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Crónica de un domingo El respiro de Chávez Mena Guillermo Mejía
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Los debates en el FMLN
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Any Cabrera.
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Transiciones
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Guatemala: primavera y borrasca Miguel Huezo Mixco
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El turno de la democracia Jaime Barba.
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Sector externo y distribución del ingreso Edelberto Torres Escobar
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El poder de las jerarquías Breny Cuenca_____2
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La seguridad social Una reforma impostergable Ricardo Córdova Macías
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Consideraciones sobre educación, cultura e identidad Horacio Castellanos Moya
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Los sueños heridos de un arquitecto Javier Sagarra
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El gran mas turbador que todos llevamos dentro Jacinta Escudos
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Algo mejor que leer a Virgilio Henry Miller
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Selección de fútbol Olvido y despecho en tomo al fracaso Alberto Barrera
Escaparate
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Ilustraciones en especial y reflexiones: Manuel Elías, pintor salvadoreño. Portada: Acuarela de Manuel Elías "Interior exterior"
que seamos pocos y brutos (sic). No sabríamos realmente responderle, pero no nos cabe ninguna duda de quién se beneficia de que seamos muchos y brutos. Si esta tesis fuera aceptada, uno se pregunta entonces por qué las tribus Masai del Africa Meridional insisten en convertir en potreros y pasturas los terrenos utilizados por cabras y elefantes ... Es también inexplicable la terquedad de agricultores y ganaderos brasileños de quemar vastas extensiones de la selva amazónica y las demandas de espacio de ciertas instalaciones industriales, cuyos exhumos necesitan también de generosos espacios para disiparse en la atmósfera, cuando todo lo que deberían hacer es mudarse al estado de Texas y dejar en paz a esos elefantes, cebras, lagartos y micoleones, cuya aversión hacia el progreso de la humanidad está suficientemente comprobada por ellos. En verdad, los sueños de esos arquitectos y constructores han sido nuevamente heridos. Los autores de ese daño han sido los mercaderes que nos convencieron de abandonar las
técnicas ancestrales de construcción y sus materiales inherentes. Nos hicieron comulgar con ruedas de tractores y motoniveladoras, grúas, plumas, concretos bombeados, plásticos de alto impacto, fibras cancerígenas y silicones. Nos torcieron el alma tectónica que todos llevamos dentro, confundiéndonos con los valores de la industrialización, el confort, la modernidad, en fin. Con riesgo de caer en un sofisma (paradigma) todo parece indicar que la solución estaría en tomar el camino contrario. El objetivo sería lograr edificios realmente hechos a mano y con las manos, con materiales que se puedan conseguir sin dinero de por medio. Habrá que hacer tal cantidad y calidad de sacrificios y renuncias; o que todo siga igual y llegue el día en que la tierra explote como una vejiga de esas que se utilizan para decorar los locales donde se celebran los cumpleaños de los bichos. O Nota: ICader, Mauricio. Sección Foro: "La explosión demográfica, ¿un paradigma?, Revista Semana, septiembre 1991.
