitante abstracto y armónico. No tiene problemas en acercarse a los padres pero siempre es resistente a compartir situaciones emocionales cara a cara, y de ahí el término reservado. Es un niño evitante muy flexible. B3: confortable. Es un coercitivo independiente y armónico que no tiene problemas para acercarse o alejarse de sus padres. Siempre tiene el control de la relación, y se aprecia en que toma todas las iniciativas para interactuar con los padres y todas son emocionales. Es un niño que privilegia información emocional más que cognitiva para organizarse. B4: reactivo. Es un coercitivo muy elegante, pues tiene la capacidad de atraer la atención de los padres sin llegar a ser un niño imposible, y ello lo logra a través de sus capacidades emocionales y de expresión comunicativa que presenta.
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El componente no armónico es el componente desorganizado que se puede encontrar en los niños evitantes y ambivalentes. En los primeros meses de vida, la oscilación entre organizado y desorganizado es continua. Veamos ahora las combinaciones de estos patrones de apego y cómo se relacionan con las organizaciones de significado personal depresiva, fóbica, obsesiva y de desorden alimentario. Las categorías puras son las encontradas en los depresivos y los fóbicos. Los depresivos son todos los evitantes puros, A1, A2 y A3. Los fóbicos son todos los coercitivos, desde C1 a C6. Los dápicos, si bien son básicamente compulsivos complacientes (A4), pueden tener un componente coercitivo bastante pronunciado. En términos generales, los dápicos presentan un apego evitante del tipo compulsivo complaciente con un componente coercitivo, que es de mayor intensidad en la condición anoréxica (A4/C+) y de mayor pasividad en la condición obesa y bulímica (A4/C-). Los obsesivos también tienen una mezcla de componentes evitantes y ambivalentes. Los obsesivos pueden tener un componente evitante del tipo A3 o A4, mezclado con un componente coercitivo C1-4. Las categorías de los niños evitantes inhibidos y cuidadores compulsivos son los patrones de apego específicos que se encuentran en los significados depresivos. Los patrones de apego compulsivos complacientes se encuentran en los trastornos alimentarios: Disturbi Alimentari Psicogeni (DAP). 3. Organizaciones de significado personal Depresiva En los patrones de apego en los depresivos los padres son percibidos como rechazantes o indiferentes. El niño tiene una experiencia de pérdida afectiva. El tema no es de pérdida física sino de pérdida afectiva, debido a que el niño no tiene la experiencia de acceso emocional seguro y estable con su padre. Por lo que tiene que confiar únicamente en sí mismo para manejarse y enfrentarse de alguna manera a su ambiente social. Los padres de un niño depresivo son padres que constantemente le piden al niño grandes esfuerzos sin darle el adecuado soporte emocional. Se puede observar en aquel niño que nadie lo cuida, que va al colegio solo y se ocupa de sí mismo. La típica experiencia de un niño depresivo es la de percibirse como un “peso”. Otra es la experiencia de soledad, que es totalmente diferente a la de un niño fóbico que tiene miedo a la soledad. Para el depresivo, la soledad es normal, nunca tuvo una alternativa diferente. El apego se puede entender como el proceso básico de regulación emocional humana en un espacio intersubjetivo. Este espacio es definido por dos variables: acercamiento y alejamiento de figuras significativas que puede variar entre un continuo de apego-separación. Lo que describe una relación interpersonal es cuánto uno se acerca o se aleja emocionalmente, donde todas las emociones básicas (curiosidad, vergüenza, desesperación, rabia, culpa, miedo, asco, etc.) pueden ser entendidas como moduladores del continuo apego-separación. Las emociones básicas pueden ser entendidas como moduladores de espacio intersubjetivo. Estos moduladores en el nacimiento están en el punto cero, preparados para ser activados. En el caso de un niño depresivo los tipos de eventos son de rechazo y/o indiferencia, lo que podríamos llamar una experiencia de pérdida afectiva. Por lo tanto, la pérdida en sí misma activaría específicamente dos emociones básicas: el desamparo/tristeza y la rabia. La primera facilita el acercamiento y la segunda facilita el alejamiento. Para una organización de significado depresivo el mayor miedo será siempre el de no poder confiar en su capacidad de lucha y esfuerzo personal; nunca será el miedo de peligro físico como en la organización de significado fóbica. Este es el miedo y la culpa que sienten los depresivos como sus elementos básicos de significado emocional. En el caso del fóbico su tema de peligro le activa dos emociones básicas: el miedo como facilitante del acercamiento y la curiosidad como facilitadora de la exploración. En cambio, en el depresivo el tema es la soledad y las emociones son la tristeza y la rabia. El niño depresivo hasta los 4 años presenta una oscilación permanente de conducta, un cambio que va desde agresiva (rabia) a aislada (desamparo). A los 4 o 5 años, el niño empieza a mejorar mucho su conducta y comienza a tener una actitud exterior mucho más estable siendo menos frecuente que se deje llevar por 7
