El Espacio

  • November 2019
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El espacio... la última frontera. Con esta frase que abre la legendaria serie televisiva "Viaje a las Estrellas", se resume uno de los sueños más preciados de la humanidad: conocer, descubrir qué hay más allá de la atmósfera terrestre. Ya en 1903, el mismo año en que los hermanos Wright se alzaban durante casi un minuto por los aires con su primitivo aeroplano, Konstantin Ziolowski establecía la velocidad necesaria que debería desarrollar una nave para superar la gravedad de la Tierra. Sin embargo, en sus comienzos, la conquista del espacio no se sustentó en visiones idealistas, sino en la guerra. El primer paso lo dio la Alemania nazi en los años 40 con los cohetes V2. Después de la derrota del régimen de Adolfo Hitler, el cerebro detrás de los cohetes alemanes, Wernher von Braun, fue reclutado por los Estados Unidos para desarrollar su programa espacial. La guerra fría: el gran impulso La carrera espacial fue uno de los principales ingredientes del choque ideológico entre las dos grandes potencias: Estados Unidos y la Unión Soviética. En la década del 50 prevalecía la idea de que quien conquistara primero el espacio, también dominaría al mundo El primer punto lo ganaron los soviéticos el 4 de octubre de 1957, con la puesta en órbita del primer satélite artificial, el Sputnik I. También fue ruso el primer cosmonauta que pudo ver a la Tierra desde el espacio. El viaje de Yuri Gagarin fue todo un éxito, aún a costa del sacrificio del primer ser vivo que llegó al espacio exterior: la perra Laika. Entretanto, los Estados Unidos seguían atrás. En 1961, el presidente John F. Kennedy anunciaba un plan que, indirectamente, consolidaba la carrera espacial como una pulseada entre dogmas políticos. Era el nacimiento del programa Apollo. El 20 de julio de 1969, poco más de una década después de que el Sputnik I emitiera su señal intermitente a todo el planeta en nombre del comunismo, la misión Apollo XI descendía en la Luna. Como lo señaló el astronauta Neil Armstrong, al poner su pie en suelo lunar, se trataba de "un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad", que también representó uno de los logros más importantes de la aventura estadounidense en el espacio. Beneficios para todos La carrera espacial requirió de grandes avances en todas las áreas de la ciencia y la tecnología, muchos de los cuales habrían sido impensables de no haber existido ese

campo de batalla virtual entre Washington y Moscú. Asimismo, varios de esos logros, hoy se aplican extensamente, por ejemplo, en la medicina, las telecomunicaciones y la informática. Tras la caída del Muro de Berlín, y la caída de la Unión Soviética, la carrera espacial quedó atrás, para transformarse en una empresa conjunta, en la que también participan otros actores de la comunidad internacional. También ha renacido el espíritu original de mirar hacia el cielo: conocer más acerca del espacio que nos rodea para aprender más de nosotros mismos... a pesar de que la falta de rivalidades haya quitado el impulso político y, sobre todo, los grandes presupuestos que requieren las misiones espaciales.

miércoles, julio 05, 2006

Muy despacio la conquista del espacio Creo que la conquista del espacio va despacio. Muy despacio. Acabo de leer en Internet que el transbordador espacial Discovery ha despegado desde Cabo Cañaveral a las 2.38 hora local (20.38 hora española). La NASA ha logrado por fin el lanzamiento del transbordador Discovery, tras dos intentos fallidos, en una misión de 12 días de avituallamiento de la Estación Espacial Internacional (ISS). La NASA se felicita por el inicio de la misión. Y yo me pregunto, ¿no habría que poner a todos esos ingenieros de patitas en la calle? No me refiero únicamente al lamentable espectáculo que supone en ocasiones la “previa” al lanzamiento, jalonada de suspensiones y detenciones de la cuenta atrás (el pasado domingo descubren después del segundo intento una fisura de más de 13 centímetros de largo en la capa de espuma aislante que cubre el tanque de combustible exterior de la nave) Me refiero a la poca capacidad de innovación de una agencia espacial que se come cada año miles de millones de dólares del presupuesto norteamericano. Vamos a ver. ¿Dónde estabas tú en 1972? Es el año del Watergate, la masacre de los juegos olímpicos de Munich y el accidente de un equipo de rugby uruguayo en los Andes. También ese año, el 11 de diciembre, la misión Apollo 17 aluniza en el valle de Taurus, junto al cráter Littrow, ¡en la última visita del hombre a la Luna! ¡Si! ¡Cierto!