El gran masturbador que todos He amos dentro ¿Quién no ha soñado despierto alguna vez? ¿Quién no usa y abusa de la imaginación? Esa vocecita que nos platica incesantemente dentro de nuestra cabeza no tiene ningún tipo de reglas o tabús para limitarse a sí misma. Pero todo eso está escondido dentro de nuestro misterio personal: nadie podrá nunca enterarse de
nuestros más sucios y grotescos pensamientos si nosotros no los externamos. En general, nos conformamos con imaginar las reacciones y las miradas de asombro de nuestro prójimo si supieran lo que corre por nuestras mentes. Y aquí entra en juego ese elemento inherente a todos los humanos: la morbosidad, entendida a fin de
cuentas, como un estado elemental de curiosidad. No confundir morbosidad con malicia. La malicia está estrechamente emparentada con la maldad y con la acción, mientras que el morboso apenas se atreverá a solucionar en su mente las lagunas de aquello que no puede saber por cuenta efectiva a través de la realidad. Esa es la parte que, sea por desgracia o fortuna, nunca conoceremos de los demás: el lado oscuro de nosotros mismos, allí donde no permitimos la entrada de nadie, ni siquiera de nuestros íntimos confidentes, esos baches de personalidad que de pronto nos hacen descubrir en alguien a quien amamos a un perfecto extraño. Ese algo esencial, único de cada individuo, como las huellas digitales, ese algo secreto que desaparecerá con nosotros el feliz día de nuestra muerte. El Gran Masturbador de Horacio Castellanos Moya (Ed. Arco Iris, San Salvador, 1993) intenta meterse allí, en ese lado siniestro, impredecible, que albergamos las personas. Para quienes hemos seguido de cerca la narrativa de este escritor, no habrá mayor sorpresa al reconocer de nuevo ese tono frío y a veces hasta cínico con que describe ciertas escenas. Pero el libro trae novedades. Hay un notable avance en cuanto a la técnica y al lenguaje que transmite los argumentos de los relatos a través de una prosa limpia. Algo en el estilo de la prosa recuerda al tono nervioso del periodista. Por momentos puede percibirse la frialdad de un narrador policial, género en el Jacinta Escudos, escritora salvadoreña, ha publicado la novela cona Apuntes de una historia de amor que no fue.
que Castellanos Moya podría considerar atreverse más a Por ue los cinco relatos este libro tienen ecesarios para convertirse en parientes incipientes de lo que se conoce como "literatura negra". El libro abre y cierra con dos relatos que están decididamente emparentados: en Variaciones sobre la muerte de Francisco Olmedo y El Gran Masturbador, ambos protagonistas están tratando de resolver el enigma de un personaje en sus vidas. En Variaciones ..., el protagonista intenta descubrir la verdad sobre la muerte de un amigo al que tiene años de no
misterio de un personaje con el que comparte un pupilaje, "masturbándose" mentalmente para hilvanar detalles reales con los de su propia imaginación, sin que tampoco pueda realmente conocerse "la verdad". De los relatos, el menos afortunado me parece Némesis. Tan confuso me pareció que sobre el mismo, lo único que me quedó fue un inventario de preguntas. El final, en el cual pensé podrían esclarecerse mis dudas, no me resolvió nada y más bien, me pareció rápido, dejándome con la sensación que faltaba algo. En Paternidad, el final está más bien salpicado de frases que
Pero el cuento que me pareció más logrado fue Torceduras, que sospechosamente comienza con un epígrafe de Cesare Pavese, unas líneas escritas días antes de su suicidio. El cuento nos confronta con dos personajes turbios y a cual más asqueado de la vida. El lenguaje fuerte, directo, coordina bien con la sicología de ambos y el final se resuelve bien y causa sorpresa, a pesar de que existen un par de insinuaciones anteriores sobre el mismo. Al concluir la lectura de este libro, me quedó la sensación que Castellanos Moya tiene aún muchas cosas que decir. El salto
ver. Intenta esto mediante el armado de un rompecabezas donde todos los posibles amigos y testigos dan una versión distinta sobre el caso. El muerto, pues, es el único que conoce su propio secreto. Y nosotros, nadie, nunca lo sabrá. En El Gran Masturbador, el protagonista intenta esclarecer el
editadas, le hubieran agregado más fuerza. Por ejemplo, "un monstruo ...-murmuré" era lo suficientemente impactante como para adornarla con un "como quien dice la sopa está hirviendo", tomando en cuenta que el protagonista está hablando de un bebé que su amante insiste en tener.
vital del escritor, en sin duda, conciliar las formas técnicas con lo que se quiere decir y luego, lo más difícil quizás, romper el pudor interno que tiene el autor para consigo mismo y soltar de una vez eso que tiene tantas ganas de decimos y por lo que sentimos vale la pena trabajar y robarle horas al sueño. O