momentos de rabia o de desesperación. Ahora es más frecuente que siempre tenga una posición intermedia, pudiendo de esta amanera controlar las emociones de tristeza y rabia que en su mundo interior siguen oscilando. Para entender cómo se organiza el sentido de sí mismo en los niños depresivos a los 4 o 5 años, hay que tomar en cuenta lo siguiente: un primer nivel que es la experiencia inmediata y un segundo nivel que es cómo se construye una imagen consciente de sí mismo. En el niño depresivo, en el nivel de la experiencia inmediata hay por una parte, una experiencia de pérdida (no tener una base segura, no sentirse querido, tener confianza solamente en sí mismo); y por otra una experiencia de soledad. Sienten que los demás, específicamente los padres, no están interesados en él. ¿Cuál es la imagen de sí mismo que pueden construir los niños que tienen este tipo de experiencia inmediata? Los depresivos perciben algunos aspectos negativos de sí mismos, siendo esta la única explicación de por qué a él le suceden las cosas que a otros niños no. Tienen una imagen negativa de sí mismos, focalizada en la esfera emocional, ya que autopercibe que no tiene la habilidad de hacerse querer o es una persona no querible. Pero también el depresivo tiene una imagen consciente de sí positiva sobre sus capacidades cognitivas, y ésta es una experiencia que es causa de soledad. Un niño depresivo desde pequeño sabe que tiene que solucionar sus problemas solo. En este sentido, ellos sienten que poseen una capacidad de auto-análisis de lo que están sintiendo diferente de los demás niños. Lo más distintivo de los depresivos es la capacidad de atribuirse a sí mismos la responsabilidad de todo: atribución interna. La atribución interna actúa como agente activo permitiendo recuperar en los depresivos el control sobre una situación difícil. En psicoterapia este rasgo debe ser respetado y no atacado. En los niños depresivos, el éxito es atribuido a la casualidad y el fracaso a sí mismos. En la adolescencia, es mayor la percepción de la discrepancia, entre separación de él mismo y los demás. En la adolescencia, emerge el pensamiento abstracto y lo que se llama “programación de la vida” donde se planifica el futuro. En esta planificación se observa una característica de algunos depresivos que es el ponerse objetivos poco comunes o empresas imposibles, objetivos que en el momento que se inician no parecen imaginables o alcanzables. El ponerse empresas imposibles, en primer lugar, significa poder ganar el acceso al mundo, reduciendo la separación que siente entre sí y el mundo, logrando ser reconocido y querido por los demás. Y en segundo lugar, los depresivos tienen la percepción de la realidad en términos de pérdida, es decir, un sentido constante de inutilidad, que todo es efímero, todo termina. Por lo tanto, ellos siempre están animados a buscar realidades no comunes, realidades que se ven más consistentes y que duran en el tiempo. Los depresivos no tienen problemas en lo intelectual y laboral sino en lo interpersonal y lo afectivo. Un aspecto importante del estilo depresivo es el cómo se forma una relación afectiva. El depresivo utiliza la estrategia del no vinculamiento para no arriesgarse a la pérdida. Si no hay apego, no hay separación. Para prevenir la ruptura afectiva, no hay que vincularse. Esto hace delicado el momento de la separación de una pareja por la tendencia del depresivo a negar lo que está sintiendo. Cuando un vínculo se ha establecido, ocurren “estallidos de rabia incontrolables” como la no correspondencia ahí es percibida como pérdida o como un duelo. Las mayores crisis depresivas que surgen en la mitad de la vida se desencadenan por una causa afectiva. La única manera con la cual efectivamente se puede ayudar a una persona que está en esta situación es reconstruir etapa por etapa todo el proceso. La reconstrucción en psicoterapia podría ayudar a una persona en estas condiciones a generar una mayor coherencia con su situación real e historia personal, pudiendo lograr una mayor articulación en su trama narrativa y una consiguiente mejor regulación emocional y mayor control. Otro aspecto característico de las personas que tienen una organización de significado depresivo es que son grandes cómicos. En personas que presentan una organización de significado depresivo con procesamiento neurótico, la concreción se manifiesta en que todo es percibido como un duelo incontrolable. Son personas que pueden tener reacciones depresivas por incidentes mínimos en su cotidianeidad. También son interesantes los cuadros depresivos psicóticos. El delirio, por ejemplo, tiene un contenido y es a través de éste que se puede llegar a la estructura de significado; en todo delirio depresivo encuentran una mezcla de temáticas recurrentes de culpa, soledad, indignidad y ruina. Uno de los delirios que pueden tener los depresivos psicóticos es el de persecución. Otro delirio típico es el de indignidad. 8