Miles de millones de dólares después y 34 años más tarde, el hombre no ha vuelto a poner los pies en la Luna. ¿Qué ha hecho la NASA desde entonces? El proyecto del transbordador espacial, claro. ¿Dónde estabas tú en 1972? En mi caso en el colegio, haciendo preescolar. Que ya ha llovido desde entonces, vamos. Pues bien el 5 de enero de 1972 el Presidente Richard Nixon anunció que la NASA comenzaría a crear un sistema de transbordador reusable y un par de años después ya había varios prototipos de prueba. El prototipo definitivo se llamó inicialmente "Constitution", una campaña masiva de cartas de fanáticos de Star Trek convenció a la Casa Blanca de rebautizar al orbitador como "Enterprise". Con bombo y platillos, el Enterprise hizo su primera aparición pública el 17 de septiembre de 1976 y empezó una serie de pruebas exitosas que fueron la primera validación real del diseño. El primer transbordador completamente operativo fue el Columbia (construido en Palmdale, California, y enviado al Centro Espacial Kennedy el 25 de marzo de 1979). Y su primer viaje al espacio ¡el 12 de abril de 1981! Dos días antes celebraba mi decimotercer cumpleaños. ¡Desde entonces me han caído otros 25! Haciendo un poco de memoria histórica: el actor Ronald Reagan sucede al presidente de Estados Unidos Jimmy Carter; Antonio Tejero Molina entra en el Congreso de los Diputados e interrumpe a tiros la sesión, mientras se estaba realizando la votación para nombrar presidente a Leopoldo Calvo Sotelo al grito ¡se siente coño! Un turco llamado Mehmet Ali Ağca, atenta contra el Papa Juan Pablo II a la Plaza de San Pedro y en España se aprueba la ley del divorcio. Suena todo muy lejano, ¿verdad? Esta es la clave. Han pasado 25 años desde el primer vuelo ¡Y se sigue aplaudiendo el lanzamiento del transbordador espacial como si fuera una gran novedad! ¿Cuántos miles de millones de dólares se ha gastado la NASA desde 1981? ¿Cuáles han sido en estos años sus principales aportaciones? ¿Qué innovaciones ha presentado? Cierto. Ha lanzado el transbordador, alguna sonda al espacio exterior, algún cacharro hacia Marte y ninguna persona ha vuelto a pisar la luna. Todo ello en 25 años y dedicando a ello miles de ingenieros y

técnicos (y más dólares de los que caben en la bodega del Discovery) Como sabemos, Paul Allen, con solo 40 millones de dólares, ha sido capaz de construir una nave espacial: el SpaceShip One. Lo tengo claro. No tengo ni pajolera idea de aeronáutica, ingeniería espacial y mis nociones de física se limitan a la fórmula de la velocidad. Pero estoy convencido de que si en estos 25 años el presupuesto de la NASA hubiera sido gestionado por la iniciativa privada, el hombre habría pisado ya Marte (y tal habría McDonalds en la luna). Sin duda habríamos llegado más lejos. Mucho más. La iniciativa privada es la dinamizadora de la innovación. ¿Dónde estaríamos hoy si la iniciativa privada? ¿Y dónde si parte de los fondos que dilapida la administración pública hubieran sido puestos en manos de la privada? Publicado por Enrique de la Rica en 7:08 PM http://eseune.blogspot.com/2006/07/muy-despacio-la-conquista-delespacio.html

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