El lago junto a la colina Tengo muy presente el paisaje de aquel valle. En las tardes cuando escapo del trabajo y de la rutina diaria, suelo recordarlo todo y me inunda un sinfín de sensaciones.
La paz que brotaba de ese silencio y el asombro con el que
contemplaba tan hermoso espectáculo natural, eran sensaciones que hace tiempo lo venía buscando. Lo primero que se enroscó en mi memoria fue la fisonomía de aquellos pinos junto al lago. Verdes, altos y eran cientos de ellos, uno detrás de otro, en hileras -como soldados dispuestos a marchar o como guardianes de un tesoro- que ubicados a metros del lago llegaban ordenadamente a los pies de aquellas altas montañas. Eran imposibles de contar pero acompañaban al cielo, celeste y extenso, produciendo una postal única e inolvidable. Lo recuerdo aún mejor. No solo observé pinos sino también arboles rojos. No eran muchos, sin embargo llamaban la atención no solo por la altura sino también por el color de sus hojas, un rojo intenso que se destacaba claramente de los otros árboles. La naturaleza se mostraba ante mí imponente y sensacional. Y el lago era la mayor atracción a mis ojos. El agua cristalina, estaba quieta parecía dormida, y en ese espacio acuático encontraba muchísimos colores que se mostraban debido a pequeños factores. Y así, un verde esmeralda aparecía fuertemente marcado a causa de las verdes hojas que se reflejaban a la orilla del lago. Más en el centro, el celeste del cielo hacía lo suyo. Y en otro sector, los rayos del sol calaban hasta lo profundo del lago revelando las piedras que lo embellecían. Por cierto, las sombras de algunos pinos lograban pintar un color azul como recordando su presencia en aquel lugar. Aquella postal natural, conformaba un ecosistema puro que conjugaba equilibradamente lo acuático con lo terrestre. Todo parecía tan perfecto, que las montañas empinadas que se visualizaban detrás de las hileras e hileras de pino y de alguno que otro árbol rojizo, no eran más que para embellecer el paisaje. Altas montañas, difíciles de escalar, con poca vegetación y que con el gris de sus rocas contrastaba con el cielo, que a lo lejos se mostraba. Lo que no recuerdo bien fue el lugar exacto donde se encontraba aquel Edén. Algo así como su ubicación geográfica y es mejor así. Ya que lo mejor pasa y pasa una sola vez…