Fóbico El mundo de los fóbicos es vivido como peligroso. La familia vive la experiencia del peligro en la cotidianeidad. Se pueden observar dos tipos de familias fóbicas que generan patrones activos y pasivos; ambos pueden darse en una persona con significado fóbico. La primera es el patrón que origina a los fóbicos activos, los que presentan conductas coercitivas en la infancia, convirtiéndose en la niñez en coercitivos activos. Es un niño muy amado, que está en el centro de la atención en casa. Todo lo que en la familia se hace ocurre si él lo permite. El niño coercitivo activo presenta un alto sentido de ser querido, por lo que nunca acepta bajar de categoría. Posteriormente, en la adultez son los fóbicos que tienen un sentido de amabilidad y seducción muy alto. El segundo es el patrón que origina a los fóbicos pasivos. Estos se caracterizan por que uno de los padres generalmente actúa como enfermo crónico que está siempre a punto de morirse, impidiendo de esa manera que el niño viva cualquier forma de exploración o experiencia de autonomía. El niño no quiere alejarse de su padre porque tiene miedo que en su ausencia pueda morir. Los niños de este patrón coercitivo pasivo pueden llamar la atención de sus padres con actitudes desarmantes o con síntomas físicos. Ambos patrones, pasivo y activo, pueden darse en una persona con significado fóbico. La curiosidad es una de las emociones básicas más importantes, pues permite la activación y el desarrollo del comportamiento de exploración en los seres humanos. El bloqueo de la curiosidad comienza en los primeros meses de vida, cuando la madre en vez de estimular la exploración de su bebé la inhibe al considerarlo peligroso para el niño. La sincronización emotiva entre el niño y la madre es lo que permite la conducta de exploración; cuando el niño está enfrentando a alguna novedad, lo primera que hace es mirar la cara de su madre. Si el rostro de ella está serio, la novedad no activará su curiosidad sino el miedo. Esto es lo que les sucede a los niños fóbicos. Pero lo importante es que la interferencia en la exploración es siempre indirecta y confusa. Al darse el bloqueo en forma indirecta, el niño no puede atribuir el malestar que siente a las intenciones de los padres. El malestar comienza a ser vivido solamente como malestar corporal, y no como un estado anímico al no poderlo conectar a ninguna intención de sus padres ni suya propia. Comienza un tema importante en los fóbicos que es el de la lectura sensorial de las emociones, donde las emociones no producen estados de ánimo sino estados corporales. El tema del control es el eje central en el mundo de significado fóbico, el cual se expresa, por una parte, en el control de las relaciones significativas, es decir, que para él signifiquen protección; y por otra en el control sobre ellos mismos. Ahora, tener el control sobre ellos mismos significa tener el control sobre todo lo que a sus “ojos” pueda ser percibido como debilidad. Ser débil para una persona con significado fóbico es la mayor tragedia que puede ocurrir en un mundo percibido como peligroso. La autopercepción de debilidad en el fóbico también se puede presentar en la expresión de las emociones, por lo que ser emocional significaría ser débil. Por eso, una estrategia para evitar exteriorizar las emociones es el control emocional. Lo que caracteriza al estilo afectivo fóbico es que, al iniciar una relación, la pareja es elegida por su capacidad de protección. Una vez que la relación se ha establecido, tiene que haber un equilibrio entre protección y constricción, es decir, lograr un sentido de sí mismo que le permita libremente alejarse o acercase a su pareja cuando él quiera, sin sentirse constreñido al hacerlo. Uno de los problemas que pueden encontrarse en los fóbicos, es que con el tiempo, tienen la tendencia a transformarse en hipocondriacos. Es muy importante detectar la hipocondría porque es un trastorno que tiene características similares a un trastorno psicótico y puede evolucionar en un delirio. La hipocondría es diferente de la somatización, pues consiste en tener la certeza de padecer solo una enfermedad específica. Otro delirio frecuente en los fóbicos es el delirio de persecución, cuya temática es la amenaza a la integridad corporal. Los fóbicos normales son los que nacen en una familia en la que el mundo es presentado como peligroso, pero al mismo tiempo se le da el soporte emocional para enfrentarse a ese mundo. Los fóbicos normales son los que más vivencian las tonalidades emocionales que han sido sobresalientes en toda su infancia como la curiosidad. Por esta razón, los fóbicos normales han sido los más grandes exploradores de nuestra cultura.
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Trastornos alimentarios psicógenos La organización de significado personal de los trastornos alimentarios psicogénicos (dápicos) es muy importante por la alta frecuencia con la cual se ve hoy en día. Es que la transformación social en la sociedad postmoderna da mayor importancia a la imagen que a la persona; éste es el tema básico que caracteriza a los desórdenes alimentarios. El sí mismo puede ser reconocido solo a través de los otros. En cuanto a los patrones vinculares familiares, lo que caracteriza el desarrollo de los niños con tendencia dápica es el patrón de apego evitante compulsivo complaciente. Es un niño que logra mantener un acceso emocional de sus padres de forma estable y segura, en la medida en que en cada momento corresponde a las expectativas de ellos. De esta forma se establece la construcción de la identidad del sí mismo sobre criterios externos. La característica más típica en las familias dápicas es la ambigüedad; por ejemplo, la historia familiar suele presentarse como la más perfecta del mundo. Esto naturalmente es la imagen que los padres dan, pero en la familia todo ocurre de manera diferente. Otro nivel de ambigüedad se aprecia en cómo se comportan los padres con los hijos. Las madres dápicas se caracterizan por su constante intento de ser las madres prefectas, pero lo que es frecuente es que este perfeccionamiento las lleva a concentrar su atención y esfuerzo no tanto en el cuidado de sus hijos sino con el objetivo de cumplir con esta imagen de perfección. Lo que busca la madre en su relación con el pediatra es que éste le confirme su imagen de madre perfecta. Si el pediatra le dice que el bebé tiene que comer cada 4 horas, ella le da de comer cada 4 horas, aunque el niño esté durmiendo y no tenga hambre. Es importante lo que pasa, porque estas son las primeras experiencias en que el bebé no logra reconocer las sensaciones estomacales de estar satisfecho o de reconocer el vacío gástrico. Otro nivel de ambigüedad en la familia dápica es que todo es camuflado; las situación cotidianas de la vida, como puede ser algún problema del padre en el trabajo o discusiones familiares, son siempre ocultadas. Todos los miembros de la familia están dispuestos a fingir que nada ha ocurrido. Es una familia que tiene una especie de identidad colectiva, porque una de las estrategias específicas es el control de los miembros. Y en el caso particular de los niños, el control es a través de la amenaza de quitar el afecto. El querer depende de la conducta del niño, de cuanto corresponda a lo que se le pide. “Si no te portas bien los papás no te querrán más”. En la adolescencia, en los primeros intentos de diferenciarse de la familia, de ser más autónomo, sucede que si el chico expresa una opinión diferente, la familia siento que no la quiere más. Lo básico para estas familias es que quererse significa tener que pensar las mismas cosas, nunca tienen que expresar diferentes opiniones o pensamientos. No se respeta ninguna individualidad. El sentido de sí mismo viene dado del exterior. La incertidumbre es común en los niños dápicos, lo que se aprecia en que nunca saben lo que sienten o perciben realmente. Desde los primeros años de vida comienzan a ser perfectos, pero ésta es una perfección particular. Los niños obsesivos son los que tienen grandes habilidades lógicas y matemáticas, con grandes capacidades de competencias cognitivas. En cambio, los dápicos desde pequeños se caracterizan por tener una perfección complaciente, pues se esfuerzan por simular e imitar la conducta de los adultos, hasta llegar a repetir las mismas frases y palabras que ellos dicen. Pero todo esto es una fachada. Son niños que se ven más grandes para su edad. Son los alumnos que estudian todo de memoria con el fin de complacer al profesor, incluso si ello significa traicionar a sus compañeros. Durante la niñez los dápicos logran alcanzar un equilibrio de su sentido de sí mismo tomando como referencia emocional a uno de los padres, con el cual hay una relación de ambigüedad tolerable y un nivel de activación emocional no importando que sea positivo o negativo. Elige a uno de los padres como figura de referencia principal, para regular y estabilizar su sentido de sí mismo. El problema surge al entrar en la adolescencia con la emergencia del pensamiento abstracto; lo que produce un cambio en la imagen que tienen de sus padres y que repercute en su relación. Durante la niñez la imagen de los padres es absoluta como si fueran dioses, pero con la llegada de la pubertad ésta imagen se empieza a relativizar. Empiezan a ser vistos como todos los seres humanos, con virtudes, defectos, límites, creencias personales, etc. La tendencia a la diferenciación emocional, es vivida por el chico como una tragedia pues en el momento en que la imagen de la figura de referencia cambia, su sentido de sí mismo también cambia. Producto de esta decepción familiar surge un problema básico que es cómo estabilizar el sentido de sí mismo. La solución al problema es seguir seleccionando a una persona y corresponder a sus expectativas, 10
pero exponiéndose lo menos posible, porque es la única manera de que si llegara a ocurrir una decepción tendría la posibilidad de controlarla minimizándola. Se intenta tener el máximo de conformación afectiva con el mínimo de exposición. Ésta es la estrategia de poner al otro a prueba, que significa pedir constantemente al otro que le confirme, que le de pruebas de su amor. Si su sentido de sí mismo depende del juicio de los otros, entonces para obtener esta confirmación la solución sería el ser siempre perfecto, pues así los otros no lo pueden criticar. La perfección en la organización de significado dápica es diferente de la obsesiva ya que ésta tiene un programa interno que depende de un tema de tipo moral, de justicia o religioso, siguiendo sin importar los diferentes contextos. En cambio, la perfección dápica no es interna sino que es externa, ya que depende siempre del contexto en el cual se está. Una perfección que caracteriza a los dápicos es lo que hemos denominado “maximalismo”, que se refiere a que lo máximo que se puede imaginar en un contexto es la condición mínima para enfrentarse a éste. Otro aspecto importante del maximalismo es que nunca hay desarrollo ni construcción, porque el resultado máximo tiene que estar presente desde el inicio; éste es característico de todos los dápicos, o uno nace con la competencia o nunca la va a tener. Los desórdenes alimentarios se dan principalmente en las mujeres, habiendo pocos casos de hombres anoréxicos. En este nivel, la imagen es equiparada con la estética del cuerpo en las mujeres, donde es mucho más importante modificar la imagen. Esta modificación corresponde al hecho de que en nuestra cultura, la feminidad es evaluable a través de la estética del cuerpo. Los hombres son evaluados por la virilidad, ya sea por la potencia sexual o por el coraje. En este sentido, en las mujeres a nivel de concreción se encuentran los cuadros típicos de desorden alimentario que son la anorexia como variante activa, la obesidad como el extremo pasivo, y la bulimia como cuadro intermedio. La mayoría de los varones análogos a las anoréxicas, obesas o bulímicas, presenta problemas sexuales en relación al tema de su competencia sexual. La variante activa, tanto en el hombre como en la mujer, se caracteriza por una actitud defensiva, orientada al ataque. En cambio el hombre dápico puede usar el fracaso sexual como manera de poner a prueba a las mujeres en la fase de formación de la relación. En cuanto a los trastornos psicóticos en los dápicos, se puede observar en la etapa de la juventud que pueden tener trastornos esquizofrénicos. Uno es el delirio de influencia, es decir, la idea que le controlan o le cambian los pensamientos por otros, o le invaden el cuerpo. Este tema también se presenta en los dápicos normales, pues de alguna manera tienen el sentido de que alguien les está controlando los pensamientos. Pero cuando hay un desorden psicótico, este tema pierde la secuencialización y hay trastorno de integración. Otro tema presente en los delirios dápicos es de la imagen corporal y la futilidad. También se encuentra en los normales y neuróticos, ya que son grandes soñadores y viven en un mundo de fantasía Walt Disney. Otro delirio de los dápicos es lo que se llama delirio fantástico (parafrenia). Son personas que viven su vida cotidiana de manera normal y de pronto alguien se da cuenta que están involucrados en un tema delirante, pero el delirio no influye en su vida cotidiana. Otro delirio es el de la erotomanía. Tienen la idea de que un personaje importante en el mundo está enamorado de ellos. Los dápicos normales tienen un procesamiento armónico, abstracto y flexible. Estas son personas sobresalientes en muchas dimensiones de la cultura y la estética. Son los mejores en relaciones públicas ya que están muy atentos a los juicios de los otros e intenta manipularlos. La actividad en la que más sobresalen es en la actuación. Obsesivo La característica más destacable es que la relación con al menos uno de los progenitores es experimentada por el niño como ambivalente. Esto significa que el padre genera la percepción de ambivalencia en el niño y este no puede diferenciar si el padre lo odio o lo quiere. La ambigüedad obsesiva es diferente de la ambigüedad dápica en la cual no se sabe lo que pasa. Al contrario, en la ambigüedad obsesiva se sabe que pasa una de estas dos cosas, teniendo pruebas para ambas opciones en una misma actitud del padre. El padre del niño obsesivo es aquel que se dedica completamente al hijo pero al mismo tiempo en este dedicarse lo tortura. No tiene una tendencia emocional hacia el hijo sino que se la impone a sí mismo y se esfuerza en lograrla. 11
Otra característica importante de las familias obsesivas es la presencia de un ambiente verbal y analítico, donde no hay comunicación ni expresión de tipo analógica, emocional ni física. Son padres motrizmente subactivos pero verbalmente hiperactivos. Un ambiente que carece de ternura y calidez emocional se transforma en irracional en sus demandas para el niño, pudiendo observar lo que significa que un padre obsesivo esté dedicado a su hijo y que al mismo tiempo lo torture. Por ejemplo, un niño de 3 años al correr por la casa rompe algo. Lo habitual es que el padre le diga “¡no corras, ten cuidado!”. Pero esto nunca lo diría un padre obsesivo porque es una actitud demasiado emocional. Él desea que el hijo piense y razone; lo llama y le pide explicaciones de por qué rompió el vaso. La idea del ambiente meramente verbal en las familias obsesivas también se expresa en la inexistencia de espacio para que el niño juegue en casa. Para la familia obsesiva el juego es imposible, ya que no es concebible una finalidad en la que el niño simplemente se entretenga por entretenerse. Todo juego tiene que ser un juego de aprendizaje. Otro aspecto diferencial en las familias obsesivas es el castigo. Los obsesivos cuando castigan a sus hijos y les pegan, en primer lugar no lo hacen como una reacción directa al hecho de portarse mal, sino posteriormente; en segundo lugar, lo hacen sin ninguna emocionalidad. El padre convoca a toda la familia y se hace una suerte de juicio familiar; se le acusa, él se defiende y se dicta el veredicto. Desde el inicio de la infancia se le exige que sea un adulto en miniatura. La exigencia de la familia obsesiva es diferente de la familia dápica, pues en ésta última es una exigencia aparente, quieren un niño que parezca perfecto. En cambio, a la familia obsesiva no le interesa la imagen sino el rigor moral y el esfuerzo. La experiencia inmediata de sí mismo en el niño obsesivo es muy perturbadora y discrepante, porque la percepción de la actitud ambivalente de su padre provoca una ambivalencia en la valoración de sí mismo, pues el aspecto de que “mi padre me quiere” significa que “soy querido” pero el aspecto de que “mi padre me odia” correspondería a “yo no soy querido”. Toda esta incertidumbre duda sobre quién es él, entre los diversos polos, tiene que ser solucionada por un camino cognitivo. Lo que hacen entonces es que al seleccionar una imagen consciente de ellos mismos, seleccionan el aspecto positivo, es decir, en la duda de amable y despreciable, empieza a construirse toda una imagen de sí centrada en el aspecto positivo. Toda la actividad desde este momento será excluir de su conciencia toda la activación emocional que puede generar la duda de ser la persona de la polaridad negativa; para ello, necesitará acumular todas las evidencias que confirmen solamente la polaridad positiva. Los obsesivos tienen este gran problema, toda su vida será un intento por alcanzar la certeza de ser un sí mismo continuo, unitario y estable. Es un intento de resolver todos los problemas en términos cognitivos y lógicos, puesto que el mundo de significado obsesivo es el mundo de la lógica pura. Los niños obsesivos son perfectos, son excelentes en razonamiento. E en el periodo de la pubertad/adolescencia donde empiezan los primeros problemas psicopatológicos. Dos áreas emocionales que son críticas en el obsesivo para mantenerse en la certeza de corresponder a la polaridad positiva son: la rabia y la agresividad. Cuando surgen en la conciencia, estas emociones ponen en discusión y desconfirman la polaridad positiva en la cual se están organizando. Para un obsesivo es inaceptable aceptar que está sintiendo rabia hacia alguien o que quiere hacer daño a alguien y el solo hecho de imaginarlo o pensarlo significa sentirse la persona más despreciable del mundo. El problema básicamente es que no puede atribuirse a sí mismo ningún sentido de rabia o agresividad. Esto no significa que los obsesivos no sean agresivos, lo son, pero tienen que serlo sin que esto surja en la conciencia, pues si esto sucediera, es decir, sentir conscientemente emociones de contrariedad hacia alguien, inmediatamente comenzarían las obsesiones y rituales de orden. Los rituales de orden son las conductas destinadas a poner en un orden y lugar determinados objetos, que pueden durar varias horas. Las obsesiones son las que se refieren a pensamientos, imágenes o impulsos indeseados, intrusivos y recurrentes; por ejemplo, le aparece el pensamiento que su jefe tiene cáncer. Esta es la manera en que aparecen en la conciencia pensamientos agresivos. Los obsesivos siempre tienen la duda de que el pensamiento puede ser causal de los hechos que ocurren en la realidad. El otro sector crítico es la sexualidad, y se entiende porque los obsesivos son personas muy moralistas. El placer sexual tiene que estar bajo control y no exceder un determinado umbral, pues si lo llegara a exceder comenzarían los rituales de limpieza. El placer debe ser siempre el anticipado. Otro tema característico de la coherencia interna de los obsesivos es el desarrollo y capacidad de argumentar y de prever las cosas. Esta capacidad surge por la necesidad de tener la certeza de que en cualquier circunstancia va a corresponder a su polaridad positiva de su sí mismo dicotómico, por lo que debe 12
prever todos los posibles problemas o errores y anticipar todas las soluciones de manera de no corresponder con el polo negativo. Por ejemplo, si el sábado decide salir con su familia, antes de hacerlo tiene que pensar y prever todo. Otro aspecto importante es la “ley del todo o nada”. Tienen las dos posibles alternativas opuestas; por ejemplo, o son responsables o son irresponsables. Por lo que ellos en todas las circunstancias tienen una oscilación todo o nada. Otro problema es la dificultad para tener una visión conjunta de las cosas. El obsesivo está siempre demasiado concentrado en los detalles. Esto es muy importante porque les provoca una gran dificultad para tomar decisiones. Otro aspecto relevante es la facilidad de los obsesivos en llegar a presentar temas o delirios persecutorios. El obsesivo puede tener ideas del tipo “hay un complot contra mí en la oficina”, “el vecino me quiere hacer daño”, etc. El trastorno psicótico más usual en los obsesivos es la psicosis paranoide, el delirio persecutorio sistematizado, crónico, lógico y sin alteración de conciencia. La paranoia solo tiene una premisa, que es errada pero desde la cual toda la argumentación se construye de manera perfecta. Otro tipo de delirio es el megalomaníaco. Otro aspecto característico de los obsesivos es el delirio de justicia. Los obsesivos con procesamiento concreto son los que tienen la duda. En cambio, los obsesivos con procesamiento normal son los que siempre están seguros de tener la certeza y a veces el sentir la certeza constantemente los puede llevar a nunca sentir culpa. Los obsesivos son personas notables; pero también muy complejas. Son los pacientes con los que se trabaja mejor, pues al ser solo pensamiento y tener una gran responsabilidad hacen todas las tareas que uno les pide, pero de una forma excesiva. Los obsesivos son los más grandes científicos experimentales y ello se explica porque en la investigación científica es donde hay que dudar de todo para llegar a una certeza, en lo cual los obsesivos con su duda sistemática son perfectos. De igual manera, son los más grandes jugadores de ajedrez porque son capaces de prever una cantidad muy alta de movimientos consecutivos y gran cantidad de posibilidades de variantes de juego a la vez.
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